Archivo de octubre, 2023

Entrevista a María Pérez Heredia, autora de Pirineo Noir

Como lector encuentro tu forma de escribir cortante, pero bella, para un lector tuyo antiguo, que guarda las lecturas de Starman e incluso “Esos raros días de lluvia”, me parece fascinante que en una novela de género pueda seguir la narrativa pop, como un Ray Loriga pasado por Patricia Highsmith (o al revés, claro): ¿te consideras una escritora de estilo y que se mueve hacia los géneros más que al revés?

Diría que sí. Me interesan todos los géneros, ya sea como escritora o como lectora. En ese sentido, me gusta la visión que Tarantino tiene del cine, sin limitarse a ningún género, sin cerrarse a nada. Esa es mi visión: ¿por qué no voy a escribir lo que sienta que tengo que escribir en cada momento, la historia que yo quiera contar? Por eso, esto no es “desvío” o un “cambio” hacia la novela negra. Siempre me ha interesado la novela negra, del mismo modo que me interesan otros muchos géneros. No me cierro a nada.

Luego volveremos a ello, pero es importante para mí ver si he acertado o si, por el contrario, me estoy yendo. No es solo una novela negra. Lo es porque se lee ágil, porque hay una trama con giros, porque hay armas y sangre y misterios. Pero también hay un análisis minucioso del pasado, de la familia, de la sociedad rural y de cómo las causas provocan consecuencias… es decir, no es una novela al uso de detectives, no es un caso, como los de Marlowe o Carvalho, que les caían los casos del cielo…

Bueno, ahí tienes razón. No es solo una novela negra porque, para empezar, es una novela, sin ningún adjetivo detrás. Además del caso que ocupa a nuestra protagonista, Alice, me interesaba explorar otros aspectos, como la vuelta al pasado o las crisis de pareja. Para mí, Pirineo Noir también es un análisis de eso, de los personajes y sus circunstancias, y no solo un desarrollo y resolución del misterio que ocupa la novela.

«En Pirineo Noir, los Pirineos son tan importantes que aparecen incluso en el título. Así de importantes son. Las montañas, el paisaje, componen no solo un marco ambiental, sino que también condicionan a los personajes. Creando As Boiras, quise construir no solo un paisaje pirenaico, un pueblo que se parece a muchos de los que podemos encontrar en esas tierras, sino también un lugar cerrado y que encierra a nuestros personajes. De este modo, claro que los Pirineos son un personaje más».

Para mí su esencia impregna, como buena zona fronteriza, esa mezcla misteriosa, esa sociedad cerrada, ese intercambio que tiene algo de prohibido: Porque no es solo una historia de asesinatos, hay un retrato, una emoción social y vital, una atmósfera de recuerdo, donde entiendo que sale a reducir esa parte que de la que hablábamos al principio, ¿Cuánto hay de mezcla estilística en el proceso de escritura? ¿Una novela que tiene muchos recodos, nada de compartimentos estancos?

Me interesaba no construir únicamente un misterio, su desarrollo y su resolución, sino también unos personajes, con su bagaje y sus vivencias. Para mí era muy importante que se llegara a conocer a Alice, cuál había sido su recorrido vital hasta ahora y qué fue lo que la llevó a regresar a As Boiras, ese pueblo perdido en el que solo vivió un año y al que nunca quiso regresar. En ese sentido, creo que mi novela es una mezcla de muchas cosas, pero sobre todo es un desarrollo de un puñado de personajes, enfrentándose a una situación vital bastante particular.

Tu vida está localizada entre España y Francia. Familiar y profesionalmente dividida. Este libro es un proceso de reconciliación también entre los dos países…y si es así, ¿Por qué este lugar en concreto? Por supuesto solo si quieres desvelar el secreto.

Vivo y trabajo en Francia. No creo que eso cambie en un futuro cercano. Me gusta Francia. No es el país más fácil del mundo para iniciar una nueva vida, pero es el que yo he elegido y, de alguna manera, siento que me ha elegido a mí. Mi vida lleva mucho tiempo dividida entre Francia y España, entre hablar francés en la calle y español en casa, coger aviones y echar de menos. Construir una novela entre Francia y España es algo lógico para mí. Situar la acción en los Pirineos, en la frontera entre los dos países, me permitía jugar con esa dicotomía, que es también mía y que comparto con mi protagonista, Alice, que es mitad francesa y mitad española. Además, el Pirineo es un lugar que conozco bien, en el que he pasado mucho tiempo, y no me resultaba un paisaje en absoluto desconocido. Por otro lado, creo que es un lugar especialmente hermoso, y que es un marco atractivo para cualquier novela, sea o no de misterio.

Es un libro mastodóntico y nutritivo (por eso de la mezcla de voces y formas narrativas) un libro pulp, pero también muy literario, pero por eso mismo ¿ha sido tu libro más exigente como autora? Para ti, para el proceso de creación. Tiene pinta de haber sido una maratón vital y literaria.

Ha sido mi libro más exigente hasta la fecha por todo lo que ha supuesto, por el momento en el que ha llegado a mi vida. Curiosamente, escribí el primer borrador en unos tres meses, de una manera muy agradable y fluida, extremadamente fácil. Pero luego pasaron muchas cosas en mi vida, para empezar la propia pandemia, que nos afectó a todos, y también mis oposiciones, que ocuparon todo mi tiempo y todas mis energías… Y la novela se fue quedando atrás. Retomarla, reescribirla, eso sí que fue exigente. Para mí acabar Pirineo Noir, ver esta novela publicada, es también un triunfo personal, porque supone que he salido viva (y victoriosa) de una serie de experiencias vitales muy duras.

