Archivo de julio, 2022

Algunas palabras sobre Aniquilación de Michel Houellebecq (Anagrama, 2022)

¿Es este el libro definitivo de Michel? La guía que muestra el camino hacia la destrucción total de la sociedad europea o, simplemente, un experimento de brevísima empatía familiar del antiguo enfant terrible de las letras francesas. ¿Enterrará esta documentada trama de funcionarios y espías los desmadres de sexualidad demacrada y existencialismo de nicotina y vino caro de sus primeros libros? Los que comenzamos la lectura del manuscrito sin leer la solapa nos adentramos en la mente del monstruo buscando colmillos y garras en cada esquina, desviaciones tras las persianas de la Francia periférica, en los lavabos de los trenes de alta velocidad que recorren las regiones del país galo, el país galo de mañana, cuando la socialdemocracia esté a punto de perder la batalla frente al fascio y la paz social. La mirada conservadora y religiosa de una sociedad eminentemente laica y centralista no sirve como evasora de más impuestos que el de un alma que se ha vendido hace tiempo. La prosa es precisa, quirúrgica, abrumadoramente pasiva. Descripciones que somatizan la apatía del protagonista, incapaz de ir más allá en el amor familiar y de pareja pero tampoco embajador de la revuelta ácrata. No hay banderas ni barricadas, pero sigue habiendo queso y licores. En el VSOP & Napoléon Bas-Armagnac de Luis Ocaña deja restos de pólvora en el paladar.

 

«Terminada la lectura, retomo el texto. Abro el paraguas y la sombrilla, porque hay sol y sombra a nuestra disposición. El libro es una fuerza antinatural, una sociedad que se derrama por todos los lados. Recorre desde las clases altas hasta la media baja de una Francia que se sujeta con los alfileres del centralismo y los valores de la República».

Un libro, Aniquilación de Houellebecq que parece una enorme bolsa de macguffin sin que por ello parezca caótico. Es la novela de Houellebecq sobre la familia y sobre la muerte. Porque todo lo demás, el sexo, el dinero, las humillaciones, los sueños… todo está incluido en sus seiscientas páginas. Godrefoy, el primer sobrino del protagonista y Anne-Lise, la segunda, son detonantes, como cualquier elemento de la novela, para acontecimientos cualitativos. Es como un antiguo videojuego en el que uno podía encontrar en el escenario a recorrer piezas aunque no supiera si las iba a utilizar después. <>, Houellebecq sigue obsesionado con el Frente Nacional y la inmigración.

«Una obsesión común a cualquier europeo iluminado y nos azota para que no olvidemos de dónde venimos y a dónde podemos llegar. Carrie Ann Moss y Nirvana, en los pósters de la vieja habitación del protagonista es una advertencia clara: estoy escribiendo para TI, cuarentón funcionario con un hijo y algo de sobrepeso. ¿Qué tal llevas la alopecia? ¿Sigues fumando? Debería dejarlo. Tomo nota Michel».

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Rumba plus de Paco Moreno (Primavera Label,2022)

Paco Moreno nos entrega un EP con 6 temas y una miniatura para continuar en su camino hacia el reinado de la rumba moderna, sin más vaivén que la afección por distintos bagajes y estilos que enriquecen sus canciones, alejándolas del ventilador más puro y llevándolos a espacios de expresión que emparentan con sonoridades latinas, caño roto y Costa Fleming o, incluso, trap de autotune sin pudor ni desliz alguno. Las teclas metálicas de Papa Cunill, las palmas del Tío Toni, aquel experimento que fue Mantecao y su combo de rumba moderna, todo se paladea en Detrás del sol, el corte con el que se abre el disco para pasar a Antes de marcharte, donde la voz robótica empasta perfectamente con unos coros femeninos que parecen salidos de una banda sonora plena de martini, Adolfo Santiesteban y Cine de serie B italiano al modo de Nico Fidenco. Volvemos al purismo en No me lo tengas en cuenta, si purismo es la manera de la Fania, del Harlem Español o de Rubén Blades, con una instrumentación pegadiza de sintetizadores y congas que por un instante nos recuerdan a una versión del S.XXI de Tiritando, más en la onda de Donald que del maestro El Pescadilla.

