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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Guía rápida para el tratamiento dietético de la diabetes tipo 2

Stop diabetesA modo de breve introducción para unos pocos ya que para una importante mayoría considero que estáis al corriente de qué es la diabetes en general, diré que se trata de una enfermedad crónica con dos características propias no excluyentes: cuando el páncreas no produce insulina suficiente, y cuando el organismo no utiliza eficazmente esa insulina que produce.

Más en concreto, la diabetes de tipo 2 respondería a la segunda explicación, cuando existe una utilización ineficaz de la insulina, aunque con el tiempo (muy variable en cada caso) se pueda llegar también a la deficiente producción de esta hormona. La diabetes de tipo 2 representa el 90% de los casos mundiales de diabetes y en gran medida está condicionada por un peso corporal excesivo y por la escasez de actividad física de los pacientes que la sufren. Uno de los elementos más significativos de esta dolencia es que dependiendo de los pacientes la diabetes de tipo 2 puede ser diagnosticada cuando ya tiene varios años de evolución y algunas complicaciones están ya presentes.

Los datos que se manejan en cuanto a la incidencia de la diabetes de tipo 2 son bastante alarmantes… máxime teniendo en cuenta que su crecimiento en las últimas décadas solo se puede tildar de dramático: la diabetes afecta a cerca de 350 millones de personas en todo el mundo; en 2012 se calcula que fallecieron cerca de millón y medio de personas por esta causa; según una estimación de la OMS, se estima que la diabetes será la séptima causa de mortalidad en el año 2030.

Podemos hacer algo (y no es una pregunta)

Está bastante bien contrastado que la puesta en marcha de “simples cambios” relacionados con el estilo de vida resultan eficaces tanto para prevenir su debut como para abordar su tratamiento una vez diagnosticada. Así, la práctica totalidad de instituciones sanitarias volcadas bien en la salud o bien en el tratamiento de la diabetes de tipo 2 aconsejan, habitualmente siempre en este orden:

  • Procurar alcanzar y mantener un peso saludable.
  • Mantener un estilo de vida activo, y
  • Seguir un patrón dietético saludable caracterizado por la presencia de alimentos origen vegetal, al tiempo que se controle la cantidad de azúcares en la dieta (en especial aquellos que tengan la condición de añadidos) así como un control de sobre las calidad de las grasas presentes.

Más en concreto en el plano dietético

Tratamiento diabetes

Además de otras muchas fuentes de información básicas en esta material, como por ejemplo la página web de la Asociación Americana de Diabetes (que incluye una parte importante de sus contenidos en “español-americano”) o la Sociedad Española de Diabetes, hoy pretendo hacerte llegar un documento resumen publicado hace unos pocos años por el muy reputado Instituto de Salud de la administración del Reino Unido (NICE) y actualizado recientemente.

Aunque el documento que puedes consultar aquí en su totalidad aborda de forma sintética aspectos diversos sobre la diabetes de tipo 2, me gustaría destacar aquellos consejos que se aportan en referencia a las cuestiones dietéticas, y siempre basados en la mejor evidencia disponible. Dice así al respecto del abordaje dietético de la diabetes tipo 2:

  • Cada paciente debe recibir asesoramiento nutricional individualizado de forma continua de mano de un profesional con experiencia y con competencias específicas en nutrición para la salud.
  • Este asesoramiento ha de estar adecuado a las necesidades particulares de cada paciente, teniendo en cuenta para ello su entorno cultural y sus creencias haciendo especial hincapié en la voluntad de cambio del paciente, haciendo valer para ello los beneficios que estos cambios tendrán en su calidad de vida.
  • La alimentación saludable, equilibrada y adecuada para los pacientes de diabetes de tipo 2 debe estar en el marco de aquel patrón alimenticio aconsejable a la población general [si antes lo digo]. Para ello es preciso animar a diseñar menús diarios con alimentos que incorporen un alto contenido de fibra, que impliquen un bajo índice glucémico (frutas, verduras, cereales integrales y legumbres); incluir productos lácteos bajos en grasa y pescado azul; y controlar la ingesta de alimentos que contienen ácidos grasos trans y grasas saturadas.
  • Compaginar el asesoramiento dietético en un plan integral y personalizado dirigido al manejo de la diabetes que incluya otros aspectos referidos a los estilos de vida, tales como el aumento de la actividad física y la pérdida de peso.
  • Para aquellos pacientes con sobrepeso u obesidad un objetivo inicial y realista de pérdida de peso puede cifrarse en torno al 5 a 10% del peso inicial. En cualquier caso recordar que cualquier pérdida de peso será bienvenida y que los beneficios metabólicos derivarán de las pérdidas de peso mantenidas a lo largo del tiempo.
  • Aconsejar de forma individualizada al respecto de la cantidad de hidratos de carbono presentes en la dieta y del uso de bebidas alcohólicas. La reducción del riesgo de sufrir episodios de hipoglucemia es uno de los objetivos principales para cualquier paciente que use insulina u otros fármacos que interactúen con la acción de esta.
  • Tener en cuenta que la sustitución de alimentos que contienen azúcar (por otros que no la incorporen) puede ser una medida válida, pero nunca para “permitir” un consumo ilimitado de esos alimentos ya que en cualquier caso habrá que tener en cuenta el posible exceso de energía.
  • Desalentar el uso de alimentos comercializados específicamente para personas con diabetes.
  • En pacientes que estén hospitalizados o a cargo de cualquier otra institución planificar una adecuada pauta dietética teniendo en cuenta la cantidad de hidratos de carbono presentes en su dieta así como el número de ingestas.

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Imagen: Stuart Miles y Praisaeng vía freedigitalphotos.net

A tus riñones no les entusiasma nada tu exceso de grasa

riñonesTenemos el defecto de tener una perspectiva demasiado cortoplacista al respecto de nuestra alimentación y su efecto sobre salud. Ya se trata de magufadas con mayor o menor sentido o de relaciones firmemente establecidas entre lo que comemos (o dejamos de comer) y los efectos de nuestras elecciones sobre la salud, creo que con demasiada frecuencia tenemos puestas las miras salutíferas en un de hoy para mañana o casi. Pero también debiéramos preocuparnos por el pasado mañana.

