Por Verónica Castro Mulder
El 29 de abril, Carmena respondió con un rotundo “por supuesto que no” cuando le preguntaron si la Corporación asistiría a actos religiosos.
Por el contrario, seis meses después, ya alcaldesa de Madrid gracias a los votos de quienes confiamos en su palabra, ha asistido como tal “con mucho gusto” a un acto religioso, e incluso ha sido su protagonista, que ha renovado el voto de la Villa a la Virgen de la Almudena, teniendo el cinismo de mentir de nuevo al decir que lo hace también en mi nombre: “Tanto creyentes como no creyentes, queremos expresar todos al unísono con nuestro voto nuestro compromiso ante ti, la Almudena”.
Y encima se pavonea de asumir de ese modo una “actitud institucional”. No solo es chaquetera, sino que cree que los demás lo somos también. Une así a la traición a sus votantes y a la aconfesionalidad oficial que exige nuestra Constitución –nuestra institución fundamental- el insulto a quienes no somos como ella.