Archivo de junio, 2023

A los países se les escapa un horizonte 2030 menos insostenible

Cuando comenzamos a publicar entradas en este blog razonábamos por qué lo habíamos titulado La Cima 2030. Decíamos que porque cima era algo así como meta y a la vez representaba las dificultades de coronarla con éxito. ¿Cuándo? En el año 2030; hace tiempo que se redactaron las Agendas 2030. Tenían escritas al inicio unas pocas páginas en las cuales se analizaba el punto de partida. También había algo señalado en las últimas; una especie de rejillas para recoger, en qué cualidad y medida, si los deseos enunciados al principio se habían convertido en logros. Sin olvidar que habían de anotarse insuficiencias, las cuales debían regenerar en nuevas propuestas de acción.

Lo de las agendas ha sido un “sí pero no sé cómo” o “me apetecería pero hay muchas cosas más urgentes” para muchos países, entidades administrativas, empresas y ciudadanía en general. Los progresos, que en lugares y aspectos concretos los ha habido, se han visto sepultados por los “así no avanzaremos” con plenas garantías al año 2030. Da pena leer que “al ritmo actual de progreso ninguno de los objetivos se alcanzará en 2030”, según un informe elaborado por la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (SDSN, por sus siglas en inglés), una organización vinculada a la secretaria general de las Naciones Unidas. En su página se puede revisar el grado de cumplimento de la Agenda 2030, de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por país. Merece la pena echarle un vistazo, pero si el tiempo les genera demasiadas servidumbres les avisamos de que los mejores situados siguen siendo los países europeos (Finlandia, Suecia, Dinamarca, Alemania y Austria, etc.), los diez primeros lo son mientras que España se encuentra en el puesto 16. Por el contrario, también se lo imaginarán, los países peor situados en la escala son ahora Líbano, Yemen, Papúa Nueva Guinea, Venezuela y Myanmar; con cantidad de metas sin resolver o caminando directamente en la dirección equivocada.

Malos tiempos para la ética y justicia social, que se evidencian en tremendas desigualdades. En varios países europeos han accedido a los parlamentos y gobiernos partidos de extrema derecha que le tienen un inquina especial a todo que suene a medioambiente, Agenda 2030 o sostenibilidad mundial; por no hablar del entramado social de los pobres o diferentes. Mucha tarea y compleja tiene por delante Antonio Guterres -el Secretario General de la ONU- que se empeña en predicar una y otra vez que se acaba el tiempo para evitar los daños irreversibles que generan crisis climáticas y sus consecuencias. A la vez nos quiere mantener en la esperanza: se acaba el tiempo pero no es demasiado tarde en todo. Pero se lamenta de que se haya roto la confianza entre el Norte rico -gran consumidor de combustibles y materias primas- con el Sur pobre –donde falta casi de todo, incluidos derechos humanos-. Allá donde más falta la justicia climática; en aquellos países y gentes que menos han contribuido a fomentarla pero son quienes más la sufren. Guterres alerta de que se ha acabado el tiempo de hablar. “Hay que llegar a llegar a un acuerdo creíble para compensar los daños y pérdidas para los países empobrecidos”. Los ricos no se dan cuenta de que las distorsiones en la relación aire-océanos-suelos-sociedad global no solo golpeará a los pobres. Si tuvieran un mínimo de egoísmo socializado se volcarían en la ayuda de los más castigados; después pueden ir ellos. Porque según asegura la Agencia Internacional de la Energía (IEA por sus siglas en inglés) es imprescindible aumentar las inversiones en energía limpia en los países emergentes o en desarrollo hasta los 1,1 billones de dólares USA en 2030 y años sucesivos.

No resulta fácil un empeño de este tipo. Por todas las redes y muchos medios de comunicación se han asomado las “minas de bulos”, climáticos por ejemplo, con la misión salvífica de hacer explotar todo que se apoye en la ciencia y no someternos a las ansiedades. Aquí va una pequeña muestra, no de “Fake news” sino de mentiras interesadas para hacer daño a la mente y al cuerpo de la gente despistada. A menudo me pregunto si el mal se limita a confundir para anular lo que dice la ciencia o va más allá; a adentrarse en el mundo de la perversión social. Por cierto, entre muchos rescataremos el anagrama de la Agenda 2030 –muy manoseado y desteñido, es verdad- y el resto de los iconos de compromisos que luchan contra las desigualdades sociales que van hacia ese cubo de basura gigante que el partido político enemigo del bien social compartido ha instalado en Madrid. Reciclaremos las ideas para que, no sabemos cuándo, se logre la justicia social universal que lamine las desigualdades. Porque es un derecho humano, si falla la arquitectura que lo sostiene puede haber muchos derrumbes, y los ricos no saldrán indemnes.

