¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Archivo de julio, 2013

La llamada al maquinista ¿urgente o de rutina?

La llamada que recibió el maquinista de la tragedia de Santiago, conocida ayer al revelarse el contenido de la caja negra del tren, ha desatado todo tipo de preguntas. ¿Quién llamó y por qué razón? Si era una llamada rutinaria, ¿por qué Renfe no la ha dado conocer en los seis días transcurridos desde el accidente?
Un experto ferroviario con muchas horas de servicio al mando de trenes me cuenta que los maquinistas tienen dos vías de comunicación: el teléfono de empresa, que es un móvil convencional, y el llamado tren-tierra, «que está en la cabina y parece un teléfono fijo convencional».
El teléfono de empresa se usa, generalmente, para cuestiones que tengan que ver con la gestión del personal o de los trenes, pero que no afecten al viaje concreto que se está haciendo. «Por ejemplo, para comunicarle al maquinista que mañana, que tenía previsto descansar, tiene que conducir otro tren porque otro maquinista está de baja. O por ejemplo, para decirle que acabado el viaje en el que está, tiene que llevar el convoy a tal lugar por necesidades de la circulación». No son llamadas de urgencia, y el maquinista puede rechazar la llamada si considera que se produce en un momento inoportuno.
El tren-tierra es el que se usa para todo lo que tenga que ver con el viaje concreto, con asuntos de mayor urgencia. Es un sistema muy seguro -«pueden caerse todas las líneas de España, y esa seguirá funcionando», me cuenta mi interlocutor- que conecta de modo permanente al tren con el puesto de mando o regulador y se usa para comunicarle al maquinista cualquier incidencia del viaje. «Que se va a encontrar en unos kilómetros un pequeño desprendimiento que no afecta a la circulación, o que se ha abierto una pequeña vía de agua en tal paso, o que en la próxima estación donde tiene que parar le van a pasar a la firma algún documento de circulación…».
La llamada que estaba atendiendo el maquinista del tren de Santiago, justo cuando se acercaba a la fatídica curva, entró por el teléfono de empresa, por el primero, lo que indicaría que no tenía que ver con el viaje concreto que estaba realizando.
¿Quién llamó al maquinista, Francisco José Garzón, y para qué? Si la llamada entró por una vía que no era la de emergencias del viaje, ¿por qué no la rechazó el maquinista?
El juez o Renfe deberían aclararlo cuanto antes.

Todo es cierto, salvo alguna cosa que también

El caso Bárcenas, ahora convertido en caso PP o caso Rajoy, está debilitando extraordinariamente al presidente y a su Gobierno. Seis meses de gestión nefasta de las iniciativas y de la comunicación, tras saberse en enero que el tesorero del partido había acumulado un dineral en cuentas secretas en Suiza, han llevado a Mariano Rajoy a un estado casi grogui. Ha perdido la poca credibilidad que le quedaba, incluso ante su propio electorado, según demuestran las encuestas.
Hace apenas dos semanas, tras saberse de sus SMS con el extesorero y reconocer este ante el juez Ruz que los papeles que apuntan a una financiación ilegal del PP y a pagos en negro a su cúpula directiva eran ciertos, Rajoy perdió quizás su última oportunidad de reacción. Se encastilló en su silencio, desde la prepotencia de su mayoría absoluta en el Congreso, pensando que la tormenta pasaría sola. La cesión de ayer, anunciando que comparecerá, aunque sin concretar cuándo, buscando la veranidad, fue la constatación de la derrota.
En el fondo, el problema quizá no sea que Rajoy no quiera dar explicaciones, sino que no puede hacerlo, que no puede seguir negando las evidencias. Que, parafraseando al propio Rajoy, todo lo que se desprende de los papeles de Bárcenas es cierto, salvo alguna cosa que también lo es.

Ahora, a repostar los viernes, no los lunes

El último informe sobre carburantes de la Comisión Nacional de la Energía (CNE), referido al mes de junio y a las dos primeras semanas de julio, tiene dos noticias malas y una buena.
Las malas:
-Que los carburantes continúan encareciéndose: los precios antes de impuestos de las gasolinas y gasóleos se sitúan entre los más elevados de los países de la UE.
-Que el famoso efecto lunes (ese día bajaban siempre los precios, y se les abrió un expediente a las petroleras porque se sospecha que lo hacían de modo concertado porque era los lunes cuando se tomaban las muestras para las estadísticas) desaparece… para convertirse en efecto viernes. Los viernes ahora bajan los carburantes… pero sólo para subir más que antes los jueves y los sábados, según asegura de modo explícito la CNE. ¿Una y otra cosa de modo concertado?
La buena:
-La demanda se recupera. El consumo de carburantes lleva tres meses seguidos aumentando, y no es sólo por el efecto estacional de primavera-verano: lo hace «a un ritmo medio superior al de años precedentes», según dice la CNE, y además en todas las comunidades autónomas, no solo en las más vinculadas al turismo, nuestro principal motor económico.
Los expertos no se atreven a hablar aún de un brote verde en nuestra economía, pero casi…

