Fatiga ambientalista

Lo cotidiano se convierte en rutina si no tiene detrás algún que otro estímulo. Valdría el reconocimiento de la utilidad, la necesidad de hacer de lo simple virtud, el acompañamiento del vecino, el fin del acoso de quienes no ven la vida de la misma forma; la mirada atenta ante las desigualdades y alguna pizca de compromiso. Y, cómo no, la reflexión crítica ante las incertezas e incógnitas sobre el presente-futuro que nos espera.

Parece que la UE ve realmente difícil cumplir los objetivos verdes que tenía planteados porque detecta una cierta fatiga ambientalista en gobiernos, empresas y ciudadanía en general. La cuestión, o desafección ambientalista no surgen porque sí. Para comprobar las pesimistas perspectivas basta con asomarse al semáforo de cumplimientos con los que la UE expresa el grado de cumplimiento de las políticas ambientales. Ese que se diseñó para marcar la senda de alcanzar el compromiso de la neutralidad climática en 2050. La Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés), ha llevado a cabo un análisis severo del que se deduce que es necesaria una mayor determinación a los 26 si quieren de verdad completar la agenda verde. La EEA evalúa 28 medidas que la UE tiene como objetivos medioambientales y en diciembre pasado concluía que sólo en ocho casos es probable que cumpla a tiempo. Por fortuna, uno de ellos es la reducción en un 55% respecto a 2005 de las muertes prematuras por el aire contaminado, que en 2021 fueron 235.000. También, según lo comprometido, ve bien el incremento de las inversiones para prevenir y reducir la contaminación y la degradación ambiental.

No va a ser fácil porque bastantes gobiernos, e incluso el Parlamento Europeo -arrastrado por la derecha según cuenta Financial Times que ha tenido acceso a ciertos borradores de intenciones-, se han sumido en una especie de fatiga ambientalista. Una de las causas determinantes hay que buscarlas en  las presiones de la industria y de sectores económicos como la agricultura (enero de 2023).

El gobierno comunitario planteó una reducción del 50% del uso de pesticidas químicos en 2030 que estaba en consonancia con la “estrategia de la granja a la mesa, que establece un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente” (junio de 2022); además de una propuesta de ley para la restauración de la naturaleza. El PPE (Partido Popular Europeo) lo rechaza. Detrás de esta presión máxima y continuada están los criadores de porcino holandeses –subvencionados con cerca de 1.500 millones de euros por dejar de producir- además del ultranacionalista polaco Mateusz Morawiecki, que se enfrenta a las urnas el próximo otoño. Junto a todo esto, el sector agrario -representa en torno el 9% de la población en Polonia- y mucho en Hungría, República Checa, Bulgaria y Eslovaquia siguió sus pasos. De hecho, las protestas de los agricultores contra el Pacto Verde Europeo se han multiplicado y esparcido por todo el continente, desde Irlanda hasta Lituania. Y la semana pasada en Alemania. Ahora en Francia.

Refiriéndonos a España, y dejando por ahora en suspense los atropellos a Doñana o el Mar Menor, no salimos de nuestro asombro con la noticia de que el Gobierno de Castilla y León acaba de aprobar la III estrategia de Educación Ambiental 2024-2030 , dice que con el objetivo de promocionar el desarrollo sostenible de la comunidad. Hemos buscado en sus documentos las referencias a la Agenda 2030, hasta ahora un ámbito ecosocial imprescindible en todo el mundo; no la hemos encontrado. Se dice por ahí que el despiste ha sido provocado a instancia de Vox, que parece que le tiene una inquina letal a la Agenda 2030. Preguntados algunos miembros del gobierno autonómico dicen que queda incluida en el eufemismo inabarcable de la “sostenibilidad mundial y de la Unión Europea”. ¡Vaya pues!, no ha intervenido la política (sic).

Pese a todo, no hay que desistir de estar frente a lo pactado sin intentar revertirlo. Tal como están las cosas no sirve relajarse por parecer imposible restaurar lo ecosocial. Exploremos los cuadros que la EEA proporciona para estar al tanto de cómo va la cosa, dicho en lenguaje de la UE: Visión del VIII PMA basado en indicadores 2023, dado a conocer en diciembre de 2023. En este documento se habla de: mitigación del cambio climático, adaptación al cambio climático, una economía circular regenerativa, contaminación cero y un ambiente libre de tóxicos, biodiversidad y ecosistemas, presiones ambientales y climáticas relacionadas con la producción y el consumo, condiciones habilitantes y, finalmente y en definitiva, vivir bien dentro de los límites planetarios. Para quienes no dispongan de tiempo para leer el forme completo sirva la imagen que acompaña este texto.

(Agencia Medioambiental Europea)

Tal están las cosas ante el tamaño desafío que tenemos por delante. En palabras de la Directora Ejecutiva de la EEA, Leena Ylä-Mononen, nuestro análisis muestra que los Estados miembros necesitan fortalecer urgentemente las acciones para cumplir las ambiciones medioambientales y climáticas de Europa para 2030. Esto incluye la plena implementación de las leyes actuales, mayores inversiones en tecnologías preparadas para el futuro y hacer de la sostenibilidad un elemento central en todas las políticas.

Visto lo visto y escuchado el amplio espectro de intereses cruzados, nos desanimamos y nos invade una cierta fatiga ambientalista. A la vez, estamos atentos por si se ven luces de condura socioambiental que nos levante del letargo ecosocial en el que parece que estamos sumidos. Amén.

El cambio global a lo claro. ¿Verá la Cima 2030?

La vida actual se nos ha puesto tan complicada que cuesta hasta entender lo simple. Así un día tras otro. Lo de una jornada cualquiera llega a fatigar, por los desastres y problemas que nacidos en cualquier lugar del mundo irritan y conmueven a las gentes sensibles. Se entremezcla con lo que ayer conocimos de los complejos mundos donde la incerteza amplifica las preguntas. Cada vez es más difícil presentar a alguien las razones por las que se ve  a las claras que vivimos en un cambio global permanente; solamente nos faltaban las chapuzas de los chamanes internautas. Pero claro, el resultado de todo eso es que nos crea inseguridades, ante las cuales nos mostramos huidizos. Es más si alguien plantea transiciones urgentes de hábitos o conductas lo miramos con mala cara, pensamos que sus ocurrencias atentan a la seguridad de la vida. Amén.

Hemos querido traer hoy aquí unos gráficos elaborados en la Universidad de Berkeley. Se trata de comprender un poco más ese cambio global que tanto nos despista, lo mismo a los gobernantes y empresas –es un suponer- como a la ciudadanía global. En realidad comprender el cambio global es ir descubriendo poco a poco por qué cambian tanto el clima y el medioambiente; también la importancia de esas variaciones en el sistema Tierra y si se adivinan itinerarios que nos encaminen hacia un futuro resiliente. Nadie negará, bueno los atrabiliarios sabelotodo sí, que se está experimentando una alteración global en muchas cuestiones básicas la vida en sociedad pero también en nuestra posición dentro de ella.

Empecemos por preguntarnos cómo funciona el sistema Tierra. Es a la vez causa generadora y receptora de consecuencias propias al funcionamiento del planeta y a la intervención humana. Supongamos que no se ha antropizado en absoluto. Veríamos un planeta que se activa por impulsos e interacciones entre la geosfera, la hidrosfera, la atmósfera y la biosfera. Esos conjuntos que hemos agrupado para entendernos son profundamente dinámicos: cambian interacciones, se construyen relaciones nuevas y todo ocurre en un espacio/tiempo que no alcanzamos a entender del todo. Imaginemos que lo miramos a partir de un esquema simple como el que ponemos en la ilustración. Sería lo que llamamos procesos del sistema terrestre. De eso hemos oído hablar mucho, aunque no lo hayamos entendido del todo. Pero ahí está, imaginemos que hemos parado el sistema. Imposible en algo que funciona por la continua entropía pero hagamos el esfuerzo de pensar.

Pero nos estaríamos engañando. Notemos que cada una de las coronas circulares, tramos, tienen relaciones cíclicas, a la vez de ida y vuelta.

Allí camparían interaccionando el giro, la inclinación y movimiento de la tierra alrededor del sol; algún impacto de meteoritos, cambios en la radiación solar por circunstancias varias. También la ubicación pasada y actual de continentes y océanos, la construcción/dinámica del relieve. Estas relaciones son interactivas. Las mueve la energía: la luz solar que se refleja o no, el calor que va y viene, el calor interno de la Tierra. Ya lo sabía Julio Verne “que había viajado el centro de la Tierra”.

