El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Síndrome de ovario poliquístico y dieta

Ovario poliquísticoCon el nombre de Síndrome de Ovario Poliquístico (SOPQ) se conoce la afección causada por un desequilibrio en los niveles hormonales de las mujeres, con origen en las glándulas suprarrenales o los ovarios, que resulta en el desarrollo de quistes (cavidades llenas de líquido) en los ovarios. El desequilibrio hormonal consiste en la producción anormal y excesiva de andrógenos, hormonas típicamente masculinas. Este síndrome es más frecuente en las mujeres que padecen obesidad sin que hasta la fecha esté del todo claro que circunstancia es predisponente para la otra o incluso se hay una relación causal obesidad-SOPQ o viceversa. A día de hoy no se conoce la o las causas concretas del SOPQ sin embargo, también parece estar relacionado de alguna forma con la manera en la que el cuerpo gestiona la glucosa, la insulínresistencia y la diabetes.

En la actualidad se estima que afecta a más del 10% de las mujeres en edad fértil y su diagnóstico, en base la European Society for Human Reproduction and Embryology y la American Society for Reproductive Medicine se realiza ante la existencia de dos o más de las siguientes situaciones: 1. Ovarios poliquísticos; 2. Anovulación u oligoovulación; y 3. Valores bioquímicos que indiquen hiperandrogenismo y/o presencia de vello en la línea media del cuerpo.

Entre los síntomas físicos más frecuentes del SOPQ destacan la infertilidad, el dolor pélvico, el exceso de vello en el rostro, pecho, abdomen, dedos de los pies y manos, calvicie o debilidad capilar, acné, piel grasa, caspa y parches de piel gruesa de tonalidad oscura. Ni que decir tiene que esta sintomatología en el caso de la mujer puede propiciar la aparición de otra de carácter más psicológico (en relación con su imagen, seguridad…)

Tratamiento dietético del SOPQ

Según esta reciente revisión sistemática de la literatura científica, las intervenciones en el estilo de vida forman parte del tratamiento de primera línea del SOPQ habiendo no pocas dudas al respecto de las características de las cuestiones dietéticas, en especial en lo referente a los macronutrientes (cantidad de hidratos de carbono, proteínas y grasas). En cualquiera de los casos y con independencia del patrón dietético seguido, entre los estudios que formaron parte de esta revisión los autores concluyen que la pérdida de peso debe ser un objetivo de todas las mujeres que padecen SOPQ y que al mismo tiempo tengan sobrepeso u obesidad. Este adelgazamiento se ha de conseguir a través de la reducción de la ingesta calórica a partir de una dieta equilibrada en lo que respecta al resto de nutrientes, mediante la elección de alimentos considerados como “saludables” y con independencia de la composición de la dieta (en macronutrientes).

A una conclusión similar llega esta revisión Cochrane, poniendo el acento en los beneficios que tiene para estas pacientes la mejora de los estilos de vida: “las pruebas actuales indican que seguir un estilo de vida saludable reduce el peso corporal y la grasa abdominal, reduce la testosterona y mejora el crecimiento del vello, así como la resistencia a la insulina. No hubo pruebas de que un estilo de vida saludable mejore los niveles de colesterol o glucosa en las mujeres con SOPQ”.

Sin embargo, hay cierta controversia en cuanto a la composición en macronutrientes de la dieta. Por ejemplo, en este estudio de intervención con 60 mujeres aquejadas de SOPQ y durante tres meses se compararon los efectos de dos patrones dietéticos: uno “tradicionalmente hipocalórico” aportando un 15% del valor energético total (VET) a partir de las proteínas; y el otro, claramente hiperproteico (30% VET) y la especial inclusión de alimentos de bajo índice glucémico. En los resultados, ambas dietas hipocalóricas redujeron de manera significativa tanto el peso corporal como el de andrógenos. Sin embargo, la opción dietética de combinar un alto contenido de proteínas y alimentos de bajo índice glucémico mejoró de forma significativa la sensibilidad a la insulina y otros parámetros relacionados con el metabolismo de la glucosa.

Una lectura relativamente similar se obtuvo en este otro estudio con unas condiciones ligeramente cambiantes (6 meses de intervención, menos hidratos de carbono en la dieta “hiperproteica” y 27 mujeres) a favor de las dietas hiperproteicas.

Mi conclusión

Parece claro que el tratamiento dietético del SOPQ tiene bastante que decir y esto es algo de especial importancia ya que se trata de un trastorno crónico. De él, parece bastante determinante el control del peso para tratar que las pacientes se acerquen todo lo posible a una situación más beneficiosa en cuanto a la expresión de los síntomas. En este sentido, aunque cualquier patrón dietético considerado como saludable es beneficioso per se, parece interesante el papel que podrían desempeñar las dietas con una mayor proporción de proteínas en su composición junto a la presencia de alimentos de bajo índice glucémico. Ahora bien, las evidencias que se tienen en este sentido son limitadas debido fundamentalmente al escaso tiempo en el que se ha controlado este tipo de tratamiento y el número de la muestra que ha participado en los estudios de intervención. En cualquier caso, mi consejo sería el de acudir al médico y después a un dietista-nutricionista para que articulara un patrón dietético lo más adecuado posible.

Actualización: Tal y como siempre suelo recomendar en estas situaciones, aconsejo ponerse en contacto con la respectiva asociación de afectados por la enfermedad que sea, en este caso y tal y como se señala ya en los comentarios (gracias) con la Asociación Española de Síndrome de Ovarios Poliquísticos. Mis disculpas pon no haber facilitado de entrada esta información.

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Imagen: Kauczuk vía Wikimedia Commons

Telómeros, restricción calórica y ratones… tras el elixir de la vida ¿eterna?

Telomere

Boquiabierto y emocionado me quedé el pasado lunes en la Universidad de Valencia cuando asistí a una magnífica e impecable conferencia de Dña. María Blasco, bióloga molecular de altura, actual directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y que está en la élite de su especialidad al respecto de las investigaciones en materia de cáncer, longevidad, enfermedades degenerativas, etcétera.

