Asumir diez hallazgos clave en/sobre el cambio climático

Entristece hablar de estas cosas. Parece que reflexionar sobre la crisis climática es avanzar una necrológica. Pero lo será mucho más si nos desentendemos y no alentamos una transformación de vida que a todos nos beneficia. Porque, mal que nos pese, el desarrollo llamado sostenible es en realidad insostenible, el anatema llamado decrecimiento es cada vez más inexcusable. Por muchas razones, entre ellas que se confunde calidad de vida con niveles de consumo. Que nos han ocultado que consumo no es lo mismo que consumismo, inducido no por necesidad sino para servir a las grandes compañías que mueven los hilos de nuestras vidas. Por eso nos cuesta tanto asumir la situación actual, la propia y la que afecta a las poblaciones más vulnerables. Recordamos que Carlos Taibo razonaba que crecimiento no es siempre positivo si lleva muchas maldades detrás; que decrecimiento no tiene por qué ser negativo si nos acarrea bondades.

En esta entrada vamos a recoger lo expuesto por el WRI (World Ressources Institute) a propósito del informe AR6 elaborado por el IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) 2023, que será el último hasta 2030. Por tanto, es como nuestra lectura social de cabecera para tratar de mitigar los problemas venideros y adaptar nuestras vidas a situaciones no deseadas, que se han ido de las manos ante la indiferencia global. Mucha culpa la han tenido las grandes energéticas –enriquecidas casi hasta el infinito posible en tiempos de crisis- que con sus lobbies han engañado a todo el mundo, desde nuestros políticos y los de Bruselas hasta a cualquier mandatario de un recóndito lugar. ¿Y si aún quedara una rendija de esperanza climática? Sería en realidad una justicia global si conseguimos mitigar los perversos efectos de la crisis climática y adaptar nuestra vida futura teniendo en cuenta que hay situaciones que ya son irreversibles. Sobre todo para los jóvenes que, como evidencia el informe, verán muy dañadas sus vidas presentes y futuras.

El informe plantea alguna esperanza pero conforma a la vez una estampa global sombría. En sus casi 8.000 páginas el AR6, así se titula el documento, detalla de forma pormenorizada bastantes de los graves efectos que el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) ya ha tenido en el mundo. Varios factores han provocado la pérdida de medios de subsistencia, una fragmentación en la aldea global y de comunidades, se han llevado por delante muchas viviendas en episodios ciclónicos o en inundaciones severas, además de otras calamidades. Pero los riesgos serán cada vez más peligrosos, recurrentes e irreversibles si no hay cambios en el rumbo de las emisiones atmosféricas, si seguimos emponzoñando los mares y otras malas prácticas como la deforestación global.

En resumen dice más o menos así:

  1. Debido al calentamiento antropizado perceptible en el incremento de 1,1 ºC, se han provocado cambios climáticos extremos con efectos graves en el nivel de los mares, en el retroceso de los glaciares, en la acidificación de los océanos, el deshielo del permafrost y los glaciares, y múltiples trastornos en la biodiversidad global.
  2. Los trastornos climáticos en las personas son más generalizados y severos de lo que se pensaba. Por eso cabe aventurar que los riesgos futuros se incrementarán con cada fracción de grado de calentamiento. Ya está sucediendo con virulencia en lugares concretos. El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hablaba de que ya hay fijado un «atlas del sufrimiento humano y una acusación condenatoria del liderazgo climático fallido».
  3. Tras las limitadas medidas de adaptación – en gran medida a pequeña escala, reactivas e incrementables, y la mayoría se centra en los impactos inmediatos o los riesgos a corto plazo- apenas pueden generar resiliencia de manera efectiva, se necesita un mayor financiamiento para aumentar la escala y magnitud de las incipientes soluciones.
  4. Por desgracia, algunos de los impactos climáticos medidos objetivamente son tan severos ya que no se pueden adaptar, lo que genera enormes pérdidas y daños irreparables. Bastante más abultadas en lugares concretos, que suelen coincidir con los espacios que habitan personas más vulnerables y sostienen biodiversidades más frágiles. Si bien en la COP27 se establecieron acuerdos de financiación, incluso se marcó un fondo específico, todavía no se han detallado como se hace frente a esas ayudas de financiación que necesitan además concretar detalles sobre su adecuación, accesibilidad y previsibilidad de estos flujos financieros para aquellos lugares que experimentan mayores pérdidas y daños.
  5. Si las emisiones globales de GEI alcanzaran el máximo de 1,5 ºC antes de 2025 sería un desastre. Por eso habría que reducir ya drásticamente las emisiones. Aunque ha habido reducciones ciertos años y en según qué países, habría que alcanzar una reducción del 45 % en comparación con las proyecciones basadas en las políticas actualmente vigentes para llegar a 1,5 °C y 30 % para 2°C.
  6. Sin paliativos, el mundo debe alejarse rápidamente de la quema de combustibles fósiles, la causa número uno de la crisis climática. En el mismo horizonte de limitar el calentamiento a 1,5 grados C, el uso global de carbón se reduce en un 95 % para 2050, el petróleo se reduce en un 60 % aproximadamente y el gas en un 45 %. Pero cuidado, algunos bancos multilaterales de desarrollo continúan invirtiendo en nueva capacidad de carbón.
  7. “Si bien los combustibles fósiles son la fuente número uno de emisiones de GEI, se necesitan reducciones profundas de las emisiones en toda la sociedad para combatir la crisis climática. La generación de energía, los edificios, la industria y el transporte son responsables de cerca del 80 % de las emisiones globales, mientras que la agricultura, la silvicultura y otros usos de la tierra representan el resto.
  8. Hay que eliminar el carbono ya presente en la atmósfera. Esto se puede lograr mediante soluciones naturales, como secuestrar y almacenar carbono en los árboles y el suelo, con tecnologías más incipientes que extraen dióxido de carbono directamente del aire.
  9. El financiamiento climático debe aumentar drásticamente en esta década, tanto para la mitigación como para la adaptación.
  10. El cambio climático, así como nuestros esfuerzos colectivos para adaptarnos y mitigarlo, exacerbarán la inequidad si no logramos garantizar una transición justa. Si bien los hogares con ingresos en el 10 % superior -la mayor parte en los países desarrollados- emiten más del 45 % de los GEI del mundo, mientras que las familias que ganan en el 50 % inferior representan el 15 % como máximo. De hecho, en la actualidad alrededor de 3.500 millones de personas viven en países muy vulnerables a los impactos climáticos, con puntos críticos globales concentrados en el Ártico, América Central y del Sur, los pequeños estados insulares en desarrollo, el sur de Asia y gran parte del África subsahariana.

Cuesta asumir todo esto desde nuestro mundo de confort. Pero si se mira bien algo de miedo da el futuro. Lo repetimos, aunque quienes hayan llegado hasta aquí ya lo sepan: el AR6 del IPCC deja en claro que los riesgos de la inacción sobre el clima son inmensos y el camino a seguir requiere un cambio a una escala nunca antes vista. Jamás hemos tenido más información sobre la gravedad de la emergencia climática y sus impactos en cascada, o sobre lo que se debe hacer para reducir la intensificación de los riesgos. Por eso, todavía es posible limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados C pero solo si actuamos de inmediato. Hay que animar sobre todo el sentimiento en los jóvenes de su poder transformador frente el cambio climático.

 Algo anda torcido en el Museo Leopold de Viena. Obras maestras cuelgan en un ángulo equivocado de varios grados, en una metáfora visual de cómo un pequeño aumento en la temperatura global del planeta puede tener efectos catastróficos. (EFE/ Antonio Sánchez Solís)

Ha quedado muy extenso pero aquí lo dejo para que lo relean los jóvenes y quienes ya no lo somos en el año 2025, y cinco años más tarde.

Posdata. Dicen que el día 26 de marzo se celebraba el Día Mundial del Clima.

Dos días para celebrar la primavera con poesía, agua y bosques

La primavera la sangre altera, se repite una y otra vez. Como queriendo decir que algo cambia en los organismos, no solo humanos. ¿Y si la sabiduría popular tuviese fundamento? Vamos a concederle por una vez el beneficio de la duda. Se sabe que la luz solar, que ya se empareja en su duración con la oscuridad de la noche, estimula la producción de serotonina y rebaja un poco la de melatonina. Además entran en acción preferente otra serie de hormonas que en general mejoran el estado de ánimo. Hay días con suerte como este 21 de marzo en los calendarios mundiales, sobre todo en el hemisferio Norte, en los que esa “efervescencia” humana eligió como punto de partida de algo nuevo, diferente aunque cada año se repita; aunque la primavera astronómica comenzase este año en España el 20 de marzo. Susceptible de ser poemado, y mira por donde se ligó lo de la “alteración” de la sangre a la efusión vital de la poesía. Y así este día es algo especial, que renueva hasta el pensamiento, que invita al optimismo. A gente más y a otra menos.