Hay un montón de situaciones patológicas que se gestan poco a poco durante años y cuyos síntomas y signos se ponen de relieve de forma abrupta. Uno de estas situaciones es por ejemplo la insuficiencia renal crónica y su relación con la obesidad.

El caso es que la exposición continuada a las condiciones metabólicas y estructurales propias de la obesidad ocasiona graves, e irreversibles, alteraciones en la funcionalidad de los riñones. Esta patología renal vinculada a la obesidad es debida a la alteración de las unidades funcionales de los riñones, las nefronas, y se sospecha con pocas dudas que tiene causas directas (el aumento de la cantidad de grasa en la matriz del riñón, las lesiones en la barrera filtradora); e indirectas (la diabetes y la hipertensión asociadas habitualmente a la obesidad) y su efecto se traduce de forma sistemática tanto en años de vida sana perdidos, como en casos de muerte prematura entre quienes la padecen.

Tal es así que un reciente artículo publicado en la edición Diabetes & Endocrinology de la prestigiosa revista The Lancet, ha puesto de relieve que dentro del tablero de juego en el que la obesidad actúa como epidemia a nivel global, se acaba de poner de manifiesto la importancia de un nuevo y peligroso “jugador” en referencia a la mencionada insuficiencia renal crónica. Así, refiere el citado artículo, esa patología tiene la mayor tasa de crecimiento entre todas aquellas enfermedades no transmisibles que son causa de muerte prematura, tanto en prevalencia (proporción de individuos que presentan una característica o evento concreto) e incidencia (número total de individuos con una esa característica o evento en un período determinado).

Y las cifras cantan, en el periodo de tiempo comprendido entre los años 1993 y 2013 la diabetes (una de las condiciones patológicas sobre la que vienen sonando todas las alarmas desde hace tiempo en el terreno de la Salud Pública) creció un 67% frente a, pásmate, la insuficiencia renal crónica que creció un 90%.

La relación causal entre el peso y la enfermedad renal es difícil de establecer de forma inequívoca, en especial teniendo en cuenta que estos datos son fruto de estudios observacionales. Sin embargo, la mayor parte de investigadores están bastante convencidos de que, más allá de otros elementos implicados, en especial la edad de los pacientes, la obesidad es con pocas dudas el factor de riesgo más importante (y potencialmente prevenible) para desarrollar una insuficiencia renal con el paso de los años.

No creo que a estas alturas del cuento hiciera falta aportar ningún dato más para recomendar encarecidamente el mantener un peso adecuado, así como una proporción de grasa corporal conveniente… pero esto es lo que hay.

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Imagen: dream designs vía freedigitalphotos.net

Espectacular incremento de la diabetes en las dos últimas décadas

Stop diabetes

Un macro estudio recientemente publicado por The Lancet retrata la importancia y evolución de las diversas discapacidades que afectan a la población de 188 países. El artículo se titula Global, regional, and national incidence, prevalence, and years lived with disability for 301 acute and chronic diseases and injuries in 188 countries, 1990–2013: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2013 (Incidencia, prevalencia y años vividos con alguna discapacidad generales, regionales y nacionales de 301 enfermedades agudas y crónicas en 188 países entre 1990 y 2013: un análisis sistemático del estudio de 2013 sobre los efectos globales de las enfermedades).

Se trata de un espectacular resumen dirigido por el Instituto para la Medición y Evaluación de la Salud, un grupo de investigación financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates, que refleja el mayor análisis hasta la fecha de aquellas circunstancias patológicas o degenerativas que terminan causando una cierta discapacidad en toda la población (o casi, de 188 países) sirviéndose para ello de más de 35.000 fuentes de datos.

Entre las observaciones más destacadas se contrasta que, de entrada, en estos últimos veintitrés años (1990-2013) ha aumentado el número de personas que viven con discapacidad; un resultado en gran parte atribuible al crecimiento demográfico experimentado asociado a un envejecimiento poblacional general.

Al mismo tiempo estamos siendo testigos de un gran cambio de tendencia en los países en vías de desarrollo. En estos, los fallecimientos por enfermedades transmisibles tales como la malaria y la tuberculosis descienden de forma importante, al tiempo que se disparan los casos de enfermedades crónicas tales como el cáncer y la diabetes. Este cambio de patrón está vinculado, se supone, a la mejora económica y al aumento de la esperanza de vida en estos países.

Discapacidad en el mundoEn un entorno más cercano al nuestro, las principales dolencias que cursan con algún tipo de discapacidad han cambiado poco en este periodo de tiempo. Las cinco primeras o principales fueron el dolor lumbar, la depresión, la anemia por deficiencia de hierro, el dolor en el cuello, y la pérdida de auditiva asociada al envejecimiento.

En cuanto a la diabetes, aspecto señalado en el título, se observa un importante incremento de las discapacidades ocasionadas por esta dolencia, pasando, dentro del panorama mundial del puesto 10 que ocupaba en 1993 al 7 en 2013. A este tenor es preciso señalar que en concreto en España la diabetes es, por encima de cualquier otra, la principal causa de discapacidad. Para observar este curioso pero revelador ranquin te sugiero que sigas el enlace de la imagen de la izquierda y “juegues” con el zoom para descubrir las 10 primeras causas de discapacidad en los diversos países del mundo.

El caso es que como te decía la diabetes ha crecido un 45% en 23 años. Un crecimiento achacable casi por entero a la diabetes de tipo 2. Para crecer tanto hay que tener en cuenta la importante “contribución” de ciertos países. Por ejemplo, en China la prevalencia de esta enfermedad se incrementó cerca de un 56% en este periodo… pero hay más en EEUU la tasa aumentó en un 71%; en Arabia Saudí un 60% y en México un 52%.