¿Cuál es el proceso del libro? Me explico, primero la idea o primero la ambientación. ¿Hiciste mucho proceso de documentación? ¿Cuánto te tomó escribir el libro, el primer manuscrito? ¿Hiciste ese tipo de esquemas casi físicos de hilos de lana unidos a post it en la pared o fue mucho más prosaico, un word que crecía y crecía? Me gustaría mucho conocer la intrahistoria del proceso de creación

El proceso del libro fue una historia que apareció, que surgió, y a partir de ahí una escritura desbocada. La documentación fue sencilla, el primer manuscrito lo redacté en apenas un verano, y sin esquemas físicos, sin mucho lío. Lo difícil fue luego retocar la novela, hacer que todo encajase, que cada pista tuviese su lugar, que nada fuese confuso. Eso sí que fue difícil, porque escribir una novela negra es exigente, no es nada fácil, y hay que pensar siempre en la coherencia, en que no queden cabos sueltos. Estos últimos meses he trabajado muchísimo en eso con mi editor, hemos hecho y rehecho la novela hasta que ha quedado, según yo creo, bien. Pero el proceso inicial fue sencillo: escribir hasta bien entrada la madrugada, y al terminar un capítulo se lo leí en voz alta a mi novio, Aarón. Juntos, veíamos si funcionaba o no, pensábamos en lo que venía después. Fue un proceso muy bonito, nos divertimos muchísimo haciéndolo.

Cuando uno busca noir en su cabeza piensa en negro, en cine polar francés, en pienso, claro, en tu formación afrancesada, de nouvelle vague y me paso al cine (luego hablaremos más de eso), en esos directores como Godard o Truffaut, que amaban el género puro y jugaban a hacer cine de autor con ese género (como haría luego Tarantino), ¿te sientes un poco identificada con esa tipo de corrientes de la narrativa europea-?

Me interesa mucho el cine. Me encanta la nouvelle vague francesa, pero a lo mejor me siento más cercana al movimiento danés del Dogma 95, con eso de crear con lo que tienes a mano, disimulando el artificio. Y Tarantino es, por supuesto, uno de mis directores preferidos, me encanta su narratividad extrema.

Decía que quería hablar de cine porque está claro que un libro tan visual, con un desarrollo de paisajes y personajes, parece pedir una traslación a la pantalla grande (o a la chica, a la de las plataformas, que de más popularidad y público ahora mismo, en realidad) ¿te imaginas un reparto para los personajes? Y esto es una pregunta más cómica, pero que, como me gusta entrevistar a escritores, a veces se la hago, ¿qué rostros tenían tus personajes cuando los escribías? ¿Era el tuyo alguno, el de alguien que conocías, eran actores conocidos o no tenían rostros, como avatares de una historia que discurría a su alrededor?

Cuando escribía la novela, llamé Kevin al marido de Alice por el personaje de Justin Theroux en la serie The leftovers. Así que, evidentemente, en mi cabeza sería él. Si nos ponemos así, en plan Hollywood, Amy Adams como Alice sería estupenda.

Termino con una pregunta imprescindible en este caso: digamos que no hemos leído el libro, que no sabemos qué sucede con la pareja protagonista. ¿Te gustan las sagas con los mismos personajes enfrentándose a distintas situaciones de asesinatos, investigaciones? O, por el contrario, consideras que la literatura tiene que tener algo de la realidad de la vida y es imposible que a los personajes les pase como a los de Lorenzo Silvia o a Miss Marple, que les estén pasando cosas cada dos por tres… me imagino que sabes por dónde voy, voy por Kevin y Alice… o por otros personajes en otras novelas

Me encantan las sagas. Cuando algo me gusta mucho, no quiero que termine. Por eso me gustan las series, por eso leo One Piece (un manga que tiene ya más de mil números y que lleva veinticinco años publicándose), por eso veo Cuéntame. No quiero que lo que me gusta termine. Me gustan las sagas centradas en personajes, lo que, trasladado al misterio, no tiene por qué implicar que a los protagonistas les estén pasando siempre cosas inverosímiles.

Muchas gracias a María por pasar un fin de semana en el Motel Margot. Su libro, Pirineo Noir está editado por Reservoir Books.

Súper terror de El mató a un policía motorizado (Laptra / Primavera Labels 2023)

No hay miedo, no te dejes llevar por los títulos, escucha a los herederos del rock sónico, a gente que mezcla en “Un segundo plan” bases sacadas del frío ordenador con unas guitarras de que amarían mañana los Peligrosos Gorriones si los dejaran salir de casa. Él mató a un policía motorizado tienen toda la vacuidad efímera del río de la plata atrapada en pastillas de electricidad y saben elucubrar arpegios narcóticos en “Medalla de oro”, como si el río Paraná nos devolviera a Rosario Blefari, aunque fuera durante los casi seis minutos de canción, ¿te acuerdas de aquellos tiempos? Pues lo que viene es peor. Zumbón es el juguete que se saca de la programación de “Diamante roto”, que baila con la pasión de un jugo psicodélico sacado de un sintetizador sin domesticar y que nos lleva hasta “Tantas cosas buenas”, con la actualización 4.6 del sonido que Soda Stereo copió a los Encargados, antes del paseo por el universo. La voz de Santiago se eleva, como una sustancia positiva, sobre la melodía que recibe un apoyo percusivo nutritivo.