Todo se catapulta en este equinoccio. Recordemos como lo vemos en el hemisferio nuestro. Los pájaros cantan más fuerte, las plantas retoñan tras el invierno, otros seres vivos abandonan sus escondrijos invernales. Las yemas de muchos árboles se engordan y explotan en un concierto de colores. Ahora mismo el blanco ciruelo de mi casa es lugar de encuentro de insectos varios. Y las personas se alteran en positivo y en negativo, por culpa de las malditas alergias. Pero en realidad, el poema de la vida lo relatan las bruscas diferencias de temperatura y de presión atmosférica, y esa luz solar que cada vez incide de manera más perpendicular y durante más tiempo; esa vitamina D que tanto se engrandece con la luz solar, aunque ahora alguna investigación lo dude. Y para mayor desenfoque, unos días después llega el cambio de hora que nos altera el ritmo circadiano. Hasta el microbiota intestinal dicen que se convulsiona. ¡Quién iba a pensarlo!

Almendros en flor en la Quinta de los Molinos de Madrid. (Jorge París/Archivo)

Quizás por ese sentido de renovación se eligió esta fecha para celebrar el día del agua (22) y de los bosques (21). Estos irán cambiando de color, se vestirán con otros ropajes, pero también los renovará la vida de todo aquello que no son árboles. Habrá que decirlo a menudo: el bosque es algo más que la suma de árboles. El bosque son muchos bosques en el amplio mundo, no siempre fueron así ni alguien clamó por ellos de la misma forma. De hecho, una vez escribimos sobre la desaparición casi total de los bosques primarios y redactamos un material para Greenpeace invitando a un paseo didáctico sobre los bosques primarios. El bosque animado, de Wenceslao Fernández Flores es poesía que los seres del bosque susurraron al autor para que los relatase en prosa. Por más que no tengan reloj ni cambien su horario de la misma manera todas las criaturas sí que aumentan sus actividades. La sensibilidad, especialmente con respecto al entorno pero no solo, también cambia la vida de los ecosistemas. Son ciclos para entender la vida, que año a año se repite sin ser la misma; ahora más influenciada por la errática desmesura del cambio climático.

El cambio climático se ha hecho crisis, por eso es más oportuno que nunca en estos días hablar de bosques y agua, de sus influencias en nuestros anhelos y ausencias. En muchos países del mundo, en donde sus aguas y sus bosques no son primavera poética.

El día 21 de marzo se ha programado el Día Internacional de los bosques 2023 con un lema trascendental y apasionante “Bosques y salud”. Aquí se explica por qué. En este documento la FAO insiste en que hay que fortalecer el nexo entre bosques, salud y nutrición. Pero los años anteriores los empeños y los reclamos de sus días se apoyaban en acciones/ideas fundamentales para todo el planeta: Madera sostenible para las personas y el planeta (2022), Restauración forestal: un camino a la recuperación y el bienestar (2021), Los bosques y su biodiversidad: Demasiado preciosos para perderlos (2020).

El día 22, Día Mundial de Agua pero nosotros lo hemos concentrado en el 21 con los bosques y la poesía, se inaugura en Nueva York la Conferencia de la ONU sobre el agua 2023 con una invitación a participar, incluso a enviar comentarios, quejas o sugerencias. En ella el Pnuma (Programa de la Naciones Unidas para el Medio Ambiente) presentará su informe Evaluación sobre los Progresos: los ecosistemas relacionados con el agua y los ODS. Pero es mucho más importante que todos los países acepten la Agenda de acción del agua, en la que todas entidades que lo deseen pueden anotar los compromisos y también los ODS asociados a las actuaciones. Porque el agua es universal en la configuración de una sociedad que quiera alcanzar la Cima 2030. La crisis mundial del agua puede tener efectos catastróficos según la ONU, que nos aporta una serie de datos para completar esta afirmación.

El día de hoy de los bosques y la poesía, es también el día de mañana del agua; y muchos más futuros días porque todo no se consigue en dos días. Porque en cada celebración se habla de vida y muerte, de poesía del futuro o necrológica sobre su posible defunción, o la nuestra. Por eso, en este día(s) tan glamuroso(s) vamos a empezar las transición de vida descubriendo un poema que habla de morir; los bosques y el agua son una epifanía laica de vida y muerte cada día. Es de nuestro Premio Nobel de 1977 Vicente Aleixandre. Solo morir de día:

El mundo glorifica sus alas.
Bosque inmenso, selva o león o nube;
pupila lentísima que casi no se mueve;
dolorosa lágrima donde brilla un lucero,
un dolor como un pájaro, iris fugaz en lluvia.

Tu corazón gemelo del mío,
aquel alto cantil desde el cual una figura diminuta
mueve sus brazos que yo casi no veo, pero que sí que escucho;
aquel punto invisible adonde una tos o un pecho que aún respira,
llega como la sombra de los brazos ausentes.

Tu corazón gemelo como un pájaro en tierra,
como esa bola huida que ha plegado las alas,
como dos labios solos que ayer se sonreían…

Una mágica luna del color del basalto
sale tras la montaña como un hombro desnudo.
El aire era de pluma, y a la piel se la oía
como una superficie que un solo esquife hiere.

¡Oh corazón o luna, oh tierra seca a todo,
oh esa arena sedienta que se empapa de un aire
cuando sólo las ondas amarillas son agua!

Agua o luna es lo mismo: lo impalpable a las manos,
linfa que goteando sobre la frente fría
finge pronto unos labios o una muerte escuchada.

Quiero morir de día, cuando la luna blanca,
blanca como ese velo que oculta sólo un aire,
boga sin apoyarse, sin rayos, como lámina,
como una dulce rueda que no puede quejarse,
aniñada y castísima ante un sol clamoroso.

Quiero morir de día, cuando aman los leones,
cuando las mariposas vuelan sobre los lagos,
cuando el nenúfar surte de un agua verde o fría,
soñoliento y extraño bajo la luz rosada.

Quiero morir al límite de los bosques tendidos,
de los bosques que alzan los brazos.
Cuando canta la selva en alto y el sol quema
las melenas, las pieles o un amor que destruye.

El expolio del agua, que no cesa, se legaliza por España

Desde que lo vi por primera vez me quedé impresionado. Estoy hablando, claro está, de El Expolio de El Greco. Mucha gente debió sentir algo especial al contemplarlo porque no sé si he leído que hay entre 10 y 15 copias, la mayoría de pintores cercanos a su escuela. Recuerdo que venía en unos calendarios mensuales que cuando era chico allá en el pueblo le enviaban a mi padre de la casa Titán, la más famosa de pinturas de entonces; pero de pinturas para servir a los pintores de brocha gorda que era el oficio de mi padre. Luego me enteré que la copia que se guarda en el Museo del Prado lleva la firma de su hijo, lo que en realidad ya se trata de un expolio. Está palabra me ató definitivamente a la admiración del cuadro; nunca antes la había oído y mucho menos utilizado. Hasta me fui al diccionario a buscar su significado. Y me encontré con algo sorprendente para mí invisible en las imágenes del cuadro: acción o efecto de expoliar, y esta a su vez despojar algo o a alguien con violencia o con iniquidad. Esto último no cuadraba en mi vocabulario con lo que tras una vuelta al diccionario me lo convirtió en maldad o injusticia grande. En fin, que no entendí el motivo de llamarlo así; hasta me llevé una seria reprimenda escolar por ponerlo como ejemplo de las palabras a las que se anteponía el prefijo ex. Menos mal que en la universidad pude revisar en un libro toda su mística interpretación. Allí me enteré de que venía del latín “exspolium”, un compuesto de ex- a partir del verbo  “spoliare” que significaba despojar, desnudar y arrebatar. ¡Anda qué si pillo a aquel maestro que me reprendió tanto y me llamó sabelotodo generador de ocurrencias!

La obra ‘El Expolio’ de El Greco en la Sacristía de la Catedral de Toledo. (EUROPA PRESS/ARCHIVO)

Desde entonces ha estado ligada a mi comprensión del devenir humano, como el expolio de los nazis de las obras de arte y otros expolios más cercanos, los de las iglesias rurales despojadas de todos sus tesoros. Un personaje célebre fue aquel Erik el Belga, expoliador de Roda de Isábena. La acción o efecto está presente hace cientos de años en el expolio de África, o los expolios de los conquistadores españoles, ingleses, franceses, etc., de los siglos XVI al XX; qué decir de los belgas del tal Leopoldo en el Congo. Lo he recordado mucho últimamente referido al agua, más que nada ligado a la construcción en embalses: Riaño, el Jánovas reversible y otros de Huesca me los reavivó Julio Llamazares.

Pero en el caso de la extracción desaforada de los acuíferos le viene muy bien calificarlo de iniquidad. Ya di cuenta en otra entrada del expolio de Doñana, que además cuenta con la bendición gubernamental andaluza permitiendo y legalizando todos robos de agua al acuífero de ese Patrimonio de la Humanidad. Es como si el gobierno de allí defendiese a la gente que roba algo al mundo. Varios periódicos de esta CC AA hablan directamente del expolio del agua.

Como queremos recuperar el uso de la palabra para denunciar los abusos en torno al agua hemos hecho una búsqueda por Internet. Nos hemos limitado solamente al territorio peninsular de España porque de otra forma esta entrada no tendría fin.

