Del hotel… a la zanja

Adolfina siempre dice que la ventaja de los fotógrafos es que podemos ir vestidos de cualquier forma a cualquier sitio por el mero hecho de ser fotógrafos.

Lleva parte de razón. Si hay suerte, sabes el día antes dónde vas a empezar a trabajar, lo que nunca sabes de dónde vas a acabar el último reportaje (cuando hay más de uno).

Siempre que podemos nos guardamos un as en el cajón de la moto (algo más difícil) o en el maletero del coche: un par de zapatos o botas de montaña, alguna americana, alguna camisa, un par de calcetines cuando hay agua, algo de comida o café, golosinas…

De obligada etiqueta son los reportajes de Casa Real, por ejemplo. Imprescindible traje y corbata. Alguna vez nos hemos visto en algún suceso o manifestación vestidos de romanos como si nada. Nos miramos, y ya sabemos de dónde vienes o a dónde vas… Es curioso. Y no será la primera ocasión (ni la última) en la que llegas al hotel de turno lleno de barro.

Ayer se dio el caso, y tuve que tirar de maletero. Comenzaba el día realizando un reportaje a una conferencia que Arsenio Escolar, director de 20 Minutos, pronunciaba en el Hotel Ritz. La cita era a las nueve de la mañana, por lo que la camisa y zapato de vestir era necesaria. Y el día acababa de comenzar.

Poco después, realizaba un reportaje para la sección de Madrid: pequeños empresarios que han perdido su trabajo (y el de toda su cuadrilla) por impagos en la construcción. Los rostros del reportaje van desde Rivas Vaciamadrid hasta Las Rozas.

Pasar del hotel a la zanja te abre los ojos, y te obliga a pisar sobre firme. Lo importante es no bajar la guardia, ya que malacostumbrarse a estas situaciones hace que las fotografías sean más fotos, que grafías. Y detrás de una imagen, siempre hay una historia que contar…

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