Ya se complica un poco más si consideramos el agua (su movimiento oceánico, su intervención en el ciclo del agua; al aire sus movimientos global y parciales, su trascendencia en el efecto invernadero; la vida (fotosíntesis, respiración, función e interacción de los organismos vivos); la Tierra (movimientos de los continentes, ruptura de rocas y de la litosfera, el ciclo de las rocas). Todo en un conjunto que intercambia muchas cosas, entre ellas su diferente presencia inestable en el ciclo del carbono.

Y volvemos a empezar a ver interacciones/transiciones sobre las cuales vamos a pasar sin citarlas -aparecen en el grafico- hasta llegar a los sectores que afectan a lo que supuestamente deseamos para todos: el bienestar. Qué es si no disfrutar de un aire limpio o padecer los riesgos de uno sucio, gozar de una buena salud y de una sanidad al alcance de todos, atender con criterios de convivencia los movimientos de las personas, disponer del agua como derecho universal, disfrutar de una alimentación suficiente y, en definitiva, reducir las diferencias actuales en la calidad de vida humana.

Todo esto no lo hemos inventado nosotros. Lo hemos copiado de la web de la Universidad de Berkeley (California) que lo hizo público en 2016 a través del Museo de Paleontología, que nos ha dejado también el gráfico que acompaña a esta entrada.

No dejamos de copiar textualmente lo que sería el resumen crítico para llegar casi todos en buenas condiciones a la Cima 2030. Los cambios medidos afectan a las evidencias del cambio global; pasan de un extremo a otro a través del tiempo. Las causas no-humanas tienden a mudar en largos períodos (de miles a millones de años), mientras que los cambios causados por los humanos son mayores en el sistema terrestre, y suceden en períodos relativamente cortos (décadas, años, o menos).

Una duda: ¿Lo entenderemos antes de 2030 o del 2050? Por cierto, quienes se animen tienen en la web a la que antes hemos hecho referencia un juego en inglés/español para imaginar todo esto.

 

Cerco a los microplásticos, que sí contaminan, no solo la acción política

En muchas ocasiones las investigaciones científicas son ninguneadas por la preocupación social. No es algo nuevo pero ahora se ha incrementado como resultado del estilo de vida que ha sobredimensionado el número de productos que usamos. Hay que informarse de lo que sucede fuera de nuestra casa.

Si repasamos las desgracias ambientales tenemos ejemplos de gravísimas contaminaciones. No voy a detenerme en las tragedias de Bhopal –la fuga de gases tóxicos en un tanque de la compañía india de pesticidas Union Carbide India Limited (UCIL) causó la catástrofe industrial más grande de la historia- o Seveso (Lombardía) que liberó las dioxinas que tanto dolor causaron. Tampoco diré casi nada de lo que fue y dejó de ser, aun siendo, el desastre nuclear de Chernobil, que sembró Ucrania de contaminación para muchos años; ni de la mancha contaminante del naufragio del Exxon Valdez, o de la explosión de la plataforma petrolífera de BP en el Golfo de México ni del consiguiente desastre ecológico marino que supuso. Permítaseme que cite la barbarie norteamericana de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Sri Lanka nunca olvidará en año 2019, cuando 1.680 toneladas de pellets cayeron al mar desde el cargo X-Press Pearl e inundaron sus costas. La lista de sucesos sería interminable, casi tanto como la de los olvidos. La  Organización Marítima Internacional (OMI), dependiente de la ONU, no termina de aconsejar medidas contundentes.

Todas estas catástrofes han tenido en común básicamente un par de consecuencias: algo cambiaron las normas de seguridad y demasiado poco lo hicieron porque el tiempo eliminó los cuidados intensivos que cualquier actividad industrial química debiera generar. Es que el aire no tiene fronteras, los océanos tampoco. Mirando lo que tenemos más cerca, no me detendré en la contaminación por amianto que muchos españoles todavía padecen, ni en el desastre para la biodiversidad de la rotura de la presa de Aznalcóllar, ni al lindano que mató la vida total del Gállego en Aragón, y continúa bajo sospecha. Otra cosa más hay que resaltar: los responsables de los desastres o desatinos ambientales, ya sean industrias o políticos que gobernaban entonces se marcharon casi siempre libres de culpa. Las industrias cerraron o se largaron; los políticos se escondieron; la ciudadanía no afectada directamente no solicitó la rendición de cuentas y calló para siempre.

Pasa esto porque los administradores no se empeñan en gestionar al potencial riesgo por el principio de precaución. Pero es que además minimizan los posibles efectos de cualquier desastre; no lo quieren entender y lo ocultan todo lo que pueden. Así, cuando se acometen acciones reparadoras siempre llegan tarde y mal. Ocurrió con el Prestige en Galicia. Aquellos hilillos poco continuados que veían las autoridades se convirtieron en un desastre de colosales dimensiones para las costas gallegas y otras más alejadas. Se llegó tarde y mal, y se ocultó lo que estaba sucediendo a ver si el mar se lo llevaba para otro sitio.

Cerca de la costa gallega, a unos 20 km más o menos, pasa la autopista marítima de los grandes barcos que transportan mercancías peligrosas, desde o hacia Europa. Hemos leído recientemente que en estos últimos 20 años más de 250.000 buques de estas características, unos 35 al día, circulan frente a Fisterra. Es más, decía otro periódico que por Finisterre pasa el 70 % del transporte marítimo europeo (más de 764.000 buques en los últimos 20 años), de los que uno de cada tres va cargado hasta los topes de combustibles y sustancias peligrosas. ¿No sería motivo suficiente para extremar las medidas para que nada irreparable ocurra? Puede que haya que consensuar una “nautopista” más alejada, vigilar el tipo de mercancías transportadas en condiciones de seguridad o establecer unos protocolos de acción e intervención rápida caso de que un episodio suceda. El principio de precaución es…, lo que ahora no es.

Voluntarios recogen pélets coordinados con Protección Civil en la playa de San Lorenzo, Gijón, bajo la lluvia. (EFE/Paco Paredes)

El actual vertido de pélets –granza plástica fundida, una mezcla de 88-90 % de polietileno y un 12-10 % del aditivo denominado UV 622- que contamina nuestros mares y playas del Atlántico y Cantábrico es una repetición de manual sobre lo que no hay que hacer: ocultar información de lo que no se sabe, minimizar los riesgos de lo que puede ocurrir y acudir tarde y mal a la actuación. Es más ahora se pelean los políticos sobre quién tiene más culpa de lo que aparentemente nada peligroso era. Ocultar información es una manera de mentir. Por lo que se ve no han leído lo que España firmó en el Convenio de Aarhus, que obliga a “la difusión de amplia información ambiental, como es por ejemplo información sobre la legislación, sobre el estado del medio ambiente, sobre proyectos, planes y programas  o sobre decisiones que se adopten que pueden afectar al medio ambiente.” (MTERD). Viene al caso recordar aquí aquello de los microplásticos exfoliantes de los productos de cosmética. Se hablo mucho del asunto en 2018.

Pues bien, los pélets que se negaban –la Xunta que no sabía nada reconoce ahora que sí sabía algo desde el 24 de diciembre-, después se veían en pequeñas cantidades de bolitas para no actuar, más tarde fueron unos materiales de riesgo nulo o desconocido –inocuos dijo la Xunta de Galicia, enseguida contradicha por la UE como recogió 20minutos-, … se convirtieron en una marea que ya llega a Cantabria.

¿Pero inocuos para quién? Si solo se piensa en las personas, se avisa que no se los coman; ahora ya se dice que no los manipulen sin guantes ni mascarillas. Cuando los lugareños los van recogiendo con coladores: una imagen extraordinaria de compromiso personal y a la vez patética en el contexto social; además de nada segura de restitución del enclave si no se hace adecuadamente. Greenpeace nos lo cuenta en un vídeo y en texto.

Pero es que esas bolitas que se dice son inocuas –hasta las botellas de agua mineral las llevan -se argumentaba para quitarles el riesgo, no lo son, se sabe que las botellas desprenden algo dañino o tóxico que nos bebemos, están aglutinadas con unos compuestos químicos que se desprenden de ellas con facilidad. Otro riesgo de los políticos que no preguntan a la ciencia; solo preocupados por reñir con el contrario. Desde aquí les recomendamos leer este artículo publicado en ISGlobal. Por cierto, una investigadora española que se ocupa de mirar pélets ha puesto el grito en el cielo ante tamaño desatino, más bien se ha llevado las manos a la cabeza decía la noticia. Mal espectáculo para avanzar en la Educación Ambiental y para la Sostenibilidad, asunto clave para prevenir y no tener que lamentar.