En solo siete días los parlamentos de Andalucía y Extremadura están tramitando sendas normas para legalizar lo que hasta ahora ha sido ilegal por no respetar las salvaguardas ambientales. Y lo hacen en Extremadura, a propósito de la ilegalizada urbanización -en febrero de 2022 el Tribunal Supremo ordenó que desaparecieran todas las construcciones– llamada la Isla de Valdecañas. Con recientes justificaciones -aprobadas por el parlamento extremeño- tan expoliadoras como “razones imperiosas de interés público de primer orden”. No tiene desperdicio la noticia que 20minutos tituló -con una delicada emotividad a favor de lo colectivo y judicialmente sancionado- Adiós a la Marbella extremeña.

No se queda atrás el Parlamento andaluz que, dominado por PP y Vox, registró por vía de urgencia una ley para legalizar tierras de cultivo de regadío que -por un despiste de conservación del acuífero envidia del mundo entero- dejó fuera de la normativa vigente de ordenación. Se potenció la expoliadora tarea acuática para “salvar 650 explotaciones que producen 100 millones de euros”, sin decir en cuánto tiempo, cuándo y de quién son esas tierras. Lo que suponemos que no desconocen los diputados y diputadas andaluces es que el expolio del agua en la cuenca del Guadalquivir se lleva a cabo por obra y gracia de fondos de inversión y grupos agroesportadores. Al menos así lo contaba hace poco más de un año agroinformación.com. En fin.

Buscando por ahí uno se entera de que el terremoto de Lorca de 2012 había sido agravado en sus efectos por la sobreexplotación del acuífero subterráneo del Guadalentín para el regadío; su nivel había bajado unos 250 metros en 50 años; lo que en ciencia se llama “la tragedia de los comunes”. No lo decimos nosotros sino que lo demuestra un estudio publicado en la revista científica Nature geoscience. Temblando está ya en Almería. Según publicaba  El Diario de Almería hace más de 10 años, el expolio del agua del subsuelo agravaría el riesgo de seísmos como el sufrido por Lorca unos meses antes. No era una opinión de una persona, sino que se basaba un estudio conjunto de la Universidad Complutense de Madrid y el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). De la misma opinión eran científicos de la Universidad de Almería y alertaban especialmente de los riesgos expoliadores –también la entrada de agua salina- a los que era sometido el freático del Campo de Dalías.

WWF ha desarrollado desde hace bastantes años campañas informativas que alertan de los robos o expolios del agua en España, un bien preciado que va disminuyendo pues llueve menos y se extrae cada vez más del subsuelo. Expresivo el título de una demanda publicada por la organización internacional hace poco más de un mes, coincidiendo con el Día Mundial de los humedales: Stop robo del agua para salvar Daimiel, Doñana y Mar Menor. Nos faltaba comentar el expolio sufrido por las Tablas de Daimiel y el Mar Menor; que se podría considerar como el paradigma del robo de aguas. Sobre Daimiel, WWF denunciaba textualmente: El último plan para restaurar las Tablas de Daimiel ha invertido 500 000 euros del Gobierno de España y de Castilla- La Mancha, procedentes de los fondos Next Generation, en acciones como la retirada de vegetación muerta o lodos acumulados pero se ha avanzado poco en erradicar el robo del agua. Es más, en la misma entrada se denunciaba que desde hace diez años este humedal se repone un poco porque se le bombean artificialmente desde el acuífero para aparentar una cierta normalidad. Pero el acuífero ya no aguanta pues más de 50.000 hectáreas de cultivo se riegan con agua extraída ilegalmente. En ocasiones se inunda la tierra seca con agua del trasvase Tajo-Segura.

El expolio del expolio, o viceversa, lo representa sin duda el mencionado trasvase. Porque las zonas limítrofes al Tajo soportan robos de decenas de años, comenzó la explotación en 1979, ante la desidia administrativa que solamente veía el agua agroganadera y turística de la zona del Levante. Ahora que hay una intención por parte del Ministerio de Transición Ecológica de reservar parte del agua a mantener vivos los ríos, los caudales ecológicos antes innombrables, la gente de Murcia y otras zonas que se aprovechaban de un trasvase nada mesurado se sienten expoliadas del agua que aseguran les pertenece. Se puede tomar el pulso de los ecos del reexpolio en varias noticias que recoge en su ‘minuteca’ sobre el trasvase nuestro 20minutos. Tan grave es la cosa que hace unos tres años los afectados acudieron a la ONU para que elaborase un informe sobre la polémica trasvasista, según recogía La Voz del Tajo. Desconocemos si ya se ha pronunciado la ONU.

Podríamos escribir páginas y páginas sobre el expolio del agua, acerca del agua como medio político, pero siempre nos quedaríamos cortos. Simplemente decir que mientras la sociedad en general, y los políticos en particular, no se den cuenta que vivimos en un mundo de recursos finitos, en donde la vida tiene unos límites que ya estamos sobrepasando hay poco avance colectivo. En este contexto, habrá que atender a que el supuesto desarrollo no lo es tal si hipoteca tanto nuestras vidas, más aún de los que vendrán detrás.

Tengo anotada en mi cuaderno de bitácora una denuncia verbal que formuló Kofi Annan, el anterior presidente de la ONU: “Para la supervivencia, el bienestar y el desarrollo socioeconómico de toda la humanidad es un requisito fundamental tener garantizado el acceso a un suministro suficiente de agua potable. Sin embargo, continuamos actuando como si el agua dulce fuera un recurso abundante e inagotable, cuando no lo es.”

Es a partir de esta consideración cuando toma forma algo tan esencial como el principio de precaución, enterrado en el fondo de las conciencias que nos dirigen, y alguna más, desde que el mundo se hizo consumista por excelencia. Allí se engrandeció el expolio, que en algunos casos ha llegado a robar el pensamiento de mucha gente.

Por fin un freno a los atracos ambientales en la mar océana

Empezaremos hablando de la mar océana, ese artilugio lingüístico –dos sustantivos seguidos que no se sabe cuál lo es y cuál adjetivo-, como si algún mar no fuese en cierta manera océano y viceversa. El hecho es que los Reyes Católicos nombraron a Cristobal Colón Almirante de la Mar Océana, o de las Indias, en las famosas Capitulaciones de Santa Fe, firmadas en aquel año que ocurrió todo, 1492. Sin duda para agradecer su tránsito atlántico en busca de honores y tierras llenas de recursos. No era altruista supongo.

Sí que lo son, y mucho, quienes han conseguido que el día 5 de noviembre, una fecha que debería ser tan recordada como el 12 de octubre, se haya acordado en Nueva York un Tratado de la ONU sobre los océanos, ¡después de dos décadas de negociaciones! El acuerdo mantiene vivo, más bien hace renacer, aquel objetivo tan deseado por muchos de nosotros para los océanos: el 30×30. O lo que es lo mismo: proteger el 30% de los océanos del mundo en el año 2030. Si así se desarrolla a partir de ahora tendremos por todo el mundo marino zonas total o altamente protegidas. Paraísos donde las criaturas marinas sean ellas mismas, interaccionen en sus entropías pero que no se vean molestadas por los atracadores de los mares y océanos.

(Fotografía facilitada por la NASA de la foto del archipiélago canario tomada por el satélite Terra, en la que las islas parecen navegar sobre el océano, dejando su estela.)

Desde aquí un recuerdo especial para Tony de Brum, sin duda lo nombraríamos Almirante Protector de la Mar Océana. Fue Ministro de Relaciones Exteriores de las Islas Marshall en tres ocasiones y se empeñó con la Higt Ambition Coalition en impedir los atracos ambientales que hacían varios países a costa de las criaturas marinas.  No debemos perdernos cómo impulsaba el asunto Higt Ambition Coalition for Nature and People –qué importantes son los añadidos-. No nos resistimos a copiar algo que decía hace un tiempo:

¡Restaurar la naturaleza es posible, alcanzable y necesario! Pero requerirá un esfuerzo global de todas las naciones. Para ello deben conseguirse:

  • mayores objetivos espaciales para proteger o conservar eficazmente al menos el 30 % del planeta (tierra y mar) para 2030,
  • gestión eficaz de las áreas protegidas y conservadas,
  • aumento de la financiación pública y privada para garantizar la gestión a largo plazo y la gobernanza local, y
  • mecanismos claros de implementación para poner a la naturaleza en el camino de la recuperación para 2030.”

Si esto se lograse, parece que empieza el recorrido, se evitarán graves atracos de los esquilmadores del océano. Se establecerán santuarios de biodiversidad que atraerán seguro a nuevas especies. Pero además se evitarán los atracones de tóxicos y otras mierdas como los plásticos y microplásticos que tan penosos daños causan a las criaturas marinas, y no es que estas sean glotonas sino que con pequeñas cantidades acumulativas sufren trastornos graves o desapariciones totales.

También merece nuestro reconocimiento la gente de otras ONG como Greenpeace. Se acuerdan cuando más de 5,5 millones de personas de todo el mundo, incluidas algunas famosas, firmamos para impulsar el Tratado de los Océanos. Desde la Alianza de Alta Mar, que agrupa a más de 40 ONG se señala que el nuevo tratado es un enorme paso para proteger legalmente con «santuarios oceánicos» la vida marina y adaptar «la gobernanza» de la altamar al siglo XXI. Por si hay gente que no lo sabe digamos que actualmente las áreas marinas protegidas apenas suponen un 1 %. Pero es que además de los atracos que sufren los océanos en forma de capturas, deben hacer frente al calentamiento global y a la acidificación de sus aguas y otros impactos de la crisis climática. Todo esto lleva la firma nuestra.

