Algunas palabras sobre Aniquilación de Michel Houellebecq (Anagrama, 2022)

¿Es este el libro definitivo de Michel? La guía que muestra el camino hacia la destrucción total de la sociedad europea o, simplemente, un experimento de brevísima empatía familiar del antiguo enfant terrible de las letras francesas. ¿Enterrará esta documentada trama de funcionarios y espías los desmadres de sexualidad demacrada y existencialismo de nicotina y vino caro de sus primeros libros? Los que comenzamos la lectura del manuscrito sin leer la solapa nos adentramos en la mente del monstruo buscando colmillos y garras en cada esquina, desviaciones tras las persianas de la Francia periférica, en los lavabos de los trenes de alta velocidad que recorren las regiones del país galo, el país galo de mañana, cuando la socialdemocracia esté a punto de perder la batalla frente al fascio y la paz social. La mirada conservadora y religiosa de una sociedad eminentemente laica y centralista no sirve como evasora de más impuestos que el de un alma que se ha vendido hace tiempo. La prosa es precisa, quirúrgica, abrumadoramente pasiva. Descripciones que somatizan la apatía del protagonista, incapaz de ir más allá en el amor familiar y de pareja pero tampoco embajador de la revuelta ácrata. No hay banderas ni barricadas, pero sigue habiendo queso y licores. En el VSOP & Napoléon Bas-Armagnac de Luis Ocaña deja restos de pólvora en el paladar.

 

«Terminada la lectura, retomo el texto. Abro el paraguas y la sombrilla, porque hay sol y sombra a nuestra disposición. El libro es una fuerza antinatural, una sociedad que se derrama por todos los lados. Recorre desde las clases altas hasta la media baja de una Francia que se sujeta con los alfileres del centralismo y los valores de la República».

Un libro, Aniquilación de Houellebecq que parece una enorme bolsa de macguffin sin que por ello parezca caótico. Es la novela de Houellebecq sobre la familia y sobre la muerte. Porque todo lo demás, el sexo, el dinero, las humillaciones, los sueños… todo está incluido en sus seiscientas páginas. Godrefoy, el primer sobrino del protagonista y Anne-Lise, la segunda, son detonantes, como cualquier elemento de la novela, para acontecimientos cualitativos. Es como un antiguo videojuego en el que uno podía encontrar en el escenario a recorrer piezas aunque no supiera si las iba a utilizar después. <>, Houellebecq sigue obsesionado con el Frente Nacional y la inmigración.

«Una obsesión común a cualquier europeo iluminado y nos azota para que no olvidemos de dónde venimos y a dónde podemos llegar. Carrie Ann Moss y Nirvana, en los pósters de la vieja habitación del protagonista es una advertencia clara: estoy escribiendo para TI, cuarentón funcionario con un hijo y algo de sobrepeso. ¿Qué tal llevas la alopecia? ¿Sigues fumando? Debería dejarlo. Tomo nota Michel».

Me maravilla la capacidad que tiene el autor francés que, aparte de las bromas cómplices en la red, ha superado a toda su generación, incluyendo al cada vez más insulso Emmanuel Carrère, para recorrer géneros y llevarnos del misterio policíaco, los entresijos del poder político, la depresión intelectual, las relaciones familiares, incluyo el arte y el territorio, para acabar en el abismo provocando la primera lágrima de empatía en mi trayectoria semiprofesional de lector y teórico de Houellebecq. Me alegra que no pierda la costumbre de introducir algún elemento de matemática avanzada como es el Teorema de Wedderburn (“todo cuerpo finito es necesariamente conmutativo”) que me recuerda a lo que me costó hace un lustro aprobar “Estructuras algebraicas” y cómo siempre he deseado incluir en alguna reseña o cuento corto una referencia a los cuerpos abelianos o al número de Betti y los coeficientes de torsión.

El Baphomet, el diablo adorado por los templarios, el pentáculo que viene del pentágono regular convexo, una de las figuras planas más complejas de dibujar y que tiene relaciones matemáticas complejas entre sus ángulos y sus lados.

Parece que Houellebecq bromea sobre la sociedad automatizada incluyendo elementos de lo que ya es novela pulp. No me dirán que los libros de Dan Browm, refritos de las teorías setenteras de aquellas colecciones “Otros mundos”, los magos, el regreso de los dioses en los carros de fuego, no son ya material de novelita barata, para justificar lo abominable. E incluso un poco de religión de imaginario basado en espíritus femeninos y masculinos, la luna y el sol. Ya no sé si la sonrisa de Houellebecq llegará al leer estas reseñas sesudas o si ya se estaba burlando cuando buscaba información sobre wiccams y Sepultura.

El sexo como acicate de la existencia, el sexo en silla de ruedas, el sexo recuperado tras décadas, el sexo pagado, el sexo casi incestuoso, el sexo producto de ensoñaciones, el sexo interracial… el hombre y el escritor. La fragilidad anatómica de Houellebecq siempre lo ha convertido en una especie de demiurgo, de rijoso literario en la tradición europea, como lo fue Camilo José Cela. Mirar y escuchar. Pero también coloca en primer plano una realidad frente a la que no podemos mantenernos como figuras inertes: el acceso al sexo, que no a la sexualidad, es universal, digital, abrumador. Uno no elige, se impone, se producen pulsiones, se termina abandonando, se retoman deformadas. Y, finalmente, casi es un acto de fe y religiosidad la intimidad personal, consensuada y libre. El gran cabrón, el sórdido heredero de Sade, llora con la recuperación del sexo marital. Es un rebelde, es un ácrata, es un provocador… o, quizá, solo se esté riendo de nosotros.