Nos resistimos a creer que haya tanta gente y países egoístas. Como decía Mafalda (Quino) algunas personas no han entendido que la Tierra gira alrededor del Sol, no de ellas. No recuerdo que la argentina hubiese conocido al detalle los fondos de inversión. Más todavía me hace pensar lo de Erwin Schrodinger, el Nobel de Física que también hablo de lo del gato, que decía que “para un animal solitario, el egoísmo es una virtud que tiende a preservar y mejorar la especie: en cualquier tipo de comunidad se convierte en un vicio destructivo”. A lo que José Saramago añadiría: El ser humano que carece de esa segunda piel que llamamos egoísmo aún no ha nacido, dura mucho más que la otra, que sangra tan fácilmente.  No podría faltar aquí Irene Vallejo, la minuciosa observadora de la vida hecha literatura de emociones, cuando avisa de que “sin humildad, el yo ocupa todo el espacio disponible y solo ve al prójimo como objeto o como enemigo”.

Utilicemos estas cuatro ideas para reposicionarnos en el sistema social que vivimos. Pues eso: ¿qué tal si retomamos con espíritu no egoísta las Agendas 2030 ahora mismo? Pero de verdad, basado en alianzas comprometidas.

La basura asedia España, mientras los españoles “se hacen los suecos”

Más que asedia deberíamos haber dicho enmierda que lo define mejor, y está en el diccionario de la RAE, pero no queríamos echar para atrás a las personas sensibles. De estas va la entrada. Me refiero a la cantidad de mujeres y hombres que sienten como propias -aunque no la hayan generado- las suciedades, porquerías y desechos que hay abandonadas por todos los lugares. De autoría anónima o más o menos conocida. El caso es que habría que exclamar más de una vez aquello de “idos a la mierda”. Esta gran nación, o patria, que tantos mundos raros conquistó ha sucumbido a lo que aparentemente no sirve para nada: se colecciona basura cual Diógenes social. ¡Hasta en eso estamos confundidos!

Porque claro, cuando el que escribe era joven apenas se hacía basura. Casi toda era orgánica y la que no, metálica o papel, admitía usos posteriores. Las papeletas en cucurucho, las bolsas o paquetes de papel. Y las latas, que cuando se generalizaron se convirtieron en una maravilla de la ingeniería. Transitaban una y otra vez en la vida en varios usos: guarda lápices, monederos de casa, guardianes de semillas o chocolates, etc. Y también eran coches o camiones cuando hacia los años 60 en España la inteligencia infantil suplía a la carente moneda. Material de manualidades diversas en el entretenimiento creativo de pequeños y mayores. ¡Hasta las empleábamos para hacer zuecos con los que hacer carreras como cuenta este vídeo!, pero con menos artilugio y herramientas. Quién no admira las sencillas latas de de sopa Campbell, convertidas en arte de la mano de Andy Warholl. Lo que no conocía es que la Real Conservera Española se había empeñado en una iniciativa llamada Arte en lata, un proyecto artístico presentado en Arco 22 Madrid. Incluso podemos avanzar que las latas, aluminio o metal, de los contenedores amarillos son las reinas en la recuperación de materiales. Todavía España no está enlatada. De a dónde va lo que se deposita en los contenedores amarillos mejor no hablar. De todas formas a la UE no se le escapa casi nada.

Hace ya más de un año que la Comisión Europea nos llamaba cochinos por la mala gestión de las basuras, exactamente por la no prohibición de los plásticos de un solo uso y no poner fin a la comercialización de pajitas, bastoncillos y cubiertos de plástico. Además de llamarnos la atención sobre el hecho de que nuestro Parlamento no hubiese aprobado todavía la ley que organiza los residuos.

El ojo que todo lo ve le invita al cerebro a que piense si cuando alguien compra una entrada para alguno de esos eventos multitudinarios -que tanto abundan en España-  sabe que una parte del costo se debe al derecho de sembrar de guarradas el lugar. En cuanto acabe entrarán los diligentes limpiadores y limpiadoras y nos esconderán las inmundicias. Uno se pregunta sin encontrar respuesta definitiva: ¿somos menos cuidadosos cuando actuamos en grupo o en la intimidad, cuándo vamos serenos o nuestra capacidad de atención está minorada por algún estimulante? ¿Valdría de algo que las estrellas que juegan o cantan recomendasen varias veces a los seguidores llevarse sus residuos a casa?

Da igual que el Congreso de los Diputados aprobase en diciembre de 2022, por fin, la Ley de Residuos y Suelos Contaminados. Al final se consiguió que se vetase de una vez la comercialización de determinados utensilios de plástico de un solo uso como pajitas, vasos y platos, y que se prohibiese añadir microplásticos a cosméticos o productos de limpieza; esas bolitas que los comerciantes hablaban que eran la última maravilla por su efecto rascador. Es más, aunque no se haya publicitado mucho la ley contenía la obligación de que bares y restaurantes ofrezcan agua no embotellada gratis a los clientes, además de impulsos a la venta a granel y otras “menudencias fundamentales para una vida más saludable” como la prohibición de fumar en las playas, la retirada del amianto, la prohibición de destrucción de excedentes.

A no recuerdo qué ministro casi lo meten en una bolsa de basura y lo lanzan al camión cuando se atrevió, qué osado, a proponer la desaparición de los plásticos de la cadena alimentaria. La Unión Europea nos mira con malos ojos, o debe frotárselos porque no entiende lo que ve. En esta economía que tanto crece –dicen que la primera de Europa- las basuras son el adorno feo de todo. Pero la gente parece que se encuentra a gusto con el asunto: el usar y tirar es una señal de poderío mientras que recoger algo de un contenedor de la calle para ver si se le puede dar un segundo uso es cosa de pobretones; entre ellos quien esto escribe. Cuando veo a alguien mirarme con mala cara por llevarme tal o cual objeto de un contenedor de obras me acuerdo de aquello de que lo que para unos es un desecho puede ser un tesoro para otros. No sé por qué lo relaciono con aquel poema de Calderón de la Barca que decía:

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.

¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.

Quejoso de mi fortuna
yo en este mundo vivía, y cuando entre mí decía:
¿habrá otra persona alguna
de suerte más importuna?

Piadoso me has respondido.
Pues, volviendo a mi sentido,
hallo que las penas mías,
para hacerlas tú alegrías,
las hubieras recogido.

(Fragmento de La vida es sueño)

El cubo de la basura es parte de nuestra historia más íntima aunque no todas las personas lo veamos así. ¡Si supiera hablar! Tanto duele que el poeta Rafael Morales le dedicó una estupenda alabanza al nunca bien ponderado objeto que nos pasa desapercibido. O será por eso que él lo tituló Cántico doloroso al cubo de la basura. Dice así:

Tu curva humilde, forma silenciosa,
le pone un triste anillo a la basura.
En ti se hizo redonda la ternura,
se hizo redonda, suave y dolorosa.

Cada cosa que encierras, cada cosa,
tuvo esplendor, acaso hasta hermosura.
Aquí de una naranja se aventura
su delicada cinta leve y rosa.

Aquí de una manzana verde y fría
un resto llora, zumo delicado
entre un polvo que nubla su agonía.

Oh, viejo cubo sucio y resignado:
desde tu corazón la pena envía
el llanto de lo humilde y lo olvidado.

Seguro que después de leer la elegía de Rafael Morales lo vemos de otra forma. Vamos a suponer que dispone de, y emplea bien, recipientes diferenciados papel usado, vidrios, plásticos –la mayor parte no admiten el reciclado con los recursos disponibles hoy- y el laterío. Aunque los amarillos sean también los contenedores de dudas: después de tanto tiempo no nos dicen o no sabemos qué echar realmente allí. Lo de las plantas recicladoras son encuentros en la tercera fase. Vamos a suponer que pertrechados de guantes extendemos encima de papel de periódico o cartón en el suelo todos los residuos de un día. Hagamos una relación entre cada residuo y como lo hemos generado y tendremos redactado el diario del consumidor-a. ¡Puerca vida! Por cierto, los suecos nos ganan en la menor producción de residuos y en el tratamiento respetuoso de estos. ¡Hagámonos los suecos, de verdad, en esto!

En Las ciudades invisibles de Ítalo Calvino los basurales de las afueras de unas ciudades se juntaban con los de otras; el mundo era la basura y no se sabe qué. Y como esto va de que la vida residual, de un poema lúgubre que habla de residuos, vamos a terminar con un fragmento de lo que decía aquel poeta A.R. Ammons  en el largo y complejo poema Entre los vertederos y el vertido; y más especialmente de sus extremos basurales. Quería plasmar de forma dialéctica  el incesante transcurrir  entre lo concreto y lo abstracto, lo orgánico y lo inorgánico, lo hecho y lo desecho, lo aprovechable y lo desechable, lo sublime y lo vil, la vida y la muerte. Sirva su dedicatoria inicial como final de esta entrada: a bacterias, escarabajos peloteros, carroñeros, forjadores de palabras: los transformadores, los restauradores.

P.D.: Tanto poema no nos impide decir que en el asunto de los residuos merecemos un suspenso clamoroso y todas las sanciones que nos lleguen. ¡A ver si así espabilamos!

 

(Eurostat)

Hipótesis: Zaragoza y Toledo se mudarán al desierto y Cantabria al Mediterráneo; las fresas andaluzas ya no serán objeto de litigio en 2050

Los mapas geográficos son la representación gráfica de lo que era, es o puede ser el escenario en el que la vida diversa interacciona. Representan múltiples variables geográficas, históricas, económicas y de todo tipo; como bien sabemos desde nuestra etapa escolar. Aquí vamos a hablar únicamente de los mapas climáticos y de lo que muestran y avisan. Quién quiera puede contrastarlos con mapas demográficos, económicos, ambientales o de todo tipo. Las lecturas comparadas ya se ofrecen por internet. Es conveniente informarse de los detalles o variables que hacen más o menos difícil la vida.

Las clasificaciones climáticas de España antigua sirven de poco, imaginamos que los-las jóvenes de hasta 50 años más o menos ya no estudiarían aquello tan simple de que España tenía por zonas unos climas mediterráneo, continental y oceánico; excepción hecha de Canarias y las áreas de media y alta montaña. O sí, porque todavía lo hemos visto en algunos libros de texto. Los mismos que presentan el clima como algo estático; si bien es todo lo que se quiera menos inamovible. Tanto en lo que se refiere a su pasado como a su futuro. Luego habrá que desechar aquellos mapas y mirar de otra forma para entender los aconteceres venideros.

Hablar del clima aburre, leí en un titular de un medio que hasta ese momento no se podría catalogar como escaparate negacionista. En su argumentación decía que era necesario hablar menos y hacer más, se planteaba cómo iba a ser creíble la acción global si muchos congresos o estudios los patrocinaban o financiaban los graves transgresores climáticos. El título de esta entrada puede parecer demasiado contundente, atrevido pronosticar con tanto tiempo; incluso alguien lo descalificará con el despectivo apocalíptico. Su misión primera es llamar la atención sobre el clima, el regulador de la compleja vida y sus interacciones. El clima se lee ahora en términos de emergencia, como esa investigación publicada en Nature Communications que nos avisa de que el Ártico se quedará sin hielo en 2030. A nuestro pesar, la lectura no es superventas. Aunque a Ud. no le vaya mucho el asunto pásese por Cambio climático y sostenibilidad en el mundo de DYM.

Vayamos por partes. Presentemos el mapa de calor que proporciona el IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía). En él se pueden buscar las demandas de MWh por regiones y localidades, los poblacionales y los distintos establecimientos donde se realiza más demanda de energía. Incluye una guía de usuario que viene muy bien. Pero esto da una imagen más o menos fija. Complementémoslo con lo que dice el Plan de Acción contra el Cambio Climático 2018-2030, previsiones a doce años de los cuales hemos consumido la mitad; pero el plan se ha actualizado. Sin mirar ningún mapa notamos que cada ver hace/sentimos más calor. La ciencia nos avisa de que esto va en aumento a no ser que se tomen medidas drásticas. Traemos aquí varios mapas publicados hace unos años con previsiones poco alegres. En esta conversación se habla de canículas irrespirables, trastornos nuevos agravados por irrupción de especies desconocidas como el mosquito tigre o el empuje de la mosca negra, y algo de lo que mucho se comenta pero poco se hace, con marcadas excepciones, que es la lucha planificadora constructiva contra las islas de calor de las ciudades, que habremos de convivir con sequías y tormentas. Además de la incógnitas de hasta dónde llegarán los destrozos de las playas. Todo un poema del que la gente no quiere saber nada, menos cuando se acerca el verano.

Como tampoco se atiende a la llamada que hacía este artículo publicado en climática.la marea según un informe de Nature Comunications de que en el año 2050 las fresas andaluzas, ahora en litigio sobre el agua que emplean, ya no importarán mucho en Alemania. El mar ocupará todo el territorio marismeño, como el delta del Ebro y amplias zonas del planeta. Atendamos a las previsiones de Aemet –agencia que merece un reconocimiento y no las críticas de los interesados en manipular todo- que asegura que en treinta años viviremos veranos de 50 ºC en España. Administraciones y empresas metieron en el frigorífico el Informe de Deloitte  de 2016 “Un modelo energético sostenible para España en 2050 Recomendaciones de política energética para la transición”, para ver si se enfriaba un poco. Los ciudadanos se escudaban en que mal de muchos es consuelo propio. Mientras acudían en masa a comprar aires acondicionados y ventiladores. Los negacionistas políticos y de los otros se frotaban las manos ante el triunfo de la desinformación que vomitaban por las redes.

¿Hacia dónde vamos con estos avisos? Antonio Machado que hace 100 años no se dedicaría a estudiar lo del cambio climático se lamentaba desde Castilla, en la España hoy vaciada de que el hombre de esos campos que incendiaba sus pinares y como despojo aguardaba su botín de guerra, antaño hubo raído sus negros encinares, talado los robustos robledos de la sierra. Ya entonces veía a sus pobres hijos huyendo de sus lares; la tempestad llevarse los limos de la tierra por los sagrados ríos hacia los anchos mares; y en páramos malditos aquel anónimo resistente trabaja, sufre y yerra. ¿Qué poemaría ahora del calor? Lo oscurecería aquel poema del romance del prisionero (del calor o del amor), que en su primera parte se podría decir de este año:

Que por mayo era, por mayo, cuando hace la calor, cuando los trigos encañan y están los campos en flor, cuando canta la calandria y responde el ruiseñor, cuando los enamorados van a servir al amor; si no yo, triste, cuitado, que vivo en esta prisión; que ni sé cuándo es de día ni cuándo las noches son, sino por una avecilla que me cantaba el albor. Matómela un ballestero; dele Dios mal galardón.

Volvamos al titular de la entrada. Ya hemos justificado la razón por la que las fresas elaboradas con agua del Guadalquivir y su freático dejarán de ser objeto de deseo. Miremos al mapa que adjuntamos. Según se presagia en él Zaragoza y Toledo se trasladarán al desierto, o al contrario. Claro que las previsiones son las más extremas pero algo se cumplirá. Sobre todo si se repiten mucho los calores de este año 2023 y la falta de lluvias. Además, Cantabria modificará su clima actual por uno similar al mediterráneo, no es que se vaya a la playa que bien hermosa la tiene ya. Es una posibilidad, quién sabe si probabilidad. Miremos con detalle la proyección de extremos para 2071-2100. Quien esto escribe no lo verá, pero sus nietos es probable que algo sí, de seguir las emisiones atmosféricas al ritmo actual.

El titular, una hipótesis en este momento, del que hemos extraído la noticia es de El Orden Mundial (EOM). No se trata de provocar ansiedades generalizadas sino de llamar a la esperanza de que no sea cierto, porque se han reducido considerablemente las emisiones debido a las alianzas entre la ciudadanía, los gobiernos, las empresas, etc.; en el mundo entero, en especial en los países ricos más contaminantes. Aquí tienen ampliada la noticia.