No olvidamos otros almirantes protectores de la mar océana. Uno tiene una devoción especial por Julio Verne por aquello de que en sus Veinte mil leguas de viaje submarino. Uno se inquieta por la contaminación al límite en que se encuentra nuestro cercano mar Mediterráneo, como denuncia una y otra vez WWF, y no solo plásticos de los que acumula el 7 % mundial siendo que el volumen de sus aguas apenas representa el 1 %. Debemos luchar para que tenga al menos el 30 % de su espacio protegido en 2030.

Jacques-Yves Cousteau (Bettmann Archive/Getty Images)

Cuando hablamos de mares y océanos pensamos que siempre estaremos en deuda con Jacques Cousteau y su Calipso. Si lo dudan lean la semblanza que de él hizo la Universidad Politécnica de Valencia. Para quienes por ser jóvenes no pudieran disfrutar de sus aventuras proteccionistas seguro que encontrarán muchas ventanas en internet que hablan de él y sus películas en Youtube. Pero sobre todo no dejemos de leer lo que podría ser su mensaje póstumo. En él da cuenta de su amor por los mares y todas las criaturas marinas. Alguna letra del reciente tratado firmado en la ONU es heredera de estos personajes. Fueron capaces de influenciar la cultura universal, y eso no resulta fácil. Como lo hizo Rafael Alberti con sus poemas sobre su añorado mar. No se pierdan el poema EL mar de Mario Benedetti e intenten responder a las preguntas que el uruguayo se formula.

Ni atracos ni atracones. Por unos océanos protegidos al menos en el 30 por ciento para 2030. Después seguiremos vigilando y pidiendo la ampliación de los espacios.

Doñana y sus circunstancias, el epítome de la desidia gubernativa

Doñana ya es un foco de atención especial de 20minutos, lo que da cuenta de su singularidad e importancia. Pero vamos a insistir en la necesidad de rescate porque lo más probable, de seguir las cosas así, es que llegue a 2030 apenas en su mínima expresión. No podremos llevar a La Cima nada más que algunas fotografías o vídeos y un botellín de plástico con aguas tóxicas, como muestra de lo que nunca se debió consentir.

Cuesta creerlo pero va para cierto. Doñana sigue hace años el camino de no retorno y ha entrado ya en el bucle próximo a la destrucción como conjunto. Servirá para apenas un registro catastral de parcelas de vida, cada vez más inconexas. Poco importa su historia geológica, ni siquiera la vital. Esa que nos hizo darnos cuenta de que había lugares de España que se parecían al paraíso de Aristóteles. Bueno a uno de ellos porque pensó en muchos. Del que nosotros hablamos es de aquel que alojaba a tantos libros de naturaleza maravillosa, una biblioteca de vida porque de la atenta mirada queda siempre un rastro. Vuelvo a sentirla otra vez desde la distancia y me pregunto si ahora le sienta bien aquello que decía Averroes que en la naturaleza nada había superfluo. Hay mucho superfluo en la naturaleza, casi todo lo han inducido los humanos que han querido sacarle todo su jugo líquido hasta exprimirla. Son sus cada vez más potentes circunstancias.

(Getty Images/iStockphoto)

Doñana ya no es Doñana, aunque sí figure en los mapas pintada de un azul esperanza. Son sus circunstancias. Las que se ven –sequía principalmente y muertes adelantadas de especies vegetales y animales- y aquellas que permanecen ocultas a la vista de las personas. Como esas que encuentran las tareas científicas que hacen de Doñana al menos un laboratorio. Como las que ha sacado a la luz una investigación del Idaea, organismo dependiente del CSIC, que advierte que los tóxicos encontrados en agua y sedimentos –algunos pesticidas prohibidos hace años como el aniquilador DDT, que lo fue en 1978- avisan de un riesgo cercano de muerte -aunque no inminente- si no se ponen los medios oportunos. Porque en determinadas zonas del puzle sistémico que es Doñana, las cercanas a los cultivos de arroz –rociados con pesticidas organoclorados (DDT) que tienen un gran poder de acumulación-. La vida languidece y pide auxilio.

Doñana va a dejar de ser Doñana sin agua. Me asomo con interés al especial de eldiario.es de diciembre de 2022. Qué pena produce que a estas alturas se tenga que dedicar toda una revista que responda al reto de Salvar Doñana, que reza en su portada. Allí se habla de muchas cosas, entre otras de los riesgos y secretos del agua, de cómo hacer visible el acuífero –si aguanta- porque ojos que no ven corazón que no siente y Administración que se esconde. Disfruten leyéndolo pero no se dejen eso de “ni agua para patos ni agua para fresas”. La ecodependencia y la interdependencia no se inventó en Doñana pero allí se proyecta esa película cada día, a cada hora, sea la estación que se, de día o de noche. Aquí está el agua que no llega a Doñana.

Doñana no será Doñana sin aves. La acumulación de tóxicos lleva a las aves a poner huevos con cáscara más delgada. Y ya se sabe, el embrión no se desarrolla igual y las roturas son frecuentes; el tránsito del aire por la cáscara –el secreto de los incrédulos- se hace demasiado incontrolado. El expolio del agua y los nidos devorados ha reducido las poblaciones desde el año 2004 pero parece que a partir de 2019 han entrado en picado hacia su desaparición. ¡Qué paradoja! Las aves de Doñana levantaron con sus vuelos la inicial preservación del posterior Parque Nacional, Patrimonio de la Humanidad. Si las aves migratorias no hacen parada en sus caminos norte-sur y sur-norte qué harán. El asunto es de tal gravedad que debería haber un Tribunal de Justicia Europeo para estos casos. Se ha roto la abundancia, se resquebraja la variedad. Señal inequívoca de que algo grave está ocurriendo.

(JOSÉ A. SENCIANES/CSIC)

Doñana no solo es Doñana. Lo han convertido en el estandarte fútil de lo que ocurre en otros lugares de España como las Tablas de Daimiel, también Parque Nacional. Es lo que llevamos por el mundo científico para promocionar la marca España. Pero no solo estos dos lugares emblemáticos sufren maldades y descuidos. España se adhirió al convenio Ramsar, que es más o menos la carta de protección de los humedales del mundo. Cuenta con 76 humedales de importancia internacional, el tercer país de mundo detrás de Reino Unido y México. Pues bien, varios de ellos (Doñana, Daimiel, Mar Menor y Aiguamolls de l’Empordà, entre otros) están sometidos a expedientes informativos y dos (Doñana y Delta del Ebro) tienen abiertos procedimientos de infracción europeos. Según contaba SEO/Birlife el pasado Día Mundial de los Humedales (2 de febrero), el 85% de los humedales de relevancia internacional se encuentra en un estado de conservación preocupante. Por eso la organización ecologista reclamaba que estos espacios naturales interiores y costeros fuesen declarados hábitats en peligro de desaparición.

Dicen que desde el Ministerio de Transición Ecológica van a hacer todos los esfuerzos para elaborar un salvavidas de Doñana junto con la administración andaluza. Por ahí anda, o debía hacerlo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir que del agua contaminada y la sequía debe saber mucho. Quienes no somos de allí nos preguntamos qué han hecho hasta ahora para no salvar Doñana. La avaricia productiva de la agricultura intensiva y la ganadería, dentro y fuera del parque no tiene límites; la desidia administrativa tampoco. Pronto la Unesco le quitará aquella estrella de excelencia de Patrimonio de la Humanidad que le había otorgado en el año 1994. ¿De quién es hoy patrimonio? ¿Qué pensarán, o pensarían si ya han fallecido, quienes poblaron este paraíso y los que hicieron de la lucha por Doñana el motivo de su acción participativa para el bien común? Quienes se rebelan ahora y ven el agua en forma de espejismo. Nos relatan su epítome.

(ahau1969 / iStock)

El paradigma de las renovables: según, cuándo, cómo y para qué

Claro que también nos falta el dónde y muchas más cuestiones. De siempre he dicho, y defendido en este blog, que soy partidario del crecimiento de las energías renovables por muchas razones. En 20minutos.es ya hay un blog que trata del asunto pero hay que insistir desde todas las esquinas de la vida. Aquí lo intentaremos hacer desde la perspectiva ciudadana, en la construcción de una cultura social, reivindicativa y comprometida por ser más eficiente. Esta arquitectura vivencial se manifestaba con escasas preocupaciones ambientales. Pero ahora, desde el atropello de Rusia, ha empezado a ver sus aristas sociales. Por eso aspira a que las renovables sirvan para evitar dependencias energéticas foráneas y para detener la pobreza energética de los hogares más vulnerables; es decir, por necesidad colectiva, incluso por beneficio personal. De hecho la gente ya está gestionando su instalación en sus viviendas.

