Por Jorge Labandeira Pastor
El domingo el piloto de F1 Jules Bianchi sufrió un accidente en el Gran premio de Japón. La realización de la F1 no emitió el accidente y no había manera de verlo, dando una lección mundial de ética y profesionalidad.
Todas las cadenas del mundo babeaban por esas imágenes para abrir sus espacios con las “inéditas imágenes del accidente”. Y gracias a la maravillosa tecnología de la que gozamos, una persona del público –como es costumbre en estos momentos– en vez de disfrutar de su entrada y verla con sus propios ojos, prefirió verla a través del móvil.
La noche del lunes la gente, con su dedito pulgar más ágil que en pasadas generaciones, enviará y enviará el video del accidente a gente que ni conoce. Alimentando esa sensación gozosa de “no me gusta que me peguen, pero me gusta ver una pelea”.
Pues a toda esa gente querría hacerla una pregunta: “¿Os gustaría que todo el mundo viera el accidente de vuestra pareja, padres o hermanos mientras vosotros estáis en el hospital rezando a todas las religiones y energías del mundo para que sobreviva? Os aseguro que no.
Por eso mismo seamos responsables con la tecnología que tenemos y tendremos. Esto va a más y como no sentemos unas bases éticas el mundo va a ser un estercolero de mentes.