En resumen un nuevo y actualizado dato que pone de relieve algo que aunque ya lo sabíamos (o precisamente por eso) es especialmente preocupante: la diabetes aumenta en los países ricos en buena parte impulsada por el aumento paralelo de la obesidad. Ahora, además, los países en desarrollo se están sumando a esta poca halagüeña tendencia.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

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Nota: Imprescindible agradecer la aportación para esta entrada de Juanjo Vilar (@juanjovilar).

Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Consumir menos azúcar y refrescos reduce la obesidad y las enfermedades asociadas. Sin tonterías

RefrescosHe reconocer que he pecado… no sé cómo se me ha podido escurrir este pedazo de artículo en el “debe” y del que acabo de ser conocedor. Por eso ahora lo comparto y espero que vosotros también le podáis dar su verdadera importancia.

Se trata de este artículo titulado Resolved: there is sufficient scientific evidence that decreasing sugar-sweetened beverage consumption will reduce the prevalence of obesity and obesity-related diseases que podría traducirse como un elocuente “Asunto resuelto: ya tenemos suficiente evidencia para decir que disminuir el consumo de bebidas azucaradas reducen la prevalencia de obesidad y las enfermedades asociadas”. Es de 2013 y está publicado en la prestigiosa revista Obesity Research.

¿Y qué nos dice el propio artículo más de lo que el conclusivo título esconde? Pues la verdad que poca cosa más y que realmente no es precisamente tontería. En resumen que:

Las bebidas azucaradas son, pásmate, tanto la principal fuente de azúcar en la dieta de los norteamericanos como también la principal fuente calorías. Con este elocuente punto de partida, en el estudio se hace una revisión para poner de relieve si existe suficiente evidencia científica como para poder concluir que la disminución del consumo de este tipo de bebidas tendría algún resultado directo en la reducción de la prevalencia de la obesidad y de las enfermedades que le acompañan… pero en plan serio, es decir, encontrando una relación causa y efecto palpable. Así, los resultados de estudios prospectivos bien diseñados han mostrado de forma consistente una asociación significativa y han mostrado una relación directa dosis-respuesta entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento del peso a largo plazo, así como del riesgo de diabetes.

Además un metaanálisis de ensayos clínicos incluido en esta revisión y encargado por la Organización Mundial de la Salud halló que la disminución de la ingesta de azúcares añadidos redujo de forma significativa el peso corporal; al tiempo que el aumento de la ingesta de azúcares condujo a un aumento de peso. Otro de los metaanálisis tenidos en cuenta, encontró que un mayor consumo de bebidas azucaradas por parte de la población infantil estaba asociado con un riesgo un 55% mayor de tener sobrepeso u obesidad con respecto a aquellos niños que consumían menos refrescos.

Por si fuera poco, otro metaanálisis de estudios observacionales halló que el consumo de una a dos bebidas azucaradas al día se asoció con un riesgo un 26% mayor de desarrollar diabetes de tipo 2 que aquellos que consumían bebidas azucaradas de forma ocasional (menos de una bebida azucarada al mes). Otros ensayos clínicos han puesto de relieve que la reducción en consumo de bebidas azucaradas disminuye de forma significativa el aumento de peso y la cantidad de grasa corporal tanto en niños como en adolescentes.

Por tanto, teniendo en cuenta todos estos hallazgos y analizando toda esta información en su conjunto las conclusiones son demoledoramente claras: Consumir menos bebidas azucaradas disminuye tanto el riesgo de padecer obesidad como de las enfermedades relacionadas con esta, más en concreto Diabetes de tipo 2.

A la luz de estos datos… ¿hemos de esperar más tiempo para obtener pruebas aún más contundentes para ponernos manos a la obra y dejar al azúcar, a los alimentos que la proporcionan, a los refrescos y al resto de basurilla dietética afín en su sitio? Yo creo que no.

Sin embargo, está claro que no todo el mundo parece pensar como un servidor o se mueve por otros “intereses”. Así, esos otros, con el fin de otorgar al azúcar un tratamiento algo más que indulgente se sigue aferrando a otros artículos que, financiados por la industria, afirman que “no es tan mala” o que, directamente, no hay relación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ganancia de peso. En realidad, los artículos que no observan tal relación son solo aquellos que están financiados por la industria. En el resto de artículos, en los independientes, la asociación es clara y en la línea de lo que te he contado. Así se puso de manifiesto en esta publicación: Financial Conflicts of Interest and Reporting Bias Regarding the Association between Sugar-Sweetened Beverages and Weight Gain: A Systematic Review of Systematic Reviews (“Conflictos de intereses económicos y sesgos de información en la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ganancia ponderal”)

Más claro agua.

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Imagen: Iamnee vía freedigitalphotos.net

“Fed Up”: Brillante documental sobre obesidad, industria, administraciones y soluciones que no lo son

¿Somos tan egoístas, ruines y desafectos como para dejar la solución de la obesidad en manos de las respectivas responsabilidades personales?

Pues eso es exactamente lo que la industria alimentaria promueve y lo que las administraciones jalean.

fed_up_28810Fed Up es un documental estrenado recientemente en los Estados Unidos que a partir de preguntas obvias, al tiempo que incómodas, nos plantea una más que probable realidad en la que la industria alimentaria y las administraciones desempeñan un papel más que destacado en la incidencia de la obesidad y todos sus trastornos asociados. Su traducción juega con el doble sentido ya que Fed Up se utiliza tanto para indicar que uno está harto de comida o de tanto comer, como para expresar que esta hasta los… mismísimos en relación a un determinado tema. Y el tema del documental es la obesidad, sus causas, sus soluciones y los actores implicados.

¿Existe una relación entre el diámetro de nuestras cinturas, en continua expansión, y las recomendaciones dietéticas de las administraciones sanitarias?; ¿y si el enfoque para acabar con la obesidad estuviera claramente equivocado?; ¿las soluciones que se proponen son verdaderas soluciones?; ¿y si esas las “soluciones”, en el fondo, solo consiguen agravar el problema? Lo que desde luego está claro es que las soluciones propuestas hasta la fecha han coincidido con un aumento de las cifras de obesidad, más que en su retroceso.