Hubo un tiempo, no muy lejano, que se utilizaba el dato del consumo de energía para valorar la buena marcha de un país. Ya se han encargado las petroleras y gasistas de vendernos “ese bien vivir” financiando campañas negacionistas, maquillando las cifras que la ciencia difundía, y tergiversando la realidad, mientras perforaban por aquí y por allá. No hace mucho se conoció la ocultación de la verdad por parte de Exxon con respecto al cambio climático y el uso de combustibles fósiles. Ahora nos damos cuenta de que no sirve el más consumir, sino que prima el mejor; todo un cambio de paradigma. Tal es así que muchos países manifiestan encontrarse en emergencia energética. Y claro, se han puesto en marcha acelerada para hacer renovable la vida 100 %, y ese es un empeño sublime, pero irreal: el cambio tecnológico no tendrá materiales suficientes ni espacios idóneos, y luego está la movilidad.

Por eso el cambio de paradigma debe ser también cultural. Para ello necesita una nueva mentalidad social contra la contaminación generada por el uso de la energía y a favor de la sostenibilidad global de la vida. En suma, una transformación de los consumidores activos hacia los ciudadanos y ciudadanas ahorradores y después comprometidos-as. El uso de la energía forma parte de un paradigma más amplio, como nos presenta Oxfam Intermón con su iniciativa Trucos para una vida Eco-friendly. Quienes quieran permanecer desinformados que no miren, pero la eólica y solar fueron la principal fuente de energía en la UE por primera vez en 2022. Así nos lo cuenta CarbonBrief “ayudaron a Europa a sobrevivir una triple crisis creada por las restricciones en el suministro de gas ruso, una caída en la energía hidroeléctrica causada por la sequía y cortes nucleares inesperados”. En su informe se dan datos segregados por países.

Volvamos al cambio de paradigma, que debe ser personal y a la vez colectivo, para no perdernos en cifras. En el revuelto universo energético intervienen dos grandes condicionantes: cómo se produce y comercializa la energía que consumimos y cómo se comportan los consumidores, por costumbre o por nueva concienciación dineraria y ecológica. Además hay dos mundos energéticos principales en el consumo: el que se realiza en lugares determinados (industrias, servicios, domicilios, etc.) y aquel que comprende la movilidad (colectiva o individual).  El paradigma se complica aún más si miramos el asunto del consumo energético y la salud, especialmente el ligado a la movilidad urbana (individual y colectiva). Pasearse a determinadas horas por determinadas calles de nuestras grandes ciudades  es darle un chute contaminador a los pulmones. ¿No sería motivo suficiente para cambiar el paradigma del presente y del futuro, de lograr  ciudades resilientes, que se lleva mucho? Todo lo que antecede y sigue son pros y contras energéticos, pero vistos desde la justicia social, cuyo día universal viene señalado en el calendario cuando esto escribo, 20 de febrero de 2023. Sin embargo, al margen de fechas señaladas, que no se nos olvide que energía la más limpia y barata es aquella que no se consume, que se ahorra. Ese podría ser el fundamento del nuevo pensamiento social, lo que significa una importante transición que es incluso ideológica.

Una posible solución pasa por producir energía en tiempos de vulnerabilidad global sin causar perjuicios ambientales; no es fácil pero se puede quedar cerca. Así la promocionan los movimientos ambientalistas y energéticos no depredadores. La realidad es que las renovables están revolucionando el mundo compartido, pero creer a pies juntillas que la transición energética se soluciona con poner paneles en los tejados es un disparate técnico y roza la anticiencia, defendió un Director General del asunto en la Comunitat Valenciana; fue cesado. Hace muchos años que alguien dijo que la energía ni se crea ni se destruye sino que se transforma, pero el axioma no cala en la cultura popular ni en la mercantilizada rapiña energética, que ha ganado últimamente dineros a mansalva. Ahora sabemos que su transformación, si se logra, también llega a la calidad de vida, pero necesita generalizar este paradigma.

Aerogeneradores de la Granja Eólica de la compañía alemana de suministro energético RWE en el Mar del Norte, Alemania. (EFE/Archivo)

Luego está el asunto de la ocupación del territorio por parte de las renovables; la película Alcarrás trata de la lucha ciudadana por este motivo. Como la que defendió Rodrigo Sorogoyen al recoger su Goya por As Bestas para terminar repitiendo ese otro paradigma que ya empieza a calar en la cultura social: renovables (energía eólica) sí, pero no así. Será por denuncias como las que plantean las dos películas que algunos defienden no impactar tanto en el paisaje y llevar los huertos solares a tejados de instalaciones públicas y a áreas ya degradadas. Por ahora vemos todo un maremágnum que confunde a los usuarios y en cierta manera cortocircuita el paradigma: autoconsumo con placas en los tejados, comunidades energéticas de distintas modalidades, planteamientos municipales concretos para los centros históricos, abono a tarifas reguladas o sin regular, etc. Todo subliminal o directo, como esos anuncios promocionales de los lobbies renovables (que empujan las gigantes compañías petroleras de EE UU y Europa que durante 2022 han ganado “solo” unos 200.000 millones de dólares) de que se han vuelto verdes pero a la vez se empeñan en fagocitar la producción de los pequeños. ¡Prevención universal ante esa estrategia! No han pensado en hacer propaganda social adhiriéndose a colectivos que buscan eliminar la pobreza energética. Con las subidas y bajadas de precios según hora del día y día del mes no hacen sino confundir a la gente que desea consumir menos y mejor.

Esos grupos de presión han convencido a la UE que había que inundar todo de parques solares y eólicos o venía el fin del mundo; y no es la única maniobra de las energéticas por repartirse el pastel. Será por eso que la UE/Parlamento Europeo ha rebajado las exigencias ambientales. El Gobierno español, alumno aventajado en la UE, se ha puesto manos a la obra para liberar inconvenientes. Apaga y vámonos, que decía una luminaria. Si detrás de todo, o empujándolo, estuviese la intención global de la descarbonización quizás encontrásemos el nódulo central del paradigma: hay que descarbonizar la vida y cuanto antes mejor. Puede que China, el mayor contaminador del aire y poco proclive a pensar en la mejora universal de las cosas, esté en esa intención pues en 2022 ha instalado el doble de potencia fotovoltaica que la UE. También hay que señalar que en España el autoconsumo fotovoltaico instalado creció un 108 % con respecto a 2021.

En fin, que nos encontramos en el revoltijo de las renovables. Solo faltaba la burbuja del hidrógeno verde, un asunto que va para largo. Pero no dudemos que después de la tempestad vendrá la calma. Terminaríamos con unas palabras vertidas en una entrevista publicada en la web Energías Renovables, que ya hemos enlazado pero lo volvemos a hacer. El cesado Pedro Fresco en el Gobierno valenciano decía: para hacer la transición ecológica no solo se trata de poner tecnologías o de hacer reglamentos. Se trata de convencer, de ilusionar, de seducir a la gente. Es muy importante hablar, comentar, enseñar, divulgar. Creo que es parte importante de la política en general. La transición energética se gana primero ganando mentes, ganando afinidades. Y las redes sociales son una buena herramienta para difundir mensajes, y para luchar contra los bulos. Por eso las uso. ¿Y si en esto consistiese el paradigma?, claro está que con permiso y compañía de la descarbonización.

Es lo que defendemos en este blog: educación social desde el compromiso y la percepción de que todos formamos parte de un colectivo global que se llama La Cima 2030. Puede que sea la última oportunidad de reconciliarnos con el planeta Tierra y sus criaturas. En fin, la respuesta al para qué, que casi contornea el verdadero ámbito ecosocial.

El castigo ¿divino? de morir de hambre

Tan persistente en el tiempo que parece un castigo de los dioses universales, sobre lo cual se ha escrito bastante para justificar tales o cuales dogmas. Obviaremos esa presunta despreocupación universal de los dioses, que lanzaron a la gente a la Tierra y ¡allá te las compongas! Aquí vamos a centrarnos más en sus consecuencias, en denunciar una lacra social que se ceba más en continentes concretos, allá donde los dioses son muchos y de variadas sensibilidades. Pero no nos engañemos, que hay demasiados hombres suplantadores de dioses. Se podría decir que somos ignorantes del hambre cuando se gasta una millonada de dólares en hacer guerras que matan a muchas personas y se destina más bien poco a paliar la mala vida de mucha gente en el planeta Tierra. Gente que vive también en los países que lanzan satélites al universo desconocido para ver si hay vida. Pensamos en India, pero también en China y otros países occidentales. ¡Qué decir de los EE UU, en donde millones de estadounidenses nutrían la cola del hambre durante las pasadas navidades!

Me apoyo en Hambre, de José Saramago, al cual le importaba un pepino Marte o así más o menos lo expresó, para entender el hambre y sus circunstancias. Me pregunto por qué en la era de la digitalización universal, que impregna hasta del pensamiento, no han logrado ingeniar un algoritmo que logre distribuir la riqueza alimentaria, evitar los desperdicios de alimentos y que estos lleguen a la gente necesitada. ¿Cómo es posible que más de 839 millones de personas no puedan comer dignamente? La FAO cuantifica 10,7 millones más que en 2021. Además, según el cálculo que hacen 238 organizaciones humanitarias, alguien pierde la vida cada 4,25 segundos por falta de alimentos. Decía Saramago que el mundo no tenía solución, que nunca se había podido vencer el hambre y la miseria, pero que ahora hoy los ricos son más ricos y los pobres también más pobres, y muchos más. No sería justo olvidar aquello de que “había que tener en cuenta que la lejanía entre los que tienen y los que no tienen sólo guarda paralelismo con la distancia que existe entre los que saben y los que no saben. Pero además los que no tienen son los que no saben». Así pasa porque son condenados desde que nacen. Nacer, que es algo que nadie elige, y la fortuna lo alumbra en un país rico o pobre, en una familia pudiente o paupérrima.

