El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Prohibición al “rellena gratis” en locales de comida rápida: Una crítica constructiva del caso francés

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Tal y como suena: la semana pasada la Asamblea General francesa estableció un coto al libre servicio de bebidas azucaradas o edulcoradas en los “restaurantes” de comida rápida, dentro de una enmienda a su Ley sobre la modernización del sistema de salud.

Ya hablamos sobre esta estrategia hace unos meses en el blog. Se refiere a la adecuación de que los consumidores puedan rellenar tantas veces quieran su bebida, por lo general cualquiera azucarada o edulcorada, en este tipo de establecimientos tras haber abonado, o no, un determinado precio por una primera consumición. Lo más curioso, insisto, tal y como lo hice en aquella ocasión, es que por lo general el agua no esté incluida en este tipo de ofertas “rellena gratis” o cuanto quieras.

La medida se explica, según los proponentes políticos, en virtud de la relación entre el consumo de este tipo de bebidas, en general los mal llamados refrescos, y el riesgo de obesidad:

La intención de la ley es la de proteger a la población general de una práctica comercial que promueve la atracción de consumidores a partir de un cebo basado en el consumo excesivo y nocivo para la salud.

Me parece bien… pero no del todo… o mejor dicho, me parece mal… salvo que esta medida estuviera basada en una estrategia más amplia y general de prevención de la obesidad. Lo que no tiene pinta, y me explico.

Las medidas puntuales y, sobre todo efectistas como lo es esta, poco o escaso resultado van a tener sobre el objetivo final que, según dicen, está centrado en la prevención de la obesidad. Cierto es que tal y como comentaba el pasado viernes, soy de la opinión que detrás del actual consumo de azúcares y bebidas “refrescantes” hay una cierta influencia en las cifras de obesidad… pero no lo es todo; es más, todo apunta a que este tipo de productos solo sean la punta del iceberg. Pero supongamos que…

Pero supongamos que sí, que los refrescos azucarados son lo peor de lo peor (aunque en mi opinión no hay que suponer demasiado, al menos en cuanto a sus estrategias de márketing) y que son la causa última de la obesidad en el mundo… francés: ¿Me puede explicar alguien porqué el gobierno galo, preocupadísimo como está por estas cuestiones, propone establecer la solución a este problema en la última trinchera? Entiéndase como “última trinchera” el acceso que en última instancia tiene el consumidor final en determinados entornos, me refiero en este caso al de los “restaurantes” de comida rápida.

En mi opinión, si de verdad los franceses, o cualquier otro gobierno u administración pretendieran acabar con la causa del problema, deberían de dirigir sus acciones a la raíz del problema y no a sus frutos. Es decir, si de verdad el azúcar (y los alimentos que la suplantan) son los malos de la película… ¿porqué demonios no regular y desalentar su producción y comercio al principio (productores, industria…) en vez de establecer medidas al final del proceso que no tienen otra utiliad que la de un arco iris de fuegos artificiales?

De nuevo en mi opinión, tengo toda la sensación que lo único que se pretende es implantar medidas queda-bien en las que a las autoridades no se les pueda acusar de inacción. Quién sabe además si este tipo de medidas no están incluso pactadas con la industria implicada. Medidas que al mismo tiempo es fácil que propicien un cierto resentimiento por parte de algunos sectores de la ciudadanía cuando observan en “papá- Estado” y “mamá-administración” una especie de Gran-Hermano hacia el que no es precisamente fácil sentir demasiada simpatía. Una imagen, la del Estado proteccionista, que si contara con unos “hijos-ciudadanos” correcta y verdaderamente formados, maldita la falta que haría que “papá-Estado” prohibiera nada.

En resumen. No puedo decir que esta medida no me guste, tanto como que de veras me gustaría verla implantada en España (si se quiere, véase en mi opinión un feo resentimiento revanchista). Sin embargo, pienso que para tener un valor significativo, esta prohibición solo tendría (tendrá) sentido en el momento que hubiera sido adoptada tras, y solo tras, otra serie de medidas políticas encaminadas a limitar la producción y promoción de este tipo de bebidas. Solo detrás de aquellas medidas que incidieran de forma directa en el productor, y no indirectamente en el distribuidor (el señor que tiene una franquicia al uso de este tipo de establecimientos) y por ende en el consumidor. Paganos últimos, ambos y a pachas, de los desmanes de una industria en cuyas pupilas solo se barrunta el símbolo del dólar, y del malhacer de una clase política miope que te cagas.