Antes de continuar he de advertir que la entrada de hoy poco tiene que ver con las cuestiones nutricionales en sí mismas (algo sí), pero es que, ya se sabe, la cabra tira al monte y mi biológica formación me impide pasar por alto esta interesante información y quiero compartirla con vosotros.

Telómeros y esperanza de vida

Para hablar de estas cuestiones hay que trasladarse al mundo de los cromosomas (esos pequeños corpúsculos celulares que agrupan en los genes toda nuestra información genética). Pues bien, los telómeros, serían unas secuencias repetitivas de ADN dispuestas en los extremos de esos cromosomas a modo de casquillo. Los telómeros ofrecen varias singularidades, entre ellas, dos de las más llamativas son: que ese material de ADN que los constituye no es codificante, es decir, no forma parte de los genes y por lo tanto no es portador de “información genética”; y la otra, que los telómeros se van acortando de forma progresiva con cada división celular. De esta forma parece bastante claro que los telómeros son como una especie de mecha encendida que se consume a medida que se producen divisiones celulares y que su acortamiento, asociado de modo indefectible con el envejecimiento, determina la muerte celular y, entre otras posibles patologías, el cáncer. Por resumir, en un mismo individuo este verá acortarse el tamaño de los telómeros de sus cromosomas a medida que gana años. O dicho al revés, el tamaño de los telómeros parece determinar la esperanza de vida, así como el debut de las principales enfermedades crónicas a una determinada edad.

Telomerasa en ratones

Pues lo más asombroso de este asunto viene al conocer uno de los interesantes estudios de la Dra. María Blasco: Telomerase gene therapy in adult and old mice delays aging and increases longevity without increasing cancer (La terapia génica con telomerasa incrementa la longevidad sin incrementar el cáncer en ratones adultos y viejos) que por encima se explica ya muy bien en le título. En este estudio se consiguió aumentar la vida media de ratones viejos y adultos a base de tratarlos con telomerasa, y todo ello sin incrementar el riesgo de cáncer. ¿Y qué es la telomerasa? Te estarás preguntando. Pues “sencillamente” se trata de una enzima que permite el alargamiento de los telómeros. Para entender un poco mejor las implicaciones de este estudio y sus limitaciones y posibilidades te invito a que veas (en inglés) este breve vídeo explicando el estudio. Tal y como hizo resaltar la propia María Blasco en su conferencia, estamos ante un buen indicio de un conocimiento que podría abrir la puerta a futuras investigaciones sobre la esperanza de vida, el cáncer y otras enfermedades crónicas en el caso de los seres humanos.

 ¿Y qué tiene que ver esto con la alimentación?

GeneBueno, la primera cuestión que vino a mi cabeza durante la conferencia fue lo mucho que nos queda por saber… y no digamos controlar. Resulta que a día de hoy la mayor parte de las cuestiones de dominio general relacionando estas enfermedades con nuestro bagaje genético es precisamente la información genética como tal dentro de nuestros genes. Genes que tienen tal o cual expresión y efecto (nutrigenética) y que se expresan (o no) en base a determinados condicionantes ambientales, entre ellos la alimentación (nutrigenómica) y además, en base a esto plantear determinados análisis genéticos… de dudosa fiabilidad. Y ahora, va y resulta que al parecer, gran parte de la solución de este genético puzzle, está fuera de esos genes.

Y la segunda, una importante pista al respecto del efecto de la restricción calórica que tantas veces se ha puesto de manifiesto al plantear que en cierta medida esa restricción calórica podría alargar la esperanza de vida de un ser vivo o, al menos, estirarla dentro de unos márgenes. Con este contexto puesto de relieve en diversos modelos animales, el equipo de la propia Dra. María Blasco ha puesto de manifiesto que la restricción calórica, de nuevo en ratones, se ha correlacionado con una disminución en la “erosión” de los telómeros de estos ratones. En este estudio, Telomerase reverse transcriptase synergizes with calorie restriction to increase health span and extend mouse longevity (Efecto sinérgico de la restricción calórica y la telomerasa transcriptasa inversa a la hora de incrementar la salud y la longevidad en ratones) se puso de manifiesto un aumento de la expresión de las mencionadas telomerasas en el marco de la restricción calórica, traduciéndose todo ello en una mayor longevidad y salud en esa vida de los ratones… ¡Sorprendente!

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Nota: Tuve el placer de disfrutar de esta conferencia cuando la Asociación de Estudiantes de Nutrición Humana y Dietética de Valencia (ADINU Valencia) me invitó, junto a otros compañeros, a ofrecer una charla a los próximos graduados de esta titulación y futuros compañeros dietistas-nutricionistas en el marco de su X #CongresoAniversario. Ni que decir tiene que esta invitación supuso una gran satisfacción. Fue todo un placer compartir una jornada con todos estos compañeros, desvirtualizarme con muchos de ellos a los que solo “conocía” a partir de las redes sociales, reencontrarme con tantos otros, etcétera. Es imposible mencionar a todos así que, desde aquí, solo puedo agradecer a todos ellos y de forma genérica el calor con el que fui recibido y los buenos momentos vividos.

ADINU Valencia

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Este post participa en la XXX Edición del Carnaval de Biología que acoge Activa tu Neurona

XXX Carnaval de biología

 

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Imágenes: SamuliliNational Institutes of Health vía Wikimedia Commons

La “patata caliente”: sí en la pirámide pero no en el plato de la alimentación saludable

Mr-potato

He comentado en diversas ocasiones el problema que en ocasiones platea el uso de las guías alimentarias cuando se utilizan para dirigir un mensaje sintetizado y resumido a partir de una imagen. Lo que más conocemos en nuestro medio suele adoptar la forma (y nombre) de pirámide, sin embargo desde un tiempo a esta parte una nueva herramienta ha irrumpido con fuerza, se trata, de “los platos” [de la alimentación saludable] tal y como comenté en esta entrada, La era de los “platillos nutrientes.

Y de entre tanto “plato” mi preferido en cuanto a sus contenidos y forma de expresarlos ya lo sabes, es el Healthy Eating Plate de la la Escuela de Salud Pública de Harvard. Y resulta que uno de los elementos más o menos conflictivos que entran en directa contradicción con lo que tenemos en nuestra pirámide de la alimentación saludable SENC 2004 es el de las patatas (entre otros). Y no se trata de una cuestión de interpretación: en nuestra pirámide la patata es un alimento que comparte grupo con otros alimentos ricos en hidratos de carbono complejos en el primer peldaño, en la base, y que por tanto son el grupo cuyos alimentos con más frecuencia se recomienda consumir.

