Riesgos climáticos, verdades escondidas, horizontes oscuros

El cambio climático, por nombrado, acabará siendo olvidado. La gente evita creer en aquello que le puede perjudicar. El clima nos sobrepasa. Unas veces por la dificultad de manejar a la vez bastantes variables que lo condicionan; en otras ocasiones porque se parte de una cultura climática mal hilvanada desde la escuela. Finalmente, porque las fuentes de información que generan negacionismo, retardismo o pasotismo ambiental las manipulan personas cuyo fin principal es dar desinformación con mensajes cortos, que apenas dicen nada. La pedagogía del fogonazo ciega el pensamiento crítico; no interesa que la gente esté bien informada y asumir que tendrá que sobrellevar ciertos riesgos en la vida. Si los TikTok (Douyin en su China natal) u otras redes aseguran, que no hay sequía aunque haga un año que no ha llovido los creyentes lo ven así, y viceversa.

Naturalmente nuestra vida no es eso; o quizás sí porque demasiada gente en el mundo entero se convierte en deudora de lo que viaja por los mensajes cortos, por los vídeos especulativos. No solamente por esta carretera de lo increíble anteriormente citada; hay otras redes con sentido parecido. Entre los mensajes de unas y otras nos entretienen, a la vez que nos evitan pensar si vivimos en un limbo en el que apenas pasa nada en lo que se refiere a la cuestión climática u otras variables importantes de la vida. Si tal o cual situación es riesgosa será porque hay gente interesada en amargarnos la existencia; aducen los inculpados. Las verdades escondidas de la ciencia todavía no son pensamiento común.

Bien mirada, nuestra vida es algo más que lo que dicen las plataformas online. Frente a esas tertulias de los mensajes, hay otros informes emitidos por instancias públicas o privadas que nos avisan de algo no va bien, o puede ir peor. Nos han dicho cientos de veces que posicionarnos ante el objetivo común de llegar de la mejor manera posible al año 2030 – una fecha casi fetiche elegida con argumentos inestables sin tener en cuenta excesivas incertidumbres- es imposible. Se nos antoja que cada vez es menos probable que se cumplan los deseos de los más optimistas en el asunto del desarrollo sostenible. Entre los dubitativos se encuentra quien gestiona esta Cima 2030. ¿De verdad somos tan débiles ante un seguro, muy probable para algunos si se quiere, cambio del clima con sus incertezas anexas?

Utilicemos como fuente de información la EEA (Agencia Europea del Medio Ambiente). Aquí van unas cuantas alertas emitidas recientemente en su informe Evaluación Europea de Riesgos Climáticos (EUCRA):

  • El cambio climático inducido por el hombre está afectando al planeta. Globalmente, 2023 fue el año más cálido registrado, y la temperatura media mundial en el periodo de 12 meses comprendido entre febrero de 2023 y enero de 2024 superó en 1,5 °C los niveles preindustriales.
  • Europa es el continente que más rápido se calienta del mundo. El calor extremo, antes relativamente raro, es cada vez más frecuente, mientras que las precipitaciones disminuyen. Sin embargo, los aguaceros y otras precipitaciones extremas aumentan. En los últimos años se han producido inundaciones catastróficas en varias regiones. Al mismo tiempo, el sur de Europa puede esperar una disminución considerable de las precipitaciones globales y sequías más graves que las conocidas hasta ahora.
  • Estos fenómenos, combinados con los factores de riesgo sociales, plantean grandes retos en toda Europa. En concreto comprometen la seguridad alimentaria e hídrica, la seguridad energética y la estabilidad financiera, así como la salud de la población en general y de los trabajadores al aire libre. A su vez, esto afecta a la cohesión y la estabilidad sociales. Paralelamente, el cambio climático está afectando a los ecosistemas terrestres, marinos y de agua dulce.
  • El cambio climático es un multiplicador de las incertidumbres que puede exacerbar los riesgos y las crisis existentes. Los riesgos climáticos pueden propagarse en cascada de un sistema o región a otra, incluso de fuera de Europa; pueden provocar problemas, en todo el interrelacionado sistema, que afecten a sociedades enteras, castigando especialmente a los grupos sociales más vulnerables. Por ejemplo las megasequías que provocan inseguridad hídrica y alimentaria, las perturbaciones de infraestructuras críticas, así como las amenazas a la estabilidad y los mercados financieros.
  • Si se aplican las escalas de gravedad utilizadas en la evaluación europea de los riesgos climáticos, varios de ellos ya han alcanzado niveles críticos. Tal es así que si no se toman medidas decisivas ahora, la mayoría de los riesgos climáticos identificados podrían alcanzar niveles críticos o catastróficos a finales de este siglo. Cientos de miles de personas morirían a causa de las olas de calor. Además, las pérdidas económicas, sólo por inundaciones costeras, supondrían unos gastos de reposición que podrían alcanzar el billón de euros al año.