El problema es importante e irá a más. Los medios de comunicación ya han abierto pestañas sobre el asunto como esta de 20minutos.es. Lo cual nos lleva a pensar que la desidia puede convertir el accidente de la caída de los contenedores en tragedia: cada vez se ven más de los que cayeron al mar desde el barco de bandera liberiana, con domicilio en las Islas Caimán o algo así. Pensamos que quizás ocurra como con los otros responsables de catástrofes en España y en el mundo; que les salga gratis el despiste. Por eso, el ignorante que esto escribe se pregunta si no se podrían trasportarse los pélets en sacos irrompibles.

La legislación europea empieza a preocuparse pero todo va lento. Menos que la Fiscalía española ya ha iniciado una investigación; a ver en qué queda. Se sabe a ciencia cierta que muchos de los animales marinos llevan en sus tubos digestivos diferentes tipos de plásticos. ¿Y si algunos se rompiesen en partículas microscópicas? Pocas administraciones y empresas se preguntan si los vertidos afectan a los animales filtradores del agua marina. ¿Se notará algo en los inquilinos de las bateas gallegas? En Galicia ya cunde el eslogan “o mismo, de novo”, que sucede al “Nunca mais” tras el Prestige. Aquí, vistos los descuidos que hemos mencionado hubiéramos pronosticado “cuál será el siguiente”, seguido de un “¿nos enteraremos de que los descuidos pueden convertirse en catástrofes?”. Porque eso de perder algo no es excepcional en los grandes cargueros de contenedores (En 2022, 661 contenedores de barcos cargueros terminaron a la deriva en el mar, según el recuento anual del Consejo Mundial de Transporte Marítimo (WSC, por sus siglas en inglés); basado en las encuestas que hacen a las empresas navieras que lo conforman.

En síntesis, el desprecio a la ciencia en la acción política tiene enormes costes en salud y en el mantenimiento de los ecosistemas dentro de unos límites admisibles. El cerco a los microplásticos no debe acabar si se consigue eliminar el potencial contaminante de los pélets vertidos ahora. Están esparcidos en muchos productos que consumimos, no sólo en los “maravillosos” exfoliantes.

¡Cada vez “semos” menos nadie!, decía el filósofo monegrino de Valdeparadas.

 

 

Ser niño o niña pobre en un país rico

La felicidad social y culturalmente cultivada apenas resiste unos días en Navidad. Enseguida se nos escapa de las manos. Nos hubiera gustado exponer deseos gratos para el año entrante; llenarlos de buenos propósitos. Pero la experiencia acumulada nos hace despertar. Sé que las miradas críticas se convierten a menudo en malas noticias, que incomodan tras el paréntesis de estas fechas entrañables. Pero también hacen vida, o al menos la interrogan. Estos días Papá Noel el dadivoso viaja por todo el mundo en forma de regalos; los Reyes Magos llevan riquezas (oro, incienso u mirra) al belén y son espléndidos con muchos niños y niñas. Pero se despistan y no llegan a todos por igual, ni siquiera en los países ricos. Recuerdo que en tiempos se deseaba para el año venidero paz y prosperidad. Ahora mismo muchos niños y niñas no disfrutan de la una o de la otra; incluso de ninguna de las dos. Sucede por todo el mundo, mucho en los países pobres pero también en los países ricos.

La noticia que comentamos a continuación despertaba incredulidad, a la vez que cierta curiosidad. Curiosidad e incredulidad se convierten a menudo en competencias personales que sirven para dibujarnos un mapa emocional de la sociedad en la que vivimos. Sin duda provocan un daño afectivo, a veces trágico, en las gentes que tengan un mínimo de sensibilidad social. La noticia es impactante, pero será verosímil dada la fuente que la difundía. Ni más ni menos que la ONU. El titular causaba dolor: Más de 1 de cada 5 niños viven en la pobreza en 40 de los países más ricos del mundo.

Se publicó en diciembre de 2023 pero traía argumentos negativos de años anteriores, los cuales se pueden considerar estables o incluso en crecimiento. Por lo que explica un informe reciente de UNICEF, a finales de 2021 había más de 69 millones de niños viviendo en la pobreza en 40 de los países más ricos del mundo. Mala cifra aunque se haya mejorado algo en relación con 2014. El Informe Innocenti de aquel año mostraba la cifra de 76 millones.

El informe de UNICEF Innocenti examinó la pobreza infantil en los países de ingresos altos y medianos altos de la Unión Europea (UE) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Resumiendo mucho diríamos que constató que se ha progresado algo en la reducción de la pobreza infantil, pero aún queda mucho por hacer, para acabar con ella en medio de la riqueza general que distingue a esos países de ingresos altos o medio altos.

Precisemos que los informes Innocenti, compárense datos por años y temáticas de los informes, se elaboran en torno a un guía metodológica similar a esta. Cualquiera que los lea se preguntará si en estos países la pobreza infantil está tan extendida, qué pasara en los de ingresos medio bajos o muy bajos. Vamos a reproducir párrafos enteros de la noticia porque dan una idea global del mundo en que vivimos.

Reflexionemos sobre estas cuestiones de las que nadie será culpable pero a todos compete su resolución:

  • El país con la tasa de pobreza infantil más baja es Dinamarca, donde el 9,9 de los niños son pobres.
  • Aproximadamente 1 de cada 10 niños vive en la pobreza en Finlandia y Eslovenia.
  • En cambio, más de uno de cada cuatro niños vive en la pobreza en Bulgaria, Colombia, España, Estados Unidos, Italia, México, Rumanía y Turquía.
  • Uno de cada cinco niños-as viven en la pobreza en los 40 países más ricos del mundo.
  • España y Eslovenia tienen niveles similares de renta nacional per cápita, ambos en el extremo inferior de los países de la UE y la OCDE. Pero Eslovenia tiene una tasa de pobreza del 10 % y España del 28 %.
  • Algunos niños y niñas de estos países corren más riesgos de experimentar la pobreza (Los niños con discapacidades y de minorías étnicas/raciales; en ocho países europeos, el 80 por ciento de los niños romaníes vivían por debajo del umbral de pobreza de ingresos en 2016; aquellos que viven en una familia monoparental tienen de tres veces más probabilidades de vivir en la pobreza).
  • La pobreza deja, si se mantiene, un efecto corrosivo en la infancia. Los niños y niñas que experimentan pobreza persistente tienen más del doble de probabilidades de tener dificultades emocionales y de comportamiento que los niños que experimentaron pobreza en algún momento. En 27 países de la UE, aproximadamente uno de cada ocho niños vive en una pobreza persistente.
  • No hay garantía de prosperidad para los niños y niñas pobres. Valgan estos dos ejemplos:
    • Estados Unidos tiene un ingreso nacional per cápita similar al de Dinamarca. A pesar de una mejora sustancial en 2021, la tasa promedio de pobreza infantil en Estados Unidos del 26,2 por ciento es más del doble de la tasa de Dinamarca del 9,9 por ciento.
    • El ingreso nacional per cápita de Suiza es cuatro veces mayor que el de Chequia, pero la tasa de pobreza infantil de Suiza es más de 6 puntos porcentuales mayor.
  • Y muchas más cosas.

(EUROPA PRESS – Archivo)

Expuestas algunas de las lagunas sociales, el Índice Innocenti plantea acciones urgentes a los países que peor lo hacen para reducir la pobreza infantil:

Todo es opinable, pero no dejan de sorprendernos que el Parlamento español y los de las CC.AA. no se hayan planteado dedicar sesiones monográficas a este tema. Merecen nuestro suspenso social, máxime cuando nos enteramos de que:

En fin, aunque ya pasó la gran tormenta provocada por la COVID queda mucho camino por delante. Sin embargo, para el Comisionado de la Pobreza Infantil en España, los hogares sin ingresos con niños, niñas y adolescentes a cargo se mantienen en cifras previas a la crisis de 2008. Es más, la cifra total de hogares sin ingresos es la más baja desde 2011 y registra uno de los descensos entre trimestres más pronunciados desde 2008.

Vamos camino del año 2030. En el Objetivo 1.1 de los del Desarrollo Sostenible España se comprometió a poner fin a la pobreza en todas sus formas. Aquí van los últimos datos del INE. Quienes lean este artículo ya pueden formarse una opinión de lo que habría que hacer en relación al tiempo que nos queda. Sentimos empezar el año con noticias poco alentadoras, deben servirnos de acicate ético.

Y se armó el belén

Belén, la palabra más nombrada estos días junto con Navidad, se evaporará pronto. Durante mucho tiempo representó el nacimiento de Jesús (equilibrio, paz, éxtasis del bienestar emocional, una estampa de la relación entre personas y animales, así como el comienzo de la salvación universal para los creyentes cristianos). Antaño, poner/armar el belén era un ejercicio de afectividad en el que la familia entera participaba, aunando sus creencias. No faltó algún año en el que se detuvieron peleas o guerras bajo aquel axioma que defendía tener la Navidad en paz. Otras gentes –entre ellas varias ONG- veían el pesebre como signo de dignificación de la pobreza, la denuncia de la no acogida de los migrantes en ninguna casa con decoro a pesar del estado de gestación de la mujer, y el deseo de un mundo más igualitario. Sea como fuere, el pesebre de Navidad – el primero se atribuye a san Francisco de Asís en 1223-  se difundió por todo el mundo. En España parece que durante el reinado de Carlos III en el siglo XVIII.

