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Esta sociedad trata a la educación como una mercancía

Por Celeste Stecco

Una escuela infantil de Madrid (BERNARDO DE RODRIGUEZ/EFE)

Una escuela infantil de Madrid (BERNARDO DE RODRIGUEZ/EFE)

En educación infantil no se trata de estimulación temprana, tampoco de aplicar técnicas; no se trata de entrenar niños ni de dejarlos solos en nombre de una supuesta autonomía. Se trata de acompañar a un niño/a en su búsqueda vital, de respetar y amar la singularidad de cada uno de ellos, de esperarles, de dejarles inventar y descubrir… Para esto, un técnico en educación no es suficiente, hace falta un maestro.

En el barrio del Retiro de Madrid tenemos la suerte de que haya un lugar así, se llama Las Nubes. Una escuela infantil que desde hace diez años es sostenida por un equipo decidido a acompañar, desde el respeto y el amor, a cada uno de los niños que comienzan aquí a transitar la vida. Ahora Las Nubes corre el riesgo de dejar de existir.

Vivimos en una sociedad en la que se trata a la educación como una mercancía. ¿Cómo sacar a subasta “la vida” de una escuela? ¿Cómo entregar una escuela infantil al mejor postor? Esto, que parece increíble, es lo que está pasando con las escuelas infantiles en Madrid.

Hace unos años, cuando un equipo educativo quería hacerse cargo de una escuela infantil debía presentar su proyecto educativo y dar cuenta de cómo sostendría la vida de esa escuela. Maestros, propuestas educativas y experiencia se ubicaban en el primer plano a la hora de que el ayuntamiento puntuase la solvencia de un equipo para adjudicarle la gestión y la vida de una escuela.

Actualmente las cosas han cambiado. Atrás han quedado esos tiempos en que las escuelas infantiles se gestionaban sin ánimo de lucro. Hoy el propio ayuntamiento las ha convertido en un negocio instaurando una guerra de precios en la que pelean distintas empresas de multiservicios buscando hacerse con el botín.

Ya no hace falta ser maestro ni dar cuenta de tus capacidades. Hoy, si eres una empresa especializada en servicios de limpieza o un centro comercial y te comprometes administrar una escuela infantil por 0,01€ por debajo del presupuesto, el ayuntamiento baja el martillo entregándola a la empresa ganadora.

Por esta razón, defendemos el deseo de los maestros como motor de la educación y los padres decimos ¡No me bajo de ‘Las Nubes’! Luchamos porque Las Nubes siga existiendo, cuestión que solo se conseguirá si las personas que forman su equipo educativo siguen siendo las que son.

6 comentarios

  1. Dice ser Stewarts cops

    Por mi parte cuenten con mi apoyo para que esa escuela siga existiendo…
    y si me lo permiten quisiera dejarles un enlace, trata de una historieta agridulce en la que una niña no tiene más remedio que vivir en la calle, se utilizaron personajes populares para captar la atencion, y para poder transmitir el mensaje de que en los paises desarrollados tambien hay niños abandonados sin recursos.

    http://lacasadelcomicduendeverde.blogspot.com.es/2014/01/historietas-emotivas-1-parte.html

    26 marzo 2014 | 18:16

  2. Dice ser albitaguapa2

    mira que me extraña que no hay falta que sean maestros, o que contraten, hay que ser competitivo que luego comprais todo a los putos chinos

    26 marzo 2014 | 18:39

  3. Dice ser Felipe Marin

    Eso es lo que falta en el mundo actual, se han perdido muchos valores mientras todo a evolucionado. Debemos volver al pasado donde se tenían en cuenta los valores y las virtudes de las personas, debemos humanizarlos como antes.

    26 marzo 2014 | 20:32

  4. Dice ser LINCE 1

    Mira que pedir humanidad y respeto de los derechos a una sociedad como esta, donde impera, únicamente, hacer negocio: con la salud, con la educación, con los servicios sociales, con el agua, con la luz, con la muerte y hasta con el aire que respiramos. Capitalismo puro y duro, que nos lleva a una crisis-estafa como lo que estamos pasando y que nos hace pagar hasta por el aire que respiramos. Parásitos que viven chupándonos la sangre, y, encima, nos dicen que «vivimos por encima de nuestras posibilidades».

    26 marzo 2014 | 20:46

  5. «Si un viajero en el tiempo retrocediera diez años y te contara todo lo que los gobiernos neoliberales están intentando privatizar no lo creerías. Y con tanto bombardeo de información es difícil de recordar. Por eso te lo ponemos fácil, y te hacemos una lista de las cosas más extrañas que quieren privatizar y por las que merece la pena luchar.