Hace un instante hablábamos del “Universo”; ahora es un piano, a lo Diego Vainer, como un momento de crooner efectista, en un crucero por el hiperespacio. “Coronado” suena a actualización de los últimos años del siglo pasado, entre los españoles La Habitación Roja y algo de frescura de Tachenko. Pienso en aquel libro que leí cuando no era todavía tiempo, se llamaba “Más o menos bien” e, incluso, había un momento en el que alguien hablaba de El Niño Gusano. No sé si Santiago Motorizado llegó a tener una casete con las canciones de Sergio Algora, pero sí que es cierto que las canciones de la banda escapan al panteón básico del rock argentino, no hay pelos rizados, ni guitarras negras, no hay lentes redondas ni sprays saynomore.

No sé si los han escuchado, seguro que sí, pero ellos tienen más de afilados amplificadores y la cotidianeidad pesada de “Voy a disparar al aire”, casi con una base sórdida de tecnopop, como diría alguien en algún momento, dark, bien dark. Beber en el karaoke de tu novia, el disparo es pólvora gastada si no se mezcla con sangre. Un poco de luz poderosa, “Moderato”, que sabe sección rítmica de sabor bien llevado, tenemos vistas a mañana, somos frágiles, tenemos ganas de un día mejor, de la compañía perfecta. Pero sube la tensión industrial con una caja de ritmos, casi recuerda a Siete Delfines llevando por David Bowie. Pero Coleman se quedó en Berlín y Santiago y sus acólitos avanzaron hasta la estrella negra. A eso suena “El número mágico”. Ahora sí, suena bien, lo sé. Es tiempo de terminar. Cierre con “Profeta”, con el verano, el agua de la pileta abrasado de gris ladrillo, recordar que su invierno es mi verano, pero para eso tenemos arreglos cósmicos y guitarras de paleta con sabor frutilla. Qué bello es mover la vida y sentirse como un puzzle. Sustancias y pizzas. ¿Te acordás del que se proclamaba profeta? Pues mejor que no lo hagas.

Grabado nuevamente en los estudios Sonic Ranch de Texas, EEUU, estas 10 canciones, son un recetario variado, que recuerda el porqué del carisma de la banda. Un disco que suena limpio, que suena perfecto, con la voz perfectamente empastada, donde hay punk de cazuela, electrónica de tianguis y miles de guitarras convertidas en invitadas a una fiesta que ha comenzado. Si te das prisa, aún estás a tiempo de llegar.

Sitio y lacería de Les Conches Velasques

Sitio y lacería es el tercer disco del colectivo Les Conches Velasques editado por Repetidor, tras su disco homónimo de 2018 y ‘Celebración del trance profano’ que apareció en 2021. Lo que parecía una psicótica descarga de poesía y drum&bass orgánico ejecutado por los zaragozanos Pablo Jiménez, Thomas House, Jesús Landa y Sergio Segura se ha convertido en un laberinto fractal que dibuja arabescos entre la rabia ancestral y la incomodidad melódica, con la percusión y las guitarras en primer plano y una voz que augura el final del tradicionalismo pop a través de Pedro Salinas o Federico García Lorca. Les hablarán de Triana pasada por Lagartija Nick, pero esto es una iteración totalmente diferente.

Es una confirmación, es una realidad, es el trasunto orgánico del pasado en el mañana. El proyecto de raíz más avanzado de nuestra escena: percusiones de salvajismo cálcico, guitarras que emborrona de tinta cualquier partitura, sea el papel, vida o sentencia de muerte, y esa voz que se eleva como plegaria, como salmo de romancero pagano. Guardias Civiles y pañuelos de seda en “Cofradía”, redoble de sosa cáustica para oxigenar las cuevas oscuras del sur en la majestuosa “Cigarra”, en caminata hacia el muslo joven que guía la luna, sea noche o día, cuando el corazón es un redoble asalvajado, una de esas motas que se quedan en el ojo de orfidal del que mira la tumba que no es suya, timbal y metal en “Gravedad”, como Enrique Morente por Talking Heads, como Lee Ranaldo fumándose un chino en la “Serena”, una versión de la artista pakistaní Mai Dhai, angostura de una tasca atrapada en el limbo hambriento de almas jóvenes que cantan al cielo.

Había post-rock y había situacionismo, estaba el último cántico de Jorgue Guillén, que abrazaba la lluvia como si fuera la primera vez que se refrescaba en “Lateral”, donde la sección rítmica tiene algo de Tony Bowers&Chris Joyce, entre The Durutti Column y The Mothmen. El final es un agudo mordisco de nailon, casi un réquiem que desciende al sonido Krautrock con arreglos mudéjares, en “Paseo Benedicta” ya no hay voz porque se ha dicho todo.

