Tu blog Tu blog

Este es tu altavoz

Archivo de agosto, 2016

Un verano de silencio por la muerte del agente forestal en la Palma

Por Pedro Díaz Fernández

El pasado cinco de agosto, los agentes medioambientales mantuvimos un minuto de silencio por el compañero devorado por las llamas en La Palma. Raro es el año que no hay algún fallecido. Muertos a los que no nos quitamos de la cabeza en unos días.

Visión desde el espacio del incendio de la isla de la Palma.

Visión desde el espacio del incendio de la isla de la Palma (NASA).

La mayor parte de la gente, por lo menos en el momento de conocer la tragedia, también busca respuestas. En esta ocasión, una imprudencia ha acabado con la vida de un hombre y ha destrozado a una familia, porque a la pérdida se suma una despedida desgarradora. No es necesario entrar en detalles, tan solo imagínense lo que supone morir abrasado intentando huir de las llamas.

Pero aunque el problema de los incendios es demasiado complejo, confío en que la sociedad vaya dando una respuesta. Ya lo está haciendo. Pocos se dejan engañar con los embustes y la demagogia de la política contra incendios, y empujón tras empujón, denuncia tras denuncia, organizaciones civiles y personas anónimas van consiguiendo pequeñas mejoras en la realidad que vivimos: falta de medios y precariedad laboral. Porque aunque se empeñen en convencernos, la miseria política no es ningún reflejo de la sociedad.

Otra pregunta es el por qué y quiénes inician esta destrucción. Aquí tampoco podemos dar una sola respuesta, pero deberíamos ser conscientes de que todos formamos parte de la solución. Hay quien aún desconoce que es el responsable de alguno de los grandes incendios causados por una colilla, otros no imaginan que una pequeña chispa provocada por una desbrozadora, una radial… puede transformarse en un volcán en cuestión de segundos.

Si hay muertes especialmente crueles, estas son las que no tienen respuesta. Son las de esos fuegos intencionados sin una razón aparente. Algunos apuntan a alguna patología. En estos individuos suele darse la delirante creencia de tener el poder de acabar con cientos de hectáreas de bosques, movilizar aviones, helicópteros y hasta el mismísimo ejército, confundiendo un fenómeno de la naturaleza con la estupidez de provocarlo. Dudo de que alguno lea estas líneas ni de que las entienda, por eso es necesario de nuevo la implicación social: nunca justifiquen los incendios, no los banalicen ni bromeen con ellos en conversaciones de bar, avergüencen a quienes lo hagan, no se lo permitan.

Ayúdennos a ampliar este minuto de silencio durante todo el verano, que no suene una sola alarma de incendio, ni un solo helicóptero de extinción, háganlo por la memoria de Francisco José Santana y por respeto a su viuda y a sus cinco hijos; háganlo por los setenta muertos en incendios forestales desde el año 2000, algunos de ellos en León; háganlo por nuestra propia vida, la de todos los que trabajamos en el operativo contra incendios forestales, y por nuestras familias.

¿Y si un anuncio nos ofreciera ‘adoptar una tía’?

Por Joaquín A. Ruiz Hurtado

Rihanna (ARCHIVO).

Rihanna (ARCHIVO).

Recientemente estamos viendo un anuncio en televisión sobre la web de contactos llamada «adoptauntio». No me quiero ni imaginar si se hubiese llamado «adoptaunatia», el escándalo hubiera sido de órdago.

Igualdad de derechos sí, pero para todos (y todas, claro).

 

 

Cuidado con los ciclistas temerarios

Por Begoña de Frutos García

Un ciclista por Madrid.

Un ciclista por Madrid.

Una de las primeras imágenes que guardo en la memoria de mi infancia es aprendiendo a montar en bicicleta. Caídas en asfaltos rugosos donde las costras de unas rodillas sangrantes no terminaban nunca de cicatrizar y unas pequeñas manos con sus antebrazos desollados intentaban, con mucha dificultad, colocar en posición recta el manillar que se torcía a cada golpazo. Así fue, día tras día, hasta que logré mi deseo: guardar el equilibrio dando pedales. “Ya ha aprendido” comentaban en el barrio.

El conseguir este reto no era ni mucho menos por hacer deporte. No, era por la sensación indescriptible de libertad que me acompañaba cada vez que me subía al sillín.

Explico lo anterior para que comprendan el significado que tiene para mí una bicicleta. Me encanta cómo cada vez más personas se desplazan con este medio por la ciudad. Y ni hablar de los beneficios, por todos conocidos, que tiene para la salud y el medioambiente. Pero… Sí, hay un pero, y va dirigido a los que no tienen ninguna consideración con nada, ni con nadie.

Un ejemplo: aquellos ‘montadores de bici’ que cuando vas caminando plácidamente por la acera te pasan rozando con una velocidad de vértigo y sin que tu oído te haya podido alertar de que se acercaban; de inmediato, tu pensamiento te pregunta «¿qué hubiera ocurrido si me hubiese desviado una milésima en mi trayectoria?». Te paras en seco y sueltas por la boca el taco más gordo que te sale de tu interior.  Palabrotas que solo escuchas tú y los que en ese momento van a tu alrededor, porque el ‘jauríciclista‘ que corre que se las pela, ya tiene la rueda delantera pisando la séptima legua.