Varios niños esperando la distribución de comida en un centro del distrito de Hodan en Mogadiscio (Somalia). (Dai Kurokawa / EFE /Archivo)

Hambre también en los países ricos, donde en 2022 la gente normal se dio cuenta de que tenía hambre, de que la inflación y los sueldos bajos, si los había, se habían llevado no solo el confort o los pagos de electricidad de la vivienda sino la esperanza. Así aumentaron los precarios, de sueldo y de hambre. Aquella buena intención del Objetivo de Desarrollo Sostenible núm. 1. Hambre cero se quedó en una quimera. Los negros presagios de Martín Caparrós en su Hambre casi se quedaron cortos. Recogemos un párrafo de la presentación que del mismo hacía su editorial Anagrama: El Hambre es un libro incómodo y apasionado, una crónica que piensa y un ensayo que cuenta y un panfleto que denuncia el apremio de una vergüenza sostenida y busca formas de terminar con ella. O aquellas palabras sobre el mismo libro que escribió Roberto Saviano: mucho más que un ensayo, mucho más que una novela, porque Ca­parrós utiliza la literatura para acompañarnos a un infierno hecho de una realidad lejana a la que a menudo se le presta sólo una atención distraída. Sin duda, el gran fracaso del ser humano es haber arrinconado, o no haber sabido o querido sacar, de esa lacra social que supone el hambre.

Pero el hambre es una realidad y a la vez alegoría, como en el cuentecito El artista del hambre  de Frank Kafka, del cual no acertamos a descubrir del todo sus metáforas. Como el hambre en el mundo, es en sí mismo una alegoría. Como en el cuentecito se apunta, la vida actual se parece en ocasiones a una obra de arte frustrada, plena de gentes que se han convertido en artistas del hambre como el protagonista del libro encerrado en una jaula en un circo (¿la vida?) que nadie se para a mirar.

Volviendo al presente, las cifras del hambre son desalentadoras si revisamos el principal estudio global que cada año publican la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), Unicef y la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el título El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022 (SOFI, por sus siglas en inglés).

Volvamos otra vez a los ODS: el panorama no puede resulta más desolador. Desde aquella propuesta de Naciones Unidas en 2015, que unía hambre cero a seguridad alimentaria, el segundo entre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), el tiempo se reduce; estamos a 7 años lejos de conseguirlo, a la vez que la mejora de la nutrición y la generalización de una agricultura sostenible. Por eso, en el informe de este año, y si no se dan catástrofes generalizadas como la guerra de Ucrania y sus consecuencia, esa fecha límite de 2030 seguirán pasando hambre unos 670 millones de personas. Es decir, el 8% de la población del mundo, prácticamente el mismo porcentaje que cuando la ONU definió aquel objetivo de erradicarla. La cifra, además, está calculada teniendo en cuenta una recuperación económica mundial, una posibilidad cada vez más lejana. El Programa Mundial de Alimentos intenta paliar las hambrunas pero necesita muchos más recursos.

Hay que revisar despacio lo que expresa el INE (Instituto Nacional de Estadística)  en esta entrada y ver su grado de cumplimiento. También el informe  Sustainable development in the European Union — 2022 monitoring report on progress towards the SDGs in an EU context y el Desarrollo Sostenible en la Unión Europea 2022 para saber qué lugar ocupa el hambre cerca de nuestra casa, en nuestra calle o barrio, en la ciudad o país donde habitamos. La UE reconoce en sus conclusiones que el avance en el ODS núm. 2 ha sido moderado. Cada cual que opine. Por cierto, en la misma página se encuentran enlaces donde se muestran los avances de cada ODS por país. Hay mucho que mirar(nos).

Imagen de archivo de un joven plantando cebollas en un campo en las afueras de la ciudad de Seiyun, Yemen (YAHYA ARHAB / EFE / EPA)

Suerte para el próximo ejercicio, del cual daremos puntual información aquí. Por cierto, por qué no hacemos caso a las palabras de ese buen hombre que es el Secretario General de la ONU cuando dice que “El mundo se enfrenta a una oleada de hambre, pues cerca del 60% de la población desnutrida del mundo vive en zonas afectadas por conflictos”. El semáforo del hambre señala con destellos rojos Yemen, Somalia, Etiopía, Afganistán, Sudán del Sur, Nigeria. Y con luminarias amarillas R. D. del Congo, Haití, Kenia, el Sahel, Sudán, Siria (antes del terremoto), República Centroafricana, Pakistán, Guatemala, Honduras, Malaui, Sri Lanka, Zimbabue y Madagascar. No podíamos dejar de aludir al recordatorio de la ONU: Si no alimentamos a la gente, aumentamos los conflictos. Mafalda tenía razón: hacía pensar y lamentar con dolor el simple hecho de darle vueltas al globo terráqueo. Ella le ponía tiritas para proteger las heridas pero la cosa no se arregla tan rápidamente.

Ya fastidia estar siempre dando malas noticias desde aquí, pero es lo que hay. El olvido en estos asuntos, oscurecidos por el bombazo de la guerra en Ucrania, no nos hará más libres, tampoco a los demás. Ah!, y el castigo no parece divino, por más que el Génesis 3:19 advierta a Adán de que “te ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la misma tierra de la cual fuiste sacado. Porque polvo eres, y al polvo volverás”. Ese dios bíblico no ha podido ponerse de acuerdo en abandonar a la gente con tantos dioses como por la Tierra se adoran. Luego…

Ríos agónicos

El Roto todavía se queda corto en sus excelsas viñetas. Con este arranque quiero rendir un homenaje a El Roto (Andrés Rábago), que tantas veces ha clamado por los ríos. Las viñetas se encuentran fácilmente en Internet, pero me quedo todavía extasiado recordando su exposición Aguatinta, inaugurada en el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza coincidiendo con la Expo 2008. Tuve la fortuna de visitarla muchas veces en su momento. Tras su disfrute, vuelve el pensamiento una y otra vez a los ríos agónicos, que son un punto y seguido de la dejadez ambiental en España. Porque para quien esto escribe, los ríos eran, y seguirán siendo, una metáfora de la vida, como ya poemaba Jorge Manrique y después tantos poetas y artistas.

Durante unos días, y los que durará en forma de erupción política y de revoltijo social, máxime en periodos preelectorales, se habló mucho de trasvase Tajo-Segura. El detonante del manoseo político y la preocupación de agricultores y ganaderos fue la aprobación por parte del Gobierno de España de algo que debería haber hecho hace muchos años: la declaración de caudales ecológicos del Tajo; la esencia vital de un río para llamarse así. Su no declaración ha supuesto ya sentencias condenatorias del Tribunal Supremo y multas de la Unión Europea. Por cierto, no solo se regulan caudales ecológicos de la cuenca del Tajo sino de otras 11 más. Quienes vilipendian a la Vicepresidenta y Ministra Ribera son aquellos que suponen que un río es una corriente de agua, solo agua, que va por unos lugares para llegar a otros. Eso sí, satisfaciendo las necesidades humanas de todos los lugares por donde discurre.

Algo de culpa de esto lo tienen la RAE y los libros de texto que usamos todos: viejos y jóvenes. Para la RAE un río es una corriente de agua continua y más o menos caudalosa que va a desembocar en otra, en un lago o en el mar. Las ideas previas, o interesadas, que cada cual se construye sobre un término concreto son muy persistentes. Anda ahora a decirles que las cosas han cambiado a quienes llevan esquilmando y envenenando, no solo en las zonas de regadío del levante español, que esa corriente de agua no es solo agua. Que es un ecosistema complejo que acoge muchos seres vivos y cadenas tróficas, que interacciona con los suelos y riberas por los que pasa, que mira al cielo para ver si le llega su ser, que está en constante cambio y por eso precisa un caudal ecológico. Podríamos resumirlo mucho diciendo que el río y sus circunstancias naturales es aquello que mantiene unas mínimas condiciones de vida y remoción de materiales del suelo debido a su interacción constante.

El Tajo en una imagen de archivo (EUROPA PRESS)

Mientras no se entienda el complejo asunto, se cambie la ancestral cultura depredadora, los cultivadores de Almería, Murcia y Alicante seguirán demandando un trasvase cada vez mayor. Pues ellos solo ven agua asociada a riqueza. Por el otro lado, las cuencas cedentes tiran del caudal del otro extremo, hasta entre unos y otros romperlo. La parte de este río no trasvasada fue un vertedero que motivó una millonaria multa –impuesta por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea en 2018- por falta de depuración, que seguirá pagando España hasta 2025. Cuando alguien contemplaba la ciudad de Toledo desde el otero veía un manto de espuma y un río oscuro que destrozaba aquella idílica imagen de la ciudad que nos legó El Greco. El Tajo tiembla siendo objeto de deseo de tantas apetencias ajenas a su ser.