Así es trae los efluvios más pop del disco para ir descendiendo hacia un candombe de percusiones que funciona como single mediático de la escuela vital de los Carmona más exitosos. Después, como en un abismo donde anochece de pronto, llegan Tirorí, tirorí donde una especie de lúgubre pump organ de Tom Waits se mezcla con las noches de bolero y papel de plata de Javier Corcobado, cuando canta canciones de Algueró o en el camino de Bambino, de cubata, jarto acelerado, bajo las luces estroboscópicas de una discoteca de mala muerte para desembocar en Puta Ruina, de electricidad comatosa, un arrastre de desesperación narcótica, de sangre y desánimo, camisa negra abierta hasta la cintura, el acid western de Malaventura de Fernando Navarro en Almería, como una cama con las sábanas impregnadas de sudor de alma. La miniatura final, menos de un minuto de guitarra española, es un cierre perfecto para un disco que nos deja, como las buenas sustancias, con ganas de más.

Algunas palabras sobre Toma de tierra de Bruno Galindo (Libros del KO, 2022) -tercera parte-

Aquí pueden leer la primera parte y aquí la segunda parte. Y pinchando en este enlace la sesión que preparó el maestro Luis Lles para la presentación del libro en Monzón.

Llega el momento de la verdad. En la Facultad de Ingeniería, segundo año, teníamos por fin clase por la mañana en la clase de química orgánica nos sentábamos en la parte de atrás con el Zona de Obras abierto sobre las rodillas leyendo el análisis de las canciones de Honestidad Brutal una a una. No entendíamos las aguas turbulentas en las que el comandante Deep Camboya empezaba a meter los dedos de los pies.

Pero sí que hacíamos suposiciones de cómo sonaría el relato de Javier Corcobado -otra vez Corcobado-, que Calamaro había recortado para obtener la letra de Hay. ¿Solo eso, Octavio? Esa era una parte. En la misma revista preguntaban qué era eso de Internet.

Canciones de camiones, como las de Miguel. Me faltaban cuatro o cinco años para viajar a Buenos Aires y entender aquello de la estrella de seis puntas. Pero es que estoy hablando del disco anterior, de Honestidad Brutal y tú hablas, tú escribes sobre Calamaro cargado de cintas de casete compradas en bazares chinos y las casas pintadas de negro, con estudios portátiles, con documentos de word abiertos donde la gente escribía frases como si fuera un cadáver exquisito grafitero.

En esas cintas magnéticas se acumulan canciones y canciones. Todos apostábamos por hacer el mejor Salmón de todos, nos flipaba que Bunbury hiciera una parte de “All you need is pop” al principio de Alicia en directo. El mejor Salmón de todos está todavía por pasar por la plancha. No supimos hasta décadas más tarde que Calamaro había grabado una de las mejores versiones de los Redondos, Superlógico en aquellos meses de bucle. Merca viene de mercancía.

Leo la biografía de Loquillo y de cómo grabó las voces sobre las pistas de las demos de Pepe Risi en Cuero español y cómo dejaron el recitado de El mago merlín o el Muro de Berlín, Angela Davis. Diego. Rima en consonante. Bolsas de supermercado llenas de cintas. Cintas que se venden como bolsas de supermercado.

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Algunas palabras sobre Toma de tierra de Bruno Galindo (Libros del KO, 2022) -Segunda parte-

Aquí podéis leer la primera parte

Sigo con mi carta a Bruno, a Bruno Galindo. Por su libro, su Biblia, mi Biblia, nuestra Biblia. «Toma de Tierra» de ediciones del KO.