Se dice que José y María debían empadronarse en Belén para cumplir el decreto del César Augusto. La ciudad, de bote en bote, vivía un momento caótico y no encontraron alojamiento. Tanto que hubieron de refugiarse en un pesebre, lo cual supuso “denigrar” el nacimiento de Jesús. De ahí pudo surgir la frase “se armó el belén”. Con el tiempo, la evocadora palabra belén se convirtió casi en una antonimia, una trampa léxica, que tiene significados contrapuestos. Así la ve la RAE: complicación, dificultad, sitio en que hay mucha confusión o desorden, embrollo, alboroto, bulla, tumulto, enredo, lío y zapatiesta.

Parte del escenario del Belén napolitano de los Duques de Cardona, del siglo XVIII, legado de la Casa Ducal de Medinaceli. (Zipi / EFE / Archivo)

Sin duda, el mundo no debería haberse metido en tantos belenes en este 2023, casi recién salido de la Covid-19. Pero la voluntad política es quebradiza y cada vez se mira más en el espejo del yo y mis correligionarios, lo cual excluye todos los vosotros-as y ellos-as. Así lo demuestran la pérdida de la convivencia, el deterioro del decoro ante los demás que no piensan como uno mismo, la divergencia de objetivos entre quienes cohabitan un lugar o momento, la anteposición de los bienes materiales a todo desprendido sentimiento de afinidad con alguien.

La ciudad de la paz en 2030 podría ser Belén; la cuna de la espiritualidad para mucha gente. Ahora, en la sitiada ciudad cisjordana, apenas a 10 kilómetros de Jerusalén y en la cercana Franja de Gaza se ha armado un considerable belén. Las fes religiosas que lo complican ponen demasiado énfasis en aniquilar a quienes no tienen el mismo dogmatismo. Los credos son creencias antes que evidencias razonadas; por ejemplo aquello de matar en nombre de Dios, no importa cuál. En las religiones monoteístas, el dios vengador campa a sus anchas. Lo malo es que una parte considerable de sus fieles toma al pie de la letra lo de “ojo por ojo y diente por diente”. Se muestra en conversaciones de gente corriente y se defiende por parte de comunicadores mediáticos. La expresión más lacerante de inhumanidad de ahora vino precedida de la masacre terrorista de Hamás en Israel, que se quedó en un armado belén pequeñito si la comparamos con el posterior genocidio del ejército israelí. Ese sí armó un belén descomunal pues a la destrucción generalizada de todo lugar añade ya la muerte de más de 20.000 personas. ¿Cómo se celebrará la Navidad entre los escombros de Gaza?

El respeto a las creencias religiosas no exime de hacer una crítica cuando el ideario excluyente se pretende imponer a todo el mundo. Leo que el gobierno de la Sra. Meloni en Italia ha armado un belén monumental pues se propone sacar adelante una ley que pretende salvaguardar el belén (pesebre) en los colegios, con multas severas a los equipos directivos que no sean difusores del Nacimiento. La excusa es redimir la esencia de la Navidad cristiana. Puesta a esa tarea salvífica -hasta podría ser digna de una devota mandataria- podría haber empezado por legislar contra la banalización y comercialización de las compras y regalos que tanto crece en todo el mundo por estas fechas. Causa sonrojo y estupefacción ver en los escaparates de los grandes centros comerciales la estampa de pobreza del nacimiento en un establo al lado de la miles de objetos y prendas para que los ricos sean felices. ¡No querrá decir que los habitantes del pesebre nos invitan al consumo como un acto de fe!

Mucha gente lamenta la idealización de un momento concreto, el nacimiento de Jesús, con la disfunción social que sostiene la Navidad profana; me resistía a poner profanada pero ahí va, sin intención de herir intenciones nobles. Traemos aquí una noticia de Vatican News pronunciada por el Papa: que la Navidad no sea víctima de un modelo comercial y consumista.

¿Les servirá de alerta a los católicos, cristianos y demás creyentes religiosos? Por lo visto hasta ahora no mucho; el Papa reside en Ciudad del Vaticano, metida en la Roma que habita la Sra. Meloni. A pesar de todo, vaya el deseo de felicidad y salud en 2024, pero también el de una lucha activa por acabar con el consumismo generalizado. El villancico de origen austriaco “Noche de paz” –cuyo origen tuvo algo que ver con trasgresiones climáticas y guerras hace más de 200 años- es uno de los más notables iconos de la Navidad. Tanto que es cantando en casi todo el mundo; en muchos lugares al margen de creencias y religiones. Invitamos a las gentes de buena voluntad que estos días lo entonan a que le añadan un estribillo pidiendo el cese inmediato de la masacre de Gaza, quizás así la Belén cisjordana sea la ciudad de la paz en 2030. Tal fuerza tiene la cancioncilla que fue declarada Patrimonio inmaterial de la humanidad por la Unesco en 2011. Habrá que pensar si puede serlo en tiempos de matanzas bélicas.

 

 

Cuarto y mitad de clima

Qué pena no poder comentar con mi amigo Paco –está hospitalizado y dedicada a él va esta entrada- lo del “cuarto y mitad” de nuestra niñez pueblerina; allá por los años 1950-60 del siglo pasado en la depauperada España del racionamiento. Porque tengo la duda de que representaba esa cantidad, que no magnitud, si no la concretamos más a la unidad de medida. Para algunos significaba un cuarto (0,250) y una mitad (0,500) del todo –o sea 0,750 de lo que sea-; mientras que para otros representaba un cuarto (0,250) y la mitad de ese cuarto -0,125-, es decir 0,375. Resulta que la primera suma/cantidad es la mitad de otra; vaya lío. Por eso, cuando éramos niños nos lo llevábamos anotado en un papel a la tienda de ultramarinos a la que nuestra madre nos había enviado a comprar. Mayor confusión aún: en la escuela nos estaban enseñando el mundo complejo de las fracciones y los números decimales. No comento nada de los sudores que nos entraban para sumar, restar, multiplicar o dividir la mitad –más, menos, multiplicado por, o dividido entre) con el cuarto.

Puestos a reflexionar sobre la vida del año que acaba –qué tumultuoso- me suena todo a cuarto y mitad. Lo veo así con las actuaciones personales o colectivas frente a las desigualdades sociales, sobre las que tan implicado está el maestro Paco. Pero también con respecto al clima, llamémosle mejor la crisis climática. Depende del lugar, año, economía actual, afecciones sufridas por el rápido y cambiante reflejo del clima en fenómenos meteorológicos. Todo depende de según como se mire. Algo así nos cantaría Pau Donés. Vaya desde aquí nuestro reconocimiento de deuda ética.

Plenario de la Cumbre del Clima de Dubái, COP28. (AP)

Cuando todavía duran los ecos de la COP28 de Dubái me viene al pensamiento si por allí también andaban con concepciones diferentes sobre este cuarto y mitad; pero referido a lo hecho, y lo que queda por hacer, para convertir las cantidades en magnitudes comprensibles para la ciudadanía. Decimos esto porque la COP28 ha estado en todo momento al borde de la frustración, de no saber concretar con números, y ponerles plazos fijos a las palabras dichas o los deseos, cuarto o medio meditados:

Presiento que convendría transitar de forma comprensiva y comprometida hacia el todo climático vivible, entendido como una alianza para sujetar bastante varias magnitudes. Vaya adelante una muestra de esa inconcreción de magnitudes climáticas, para el caso de que el clima se pudiese reducir a cifras:

