Por Agustín Arroyo Carro
Lo más rancio de la derecha mediática nacional acusa injusta y falazmente a la nueva alcaldesa de Barcelona de querer hostigar al turismo que llega a Barcelona y expulsarlo. Decir esta estupidez no resiste el menor análisis inteligente. ¿Quién, en su sano juicio, querría ahuyentar a siete millones de turistas que cada uno deja una media de mil euros en su estancia en la ciudad condal? Hay que ser malo y tonto para pensar que alguien se puede tragar esta milonga.
Lo que la Sra. Colau pretende con su equipo de gobierno es ordenar el crecimiento hipertrófico de apartamentos ilegales que además no respetan las normativas municipales para esta clase de establecimientos. Las asociaciones vecinales se han quejado durante meses, y de forma reiterada, por los escándalos provocados por jóvenes turistas vociferantes, canoros o borrachos que en su descontrol dionisiaco han roto la paz y el descanso nocturno de muchos ciudadanos anónimos.
Todas las actividades lucrativas con un marcado carácter mercantil han de estar reguladas, ordenadas y controladas por las autoridades competentes con el fin de armonizar derechos y deberes y respetar y contribuir a la paz social. La jungla ideológica neoliberal, con su manido y lesivo» laissez faire», suele permitir el caos para lucro ilimitado de pocos y la acumulación opulenta de los más sinvergüenzas y el empobrecimiento masivo.