Me hubiera gustado estar en aquel festival de spoken word. En uno en el que ibas a estar tú y en el que estuvo Julio de la Rosa. Había publicado un libro con el Chorrito de Plata. Julio había publicado otro. Recuerdo estar actuando en un centro cívico de Zaragoza y que Julio no paró de hablar durante 40 minutos. Solo utilizó la guitarra para cantar unos fragmentos de I wanna be your dog de Iggy Pop en uno momento dado. En su libro inventaba una historia, un tipo componía un LP entero, al modo de Gainsbourg, en una sola noche y como título utilizaba ¿Por qué no nos hicimos todo el daño de una sola vez? El nombre de mi primer libro. Creo que también tocó un fragmento de un tema de Sonic Youth aquella noche.

En los noventa todos queríamos capturar el frame de la película de Jess Franco en la que Silvia Superstar enseñaba un pecho. He buscado aquellas fotos. Fui al cine al ver la película. Me sentí como un rijoso Jacinto Molina. Por alguna razón tengo su disco en solitario por duplicado. También tengo dos copias en vinilo de Easter de Patti Smith. Y si hay que unir, si hay que buscar las casualidades, estaremos todos de acuerdo que el pezón es una manera de encontrar paralelismos dobles.

El labio de Tere de los Desechables. El disco que grabaron con un sello aragonés, Grabaciones Interferencias, Amor pirata, en 1988. Iban en un coche con las casetes promocionales y se salieron de la nacional a la altura de los Monegros. Todo el desierto se quedó cubierto de cintas rotas y carátulas reventadas. Ángel Altoaguirre estaba en la guitarra. El más salvaje de los mitos olvidados de nuestra historia. Eran como los Cramps. Demasiado sencillo. Está claro que la versión de Fever ayuda en la comparación. Luego volveremos a Lux&Poison, sobre todo cuando tenían a Candy del Mar en el bajo.

 

Bruno, ¿sigues soñando los mismos ácidos que Arnaldo Baptista? Recuerdo aquella entrevista en Zona de Obras, en el monográfico dedicado a Brasil. Recuerdo a Sergio, otra vez Sergio, con El Justiciero, y luego a La Costa Brava tratando de sonar como Tom Zé y el concierto de Os Mutantes en el recinto de la Expo de Zaragoza, después de la Expo, con Sidonie de teloneros. Recuerdo que hicieron un fragmento de Bat Macumba antes de que salieran los brasileños. Recuerdo viajar a Guadalaja con Sergio y pensar que el mundo era Tropicalismo.

«Tomo notas para esta carta a la 1:38 y me emociona seguir leyendo y leyendo tu libro. He tomado química. Luego tomaré algo más. Escribo mensajes a mánagers de estrellas del rock, escritores malditos y jóvenes poetisas y les recomiendo que se compren tu libro si quieren ser felices. Pienso en despertar a mi mujer y agitar tu libro frente a su rostro y decirle: “Estelibroloexplicatodo”. Sueño con que mi hijo sea lo suficientemente mayor para entender que los los grandes músicos se interpretan a sí mismos y, como explicas tan bien, necesitan una capacidad capilar adecuada para triunfar».

Tú lo dices: “Interpretándose a sí mismos pero también a quienes estuvieron antes e, incluso, milagrosamente, ya contienen a los próximos artistas que están naciendo”. La última vez que mi hijo tuvo fiebre de madrugada, cuando no quiso tomarse el jarabe de naranja con una baja concentración de ibuprofeno, le ofrecí uno de mis muñecos de colección, guardados en su embalaje original, como premio si tomaba la medicación. Abrió con gusto un muñeco de Hulk. La masa, con su piel verde, me hace pensar qué superhéroe elegirías, ¿si Sex Pistols son el Escuadrón Suicida es posible que Iggy Pop fuera Hulk o mejor Henry Rollins? Está claro que Sting es John Constantine pero para eso no hay que aprobar ni segundo de cultura pop. Eso sí, me gustaría recordar aquí que The Police invitaron a The Cramps a ser sus teloneros en una gira por Europa a principios de los ochenta. Por entonces Sting salía a tocar sin camiseta. Hoy podría seguir haciéndolo pero resultaría extraño. Como ver a tu padre sin camiseta sobre un escenario. Volvemos a tu libro: “El rock, la cultura en general, es generadora de leyenda, por eso Los Planetas son legendarios y Estopa no”.