En un artículo en este mismo Motel Margot escribí sobre la reedición en España del ensayo de Houellebecq “H. P. LOVECRAFT: CONTRA EL MUNDO, CONTRA LA VIDA” de Anagrama. En esta novela el autor francés introduce sueños vívidos, surrealistas, herméticos, una montaña rusa de elementos y situaciones que parecen cartas para sus maestros pánicos: Fernando Arrabal o Alejandro Jodorowsky. El sueño, como elemento literario, ya había aparecido en los poemas de Renacimiento que yo leí en la edición de Acuarela. Es más, son sueños que llevan a paisajes habitados -más bien dominados-, por primigenios hermanos de Cthulhu…aquellas semillas deformes que crecían como raíces entre los respaldos del TGV mientras su protagonista recorría una Francia milenaria y atemporal. Solo los fragmentos de los sueños, como el vaciado del disco duro, son un ejercicio de exigente lectura. Por eso uno prefiere estar del lado de Dios y de David Hilbert.

<>. Siempre se ha considerado a Houellebecq como un autor urbanita y postmoderno, un cínico, un agrio defensor del placer, exigente en los vinos y el sexo, pero si uno lee su obra con detenimiento descubre que poco a poco, aunque sea a través de escapadas en trenes rápidos, dominando los horarios y las estaciones, recorre su país con devoción, pero con cierta crítica también. Es un rebelde, no se conforma con el chovinismo centralista y parisino, se deja llevar y contempla el movimiento de la naturaleza en lugares donde Europa sigue siendo Europa y no un cadáver que pivota entre el capitalismo oriental, la inmigración agresiva y los incendiarios de la ultraderecha.

«Atrapados por el miedo a los atentados de colores diversos, degrada las celebraciones y los maniqueísmos posteriores, porque la muerte es la muerte… incluso el personaje del político de alta esfera verbaliza el pragmatismo del europeo medio: no quiere pedir paz y concordia, quiere venganza».

Es la realidad, la sensación de que ninguno de nosotros hemos comenzado una guerra, que no hemos ofendido o despreciado a colectivos, haciendo que respondan con bombas y asesinatos. Concordia de papel, que arderá en el siguiente atentado llevándose por delante las buenas intenciones que, seguramente, serán sustituidas por otras.

La sexta parte del libro culmina con un paseo, un recorrido compungido, una realidad que nos llegará o que nos ha llegado. Es un libro sorpresa, un libro dentro de otros muchos libros. Un abrazo, un disparo, un salto cualitativo. Si al principio de este texto comentaba que no sabía muy bien a dónde iba Houellebecq, ahora lo sé. Al abismo, claro. Al salto cualitativo. Era incluso explícito en el título. ¿Es este el mejor libro de Houellebecq? Yo tengo mis favoritos en la lista. Pero esto no es una carrera de sacos, esto es una novela majestuosa, hermosa, la mejor que he leído este curso.

Ahora contemplo el ejemplar, que ha recorrido conmigo dos hospitales distintos, ida y vuelta de regional express, un incendio en mitad de la noche, inyecciones contra el dolor, lágrimas, agua de piscina, química a mansalva. Está tocado y está vivido. Es literatura y es vida. Es Michel Houellebecq.

Escribe aquí tu comentario





    Normas para comentar en 20minutos.es

    • Antes de enviar su comentario lee atentamente las normas para comentar en 20minutos.es.
    • Esta es la opinión de los internautas, no la de 20minutos.es.
    • No está permitido verter comentarios contrarios a las leyes españolas o injuriantes.
    • Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
    • Por favor, céntrate en el tema.
    • Algunos blogs tienen moderación previa, ten paciencia si no ves tu comentario.

    Información sobre el tratamiento de sus datos personales

    En cumplimiento de lo dispuesto en el Reglamento (UE) 2016/679 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de abril de 2016 relativo a la protección de las personas físicas en lo que respecta al tratamiento de datos personales y a la libre circulación de estos datos, y Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de Protección de Datos Personales y garantía de los derechos digitales le informamos que los datos de carácter personal que nos facilite en este formulario de contacto serán tratados de forma confidencial y quedarán incorporados a la correspondiente actividad de tratamiento titularidad de 20 MINUTOS EDITORA, S.L, con la única finalidad de gestionar los comentarios aportados al blog por Ud. Asimismo, de prestar su consentimiento le enviaremos comunicaciones comerciales electrónicas de productos y servicios propios o de terceros.

    No está permitido escribir comentarios por menores de 14 años. Si detectamos el envío de comentario de un usuario menor de esta edad será suprimido, así como sus datos personales.

    Algunos datos personales pueden ser objeto de tratamiento a través de la instalación de cookies y de tecnologías de tracking, así como a través de su acceso a esta web desde sus canales en redes sociales. Le rogamos consulte para una más detallada información nuestra Política de Privacidad y nuestra Política de Cookies.

    Los datos personales se conservarán indefinidamente hasta que solicite su supresión.

    Puede ejercer sus derechos de acceso, rectificación, supresión y portabilidad de sus datos, de limitación y oposición a su tratamiento, así como a no ser objeto de decisiones basadas únicamente en el tratamiento automatizado de sus datos, cuando procedan, ante el responsable citado en la dirección dpo@henneo.com

    Le informamos igualmente que puede presentar una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos, si no está satisfecho con en el ejercicio de sus derechos.