Los ríos agónicos no solo portan contaminantes; algunos ni siquiera son ríos en parte de su recorrido, en ciertas épocas del año, a no ser que los busquemos debajo de las piedras del cauce; añoranzas del Guadiana. Se sacó agua de sus caudales para abastecer riegos, industria y ciudades. Pero una buena parte de ella se extravió en el camino. Tan preocupante es el asunto que el Ministerio de Transición Ecológica admite en su borrador de la Estrategia Nacional de Recuperación de Ríos que casi el 45 % del agua de los ríos está deteriorada. Afirma que “de los 4.000 cursos revisados, más de 1.800 presentan un estado global negativo. A pesar de la mejoría, no se han alcanzado los objetivos ambientales” que deberían haberse completado ya en 2021”.  En algunos lugares ya se han escuchado lamentos y peticiones para la restauración de los ríos. Valga como ejemplo esta sobre los ríos de la CC.AA. de Madrid lanzada por Ecologistas en Acción.

Ríos objeto de deseo que regarán las campañas electorales próximas, cuando los partidos gobernantes y aquellos que quieren acceder al gobierno local o regional padeciendo graves episodios de mudez hídrica. Guerras del agua entre cuencas cedentes –a su pesar- y cuencas absorbentes –cada día más porque quieren poner en riego hasta la cima de sus montes- que se avecinan a costa del trasvase Tajo-Segura, pero que no son para defender la calidad de los caudales y entornos sino para reclamar grandes cantidades del agua que cada cual se cree que le pertenece. Y todos deberían reflexionar ante dos cuestiones fundamentales: cada vez llueve menos, los caudales se empobrecen y llevan más carga contaminante; cada vez se les demanda más agua para unas necesidades crecientes, que habrá que ajustar a la disponibilidad compartida.

Ríos hormigonados para conducir su cauce, lo que conlleva la destrucción del ecosistema fluvial. Y mira por dónde, las aguas bravas se saltan escolleras y cuanto pilla por delante cuando la acumulación de agua consigue recuperar los cauces y llanuras de inundación que le fueron robados. Una y otra vez sucede en España y en todo el mundo. De bastantes se hace eco iagua, otras muchas empapan las páginas de los periódicos y sus Web. Las intervenciones en los ecosistemas sociales tienen que ser escrupulosas con la previsible evolución de un complejo vivo.

Ríos medicados sin pasar por consulta, lo cual pone en duda su idoneidad para riego, dar de beber a la intensiva ganadería –que le devuelve su agua bien provista de amoniaco- y peligrar el consumo humano. Como denunciábamos en un artículo de Ecos de Celtiberia que recogía lo que se escribía en la  revista científica PNAS (Proceedings of the National Academy of Sciences) que la contaminación farmacéutica representa una «amenaza global para la salud humana y ambiental». Asunto que afecta ya a la mitad de los ríos del mundo según advierte Environmental Toxicology and Chemistry.

En fin, ¿qué es un río? Hay que hacérselo mirar en esta sociedad del consumo sin ver, sin pensar. No nos vaya a pasar como barrunta WRI (World Resources Institute) que dice que en 2030, el año de la cima que se nombra una y otra vez este blog, el número de personas afectadas se duplicará con respecto a las que lo fueron en 2010. Los cambios socioeconómicos pondrán a muchas más personas en riesgo. Antes solamente se hablaba de Bangla Desh como epítome de las inundaciones; ahora tenemos ejemplos muy cerca. Pero con el tiempo aflora Lete, el mitológico río del olvido, y vuelta a empezar.

De todos estos asuntos dio puntual visión gráfica el Roto. Quienes creemos en la libertad de los ríos y ecosistemas sanos siempre le estaremos agradecidos. No nos vaya a pasar que los perdamos para siempre, como le sucedió a Rosalía de Castro en Adiós ríos adiós fontes, pero a nosotros sin movernos del lugar, por haberlos matado. Podemos disfrutar del poema de Rosalía en la voz y música de Amancio Prada. Hay muchas canciones de ríos, esas de la Ronda de Boltaña que hablan del pasado, en concreto del Ara, uno de los ríos que mejor se han conservado, en El Ara y el viento;  un palotiau del batán con el río que comunica pueblos y vida en nuestro recóndito Sobrarbe (Pirineo aragonés). Las agonías de los ríos han de llevarnos a su defensa, como ya hacen la Fundación Nueva Cultura del Agua (FNCA) y otras muchas por toda España.

España es un «megaterritorio cerdícola», una gran fábrica mundial de cerdos

La ganadería intensiva se ha convertido en una plaga ambiental. Así de fuerte. En el caso del mundo porcino la madeja merece una mirada reposada. Lo que algunos titulan como la mega fábrica mundial de cerdos es una realidad, por más que cueste creerlo. Algunos sospechábamos que íbamos por ese camino, pero manteníamos la esperanza de que no fuera así, que habíamos mejorado la cordura ambiental porcina. Los indicadores trimestrales de porcino, publicados recientemente por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación dicen que en mayo del año pasado el censo porcino en España era de 32.553.000 animales, el mayor de Europa y había aumentado; al contrario de lo sucedido en otros grandes productores como Alemania, Francia,  Dinamarca, Países Bajos y Polonia, en donde había disminuido.  También el número de explotaciones ha aumentado un 2,9% si se valora el periodo 2014-2022, si bien han disminuido un poco en este último año con respecto a 2021. En fin, que aunque no lo creamos España es el tercer país productor de carne porcina, queda mejor que cerduda, del mundo; solamente por detrás de China y EE UU.

¿Y los consumidores qué compran? Según el mismo informe, con respecto al año anterior y para el periodo enero-octubre que es lo que recogen los datos, ha disminuido el consumo de carne fresca (9,96%) o transformados porcinos (8,56%). Con respecto a las exportaciones seguimos en torno a los 2,5 millones de toneladas; en mayor porcentaje a China y Francia, y otros muchos países que detalla el informe. También se puede consultar el Observatorio de la carne de la Unión Europea.

Y además  andan preocupados en la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (Interporc) y la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España (Anice) por las posibles enfermedades que lleguen de fuera. De hecho han avisado a sus asociados de que extremen las precauciones para frenar la entrada a nuestro país de la peste porcina africana (PPA), pues se siguen importando cerdos de países poco rigurosos con la salud animal. Da miedo pensar en qué sucedería si el entrado comercial mundial impusiese restricciones a los productos de cerdos españoles, como en otros tiempos ha sucedido.

Pero claro, los cerdos no dan solo carne, también purines y una cosa muy mala que se llama amoniaco, que como cualquiera sabe se escribe NH3 y sale de los tractos digestivos y urinarios de todos bichos que hacen eso, entre ellos nosotros (el exceso o la no eliminación daña la salud). Recuerdo haber leído hace unos años un artículo en el que Greenpeace se quejaba de que “España supera el techo de emisiones de amoniaco permitido por la UE, sobre todo debido a la ganadería industrial”. Por aquel tiempo la UE prohibía el lanzamiento de los purines al aire y obligaba a que fuese inyectado en la tierra; así al menos se veía menos y puede que no llegase tanto al aire. ¿Quién sabe? Uno imaginaba que a estas alturas el asunto estaría resuelto, pues no. Por aquel entonces, otro artículo nos avisaba de que “más del 40% de los acuíferos en España estaban en peligro por la contaminación de los residuos de la industria agrícola y ganadera”, por lo cual la UE había abierto un expediente sancionador a nuestro país. Es más, se podría asegurar que había unas 200 masas de agua y otras tantas superficiales con los semáforos de calidad amarillo o rojo. Aquí el mapa de esos lugares identificados en aquellas fechas. Como se me había olvidado el tema he vuelto a revisar aquel programa del “Escarabajo verde” de Rtve, año 2015, que tenía por título “Empapados en purín”. Por cierto, hace poco tiempo desde el Ministerio de Agricultura se recomendaba el uso de purines como fertilizante ante el aumento de precio de estos por la invasión rusa de Ucrania.

Pero mira por dónde ahora no se incumplen tanto los niveles permitidos. Fácil, solo consiste en elevar los umbrales. Recuerdo un artículo de 20minutos.es del verano de 2021 con un titular “Las macrogranjas ahogan a la España vacía”, que a falta de ser ampliada por una investigación rigurosa  y continuada puede ser clarividente para entender las cifras que dábamos al principio. Además, Rtve ponía en duda que las granjas de cerdo hubieran salvado la economía de la España rural. Visionen el reportaje de agosto del año pasado “Una ganadería cada vez más intensiva: menos granjas de cerdos, pero más grandes”. Cuando vi este reportaje por primera vez se me aumentaron los calores agosteños porque allí se dice que, según el Censo Agrario 2020 del Instituto Nacional de Estadística,  Los Monegros -alguna vez ya he incluido en mis entradas el espacio estepario donde nací y sigo teniendo casa habitada- era la comarca agrícola con más cerdos por habitantes de España -más de 37 animales por persona-. No tiene desperdicio el artículo, aunque por él circulen purines y amoniaco, pues habla de datos globales, de incrementos desde 2008, … y de debates en el territorio olvidado de la España escondida que solamente sale en los informativos para dar malas noticias. Me viene a la memoria la película “El disputado voto del señor Cayo”, aquella película de de Giménez-Rico de 1986 en la que ponía imagen real a la novela de Miguel Delibes. Imagino que para las próximas elecciones se repetirán por la España despoblada imágenes similares, aunque las ciudades y pueblos grandes den más rédito electoral y ya casi nadie se pase por el pueblo minúsculo a dar un mitin.