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Un estudio de la vida en provincias de Pape (Repetidor, 2022)

¿Qué llevas en el bolso, buen hombre? Un tiovivo de locura. Escuchas como si samplearas las voces de Raudive de un Germán Coppini atrapado entre hierros candentes, ¿Qué llevas en el saco, buen hombre? Llevo a los restos de Picore, golpeando bidones de gasolina llenos, tanto que si sigue la fricción pronto podremos hacer de tu cuerpo un incendio. Vamos a dar un Paseo, vamos a ser adolescentes vírgenes o vírgenes adolescentes, ¿Qué llevas en el saco? Una luna roja, un niño y algunos juguetes. Bajo la lluvia de potasa todos parecemos orientales, todos tenemos rostro de geisha, ¿De dónde salen todos esos sonidos? ¿Caja de repetición? La voz de la simiente de Nacho Laguna, el primer hijo no nato de un theremin abandonado por Blixa Bargeld en Little china hasta que aparecen unas guitarras sobrias a lo Rob Dean. Vacía la bolsa antes de seguir, por favor. Esto no pudo haber sido nunca una frontera. Esto es delincuencia institucional, crimen de funcionarios, torturadores con oposición, la canción Creo en mí tiene un bajo por el que mataría Peter Hook hoy, un bajo que le dejó grabado en una cinta Martin Hannett en 1981. El cuadro, William Burroughs esnifa rapé sedimentado de los restos de pintura seca, busca, como la canción, Un suspiro que sea sueño y saturnismo adquirido. Come y duerme, en una casa sin frenos que hay que alimentar, dar de beber, ver morir. Todo eso a la casa, que no se olvide de respirar, está falto de costumbre, ¿Qué ocurre muchacho?

No hay olas, no queremos olas. Como aquella canción Fuma la vieja, de los Vamos a morir. Casi recitado. Un tiovivo loco, como tu casa anterior, qué tristeza cuando muera, la sección rítmica de No hay señal es como una atracción perfecta para que jueguen Adolfo Luxúria Caníbal y Carlos Desastre. No, por favor no me juzgues, yo elijo las referencias según las marcas de cuchillas en la pared, un eclipse en Kyoto. No hay señal del corazón, las percusiones están enfermas, sin corazón que lata no hay amor. No hay termómetros, todos nos inyectamos el mercurio y se acabó la temperatura, en el speech de ayer había dientes negros, dale plata a las percusiones, dale tramadol y diazepam, qué bello es el cadáver de un periódico que escribió noticias del siglo pasado. Elegí a Rapeman y los aliados de los lagartos, los sonidos que le dedican a Tamara valen todo el millón de euros con el que terminan el disco, punk de vieja escuela que señalan la arteria exacta donde se encuentra el punto de extracción. Una vez más en el caos y la maraña el espíritu de Triquinoise sobrevive y Repetidor siguen avanzando en su catálogo de salvación, como predicadores politeístas.

Algunas palabras sobre Toma de tierra de Bruno Galindo (Libros del KO, 2022) -Primera parte-

“Está vacío el cuarto de hotel: hasta que yo entro
Luego, si entro, yo estoy. Está lleno. El cuarto de hotel.”
Oswaldo Lamborguini

Bruno, te escribo desde Ateca, a un poco más de una hora de Zaragoza. Quizá pasaste justo al lado cuando ibas o volvías del cierre de Zona de Obras cada mes. Eran tiempos buenos, eran tiempos distintos. Dicen que la nostalgia no es el mejor combustible para la creación, pero supongo que todos necesitamos que nos recuerden que hubo un momento en la historia en el que David Bowie y Leonard Cohen estaban vivos o que pudimos ver a Luis Alberto Spinetta y Gustavo Cerati en La Casa del Loco y éramos doscientos fanáticos que no sabíamos la magia que se deslizaba entre las manos.