Patata_Palto vs pirámide

Sin embargo, por su parte, el mencionado Plato de la Alimentación Saludable es tajante con respecto a las patatas… son un alimento a controlar, a limitar su consumo si se prefiere, y que en ningún caso ha de interpretarse dentro del grupo de las hortalizas o de las verduras.

La propia Escuela de Salud Pública de Harvard (HSPH) lo explica de forma clara y acertada en su página web.

En esencia, viene a decir que la patata no forma parte del grupo de alimentos vegetales (aunque indudable y filogenéticamente esté claro que sea un vegetal) y, por tanto no ha de tenerse en cuenta a la hora de contar como una verdura u hortaliza en la mencionada guía del Plato. La razón, justifican, es por su alto contenido en hidratos de carbono y su facilidad para hacer aumentar rápidamente la glucosa y la insulina en la sangre, es decir, la patata es un alimento con un alto índice glucémico a diferencia en general de las verduras u hortalizas.

Así, explica la HSPH, una “taza” de patatas (unos 75 gramos) tiene un efecto similar sobre el azúcar en la sangre al consumo de una lata de refresco de cola o semejante al de un puñado de gominolas. Este efecto sobre el azúcar y la insulina puede ocasionar una sensación de hambre en más o menos poco tiempo después de haber comido, y esta sensación puede llevar a la sobre-ingesta. Así, según este probable razonamiento, a largo plazo, los estilos de alimentación que incluyan una cantidad importante de patatas, así como la de otros alimentos especialmente ricos en hidratos de carbono, podrían contribuir a la obesidad, la diabetes y las enfermedades del corazón. No son pocos los estudios que apuntan en esta dirección y que puedes consultar en esta página.

Diferencias a tener en cuenta USA vs España

Si bien lo hasta aquí dicho es cierto, creo que merece la pena observar las diferencias en el consumo de patatas entre los norteamericanos y los españoles, al menos en lo relativo a dos importantes aspectos: la cantidad consumida y la forma de hacerlo.

En cuanto a la cantidad hay diferencias notables. De entrada en los EE.UU. se consume un promedio de algo más de 57 kilos de patatas por persona al año, cuando en España este consumo apenas alcanza los 30 kilos. Es decir, los españoles consumimos algo más de la mitad de patatas que consumen los norteamericanos y, esto podría explicarse porque además, la forma de consumo de las mismas implica también diferencias significativas, lo que nos lleva al siguiente punto.

Además de la cantidad, la forma típica de utilizar las patatas también es distinta entre USA y España. A pesar de haber ciertas coincidencias en ambos países en cuanto al uso de la patata como un snack, en forma de aperitivo o de alimento de “conveniencia” (insisto que no sé por qué se dice a esta forma de consumo de alimentos “de conveniencia”) el uso gastronómico de la patata en España es radicalmente diferente al de los USA. No soy un especial seguidor de la gastronomía estadounidense (¿acaso tienen una gastronomía propia?) pero la culturilla popular te hace ver que, incluso cuando se trata de una planificación dietaria saludable en aquel entorno, la mayor parte de las veces que aparece la patata en los menús estadounidenses es en forma de puré de patatas o de patatas machacadas. Sin embargo, en España observo una riqueza culinaria en torno de las patatas que difícilmente la podría ver asociada al consumo típico norteamericano. Aquí gustamos de preparaciones (cuando hay esa preocupación, cada vez más en desuso) del tipo pisto, ensaladilla rusa, patatas rellenas, a la riojana, ensaladilla, en salsa verde, purrusalda, en forma de ensalada,  en tortilla, casi con cualquier verdura (coles, alubias verdes, acelga, menestra…), gratinadas al horno con pimientos rojos… etcétera. Es decir, preparaciones que si no todas una buena parte se suelen combinar con verduras y hortalizas que de forma indudable disminuyen el índice glucémico de la receta.

Para terminar un par de consejos

El primero. A pesar de su origen, no se te ocurra considerar a las patatas como un alimento dentro del grupo de las verduras u hortalizas (en esto al menos nuestra pirámide acierta). Mételas dentro de los alimentos ricos en hidratos de carbono junto al pan, el arroz, la pasta, etcétera, y

El segundo. De ese grupo se recomienda el consumo de alimentos en su forma “integral”, pero ya te habrás dado cuenta que no hay “patatas integrales”, así pues, cuando las utilices, en general, trata de acompañar la receta con patatas de una importante cantidad de “verdaderos” vegetales (verduras y hortalizas) que disminuyan el índice glucémico de la receta.

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Nota: Quiero agradecer al Dr Luis Almagro (@drluisalmagro) el debate del otro día en Twitter que finalmente ha promovido la pubicación de esta entrada

Imagen: Frédéric Bellaiche vía Wikimedia Commons

 

Nuevas y acertadas recomendaciones en el horizonte sobre el consumo de azúcares: ya era hora

Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Ya era hora… o espero que lo sea. La Organización Mundial de la Salud se plantea en un futuro próximo reducir a la mitad las recomendaciones de ingesta máxima sobre el consumo de azúcar. Ya era hora.

Y digo que ya lo es porque el tema de las llamadas “recomendaciones” se presta en este terreno a una sutil y frecuente mala interpretación. El caso es que cuando la población general oye eso de “recomendaciones” se piensa que eso, la medida señalada, es la adecuada. Y no en todos los caso es así. En el caso de los hidratos de carbono simples, los azúcares, lo que dicen las más habituales recomendaciones es que su presencia en nuestra alimentación no debe superar el 10% del valor calórico total de la dieta (la que sea en cada caso). Lo que no dice es que deba ser del 10% (actualmente), sino que no se deba superar dicho porcentaje. Lo que es muy diferente.