Una vez más se pone de manifiesto que estamos ante un problema macroeconómico, con poderosos intereses implicados. Así, mientras no se golpee la base del problema, sus raíces, el árbol de la ignominia dietética seguirá ofreciéndonos de forma incesante sus atrayentes frutos… y si no es a partir de una de sus ramas, lo hará a partir de otras. Es lo que tiene aquello de matar moscas a cañonazos.

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Nota: mi agradecimiento a @coplefmadrid y en especial a @jesusmnavarrol por su conversación y reflexiones.

Imagen: Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

Chipotle: porque otro estilo de Fast-food era necesario

Chipotle

El Fast-food tiene mala prensa… y en mi opinión es merecida; es más diría yo, poco de malo se dice para lo que se debería decir. Sin embargo, esta mala imagen es todo excelencia cuando se analizan fríamente sus datos, sobre el control de proveedores, los protocolos de seguridad alimentaria, su “compromiso” con la nutrición, etcétera. Pero la verdad sea dicha, todas estas presuntas excelencias se desmoronan en el momento que se visitan los locales de, al menos, las franquicias más populares.

Hace poco, con motivo del 6 cumpleaños de mi hija Carolina acabamos en un centro comercial entre semana a media tarde con el fin de disfrutar de la bolera. No había estado nunca y le hacía especial ilusión… y a mí, ya que el tema de los bolos me gusta. El caso es que no nos lo pensamos dos veces y, siendo entre semana nos decidimos rápido: la bolera estaría vacía… y así fue.

Habiendo acabado y siendo ya la hora de cenar, volvíamos hacia el coche cuando apareció una de esas flamantes cadenas de hamburguería… de las de siempre. Carolina, la niña gourmet pidió, y como negarse… acabamos “cenando” los cuatro allí. Al principio todo bien (en cuanto a las peques me refiero) pero en poco tiempo el idílico castillo que se habían imaginado a partir de los vagos recuerdos que tienen de la última vez que estuvieron se derrumbó como un enorme terrón de azúcar debajo del grifo del agua caliente. La mayor, Adriana de 10 años, en uno de sus preclaros análisis de la situación comentó que la imagen es lo que contaba en estos casosuna apariencia de un tinglado que te invita a comer comida “mala” (que no es precisamente sabrosa) que de otro modo no te comerías; es más concluyó, estas mismas patatas si no estuvieran puestas en este paquetito tan mono y así presentadas no me las comería, las de casa son mil veces mejor, aunque no estén tan “monas”.

Le doy la razón, esa puede ser una de las claves de su éxito, por que eso desde luego no se les puede negar, tienen éxito. Lo mejor de todo es que motu proprio y durante un buen tiempo se les han quitado a ambas las ganas de volver a uno de estos templos típicos del Fast-food.

Pero… ¿podría haber otro modelo de Fast-food que sin renunciar a parte de su esencia (la inmediatez en el servicio, el tema de las franquicias…) ofreciera una calidad superior y que esta fuera percibida por sus clientes? Parece que sí. Digo parece porque no he tenido ocasión de contrastarlo en persona… pero su web y lo mucho que de esta cadena se está hablando últimamente solo presagia cosas buenas. Al menos en su mayoría. Se trata de Chipotle, una cadena de fast-food de estilo mejicano (tacos, burritos, ensaladas de legumbres…) comprometida con la calidad en todas sus vertientes, desde el origen de las materias primas con producciones más sostenibles (quizá con exceso para mi gusto en el uso de los conceptos ecológico, orgánico y natural) a las cuestiones laborales, nutricionales y, por supuesto, al placer de comer lo que en verdad se ofrece en la publicidad (lo que me recuerda esta entrada y el soberbio fragmento de la peli “Un día de furia”).


Es difícil de conocer algunos de los restaurantes de esta franquicia salvo que vivas en Estados Unidos ya que aun no se ha internacionalizado. No obstante su web da para entretenerse un rato y contrastar como, de verdad, sus productos tienen una pinta inmejorable… y sin perder esa esencia de Fast-food. Por eso, ahora más que antes habrá que empezar a distinguir el Fast-food del Trash-food (Comida rápida frente a comida basura) porque no tienen por qué ser términos inseparables.