Alguien, Bruno, que nos recuerde que existía un holandés viviendo en Calanda que se llamaba Dick el Demasiado y una vez tomaste con él un vermú en El Imperdible, el sitio más lindo de toda la ribera. Que David Giménez, el dueño, cartonero y cantante lowfi escribe poemas con tiza para que el resto de la gente de Remolinos se anime a montar proyectos de spoken word e, incluso, hacer un festival donde haya más gente en el escenario que entre el público.

Bruno, te escribo porque una vez me pidieron que te hiciera una entrevista y solo he encontrado las preguntas, no sé qué fue de aquellas respuestas. Te escribo, también, porque en tu libro has conseguido capturar una parte de mi vida sin darte cuenta, un ámbar donde está la máscara de El Santo, la muchachita punk de Fowgill o el disco en solitario de Javier Gurruchaga. También la entrevista al compositor de Os Mutantes que aparecía en un número de Zona de Obras. Leerla fue como tomar un ácido. Creo que si hubiera lamido el papel hubiera agarrado mi poncho y me hubiera convertido en el justiciero. Bruno, solo darte las gracias y, si me lo permites, navegar por las páginas buscando encuentros y casualidades, amor y apatía… porque cualquiera que me pregunte le digo: si te vas de gira, llévate este libro. Y si estás dando clase de matemáticas en un instituto de un pueblo de menos de dos mil habitantes, hazlo también. Bruno, te cito: “Que la música se abre paso como el agua por las rejillas de un empedrado”.

Aquí una pequeña mixtape que acompaña esta primera parte de lectura

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Algunas palabras sobre Evitar la niebla de Fernando Sanmartín (papelesmínimos, 2022)

Cuando de la niebla solo quede el agua en los dedos, los libros de Fernando Sanmartín habrán recorrido ya todos los cauces de nuestras almas. Belleza y pobreza riman en consonante mientras la humedad relativa es un almanaque para un estudiante de ingeniería química. La exquisita edición de este nuevo poemario de Fernando Sanmartín convierte junio en un verano adelantado, una naranja todavía dulce, el olor al mar a millones de kilómetros de distancia.

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Algunas palabras sobre Sinsonte de Walter Tevis (Editorial Impedimenta, 2022)

Sinsonte de Walter Tevis es uno de los libros más interesantes de ciencia ficción anticipatoria que uno puede encontrarse ahora mismo. Tiene el sabor de la producción pulp de los cincuenta, la desesperación de los David Foster Wallace, Don DeLillo o George Saunders, algo del Philip K. Dick más contenido, el minimalismo apocalíptico de Cormac McCarthy y un claro homenaje a la robótica filosófica de Isaac Asimov. Es amor y valium, es una sociedad circular, obsoleta, es un Parque de Atracciones de los ochenta, con los autómatas llenos de óxido. Es poesía y belleza. Aquí unas claves y algunas reflexiones.

Las claves (primera parte):

A) Comienzo donde reina la confusión: todo es tabula rasa. ¿Qué habrá llegado a nosotros y qué no?
B) Todo estaba grabado. Audio y vídeo. Nada de libros, nada de letra impresa. Todos acabamos siendo Johnny Deep. Autómatas que repiten el guion de la vida en nuestros oídos para hacerlo más sencillo. Malos actores atiborrados por las sustancias, en una confusión controlada.
C) Apostar por la NEOLENGUA. Porque al final nadie podrá quemar todos los libros, porque la lujuria de lo prohibido se impondrá.
D) Siempre hay zoológicos. Desde la época en la que se dibujaban en atlas hasta hoy. Zoológicos, siempre. Virtuales, extraños lugares.
E) Cuando quedemos pocos, solo comeremos y nos drogaremos. Dictadura del gordo Lee el resto de la entrada »