Cirugía, no jarabe

La situación de Rajoy y de su Gobierno parece insostenible. Cada nueva revelación les cae como un clavo más en su ataúd político ante la opinión pública. Presuntos sobresueldos, presunta financiación ilegal del PP, presuntos apaños con Bárcenas hasta hace nada. Presuntos hechos… con muy fundados indicios documentales y testificales.
No es verdad, dicen los acólitos de Rajoy a cada nuevo detalle. Y si lo fuera, no es delito, añaden raudos, intentando vacunarse de nuevas revelaciones. Da igual. Políticamente, todo lo que se conoce es tan significativo que mejor harían los más sensatos y limpios del PP en provocar una catarsis a fondo y en breve. Del partido, y por tanto del Gobierno. Si no lo hacen, corren serio riesgo de que lo haga por ellos la opinión pública, y con aún mayor dureza, retirándoles de modo masivo el apoyo electoral. La reputación y la credibilidad del PP corre un grave riesgo de desplome. O le ponen remedio de inmediato, con medidas quirúrgicas, con amputaciones, no con jarabe, o van a la debacle, a la autoexplosión.
Hace poco, dirigentes del PP se quejaban de una presunta “causa general” contra el partido por parte de algunos jueces y medios. No hay tal, pero lo que se va conociendo pide más bien una confesión general: confesar todas la irregularidades, asumir responsabilidades al mayor nivel, hacer rodar algunas cabeza y regenerar el partido, hoy el mayor partido de nuestro sistema democrático. No hacerlo, resignarse a que lo haga el tesorero golfo administrando sus golpes de efecto, es incurrir en una irresponsabilidad aún más grave que las anteriores. Es llevar al sistema democrático a un riesgo sistémico.

Impuestos más justos, por favor

La crisis económica que sacude a prácticamente todo Occidente desde hace ya casi seis años está alumbrando un nuevo mundo económico, hasta ahora más injusto. Los causantes de la crisis –el sistema financiero poco vigilado en la economía globalizada, las élites políticas e institucionales que tenían que vigilar y no vigilaban, las grandes corporaciones que deslocalizaron la producción y los impuestos…– no son los que están pagando los platos rotos. Los pagan, más bien, las clases medias y bajas, sobre todo las asalariadas, que ven cómo se reducen sus salarios y sus patrimonios, se pierden parte de sus derechos sociales o de la calidad de los servicios públicos y se deslizan, ellos, hacia la pobreza y la desigualdad.
En España, esta transformación es especialmente grave, y se manifiesta en un incremento galopante de la desigualdad social. Los ricos son cada día más ricos, los pobres son cada vez más pobres, una buena parte de la clase media se empobrece… Son frecuentes, por ejemplo, las informaciones de organizaciones caritativas o de solidaridad que apuntan a que en sus comedores sociales ha aparecido un usuario nuevo: una pareja de antigua clase media que se ha quedado en el paro, de mediana edad y con hijos menores, que una o dos veces a la semana pasan por sus instalaciones para comer. «Algunos, incluso, nos piden que les llevemos la comida a casa por pudor, para que no sepan los vecinos y conocidos que recurren al comedor social».
La igualdad es uno de los valores supremos de nuestro sistema político. Está en nuestra Constitución, en la Carta Magna vigente. Y no en un rincón, sino en un lugar preeminente. En el artículo 1, que dice así: «España se constituye en un Estado social y democrático de derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político». Equipara por tanto la igualdad a los otros grandes pilares del sistema: la libertad, la justicia y el pluralismo. ¿Pero se persigue este ideal de igualdad en el día a día de la actividad política, del funcionamiento de las instituciones? No siempre.
Una de las mejores maneras de fomentar la igualdad es con un buen uso del dinero público, del gasto presupuestario. Otra, con una equitativa captación de los recursos públicos, por medio de los impuestos…

El artículo completo, en MiBolsillo

26 tuits sobre Bárcenas en 12 días

El caso Bárcenas entró en otra fase tras el encarcelamiento del extesorero del PP, el 27 de junio pasado. Al desgaste del PP se añade ahora el del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. El final es impredecible…
Así he ido comentando en twitter estos últimos 12 días (fíjate en la fecha de cada tuit):

¿Ya me sigues en Twitter?

El empleo se deteriora y el paro también

Los datos oficiales del paro registrado que hace públicos cada mes el Gobierno tienen mucha letra pequeña, mucha información digna de análisis reposado. Mirarse los informes de todos los años de la crisis, uno a uno, lleva a algunas conclusiones interesantes. Entre ellas estas:
– La precariedad del empleo crece a pasos agigantados en España. Como contábamos ayer, sólo el 6,84% de todos los contratos firmados en toda España durante el mes de junio pasado fueron indefinidos. ¿Y en años anteriores? ¡Atención a la secuencia! La haremos de hoy hacia atrás: en junio de 2013, el 6,84%. En el mismo mes de 2012, el 7,13%. En el de 2011, el 7,23%. En el de 2010, el 7,61%. En junio de 2009, el 8,45%. En el de 2008, el 10,85%. En el de 2007, el último año antes de la crisis, el 11,27%. En conclusión: el porcentaje de contratos indefinidos baja año tras año desde hace seis, y hoy es apenas la mitad que en 2007.
– El porcentaje de parados que cobran prestación baja también mes a mes, año tras año, de modo impepinable. Esta es la evolución (en este caso desde 2010, porque en años anteriores el Ministerio de Trabajo/Empleo publicaba tasas brutas y netas, no homogéneas): en junio de 2010, cobraban subsidio el 78,20% de los parados. En el mismo mes de 2011, el 69,30%. En el de 2012, el 65,40%. Ahora, en junio de 2013, el 61,49%. En apenas cuatro años, hemos pasado de que cobraban casi 8 de cada 10 parados a que ahora sólo cobran 6 de cada 10.
Algunos políticos que se han jactado de los datos del paro en las últimas horas estarían mejor callados.

El paro, desmenuzado en 25 apuntes