Cada día que pasa los representantes, ¿nuestros?, de la Unión Europea y del Parlamento nos someten a un susto nuevo a quienes todavía creemos un poco en aquello tan publicitado del New Deal Europe. Da la impresión de que muchos de esos políticos andan a lo suyo, o a lo que les marcan sus líderes, que deben estar muy presionados por los poderes económicos u otros intereses de grupos de presión. Sea por lo que fuere se olvidan de lo nuestro (de todos es y a nadie pertenece). A la vez nos dejan en mal lugar a quienes mantenemos la necesidad de caminar hacia la transición socioecológica de la vida. A quienes nos hemos dedicado a divulgar riesgos actuales del complejo mundo que nos rodea.
Iba diciendo que algunos, ¿incautos? teníamos una percepción subjetiva de la necesidad de “verdearnos”, demasiado benevolente por lo que se ve. Imaginábamos que el escenario global de los países (ricos y pobres, ricos con pobres, o ricos entre ellos) debía transaccionar hacia lo mejor de lo posible para todos, sí o sí. Tengo la impresión de que aquel verdeado europeo ha sido repintado, tanto en la acción política como en la creencia ciudadana. Si es así, el asunto es grave.
Las gentes corrientes nos olvidamos de que lo que sucede aquí en una consecuencia de aquello que se trajina en Europa, ¡Bruselas y Estrasburgo están tan lejos! Intento suplir mi ignorancia y despreocupación no asumida apoyándome en lo que otros saben. Esa es la razón por la que acudo con frecuencia a Europe Social. En esta ocasión trataré de entender por qué razón domina la contracción de la agenda electoral verde.
Cuando redacto estás líneas todavía no ha empezado formalmente la campaña para las elecciones europeas de junio de 2024. Sin embargo, los grupos del Parlamento europeo se lanzan dardos entre sí. La ciudadanía las obviamos. Pero no nos encontramos ante unas elecciones más, sino que los resultados de estas pueden ser un hito crítico en el devenir social de la Unión, de cada país. ¿Por qué lo digo? Leo con preocupación Más allá de la ‘contraacción’: la agenda electoral verde, un interesante artículo en el que ilustra la diferencia entre lo que marcan los partidos políticos y lo que piensa la ciudadanía. Por lo que parece los votantes quieren una transición justa y más, no menos, inversión verde antes de las elecciones europeas. Al fin y al cabo se trata de vivir como desean esos 15.000 ciudadanos y ciudadanas europeos que respondieron a la encuesta liderada desde el Hertie School Jacques Delors Centre. Hay que mirar el asunto porque los augurios son preocupantes. Reproducimos íntegramente una parte de lo que se dice tras la encuesta:
La mayoría de los votantes todavía desea una política climática más ambiciosa y apoyaría una serie de medidas concretas para reducir las emisiones. Sin embargo, apoyar a los votantes cruciales en el medio requerirá un mayor enfoque en la inversión verde y la política industrial y en medidas de compensación para políticas efectivas pero impopulares, como la fijación de precios del carbono. Las partes no deberían desperdiciar los próximos meses superándose entre sí sobre cómo atender la fatiga climática imaginada, sino competir sobre recetas concretas para ecologizar la economía.
Seguimos reproduciendo esa alerta de peligro que lanza el mundo ecosocial (ONG, Fundaciones y similares); nos avisa del riesgo de que la política de la UE cambie de dirección; siga una mucho menos social que ahora. Seguimos en Europe Social, que recomienda honestidad en las próximas elecciones al Parlamento europeo. Reclama que hoy es más necesaria que nunca la transición justa. Wouter van de Klippe desgrana en su artículo (2/04/2024) que a menos que se pueda girar el dial político, las elecciones al Parlamento europeo de este año pondrán en peligro el medioambiente. Se basa para afirmar esto en que las encuestas anticipan una victoria de la derecha en junio, cuyas consecuencias serían catastróficas para el futuro medioambiental de Europa[1]. Según su percepción, el grupo de extrema derecha Identidad y Democracia (ID) podría ampliarse hasta casi 100 escaños en el Parlamento Europeo. Por contra, los Verdes/ALE se podrían quedar entre 40 y 60 representantes, dependiendo de la encuesta que se consulte. En el artículo se alerta de que ID, que incluye al Partij voor de Vrijheid (Partido por la Libertad) holandés y al Alternativa para Alemania de Alemania. Este no podría ser más explícito en sus objetivos: poner fin a la » cruzada verde» que dicen va contra la realidad como han demostrado los agricultores recientemente, y recortar los programas de transición justa.
La eurodiputada belga de Los Verdes, Saskia Bricmont, advirtió del peligro de volver a las andadas en política medioambiental, ya que la agenda política de la UE se inclina hacia cuestiones económicas y de seguridad. Sus palabras son preocupantes: «Lo que observo ahora es una reacción total», indica refiriéndose a sus oponentes en las próximas elecciones europeas. Motivos tiene pues incluso los progresistas que votaron con ellos en políticas climáticas, no están convirtiendo esto en una prioridad. ¿No es esto erosión democrática?
Según cuenta Euronews, cinco de las mayores ONG ecologistas con sede en Bruselas analizaron 30 actos legislativos clave en materia de medioambiente y les asignaron puntuaciones, de cero a cien, en función de si los legisladores apoyaban o rechazaban las medidas y objetivos más ambiciosos que los grupos políticos de la Eurocámara han venido defendiendo, calificando estos últimos de «prehistóricos«. Al final la ley de restauración fue aprobada, aunque nadie es capaz de calcular qué recorrido tendrá.
Varias ONG elaboraron hace unos días un cuadro de indicadores que, según ellas, clasifica a los grupos políticos y partidos nacionales de la UE basada en registros de votación sobre legislación sobre clima, naturaleza y contaminación. En este enlace la clasificación de los grupos políticos de España. Que cada cual saque sus conclusiones.
Sobre nuestras cabezas está el riesgo de que el próximo parlamento vea la mayoría absoluta de partidos europeos que odian el medioambiente, lo cual casa mal con democracias vivas y ejercientes para sus ciudadanos. Dicho esto, quienes estamos próximos a una política ecosocial en la Unión Europea debemos ir a votar. Una vez allí pensar que nuestro voto tiene un sentido y una finalidad concreta: un medioambiente vivo, con nosotros dentro, que no sufra semejantes erosiones como las que se atisban.
[1] https://www.politico.eu/article/right-wing-populist-surge-eu-election-policy/