LOS 80 DIBUJADOS. CÓMICS DE LA MOVIDA ARAGONESA (entrevista a Julio Gracia)

El tebeo, los ochenta, la movida aragonesa. Hablamos con Julio Gracia, comisario de la muestra:

El Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social de la Universidad de Zaragoza quería plantear una exposición sobre cómic para abrirse al medio y, como muestra colectiva, me parecía interesante explorar la década. Al fin y al cabo, el sistema del cómic actual bebe directamente de lo ocurrido en la Transición y los ochenta. Yo había trabajado la época a través de mi tesis doctoral, centrada en la desaparición de las revistas del boom del cómic adulto, entre las que se encuentran, como bien sabes, El Cairo, Cimoc o El Víbora. Dar el salto al análisis del contexto aragonés parecía un paso lógico.

Colección Motel Margot

Es en los ochenta, en Aragón y, claro en Zaragoza, cuando se produce un volcado de la cultura más pop en el tebeo, me refiero a fanzines como La cáscara del balano, Sergio Algora colaboramediados de los ochenta con Alberto Calvo haciendo fanzines, por supuesto Víctor Gomollón y las portadas que hacía para las maquetas de bandas u octavillas como las de la primera Estación del Silencio, Calpurnio que está muy vinculado a Mas Birras… los Furtivos que hacer su garaje rock con canciones dedicadas al Doctor Extraños. Carteles de conciertos, también, claro. Pop como elemento que se une al cómic y lo guía en los ochenta…

Sí, es quizás una de las épocas más destacadas en cuanto a combinación y mezcla de diferentes medios. Cómic, ilustración, diseño, cine, pintura o música se daban la mano. Los artistas trabajaban en diferentes ámbitos creativos sin ningún tipo de cortapisa y generaban influencias cruzadas.

También son los ochenta el comienzo de las librerías especializadas. En los años de Vértice, Bruguera, o Surco era complicado conseguir los números y no perderte. Yo ya soy de la generación de Fórum y Zinco, de finales de los ochenta… esa suerte tuve. En Zaragoza, Tajmahal que sigue abierto, ¿Qué otros sitios eran lugares de encuentro para los aficionados, ¿siguen abiertos?

Efectivamente, los ochenta (y los noventa) vieron surgir a las librerías especializadas en detrimento de los puntos habituales de distribución, los quioscos. Aunque no debemos olvidarnos de los bares. Las diferentes zonas de marcha de Zaragoza o Huesca actuaban como espacios clave para el intercambio de fanzines y revistas. Un ejemplo sería el pub oscense Tránsito, donde se difundía un fanzine homónimo Desgraciadamente, muchos de estos lugares han cerrado. Tenemos la obligación de guardar su memoria.

¿Desde fuera hay quizá una influencia mayor de Barcelona? La Star, Nazario, el Víbora, Ramón de España (que es una gozada sus guiones de la época), Gabi Beltrán, Peter Punk, Makoki escapando de la Modelo… ¿había gente que venía a Zaragoza o que marchaba y volvía con influencias?

Por supuesto. Muchos autores mantuvieron un pie en Zaragoza, mientras seguían produciendo en Barcelona. Un buen ejemplo es Carlos Azagra, ejemplo de compromiso social, con una trayectoria larga y muy rica.


Más allá de esa expresión musical, pop, también está la parte narrativa. Son los primeros años de las novelas gráficas, se acaban los tebeos de humor y los superhéroes con mallas y aparece con más frecuencia la línea clara, el tebeo franco belga, Torpedo… ¿Dónde podemos ver ese tipo de elementos más narrativos en Aragón y qué podemos encontrar en la exposición que lo refleje?

En cualquiera de los autores de la exposición encontramos elementos narrativos muy particulares. Por ejemplo, en los colectivos Zeta y Bustrófedon se dio un nivel de experimentación muy elevado.

Como coordinador de una exposición así, imagino que serás coleccionista de fanzines, publicaciones, etc. nos puedes contar un poco de dónde han salido los fondos para la misma, ¿qué personajes de la ciudad son los que atesoran?

Surgen, en efecto, de mis propios fondos. Aunque no me considero, en sí mismo, coleccionista. Atesoro materiales porque son claves para mis investigaciones, pero también recurro a fondos públicos, locales o nacionales, como la Biblioteca Nacional. En este caso, los principales prestadores a nivel cuantitativo hemos sido Antonio Altarriba y yo mismo, pero hemos sumado en total a más de quince autoras y autores que nos han cedido amablemente sus fondos.

No sé si existe un fondo como el de Biblioteca Nacional, creo que fue Luis Alberto de Cuenca cuando fue secretario de cultura, el que hizo que los tebeos fueran parte del catálogo nacional. ¿Crees que sería posible algo parecido en Aragón?

No. Los fondos sobre historieta se incluyen en la BNE dentro de diferentes apartados (por ejemplo en Prensa y revistas). Sería posible un fondo en Aragón. De hecho tenemos colecciones para ello. Sin ir más lejos, la Fundación El arte de volar es garante de los materiales y obras de arte de Antonio Altarriba. Sin embargo, para crear un centro especializado necesitaríamos mucho apoyo institucional, mantenido además a lo largo del tiempo.

Piensas que Zaragoza es un lugar que puede provocar inspiración en un dibujante o un guionista, ¿qué historia piensas que ha recogido mejor la esencia de la ciudad? Tanto gráfica como narrativamente

Lo provoca. En la exposición tenemos muchas historias inspiradas en Zaragoza. Desde las que firma Calpurnio hasta las de Makoki en Zaragoza, a cargo de Damián Carulla y Kalitos.