    1. Las donaciones de sangre

    Pocos gestos pueden ser más bellos y altruistas que la donación de sangre, ¿no? Parece que la parte altruista va a provenir ahora sólo de los donantes, pues este proceso se quiere regalar a la Cruz Roja, una entidad privada, y los trabajadores del Centro de Transfusión de Sangre se encuentran en plena lucha abierta contra la privatización con un encierro que dura ya casi un mes. ¿Qué te parece que se privatice tu sangre?

    2. La gestión de recogidas de cadáveres de animales

    Si eres urbanita jamás pensaste en el triste destino de ese corderito con pinta mohína que viste en la granja-escuela de pequeño. Pues donde tú ves putrefacción, los buitres ven dinero.
    Así pues, en Aragón se está estudiando la privatización de la recogida de cadáveres en las explotaciones ganaderas, que supondría una pérdida de cien puestos de trabajo público. ¿Quién es el carroñero?

    3. La limpieza de las calles

    En el ansia privatizadora que caracteriza a los gobiernos, el tema de la limpieza ha sido uno de los más afectados, y también en el que se han cosechado más victorias. Con el predecente exitoso de Sevilla, en Madrid, que ya estaba privatizado se protagonizó una de las huelgas con más apoyo de la calle para evitar el despido y bajada salarial de los trabajadores. La reciente huelga indefinida de limpieza de las calles en Madrid, que convirtió la capital en un vertedero desobediente, se saldó con una victoria por parte de los trabajadores y el prestigio de Ana Botella muy tocado. En Alcorcón, tras un intento de privatización y una potente huelga en enero, los trabajadores han cosechado otro éxito en la defensa de lo público.

    4. El agua pública

    Si la película Y también la lluvia te pareció ficción, te equivocaste. Retrataba la lucha por la privatización del agua que ocurrió en Cochabamba en 2006. Entender el agua como negocio, que veíamos tan lejano, está ocurriendo con fuerza en España. El precedente más doloroso es el de Barcelona, que al igual que otras ciudades españolas ya estaba privatizada. Y el caso más conocido de intento de privatización es el que están llevando a cabo Ignacio González y Esperanza Aguirre con el Canal de Isabel II. El caso más reciente es de Alcázar de San Juan, donde han conseguido sacar a todo el pueblo a la calle. En todos los casos, hay gestiones muy turbias donde lo único transparente es el agua. Algunas luchas de la marea azul, como la de Lagunas del Duero, han acabado en éxito.

    5. El Registro Civil

    Servicios como inscribir un nacimiento, matrimonio o defunción dejarán de ser públicos en los próximos meses, y pueden suponer unos 100 euros por trámite administrativo. Según la reciente legislación de Gallardón, a partir de ahora las funciones del Registro Civil pasarán a manos del Colegio de Registradores, una entidad privada. Los sindicatos denuncian que esta medida deja en el aire los puestos de 3.500 funcionarios.

    6. Tu identidad: Vodafone Sol

    Para muchos la privatización de la estación de metro Sol es mucho más que eso, es la privatización de uno de los símbolos de identidad madrileños, anclados a recuerdos de nocheviejas, consumismo desaforado, manifestaciones y acampadas rebeldes. Esta apropiación de los signos identitarios con fines comerciales parece que se ha convertido en un triste ejemplo para otras ciudades como Barcelona, que han mostrado su interés por replicar la idea. Esperemos que los pasajeros también exporten la campaña #tapalamarca.

    7. Las prisiones

    Los pioneros en la privatización de cárceles son los Estados Unidos, el país con más presos en cárceles privadas, unos 131.000 en 2011. Ahora el negocio se está exportando y en España ha comenzado con la privatización de la vigilancia externa. Todavía falta para llegar al modelo de Holanda, donde planean cobrar 16 euros al día a los presos. Por este tema apenas ha habido contestación social.

    8. Los baños de las estaciones de tren

    Por si no te ha quedado claro todavía, TODO será privado y de pago, hasta ir al baño. Adif ha privatizado los baños de las estaciones de ferrocarril Sants y Atocha para que a partir de ahora los gestione 2theLoo, una coqueta empresa de baños que por un módico precio te ofrece una «experiencia única». Los verdaderos damnificados, además de los viajeros son los sin techo que buscan un lugar para asearse.

    9. Tu salud

    Porque jamás pensaste que alguien se preocuparía por tu salud, dolor o calidad de vida en términos monetarios. Pues te equivocaste, la sanidad es un negocio, y jugoso, a tenor del esfuerzo que hacen muchos políticos para privatizarlo. Pero rápidamente la sorpresa de los ciudadanos y profesionales se tradujo en lucha y desobediencia civil, y por tanto en éxito. En la Comunidad de Madrid se han conseguido paralizar la privatizaciones de seis hospitales y la dimisión de Lasquetty, pero todavía queda recuperar el acceso universal a la sanidad que nos robaron.