Si te gustó esta entrada: Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública o esta otra: “Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil, no puedes dejar de ver Fed Up. Es imprescindible.

Resulta llamativo el contrastar que aunque el problema de la obesidad se venía barruntando desde mediados del siglo pasado, ha sido a partir de finales de la década de los años 70 cuando su progresión ha dado un salto cuantitativo, hacia arriba, importante. Precisamente cuando las administraciones sanitarias se han puesto manos a la obra “en serio” haciendo recomendaciones en un sentido u otro. Y lo ha hecho bajo unas presiones inauditas por parte de la industria alimentaria, la cual, cuando ha visto sus intereses peligrar, ha apretado como ella solo sabe hacer para que dichas recomendaciones y la forma que tienen de llevarse a cabo resulten lo más cómodas posible en atención a sus “valores”.

No soy de los que sostienen la opinión de que la industria alimentaria produce una serie de alimentos para enfermar a la población… Sin embargo, sus intereses, “el para qué” los produce (sin duda alguna para mejorar su balance de cuentas) comporta al mismo tiempo un grave menoscabo en la salud de los consumidores. Lo hace empezando con el mismo diseño de sus productos, con su embalaje, con los regalos promocionales, con su constante bombardeo de una publicidad malsana, con sus grupos de presión, con su omnipresente presencia en no importa casi qué entorno y así, en definitiva, dando pie a crear un ambiente obesogénico del que, para muchas personas, es francamente difícil evadirse.

Me cuesta encontrar en este documental algún aspecto criticable. Pese a su extensa duración, más de hora y media, todos los temas que aborda son de una importante relevancia y los toca de manera sublime, aportando los más contundentes argumentos y contando con las más expertas de las opiniones. Empezando por el principio cuando cuestiona abiertamente si es honesto el hecho de culpabilizar individualmente a las personas que padecen obesidad. Una explicación que a la industria alimentaria le viene muy requetebién.

De este modo, sostener que todo lo que hay que hacer es decir a la gente que coma menos y que haga más ejercicio resulta en la constatación de un grave problema de perspectiva. Digo de falta de perspectiva porque esto es lo que se viene diciendo a través de las recomendaciones “oficiales” desde hace prácticamente medio siglo… y el problema global más que atajarse, o al menos contenerse, sigue en aumento. Con este planteamiento se hace descansar, sin duda alguna, la culpa en la persona implicada. No diré que las personas, individualmente, no está implicadas; pero desde luego, colectivamente, tiene pinta de que hay alguna razón general que dificulta o impide a esas personas alcanzar las metas a través de la solución propuesta. Con sinceridad, habida cuenta de la magnitud del problema creo que no se puede hacer descansar todo, ni tan siquiera la mayor parte de las causas del problema, en la responsabilidad individual.

Me ha gustado tanto que, el verlo, me ha llevado casi cuatro horas a la hora de parar y tomar notas o buscar más información en la red al respecto de los temas que aborda y los datos que aporta. De hecho pocos son los temas, por no decir ninguno, que no hayan sido ya tratados en este blog:

Empezando por la absurda estrategia de contar calorías, el tema de las calorías vacías, por no hablar de la desmadrada presencia del azúcar en nuestro entorno (en especial cuando está camuflado en alimentos “saludables”), el impacto de la diabetes en nuestro entorno, el papel de la publicidad malsana, el doble juego de la industria que nos quiere vender como saludables aquellos alimentos con peor perfil nutricional, los curiosos socios de la administración sanitaria para hacer frente, poblacionalmente hablando, al problema de la obesidad (en todas partes cuecen habas), el peso del coste económico de una dieta saludable vs otra menos saludable, la importancia de los menús escolares, la de la educación nutricional y culinaria en casa, lo de atar los perros con longanizas etcétera. El caso, es que además el documental cuenta con la participación de no pocas personalidades y expertos de primera línea que tienen mucho que decir… y lo dicen, sobre esta cuestión.

En definitiva se trata de un completísimo documental que deja una misma pelota en tres balcones diferentes al mismo tiempo: en el de las administraciones, en el de la industria y en el de los ciudadanos. Está claro que las circunstancias invitan a pensar que los tres actores implicados van a hacer cosas muy distintas.

Por un lado, la industria es improbable que cambie su forma de actuar, tal y como sucedió con la industria del tabaco, seguirán negando la mayor ya que su porvenir depende de sus ingresos y, a día de hoy, con sinceridad, ya he desterrado cualquier idea de mi cabeza que invite a pensar que vayan a cambiar de forma positiva. Por su parte, es de esperar que un día la administración se dé cuenta de lo que tiene entre manos y de lo que se le avecina mientras le siga haciéndole el caldo gordo a la industria. Así, mientras ese día llega, que creo que lo hará, son los ciudadanos los que de forma colectiva tienen que decirle a la industria por donde pueden meterse sus productos, campañas, publicidades y demás ayudas privadas “para el desarrollo”. Es la sociedad la que con una mayor conciencia y castigando en el punto de venta a determinados productos, ha de terminar poniendo a esa industria en el sitio que se merece en virtud de la necesidad de la población… comprando más productos frescos y menos comida basura, cocinando más y dejarse de tantas declaraciones saludables, contenidos reducidos y enriquecimientos en los alimentos. En definitiva dejar el “nutricionismo” a un lado. Si queremos que algo cambie tenemos que tomar la iniciativa y no esperar a que alguien cambie las circunstancias por nosotros.

Podría extenderme bastante más contándote algunas de las escandalosas cifras que se manejan en el documental o haciéndote saber de las extorsiones y del mamoneo que se llevan entre manos la industria alimentaria, las distintas administraciones y, por ejemplo, la OMS… pero si así lo hiciera poco te quedaría por ver en un documental que, a pesar de lo dicho, tiene muy, muy poco de conspiranoico y mucho de realidad. Baste decir que entre los invitados a prestar su voz e imagen están el expresidente Clinton, investigadores de la escuela de Medicina de Harvard, numerosos políticos de Estados Unidos, representantes de la FDA, la cabeza del Servicio Público de Salud de Estados Unidos, Marion Nestlé… y tantos otros.