 

Si alguien quisiera comenzar ahora a conocer la historia del tebeo en Aragón, por dónde le recomendarías empezar. ¿Hay alguna obra editada, que recoja este tipo de historia de manera científica? Los últimos años han aparecido libros que recogen ediciones completas de Makoki, Peter Punk pero también, sobre todo, de fanzines tipo STAR o Esctricnina donde el tebeo estaba muy presente… pero quizá existe el tema de derechos, de ediciones muy artesanales, de recopilación de las mismas… ¿es un trabajo que merece afrontar?

No hay ninguna específica. Se recoge tangencialmente en algunas obras que analizan medios como el cine o la música. Es un trabajo que empezamos a construir con propuestas como esta exposición.

Crees que ahora hay algo de esa esencia en los que dibujan y hacen guiones, al final parece que el tebeo se ha detenido de algún modo, que es una de las manifestaciones artísticas más analógicas, con un componente romántico: sigue habiendo autoedición, siguen comprándose tebeos, ahora, por fin, hay un Isabel de Portugal del cómic (maravilloso Pedro Bosqued, por ejemplo), las editoriales funcionan de manera guerrillera…

Esa idea de la libertad. De no rendirse ante los obstáculos para trabajar con total creatividad. Quiero pensar que sigue muy viva en el cómic actual.

Para terminar, algunas preguntas rápidas

Dibujantes favoritos (dame un top tres si quieres): Te doy tres, pero sin top: Sergio García, Ana Miralles y Alfonso Azpiri.

Guionistas favoritos: Antonio Altarriba y Juan Díaz Canales.

Historias favoritas: Aunque me repita, te voy a dar un clásico contemporáneo: El arte de volar, de Altarriba y Kim. Y otro que leí siendo un crío y que me sigue gustando mucho: El sulfato atómico, de Francisco Ibáñez.

Marvel o DC. Marvel. Sigo además su universo cinematográfico. Aunque me voy a salir por la tangente para darte un nombre al amrgen: Alan Moore.

Personaje aragonés favorito del tebeo: El bueno de Cuttlas y Supermaño.

¿Qué crees que merece una reedición? Muchas obras teóricas editadas en los setenta y ochenta, como las de Juan Antonio Ramírez.

Muchas gracias. Toda la información aquí.

Plena pausa de Jota (inspirado por Iván Zulueta, 2023)

Jota e Iván Zulueta. La mezcla definitiva, la plata y el amor. Madrid y Granada. Jota enamorado, Zulueta revivido, sacado de las mejores profundidades, con su bata blanca, con su albornoz abierto. Jota pensando en la plata. Para fumar. La plata para vivir. Un océano por el medio. Edita Ejército Rojo y Casa Maracas.

Jota sabe qué toca. Es el Rey Midas. Es el Sombrerero Loco. Es el Largo Halloween. Es Inmortus y es Kang. Caras de la moneda más visitada del reino. Y hay un listado de canciones. Pero también hay caras B y caras Z. Como en el cine de bajo presupuesto, como en Super 8, revelando las películas, bajo el grano sepia donde el tiempo queda atrapado. Empiezo con ellas y, luego, añadiré unas cuantas pistas para que ustedes, si quieren, las sigan. ¿Has escrito a tu hermana pequeña, Octavio? Ella fue la primera que me creía. La última es mi mujer. Ellas saben qué hacer si me encuentran varado y con exceso de medicación. Legal, todo legal. Te lo prometo.


Interludio 0: ¿no habías dicho que ibas a empezar con el disco? He mentido. Estoy en un momento de avanzada soledad, con el alma dura porque he empezado a entender otra vez a Jota, como cuando éramos jóvenes. Cuando tenía el katovit y las cintas TDK de mi lado. Zona temporalmente autónoma en el año 2017. Toda esperanza había desaparecido. Gualberto y Manuel. El garrotín. Yo quería caño roto y tú me dabas ácido. Faltaba un año para ser padre. Estuve en Granada, en el Albaicín, el día que murió Enrique Morente. Decían que los ángeles caían de los edificios como si los hubieran envenenado. Y que había un fantasma con albornoz blanco con una cámara registrándolo todo. Están los 213 segundos de Islamabad. Que te erizan las venas. Y estaba Ready pa morir, que te apalancaba las arterias. Se lo explicaba a mis alumnos. Ellos eran de un pueblo a doscientos kilómetros de Bucarest, pero conocían La Mafia del Amor. Diez años antes habían grabado “Si me diste la espalda”. Y la Sra. Trueno Negro graba un EP de versiones “Qué quieres que te diga” en 2017. Y graba “Si me diste la espalda”

El disco. Y la nave va con letra de Soleá Morente, evangelista quinta con discos de 5 1/4 para los amigos de los sintetizadores analógicos. Como con las Soleares del loco, todo va bien hasta que deja de estarlo, hasta que después de unos días pillar bolitas de un moro te moquea la nariz y te duelen los riñones. Tormenta eléctrica que tiene un fraseo sencillo, clásico. Busca en la habitación de color rojo o en ese momento que puso tan nervioso a Mikel con The Lightning Seeds. Pero es fantástica. Una vez escribí un poema que hablaba de los problemas de King Kong, su afición al jugo de buganvillas.

