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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Están locos estos galos

– «¿Los romanos, Obelix

¿Locos los romanos? Los que están de terapeuta son nuestros vecinos franceses.

Qué hace el personal de la tierra vecina abandonando los kilómetros bien marcados y tirándose al fango o a la campiña es un misterio insondable. Quizá sea el esprit de picnic o que los principios morales rousseaunianos se han mutado de los principios de posesión a los principios del gorrineo.

La Transbaie es un ejemplo. Kilómetros por las marismas del Somme en los que se chapotea, se hunde uno hasta los tobillos y se monda de risa.

La Transbaie. Qué holgorio. Pero es un ejemplo de correr para disfrutar. Como el archimencionado Marathon du Medoc. Posiblemente, el maratón más largo del mundo. ¿Está mal medido? No, es más largo por las eses frenéticas que se hacen de avituallamiento a avituallamiento.

¿Te apuntarías a un sarao en el que se toman estas fotos?

Sí. Es un avituallamiento. Con burdeos isotónico. Así se explica lo de las eses.

No tiene mucho que ver con la imagen de teóricos estirados dictando sentencia de muerte con la actitud que ha trascendido de las películas o de los viajes de nuestros emigrantes. Más bien tiene toda la pinta de una posición que quita hierro al trascendental hecho de correr (un maratón, en este caso). Vamos, que están contentos de hacer el gamba en un día de deporte al aire libre.

¿Nadie va a poner orden en este marasmo?

Lo poco que he rastreado en los foros de corredores y demás redes sociales francesas, no hay mucho purismo entre la sección routier. No he leído asunciones de que «os estáis riendo de los maratonianos de verdad» ni «dejadnos con nuestros tiempos que también os respetamos a vosotros con vuestros disfraces». Lo habrá, pero hay un buen mercado para los corredores más recreativos, entre los que me incluyo.

Por si alguien tenía dudas de la variedad de chuflas que hacen los galos al programa olímpico, que aireó un barón francés del que quizá quieran alejarse, otro botón.

¿Y estos? ¿No tienen casa que andan de noche por ahí?

Es el Ultra Trail del Mont Blanc. No es una carrera por el campo. No es una ruta senderista de larga duración. No es una excusa para sacar el jugo a nuestros materiales ni nuestras piernas. Son casi ciento setenta kilómetros que se hacen en un tiempo máximo de dos días escasos. ¿Alguna promesa a la virgen o algo? Pero… ¿el monasterio de Lourdes no está en los Pirineos?

Rien de rien. Es que no hay manera de dar la vuelta al macizo entero del monte blanco por otro lado. ¿Para qué discutirlo? Más cuando el éxito del formato es tal que supuso un rebautismo de las carreras de/por montaña. Desde el empujón mediático de la prueba de Chamonix, existe una nueva categoría a la que nadie parece discutir su epistemología: el ultra-trail es el ultra-trail y no se da más vueltas. Más largo, más burro.

Lo dicen en Italia pero yerran como han errado con su presidente: «sono pazzi questi romani» (SPQR). En este caso los que «sono pazzi» son los mismos galos. Pero esto no se lo vas a explicar a René Goscinny y Albert Uderzo.

Ya. A saber esos dos qué maratones han corrido.

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Fotos: Courrier Picard; RunnersWorld; Pascal Tournaire

2 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    Todos los franceses no, pero los que hacen esas carreras entre fango y fango si que deben estar como cabras . Y es que la crisis nos esta cambiando el chip a medio mundo.

    http://www.antoniolarrosa.com http://www.narrador.com

    01 marzo 2013 | 10:43

  2. Dice ser Manuwar

    Este año corrí la versión «recortada» por las circunstancias meteorológicas del UTMB, en plena campaña mediático-absurda de «los franceses nos tienen envidia» y tengo que decir una cosa al respecto.

    En ninguna carrera aquí he visto un público más simpático y entregado (salvo en el Zegama – Aizkorri, un maratón del País Vasco). En mi dorsal había bien visible mi nombre y una banderita de España y todo el mundo con el que me crucé, y había muuuuucha gente animando, me gritaba ánimos: ¡Courage! ¡Bravo Manuel! y hasta un par de ¡Viva España! con acento gabacho. Entré muchas horas y miles (1850) puestos después del ganador y por las calles había un pasillo de gente aplaudiendo y celebrando mi entrada en meta. A ver dónde se ve eso aquí. ¡Había gente animando a 2.500 metros en plena nevada por la noche, a los que estábamos en la parte final del pelotón! Tenemos que aprender mucha deportividad de esta gente.

    En fin, que quien me diga que los franceses nos tienen envidia en algo relacionado con el deporte, le mando a la cima del Mont Blanc en pantalón corto.

    01 marzo 2013 | 14:02

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