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Entradas etiquetadas como ‘proceso’

Obtener la nacionalidad: un camino tortuoso

Por Gemma Bou

Solicitud de la nacionalidad

Inmigrantes haciendo cola para solicitar la ciudadanía española. (JORGE PARÍS)

Tras 10 años de residencia legal y trabajo en España y más 3 años en espera, llega la cita para iniciar los trámites de solicitud de la nacionalidad. Para empezar informan, cuando el solicitante ya está allí, de que ha cambiado el proceso. Le entregan un documento con indicaciones esquemáticas sobre cómo realizar el trámite por vía telemática.

Hay dos enlaces en dicho documento: uno del Ministerio de Justicia y otro del Instituto Cervantes. Con el primer enlace, el solicitante abandona tras varios días de intentos infructuosos. Con el segundo descubre que debe realizar dos exámenes: uno de cultura y sociedad y otro de lengua. En Cataluña no hay fecha para el de lengua hasta julio de 2016 (los únicos 4 centros están en Barcelona) y para el de cultura y sociedad hasta abril de 2016.

El solicitante se persona por segunda vez para intentar realizar el trámite. Le comunican esta vez que el sistema telemático aún no funciona, recogen la documentación y le indican que le avisarán cuando funcione para pagar la tasa (¡si se trata de pagar seguro que llamarán!). Vergonzoso.

El verdadero examen consiste en ver si la persona aguanta la hiperburocratización del sistema, si soporta ser tratado como ganado y si dispone de suficientes recursos para llegar hasta el final. ¿Superaría cualquiera de nosotros, los que disponemos de DNI español, presidente incluido, este proceso y estos exámenes? En este caso, un ciudadano que lleva 13 años esperando, ¿cuánto tiempo más deberá esperar?

El proceso para estudiar en la Escuela Oficial de Idiomas resulta kafkiano

Por Pilar Ruiz Ruiz

Prefiero padecer un herpes o un dolor de muelas, antes que tener que litigar con la Administración. En Derecho, cuando la letra de una norma no está clara, hay que remitirse al ‘espíritu de la ley’, es decir, a la intención primigenia con la que esa norma fue dictada. Pero, ¿qué sucede cuando la letra de una norma está clara pero su aplicación difiere de lo establecido en ella? La lógica dice que debería reinar el sentido común y rectificar para evitar injusticias y perjuicios. Pero no, no, al menos, cuando se trata de una norma dictada por la Administración. El destino nos libre de vernos en situación semejante, aunque, la realidad nos enseña que es muy difícil no verse alguna o muchas veces plantando cara al dilema de enfrentarnos al gigante Goliat que es la Administración o dejarnos pisotear por ella. Decidamos lo que decidamos seremos nosotros los que saldremos perdiendo.

Gracias en diferentes idiomas

Gracias en diferentes idiomas

Tenga o no tenga razón, la Administración se aferra al aplastante poder de los hechos consumados, al desproporcionado poder del Juan Palomo (el marrón yo te lo guiso y tú te lo comes) que hace la norma, la juzga y la aplica como le conviene. Si no estás de acuerdo, reclama, que te va a dar lo mismo. Si sigues sin estar de acuerdo, denuncia ante la Justicia que, suponiendo que te lleguen a dar la razón, eso no va a suceder antes de dos o tres años, cuando el problema que planteabas no tendrá ya solución, ni vigencia, ni sentido, y cuando no habrá reparación posible al perjuicio que te han causado.

Esto es lo que me está pasando en la Escuela Oficial de Idiomas, donde a un colectivo de alumnos se nos está impidiendo el acceso a un proceso de admisión. Ignoro quién redactó la renombrada norma. No me interesa saber quién es ni cuál es su nivel jerárquico; social, cultural o académico, ni su filiación política, si es que la tiene. Lo que sé es que si lo que quería decir con su norma es lo que se está aplicando, no es eso lo que dejó por escrito en su ORDEN de 4 de marzo. Tal vez debería volver a la escuela a aprender a redactar de forma que lo que quiere decir y lo que realmente dice sea la misma cosa, sobre todo para estar a la altura de la responsabilidad del puesto que ostenta y del sueldo público que cobra.