Natalia dice. El primer sencillo. La primera canción. Me escribe mi amigo Rubén. Tengo que hablar con él. Tenemos mucho de lo que hablar. “There is so cold in Alaska”. Las chicas de la pandilla son Caroline, Stephanie y Candy. Caroline aparece dos veces. También invitan, años después a Jane. Jane tiene un problema con las sustancias, pero nadie dice nada. Es parte del sistema. Enfisema divino, de resina y purpurina. Y ahora llega Natalia. Y los 107 Faunos. Hablo de la canción e incluyo un interludio. Pop sencillo, fonética del amor. El sol en una habitación es la promesa de una prisión con las puertas abiertas. Cómo ha terminado Jota metido en el rock argentino. En el lowfi después de la pesadilla de Cromañón.




Ha escapado de Virus, Soda y Charly. Pero sueña con Jaime Sin Tiera y Rosario Blefari. O ella le hace soñar. No hay que darle más vueltas. Es, y que Jota me permita el tópico, tan sencillo como lo que había en el “Loaded” de la Velvet Underground. O sea Lou Reed y Doug Yule y Mo Tucker (con el ritmo minimalista) y Sterling, profesor de instituto. Es decir, todos menos John Cale, que se marchó con sus anfetaminas, su jarabe para la tos y el cuerpo de Nico metido en un harmonio (o al revés)

Interludio 1: Volvemos a 2017. Aparece en el disco de los Planetas “La seguidilla de los 107 faunos”, una versión adaptada, un vampiro que sorbe y deglute en ebriedad compartida el movimiento de “Por ir a comprar”, el tema original de los 107 faunos que aparecía en “Últimos días del tren fantasma”. Es el tercer disco de la banda. Aparece en 2014. Hay un bosque entre Gimnasia y Esgrima que está habitado por faunos. Como el laberinto. Tan lejos de Buenos Aires como la pandemia permitía.


Y llegamos a las Romeras de Betty Boo. Y ya da para otro interludio. Pero es que tendría que mezclar la caja de ritmos hipnótica de “Se quiere venir” y las voces del principio del tema, las guitarras puntiagudas, aquel tema de “Las canciones del agua”.

Granada, papel transparente, blanco, blanquísimo, sintetizadores como sacados de una fuente. Y la voz de Khaled, en el infinito, como si la distopía no se tuviera en cuanta a la hora de cerrar el manantial de la vida. Pero, Octavio, y Betty Boo. Betty Boo podría ser Cecilia Roth o podría ser Natalia Drago. Porque las percusiones y las guitarras épicas son una amenaza desvelada a la señorita (no señora) Trueno negro. No me toques las palmas que me pierdo. Si saben cómo pongo para qué me invitan, hierro, níquel, cromo y otros elementos de la Tabla Periódica. Como si fumáramos tierras raras. Amor y más amor cuando ya parecía la mina agotada. Flequillo negro, esencia del cielo que se mezcla con esa inflexión de Luzbel.

La luna enamorada, de Pedro Salinas desgarrado, en sangre, quiere ser Jota, Coloso y ella Kitty Pride. Y Cecilia con una peluca negra leyendo el tebeo de Vértice en el que Harry Osborn se hace adicto a la benzedrina. Qué bello este momento intermedio.

No hay interludio. Hay un sencillo. Hay un recorte, una mixtape, una idea que ha vuelto. Un buen día para Iván. Arrebato. El tema. Las referencias. No ocultamos nada. Porro y plata. Jack Kerouac y los Subterráneos (el nombre original con el que soñaban Jota y Florent de chavales antes de que llegara la Rosenvinge y se lo llevara todo por delante). Pero el beatnik favorito de Iván Zulueta todos hubiéramos pensado que era William S. Burroughs.

Tú eres un listillo, Octavio. Pienso en Lou Reed en la STAR, todos pensando que el rock empezaba en el 72. Un tótem, como volver hacia atrás, como Gretel en la canción de Golpes Bajos haciéndose la toilette (“Le va a estallar la cabeza como no deje de beber”). El maquillaje sobre la cara de la hija de María Dolores Pradera. Larios y amor.

Interludio 2: mi amigo Rubén iba a marcharse demasiado pronto. Hablamos de morfina. Hablamos de tramadol. El peor dolor no es físico. El peor dolor es el olvido. Me pide que escriba algo sobre el tema: Se unen como las malas semillas para dar luz a un derivado opiáceo del arte: Jota retoma la obra de Zulueta y mezcla Arrebato con su Un buen día: lo contempla la Transición y el fin de siglo. Un juego de espejos, que seduce como el hambre, proyectado en la pared, reinventando aquellas noches de Jota y Erik con las de José Sigardo y Pedro, en simbiosis total entre la realidad y la ficción, la letra y la imagen. Sutil y perverso, Jota llena de guiños la reinterpretación de su tema con las alas del ángel caído Zulueta.

Luego hablaremos de las caras B. O de las Zeta. O ya estamos hablando de ellas. Y es que me he saltado “Era una flecha”. He ordenado a mi gusto, como ha hecho Jota con las imágenes de Zulueta, las canciones de la vida/muerte de este proyecto. Todo espera ser revelado. Todo es, en definitiva, química sobre química, sin más. Y volvemos a la Argentina. Y volvemos a las versiones. Ya no está El Torta ni el Duende Verde, por el barrio, deepcamboya, una grabadora portátil en cuatro pistas.

