Una inspiración nueva en estos tiempos de inmediatez loca. Un misterio que va más allá que cualquier habitación, tocadiscos, químico o sonido urbano. Todavía creyentes, buscando sobreponerse a lo que no es lo habitual. Luzmila escapa a las etiquetas, escapa a la música del mundo, al folk andino, escapa hacia arriba, hacia delante, cualquier lugar que sea positivo, rebelde y salvaje. Mezclando guaraní y español, “Kacharpayita” ya es una declaración de intenciones, irse y bailar, usar el cuerpo como percusión, usar la percusión como corazón. Una interpretación voraz y sagaz de la especie en conversación con otras especies, “Chakana sagrada”, texturas que son ambientes, cuerdas que son acústicas y eléctricas, del cuerpo al ordenador, “Requiem por un ego”, un hilo que se sostiene “Hacia la luz”.
Quejidos de vida, el charango desde Bolivia, la hilazón entre tierra y alma “La alegría del Gran venado” parece una invitación al rezo. Pero qué dios nos puede acompañar en esta escucha, si es el violín o es el armonio, si hay una “Ofrenda a los pájaros” con arreglos hipnóticos que son solo cantos que se deslizan y voces que aman el recuerdo. El silbido y el bombo, la guitarra sacha, Armenia y Argentina, “Parachamama desde el cosmo” es un pie gigante que recorre el desierto y dibuja formas, palabras, versos que solo pueden verse desde el cielo, cuando nuestro cuerpo sea un sueño que se eleve.
El disco va acompañado de un documental titulado ‘Por los Senderos de la Pachamama, Luzmila y Los Pájaros’, por Pablo Mensi que ofrece el complemento perfecto a esta magia sonora, pura raíz, jugo de vida.