Sin embargo, déjame decirte que otros muchos representantes de la industria fueron invitados a participar en el documental y no accedieron. Entre quienes se negaron a participar figuran empresas como: Coca cola, Kellogg, Nestlé, Pepsi, la Asociación Norteamericana de Bebidas, Kraft, La Asociación del azúcar, etcétera. Ellos sabrán porqué ya que la realización del documental es, desde mi punto de vista, exquisita.

Por último, decir que te dejo a continuación el enlace al video que actualmente está colgado en el canal de YouTube con subtítulos en castellano. Ciertamente no confío demasiado en que siga ahí colgado mucho tiempo ya que tiene pinta de ir en contra de los derechos de autor. Así que ya lo puedes ver cuanto antes y, mejor aun, ya puedes ir encargando una copia. Yo ya lo he hecho.

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Nota: Mi agradecimiento una vez más para un buen compañero, Pablo Zumaquero (@pzjarana)

Imagen: http://www.elseptimoarte.net/peliculas/carteles/fed-up-9434.html

Una dieta saludable también lo es para el planeta (y al contrario igual)

Planeta árbolInteresante artículo el que se publicó el otro día en la prestigiosa revista Nature que bajo el título Food choices for health and planet (Elecciones alimentarias por la salud y por el bien del planeta) viene a decirnos que los hábitos de alimentación típicamente accidentales no solo perjudican la salud de los consumidores sino que al mismo tiempo afecta de forma negativa al medio ambiente y por ende al planeta. El artículo en realidad es un análisis de un estudio publicado en la misma revista Global diets link environmental sustainability and human health en el que el título ya explica bastante bien esta relación (Los patrones dietéticos globales ponen en relación la salud humana con la sostenibilidad).

Así, dar de comer a la parte “occidentalizada” de los más de 7.000 millones de habitantes del planeta del modo y manera que al parecer les gusta comer, es decir, con una alta proporción de productos de origen animal, implica una emisión altísima de gases de efecto invernadero. Es más, la cría de ganado con fines productivos es a día de hoy la principal causa del aumento de este tipo de gases. Nada más y nada menos que el 25% de los gases de efecto invernadero es atribuible a esta práctica. Un impacto ambiental importante al que habría que sumar también el muy alto consumo de agua que requiere esta cría.

Por una parte, los autores del estudio resumen que el aumento de los ingresos y la urbanización han impulsado una transición alimentaria mundial en el que patrones de alimentación tradicionales se están sustituyendo por dietas altas en azúcares refinados, grasas y carnes. Si esta tendencia dietética sigue por el mismo camino y no se controla, se estima que para el año 2050 se incrementará en un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero. Por otra parte, tal y como es bien sabido, este cambio en el patrón dietético propicia el incremento de diversas enfermedades especialmente típicas de nuestro tiempo y en constante crecimiento: la diabetes tipo II, enfermedades coronarias y otras patologías crónicas no transmisibles que reducen de forma significativa tanto la esperanza de vida como su calidad.

En este contexto es indispensable proponer patrones dietéticos alternativos que además de los contrastados beneficios sobre la salud podrían, si la estrategia fuera asumida de forma global, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Así, el trinomio dieta-salud-medio ambiente precisa asumir estas cuestiones como un desafío global, con el fin de mejorar tanto la salud pública como el entorno en el que vivimos.

En opinión de los autores y en base a su extensa revisión de los datos actuales un cambio dietético basado en la dieta mediterránea, especialmente rica en productos vegetales frescos, frutas y productos marinos, implicaría probablemente unos mejores indicadores de salud en la población y además una gestión de los recursos planetarios más eficiente y sostenible.

Así pues, no es cuestión de decidir por qué razón habría que hacer un cambio en el planteamiento dietético general, las dos razones son positivas tanto en el plano individual como en el colectivo. Ahora solo haría falta que las administraciones e instituciones se coordinaran para el cambio. Ojalá sea, aunque no sé porqué, pero creo que el asunto, tristemente, va para largo.

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Imagen: winnond vía freedigitalphotos.net

Día Mundial de la Diabetes: protejamos nuestro futuro

World_Diabetes_Day_logoEstoy delante de una nota de prensa al respecto de la conmemoración del Día Mundial de la Diabetes que se celebra hoy y que me ha hecho llegar la Sociedad Española de Diabetes (SED) y la Fundación homónima. Ambas instituciones son las que promueven este día en España. Los datos con los que empieza dicha nota de prensa son francamente impresionantes… dantescos, puedes creerme. Pero por una vez, ya veremos en qué acaba la cosa, no los voy a citar… y no será porque no me los crea o no me parezcan ilustrativos de la fea situación en la que la diabetes tiene contra la espada y la pared a una muy buena parte de la población mundial incluida la española. No, no es por eso.

Hablaba el otro día en este post que conviene repasar las estrategias de Salud Pública conducentes a los cambios de hábitos y, que el uso de los mensajes claramente negativos o atemorizantes puede que no fuera la mejor estrategia para el cambio. Por eso, fiel (de momento) a esta nueva táctica solo pretendo hablar en positivo. En cualquier caso, si te va el rollo de las enormes cifras para meter miedo al respecto de lo que actualmente estamos viviendo y vamos a vivir según la mayor parte de los pronósticos sobre la diabetes, puedes hacerte una idea siguiendo este enlace.

Así pues a diferencia de las enfermedades infecciosas, y sin hacer de menos la importancia que tiene en el desarrollo de diabetes las cuestiones genéticas, es preciso tomar conciencia y actuar sabiendo que esta patología, en especial la diabetes de tipo 2, se puede prevenir y controlar sus complicaciones (una vez haya debutado) a partir de una adecuada alimentación y de una correcta pauta de ejercicio físico adaptada a las circunstancias personales. Todo ello sin hacer de menos, si corresponde, al tratamiento farmacológico u hormonal… pero en ese orden: primero los estilos de vida y luego, ya si eso, las medicinas.