No sé por qué pero esto lo relaciono con el Centro de Interpretación del porcino de Peñarroya de Tastavins (Teruel) y el Museo Mundial Popular del Cerdo de El Burgo de Osma (Soria), donde simulan la cultura ancestral en torno al cerdo criado en casa. Aparece otra vez la España olvidada a la que pronto solamente le quedarán las tradiciones en formato vídeo. En el extremo contrario, pero muy lejos, se encontrará la megagranja más grande del mundo, de la empresa china Muyuan Foods, que está en Nanyang, en la provincia de Henan, en el centro de China. Allí caben más de 84.000 madres con sus crías. No queremos imaginarnos los desechos que provocarán. O esa otra de vacas de la ciudad de Mudanjiang (China) que tiene como media unas 100.000 vacas lecheras en producción. El mundo gira entre amoniacos y metanos digestivos.

Cerdos en una granja, imagen de archivo. (AP Photo/John Locher/LAPRESSE)

Es por esta razón que me he querido poner en el lugar de nuestros pueblos en donde conviven pequeñas explotaciones, subsidiarias de grandes empresas monopolizadoras del mercado, con gente que defiende que no más granjas y se ha agrupado en torno a Stopganaderíaindustrial. Por cierto, no he localizado en su mapa ningún logo en Monegros, la tierra que sirvió de escenario bélico sentido por G. Orwell y que tanto denostó por su pobreza  pues las gallinas patinaban en los corrales en sus propios excrementos en su famoso “Homenaje a Cataluña”.

Véase el mapa que ilustra el consumo global de carne de cerdo fresca en los hogares españoles entre 2011 y 2021. ¿A qué se debería el incremento de 2020? Por cierto, pasándonos de tipo de ganado, por fin no se va a autorizar la macrogranja vacuna de Noviercas. Un resultado de la acción popular y de las ONG, en este caso Greenpeace y alguna otra.

Después de todo queda preguntarse si la cosa va bien o mal, según y cómo, si la carne de cerdo es la más consumida según los menores niveles adquisitivos, en qué CC.AA. se consume más carne de cerdo, por qué en España se apoya y en otros países como Dinamarca y Países Bajos desciende, qué significa eso la carne del pobre, por qué todos los sinónimos de cerdo son peyorativos. Me asusta leer, desde mi tierra de la España oculta, noticias como esta del 10 de enero de 2023 que afirma que uno de cada tres cerdos de España es aragonés, que la cabaña porcina aragonesa ya supone el 32% del total del país, y que la mayoría de las explotaciones están gestionadas por las grandes integradoras.

Todo un mundo este del territorio cerdudo que tiene muchas repercusiones sociales, económicas y ambientales. Quién sabe qué sucederá en 2030, si las maniobras comerciales seguirán ordenando el mundo, pero si queremos subir a la Cima 2030 de la convivencia entre el planeta y sus criaturas no podremos llevar como bagaje económico las mega fábricas de cerdos y otras carnes.

En fin, todo esto para decir que hay que encaminar el mundo cerdícola con parámetros de las Agendas 2030.

Europa contiene la respiración en 2023, en ello le va la salud

En realidad lo de la salud permanente es una entelequia que vale para un titular que atraiga a los posibles lectores y lectoras. Vivimos en el mundo de lo efímero, si bien a veces sus repercusiones tienen una variada duración. El conjunto Medio Ambiente y Salud es una seria preocupación de las autoridades de la UE. Centrándonos en la respiración, más correctamente debería haber dicho inspiración pero parecería una pedantería en un blog al que acceden muchas personas sabedoras de los hilos del aire. El peligro es que si la contiene mucho durante este año el oxígeno no llegará a las células en la cantidad necesaria ni ahora ni en 2024; si respira si llegará, pero con otras sustancias peligrosas, no deseadas. Podría servir el dilema aquel de «respirar o no hacerlo; he ahí la cuestión». Todo por seguir disfrutando de un aire de calidad en 2030.

Pero en realidad las cosas son más complicadas de lo que parecen a primera vista. No sirve con dejar de respirar ni quitar de la circulación todos los componentes malsanos que la actividad diaria le «regala» al aire. Se dijo acertadamente que el aire que sana (caminar, relacionarse con los demás, ir a la compra andando) puede enfermar a la vez. Así pues si alguien piensa un poco en el mundo actual se da cuenta de que en la vida debemos resolver muchos crucigramas, sodokus o simplemente sopas de letras. Ahí queríamos llegar: el aire es una sopa de varios ingredientes. Este va para la gente que confunde, sin darse cuenta porque la teoría ya la sabe, de que aire y oxígeno son dos cosas diferentes. No basta con ir a «oxigenarse» al parque o al bosque una vez a la semana o al mes y el resto de los días atiborrarse de aire peligroso.

Imagen de tráfico en París con una alerta por la contaminación del aire. (EFE/ARCHIVO)

Como muchas veces la gente no hace caso de los alarmistas ecológicos o científicos, de las páginas criticonas como este blog, hemos acudido a la Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés) para saber realmente lo que ocurre con el aire. Pues muchas veces traemos aquí las mediciones y alertas que lanzan gente como Ecologistas en Acción nos tachan de partidistas. A pesar de que lo que decimos lo apoyemos con enlaces al programa de Medio Ambiente y salud. Pues eso, que no lo decimos nosotros sino la EEA.

Vayamos al grano. La EEA dio a conocer su trabajo/Informe Impactos en la salud de la contaminación del aire en Europa, 2022. En él recoge varios asuntos interesantes. Entre ellos las estimaciones más recientes de los impactos en la salud de la exposición a partículas finas, dióxido de nitrógeno y ozono en términos de morbilidad y muertes prematuras. No se queda ahí pues evalúa el progreso hacia el objetivo del plan de acción de contaminación cero de la UE para reducir la mortalidad atribuible a la contaminación del aire. Sería de obligada lectura por parte de las administraciones correspondiente (Estado, CC.AA., Ayuntamientos, etc.) pero también de otros órganos como el Defensor del pueblo en cada CC.AA. y de España por si el asunto de no protección de la calidad del aire y la salud puede ser objeto de sanción disciplinaria. Afecta a cinco aspectos básicos en lo que se llama carga de enfermedad: mortalidad (que comprende muertes prematuras o años de vida perdidos AVP), morbilidad (años vividos con discapacidad por la contaminación YLD) y los años de vida ajustados a la discapacidad (DALY).

El Informe presenta seis asuntos clave, urgencias vitales que vamos a relacionar aquí brevemente dado que el acceso al documento es libre. Así:

  • Se han detectado aumentos significativos de muertes prematuras en 2020 y 2021.
  • Por lo que parece, el plan de acción de contaminación cero para reducir el número de muertes prematuras debido a la exposición a partículas finas en un 55 %  entre 2005-2030 avanza, va cayendo.
  • Aun así, se necesitarán muchos esfuerzos para disminuir todas las partículas contaminantes para conseguir el riesgo 0.
  • La morbilidad, enfermedades asociadas o incrementos de sus efectos, que es una carga en términos de sufrimiento personal, así como costos significativos para el sector de la atención de la salud, debe ser una preocupación constante dado los efectos en la salud que provoca. Sirva un ejemplo: en el año anterior a la pandemia, 12.253 personas en 23 países europeos fueron ingresadas en el hospital con infecciones de las vías respiratorias inferiores como resultado de la exposición aguda al ozono.

El completo informe incluye gráficos por país de las diversas afecciones a la salud. Aun hay mucha gente que no cree (piense unos segundos) que el aire mate o enferme. Acaso crea que su contaminación es cero pero falta bastante para asegurar que Europa, más bien sus habitantes, gozan del escudo protector que limpie el aire.

Recordemos que lo de la contaminación cero forma parte del Pacto Verde Europeo, que en pasado mes de octubre se adoptaba una propuesta de directiva sobre calidad del aire bastante exigente. No nos sirve de consuelo que la OMS avise de que la cosa está mucho peor en el mundo. Copia textual que es para ponerse a temblar: casi toda la población mundial (99%) respira un aire que supera los límites de calidad recomendados por la OMS y pone en peligro su salud. Un número récord de más de 6.000 ciudades de 117 países están ahora monitoreando la calidad del aire, pero las personas que viven en ellas siguen respirando niveles insalubres de materia particulada fina y dióxido de nitrógeno, siendo las personas que viven en los países de ingresos bajos y medianos quienes sufren las exposiciones más altas. Por cierto, se dice que, según serias investigaciones, si los ricos que emiten más del 10% del total de emisiones se controlaran, se podría eliminar casi todo el problema de la contaminación aérea; queda aparte lo del ruido, que también tiene su eco. Por todo lo anterior, la UE ha decidido impulsar normas más estrictas sobre la contaminación del aire.

Por cierto, lean las afecciones provocadas por la contaminación del aire exterior en el mundo. ¡Para no respirar!

Por cierto, debemos recordar que el Día 26 de enero viene marcado en los calendarios ecosociales como Día Mundial de la Educación Ambiental. Qué bien nos iría para construir/demandar entornos respiratorios saludables. Apliquémonos.