Actualización 14/10/2014: El otro día los compañeros de La Gulateca trajeron a colación esta franquicia con la noticia de la edición de un vídeo (y su videojuego) de esta cadena de restaurantes en la que su protagonista, The Scarecrow, se esfuerza por llevar comida real a los ciudadanos en un mundo donde lo falso natural está a la orden del día… lo puedes consultar en este enlace.

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Imagen: proshob vía Wikimedia Common

¿Cuánto darías por poder rebobinar el futuro dietético de tus hijos?

Niño cocinaPresta atención: imagina que tienes una especie de máquina del tiempo que te permite apreciar de forma vívida la cadena de acontecimientos que, desde el pasado a nuestros días, terminan en un desenlace fatídico… tu hijo, vuestro hijo, fallece antes que vosotros. Y tú, vosotros, sois parte implicada en ese final. ¿La usarías para evitar ése final? Yo sí. No te preocupes demasiado, a falta de retrospectivas máquinas del tiempo es probable que un álbum de fotos sea suficiente, no hace falta recurrir a que alguien termine por inventar máquinas prodigiosas ni bolas de adivino.

Pues bien, hoy te traigo una realidad teatralizada, una ficción, con la que, a fuerza de repetirse de verdad, dudo mucho que alguien no sea capaz de sacar sus propias (y únicas) conclusiones. Su creador es Strog4Life, una plataforma nacida con el fin de proporcionar el bienestar y propiciar el cambio social para revertir la epidemia de obesidad infantil y sus enfermedades asociadas en el estado norteamericano de Georgia.

Los escasos dos minutos de duración del vídeo consisten en un violento flashback que se inicia cuando un varón de 32 años, 1,75m y 136 kilos aterriza inconsciente en una sala de urgencias médicas víctima de un ataque al corazón. A partir de ahí, de forma fotográfica se relata de modo retrospectivo la cadena de acontecimientos vitales que le han llevado a John (el protagonista y sujeto pasivo de la acción) hasta esa fatídica situación y funesto lugar. ¿Te lo resumo? Venga va.

Se trata de un elocuente vídeo de minuto y pico y refleja la forma en la que la vida de su protagonista ha estado caracterizada por el despropósito dietético (y atlético): mucha comida (de la chunga) y poco ejercicio. Mucho ocio tecnológico y poca comida (de la de verdad)… y todo ello desde sus años del taca-taca en los que se ve a una madre, preocupadísima, por darle lo mejor a su hijo… en este caso, patatas fritas de hamburguesería para que se calme (es lo único que lo consigue, afirma)… y así ambos tan felices.

El desenlace, como en la mayor parte de las retrospectivas cinematográficas, es abrupto. ¿Pero sabes qué? Terriblemente frecuente habida cuenta de los muy extendidos e inadecuados hábitos de vida de la población de nuestro entorno. Te dejo con el video que, por si el enlace en youtube fracasa, puedes visualizarlo aquí a partir de su fuente original.

A modo de guiño (agrio), no puedo dejar escapar la oportunidad de demostrar una especie de autocomplacencia al contrastar que esta estrategia argumental, hoy plasmada en el video de Strong4Life, es similar a la mía cuando en 2005 escribí este relato fantástico acerca de la obesidad infantil y sus consecuencias y que publiqué en este blog hace un par de años: Cuento de miedo grasiento (Fatty and scary tale), capítulo 1 y capítulo 2.

Por último una reflexión, si no eres capaz de hacerlo por ti, al menos hazlo por lo que más quieres en este mundo, sé que su mera presencia puede suponer un importante motor imprescindible para el cambio tal y como he contrastado muchas veces en primera persona y así lo puse de manifiesto en esta entrada.