Sin embargo, como digo, esta misma recomendación, la del 10%, está bajo “investigación” y se baraja disminuirla hasta la mitad, lo que no es ninguna tontería. Es decir, reducir hasta el 5% del valor calórico total de la dieta la ingesta máxima de este tipo de nutriente. Ya era hora (otra vez). Esta medida está relacionada, de nuevo, con la, desde hace tiempo, persistente epidemia de obesidad… lo que se ha dado en llamar globesidad.

Pero como siempre hay muchas matizaciones que hacer. La incidencia de obesidad en la población general es ciertamente alarmante, pero, para que me entiendas sin lugar a dudas y si se me permite lo desabrido de mi vocabulario, este es un problema jodidamente complejo. Y esto es algo que saben bien las autoridades sanitarias (me refiero a la OMS, entre muchas otras). La carencia de actividad física, la presencia de lo industrial en gran parte de lo que comemos, la super presencia de comida en cualquiera de los entornos en los que nos hallemos, las cuestiones culturales, educacionales… hacen de la cuestión obesa, un problema de muy difícil abordaje.

Pero una de las cosas más claras a mi modo de ver, y ahora por fin también al de las autoridades sanitarias, es la de la superabundancia de azúcares en nuestra dieta. Me refiero a ese componente etéreo, laminero, antisaciante y enfermante que supone la extraordinaria presencia de azúcares en nuestra dieta. Este exceso se pone de manifiesto especialmente si se tiene en cuenta que en torno al siglo XIX el consumo de azúcar por persona en un año rondaba los 5 kg, hoy esa cifra se ha disparado hasta los ¡50 kg de azúcar por persona y año!

Al igual que desde hace se tiempo se trata de poner de relieve que gran parte del sodio que consumimos no los pone el consumidor en el plato, sino que está ahí, fruto de las frecuentes elecciones alimentarias que se suele hacer cuando los alimentos procesados son un elemento especialmente abundante en nuestra alimentación… ahora le toca el turno a los azúcares. Ya era hora. Por que la problemática del sodio y de los azúcares es muy similar. Ambos están presentes en nuestro patrón alimentario, a pesar de que el consumidor final no es el que lo agregue físicamente a su comida: refrescos, salsas preparadas, cereales de desayuno, bollería, galletería, zumos… hay azúcares donde se espera que estén… pero también, en muchas ocasiones, donde menos se espera que estén.

Y que no se me entienda mal. No es que los azúcares sean malos. De nuevo, lo que es perjudicial, rematadamente, no es el nutriente en si mismo, sino es el uso que se hace de este. Hace años, no tantos en la historia del Hombre, pero sin embargo sí muchos para nuestras individuales perspectivas, el azúcar era empleado más como una “especia” que como un ingrediente inevitable que es en lo que a día de hoy se ha terminado por convertir.

Otra vez más, y a la espera de que lleguen las recomendaciones oficiales, mi consejo es que evites siempre que puedas los alimentos procesados, o que los utilices muy de ciento a viento. Pasa de refrescos, de la bollería, de la galletería, de los cereales de desayuno. Y, además, utiliza el azúcar (ya sea refinado, moreno, en forma de miel, etc.) más como una “especia” que como un ingrediente principal (lo que implica en escasa cantidad y de vez en cuando).

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Diabetes y estilos de vida

El pasado jueves se conmemoró el Día Mundial de la Diabetes y con esta entrada pretendo resarcir en la medida de lo posible la imposibilidad de sumarme en tan señalada fecha a las demandas del colectivo y sus reivindicaciones. Vayan mis disculpas por adelantado.

Tal y como nos ha hecho saber FEDE (la Federación de Diabéticos Españoles) en España hay cerca de 5 millones de diabéticos y, lo que es peor, 2 millones de esos 5 aun están sin diagnosticar. Es decir, los afectados no están haciendo nada por poner freno a esa situación con el consiguiente riesgo de sufrir las muy probables complicaciones. En el mundo, la OMS aporta la cifra de 346 millones de personas con diabetes, la mayor parte de ellas en el denominado mundo desarrollado.

De modo breve es necesario conocer que existen dos tipos diabetes: por un lado la de tipo 1 que se caracteriza por una insuficiente producción de una hormona, la insulina, y que requiere siempre la administración diaria de esta hormona; y por el otro lado la de tipo 2 que en resumen se debe a una utilización ineficaz de la insulina. Aunque en ambos casos existen condicionantes genéticos, en el caso de la de tipo 1 estos condicionantes genéticos son determinantes en el inicio de la enfermedad, frente a la del tipo 2 en la que los estilos de vida tienen un papel determinante. Para que te hagas una idea de la diferente incidencia de una y de otra y de porqué la mayor parte de las diabetes diagnosticadas están en el “primer mundo”, de todas ellas, el 90% pertenecen a la de tipo 2.

Coincidente con este Día Mundial este medio tuvo la feliz idea de fomentar un encuentro digital con Ángel Cabrera, actual presidente de FEDE, que fructificó en un montón de interesantes preguntas y respuestas de las que sin lugar a dudas me interesaría destacar algunas de ellas en el marco de este blog. Por ejemplo

Pregunta #6: Mi madre tiene diabetes de tipo 2. ¿Qué alimentos están «prohibidos» y cuales debe comer en menor medida? Gracias.
Respuesta: Prohibidos, ninguno. Las personas con diabetes deben de tener una alimentación saludable y variada.

Pregunta #8: Me acabo de enterar que la carne también produce diabetes pensé que solo era el azúcar, es muy fuerte, ¿Por qué? ¿Cuántas veces por semana hay que tomarla para evitar que eso pase?
Respuesta:No está demostrado que la carne ni el azúcar produzcan diabetes, por lo tanto, sigamos comiendo adecuadamente.

Pregunta #20: ¿No cree que debería haber nutricionistas en el sistema público de sanidad? Es frecuente que pacientes con diabetes se vean pobremente aconsejados o que cuando tienen otra enfermedad además de la diabetes reciban indicaciones contradictorias de los distintos especialistas. ¿Su asociación apoya las reivindicaciones del colegio de dietistas-nutricionistas?
Respuesta: Uno de los tres pilares básicos de la diabetes es la alimentación. Por ello, estoy con usted en que en el sistema sanitario público debería de haber nutricionistas que formasen a los pacientes en algo tan importante como es la alimentación. Por lo tanto, sí apoyamos las reivindicaciones de este colectivo.