    10. Las cabalgatas de los Reyes Magos

    Durante más de 20 años los vecinos del madrileño barrio de Hortaleza han autogestionado su cabalgata de los Reyes Magos, pero desde 2007 el Ayuntamiento de Madrid ha decidido privatizar la cabalgata, otorgándosela a una empresa de gestión de eventos. Los vecinos llevan años organizando una cabalgata alternativa y colaborativa.

    Y esta es sólo una pequeña muestra, nos hemos dejado fuera la educación, el ISBN, las Loterías y Apuestas del Estado, los parking públicos, las autopistas… e incontables servicios que tendremos que reivindicar.

    por Aurora Gómez Delgado
    24/02/14
    diagonalperiodico.net

    26 marzo 2014 | 21:22

  6. «Si estrangulas a alguien hasta que no le quede prácticamente oxígeno, su cara delatará que prefiere respirar, aunque sea mediante respiración asistida, que morirse asfixiado. Si condenas a alguien al paro de larga duración, con una familia a la que mantener, seguramente preferirá un minijob precario y esclavo que dejar morir de hambre a su familia. Si recortas y saqueas el dinero público destinado a educación, dedicándolo a rescatar entidades bancarias y financieras que vivieron por encima de nuestras posibilidades, la caridad, el mecenazgo, las donaciones “filantrópicas” y los “padrinos” empezarán a parecer alternativas “razonables”, o al menos alternativas posibles para algunos gestores universitarios, ante la destrucción y el desmantelamiento que vive actualmente la Universidad y la investigación pública.

    Es la denominada “doctrina del Shock” que tan magistralmente ha analizado Noami Klein en su libro subtitulado “El auge del capitalismo del desastre”. La terapia de shock que se impone mediante reformas continuas, que destruyen instituciones y bienes públicos, generando “atractivas oportunidades de mercado”, provocan situaciones de trauma colectivo que facilitan los programas de ajuste. Las sociedades en estado de shock, analiza esta autora, renuncian a valores que de otro modo defenderían con entereza.

    Esto es lo que entiendo que le está pasando a la presidenta de la CRUE y rectora de la Universidad de Málaga o al rector de la Complutense. Sus propuestas de crear bolsas de caridad captando “donaciones” de empresas y particulares para costear los estudios a alumnado sin recursos, parecen confirmar que son víctimas del electroshock neoliberal.

    La propuesta de “bolsa de donativos” que la máxima autoridad universitaria nos presenta como alternativa a los recortes del Partido Popular no hace sino profundizar la lógica brifonte del conservadurismo neoliberal más rancio: recortar derechos básicos, accesibles a toda la población, para convertirlos en una mal entendida “caridad” que “generosos padrinos” otorgarán a algunos elegidos para ser rescatados del pozo sin fondo que a todos los demás han arrojado los recortes sociales. Recortes en la financiación pública destinada a los derechos y servicios básicos, como educación, porque se ha tomado la decisión política de destinarlos a rescatar “sus” bancos y “sus” grandes consorcios empresariales y financieros.

    Parece que volvemos a la época que el director de cine Berlanga retrataba en su película “Plácido”, donde describía la tradicional campaña navideña en la España de la posguerra basada en el lema «Siente a un pobre a su mesa». Convertir las Universidades públicas en ONGs que piden “apadrinar” estudiantes no sólo es de por sí indignante en el actual contexto de recortes de derechos, sino que supone un auténtico atentado contra los derechos conquistados por la ciudadanía y contra la obligación política ineludible consagrada en la Constitución de garantizar este derecho fundamental a la educación. Retroceder a la época donde sólo quienes tenían mecenas podían acceder a los estudios superiores supone una regresión histórica en la conquista de los derechos sociales.

    Según esta filosofía de la mezquindad, parece que los 30.000 estudiantes que fuentes de EL PAIS calculan están al borde de la expulsión de la Universidad por no poder pagar sus estudios universitarios, se verán abocados a poner un anuncio en el periódico o deambular por las calles de nuestras ciudades con carteles que anuncien “se busca padrino para estudiante pobre” para no ser expulsados de los “templos del saber” por querer formarse y tener un título universitario.

    Recordemos que desde el 2010 el PP ha recortado 1.200 millones a las Universidades Públicas y que las Comunidades Autónomas deben a las Universidades 1.000 millones de euros. Que el PP ha encarecido los precios de las matrículas de las Universidades Públicas, oscilando la subida entre el 22% y el 92% en buena parte de las Comunidades gobernadas por partidos conservadores y muchísimo más los másteres y las repeticiones de curso, llegando en algunos casos al 362% de incremento. Igualmente el PP ha recortado sustancialmente las becas y ayudas a los estudios y ha endurecido los requisitos para conseguirlas y mantenerlas. Si a esto sumamos que han recortado más de 13.000 puestos de trabajo en los últimos cinco años en las Universidades públicas, mientras que el número de estudiantes creció casi en 90.000, nos encontraremos con el dilema del inicio: si estrangulas las Universidades públicas hasta que no les quede prácticamente oxígeno, prefieren respirar, aunque sea mediante respiración asistida, que morirse asfixiadas. El gran problema es el “precio” de esa respiración asistida.