Resulta paradójico que a pesar de que todos, absolutamente todos, los profesionales sanitarios le atribuyen a la alimentación un papel indispensable en la prevención y tratamiento de esta enfermedad, desde la sanidad pública se mantiene apartado a aquel profesional más adecuado y que mejor podría intervenir en la alimentación de este colectivo de enfermos (y de la población sana con el fin de prevenir).

En este sentido, la diabetes de tipo 2 podría en cierta medida prevenirse con estrategias relativamente sencillas al respecto de los estilos de vida y la alimentación. Es en este lugar donde el dietista-nutricionista como experto en alimentación, nutrición y dietética, podría y debería contribuir de manera eficaz. Sin embargo, tal y como protesta señala el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de las Islas Baleares en este comunicado de prensa: “ningun centro de salud [público] de baleares cuenta con dietistas-nutricionistas”… Y por lo que sé en cualquier otra parte de España se está en la misma situación (y de haber excepciones haría lo que ya se sabe al respecto: confirmar la regla). Es decir, no hay dietistas-nutricionistas ni en atención primaria ni asistencial para dar la mejor respuesta que este tipo de pacientes (o cualquier otro) se merecen al respecto de intervenir en su alimentación con fines sanitarios.

De esta forma, continúa el comunicado del Colegio balear:

La inclusión del dietista-nutricionista en las diferentes áreas del IB-Salut [o de cualquier otra administración sanitaria], es una necesidad para la mejora de la atención sanitaria de la población en general y de las personas con diabetes en particular. Esta incorporación debería hacerse dentro de los equipos multidisciplinares de atención sanitaria, en base al papel clave del dietista-nutricionista en la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación de enfermedades prevalentes, beneficiando la salud individual y colectiva y colaborando en la aportación de una atención de calidad e igualdad efectiva.

Diabetes

¿No se trataba de proteger nuestro futuro (al hilo del lema de esta edición del Día Mundial de la Diabetes)? Pues ¡ea señores! a ver si nos tomamos un poco en serio lo de contar con los profesionales idóneos para la sanidad pública en materia de alimentación y dejamos de marear la perdiz. Porque si se me permite, he de confesar que he oído burradas gordísimas de boca de otros profesionales sanitarios a la hora de hacer recomendaciones para la diabetes en el plano dietético. Empezando por algunas perlas de la propia nota de prensa ofrecida por la SED (y que prefero obviar). No seré yo el que asegure que contar con graduados en nutrición humana y dietética será una garantía total para proscribir de forma definitiva tales disparates, pero quiero pensar que las probabilidades serían menores.

Creo que es preciso recordar a quienes interesen estas cuestiones (Ministerio de Sanidad, Departamentos Autonómicos en la misma línea, responsables de centros asistenciales y de atención primaria, etc.) que España es el único país de su entorno que no cuenta con dietistas-nutricionistas en su cartera de profesionales dentro de la Sanidad Pública. No digo que con ellos se acabará la diabetes, ni mucho menos, pero desde luego la probabilidad de ofrecer una mejor calidad asistencial y obtener un ahorro de recursos se verán ampliamente beneficiados.

Más al hilo de la diabetes y del desempeño profesional del dietista-nutricionista te dejo estos enlaces por si te interesa consultarlos:

Y antes de despedirme, también te dejo en este enlace el acceso a la página oficial del World Diabetes Day.

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Imágenes: David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net

Grasas saturadas: de villanas a heroínas, crónica de la última gran revolución dietética

MantequillaA principios de este verano saltó a la palestra mediática una de las mayores noticias de los últimos tiempos (o al menos así me lo parece a mí) en forma de bomba dietética: la mantequilla lejos de ser mala es buena.

Me he tomado la licencia de usar una frase poco seria, la de la mantequilla, para poner de manifiesto lo que de un tiempo a esta parte se está fraguando en el mundillo nutricional (el serio) a la hora de atribuir una nota general a un nutriente característico, las grasas saturadas. Esta frase no es más que una verbalización de la imagen de tres portadas de la revista Time separadas la primera de la última la friolera de 53 años (si Ancel Keys levantara la cabeza…). En realidad esos avances no consisten tanto en poner una buena nota a este nutriente si no en quitar aquella con la que ya contaba este grupo en su conjunto y que era francamente negativa (ya sabes, aquello de la maleta de Asimov y esas cosas). Así, de la misma forma que hay que reconocer que en su día (hace 6 o 7 décadas) se cometió el error, hoy ya más o menos arreglado, de atribuir a todas las grasas un perfil negativo sobre la salud; es más que probable que también se haya cometido un grave error al catalogar a todas las grasas saturadas como malas.

En su día, una vez subsanado el tropezón de considerar de forma automática cualquier grasa como mala (y que aún perdura en muchos, no te creas), se hicieron dos grandes grupos con las grasas, las buenas y las malas. En este caso el papel de las malas tocó ser representado por aquellas que respondían al perfil bioquímico de ser saturadas, y el de las buenas al resto (más o menos, aunque con muchos matices sobre los que no voy a entrar). Es decir, se volvió a hacer una generalización pero en esta ocasión con subgrupos más pequeños, sin tener en cuenta que dentro de las grasas saturadas (las presuntamente malas, todas) había notables diferencias. Y son precisamente esas ideas las que a día de hoy están empezando a brotar con fuerza dentro de las más recientes investigaciones serias.

El resumen de la cuestión saturada lo tienes magníficamente explicado en este enlace, alojado en The Lancet en el que uno de los más prestigiosos epidemiólogos e investigadores de la actualidad, Dariush Mozaffarian, hace un extracto de la situación al respecto de las implicaciones de los distintos ácidos grasos saturados en el metabolismo, más en concreto sobre el desarrollo de la diabetes mellitus tipo 2.