Pregunta #25: ¿Por qué el ejercicio es tan importante para combatir la diabetes? Y supongo que para prevenirlo también… ¿Qué tipo de ejercicio se puede hacer? ¿Quién puede aconsejarnos?
Respuesta: Este es otro de los déficits del sistema sanitario público. El ejercicio, como la alimentación, es tan importante como el tratamiento farmacológico. Por eso, es muy aconsejable que todas las personas, con diabetes o no, hagan ejercicio con regularidad. En cuanto al tipo de ejercicio deberá de adaptarse a la capacidad física de las personas y a los gustos personales. Efectivamente, el ejercicio físico también ayuda a evitar o a retrasar la aparición de la diabetes.

Importantes preguntas y respuestas, sin duda.

Además en este blog se han publicado anteriormente otras entradas con el tema de la diabetes como centro. Igual te interesa consultarlas:

Monederos, tarjetas de crédito y diabetes

Alimentos especiales y tratamiento dietético del diabético

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Sanos a la fuerza: lecciones de la crisis cubana

Hace poco más de un año os comentaba en esta entrada lo difícil que es que nuestra actual situación económica reportara algún beneficio en forma de salud, por ejemplo, a base de reducir las cifras de obesidad. La proposición es tan evidente como falaz: Disponiendo de menos dinero se compran menos alimentos, se come menos y así se reducen las cifras de obesidad. Sin embargo, algunos medios se hacen eco de esta amenazante controversia: la crisis económica global es uno de los principales factores del auge de la obesidad a nivel mundial en los últimos años.

Sigo manteniendo que nuestra actual situación es un campo abonado para la proliferación de ofertas alimentarias que no siendo especialmente recomendables (para incorporarlas en el día a día) terminan garantizándonos el llenar el buche por (aparentemente) poco dinero. En muchos casos comer barato significa comer peor y, claro está, muchos sucumben.

Sin embargo, cuando la crisis se presenta de forma más súbita y cruel sí que se puede sacar tajada. Esto es lo que un reciente estudio ha puesto de relieve en la prestigiosa British Medical Journal después de contrastar lo acontecido en los últimos 30 años en Cuba. En la primera mitad de la década de los 90, en Cuba, se padeció una crisis dramática. De golpe dejó de recibir las provisiones que recibía en forma de petróleo y alimentos por parte de la desaparecida Unión Soviética y además sufrió el embargo comercial por parte de los Estados Unidos. En resumen, poco que comer y mucho que moverse. Puedes consultar el estudio al completo en este enlace.

Crisis Cuba obesidad diabetes enfermedad cardiovascular 2El resultado fue claro. En tales circunstancias la población cubana perdió una considerable cantidad de peso, 5,5 kg de media, y al mismo tiempo un descenso en la mortalidad por diabetes y enfermedades coronarias.

¿Cómo fue esto posible? Sencillo, en los años más duros de la crisis se pasó, antes del año 1990, de una ingesta media de energía de cerca de 3.000kcal/día a otra de cerca de 2.400 kcal/día en 1.995. Al mismo tiempo, al inicio, el porcentaje de población físicamente activa se cifraba entorno al 30% frente al 80% en los últimos años de la crisis. Así, durante aquella crisis se hizo cierta y a la fuerza aquella frase del desaparecido y admirado Profesor Grande-Covián: Menos plato y más zapato.

Perdieron una considerable cantidad de peso y al poco tiempo de comenzar la crisis eso se plasmó en una menor mortalidad por diabetes y una menor incidencia de la enfermedad coronaria.

El problema es que una vez superada la crisis los cubanos recuperaron el peso perdido y además, añadieron una importante propina, la población engordó 9kg. ¿Cómo? Pues fácil también. Se alcanzó una ingesta media diaria de más de 3.200 kcal y la población comenzó a no ser tan activa físicamente hablando (aunque sin llegar a los niveles de inactividad anteriores a la crisis). Como resultado, en 2.002 las muertes por diabetes comenzaron a repuntar y, afortunadamente, la mortalidad por enfermedad coronaria de momento se mantiene. No desciende, pero al menos se mantiene.

Crisis cuba obesidad diabetes enfermedad cardiovascular

No todo es comer y moverse, en el periodo de tiempo estudiado (1980-2010) la prevalencia del hábito tabáquico también ha descendido de forma importante, y como cabe esperar algo habrá tenido que ver.

En resumen, los autores del estudio concluyen que:

En base a la experiencia de Cuba entre los años 1980 y 2010, existe una asociación entre la reducción de peso de la población y la reducción de la mortalidad por diabetes y de la enfermedad cardiovascular. En sentido contrario, el aumento de peso en esta población implica cambios del mismo sentido en la diabetes y la salud cardiovascular.

En resumen, las características de aquella crisis cubana y la que actualmente sufrimos parece que tienen poco que ver. Por un lado, la población cubana era mucho más homogénea en cuanto a niveles de salud, renta y nivel educativo, frente a la amplia heterogeneidad de nuestra población. Por otro lado las particularidades de la crisis también son completamente diferentes, aquella afectó hasta el punto de la drástica reducción, por no decir eliminación, del transporte público y no digamos del particular (por el petróleo), condicionó los sistemas productivos y la obtención de alimentos, cosa que aquí, de momento, parece que estamos alejados. Pero el mensaje para ti, lector individual, por tu salud, sigue siendo el mismo de siempre: come mejor, come menos y muévete más.

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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Dos historias de indios para entender la cocacolonización

Vaya por delante que el término cocacolonización no es de mi cosecha (ver cocacolonización). Sirve para que muchos autores y una buena parte de la comunidad científica hayan propuesto una relación ¿causal? entre el avance económico, industrial y social de una población y el aumento de la obesidad, la diabetes mellitus tipo 2 y otras enfermedades metabólicas en dicha comunidad. Vean, por ejemplo, este artículo publicado en el prestigioso “Journal of Internal Medicine” titulado “Globalization, coca-colonization and the chronic disease epidemic: can the Doomsday scenario be averted?”  y que se podría traducir como “Globalización, cocacolonización y la epidemia de las enfermedades crónicas: ¿Puede evitarse el día del juicio final?”