Metamorfosis del acento, porque es un tema original de OK Pirámides. De un disco de 2014. El mismo año que el de los 107 Faunos. En 2014 Jota compró vinilos y vendió su corazón al cruzar el charco. El charco es un océano en el que los ríos llevan sangre y las avenidas plata. Sí, plata otra vez.



Interludio 3:
Mi amigo Rubén presentó su discografía Plan B en un mini cd que cabía en el hueco pequeño del reproductor. Salían Babasónicos, Daniel Melero, Suarez, Pánico, Estelares y Victoria Abril. Luego Victoria Abril se cambió a Victoria Mil porque a la actriz no le gustaba. Era el año 1998. Era el número 12. Yo tenía veinte años. Julián Della Paolera estaba en todos aquellos sitios. Y ahora vuelve. Cinco lustros después.

Sigo con “Era una flecha”, con metamorfosis de acento, profundo y achacoso, arrastrando una batería narcótica en el corazón, en el corazón de Jota, como guiado por la caja de ritmos más barata que encuentres, la que había en la canción original de OK Pirámides. De los arreglos que llegan del piso decimotercero y los ladridos que tiene alguien con una foto del Daniel Melero de la época de Conga en un altar improvisado (aunque no crea en ello, en los altares improvisados, digo).

Amén y Jaleo en la calle, ahí tienes el camino hacia las películas, hacia la película, el ocho, el super ocho, el guiño final, el tabaco, Will Moré, Un, dos, trés, a José María Íñigo se le cae el bisoñé cuando le hace efecto el chino. Está en directo, directísimo, dobla las guitarras eléctricas como Uri Gëller las cucharas. Abre la vena, todas mis novias están vestidas de venas, todas se quieren casar conmigo, leche batida, la nuez amarga. Y la versión de Ode to Street Hassle, esos discos de Lou Reed de los ochenta, cuando su novia marcaba paquete, cuando la máscara azul nos llevaba de parque de atracciones en parque de atracciones. Waltzing Matilda se casó con Jesús y el niño que nació pidió el ingreso en los Caníbales de María Caníbal.

La Antártida empieza aquí, Jota. Tú lo sabes, yo lo sé, en Mi ego está en babia me encuentro a Manuel Huerga, a las guitarras más limpias en años, el Necromicón donde se guardaban las viejas historias de Zulueta, los habitantes de Jurelandia, Poch, Peter Pan y las fiestas que se daban Corey Haim y Corey Feldman en las tiendas de tebeos mientras evitaban a los vampiros.

Y aún hay más canciones sueltas, las caras B que no escucharás si no tienes una manta y una aguja. Un diamante y un plato. Las luces de neón que iluminan el Londres de Ian Sinclair, Berlin junto al muro o la modelo alemana que se marchó a Glaswow para huir del mono.


Y la cara B de “Tormenta eléctrica”, que es una versión del polvo de ángel, sobre papel albal, reynolds, como el de perico (con mayúscula o con minúscula). Todo son partes de versiones imposibles, de casetes y mixtapes. Dile a Bambino que me eche a mí la culpa.

Y el hijo tocaba la guitarra en aquello de «Last night she said «Oh, baby, I feel so down»

Hay un millón de muertos empastados tras la pared blanca. Sin esa pureza no se puede proyectar bien, ni seguir rebuscando en los cajones. Jota ha montado una banda, ha hecho las canciones con retales e inspiración, ha propuesto a sus seguidores su propio jotaverse. Yo he intentado aprobar primero de jotaverse. No sé si lo habré conseguido.

Algunas palabras sobre Donantes de Sueño de Karen Russell (2023)

La editorial Sexto Piso ha publicado una de esas novelas de terror distópico que tienen más de reflexión ética que de puro miedo. Este Donantes de Sueño es un modelo literario que profundiza en una situación que podría producirse, una desviación, un nuevo miedo que atrapa a la humanidad. La Humanidad con mayúscula, extendida a lo largo de todo el planeta. Pero no solo es la tierra, el suelo, el día a día: es la noche, el momento primordial en el que el dolor y el pánico se crecen por la pátina desviada que trae la oscuridad.

Profundos insomnes que deambulan al borde de la muerte física, segados por la psicosis neurológica de un apagón deforme, que ahoga y arrastra. Montajes y apaños, donaciones y robos, química y paparruchas. Todo convive en el deambular de la protagonista, sumida en un estadio de duermevela emocional, atrapada, como todos los que se encuentran en el momento bisagra, entre el ayer y el mañana, viviendo el hoy con unas reglas nuevas.

Donantes de sueño tiene paralelismo con la plaga del SIDA, tiene donantes pútridos, sueños en mal estado, pureza, mercado negro, parques de atracciones abandonados, sustancias disueltas en grandes frascos de mentiras, campos de amapolas donde el jugo blanco es una promesa de salvación tóxica. Donantes de sueño viene alabada por el propio Stephen King, el conductor maestro de todos los miedos de occidente en los últimos diez lustros. Veteranos en el Mekong, hombres maduros que recuerdan sus pesadillas con Freddy Krueger, el universitario que nunca aprueba la selectividad, caer y caer hacia el abismo y no despertar. Mundos nocturnos en las afueras de las ciudades, como un fentanilo de sugerentes plumas blancas, mercenarios y mecenas. Claustrofia y tragedia. Grupos que se suicidan en una tormenta de paranoia. Siempre sin zapatos. Infección en los viales. Paranoia. Sí, repito, paranoia.