A modo de síntesis este epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard viene a destacar que no todos los ácidos grasos saturados son iguales y que por esta y otras razones su efecto en las distintas vías metabólicas es muy dispar. Estos efectos van a depender, que actualmente se sepa, de: la longitud de su cadena hidrocarbonada (con más o menos átomos de carbono en la molécula); de la matriz alimentaria en la que están “vehiculizados” pudiendo alterar su función el estar acompañada de unos u otros nutrientes; de su origen, ya que además de las distintas fuentes alimentarias, también existe una síntesis endógena de ácidos grasos saturados, etcétera.

Las implicaciones de este creciente cuerpo de la evidencia apuntan a cuestiones que ya se han comentado en este blog, por ejemplo, el posible efecto beneficioso de la grasa láctea (sí, esa misma que hasta hace poco era el mismito demonio); al tiempo que se pone de manifiesto una prueba más de los perniciosos efectos de un consumo excesivo de alimentos ricos en hidratos de carbono refinados, azúcares y alcohol ya que de algún modo promueven esa síntesis endógena de aquellos ácidos grasos saturados con el peor pronóstico como es la del ácido palmítico.

Con todo ello, no me extraña, Mozaffarian, hace un llamamiento en su escrito a la necesidad de rediseñar las más populares recomendaciones dietéticas huyendo de clasificaciones y campañas sanitarias basadas en agrupaciones simplistas de nutrientes que se relacionan mínimamente por una misma característica química (en este caso ser ácidos grasos saturados). Las actuales recomendaciones y postulados centrados en nutrientes, además de, siendo generosos, contar con el germen de la duda en su interior, son frecuentemente utilizados por la industria para crear confusión en una población completamente mediatizada. Es hora por tanto de dirigir los esfuerzos hacia la creación de guías y recomendaciones basadas en los alimentos y que cuenten con una sólida evidencia sobre sus efectos en datos clínicos claramente constatables.

Qué razón tiene este buen señor.

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Imagen: SOMMAI vía freedigitalphotos.net

¿Cuánto darías por poder rebobinar el futuro dietético de tus hijos?

Niño cocinaPresta atención: imagina que tienes una especie de máquina del tiempo que te permite apreciar de forma vívida la cadena de acontecimientos que, desde el pasado a nuestros días, terminan en un desenlace fatídico… tu hijo, vuestro hijo, fallece antes que vosotros. Y tú, vosotros, sois parte implicada en ese final. ¿La usarías para evitar ése final? Yo sí. No te preocupes demasiado, a falta de retrospectivas máquinas del tiempo es probable que un álbum de fotos sea suficiente, no hace falta recurrir a que alguien termine por inventar máquinas prodigiosas ni bolas de adivino.

Pues bien, hoy te traigo una realidad teatralizada, una ficción, con la que, a fuerza de repetirse de verdad, dudo mucho que alguien no sea capaz de sacar sus propias (y únicas) conclusiones. Su creador es Strog4Life, una plataforma nacida con el fin de proporcionar el bienestar y propiciar el cambio social para revertir la epidemia de obesidad infantil y sus enfermedades asociadas en el estado norteamericano de Georgia.

Los escasos dos minutos de duración del vídeo consisten en un violento flashback que se inicia cuando un varón de 32 años, 1,75m y 136 kilos aterriza inconsciente en una sala de urgencias médicas víctima de un ataque al corazón. A partir de ahí, de forma fotográfica se relata de modo retrospectivo la cadena de acontecimientos vitales que le han llevado a John (el protagonista y sujeto pasivo de la acción) hasta esa fatídica situación y funesto lugar. ¿Te lo resumo? Venga va.

Se trata de un elocuente vídeo de minuto y pico y refleja la forma en la que la vida de su protagonista ha estado caracterizada por el despropósito dietético (y atlético): mucha comida (de la chunga) y poco ejercicio. Mucho ocio tecnológico y poca comida (de la de verdad)… y todo ello desde sus años del taca-taca en los que se ve a una madre, preocupadísima, por darle lo mejor a su hijo… en este caso, patatas fritas de hamburguesería para que se calme (es lo único que lo consigue, afirma)… y así ambos tan felices.

El desenlace, como en la mayor parte de las retrospectivas cinematográficas, es abrupto. ¿Pero sabes qué? Terriblemente frecuente habida cuenta de los muy extendidos e inadecuados hábitos de vida de la población de nuestro entorno. Te dejo con el video que, por si el enlace en youtube fracasa, puedes visualizarlo aquí a partir de su fuente original.

A modo de guiño (agrio), no puedo dejar escapar la oportunidad de demostrar una especie de autocomplacencia al contrastar que esta estrategia argumental, hoy plasmada en el video de Strong4Life, es similar a la mía cuando en 2005 escribí este relato fantástico acerca de la obesidad infantil y sus consecuencias y que publiqué en este blog hace un par de años: Cuento de miedo grasiento (Fatty and scary tale), capítulo 1 y capítulo 2.

Por último una reflexión, si no eres capaz de hacerlo por ti, al menos hazlo por lo que más quieres en este mundo, sé que su mera presencia puede suponer un importante motor imprescindible para el cambio tal y como he contrastado muchas veces en primera persona y así lo puse de manifiesto en esta entrada.

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Imagen:  marin vía freedigitalphotos.net

¿Sirve para adelgazar el polen de abeja, qué beneficios tiene?

Polen de abeja

En primer lugar acotemos el término “polen de abeja”.

Para empezar el polen, a secas y como tal, son las micropartículas pulverulentas que contienen los gametofitos masculinos de las plantas con semillas. En un símil zoológico (en vez de botánico) serían los espermatozoides de una determinada especie vegetal de reproducción sexual. Estas partículas además de la función biológica propia de su ciclo vital en cada especie pueden servir de alimento a especies distintas, entre ellas la de las abejas. Pero para ello han de transformar ese polen recolectado, madurarlo, con el fin de poder aprovechar sus nutrientes. Así, las abejas en su metódica recolección de néctar floral y de polen incorporan este último elemento en los panales, agregan una serie de enzimas digestivas y tapan las celdillas con el fin de que pasado un tiempo y tras la acción de esas enzimas se obtenga un producto que sirva de alimento, especialmente destinado para sus larvas.