Aunque con este nombre se pone de forma clara a una conocida marca de refrescos en la picota, el tema es mucho más complejo y, evidentemente, abarca más a un determinado estilo de consumo que a marcas concretas.

Para ilustrar la cuestión cocacolonizante hoy traigo dos historias, ambas bastante bien documentadas con una extensa bibliografía científica y luego cada cual que saque las conclusiones que quiera.

Los indios Pima divididos en dos ambientes

La primera de ellas es la curiosa, por no decir dramática, historia de los indios Pima y la diabetes.  Resulta que, en su origen, estos indios americanos estaban establecidos en un relativamente extenso territorio que ocupaba lo que hoy día es la frontera entre Estados Unidos y Méjico. Fuera como fuera que se desarrollaran los acontecimientos que terminaron por delimitar los límites de los dos países, el caso fue que esta raza de indios especialmente endogámica (es decir, con pocas diferencias genéticas entre sus individuos) terminó dividida, viviendo una parte en el estado de Arizona de los USA y la otra en Méjico entre los estados de Sonora y Chihuahua.

Estando así las cosas y quedando las dos poblaciones de indios de la misma raza sujetos a distintas condiciones ambientales, resultó que en los años 60 del pasado siglo XX los estudiosos de estos temas identificaron una serie de diferencias más que significativas entre ambas poblaciones, sobre todo en lo referente a la prevalencia de determinadas enfermedades, más en concreto de obesidad y de diabetes. La población asentada más al norte, en USA, y viviendo en reservas al más puro estilo american way, mostraba una mayor prevalencia tanto de obesidad como de diabetes en comparación con sus vecinos del sur que, al no vivir en reservas, aun conservaban en cierta medida el modo de vida de sus antepasados y seguían manteniendo un estilo de vida mucho más activo, practicando la caza y la recolección para proveerse de sustento. Las diferencias en cuanto a su estilo de vida se resume en los múltiples estudios de los que han sido objeto estos indios. Las más patentes son que el Pima Mejicano dedica 23 horas a la semana al trabajo físico intenso y que su alimentación se caracteriza por seguir un patrón más tradicional. Por el contrario, la población Pima de Arizona vive como muchos de los norteamericanos modernos, realizando actividad física sólo dos horas a la semana y siguiendo una dieta con más «industrial». Resumiendo que los del norte fueron cocacolonizados, sufriendo las consecuencias que en principio ello conlleva, y los del sur no.

(Inciso curioso: ¿Se acuerdan da la peli de Clint Eastwood “Banderas de nuestros padres”? Pues bien, uno de sus protagonistas, uno de los soldados que alzó la bandera norteamericana sobre el monte Suribachi en la isla de Iwo Jima, fue supuestamente el soldado Ira Hayes que era de origen Indio, en concreto Pima –en la peli encarnado por el actor Adam Beach-)

 

Los nativos de Nauru en la Micronesia.

Otro ejemplo, anterior en el tiempo al de los Pima, se ha observado en los Nauruanos, habitantes de una pequeña isla del Pacífico Sur, Nauru (aunque los datos son similares cuando se comparan las poblaciones nativas de esta amplia región en base a que hayan recibido o no la influencia de la “occidentalización”). Sus pobladores vivían tranquila y despreocupada en cuestiones de salud hasta la llegada de la colonización occidental y con ella un patrón de alimentación superabundante y desequilibrado, que convirtió a sus habitantes en la población más obesa del planeta (hoy por hoy, casi 8 de cada 10  nauruanos son obesos) y con una alta prevalencia de diabetes. Y es que este tipo de poblaciones son, por su genotipo, especialmente vulnerables en un ecosistema de sobreabundacia alimentaria. Sobre el porqué unas poblaciones son más sensibles que otras a este tipo de cambios en su entorno tiene respuesta en el llamado “gen ahorrador” del que seguro hablamos en otra entrada.

Estos dos casos muestran que al mismo tiempo que cambian una serie de condicionantes socioculturales y económicos (disponibilidad de alimentos, características de los mismos, etc.) se produce un cambio en el perfil patológico de las dos poblaciones observadas. Es cierto que de esta observación no se puede derivar una causalidad cierta, pero qué duda cabe que pese a no poder establecerse esta causalidad la explicación de los mecanismos de las causas se presenta bastante coherente y sólida. Un ejemplo perfecto de las razones por las que de un estudio observacional no se han de extraer conclusiones precipitadas lo pueden encontrar en este irónico post de Alimmenta en el que se postula (insisto, de forma irónica) que el crecimiento de la obesidad está relacionado con el uso de lentillas correctoras, a fin de cuentas el aumento en el uso de este elemento corrector y el crecimiento de la obesidad en el mundo corren paralelos.

Para finalizar este cocacolonizador viaje creo que es necesario volver la vista hacia nuestro entorno y percatarse de que independientemente que sus habitantes seamos más o menos genéticamente sensibles al exceso gastronómico y al sedentarismo, de un tiempo a esta parte estamos sufriendo un incremento de las cifras de sobrepeso y obesidad (con todas sus consecuencias metabólicas: diabetes, hipertensión, etc.) Resulta doloroso reconocer, al tiempo que paradigmático, que esta civilización que en su día fue cuna de la Dieta Mediterránea haya sido también cocacolonizada.

 

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Foto tienda: Ryan Greenberg

Foto Ira Hayes: Judge Rock

Foto nauruanos: cordyceps

Monederos, tarjetas de crédito y diabetes

El otro día, al hacer la entrada sobre recomendaciones dietéticas en el caso del paciente diabético mencioné que en realidad es la población normal quien debería comer como come un diabético.

¿Es eso cierto, debemos comer como lo haría un diabético?

En cierto sentido sí. Una diferencia importante entre el colectivo de diabéticos y la población no diabética está en las consecuencias que tiene el no seguir las más claras recomendaciones generales acerca del comer de forma equilibrada. Al mismo tiempo, este consejo ha de observarse, en el caso del diabético, en base también a su pauta de insulinoterapia concreta y/o al resto del tratamiento farmacológico que se le haya pautado.