Resumiendo:

  • Los riesgos climáticos para los ecosistemas, las personas y la economía dependen de factores de riesgo no climáticos, a la vez que de los propios peligros climáticos. Por tanto, unas políticas y medidas eficaces a escala y nacionales pueden contribuir a reducir estos apuros de manera importante. La reducción de los daños dependerá en gran medida de la rapidez con que podamos reducir las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Así como la rapidez y eficacia con que podamos preparar a nuestras sociedades y adaptarnos a los impactos inevitables del cambio climático.
  • La UE y sus Estados miembros han avanzado considerablemente en comprender los riesgos climáticos a los que se enfrentan y prepararse para ellos. Las evaluaciones nacionales de los riesgos climáticos se utilizan cada vez más para las políticas de adaptación. Sin embargo, lo mismo la preparación de la sociedad como la aplicación de las políticas va muy a la zaga del rápido aumento de los niveles de riesgo. Por lo que se requieren medidas adicionales urgentes y coordinadas a todos los niveles de gobernanza.
  • La mayoría de las políticas y medidas para reforzar la resistencia de Europa al cambio climático se adoptan a largo plazo, y algunas acciones tienen periodos muy dilatados para su ejecución. Es necesario actuar con urgencia para evitar decisiones rígidas que no sean adecuadas para el futuro en un entorno cambiante, como en la planificación del uso del suelo y las infraestructuras de larga duración.
  • Las políticas de adaptación pueden tanto apoyar como entrar en conflicto con otros objetivos políticos medioambientales, sociales y económicos. Por ello, es obligado actuar en el contexto de una política integrada, que tenga en cuenta múltiples objetivos para garantizar una adaptación eficaz.

Lo peor de todo, es que esa probable explosión climática lo condiciona todo, ayudada por la especulación de los poderes económicos, y cierta relajación de la normativa europea por las presiones de sectores energéticos o de otro tipo de producción o consumo. Como puede ser el asunto de las consecuencias de las revueltas agroganaderas actuales. De modo que si ha de ser así lo mejor será estar bien informados –evitando la cuantiosa y permanente lluvia turbia perturbadora de las redes sociales- para ver algo de claridad en los horizontes oscuros.

 

Agroganadería: en entredicho hacia 2030

Tiene razón la gente del campo al expresar su descontento con el presente futuro. Detrás de sus protestas se encuentran los bajos precios –al asunto viene de lejos- a los que venden sus productos a las grandes cadenas de distribución frente a los desmesuradamente altos que cuestan en cualquier supermercado. Por otra parte, denuncian el aumento de costes que han experimentado todo lo necesario para cultivar o criar (abonos, combustibles, piensos, etc.) y maquinarias necesarias para desarrollar su trabajo diario, más todavía desde la invasión de Ucrania por los rusos. Visto así, su llamada de atención debería concretarse en el aumento de lo que perciben por los alimentos que generan. Eso sí, sin que las grandes comercializadoras aprovechen para castigar el coste de la cesta de la compra de la ciudadanía. La trazabilidad alimentaria completa –vieja demanda de las asociaciones de consumidores- se quedó en el olvido, ahora se limita casi al lugar de procedencia del producto y su modo de producción.

Al margen de los métodos empleados para hacer valer sus demandas, sin entrar en responsabilidades políticas en la batalla agrícola, que la gente valorará de formas diversas, sí que queremos abordar todo lo escuchado estos días desde distintos focos. Primero para desligar una parte del complejo dilema rural. Mantener los pueblos y evitar su desaparición no consiste solamente en la necesaria compensación por la valía social de lo que producen. En los pueblos, que envejecen sin remedio, viven otras personas que desempeñan un papel fundamental en la custodia del territorio. Guardan el tesoro rural para que los urbanitas lo disfrutemos. Solo por eso merecerían compensaciones, tributarias o de otro tipo, para seguir siendo habitantes de los pueblos.

