Por Margarita Judyth
Una enfermera, consultando unos medicamentos. (ARCHIVO)
Soy enfermera de planta y trabajé en una de las clínicas más conocidas de Barcelona durante cuatro años. Al terminar mi contrato y esperando recibir el finiquito, empezó la pesadilla con recursos humanos. Siempre se equivocan, pero para bien de ellos. Primero con 1.500 euros, luego 500 y así sucesivamente. No me querían dar ninguna indemnización.
Según ellos, no me correspondía, pero más tarde se acababan retractando. Lo más grave es que entre reclamaciones pasan los días y te coaccionan diciendo que si no firmas el finiquito no cobras ni siquiera el sueldo, y en consecuencia pocos reclaman porque les urge el dinero.
Mañana tengo que volver porque aún me deben 24 horas trabajadas, que me quieren pagar a 6,25 euros. Me pareció ofensivo, absurdo y muchos adjetivos más (de su parte). Prácticamente, hay que rogarles para que te den lo que te corresponde. Es un robo, lo han hecho siempre, lo siguen haciendo y cada vez desde hace unos meses es peor. Literalmente se dedican a robar.
Acudo a ustedes como una forma de hacer saber que esta clínica no es lo que parece. Las personas que son atendidas allí tienen miedo, especialmente los fines de semana en los que tenemos que llevar hasta 17 pacientes, según ellos porque la ley lo permite, lo cual es una gran mentira.
Siento miedo y pena por mis compañeras que se quedan allí y que el día que salgan tendrán que lidiar con el deplorable departamento de recursos humanos de esta clínica.