  • No sabemos si se ha llegado a un acuerdo sobre el todo decisivo o apenas se ha comprometido un cuarto y mitad de una decisión aburrida.
  • El todo sería, más o menos: compromisos para triplicar la energía renovable, duplicar la eficiencia energética, transitar más rápidamente a una fecha explícita de eliminación global de los combustibles fósiles,
  • El cuarto y mitad de la COP 28 serán los casi 100.000 asistentes. Mira si no se podía haber hecho algo no presencial.
  • Parecida cantidad y proporción difusas componían (ver imagen) los acuerdos para:
    • Abandonar el uso de combustibles fósiles ¿en 2050?
    • Triplicar las energías renovables en 2030. Pero poco conseguiremos si en el mismo periodo se incrementa, un cuarto o la mitad, el consumo energético al mismo tiempo.
    • Crear un fondo, ¿cuánto? para compensar pérdidas y daños en los países más vulnerables.
    • Eliminar los subsidios a los combustibles fósiles. ¿Cuándo y cuánto? No vaya a ser que se queden en el cuarto y mitad, se olviden del totalmente ante la presión de las insaciables energéticas. Una anécdota: según el informedel FMI de agosto del 2023, las empresas que nos venden la energía pasaron de 500.000 millones de dólares en el 2021 a 1,3 billones en el 2022. Más del doble y cuarto.
    • Duplicar la financiación, ¿con respecto a cuánto está ahora?, para hacer frente a las consecuencias del calentamiento global. Que por cierto va en aumento, luego habla que seguir duplicando cantidades. Ahí sí que se nos desborda el TODO.
  • Si parece que el clima lo cambia TODO, algo habrá que hacer para cambiar el TODO (aquí no valen cuarto y mitad) y que afecte menos al clima, siempre dinámico por configuración propia. ¿Llegaremos a un racionamiento similar al de nuestra niñez?
  • Cuánto, cuándo y cómo habrá que adelgazar las comunicaciones vía Internet, por lo que parece ancladas ahora en su diseño técnico y sus redes financieras. Sin embargo, pueden ser beneficiosas para reducir la huella de carbono. Aquí sí que nos pilla el cuarto y mitad.
  • No sabemos qué pesa más en la balanza, si en sus platillos colocamos magnitudes sujetas a precisiones de uso, aquello que manifestaba Lula da Silva, el presidente brasileño. Si su entrada en la OPEP era para “Convencer a los países productores de petróleo de que tienen que prepararse para el fin de los combustibles fósiles” o el dinero que vendiendo petróleo –puede que con pozos en enclaves frágiles- tendrá para reparar la maltrecha selva amazónica. Se suena al lío de los decimales y fracciones escolares.
  • También en las cantidades cuentan las proporciones. Oxfam dice en un informe recientemente publicado que el 1% extremadamente rico de la población mundial genera más emisiones que el 66% más pobre, o paupérrimo.
  • No sé dónde lo he leído sobre la crisis climática pero aquí va: algunas personas, entidades, gobiernos, empresas y multinacionales, etc., solo escuchan la mitad, entienden un cuarto, pero se aprovechan el doble.
  • Hay quien opina que tras “el acuerdo histórico” vendrá una ralentización real. Es más, auguran que el TODO no llegará ni a la mitad de la mitad. ¡Vaya!, eso es el cuarto. Si echamos cuentas con las cantidades y proporciones diversas antes citadas…
  • Otros defienden que nos iría mejor aplicando el cuarto o mitad al crecimiento sin ton ni son; apostando por reducir un cuarto hasta el año 20–, mucho tiempo antes de que sea límite de vida.
  • Las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía dicen que estamos cerca del máximo —el momento de mayor consumo en la historia—, pero que todavía no lo hemos superado. Nos encontramos en la periferia del TODO imprevisible.
  • Un acertijo temporal: ¿Hasta cuándo seguirán mandando los combustibles fósiles en la movilidad individual? ¿Un cuarto o medio siglo? Para quienes gustan de las proyecciones y los datos aquí va un artículo y gráficos de Our World in Data.

Una pregunta existencial, casi metafísica, que compartir con el amigo Paco B. cuando salga de su enfermedad y con quienes se adentran en este blog, que recordemos se llama La Cima 2030: ¿se puede trocear, fraccionar, el clima? Pues eso. ¡Cuándo nos convenceremos todos de que si por algo se puede definir el presente futuro compartido es por la consolidación de alianzas éticas, que no dejen a nadie atrás o en el abandono?

Mi pantalón en Togo

En un artículo de hace unos años proponía alojar a los países ricos en un continente mental y ambiental, marcadamente europeo, con numerosas copias que se extendían por los cinco continentes llamado “Basurolandia”, o mejor “Gargameland” o “Wasteland”, por eso de la internacionalidad. Mientras se consigue tal desatino vamos a quedarnos con la “UE basurada”, se podría llamar también basurera o sin reciclar del todo.

Tengo aquí delante unos datos del Retema (Revista Técnica del Medio Ambiente) que me encenagan la visión: “Cada año se generan en la UE 2.200 millones de toneladas de residuos. Más de una cuarta parte (27%) son residuos municipales: residuos cotidianos recogidos y tratados por los municipios, generados principalmente por los hogares”. Haciendo unas cuentas sencillas que consideren ese porcentaje de los domicilios y el número de habitantes de los países UE, salimos de media a unos 1.330 kilogramos por habitante y año. ¡No me lo puedo creer! Seguro que he hecho mal el reparto. Habremos de confirmarlo en varias fuentes. En esta se dice que es media tonelada por persona y año, que ya es algo cuantioso. Sigo leyendo el artículo que habla sobre la generación de residuos UE y me quedo con dos cosas claras: la una negativa (aumentan los residuos que provocamos) y otra positiva (cada vez se recicla mejor y más cantidad). Es más, las estadísticas de 2021 recogían que el 49,6 % de todos los residuos municipales de la UE se reciclaban o se convertían en abono. La UE ha fijado un objetivo del 60 % de reutilización y reciclaje de residuos municipales para 2030; porcentaje que ya cumplen Alemania, Bulgaria, Austria y Eslovenia.

Dice también el artículo que el vertido es casi inexistente en países como Bélgica, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Alemania, Austria, Luxemburgo, Eslovenia y Finlandia. Pero aquí hay una distorsión, porque algo o bastante  de esa no existencia se debe a que incineran buena parte de sus residuos, lo cual no se permite por aquí. Lo que sí parece cierto es que envían menos de un tercio de sus residuos al vertedero. Otro asunto, el de los vertederos y su gestión, que nos llevaría a escribir varios artículos. Pero no vamos a hablar de esto sino que vamos a centrarnos en seguir la pista de lo que le pasó a mi pantalón.

Para no ofender a los de fuera que no nos reñirán por semejante atrevimiento vamos a hablar de los de dentro. En España la gestión de los residuos sigue oliendo mal; menos que hace unos años pero aún apesta. A cualquier dirigente que sostenga su actividad colectiva como un servicio a la comunidad, que anteponga el bien social al rédito político, se le entornarán los ojos de vergüenza y los oídos de estupor cuando se entere de que 26 organizaciones de su país envían una demanda a la Unión Europea para que obligue a cumplir los compromisos adquiridos y aquello que la ley manda. Decían algo así como: “Pedimos amparo a Europa para no ahogarnos en basura”. Las administraciones tienen en el sótano mental bien guardado el protocolo de Aaarhus. Dicho así suena difuso porque pocos nos hemos leído el convenio, que obliga a dar información ambiental. Para los demás no resulta conocido, casi siempre por ocultación gubernamental o empresarial

Esto del reciclaje, y aquí entra mi pantalón en escena va para largo. Quizás se pierda la esencia de sus partes, incluido los botones metálicos y la cremallera que cerraba los interiores poco púdicos. Uno ya estaba alertado. La noticia publicada por 20minutos.es el 3/3/2023 no deja ningún resquicio a la duda “Los ecologistas denuncian ante Bruselas el incumplimiento de España de los objetivos de reciclaje y reclaman «un cambio de rumbo». Y tiene su fundamento porque España se comprometió al reciclaje de sus residuos en un 50 % en 2020, se quedó en el 40,5 %, y el año 2021 en el 36,7 %. Quien lo dude pásese por los datos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. Pero no nos dejemos engañar. El descuido no es solo del Ministerio nombrado; tienen mucho que ver otros responsables bien sea en forma de gobiernos de CC.AA. o ayuntamientos. Las industrias también incumplen lo comprometido y algunas, solo unas pocas, se llevan sanciones por ello. La ciudadanía anda con el traje de camuflaje basural. Durante estos días del “Black Friday” lo ha enriquecido.

Sigamos amontonando desperdicios educativos y materiales. Aquí recogemos textualmente de la página antes mencionada:

Hay una escasa implantación de la “recogida separada”, afirma el responsable del área de residuos de Ecologistas en Acción, Carlos Arribas. El desecho selectivo –cartón por un lado, envases por otro, vidrio y basura orgánica– favorece mucho la posibilidad de reciclar. En España la separación solo alcanza el 20% de esos 22 millones de toneladas, según la Memoria del Ministerio de Transición Ecológica.

