El empoderamiento de las mujeres debe comenzar con el derecho a la tierra

Por Justine Uvuza

En muchos países, la mujer se enfrenta a barreras específicas cuando quiere adquirir tierras. Esta entrada de Justine Uvuza revisa detalladamente la relación entre el derecho a poseer tierras y el empoderamiento económico de la mujer.

La propiedad y la ciudadanía son lo que nos define mayormente y las dos interactúan de manera fascinante.

Para entender cómo la propiedad fortalece la capacidad de las personas para disfrutar una ciudadanía plena, – y aquí estamos hablando de la identidad cívica y la capacidad de disfrutar los derechos económicos y civiles en contraposición a la ciudadanía legal-, no hay que regresar a los antiguos griegos y romanos, quienes basaban el derecho al voto por ser terratenientes (además del género y la edad). En efecto, el vínculo entre la propiedad y los derechos cívicos está plasmado claramente en cualquier lectura de historia de los Estados Unidos o de Europa.

Aún hoy, en decenas de países de Asia, Oriente Medio y África subsahariana, las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres a la hora de poseer y heredar tierras. Frecuentemente, las mujeres son consideradas “custodios,” o sea, a quienes se les encomiendan las tierras para sus hijos. No es coincidencia que, en estos mismos países, ellas sean a menudo vistas como inferiores por el sistema legal – no pueden firmar un contrato, abrir una cuenta bancaria o tomar un préstamo.

Una mujer del estado de Andhra Pradesh, en India, recibe un título de propiedad. Foto: cortesía de Landesa

En las dos décadas en que he trabajado en el sector de derechos a la tierra, he visto cómo estos derechos refuerzan la condición social de las mujeres, las familias y las comunidades, la legitimidad y el sentido de pertenencia a la sociedad. Los beneficios no económicos de los derechos a la tierra son más difíciles de cuantificar que los económicos: la mejora en la salud y la nutrición, y la reducción de la pobreza, que han sido ampliamente documentados en múltiples estudios. Sin embargo, son los no económicos los que creemos de vital importancia para que las familias y las comunidades donde hay mujeres perseveren en la reducción de la pobreza.

El derecho legal a la tierra hace más visibles a las mujeres, les confiere una voz más destacada y refuerza su confianza. Las mujeres con derecho a la tierra en la India, a menudo nos dicen que ahora se sienten facultadas para hablar en casa y en las reuniones de la aldea, y pueden acceder a los servicios públicos como los programas de nutrición, de trabajo y otras iniciativas destinadas a ayudar a las personas más pobres. De hecho, no era necesario que fueran terratenientes para acceder a estos programas; suponían que tenían acceso y simplemente no lo solicitaban hasta tener la sensación de tener el derecho como propietarias de tierras.

Decir que alguien tiene el “sentido de derecho” tiene una connotación negativa en el mundo occidental. Pero en algunas partes de África y Asia, dar a las mujeres el sentido de derecho, especialmente a las mujeres rurales, es crítico. El derecho señala que ellas saben que cuentan, que son dignas del apoyo gubernamental y el resto lo aprueba. Mejorar el derecho de las mujeres a la tierra hace de palanca para que hay cambios reales.

Cuando Shushmita Pallam ganó los derechos sobre una parcela de tierra a través de un programa gubernamental en Andhra Pradesh, India, le dijo a mi colega, “La tierra me ha ganado a mí y a mi familia una vida de dignidad y oportunidad.» Como terrateniente, ella ahora se siente con derecho y otros así la perciben. Ahora tiene un mismo pie de igualdad con sus conciudadanos.

Del mismo modo, un joven Maasai en Kenia llamado James, le dijo a un colega que antes de reconocer los derechos de las mujeres a poseer y heredar tierras, «pensé en mi hermana como una extraña que vivía temporalmente en mi casa». Las mujeres que viven en África y Asia se mudan a la aldea de su esposo cuando se casan y debido a esto a menudo tienen la condición social de “forastera», tanto en su hogar de nacimiento como en su hogar conyugal. Los forasteros, naturalmente, tienen las exigencias más débiles de la tribu, la comunidad o los bienes más importantes de la familia: la tierra.

Fortalecer el derecho de la mujer a poseer tierras cambia esto. Cuando las mujeres tienen derechos sobre el bien más valioso de una comunidad o del hogar, se les considera que pertenecen y tienen derechos.
Un número cada vez mayor de países ha reconocido que los derechos sobre la tierra son un derecho de paso, una palanca clave para empoderar económicamente a las mujeres y a las comunidades a un nivel fundamental. Países tan diversos como Ruanda o India están trabajando para asegurar que los derechos de las mujeres a la tierra estén protegidos ante la ley y en la práctica.

Estas leyes están ayudando a las mujeres a ganar la confianza, el apoyo y el derecho a decir, como una mujer en la India le dijo a un colega mío, «Antes yo no era nadie, pero ahora que tengo tierra, soy alguien.”
Por Justine Uvuza, especialista senior en género y tenencia de la tierra en Landesa, organización mundial de derechos a la tierra, sin fines de lucro.

Este blog fue originalmente publicado por The Wilson Center’s New Security Beat.

 

2 comentarios

  1. Dice ser el cuerpo y el sexo sin diferencias en mente

    El empoderamiento de la mujer también empieza liberándose de ropas de tradiciones represivas añejas y aceptando la naturaleza femenina, como la masculina, sin tener que pedir perdón por ser bonitas o bonitos ni sentirse culpables de los males que provoquen los brutos y brutas por ser lindas y lindos, ellos y ellas.
    A lo otro se le llama censura y represión, y la censura, la represión y la coacción, ni liberan, ni empoderan, ni dejan ser libremente. Eso no empodera. Eso empobrece..

    14 octubre 2017 | 11:59

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