Así pues, el “polen de abeja” es el polen floral transformado por acción de las enzimas de la abeja… no es que las abejas “tengan” polen.

Sobre este producto, una vez recolectado por el ser humano, se han hecho descansar infinidad de propiedades nutritivas y no me refiero a las referentes a la de las larvas de las abejas sino a la nuestra cuando es consumido como alimento o complemento. Cuando digo infinidad, digo bien porque su consumo se ha relacionado con ciertas propiedades antioxidantes, anti cáncer, antienvejecimiento, contra la diabetes, ser adelgazante, vigorizante sexual, atajar problemas de colesterol, menstruales, de depresión, anemias, alopecia, artritis, reuma, etcétera (piensa en el problema de salud que quieras, seguro que alguien en algún momento le ha atribuido al polen de abeja la propiedad de mejorarlo). Hay cientos de páginas web (aquí solo un ejemplo típico) que obnubiladas por el buenrollismo natural nos invitan a consumir este producto como la enésima panacea para no importa qué dolencia o enfermedad.

¿Cuánto hay de cierto en todas estas magnificas alegaciones sobre el polen de abeja?

Pues la verdad que poco o nada, al menos desde el punto de vista serio… otra cosa serán todos aquellos planteamientos alternativos, naturistas y eco-molones. Para que tomes nota, en Europa aun no se ha admitido ninguna de las alegaciones que se ha solicitado para este producto a la Autoridad de Seguridad Alimentaria (EFSA). A día de hoy, este organismo ha recogido 6 posibles solicitudes para hacer las correspondientes alegaciones sobre sus propiedades nutricionales en la salud:

  • Como agente inmuno-modulador gracias a su contenido en enzimas y vitaminas (que aun está bajo consideración por parte del panel de expertos).
  • Como agente antioxidante gracias a su contenido en vitaminas y selenio.
  • Como protector frente al estrés oxidativo.
  • Como protector cardiaco así como para controlar los niveles de colesterol y lípidos plasmáticos (bajo consideración).
  • Como ayuda para la función inmune (bajo consideración).
  • Como estimulante del apetito (bajo consideración).

En el único documento publicado hasta la fecha sobre sus presuntas propiedades, el panel de expertos de la EFSA sostiene que:

  • No está comprobada una relación causa y efecto entre la toma de polen de abeja y la protección del envejecimiento celular.
  • Ni sobre su capacidad antioxidante dado su contenido en antioxidantes o propiedades antioxidantes.
  • Ni sobre la protección del DNA, de las proteínas o de los lípidos frente al estrés oxidativo.

En lo que respecta al posicionamiento de las autoridades sanitarias norteamericanas, la FDA, sobre los usos que habitualmente se le atribuyen al polen de abeja entre quienes lo distribuyen ha hecho público este elocuente documento titulado: Algunos productos de polen de abeja para adelgazar son una estafa peligrosa en el que sin ambages señala:

Los productos que dicen contener polen de abeja en la etiqueta y que prometen ayudar a bajar de peso o a esculpir su figura podrían, de hecho, hacerle daño […]

Se ha descubierto que algunos productos de polen de abeja que se publicitan para adelgazar contienen ingredientes ocultos y potencialmente peligrosos que pueden ser dañinos para las personas con padecimientos tales como pulso irregular, presión arterial alta y trastornos bipolares.

La FDA ha recibido más de 50 denuncias de consumidores y profesionales de la salud sobre efectos adversos relacionados con el consumo de productos de polen de abeja para adelgazar contaminados. En las denuncias figura por lo menos un deceso, problemas cardiacos graves, dolor de pecho, palpitaciones, taquicardia (frecuencia cardiaca acelerada), presión arterial alta, convulsiones, pensamientos suicidas, ansiedad, insomnio y diarrea.

Además, muchos de los productos de polen de abeja para baja bajar de peso se publicitan como suplementos alimenticios que afirman curar o prevenir enfermedades y síntomas diversos, entre ellos la diabetes, alergias, la presión arterial alta y el colesterol alto. Por ley [tanto en USA como en la UE], los suplementos alimenticios no pueden afirmar que curan o previenen enfermedad alguna.

Los laboratorios de la FDA han analizado 15 muestras diferentes de Polen de Abeja Zi Xiu Tang de varios distribuidores, con fechas de caducidad y números de lote diversos. Todos los productos sometidos a prueba, entre ellos los que dicen ser “genuinos” y “auténticos”, contienen ingredientes farmacológicos que no aparecen en la etiqueta: sibutramina o fenolftaleína, o ambas.

Bien, dicho esto, puedes llegar a pensar que: a) eso es lo que pasa en Estados Unidos y, b) que eso pasa con el polen de abeja de una determinada marca y que el que tú compras en tu herbolario es “natural” y de absoluta confianza.

Bueno, eres libre de pensar lo que quieras, pero mi opinión es que este polen de abeja, como el 99,9% de los suplementos son ineficaces para todas las alegaciones que suelen hacer… ya lo adquieras en USA o en tu farmacia de confianza; y que además los controles a los que se están obligados los complementos alimenticios (y este es uno más) son terriblemente laxos, así que yo pondría en entredicho esa “seguridad” al respecto de que un determinado complemento alimenticio no lleve nada que no deba llevar o que no esté declarado. ¿Cómo sabes y porqué dices que tu complemento es seguro? Igual te interesa echar un vistazo a este post: ¿Te “alegras de verme” o acaso tomas fitoterapia adulterada?

Antes que preocuparse por la posibilidad de incorporar maravillosos complementos con asombrosas (y no reconocidas científicamente) propiedades más valdría ir zumbando a revisar nuestro patrón alimenticio, un patrón que bien articulado no precisa de todas estas zarandajas.

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Imagen: Jon Sullivan vía Wikimedia Commons