    Porque las “donaciones” filantrópicas pueden ser una ínfima minoría, como la pensionista que relata la rectora de Málaga, que se ofrecía a pagarle los estudios a un alumno que se hubiera quedado fuera de la enseñanza superior por problemas económicos. Es loable este gesto de solidaridad y apoyo, pero la inmensa mayoría de los “filántropos” son quienes tienen recursos y se han enriquecido lo suficiente como para enfocarlo como una “oportunidad” y una inversión, con su correspondiente desgravación fiscal por supuesto. Porque lo que se ha venido comprobando en el ámbito anglosajón, donde estas prácticas son más habituales, es que quien paga manda.

    Son los patrocinadores y donantes quienes establecen las políticas y orientaciones de las Universidades. Tal como nos augura la nueva reforma universitaria auspiciada por el PP en España, pero cuyas estrategias básicas ya se empezaron a implementar con anterioridad, introduciendo los Consejos Sociales como espacios de participación empresarial y que se está convirtiendo en lobby de presión de las grandes compañías y donantes en el ámbito universitario. No son precisamente los movimientos sociales, las plataformas antideshaucios, las ONGs, los movimientos feministas, quienes están sentados en los Consejos Sociales. No son precisamente los trabajadores y trabajadoras de este país, expoliados sistemáticamente por las reformas laborales o de pensiones y que han dejado su piel para que sus impuestos rescataran a los bancos, los que pueden hacer donaciones. Es esa España del 1%, la “marca España”, la que De Guindos afirma que crecerá en el 2014 por las reformas hechas por “sus” dirigentes políticos, la que puede verlo como una “oportunidad” de negocio.

    Se genera así un círculo vicioso, donde los recortes en la financiación pública de la universidad son considerados como “incentivos” para que las universidades públicas busquen financiación privada. De esta forma, en todo el mundo, las universidades están ofreciendo sus instalaciones científicas y su inestimable credibilidad académica para que las grandes empresas las utilicen. Los donantes imponen su logotipo en las paredes y los espacios universitarios, vuelven a bautizar los edificios y promueven cátedras a cambio de una denominación que revela el origen de los fondos. La investigación que proviene de estas cátedras responde a los intereses de quienes las patrocinan, no sólo porque son quienes las financian y ante quienes hay que demostrar la eficacia de su inversión a través de resultados “tangibles” y que produzcan “beneficios”, sino también porque recortan y definen los temas e intereses de las investigaciones, así como las prioridades de las mismas. De esta forma, el valor mercantil de las investigaciones prevalece sobre su contenido científico. La “disciplina por el dinero” que se impone en el mundo universitario, al dejar al mercado la decisión acerca del reparto de los recursos y las recompensas, introduce muy serias amenazas en la vida intelectual y el pensamiento, tan peligrosas como las del maccarthismo ideológico.

    La penetración de la lógica del beneficio conduce a que los rectores y las rectoras de las propias Universidades públicas acaben desempeñando un papel similar al de los representantes de comercio, siendo valorados por su capacidad para conseguir fondos privados. Mientras, se está poniendo en el disparadero a los estudiantes con menos recursos, porque los que son herederos de la “marca España”, de ese 1% enriquecido, no tienen ni tendrán problema para seguir en la Universidad cinco o cincuenta años.

    El problema de fondo no sólo es que las políticas neoliberales y neoconservadoras se estén aplicando para excluir a buena parte de la población que fue incluida en los últimos treinta años en el sistema educativo universitario, sino que se está produciendo una mutación de la propia concepción de la Universidad pública como un derecho. Porque esta filosofía de la mezquindad apela al altruismo, frente al derecho. A la caridad volátil y discrecional de los donantes privados, frente a la responsabilidad de los poderes públicos. Como si de nuevos pobres se tratara, los estudiantes tendrán ahora que pasar la gorra y pedir limosna si quieren estudiar.

    La educación es una cuestión de responsabilidad colectiva y social, no de caridad individual organizada. No se trata de cuestionar la virtud moral de quien se conmueve y siente piedad por sus semejantes, proponiendo actos de solidaridad o apoyo. Se trata de que un Estado Social y de Derecho debe garantizar con sus políticas públicas los derechos de su ciudadanía, no disfrazar bajo un sentido caritativo y moral su responsabilidad política en la amputación de los derechos de nuestros estudiantes».

    por Enrique Javier Díez Gutiérrez.
    Profesor de Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de León
    06-09-2013

    26 marzo 2014 | 21:25

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