La salud del convenio de Aarhus

Aarhus ha pasado a ser una muestra de ese olvido global que anima a llegar en buenas condiciones socioambientales al año 2030. Bueno, la localidad danesa no. Este mes de junio se cumplieron 25 años del Convenio de Aarhus, que, más o menos venía a decir que se reconocía como un derecho de la ciudadanía mundial al acceso a la información, la participación del público en la toma de decisiones y el acceso a la justicia en materia de medioambiente. Costó muchas deliberaciones llegar al acuerdo de abrir la información medioambiental. Pero en su redacción se vio el interés de que esto sucediese. De hecho, una alianza de organizaciones llamada ECO-Forum Europa tuvo un papel importante en su redacción y en todas las sesiones de negociación de la Comisión Económica para Europa de las Naciones Unidas (CEPE-NU).

No era poco para aquellos tiempos, era mucho para los tiempos futuros si el itinerario no se interrumpía. De hecho, hasta octubre de 2002 solo 22 países lo habían ratificado –entre ellos tres europeos: Dinamarca, Francia e Italia-. Por cierto, España lo hacía en febrero de 2005, lo cual podría deberse a varios motivos: una dificultad reguladora en la maraña judicial, un tradicional desamparo medioambiental o la presión de intereses diversos. En todo caso dibujaba una pérdida democrática considerable.

La ciudad de Aarhus, la segunda más grande de Dinamarca. (Ralbisser/Wikipedia)

No por firmar se ha llevado a efecto tal cual decía. España, como otros países europeos, ha sido demandada ante tribunales diversos por sus incumplimientos de información ambiental; qué decir por lo que concierne a las CC.AA., comarcas, cabildos o ayuntamientos! Tanto es así que el Consejo General de la Abogacía incluía en su página en el año 2016 que “El Convenio de Aarhus resultó aquí una oportunidad perdida” en su blog “Derecho ambiental”, que gestionaba nuestro amigo y gran defensor del medioambiente José Manuel Marraco, a quien nunca le agradeceremos suficientemente su defensa del patrimonio socioambiental.

Aunque ya lo hayamos dicho en otros medios, vamos a reproducir textualmente una parte de lo que el Convenio suponía. Los países firmantes, España entre ellos, se comprometían a:

  • poner a disposición del público los archivos del gobierno que contengan información relacionada con el medioambiente.
  • establecer cauces de participación de la sociedad en la toma de decisiones administrativas, y asegurar que los procesos de decisión sean transparentes.
  • permitir que toda persona pueda llevar a una autoridad o a una empresa a los tribunales por incumplimiento de sus obligaciones ambientales.

Nos hemos subido a una metafórica atalaya del pensamiento llamada Latour (qué bien le viene la palabra francesa), para no caer en la desolación, para relanzar el objetivo idealizado en La Cima 2030. Aquí van algunas de sus luces:

  • La modernidad no es la separación entre naturaleza y sociedad. Hemos de entender el mundo y a reconocer la complejidad y la interacción en planos diversos y magnitudes diferentes de las relaciones humanas, sociales y medioambientales.
  • La globalización no es el paraíso terrenal ni un proceso uniforme. Está informada y actúa por múltiples localidades interconectadas.
  • La Tierra no es un objeto, sino un actor político. Es un ente dotado de capacidades y urgencias propias, y a tener en cuenta su voz en el debate político y la toma de decisiones.
  • La política consiste en tender puentes entre diferentes mundos. Esa poliética se construye en un escenario de diálogo y negociación que permita construir relaciones estables de entendimiento y colaboración entre las diferentes visiones y enfoques.
  • La crisis ecológica nos obliga a repensar nuestras concepciones de progreso y desarrollo. De ninguna manera podemos continuar con el mal dimensionado crecimiento económico ilimitado, con la una explotación infinita de los recursos naturales. Si seguimos así llegaremos a la quiebra ambiental.
  • La verdad no debe ser entendida únicamente como una colección de hechos objetivos e inmutables, sino como el resultado de la interacción y negociación entre diversas perspectivas y puntos de vista. En realidad, la verdad es el resultado de un proceso de construcción colectiva. En él, diferentes perspectivas son tenidas en cuenta y, al final, se busca alcanzar un consenso a través de la comunicación y el diálogo.
  • Las decisiones científicas no siempre son imparciales. Desde la formulación de las preguntas de investigación hasta la interpretación de los resultados, están condicionadas por los contextos políticos, económicos y sociales en los que se llevan a cabo. Luego hay que cotejar fuentes diversas y merecedoras de crédito.
  • El debate sobre el cambio climático no es solo científico, también es profundamente político. Entran en juego los intereses de diferentes actores políticos y económicos. De hecho, estas discrepancias pueden obstaculizar la toma de medidas eficientes para enfrentar esta crisis.
  • El cambio climático nos obliga a repensar los conceptos de tiempo y espacio. El acelerado cambio climático demuestra que los eventos naturales ya no obedecen las nociones tradicionales de tiempo lineal y espacio limitado. Los efectos del calentamiento global se extienden por todo el mundo; se manifiestan de formas cada vez más impredecibles. Nos vemos imposibilitados a entenderlos con las capacidades convencionales.
  • La acción colectiva es esencial para abordar los desafíos globales a los que nos enfrentamos. Sin más.
  • La separación entre cultura y naturaleza es falsa, todo es híbrido y entrelazado. Siempre, hasta en el mínimo momento hay una hibridez de comprensión, de intención y de obra.
  • La ciencia y la política son inseparables. Haríamos bien en hacerlas complementarias.
  • El antropocentrismo hace muchas décadas que es un lastre para entender los desafíos ecológicos que tenemos delante, que se nos agrandan cada día.
  • La solución a las problemáticas socioambientales debe incluir la participación, en alianza, de todas las partes implicadas.
  • Los seres humanos somos una parte de nuestro entorno: estamos dentro de las relaciones que lo mantienen, por activa y por pasiva. Somos inseparables del entorno, a escalas diferentes.

Gracias Bruno Latour. Sea esta entrada un homenaje a tu magisterio cuando se cumple un año de tu fallecimiento. Nos han dado ideas, abierto caminos, para nuestras conversaciones de futuro. Miremos hacia dónde sea, nos has invitado a observar con parámetros globales, a no poner el foco en las llamaradas espectaculares que muchas veces adornan/oscurecen la vida.

 

2 comentarios · Escribe aquí tu comentario

  1. Pueden leer el documento que esta ONG remitió al Convenio de Aarhus. La frustración es más que evidente.

    https://unece.org/sites/default/files/2023-09/frCommVII.8p_C36_21.04.2023_redacted.pdf

    29 noviembre 2023 | 8:37 am

  2. Dice ser Mascota

    La frustración es más que evidente. estoy de acuerdo

    09 febrero 2024 | 3:14 pm

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