Fijémonos en el tránsito de la ropa usada. Podríamos hablar también de la pocilga en la que gente desaprensiva ha convertido una nave abandonada en Humanes (Madrid). Nadie sabe de dónde vino y en dónde acabará esa imagen tétrica del consumo humano. Si bien sospechan por allí que el origen de los detritus son contenedores falsos de donaciones de ropa, utilizada realmente para revenderla ilegalmente. Esto de la ropa usada daría para escribir una enciclopedia. Se decía que iba a producir un boom del reciclaje en 2025, ante la normativa –Ley de residuos- que en ese año obliga a los ayuntamientos a ser más cuidadosos. Puestos a pensar no sabemos cómo lo harán las marcas de moda, que tendrán que implicarse en la recogida de prendas usadas en sus tiendas, no podrán tirar los excedentes y deberán crear consorcios para gestionar sus desechos. Ojo al dato: en España se desechan unas 900.000 toneladas de ropa al año, y el 88% acaba en vertederos, según el informe Análisis de la recogida de la ropa usada en España. De la que sale de la cadena acumulativa,  el 12%, parece que  va a contenedores de ropa y, de allí, a modernas plantas que seleccionan las prendas —incluso aquellas que se encuentran en mal estado— y las reúsan o reciclan para… No me quedo con todas maniobras ni tanto dato, por lo que debo meterme de cabeza en el mundo de los residuos, de cuánto y cómo se recicla en España, en la web del Ministerio de Transición Ecológica.

Y es que la ropa era, ¿es?, moda. Por eso congratula leer que  hay estudios sesudos de lo que le sucede a la ropa usada en España como el realizado en 2021 por MODA-RE, una cooperativa de iniciativa social. Es más, leo que el desprestigio de la ropa de segunda mano se va a limitar también por la necesidad de recogerla en las tiendas, nuevas leyes así lo dicen, y porque cuenta ese artículo que gracias a la sostenibilidad la segunda mano ya no es cutre: “Cada vez está más de moda”. Sin duda por ahí están WallapopVinted, o Milanuncios. Me acabo de enterar al preparar este artículo que hay una tienda en Madrid Humana Vintage de la calle Hortaleza, junto a la Gran Vía de Madrid, que pone cara amable a nuevos tiempos en la ropa usada. Hasta en el escaparate hay maniquíes con prendas antiguas; no exhiben rodilleras remendadas  en los pantalones como las que añadían la mujeres de mi pueblo –casi siempre con telas de tonalidades diferentes a las primitivas-. No teníamos ni idea de que estábamos adelantándonos 50 años a la moda vintage. Así debía ser porque el jersey que ya te quedaba escaso se convertía en lana bien lavada y estirada. Combinada con alguna madeja nueva de otro color componía una chaqueta o jersey jaspeados que quedaban la mar de llamativos.

Un cliente en un local de ropa usada de la calle Tallers de Barcelona, epicentro de la ruta de la ropa de segunda mano en Cataluña. (MIQUEL TAVERNA)

Pero mi sorpresa aumenta cuando me entero de que Zara (la madre más importante de la vestimenta en casi todo el mundo) apuesta por la recuperación de ropa usada y arreglo de botones, rotos y cremalleras. Es más, ha creado una plataforma en el Reino Unido, que ahora hace extensible a España, Zara-pre-owned a la que el usuario normal de sus tiendas puede acudir para arreglar su ropa y comprar la de segunda mano. ¡Si me lo dicen en mis tiempos mozos no me lo creo! Bueno sí, porque en mi infancia monegrina los restos de ropa remendada –toda la ropa, lana, etc.,- se guardaba en un saco. Se los llevaba el trapero que venía por el pueblo y te lo cambiaba por naranjas o la fruta que hubiese en ese tiempo. No eran como los Traperos de Emaús pero casi.

Pero volvamos a lo de mi pantalón en Togo. Si todo fuera como debe ser, o deberá serlo dentro de muy poco, esa camiseta con chip que Greenpeace metió en el montón no debería haber llegado a Togo. Me imagino a mi pantalón en Togo. Lo deposité en Zaragoza en las máquinas traga ropa de mi serio ayuntamiento, que lo llevaría sin duda a una planta verdadera de reutilización de ropa. Miento deliberadamente: ¿a saber dónde está ahora mi pantalón roído al que ya le había arreglado dos veces la cremallera? ¡Qué pena que se me olvidase ponerle un chip y hacerle seguimiento! Pero no es necesario. Sé por mis amigos de Greenpeace que la ropa usada, cuyo final no se sabe, deja una huella quilométrica en su camino hacia el infinito.

Me gustaría acabar este artículo con un buen deseo: la ropa usada se hace “cool”, que para quienes no nadamos con soltura en inglés quiere decir algo así como que “mola cantidad”. Esto lo podría haber dicho Manolito Gafotas. De paso, gracias Elvira Lindo por procurarnos tantos gratos momentos en los que para nada había basura mental; todo se convirtió para nosotros en pensamientos reutilizados.

La vida se desvanece si comer cada día es un lujo, como en Gaza

La Biblia, en el Génesis, dice algo así: ganarás el pan con el sudor de tu frente, hasta que vuelvas a la tierra de donde fuiste sacado. Cada vez que lo releo me viene a la memoria la contundente imagen del infierno de El jardín de las delicias de El Bosco; esa obra moralizadora y algo o bastante pesimista. En más de una ocasión he tratado de entender la imagen global, presente o supuesta. En el panel de la izquierda aparecen en primer plano Eva y Adán con Dios en medio. Curiosa representación del paraíso, que van a perder. En el plano medio del mismo lado  el Bosco “incluye en el centro la fuente de los cuatro ríos del Paraíso, a la izquierda el drago -un árbol mágico que se asocia con el árbol de la vida-, y a la derecha el árbol de la ciencia del bien y del mal, con la serpiente enrollada en el tronco”, copio textualmente la explicación del Museo del Prado, donde se guarda esta joya. Lo curioso es que en aquella frase del Génesis (con la que hemos abierto esta entrada) unida a este castigo eterno venía aquello de “la tierra te producirá cardos y espinas, y comerás hierbas silvestres”.

En el panel central el artista querría representar una vida sin tope, pero –siguiendo con la explicación que nos da el Museo del Prado– se alude con ello a la fragilidad de la vida y placeres, al carácter efímero de las delicias que gozan los seres humanos que pueblan este jardín. La dialéctica de los árboles del paraíso nos llama una y otra vez. La tabla de la derecha representa el infierno de creencias y placeres, que nos avisa de que muchas veces se vuelven contra de la felicidad.

Jerónimo Bosch – Galería online, Museo del Prado.

Lejos de mí la intención de ser moralizante religioso, allá cada cual con lo suyo. Prefiero mirarlo desde la posición personal del consumo ético y sostenible. Prefiero insistir sobre la fragilidad de la vida en este mundo en el que las delicias nunca son permanentes. Pero tengo dudas, como aquellas que Victoria Camps desmenuza en El elogio de la duda. Más que nada por decir tantas cosas que van en dirección contraria a la mayoría. Por eso intento aproximarme con cautela a cómo vamos en el asunto del consumo –estadio principal en el que los occidentales nos vemos retratados en la tabla central del cuadro-, que lleva camino de rozar lo epigenético; subrayar que el drago pintado allí se encuentra muchas veces en contradicción con el árbol de la ciencia del bien y del mal, porque las complejidades comerciales del momento hacen que mucha gente pase hambre, circunstancia que la acerca a la muerte –escenario que impera ahora en Gaza, y en otros muchos lugares-. Lejos de  mí pensar que en Gaza son todos pecadores que merecen estar en la tabla derecha del tríptico. Pero muchos gazatíes se enfrentan al infierno que pinta la posibilidad de morir de hambre, como denuncia la ONU.

El WPF (Programa Mundial de Alimentos)  se pregunta por qué pasa hambre más gente que nunca. Lo concreta sobre todo en el Corredor Seco Centroamericano y Haití, a través del Sahel, la República Centroafricana, Sudán del Sur y luego hacia el este hasta el Cuerno de África, Siria, Yemen y por todo el camino hasta Afganistán.

A lo largo de esta semana hemos encontrado a gente voluntaria del Banco de Alimentos que nos invitaba a ejercer nuestra solidaridad y compromiso, que no caridad, de dar un poco de lo que nos sobra a quienes mucho les falta; otra vez aparece aquí Victoria Camps, que nos recuerda el valor de la ética aplicada. Sería algo así como intercambiar escenas del cuadro de El Bosco. Pero en esta iniciativa solidaria hay implicadas muchas personas e instituciones que buscan paliar del desigualdades humanas. En algunos sectores sociales de nuestras ciudades, en todo el mundo, se viven carencias humanitarias algo parecidas a Gaza, a veces sin guerras. El alto coste de ciertos productos básicos de alimentación sume a demasiadas familias en posiciones de cierta indigencia. Las progresivas crisis climáticas originan desastres sociales. Urge un nuevo sistema alimentario para una era de crisis múltiples.