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Imagen:  marin vía freedigitalphotos.net

Ketchup Heinz: para algo que me gustaba de McDonald’s, va y lo quita

HeinzketchupNo soy muy asiduo a los “restaurantes” de comida rápida tipo hamburguesería y demás entre los que McDonald’s es a todas luces un líder de mercado, por no decir “el líder” junto a otras franquicias como Burger King y pocas más. Es más, creo que a lo largo de toda mi vida no se me habrá visto el pelo en estos lugares más de una docena de veces. Dejando de lado la calidad de la comida y su palatabilidad que no es que me vuelva loco precisamente, las veces que he ido me he llevado una sensación más agri que dulce. Entre los aspectos menos positivos a mi modo de ver de este tipo de establecimientos figuran, la calidad en la atención del personal que tras la barra te toma el pedido, al que normalmente parece que se le debe y no le pagan. También está la incertidumbre de qué es lo que ocurrirá en la cocina (si es que se le puede llamar así) con un personal que no tiene mucha pinta de estar especialmente motivado. Otra cuestión es la de saber de antemano que lo que te van a servir poco o nada se va a parecer a lo que está en las fotos del propio establecimiento ofertando el menú. Porque a priori la pinta de las fotos no es del todo mala, incluso tienen un aspecto apetecible. Hasta que después de haber pagado, observas aquello que te han puesto encima de la bandeja. Lo único que es igual a lo de la foto es el sobre de ketchup. Ketchup  de la marca Heinz, para más señas.

Y aquí quería llegar yo. El ketchup Heinz, el de toda la vida en mi casa y en las franquicias McDonald´s va a dejar de distribuirse en los centros de esta cadena de hamburgueserías por que al parecer un alto ejecutivo de Burger King (la principal competencia de McDonald´s en el mundo hamburgueseril) ha fichado como director ejecutivo de Heinz. Y McDonalds ha dicho que hasta aquí podíamos llegar a pesar de que el matrimonio “Mc-Heinz” gozara de una aparente excelente salud desde hace cerca de 40 años y que ya están pensando en hacer una transición hacia otros proveedores de ketchup. Por su parte, la compañía Heinz, fiel a su política interna de no hablar de las relaciones con sus clientes ha decidido no pronunciarse.

Pocas razones de las conocidas pueden motivarme para terminar batiendo la mandíbula en un McDonald´s (o en cualquier otra franquicia de su estilo) pero desde luego saber que ya no va a haber más ketchup Heinz en sus establecimientos no será precisamente uno de ellas. Y menos sí, como se rumorea, el fabricante de salsas Hunt´s pueda a ocupar su lugar ya que a mi parecer termina siendo un producto mucho más empalagoso y menos genuino que su competidor en esto de las salsas.

En realidad no sé para qué te cuento estas cosas, si tú ya tendrás una idea de qué se cuece en estas grandes compañías. Simplemente me pareció que te podrían interesar estos tejemanejes entre las grandes empresas de la comida rápida. Y ya que estamos, no quiero dejar la oportunidad de compartir esta imagen en la que se da cuenta de la cantidad de McDonald’s en Estados Unidos de una forma muy gráfica (2009). Para que te hagas idea el punto más alejado de un McDonald’s en tierras estadounidenses es de 107 millas en línea recta, 145 por carretera. Alucinante.

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Nota: Quiero agradecer a Gloria (@gloleab) su contribución para la redacción de esta entrada.

Imagen: Justme89 vía Wikimedia Commons y  Stephen Von Worley

El valor calórico de comer en el McBurger

Nunca me ha molado el tema de contar calorías, lo aseguro y de ello pueden dar fe quienes bien me conocen. Pero el caso es que soy dietista-nutricionista y de una forma u otra trabajo con ellas.

No son pocas las ocasiones en las que, buscando el origen de tanta obesidad en nuestro entorno, se han puesto en el punto de mira las numerosas franquicias de comida rápida que nos rodean (pizzerias y hamburgueserías como epítome pero hay muchos más establecimientos de este tipo). Así, no hace mucho más de 10 años una corriente popular demandó que estos «restaurantes» (entre comillas por que no deja de ser curioso que tú te sirvas la comida y que tú también recojas la mesa) hicieran público los valores nutricionales de sus productos. La iniciativa más conocida, aunque solapada o en segundo plano, se pudo ver en la película-documental «Super size me» de 2004. Aquí lo tienen al completo y en español. Vayan a por las palomitas y no se lo pierdan (es más de una hora y media, muy entretenida eso sí)

El caso es que sea por una cosa o por otra, al menos las dos franquicias más pudientes (al menos por aquí) de comida rápida se decidieron a hacer pública la mencionada información.