El campo/pueblo se muere no solo por los costes/beneficios de la agroganadería, sino también porque son pequeños y por eso los servicios públicos no les llegan. Dentro de poco aumentarán los que se quedaron sin escuelas, sanitarios, farmacias, transporte público, tiendas de lo mínimo y bares, que desempeñan la función social de agrupar a la gente rural, aunque nada más sea para tomar un café. Por no hablar de la falta de viviendas si alguien quiere ser repoblador rural, incluso cuando lleva actividad económica consigo. Quizás tras las protestas de estos días se esconda también el miedo de dejar de vivir en su pueblo, allá donde tienen sus raíces, porque ya no pueden llevar una vida económica y social compensatoria de su estancia. El que esto escribe nació en uno, allí mantiene su casa y tiene un contacto permanente con sus habitantes. Pero debió salir de él en su juventud en busca de unos estudios que paliaran la oscura perspectiva de la estepa aragonesa. Así otros muchos hombres y mujeres. Reducir la vida rural a las dificultades del sector primario es un engaño pues nos impide apreciar la multiperspectiva de la problemática rural. Hace unas décadas, durante varios años, mi pueblo y los que formaban la Mancomunidad de Monegros, que habían conseguido que el agua llegase a los domicilios por unas tuberías y no tuvieran que sacarla de balsas –hablamos de bien entrados los años 70 del pasado siglo-, se vieron privados del consumo para beberla y cocinar por su alta conductividad. La toma del freático del río Gállego se encontraba más abajo de incontables vertidos agroganaderos.

El Torzal de la Cobeta en Los Monegros. (rmanzanosgarcia / iStock)

Pero queremos plantear ese entredicho porque en muchos discursos nos ha parecido apreciar que todos los problemas venían por las normas medioambientales de la UE. También por las trabas que ponía la Política Agraria Común (PAC). Ambas cizañas han sido sembradas masivamente por algunos partidos. Hay que tratar de entender el complejo sistema de la agroganadería en relación con el medioambiente, la cadena alimentaria y el incierto futuro si se relajan ciertas normas de protección.

Vayamos primeramente con los vertidos tóxicos de ciertas actividades agroganaderas. Recordamos que hace un par de años se comentó sobradamente que la Unión Europea había abierto expediente a España con resultado de juicio próximo por el vertido neto –nitrógeno añadido menos capturado por cultivos o volatilizado-  anual de unas 800.000 toneladas de fertilizantes nitrogenados, lo cual empeoraba peligrosamente la calidad de las aguas, algunas empleadas para regar y otras para beber. El asunto llegó al Tribunal de Justicia Europeo. Además, en el informe de la Comisión al Gobierno y Parlamento europeos había una completa justificación de las razones que aconsejaban una actuación rápida.

Lo cierto es que España paga un peaje de contaminación de agua y aire. Nuestro país era en 2021 la mayor granja porcina de Europa, la tercera del mundo detrás de China y EE.UU. La verdad es que el aumento en la producción había coincidido con una disminución del número de explotaciones. Las macrogranjas detentaban un estilo de producción industrial que disminuye el número de empleos de la gente rural, a la vez que aumenta la cantidad y toxicidad de desechos de difícil gestión. A la vez consumen una enorme cantidad de agua y ocasionan una disminución de su calidad según el informe del Ministerio de Transición Ecológica. En 2020, la agricultura y la ganadería supusieron el 14% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero de España. Recuerdo haber leído un informe de Ecologistas en Acción que enfrentaba los datos de población del INE con los censos ganaderos de las comunidades autónomas de Castilla y León, Aragón, Castilla-La Mancha, Catalunya, Comunidad Valenciana, Galicia y la Región de Murcia (las mayores productoras cárnicas) y concluía que “la ganadería industrial no solo no frena la despoblación sino que impulsa el abandono rural”.

La mala gestión del agua provoca que esta salga por el grifo de más de 200.000 personas –la mayoría del mundo rural- con tóxicos contaminantes procedentes de la agroganadería. Los peores valores se encuentran en las demarcaciones hidrográficas de las Cuencas Internas de Catalunya (27%), el Júcar (24%) y el Segura (22%), según los datos obtenidos del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico. ¡Qué gran sentido podría tener el empeño conjunto!