Todos hemos convivido con las sensaciones que deambulan en este libro: la epidemia cosifica sensaciones que se han convertido en fantasmas que deambulan y que solo podemos detectar por el rabillo del ojo. Recuerdos fugaces, monstruos bajo la cama, dientes que se caen, cuerpos desnudos expuestos en público. Niños que no duermen, que siempre han vivido en un mundo sin sueños. Química que te transporta desde el cierre hasta la apertura, el párpado como una persiana. Siempre hay codicia, si algo vale, alguien lo compra: órganos o sueños. ¿Quién dice dónde empieza la vida y comienza el sueño? ¿Dónde está lo real, en el lugar donde habita la felicidad o en el que escapamos del terror? ¿Está usted, de verdad, despierto?

Un libro fascinante, lleno de puertas misteriosas, de sugerentes situaciones que animan a la reflexión.

Algunas palabras sobre La educación de Polly McClusky de Jordan Harper

Un debut sobresaliente, La educación de Polly McClusky de Jordan Harper editado por Reservoir Books, directo, violento y emocional a la vez. Tiene algo de regusto setentero, como volver a ver a Steve McQueen en “La huida” de Sam Peckinpah mientras te trae un vhs pirata Tarantino para calentar la habitación. Sublime el proceso de redención, una especie de círculo cerrado que nos vuelve a llevar al principio: la muerte y la vida, el padre y la hija. La carretera. Que no sea importante el final, solo el camino.

Subcultura redneck en el apogeo del supremacismo blanco, cerca de la frontera, pero lo suficientemente lejos para que los colores sean motivo de guerra. El seven eleven como economato de una cárcel y las habitaciones de motel, gimnasios de la calle. Un oso que podría salir en relato de Clive Barker, un oso de peluche. Algo de metanfetamina en el país del fentanilo, la violencia como una religión en el que las escrituras se convierten en tatuajes que cubren toda la superficie del cuerpo (y el alma). Una niña que se convierte en mujer. Armas que queman. Porque solo en las películas las armas se mantienen frías después de disparar.

Señores de la anarquía, la historia de la X, esvásticas, antihéroes, cerveza barata, cerveza barata pero muy fría, comida mexicana, proteína pura. Vuelvo a una habitación del motel, una que abriremos pronto, vuelvo a “Huntington Beach” de Ken Numm y, así, espero que sepas de lo que estoy hablando. Sería muy fácil buscar el paralelismo con “Meridiano de sangre” de Cormac McCarthy. El Chaval de Cormac podría haberse enamorado de Polly y haber acabado en una carrera hacia el infierno mientras escuchaban a Nirvana.

La violencia como proceso de estructuración familiar, el tabaco como señal de cariño, la efedrina del Disneumón Pernasal como pasta base para la cocina de Walter White, frases como “Cuando se mira al interior de un cañón de un arma no se ve la bala, solo se ve la oscuridad”. Sin excesos sanguinolentos más allá de los que pueden considerarse quirúrgicos, la niña con los ojos de Isobel Campbell se somete a un entrenamiento vital acelerado, como una especie de Karate Kid disfuncional que lleva a la novela al terreno de lo emotivo, en dosis aceptables. Azules locos, señores de la guerra en la América que queda tras la caída de Detroit y la paranoia del 11S, “La educación de Polly McClusky” podría pasar por una novela beatnik trágica, un “Bonnie &Clyde” paternofilial, pero lleno de jalapeños y costras de sangre.

‘Inti Watana: El Retorno del Sol’ de Luzmila Carpio (ZZK Records,2023)

Una inspiración nueva en estos tiempos de inmediatez loca. Un misterio que va más allá que cualquier habitación, tocadiscos, químico o sonido urbano. Todavía creyentes, buscando sobreponerse a lo que no es lo habitual. Luzmila escapa a las etiquetas, escapa a la música del mundo, al folk andino, escapa hacia arriba, hacia delante, cualquier lugar que sea positivo, rebelde y salvaje. Mezclando guaraní y español, “Kacharpayita” ya es una declaración de intenciones, irse y bailar, usar el cuerpo como percusión, usar la percusión como corazón. Una interpretación voraz y sagaz de la especie en conversación con otras especies, “Chakana sagrada”, texturas que son ambientes, cuerdas que son acústicas y eléctricas, del cuerpo al ordenador, “Requiem por un ego”, un hilo que se sostiene “Hacia la luz”.

Quejidos de vida, el charango desde Bolivia, la hilazón entre tierra y alma “La alegría del Gran venado” parece una invitación al rezo. Pero qué dios nos puede acompañar en esta escucha, si es el violín o es el armonio, si hay una “Ofrenda a los pájaros” con arreglos hipnóticos que son solo cantos que se deslizan y voces que aman el recuerdo. El silbido y el bombo, la guitarra sacha, Armenia y Argentina, “Parachamama desde el cosmo” es un pie gigante que recorre el desierto y dibuja formas, palabras, versos que solo pueden verse desde el cielo, cuando nuestro cuerpo sea un sueño que se eleve.

El disco va acompañado de un documental titulado ‘Por los Senderos de la Pachamama, Luzmila y Los Pájaros’, por Pablo Mensi que ofrece el complemento perfecto a esta magia sonora, pura raíz, jugo de vida.