Hoy voy a tratar de ofrecerles una muestra orientativa del balance calórico con el que se suele saldar el pasar por este tipo de franquicias o de “restaurantes”, y lo más chocante es que al utilizar sus propios datos para hacer el análisis de dos menús tipo, estos no salen muy bien parados que se diga. Y eso teniendo en cuenta sólo el valor calórico y dejando de lado la proporción de nutrientes, la cantidad de garsas saturadas, fibra y demás.

Bien, dos consideraciones importantes antes de empezar:

  • Hay que entender que el valor de una única comida poco tiene que ver con el resultado de que alguien pueda estar más o menos grueso o más o menos delgado. Tal y como apunté en esta entrada, nuestro estatus ponderal, la composición corporal va a depender en gran medida de nuestro estilo de vida. Si este  se caracteriza por el exceso calórico, es probable que luzcamos “pletóricos”; y si es más ajustado, pues lo más probable es que se esté más normal o llegado el caso, incluso delgado.
  • Los cálculos del valor calórico de las distintas ingestas que posteriormente realizaré se harán con la fuente de datos que las propias cadenas facilitan. En este caso me centraré en las hamburgueserías más conocidas, esta es la primera y esta es la segunda.

Lo cierto es que los cálculos solo los voy a hacer con la primera, más que nada porque su web es mucho más sencilla y la de la segunda es farragosa como ella sola. No obstante en descargo de la segunda, diré que la información nutricional de todos sus productos, además de en la web enlazada, se encuentra impresa en los «manteles» de papel con los que se cubren sus bandejas.

 

 

Bien, sin mayores complicaciones se puede acceder desde la página de inicio al enlace de “nutrición y alérgenos” y una vez aquí, dirigirnos a “información nutricional” y pinchar en “configurador BK”. En esta página se nos ofrece la posibilidad de contabilizar las calorías, además de algunos nutrientes que tendría un menú concreto a base de poder elegir entre las distintas opciones de hamburguesas, tapas, ensaladas, bebidas y postre.

Me he tomado la molestias de «planificar» y resumirles dos menus tipo: uno “sin mirar” demasiado lo qué se pide (le llamaré “estoyquemesalgo”) y el otro siendo uno todo lo tiquismiquis que se pueda (y que llamaré “light-obsession”). Pero eso sí, en los dos menús hay que pedir al menos un ítem de cada una de las 5 opciones (y aliño para la ensalada).

Este es el resumen calórico, insisto según los datos de la primera franquicia:

Pues sí, están leyendo bien, en el primero de los casos cerca de 2.800kcal en una sola comida; y optando por el que menos calorías tiene, imposible bajar de las 1.000kcal. No está nada mal. O sea que es un exceso se mire por donde se mire, aunque claro, alguien dirá que no hay porqué coger de todo.

Para los que quieran intentarlo, a la segunda de las franquicias, se accede desde aquí, y desde la pantalla de inicio hay que ir a «información nutricional» (lo más fácil abajo a la derecha en la página de inicio) y de ahí pinchar en el enlace que te sugiere tal cual www.mcdonaldsmenu.info, contestar tu país de origen, decidir si quieres los cálculos personalizados, para adultos o para niños, aclararte con la inacabable colección de iconos incomprensibles que aparecen y dejarte los ojos en una aplicación compleja como pocas he visto… es decir, hay que tener muchas ganas de conocer la información nutricional de lo que has comido o vas comer en esta franquicia. Lo más probable es que se te quiten las ganas antes de acabar.

 

Lo dicho; poco pasa por utilizar este tipo de opciones de forma puntual. El verdadero problema es que junto con ellas coexisten muchas otras «soluciones» también rápidas, y que claro está, dificultan en grado sumo el poder seguir una alimentación equilibrada sobre todo si se abusa de ellas.

¿Y qué es abusar de ellas? Pues en el documental que antes les he comentado sale una encuesta en la que se hace  esta misma pregunta o parecida a 100 dietistas estadounidenses: ¿cada cuanto tiempo sería adecuado o tolerable pasar por este tipo de franquicias? Y la respuesta mayoritaria fue que nunca o casi nunca. Por si se lo están preguntando, creo que un servidor puede contar con los dedos de las dos manos las veces que se me ha visto en una de ellas. Y lo cierto es que en lo que me queda confío que me baste con los de los pies.

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Foto 1:Vanessa Pike-Russell

Foto 2: Paul Watson