Por lo tanto, entre una persona sana y otra que tenga diabetes el NO seguir las recomendaciones sobre el seguimiento de una correcta pauta de alimentación marcará las diferencias que van a quedar patentes en el momento de “transgredir” la norma, el tiempo en el que se van a presentar las consecuencias y la gravedad de las mismas.

Este hecho lo explicaba de forma maravillosa un estupendo profesor que tuve en la carrera, en la asignatura de Fisiopatología, el Dr. Juan José Barbería, de la siguiente manera y en relación a la diabetes de tipo 2:

Las personas sin diabetes pueden cometer ciertos excesos alimentarios en la confianza de que su salud soportará dichas “agresiones”, pero han de ser conscientes que el número de estos excesos y su magnitud no les van a salir gratis. Esos excesos se cargarán inmediatamente en el saldo de la tarjeta de crédito de su salud.

 

En sentido contrario los diabéticos de tipo 2 son personas  a las que se “les ha retirado” la tarjeta de crédito y sólo cuentan con un capital de salud en efectivo y que además, no es mucho. Por tanto, si estos pacientes diabéticos “se pasan” del saldo asignado al no seguir las recomendaciones se quedarán rápidamente sin “capital” de salud y podrán tener, con bastante probabilidad, una crisis aguda en forma de hipoglucemia o bien hiperglucemia en forma de grave riesgo inmediato. Todo ello, insisto, en referencia a las consecuencias más inmediatas. Pero además, el banco de su salud les puede poner en un grave aprieto si han realizado pequeñas transgresiones a lo largo de su vida como diabéticos y, con mayor probabilidad que en el resto de personas no diabéticas, les podrá “sancionar”, con angiopatías de origen diabético (retinopatía, neuropatía, nefropatía, arteriosclerosis periférica, afectación coronaria…)

El mensaje de hoy más que a los diabéticos, que también, está especialmente dirigido a todos aquellos que no lo son y que, claro está, tienen la poco deseable posibilidad de desarrollar una diabetes de tipo 2 en el futuro.

Los excesos más tarde o más temprano se pagan, por seguir con el símil, algún día habrá que liquidar la cuenta con el crédito cargado a nuestra tarjeta emitida en el «banco de la salud». Si tenemos un saldo suficiente en el banco, podremos seguir más o menos bien, pero si no lo hay, nos retirarán la tarjeta de crédito, pasaremos a ser diabéticos y a funcionar con el monedero. Entonces sí que de manera “obligada” se deberá seguir un estilo de vida más saludable si no queremos males aun mayores.

Un poco de estadística

Sabemos que la forma en la que comemos afecta a nuestra salud, pero ¿somos conscientes hasta qué punto? La diabetes mellitus de tipo 2 tiene múltiples factores etiológicos, pero uno de los que más influencia tiene, además del componente genético, son los referidos a los estilos de vida y por tanto todo lo relacionado con la alimentación y la actividad física.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) cita algunas cifras que quizá sirvan para aumentar la sensibilidad sobre esta enfermedad poniendo en evidencia sus importantes riesgos:

  • En el mundo hay más de 346 millones de personas con diabetes (dato de 2011). El tipo 2 representa aproximadamente un 90% de todos los casos mundiales de diabetes.
  • Se calcula que en 2004 fallecieron 3,4 millones de personas como consecuencias del exceso de azúcar en la sangre.
  • La diabetes se ha convertido en una de las causas principales de enfermedad y muerte prematura en la mayoría de los países, sobre todo debido al aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares.
  • Se prevé que la diabetes se convierta en el año 2030 en la séptima causa mundial de muerte ya que se ha calculado que las muertes por diabetes aumenten más de un 50% en los próximos 10 años.
  • Además, la diabetes es una causa importante de ceguera, amputación e insuficiencia renal.

 

Una llamada a la esperanza

La diabetes de tipo 2 es prevenible: Según la OMS, treinta minutos de actividad física de intensidad moderada casi todos los días y una dieta saludable pueden reducir drásticamente el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. La diabetes tipo 1 no puede prevenirse, los factores genéticos y ambientales son determinantes.

Por tanto, la dieta saludable, la actividad física regular, el mantenimiento de un peso corporal normal y evitar el consumo de tabaco pueden prevenir la diabetes de tipo 2 o al menos retrasar su aparición. Y es que la diabetes se está convirtiendo en una epidemia mundial relacionada con el rápido aumento del sobrepeso, la obesidad y la inactividad física; por tanto…

comamos voluntariamente como un diabético para no terminar comiendo así por prescripción médica o de forma imperativa.

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Foto 1: Alícia

Foto 2: doyoubleedlikeme

Foto 3: Thirteen Of Clubs

Alimentos especiales y tratamiento dietético del diabético

¿Qué es la diabetes?

La diabetes mellitus es una enfermedad crónica que cursa, muy en resumen,  en el momento que el páncreas no produce la suficiente cantidad de insulina o cuando el organismo no la puede utilizar de forma eficaz. Según la American Diabetes Association (ADA) en un documento dirigido a la población general, la insulina ejerce una función similar a la de un portero que regula la entrada de glucosa en las células. Cuando hay suficiente insulina y esta “funciona” bien la glucosa puede acceder al interior de las células en las que se transformará o usará en forma de energía. Por el contrario cuando no hay suficiente cantidad de insulina por falta de síntesis pancreática o cuando esta, por la razón que sea (resistencia a la insulina), no puede ejercer su labor, los niveles de azúcar en sangre aumentan.

 

¿Cuál es el tratamiento de la diabetes mellitus?

El tratamiento de la diabetes mellitus comprende diversas estrategias, tanto las referidas a los estilos de vida, más en concreto en lo relativo a la alimentación y actividad física, como al tratamiento farmacológico. En este último aspecto se puede incluir el tratamiento a base de fármacos orales, así como  diferentes preparados de insulina inyectable. Las distintas combinaciones terapéuticas son diversas y dependerán de cada caso particular en base fundamentalmente al tipo de diabetes, la evolución de la enfermedad y las características del paciente.

En todos los casos la terapia nutricional es, sin lugar a dudas, un denominador común a todas y cada una de las distintas posibilidades terapéuticas en las que se presente la diabetes.

El tratamiento nutricional de la diabetes puede y debe ser utilizado en la prevención primaria de la enfermedad, comenzando antes de su diagnóstico; durante la prevención secundaria, en el caso diabetes ya establecidas; y para ralentizar el desarrollo de las frecuentes complicaciones asociadas a la misma, es decir, en la prevención terciaria. No obstante y en este sentido las recomendaciones dirigidas al paciente diabético han evolucionado de manera notable a lo largo de los años.

En la actualidad el resumen de las recomendaciones para el control nutricional de la diabetes mellitus (prevención secundaria) quedan reflejadas de la siguiente manera por parte de la ADA:

1. Sobre la ingesta de hidratos de carbono:

  • En las características del perfil dietético general se han de incluir diariamente frutas, verduras, cereales integrales, legumbres y leche desnatada con el fin de promover una buena salud general.
  • El uso del índice glucémico para los carbohidratos puede proporcionar un beneficio modesto frente al control de los carbohidratos totales consumidos.[Es decir, la ADA, recomienda prestar más atención a la cantidad de hidratos de carbono totales presentes en la dieta que al IG de los mismos]
  • La sacarosa [azúcar] puede ser sustituida por otros carbohidratos en la pauta dietética. No obstante, se debe evitar el exceso en el ingreso de energía, sea cual sea el origen de dicho exceso energético.
  • Al igual que la población general, los diabéticos también deberían esforzarse por aumentar el consumo de alimentos ricos en fibra.
  • En cuanto a los edulcorantes, tanto los polialcoholes, como los edulcorantes acalóricos son seguros siempre y cuando estos sean consumidos en el marco de las recomendaciones máximas que estos alimentos tienen asignadas por las administraciones sanitarias [En el texto de origen la FDA].

2. Sobre la ingesta de lípidos y colesterol:

  • Las grasas saturadas no deben aportar más del 7% de la ingesta calórica total.
  • La ingesta de grasas trans debe minimizarse.
  • El límite dietético de colesterol recomendado para pacientes con diabetes mellitus se sitúa en 200 mg/día [para la población general sin diabetes es de 300mg/día].
  • Debe haber dos o más raciones de pescado semanales (en esta recomendación se excluye al pescado procesado para freír) a fin de garantizar un consumo adecuado de ácidos grasos poliinsaturados n-3

3. Sobre la ingesta de proteínas se citan entre otros puntos:

  • Para pacientes con diabetes mellitus que conserven una función renal normal no existen evidencias que sugieran una reducción en las recomendaciones de consumo de proteínas situadas en un aporte entorno al 15-20% del total de calorías de la dieta.
  • No deben usarse dietas hiperproteicas (por encima del 20% de las calorías totales) con el fin de perder peso ya que no existe evidencia acerca del manejo de las posibles complicaciones asociadas ni del mantenimiento de la pérdida de peso a largo plazo; además de las posibles complicaciones renales a largo plazo.

Del mismo modo, y más en nuestro entorno, la Sociedad Española de Diabetes (SED) propone que las recomendaciones dirigidas a los diabéticos podrían ser, y de hecho lo son, recomendaciones que se hacen a la población general no diabética a la hora de articular la alimentación como un factor condicionante en su salud.

Es decir, que las recomendaciones nutricionales en casos establecidos de diabetes mellitus no distan de las recomendaciones dirigidas a la población general:

  • ¿Cómo debe comer un diabético?
  • Bien, tal y como debería comer una persona sin diabetes…

sería un buen resumen.

 

¿Incluyen las recomendaciones alguna alusión a los alimentos “especiales para diabéticos”?

Pues lo cierto es que no muchas; y las que hay son más bien para no fomentar su uso. En el caso de la ADA no hay ninguna referencia específica, ni en un sentido ni en otro. Sin embargo la SED sí que se posiciona de forma bastante tajante. En su documento de divulgación popular “Tópicos erróneos en la diabetes” se cita como error tópico “Alimentos para diabéticos: puedo comer lo que quiera” (sic) contestándose en el mismo trabajo que aunque sean denominados y/o se vendan con las alegaciones de “alimentos permitidos, tolerados o especiales para diabéticos” no implica que puedan consumirse sin control, haciendo descansar la idoneidad o no de su consumo en la eficacia de la educación diabetológica del propio paciente ya que invita siempre a realizar una lectura adecuada de la etiqueta del alimento concreto, conocer su ración estándar de consumo y solicitar, en caso de duda, el consejo de un experto en la materia.

Por tanto, a pesar de que en la actualidad son escasas las referencias contrastadas sobre las recomendaciones nutricionales que aludan directamente a los “alimentos especiales para diabéticos” algunas hay. En la mayoría de los casos las recomendaciones sobre lo apropiado de su consumo se observan desde la prudencia, apelando por encima de todo a la necesidad de seguir una alimentación equilibrada dentro de las recomendaciones dietéticas básicas. No obstante, también se encuentran comentarios negativos o criminalizadores sobre estos productos. Tal es el caso de las recomendaciones recogidas por el National Institute for Health and Clinical Excellence (NICE) que en una guía para el tratamiento de la DM tipo 2 (The menagement of type 2 diabetes) y en el marco de las recomendaciones para la adecuación de los estilos de vida sentencia que:

“Se desaconseja el uso de alimentos comercializados específicamente para diabéticos” (ver página 10 del anterior documento mencionado)

 En resumen

Todas las guías, documentos de consenso y recomendaciones de las sociedades científicas de mayor peso en esta materia recomiendan que la alimentación del diabético sea equilibrada al estilo de aquella que debería seguir la población sin diabetes. Si lo prefieren, se podría decir incluso que todos deberíamos comer como un diabético.

Ya sea por su aporte energético reducido, por la reducción en su contenido graso, por la sustitución de azúcares por edulcorantes acalóricos u otros, o por el cambio de determinados azúcares por otros de menor IG, la utilización de los denominados como “alimentos especiales para diabéticos” no está justificada salvo que éstos sean contemplados en el marco de una alimentación equilibrada, variada y saludable.

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Foto 1: Bernard Farrell

Foto 2: TheGirlsNY