Acongoja la noticia que nos acerca la ONU de mayo de este año: El hambre aumenta por cuarto año consecutivo y azota ya a más de 250 millones de personas. El hambre en España se podría llamar inseguridad alimentaria. Cruz Roja nos avisa de dos caras de la inseguridad alimentaria: una de cada nueve personas pasa hambre. Una de cada ocho es obesa. Un asunto para dedicarle muchos plenos en el parlamento español y en los de las CC.AA. Pero por ahora nuestros representantes están muy ocupados en ver quién suelta la mayor ocurrencia, o insulto maledicente, al que no es de su partido, que no tendría que ser contrario sino complementario. Se olvidan de que los parlamentos son lugares de encuentro para buscar lo que mejor le vaya a toda la ciudadanía. No me extraña que en última encuesta del CIS los parlamentos fuesen tan poco valorados.

Ashraf y varios de sus hijosen Gaza. (EFE/Anas Baba)

Vi el tríptico cerrado y lo vi todo negro en grisalla, como la vida en Gaza en donde las mujeres y los recién nacidos son los más afectados, en este noviembre indigno en la llamada comunidad internacional. Por allí no hay ningún rincón que se pueda llamar el jardín de las delicias. Mirémonos en el espejo del Black Friday de allí, seguro que provocará algún rasguño, o colapsos graves, en lo más íntimo del sentimiento global que el género humano debería cultivar y compartir. No sé por qué me vino a buscar aquella frase de Bertrand Russell: “Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas”. Por cierto, detrás de la mínima tregua la guerra se recrudece en Gaza, hasta en el sur. Así lo cuenta la BBC.

¡Qué termine la guerra, para que entre la ayuda humanitaria y, en parte, se pueda paliar el hambre! Porque comer cada día con seguridad alimentaria es para muchos gazatíes un lujo del cual no tienen recuerdo; hasta el espíritu está desnutrido.

La salud del convenio de Aarhus

Aarhus ha pasado a ser una muestra de ese olvido global que anima a llegar en buenas condiciones socioambientales al año 2030. Bueno, la localidad danesa no. Este mes de junio se cumplieron 25 años del Convenio de Aarhus, que, más o menos venía a decir que se reconocía como un derecho de la ciudadanía mundial al acceso a la información, la participación del público en la toma de decisiones y el acceso a la justicia en materia de medioambiente. Costó muchas deliberaciones llegar al acuerdo de abrir la información medioambiental. Pero en su redacción se vio el interés de que esto sucediese. De hecho, una alianza de organizaciones llamada ECO-Forum Europa tuvo un papel importante en su redacción y en todas las sesiones de negociación de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (CEPE-NU).

No era poco para aquellos tiempos, era mucho para los tiempos futuros si el itinerario no se interrumpía. De hecho, hasta octubre de 2002 solo 22 países lo habían ratificado –entre ellos tres europeos: Dinamarca, Francia e Italia-. Por cierto, España lo hacía en febrero de 2005, lo cual podría deberse a varios motivos: una dificultad reguladora en la maraña judicial, un tradicional desamparo medioambiental o la presión de intereses diversos. En todo caso dibujaba una pérdida democrática considerable.

La ciudad de Aarhus, la segunda más grande de Dinamarca. (Ralbisser/Wikipedia)

No por firmar se ha llevado a efecto tal cual decía. España, como otros países europeos, ha sido demandada ante tribunales diversos por sus incumplimientos de información ambiental; qué decir por lo que concierne a las CC.AA., comarcas, cabildos o ayuntamientos! Tanto es así que el Consejo General de la Abogacía incluía en su página en el año 2016 que “El Convenio de Aarhus resultó aquí una oportunidad perdida” en su blog “Derecho ambiental”, que gestionaba nuestro amigo y gran defensor del medioambiente José Manuel Marraco, a quien nunca le agradeceremos suficientemente su defensa del patrimonio socioambiental.

Aunque ya lo hayamos dicho en otros medios, vamos a reproducir textualmente una parte de lo que el Convenio suponía. Los países firmantes, España entre ellos, se comprometían a:

  • poner a disposición del público los archivos del gobierno que contengan información relacionada con el medioambiente.
  • establecer cauces de participación de la sociedad en la toma de decisiones administrativas, y asegurar que los procesos de decisión sean transparentes.
  • permitir que toda persona pueda llevar a una autoridad o a una empresa a los tribunales por incumplimiento de sus obligaciones ambientales.

Nos hemos subido a una metafórica atalaya del pensamiento llamada Latour (qué bien le viene la palabra francesa), para no caer en la desolación, para relanzar el objetivo idealizado en La Cima 2030. Aquí van algunas de sus luces:

  • La modernidad no es la separación entre naturaleza y sociedad. Hemos de entender el mundo y a reconocer la complejidad y la interacción en planos diversos y magnitudes diferentes de las relaciones humanas, sociales y medioambientales.
  • La globalización no es el paraíso terrenal ni un proceso uniforme. Está informada y actúa por múltiples localidades interconectadas.
  • La Tierra no es un objeto, sino un actor político. Es un ente dotado de capacidades y urgencias propias, y a tener en cuenta su voz en el debate político y la toma de decisiones.
  • La política consiste en tender puentes entre diferentes mundos. Esa poliética se construye en un escenario de diálogo y negociación que permita construir relaciones estables de entendimiento y colaboración entre las diferentes visiones y enfoques.
  • La crisis ecológica nos obliga a repensar nuestras concepciones de progreso y desarrollo. De ninguna manera podemos continuar con el mal dimensionado crecimiento económico ilimitado, con la una explotación infinita de los recursos naturales. Si seguimos así llegaremos a la quiebra ambiental.
  • La verdad no debe ser entendida únicamente como una colección de hechos objetivos e inmutables, sino como el resultado de la interacción y negociación entre diversas perspectivas y puntos de vista. En realidad, la verdad es el resultado de un proceso de construcción colectiva. En él, diferentes perspectivas son tenidas en cuenta y, al final, se busca alcanzar un consenso a través de la comunicación y el diálogo.
  • Las decisiones científicas no siempre son imparciales. Desde la formulación de las preguntas de investigación hasta la interpretación de los resultados, están condicionadas por los contextos políticos, económicos y sociales en los que se llevan a cabo. Luego hay que cotejar fuentes diversas y merecedoras de crédito.
  • El debate sobre el cambio climático no es solo científico, también es profundamente político. Entran en juego los intereses de diferentes actores políticos y económicos. De hecho, estas discrepancias pueden obstaculizar la toma de medidas eficientes para enfrentar esta crisis.
  • El cambio climático nos obliga a repensar los conceptos de tiempo y espacio. El acelerado cambio climático demuestra que los eventos naturales ya no obedecen las nociones tradicionales de tiempo lineal y espacio limitado. Los efectos del calentamiento global se extienden por todo el mundo; se manifiestan de formas cada vez más impredecibles. Nos vemos imposibilitados a entenderlos con las capacidades convencionales.
  • La acción colectiva es esencial para abordar los desafíos globales a los que nos enfrentamos. Sin más.
  • La separación entre cultura y naturaleza es falsa, todo es híbrido y entrelazado. Siempre, hasta en el mínimo momento hay una hibridez de comprensión, de intención y de obra.
  • La ciencia y la política son inseparables. Haríamos bien en hacerlas complementarias.
  • El antropocentrismo hace muchas décadas que es un lastre para entender los desafíos ecológicos que tenemos delante, que se nos agrandan cada día.
  • La solución a las problemáticas socioambientales debe incluir la participación, en alianza, de todas las partes implicadas.
  • Los seres humanos somos una parte de nuestro entorno: estamos dentro de las relaciones que lo mantienen, por activa y por pasiva. Somos inseparables del entorno, a escalas diferentes.

Gracias Bruno Latour. Sea esta entrada un homenaje a tu magisterio cuando se cumple un año de tu fallecimiento. Nos han dado ideas, abierto caminos, para nuestras conversaciones de futuro. Miremos hacia dónde sea, nos has invitado a observar con parámetros globales, a no poner el foco en las llamaradas espectaculares que muchas veces adornan/oscurecen la vida.

 

Preámbulo a la COP28, Cumbre del Clima, en Dubái

Esta entrada está desaconsejada para todas aquellas personas que emplean Tik Tok, o similares voceros, como principal medio de información sobre la crisis climática. Se dirige a la gente que no lo hace así. Nos atrevemos a pensar que cualquiera que observe con algo de seriedad el mundo entenderá esos vericuetos desinformativos fuera de lugar climático. Hasta los negacionistas citan algunas señales de que algo climático ha cambiado mucho. Pero claro, no lo van a decir, aunque les afecte bastante. No nos sirve que nos contradigan con que el sistema Tierra ha sufrido perturbaciones similares a lo largo del tiempo para basar su incredulidad. Se olvidan intencionadamente de la aceleración y la recurrencia de estos eventos en poco tiempo. Ese que desde la revolución industrial ha convertido la Tierra en una fumarola, o una tormenta solar continuada casi como aquella de 1859.