Varios cerdos se amontonan en una porqueriza en una granja intensiva en Segovia. (Jorge París)

La agroganadería quiere aumentar el consumo de agua en un momento continuado de escasez y en una previsible disminución de precipitaciones. Lo cual se ha traducido ya en restricciones de diversos territorios. ¿Quién entiende que se exijan mayores demandas mientras disminuyen las disponibilidades? Algunos carteles mostrados estos días proponían acabar con el ecologismo radical de la UE (sic) y así favorecer a los regantes tradicionales o expectantes.  El asunto viene de lejos. En medio de las protestas se han colado los productos de varias fábricas de bulos medioambientales. Como ese que propone anular las medidas propuestas por la UE para paliar la desertificación y así agrandar las hectáreas en cultivo. ¿Pero no estamos con restricciones ya porque no se pueden atender las crecientes demandas agrícolas y poblacionales (elevadísimas en periodos vacacionales)?

Todo embarrado dentro de una PAC que parece ser el origen de todos los males, cuando ha supuesto el socorro para bastantes dolencias del mundo agrario: en tiempos se pagaba a los agricultores por no cultivar. De hecho, las ayudas para estos sectores suponen un tercio del presupuesto comunitario. España figura en un lugar privilegiado en las percepciones junto con Francia, Alemania e Italia. Bien es cierto que la PAC debe salir de los despachos y pasearse por los campos y la zona rural, seguro que así sería más equitativa. También analizar las variables territoriales (norte-sur) para ciertas exigencias; y de paso simplificar su tramitación y acelerar sus resoluciones.

La balanza política actual de Europa se aprovecha de todo que les moleste a algunos grupos, incluso si va contra el interés general. Ya no merece la pena ni demostrarles su error. Allá cada cual cómo gestiona el presente futuro y el de sus nietos. Como muestra lo del ayuntamiento de Huesca donde se ha presentado recientemente una iniciativa contra el Pacto Verde Europeo; lo que dicen de apoyar el campo está por ver. Tan desenfocada está la cosa que la aprobación de una ley que busca la restauración de la naturaleza en el Parlamento Europeo ha estado pendiente de unos pocos votos. Dejar atrás la norma que marcaba Bruselas hubiera supuesto la anulación de la lucha contra la desertificación, cuyo penoso efecto avanza rápidamente en España. ¿Qué vendrá después? Necesidad de más agua, más fertilizantes y más ayudas de la UE. Pero, ¿será posible?

¿Llevar a cabo una transición agroganadera con los supuestos económicos actuales? Misión imposible. Si bien hay que reconocer que el malestar europeo del campo no es un invento. ¿Acaso no evidencia algunas de las incoherencias del neoliberalismo verde?, adornado pero escasamente estructural y socializador. Tanto es así que algunos altos mandatarios de la UE, entre ellos alguno relevante del PPE, ya dicen que votarán en contra de la presunta directiva sobre las emisiones ganaderas.

Protestas con tractores en Bruselas.

En fin, para no dilatar la entrada. Gracias a la agroganadería por despertar a la UE y los parlamentos nacionales del letargo. Por evidenciar que las cosas no se están haciendo bien; pero han obviado la bioacumulación de tóxicos en sus pancartas y tractoradas, al contrario que las demandas de más agua aunque no llueva. Dialoguen en los parlamentos de todas administraciones regionales, estatales y de la UE. Planteen una revisión estricta de la cadena alimentaria, eviten la toxicidad de las aguas, protejan a la ciudadanía, hagan rentable el trabajo de quienes nos alimentan pero a la vez vigilen el cómo, etc. Llévennos a una transición justa, que siempre perjudicará a alguien pero beneficiará al conjunto. ¡Ah!, y no defiendan simplezas como que el río Ebro tira al mar no sé cuántos millones de hm3 de agua.

Se trata de llegar lo mejor posible al año 2030 y rellenar con bondades sus Agendas (alguien todavía mira con cariño aquella quimera), para no lamentar después lo que parecía evidente. Si hay diálogos permanentes con todos los sectores implicados será posible; la custodia del territorio puede ayudar. Hay que entender la vida de hoy como un macro sistema ecosocial que ya marca el futuro, que no será si dejan que mueran los ríos. Por cierto, lo de considerar a la UE patrona del ecologismo radical, leído en un periódico y dicho por algún representante de agricultores y grupos políticos, es un bulo como el mayor estadio futbolero de la UE. No tardará en llegar una rebaja de los requisitos por el uso de pesticidas y el mantenimiento de tierras en barbecho, además de cierto relajamiento burocrático, como demandan los ministros de Agricultura tras las protestas de los agricultores.

Aun con todo lo dicho, solo me queda agradecer a los hombres y mujeres del olvidado sector primario que nos dan cada día de comer. Me gustaría homenajear a los y las protagonistas del “El campo es nuestro”, un programa de la Televisión de Aragón.

Incumplimientos contaminantes, ¿sin fecha de caducidad?

En este blog nos empeñamos en decir que hay muchas metas ecosociales que debían cumplirse en el año 2030. Cuanto menos avancemos más vulnerables seremos. Cada vez lo decimos más alto, porque tanto los oídos gubernamentales y empresariales, como los de la ciudadanía parece que han sucumbido a la sordera crítica. Esta no tiene que ver con la capacidad auditiva sino con la cerrazón mental o la huida hacia no se sabe dónde. La mayoría de la gente ha restringido su campo de mirada. También lo ha materializado añadiéndole magnitudes más o menos visibles: cantidades de dinero, de bienestar, de felicidad, de trabajo, de amistades, de casas más o menos lujosas y chalets, del coche más avanzado… y así un largo etcétera.

Tanto es así que se puede decir que lo que no se ve, no golpea fuerte y en un momento no existe. Quizás se piense que el tiempo (días, años o nunca) lo resolverá. Un lugar especial de este ninguneo, trágico donde los haya, es no responder ante el hecho innegable de que el aire que respiramos no es bueno. ¿Cuánto y cómo? Cada día más y a peor. Lo que antes eran síntomas se están convirtiendo en estados permanentes. Me encantó leer algo de lo que dice Corine Pelluchon, la filósofa francesa de la que se dijo en un periódico que se podía llamar “la pensadora de lo vulnerable”. No se queda en la defensa de las vulnerables mujeres ni en los ignorados animales, sino que los problemas los mira desde el objetivo de nuestra propia finitud. Pelluchon, en Ética de la consideración, señala cómo imprescindible remontar nuestras dificultades para cambiar un estilo de vida propio de un modelo de desarrollo -mayoritario y potenciado por quienes nos conducen socialmente como consumidores- que nos aboca a la enfermedad, o incluso a la destrucción de una parte de nuestra especie.

¡Cuántas veces se nos escapan detalles de vida útil por no darnos cuenta de que no somos invulnerables! La contaminación del aire serviría como ejemplo de eso que parece que no se ve pero está actuando un día tras otro y afecta al colectivo pero también a nuestra singular salud. Entones uno se pregunta ¿qué queda de invulnerable? No acierta a encontrar la respuesta. Estudiamos en la escuela la composición del aire troposférico. ¿Qué permanece de aquellas proporciones? ¿Acaso el porcentaje de oxígeno es el mismo y ese 1 % que quedaba tras restarle nitrógeno y oxígeno también? Alguien llamó a esta visión del aire una idea escolar fija que es tremendamente transitoria. Mis alumnos lo escuchaban más de una vez. Incluso aludiendo a la composición del aire del aula antes y después de la clase cerrada, o cuando llegábamos a otro espacio masivamente ocupado y con las ventanas cerradas. Así que no me molesta que me tachen de exagerado cuando digo que el aire es uno de los nichos de los vulnerables –no concretados en un colectivo- despreocupados.

Contaminación

Contaminación en Barcelona (ALEJANDRO GARCÍA / EFE)

Creíamos, ilusos somos y por esas veredas insistimos en caminar, que todos nos habíamos dado cuenta de que el aire enferma, particularmente en las ciudades, y nosotros con él por respirarlo. Bastantes políticos, regidores municipales, desoyen las advertencias del IS Global de Barcelona y del Instituto de Salud Carlos III de Madrid. Aun así sueñan con hacer de sus ciudades NetZeroCities.

Nos acabamos de enterar de que ninguna de las 20 grandes ciudades españolas cumple en este momento los límites de contaminación del aire que manda (impone) la Unión Europea en el caso de la partícula finas. Solamente cuatro —Las Palmas, Alicante, Vitoria y Elche—se encuentran dentro del tope que marca la UE para el año 2030. Es más, según el informe que Ecologistas en Acción realiza sobre la calidad del aire en España las cosas van mal, no se han hecho los deberes.  Por lo que respecta a las ZBE (Zonas de Bajas Emisiones), que las ciudades de más de 50.000 habitantes deberían haber puesto en marcha el 1 de enero de 2023, en estas fechas solo 7 de las 20 ciudades más pobladas de España tienen en vigencia su ZEB, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica expresados en un mapa bien bonito que tenemos al alcance.

¡Cómo sea cierto lo de sin fecha de caducidad! Mientras esto sucede, toda la conversación política gira sobre las corrupciones en la compra de mascarillas, que al paso que vamos van a ser obligatorias sine die en ciertas calles. Bien está que se denuncie la mala praxis pero habrá que dejar hueco para armonizar esfuerzos que respondan a una pregunta sencilla: ¿Qué calidad tiene el aire que se respira en las ciudades? ¿Qué repercusiones puede tener en la salud ciudadana? Ya veo unos grandes semáforos que avisen si se entra en zonas urbanas de mascarilla obligatoria. Una parte de la ciudadanía protestará: prefiere sentarse a tomar algo en una terraza al lado de la parada de varios buses urbanos. ¿Tendrá este desatino fecha de caducidad?

Imagen de tráfico en París con una alerta por la contaminación del aire. (EFE/ARCHIVO)

Resucitar los ODS, de verdad

En su día se presentaron como la salvaguarda del Planeta, como el camino que iba a eliminar las enormes desigualdades que se pueden apreciar dentro de un país y entre países distintos; entre el rico mundo occidental y la pobre África, que soporta tantos males que parece que son eternos. Tanto que se han convertido en los nexos de la vida social, económica y ambiental de los africanos. Reclamamos la atención porque si no están muertos sí que vienen languideciendo hace tiempo, sostenidos en un limbo de cuidados paliativos. Casi nadie se acuerda ya de la coronita identificativa que tanto lució en las chaquetas de gentes importantes. ¿Pasa solo en España? No, toda Europa ha difuminado los colores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Muchas veces me he preguntado, siempre con retraso, si los políticos, los grandes empresarios o la gente corriente estaban al tanto de lo que significaban los ODS. Indulgente como soy daba por supuesto que se había iniciado un camino de no retorno hacia ellos, al menos en la rica Europa. Ahora veo que no. La dejadez, la eliminación de ciertas metas problemáticas cunde como las moscas. Mi impresión personal es que estamos muy alejados de lo que debería ser. Me reafirmo en esta posición cuando leo el Informe completo sobre el desarrollo sostenible de Europa 2023/24

Elecciones europeas, el futuro de Europa y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Vamos a comentar algunas situaciones ahí referidas, a destacar los logros pero también a reñir a quienes detentan el poder (económico o social) por su dejadez “odsiana”. Resaltemos que los objetivos y metas habían sido firmados por los países; se supone que la cadena de valor llegaría hasta la ciudadanía y la biodiversidad; ambas verían detenidos los problemas soportados cuando todo se rubricó y deberían encontrarse ya en cierta mejora.

Yendo a lo concreto que subraya el informe (quinta edición). La evaluación actual es la quinta que se realiza. No se trata de acumular datos sino de enfrentar situaciones actuales en relación con las próximas elecciones europeas y la Cumbre de la ONU próxima. Extractamos, resumiendo mucho, que “en el contexto de un mundo fragmentado y multipolar, la EDR 2023/24 exige una acción decisiva por parte de la UE para evitar peligrosos puntos de inflexión medioambientales y sociales del futuro”. A lo largo del documento se evalúa el progreso de 38 países en los ODS (los estados miembros de la UE, algunos países de la Zona Europea de Libre Comercio –AELC-, países candidatos a la ampliación de la UE, además del Reino Unido). Los países del norte copan los primeros lugares en hacer bien las cosas, como casi siempre: Finlandia, Suecia y Dinamarca encabezan la clasificación. Pero el informe no se queda únicamente en las puntuaciones generales que permiten aventurar qué gobiernos o parlamentos creen o no en los ODS. También se presenta un índice de efectos indirectos especial, algo que suele obviarse y un índice de actuaciones “para no dejar a nadie atrás”, que durante bastante tiempo fue el mensaje más escuchado cuando se hablaba de los ODS, de sus objetivos y metas.

En el documento, dentro de la web que hemos referenciado, se pueden ver mucho mejor la situación del conjunto y de los países si se accede a la pestaña “Explorar mapas interactivos”. Allí se accede al desempeño de los países en cada uno de los 17 ODS. Aparece la puntuación general con intervalos entre <65 y >80. