Archivo de enero, 2024

Fatiga ambientalista

Lo cotidiano se convierte en rutina si no tiene detrás algún que otro estímulo. Valdría el reconocimiento de la utilidad, la necesidad de hacer de lo simple virtud, el acompañamiento del vecino, el fin del acoso de quienes no ven la vida de la misma forma; la mirada atenta ante las desigualdades y alguna pizca de compromiso. Y, cómo no, la reflexión crítica ante las incertezas e incógnitas sobre el presente-futuro que nos espera.

Parece que la UE ve realmente difícil cumplir los objetivos verdes que tenía planteados porque detecta una cierta fatiga ambientalista en gobiernos, empresas y ciudadanía en general. La cuestión, o desafección ambientalista no surgen porque sí. Para comprobar las pesimistas perspectivas basta con asomarse al semáforo de cumplimientos con los que la UE expresa el grado de cumplimiento de las políticas ambientales. Ese que se diseñó para marcar la senda de alcanzar el compromiso de la neutralidad climática en 2050. La Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés), ha llevado a cabo un análisis severo del que se deduce que es necesaria una mayor determinación a los 26 si quieren de verdad completar la agenda verde. La EEA evalúa 28 medidas que la UE tiene como objetivos medioambientales y en diciembre pasado concluía que sólo en ocho casos es probable que cumpla a tiempo. Por fortuna, uno de ellos es la reducción en un 55% respecto a 2005 de las muertes prematuras por el aire contaminado, que en 2021 fueron 235.000. También, según lo comprometido, ve bien el incremento de las inversiones para prevenir y reducir la contaminación y la degradación ambiental.

No va a ser fácil porque bastantes gobiernos, e incluso el Parlamento Europeo -arrastrado por la derecha según cuenta Financial Times que ha tenido acceso a ciertos borradores de intenciones-, se han sumido en una especie de fatiga ambientalista. Una de las causas determinantes hay que buscarlas en  las presiones de la industria y de sectores económicos como la agricultura (enero de 2023).

El gobierno comunitario planteó una reducción del 50% del uso de pesticidas químicos en 2030 que estaba en consonancia con la “estrategia de la granja a la mesa, que establece un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente” (junio de 2022); además de una propuesta de ley para la restauración de la naturaleza. El PPE (Partido Popular Europeo) lo rechaza. Detrás de esta presión máxima y continuada están los criadores de porcino holandeses –subvencionados con cerca de 1.500 millones de euros por dejar de producir- además del ultranacionalista polaco Mateusz Morawiecki, que se enfrenta a las urnas el próximo otoño. Junto a todo esto, el sector agrario -representa en torno el 9% de la población en Polonia- y mucho en Hungría, República Checa, Bulgaria y Eslovaquia siguió sus pasos. De hecho, las protestas de los agricultores contra el Pacto Verde Europeo se han multiplicado y esparcido por todo el continente, desde Irlanda hasta Lituania. Y la semana pasada en Alemania. Ahora en Francia.

Refiriéndonos a España, y dejando por ahora en suspense los atropellos a Doñana o el Mar Menor, no salimos de nuestro asombro con la noticia de que el Gobierno de Castilla y León acaba de aprobar la III estrategia de Educación Ambiental 2024-2030 , dice que con el objetivo de promocionar el desarrollo sostenible de la comunidad. Hemos buscado en sus documentos las referencias a la Agenda 2030, hasta ahora un ámbito ecosocial imprescindible en todo el mundo; no la hemos encontrado. Se dice por ahí que el despiste ha sido provocado a instancia de Vox, que parece que le tiene una inquina letal a la Agenda 2030. Preguntados algunos miembros del gobierno autonómico dicen que queda incluida en el eufemismo inabarcable de la “sostenibilidad mundial y de la Unión Europea”. ¡Vaya pues!, no ha intervenido la política (sic).

Pese a todo, no hay que desistir de estar frente a lo pactado sin intentar revertirlo. Tal como están las cosas no sirve relajarse por parecer imposible restaurar lo ecosocial. Exploremos los cuadros que la EEA proporciona para estar al tanto de cómo va la cosa, dicho en lenguaje de la UE: Visión del VIII PMA basado en indicadores 2023, dado a conocer en diciembre de 2023. En este documento se habla de: mitigación del cambio climático, adaptación al cambio climático, una economía circular regenerativa, contaminación cero y un ambiente libre de tóxicos, biodiversidad y ecosistemas, presiones ambientales y climáticas relacionadas con la producción y el consumo, condiciones habilitantes y, finalmente y en definitiva, vivir bien dentro de los límites planetarios. Para quienes no dispongan de tiempo para leer el forme completo sirva la imagen que acompaña este texto.

(Agencia Medioambiental Europea)

Tal están las cosas ante el tamaño desafío que tenemos por delante. En palabras de la Directora Ejecutiva de la EEA, Leena Ylä-Mononen, nuestro análisis muestra que los Estados miembros necesitan fortalecer urgentemente las acciones para cumplir las ambiciones medioambientales y climáticas de Europa para 2030. Esto incluye la plena implementación de las leyes actuales, mayores inversiones en tecnologías preparadas para el futuro y hacer de la sostenibilidad un elemento central en todas las políticas.

Visto lo visto y escuchado el amplio espectro de intereses cruzados, nos desanimamos y nos invade una cierta fatiga ambientalista. A la vez, estamos atentos por si se ven luces de condura socioambiental que nos levante del letargo ecosocial en el que parece que estamos sumidos. Amén.

El cambio global a lo claro. ¿Verá la Cima 2030?

La vida actual se nos ha puesto tan complicada que cuesta hasta entender lo simple. Así un día tras otro. Lo de una jornada cualquiera llega a fatigar, por los desastres y problemas que nacidos en cualquier lugar del mundo irritan y conmueven a las gentes sensibles. Se entremezcla con lo que ayer conocimos de los complejos mundos donde la incerteza amplifica las preguntas. Cada vez es más difícil presentar a alguien las razones por las que se ve  a las claras que vivimos en un cambio global permanente; solamente nos faltaban las chapuzas de los chamanes internautas. Pero claro, el resultado de todo eso es que nos crea inseguridades, ante las cuales nos mostramos huidizos. Es más si alguien plantea transiciones urgentes de hábitos o conductas lo miramos con mala cara, pensamos que sus ocurrencias atentan a la seguridad de la vida. Amén.

Hemos querido traer hoy aquí unos gráficos elaborados en la Universidad de Berkeley. Se trata de comprender un poco más ese cambio global que tanto nos despista, lo mismo a los gobernantes y empresas –es un suponer- como a la ciudadanía global. En realidad comprender el cambio global es ir descubriendo poco a poco por qué cambian tanto el clima y el medioambiente; también la importancia de esas variaciones en el sistema Tierra y si se adivinan itinerarios que nos encaminen hacia un futuro resiliente. Nadie negará, bueno los atrabiliarios sabelotodo sí, que se está experimentando una alteración global en muchas cuestiones básicas la vida en sociedad pero también en nuestra posición dentro de ella.

Empecemos por preguntarnos cómo funciona el sistema Tierra. Es a la vez causa generadora y receptora de consecuencias propias al funcionamiento del planeta y a la intervención humana. Supongamos que no se ha antropizado en absoluto. Veríamos un planeta que se activa por impulsos e interacciones entre la geosfera, la hidrosfera, la atmósfera y la biosfera. Esos conjuntos que hemos agrupado para entendernos son profundamente dinámicos: cambian interacciones, se construyen relaciones nuevas y todo ocurre en un espacio/tiempo que no alcanzamos a entender del todo. Imaginemos que lo miramos a partir de un esquema simple como el que ponemos en la ilustración. Sería lo que llamamos procesos del sistema terrestre. De eso hemos oído hablar mucho, aunque no lo hayamos entendido del todo. Pero ahí está, imaginemos que hemos parado el sistema. Imposible en algo que funciona por la continua entropía pero hagamos el esfuerzo de pensar.

Pero nos estaríamos engañando. Notemos que cada una de las coronas circulares, tramos, tienen relaciones cíclicas, a la vez de ida y vuelta.

Allí camparían interaccionando el giro, la inclinación y movimiento de la tierra alrededor del sol; algún impacto de meteoritos, cambios en la radiación solar por circunstancias varias. También la ubicación pasada y actual de continentes y océanos, la construcción/dinámica del relieve. Estas relaciones son interactivas. Las mueve la energía: la luz solar que se refleja o no, el calor que va y viene, el calor interno de la Tierra. Ya lo sabía Julio Verne “que había viajado el centro de la Tierra”.

Ya se complica un poco más si consideramos el agua (su movimiento oceánico, su intervención en el ciclo del agua; al aire sus movimientos global y parciales, su trascendencia en el efecto invernadero; la vida (fotosíntesis, respiración, función e interacción de los organismos vivos); la Tierra (movimientos de los continentes, ruptura de rocas y de la litosfera, el ciclo de las rocas). Todo en un conjunto que intercambia muchas cosas, entre ellas su diferente presencia inestable en el ciclo del carbono.

Y volvemos a empezar a ver interacciones/transiciones sobre las cuales vamos a pasar sin citarlas -aparecen en el grafico- hasta llegar a los sectores que afectan a lo que supuestamente deseamos para todos: el bienestar. Qué es si no disfrutar de un aire limpio o padecer los riesgos de uno sucio, gozar de una buena salud y de una sanidad al alcance de todos, atender con criterios de convivencia los movimientos de las personas, disponer del agua como derecho universal, disfrutar de una alimentación suficiente y, en definitiva, reducir las diferencias actuales en la calidad de vida humana.

Todo esto no lo hemos inventado nosotros. Lo hemos copiado de la web de la Universidad de Berkeley (California) que lo hizo público en 2016 a través del Museo de Paleontología, que nos ha dejado también el gráfico que acompaña a esta entrada.

No dejamos de copiar textualmente lo que sería el resumen crítico para llegar casi todos en buenas condiciones a la Cima 2030. Los cambios medidos afectan a las evidencias del cambio global; pasan de un extremo a otro a través del tiempo. Las causas no-humanas tienden a mudar en largos períodos (de miles a millones de años), mientras que los cambios causados por los humanos son mayores en el sistema terrestre, y suceden en períodos relativamente cortos (décadas, años, o menos).

Una duda: ¿Lo entenderemos antes de 2030 o del 2050? Por cierto, quienes se animen tienen en la web a la que antes hemos hecho referencia un juego en inglés/español para imaginar todo esto.

 

Cerco a los microplásticos, que sí contaminan, no solo la acción política

En muchas ocasiones las investigaciones científicas son ninguneadas por la preocupación social. No es algo nuevo pero ahora se ha incrementado como resultado del estilo de vida que ha sobredimensionado el número de productos que usamos. Hay que informarse de lo que sucede fuera de nuestra casa.

Si repasamos las desgracias ambientales tenemos ejemplos de gravísimas contaminaciones. No voy a detenerme en las tragedias de Bhopal –la fuga de gases tóxicos en un tanque de la compañía india de pesticidas Union Carbide India Limited (UCIL) causó la catástrofe industrial más grande de la historia- o Seveso (Lombardía) que liberó las dioxinas que tanto dolor causaron. Tampoco diré casi nada de lo que fue y dejó de ser, aun siendo, el desastre nuclear de Chernobil, que sembró Ucrania de contaminación para muchos años; ni de la mancha contaminante del naufragio del Exxon Valdez, o de la explosión de la plataforma petrolífera de BP en el Golfo de México ni del consiguiente desastre ecológico marino que supuso. Permítaseme que cite la barbarie norteamericana de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Sri Lanka nunca olvidará en año 2019, cuando 1.680 toneladas de pellets cayeron al mar desde el cargo X-Press Pearl e inundaron sus costas. La lista de sucesos sería interminable, casi tanto como la de los olvidos. La  Organización Marítima Internacional (OMI), dependiente de la ONU, no termina de aconsejar medidas contundentes.

Todas estas catástrofes han tenido en común básicamente un par de consecuencias: algo cambiaron las normas de seguridad y demasiado poco lo hicieron porque el tiempo eliminó los cuidados intensivos que cualquier actividad industrial química debiera generar. Es que el aire no tiene fronteras, los océanos tampoco. Mirando lo que tenemos más cerca, no me detendré en la contaminación por amianto que muchos españoles todavía padecen, ni en el desastre para la biodiversidad de la rotura de la presa de Aznalcóllar, ni al lindano que mató la vida total del Gállego en Aragón, y continúa bajo sospecha. Otra cosa más hay que resaltar: los responsables de los desastres o desatinos ambientales, ya sean industrias o políticos que gobernaban entonces se marcharon casi siempre libres de culpa. Las industrias cerraron o se largaron; los políticos se escondieron; la ciudadanía no afectada directamente no solicitó la rendición de cuentas y calló para siempre.

Pasa esto porque los administradores no se empeñan en gestionar al potencial riesgo por el principio de precaución. Pero es que además minimizan los posibles efectos de cualquier desastre; no lo quieren entender y lo ocultan todo lo que pueden. Así, cuando se acometen acciones reparadoras siempre llegan tarde y mal. Ocurrió con el Prestige en Galicia. Aquellos hilillos poco continuados que veían las autoridades se convirtieron en un desastre de colosales dimensiones para las costas gallegas y otras más alejadas. Se llegó tarde y mal, y se ocultó lo que estaba sucediendo a ver si el mar se lo llevaba para otro sitio.

Cerca de la costa gallega, a unos 20 km más o menos, pasa la autopista marítima de los grandes barcos que transportan mercancías peligrosas, desde o hacia Europa. Hemos leído recientemente que en estos últimos 20 años más de 250.000 buques de estas características, unos 35 al día, circulan frente a Fisterra. Es más, decía otro periódico que por Finisterre pasa el 70 % del transporte marítimo europeo (más de 764.000 buques en los últimos 20 años), de los que uno de cada tres va cargado hasta los topes de combustibles y sustancias peligrosas. ¿No sería motivo suficiente para extremar las medidas para que nada irreparable ocurra? Puede que haya que consensuar una “nautopista” más alejada, vigilar el tipo de mercancías transportadas en condiciones de seguridad o establecer unos protocolos de acción e intervención rápida caso de que un episodio suceda. El principio de precaución es…, lo que ahora no es.

Voluntarios recogen pélets coordinados con Protección Civil en la playa de San Lorenzo, Gijón, bajo la lluvia. (EFE/Paco Paredes)

El actual vertido de pélets –granza plástica fundida, una mezcla de 88-90 % de polietileno y un 12-10 % del aditivo denominado UV 622- que contamina nuestros mares y playas del Atlántico y Cantábrico es una repetición de manual sobre lo que no hay que hacer: ocultar información de lo que no se sabe, minimizar los riesgos de lo que puede ocurrir y acudir tarde y mal a la actuación. Es más ahora se pelean los políticos sobre quién tiene más culpa de lo que aparentemente nada peligroso era. Ocultar información es una manera de mentir. Por lo que se ve no han leído lo que España firmó en el Convenio de Aarhus, que obliga a “la difusión de amplia información ambiental, como es por ejemplo información sobre la legislación, sobre el estado del medio ambiente, sobre proyectos, planes y programas  o sobre decisiones que se adopten que pueden afectar al medio ambiente.” (MTERD). Viene al caso recordar aquí aquello de los microplásticos exfoliantes de los productos de cosmética. Se hablo mucho del asunto en 2018.

Pues bien, los pélets que se negaban –la Xunta que no sabía nada reconoce ahora que sí sabía algo desde el 24 de diciembre-, después se veían en pequeñas cantidades de bolitas para no actuar, más tarde fueron unos materiales de riesgo nulo o desconocido –inocuos dijo la Xunta de Galicia, enseguida contradicha por la UE como recogió 20minutos-, … se convirtieron en una marea que ya llega a Cantabria.

¿Pero inocuos para quién? Si solo se piensa en las personas, se avisa que no se los coman; ahora ya se dice que no los manipulen sin guantes ni mascarillas. Cuando los lugareños los van recogiendo con coladores: una imagen extraordinaria de compromiso personal y a la vez patética en el contexto social; además de nada segura de restitución del enclave si no se hace adecuadamente. Greenpeace nos lo cuenta en un vídeo y en texto.

Pero es que esas bolitas que se dice son inocuas –hasta las botellas de agua mineral las llevan -se argumentaba para quitarles el riesgo, no lo son, se sabe que las botellas desprenden algo dañino o tóxico que nos bebemos, están aglutinadas con unos compuestos químicos que se desprenden de ellas con facilidad. Otro riesgo de los políticos que no preguntan a la ciencia; solo preocupados por reñir con el contrario. Desde aquí les recomendamos leer este artículo publicado en ISGlobal. Por cierto, una investigadora española que se ocupa de mirar pélets ha puesto el grito en el cielo ante tamaño desatino, más bien se ha llevado las manos a la cabeza decía la noticia. Mal espectáculo para avanzar en la Educación Ambiental y para la Sostenibilidad, asunto clave para prevenir y no tener que lamentar.

El problema es importante e irá a más. Los medios de comunicación ya han abierto pestañas sobre el asunto como esta de 20minutos.es. Lo cual nos lleva a pensar que la desidia puede convertir el accidente de la caída de los contenedores en tragedia: cada vez se ven más de los que cayeron al mar desde el barco de bandera liberiana, con domicilio en las Islas Caimán o algo así. Pensamos que quizás ocurra como con los otros responsables de catástrofes en España y en el mundo; que les salga gratis el despiste. Por eso, el ignorante que esto escribe se pregunta si no se podrían trasportarse los pélets en sacos irrompibles.

La legislación europea empieza a preocuparse pero todo va lento. Menos que la Fiscalía española ya ha iniciado una investigación; a ver en qué queda. Se sabe a ciencia cierta que muchos de los animales marinos llevan en sus tubos digestivos diferentes tipos de plásticos. ¿Y si algunos se rompiesen en partículas microscópicas? Pocas administraciones y empresas se preguntan si los vertidos afectan a los animales filtradores del agua marina. ¿Se notará algo en los inquilinos de las bateas gallegas? En Galicia ya cunde el eslogan “o mismo, de novo”, que sucede al “Nunca mais” tras el Prestige. Aquí, vistos los descuidos que hemos mencionado hubiéramos pronosticado “cuál será el siguiente”, seguido de un “¿nos enteraremos de que los descuidos pueden convertirse en catástrofes?”. Porque eso de perder algo no es excepcional en los grandes cargueros de contenedores (En 2022, 661 contenedores de barcos cargueros terminaron a la deriva en el mar, según el recuento anual del Consejo Mundial de Transporte Marítimo (WSC, por sus siglas en inglés); basado en las encuestas que hacen a las empresas navieras que lo conforman.

En síntesis, el desprecio a la ciencia en la acción política tiene enormes costes en salud y en el mantenimiento de los ecosistemas dentro de unos límites admisibles. El cerco a los microplásticos no debe acabar si se consigue eliminar el potencial contaminante de los pélets vertidos ahora. Están esparcidos en muchos productos que consumimos, no sólo en los “maravillosos” exfoliantes.

¡Cada vez “semos” menos nadie!, decía el filósofo monegrino de Valdeparadas.

 

 

Ser niño o niña pobre en un país rico

La felicidad social y culturalmente cultivada apenas resiste unos días en Navidad. Enseguida se nos escapa de las manos. Nos hubiera gustado exponer deseos gratos para el año entrante; llenarlos de buenos propósitos. Pero la experiencia acumulada nos hace despertar. Sé que las miradas críticas se convierten a menudo en malas noticias, que incomodan tras el paréntesis de estas fechas entrañables. Pero también hacen vida, o al menos la interrogan. Estos días Papá Noel el dadivoso viaja por todo el mundo en forma de regalos; los Reyes Magos llevan riquezas (oro, incienso u mirra) al belén y son espléndidos con muchos niños y niñas. Pero se despistan y no llegan a todos por igual, ni siquiera en los países ricos. Recuerdo que en tiempos se deseaba para el año venidero paz y prosperidad. Ahora mismo muchos niños y niñas no disfrutan de la una o de la otra; incluso de ninguna de las dos. Sucede por todo el mundo, mucho en los países pobres pero también en los países ricos.

La noticia que comentamos a continuación despertaba incredulidad, a la vez que cierta curiosidad. Curiosidad e incredulidad se convierten a menudo en competencias personales que sirven para dibujarnos un mapa emocional de la sociedad en la que vivimos. Sin duda provocan un daño afectivo, a veces trágico, en las gentes que tengan un mínimo de sensibilidad social. La noticia es impactante, pero será verosímil dada la fuente que la difundía. Ni más ni menos que la ONU. El titular causaba dolor: Más de 1 de cada 5 niños viven en la pobreza en 40 de los países más ricos del mundo.

Se publicó en diciembre de 2023 pero traía argumentos negativos de años anteriores, los cuales se pueden considerar estables o incluso en crecimiento. Por lo que explica un informe reciente de UNICEF, a finales de 2021 había más de 69 millones de niños viviendo en la pobreza en 40 de los países más ricos del mundo. Mala cifra aunque se haya mejorado algo en relación con 2014. El Informe Innocenti de aquel año mostraba la cifra de 76 millones.

El informe de UNICEF Innocenti examinó la pobreza infantil en los países de ingresos altos y medianos altos de la Unión Europea (UE) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Resumiendo mucho diríamos que constató que se ha progresado algo en la reducción de la pobreza infantil, pero aún queda mucho por hacer, para acabar con ella en medio de la riqueza general que distingue a esos países de ingresos altos o medio altos.

Precisemos que los informes Innocenti, compárense datos por años y temáticas de los informes, se elaboran en torno a un guía metodológica similar a esta. Cualquiera que los lea se preguntará si en estos países la pobreza infantil está tan extendida, qué pasara en los de ingresos medio bajos o muy bajos. Vamos a reproducir párrafos enteros de la noticia porque dan una idea global del mundo en que vivimos.

Reflexionemos sobre estas cuestiones de las que nadie será culpable pero a todos compete su resolución:

  • El país con la tasa de pobreza infantil más baja es Dinamarca, donde el 9,9 de los niños son pobres.
  • Aproximadamente 1 de cada 10 niños vive en la pobreza en Finlandia y Eslovenia.
  • En cambio, más de uno de cada cuatro niños vive en la pobreza en Bulgaria, Colombia, España, Estados Unidos, Italia, México, Rumanía y Turquía.
  • Uno de cada cinco niños-as viven en la pobreza en los 40 países más ricos del mundo.
  • España y Eslovenia tienen niveles similares de renta nacional per cápita, ambos en el extremo inferior de los países de la UE y la OCDE. Pero Eslovenia tiene una tasa de pobreza del 10 % y España del 28 %.
  • Algunos niños y niñas de estos países corren más riesgos de experimentar la pobreza (Los niños con discapacidades y de minorías étnicas/raciales; en ocho países europeos, el 80 por ciento de los niños romaníes vivían por debajo del umbral de pobreza de ingresos en 2016; aquellos que viven en una familia monoparental tienen de tres veces más probabilidades de vivir en la pobreza).
  • La pobreza deja, si se mantiene, un efecto corrosivo en la infancia. Los niños y niñas que experimentan pobreza persistente tienen más del doble de probabilidades de tener dificultades emocionales y de comportamiento que los niños que experimentaron pobreza en algún momento. En 27 países de la UE, aproximadamente uno de cada ocho niños vive en una pobreza persistente.
  • No hay garantía de prosperidad para los niños y niñas pobres. Valgan estos dos ejemplos:
    • Estados Unidos tiene un ingreso nacional per cápita similar al de Dinamarca. A pesar de una mejora sustancial en 2021, la tasa promedio de pobreza infantil en Estados Unidos del 26,2 por ciento es más del doble de la tasa de Dinamarca del 9,9 por ciento.
    • El ingreso nacional per cápita de Suiza es cuatro veces mayor que el de Chequia, pero la tasa de pobreza infantil de Suiza es más de 6 puntos porcentuales mayor.
  • Y muchas más cosas.

(EUROPA PRESS – Archivo)

Expuestas algunas de las lagunas sociales, el Índice Innocenti plantea acciones urgentes a los países que peor lo hacen para reducir la pobreza infantil:

Todo es opinable, pero no dejan de sorprendernos que el Parlamento español y los de las CC.AA. no se hayan planteado dedicar sesiones monográficas a este tema. Merecen nuestro suspenso social, máxime cuando nos enteramos de que:

En fin, aunque ya pasó la gran tormenta provocada por la COVID queda mucho camino por delante. Sin embargo, para el Comisionado de la Pobreza Infantil en España, los hogares sin ingresos con niños, niñas y adolescentes a cargo se mantienen en cifras previas a la crisis de 2008. Es más, la cifra total de hogares sin ingresos es la más baja desde 2011 y registra uno de los descensos entre trimestres más pronunciados desde 2008.

Vamos camino del año 2030. En el Objetivo 1.1 de los del Desarrollo Sostenible España se comprometió a poner fin a la pobreza en todas sus formas. Aquí van los últimos datos del INE. Quienes lean este artículo ya pueden formarse una opinión de lo que habría que hacer en relación al tiempo que nos queda. Sentimos empezar el año con noticias poco alentadoras, deben servirnos de acicate ético.