Fotografía: foto del griego "phos" (luz) y grafía del griego "graphis" y "graphos" (escribir). Escribir con la luz.

Entradas etiquetadas como ‘paro’

La foto del año

Me quedo con esta imagen. La más repetida en doce meses.

La más madrugadora… la más fría…

…la peor iluminada…

…la más silenciosa…

Por un 2010 lleno de salud, de trabajo, y de buena compañía.

Acampada en La Moncloa

Son las historias paralelas de tres hombres que no se conocían de nada y han acabado en el mismo sitio, compartiendo realidades similares.

Miguel, Antonio y José Manuel han visto cómo sus empleos caían a golpe de crisis económica, y con ellos sus economías familiares: se acabaron los ahorros, y con ellos su esperanza de seguir adelante.

Sin nada que perder, viajaron caminando 800 kilómetros hasta el Palacio de la Moncloa, sin un duro, a lo “Pekín Express” … y han improvisado allí una acampada hasta que les reciba el Presidente de Gobierno. Quieren respuestas reales a la realidad que ahora viven.

El Gran Hermano nos vigila, y las cámaras de seguridad se mueven. “Buenos días, documentación, por favor. ¿Son ustedes periodistas, verdad? “– nos indican los Agentes. Seguimos charlando, mientras nos toman nota.

Miguel, Antonio y José Manuel piden un empleo, les da igual dónde. Han vivido en sus carnes la agridulce vida del autónomo, de la subcontrata del sector de automoción y de la compraventa sindical respectivamente. Buscan una solución inmediata a la difícil situación económica que están viviendo. “Abrir los ojos al Presidente. Hay mucha gente en nuestra situación, y hay que hacer algo” – nos cuentan.

Buscaron en su día la ayuda de los bancos. Reunificando la deuda podrían seguir tirando… y los bancos les dieron la espalda.

Los coches que pasan junto al Palacio tocan el claxon y les dan ánimos. Reciben comida, alguna manta, algo de tabaco… pero no cogen dinero. Esa no es la solución, nos dicen. Entre visita y visita de curiosos y periodistas, les han creado hasta un grupo en Facebook. Y han salido en Al Yazzera.

Voy a morir de pie”, nos dice Miguel. “Antes de perder a mi mujer y a mis hijos, voy a la cárcel. Al menos allí, tendré cobijo y comida. Y mi familia saldría adelante.”

Situación desesperada de tres historias que muestran la realidad de muchas familias que están viviendo la crisis, la de verdad, en primera persona. Acampados en la Moncloa.

Comedores para desempleados

Espera cabizbajo, decaído, avergonzado… la cámara le observa…

Aguarda nervioso a que la puerta se abra. Es casi la hora. Ha llegado con tiempo.

Una valla amarilla marca el orden. Son 120 elegidos por turno. Ni uno más, ni uno menos.

Primero fueron las esperas en metro, coche o bus para llegar al trabajo, después las del paro cuando se quedó tirado, ahora éstas…

Sobre su cabeza, un cartel a modo de placa de calle, que reza: “Comedor ciudadano para desempleados de Móstoles”. Y en febrero, el paro volvió a hacer de las suyas. Esta vez, 154.058 más que el mes pasado, y ya van 3.481.859.

Su mano sostiene el “boleto premiado”. Le da derecho a comida durante un día. Si no hay ticket, no hay fortuna.

Hoy hubo suerte. Comió lentejas.

Mañana, quien sabe. Esa es otra historia.

Busca las siete diferencias

Hoy, te ofrezco un pasatiempo. Busca las siete diferencias:

Fotos: Efe

El pasado mes de octubre, el Gobierno mantenía su primera reunión con representantes de la banca para meter mano a la crisis. Este lunes, se mantenía otra reunión, también con la banca, pero con “algún” cambio.

La información, siempre o casi siempre viene condicionada por algo. No suele ser casual. Cuando hablamos de “la foto”, nosotros lo vemos a corto plazo, pero quien la genera, ha tenido muy en cuenta todo lo que se supone que va a ocurrir o puede ocurrir el mismo día que se publica. Hay informaciones que se embargan hasta una fecha y una hora determinada de publicación, otras convocatorias están muy condicionadas en horarios para llegar o no a los cierres de los periódicos… Lo mismo pasa con las televisiones: en función de la hora de la convocatoria, saldrá en el informativo de las tres, o de las nueve, se dará o no en directo… Se salva de la criba internet, donde la inmediatez lo es todo.

Ayer, día en que los medios publicaban la foto del Presidente con los banqueros, se hacían públicos los datos del paro del mes de enero.

Y me pregunto: ¿esta foto cambia algo? ¿Qué te sugiere como lector? ¿Austeridad? ¿Casualidad?

Lo cierto, es que por uno u otro motivo, bien merece ser una foto de portada.

En la puta calle

Bajamos de la alfombra y hoy volvemos a la calle, a la puta calle los 3.327.801, si, tres millones trescientos veintisiete mil ochocientos uno menos afortunados a 3 de febrero, ya sean albañiles, comerciales, conductores, transportistas, administrativos, periodistas o fotógrafos…

Los “más afortunados”, tendrán paro. Algunos estarían al borde de la jubilación, con una cotización que truncará su definitivo futuro, eso si tienen la suerte de recolocarse en el sistema. Otros, los más jóvenes, verán truncado su futuro más próximo, su posibilidad de independencia; otros, aquellos que ni son jóvenes, ni veteranos, ven truncado su más próximo presente, con hipotecas pendientes y bocas a las que dar de comer todos los días… otros, los autónomo-dependientes, tirarán del fondo de pensiones, si es que lo tienen, otros, ni eso…

Hablamos de la foto del año, o una de las fotos del año. Ni el temporal de nieve, ni Obama, ni Irak… la realidad nos sacude en toda la cara, y muy de cerca, otra vez, con nombre y apellidos.

Hace poco tiempo, estuvimos realizando un reportaje donde poníamos nombre y apellidos al paro. Fue en una oficina del INEM cualquiera, en un municipio próximo a Madrid, donde jóvenes y no tan jóvenes guardaban la misma fila.

Son las cinco de la madrugada, y un pequeño grupo de personas espera paciente, como exige la Administración, bajo la única luz de una farola, en plena calle, y a pocos grados de temperatura, junto a una lista donde más de sesenta nombres se han registrado previamente a la española, bolígrafo en mano, para guardar su turno.

Pasan las horas, y aquellos anónimos, van despertando la ciudad, cabizbajos, sorprendidos y avergonzados ante la atenta mirada de mi cámara. Son las seis, las siete, las siete y media, las ocho…

Diez minutos antes de abrir la oficina, un chaval ordena la fila. Todo el mundo prepara su vida laboral, introducida en una carpeta de plástico. Son las nueve de la mañana y abre la sucursal.

Es entonces cuando los que despertaban las ciudades en su coche, en su autobús, o en su metro, en su ruta diaria, salen ahora de la oficina del INEM, ticket en mano, y observan cómo el mundo gira al revés, de un día para otro, incomprensiblemente. Hay que seguir esperando, hasta que el indicador de “su turno”, de su número (eso si tiene papel y funciona).

Me quedo con una foto:

Ojalá tengan… tengamos suerte. Esta maldita pandemia no para. Y nos está tocando a todos el pasado, el presente, y lo que es peor, el futuro. Me voy corriendo. Tengo trabajo (por fortuna).