El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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¿Cuánto darías por poder rebobinar el futuro dietético de tus hijos?

Niño cocinaPresta atención: imagina que tienes una especie de máquina del tiempo que te permite apreciar de forma vívida la cadena de acontecimientos que, desde el pasado a nuestros días, terminan en un desenlace fatídico… tu hijo, vuestro hijo, fallece antes que vosotros. Y tú, vosotros, sois parte implicada en ese final. ¿La usarías para evitar ése final? Yo sí. No te preocupes demasiado, a falta de retrospectivas máquinas del tiempo es probable que un álbum de fotos sea suficiente, no hace falta recurrir a que alguien termine por inventar máquinas prodigiosas ni bolas de adivino.

Pues bien, hoy te traigo una realidad teatralizada, una ficción, con la que, a fuerza de repetirse de verdad, dudo mucho que alguien no sea capaz de sacar sus propias (y únicas) conclusiones. Su creador es Strog4Life, una plataforma nacida con el fin de proporcionar el bienestar y propiciar el cambio social para revertir la epidemia de obesidad infantil y sus enfermedades asociadas en el estado norteamericano de Georgia.

Los escasos dos minutos de duración del vídeo consisten en un violento flashback que se inicia cuando un varón de 32 años, 1,75m y 136 kilos aterriza inconsciente en una sala de urgencias médicas víctima de un ataque al corazón. A partir de ahí, de forma fotográfica se relata de modo retrospectivo la cadena de acontecimientos vitales que le han llevado a John (el protagonista y sujeto pasivo de la acción) hasta esa fatídica situación y funesto lugar. ¿Te lo resumo? Venga va.

Se trata de un elocuente vídeo de minuto y pico y refleja la forma en la que la vida de su protagonista ha estado caracterizada por el despropósito dietético (y atlético): mucha comida (de la chunga) y poco ejercicio. Mucho ocio tecnológico y poca comida (de la de verdad)… y todo ello desde sus años del taca-taca en los que se ve a una madre, preocupadísima, por darle lo mejor a su hijo… en este caso, patatas fritas de hamburguesería para que se calme (es lo único que lo consigue, afirma)… y así ambos tan felices.

El desenlace, como en la mayor parte de las retrospectivas cinematográficas, es abrupto. ¿Pero sabes qué? Terriblemente frecuente habida cuenta de los muy extendidos e inadecuados hábitos de vida de la población de nuestro entorno. Te dejo con el video que, por si el enlace en youtube fracasa, puedes visualizarlo aquí a partir de su fuente original.

A modo de guiño (agrio), no puedo dejar escapar la oportunidad de demostrar una especie de autocomplacencia al contrastar que esta estrategia argumental, hoy plasmada en el video de Strong4Life, es similar a la mía cuando en 2005 escribí este relato fantástico acerca de la obesidad infantil y sus consecuencias y que publiqué en este blog hace un par de años: Cuento de miedo grasiento (Fatty and scary tale), capítulo 1 y capítulo 2.

Por último una reflexión, si no eres capaz de hacerlo por ti, al menos hazlo por lo que más quieres en este mundo, sé que su mera presencia puede suponer un importante motor imprescindible para el cambio tal y como he contrastado muchas veces en primera persona y así lo puse de manifiesto en esta entrada.

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Imagen:  marin vía freedigitalphotos.net

Concursos y competiciones de «comilones»: yo voto no

El pasado día 31 de agosto se celebró en Tabuenca (Zaragoza) la Albondigada 2013, eufemismo del VIII Concurso Oficial de Comedores de Albóndigas, eufemismo a su vez (oficial en este caso) de “a ver quién es tragaldabas que puede dar el peor ejemplo poniendo su salud en riesgo a base de comer cuantas más albóndigas mejor” (esto lo digo yo)

Con sinceridad, cuando oí el anuncio del “evento” en una radio local, no podía dar crédito a mis sentidos. Creía, daba por sentado, que este tipo de desacertados concursos pertenecían a un poco recomendable pasado y sobre todo al mundo anglosajón. ¿Recordáis el pasaje del concurso de comedores de tartas de la genial película Stand by me? (pocos saben que el guion parte de una novela de Stephen King… y este pasaje lo deja bastante claro) Puedes echarle un vistazo a continuación (aviso: no apto para aprensivos)

Este tipo de ridículos “enfrentamientos” entre comedores queda también de manifiesto también en los Simpson cuando Homer reta a un afamado camionero a ver quién se acaba antes el “filete” estrella (de 7 kg de peso) en el restaurante del matadero.

Como decía me llamó la atención el descubrir este tipo de prácticas en nuestras latitudes y época. Me dan exactamente igual las bases del concurso, el calibre de las albóndigas, lo escrupulosamente controlado de sus ingredientes, con qué las puedas regar para pasarlas, las empresas colaboradoras del «evento» o el premio que habrán recibido los ganadores. Me da igual que se haga en el contexto de unas fiestas populares, rurales o de pueblo (puedes consultar todos los detalles en este enlace). Y digo que me da igual y me parecen mal este tipo de concursos:

  • porque se está haciendo espectáculo a partir de una práctica nada recomendable.
  • porque entre el público asistente habrá niños, o adultos con mentalidad de niños, que observen en su práctica un modelo a seguir a partir del más elemental reflejo condicionado: al ganador se le da una recompensa, además del reconocimiento tácito.
  • porque los medios de comunicación locales y nacionales (radio, periódicos…) se hacen eco de esta barbaridad aplaudiéndola y tomando entrevista y opinión a concursantes, personalidades municipales y jurados sobre cuáles son las mejores técnicas para afrontar con éxito la prueba: que si dejar de comer tres días antes, que si comer muy poco pero nunca dejar de comer del todo, que si vomitar después del concurso… todo muy recomendable.
  • porque quizá no se den cuenta pero los concursantes están poniendo en riesgo su salud con este tipo de intervenciones. Y lo peor, como digo, es que lo ensalzan a la categoría de espectáculo.

Para mí este tipo de concursos deberían prohibirse como así se hizo con lo de tirar cabras desde el campanario. Me parece que los tiempos que corren no están precisamente para dar premios por este tipo de “machadas”.

Ya puestos a decir y hacer tonterías les sugiero a las autoridades del Ayuntamiento de Tabuenca que para la edición que viene que quiten el pan de rallado de las albóndigas y lo sustituyan por harina de maíz. De esta forma podrán participar concursantes celiacos, ya que a día de hoy me parece una falta de sensibilidad para con este colectivo. Los celiacos también tienen todo el derecho del mundo a que les dé un torzón en público y a hacer difusión de malos hábitos