Sin ir más lejos, en este largo verano de 2023 hemos soportado lo que algunos han llamado “calorcitis”, como queriendo hablar de una inflamación global provocada por el calor que nos causa graves trastornos: a mucha gente, en muchos lugares, a casi toda la biodiversidad mundial. De hecho, el riguroso informe Lancet Countdown prevé en el próximo futuro más días de calor extremo, más muertes atribuibles a las altas temperaturas, más enfermedades infecciosas mortales y más hambre y malnutrición por la crisis climática.  ¿Cuántas?, depende de lo que hagamos. Resaltemos, textualmente, algunas de sus alertas:

  • “Las proyecciones de un mundo 2 °C más cálido revelan un futuro peligroso. Son un sombrío recordatorio de que el ritmo y la escala de los esfuerzos de mitigación vistos hasta ahora han sido lamentablemente inadecuados para salvaguardar la salud y la seguridad de las personas.
  • Con 1.337 toneladas de dióxido de carbono emitidas cada segundo, no estamos reduciendo con la rapidez suficiente los riesgos climáticos dentro de los niveles que nuestros sistemas sanitarios pueden soportar. La inacción tiene un enorme coste humano, y no podemos permitirnos este nivel de desinterés: lo estamos pagando con vidas.
  • Necesitamos urgentemente profundas reducciones de las emisiones de gases de efecto invernadero en todos los sectores, un aumento de las energías renovables y la eliminación progresiva de los combustibles fósiles. La buena noticia, que debería animarnos, es que, al hacerlo, tenemos la increíble oportunidad de reducir la pobreza energética y salvar vidas gracias a un aire más limpio.
  • La inacción ante el cambio climático está costando vidas y medios de subsistencia. En 2022, las personas estuvieron expuestas, por término medio, a 86 días de altas temperaturas peligrosas para la salud.
  • Las nuevas proyecciones mundiales revelan la grave y creciente amenaza para la salud de seguir retrasando las medidas contra el cambio climático, ya que es probable que el mundo experimente un aumento de 4,7 veces en las muertes relacionadas con el calor a mediados de siglo.
  • Hemos de poner de relieve la diferente y desigual experiencia de los efectos del cambio climático sobre la salud y de los beneficios colaterales para la salud de la transición hacia una energía limpia.
  • Sin una mitigación profunda y rápida para atajar las causas profundas del cambio climático, la salud de la humanidad está en grave peligro.

No solo alerta este informe del mal momento en que nos encontramos, del remolino sanitario que supone el cambio climático.  El informe WRI (Wordl Resources Institute)  Estado de la Acción Climática 2023 ofrece una serie de pautas que se convierten en una hoja de ruta para que el mundo global, y los países en particular y la ciudadanía, puedan implicarse en la limitación de los efectos de los golpes climáticos cada vez más peligrosos e irreversibles; a la vez que se minimizan los estragos a la biodiversidad. También afecta a la seguridad alimentaria, en particular de los más débiles, a quienes más dificultades arrastran desde hace tiempo. Pero concluye que 41 de 42 indicadores evaluados no están en camino de alcanzar sus objetivos para 2030.

Mal asunto, porque se nos había abierto una tenue esperanza, dentro del informe de WRI , publicado bajo Systems Change Lab, titulado Seguimiento de la acción climática: cómo el mundo aún puede limitar el calentamiento a 1,5 grados C. Ahí se resaltaba como positivo el hecho de que “en los últimos cinco años, la proporción de vehículos eléctricos en las ventas de automóviles de pasajeros creció exponencialmente a una tasa anual promedio del 65% (del 1,6% de las ventas en 2018 al 10% de las ventas en 2022). Este indicador está encaminado para 2030”. Pero enseguida se nos evaporan las esperanzas: de hecho, el progreso en más de la mitad de los indicadores (incluidos los esfuerzos para eliminar gradualmente el carbón en la generación de electricidad, descarbonizar los edificios y reducir la deforestación) sigue muy lejos de lo previsto, de modo que el mundo necesitará ver una aceleración al menos doble en esta década. En otros seis indicadores, las tendencias recientes van en la dirección totalmente equivocada.

Por eso alerta de que para iniciar transformaciones rápidas en todos los sectores será necesaria una tremenda aceleración de la acción climática global. Por ejemplo, para encaminarse hacia 2030 con menos apuros, el mundo necesita una serie –el orden no prejuzga su importancia- de acciones urgentes:

  1. Reducir la tasa anual de deforestación 4 veces más rápido.
  2. Incrementar la cobertura del tránsito rápido 6 veces más rápido.
  3. Eliminar progresivamente el carbón en la generación de electricidad 7 veces más rápido.
  4. Reducir el consumo de carne de vacuno, cordero y cabra en regiones de alto consumo 8 veces más rápido.
  5. Descarbonizar la producción de cemento más de 10 veces más rápido.
  6. Aumentar el ratio de inversión entre el suministro de energía con bajas emisiones de carbono y el uso de combustibles fósiles más de 10 veces más rápido.

Estos deseos insatisfechos nos sumen en la nebulosa presente y futura de la vida en común. Nos sorprende que no se entienda, que pregunten a las academias médicas, que el hecho de consumir menos combustibles fósiles alarga la vida, y mejora las condiciones de ese plus de supervivencia. Dicho simplemente como avisa César-Javier Palacios en el blog de este periódico “La crónica verde”: Vamos por mal camino. Las emisiones de CO2 no hacen sino crecer en España.

Puestos a indagar un poco más, a la gente sensata e interesada en resolver aquello de que “no puedo hacer lo que se me antoje en el lento proceso de la descarbonización global”, nos hemos acercado un poco más a la movilidad eléctrica en España. Pero mira por donde el Informe OBS Business School dice que España tiene los puntos de recarga públicos de los más caros de Europa (hasta un 130% más cara que Portugal). Además, falta control y seguimiento de esas instalaciones que reciben subvención pública). Esta anomalía de futuro va en contra de lo que subraya el punto 6 de nuestra carta a los Reyes Magos de este año, o del escrito que pensamos dirigir a la próxima COP28 de Dubái, dentro de unos días. Además dice que los vehículos eléctricos puros siguen representando menos del 2% del parque automovilístico mundial (1% en España).

(ANFAC)

Puestos a relacionar un poco más me alumbra la visita reciente a la Exposición “Amazonía” con imágenes de Sebastiao Salgado. Dentro del paisaje, o escondidos con él, siento a los pueblos indígenas del Amazonas instando al Gobierno brasileño a declarar la emergencia climática tras ver que hasta los caudalosos ríos se secan. ¿La Amazonía seca? Indudablemente el mundo actual está fuera de lugar.

Puesto a pensar me golpea el titular de The GuardianPagar en vidas’: la salud de miles de millones de personas en riesgo por el calentamiento global. Ironía bien intencionada:  la Cop28 se prepara para celebrar su primer Día de la Salud, centrado en los vínculos entre la crisis climática y la salud humana. ¡¿Ahora se dan cuenta?!

Ni siquiera esforzándonos en pensar conseguimos encontrar ni una brizna de cordura basada en la ciencia objetiva en los partidos políticos españoles que han declarado la guerra al cambio climático, tanto que ni siquiera se preguntan si el dióxido de carbono es, o no, un gas contaminante. Nos gustaría conocer quiénes les sustentan estos dislates. Es más amenazan con derogar la ley del cambio climático e impulsar la minería en cuanto lleguen al Gobierno de España, que a punto han estado y puede que sea no muy tarde. La historia los pondrá en la imagen velada de la España de los decenios especulativos con el bien común climático (2020-2030; antes y después).

Me gustaría dejar de pensar en cómo se les ocurre celebrar una cumbre sobre el clima en Dubái. Ante la cual Eagle. Earthactiongloballeage  ha pedido el boicot porque celebrar una cumbre en este país, prototipo petrolífero como pocos, es absurdo y peligroso. Dan razones que merecen ser pensadas en profundidad. Con más contundencia se expresa El Confidencial: ¿reunión de gallinas en la madriguera del zorro?

Preparémonos para escuchar deseos climáticos, poco o muy comprometidos, entre el 30 de noviembre y el 12 de diciembre. Leamos con calma lo que publica la prensa online, entre ellas 20minutos.es. Porque estamos hablando de personas y clima, no de un ente abstracto fruto de la especulación de miles de científicos manejados por…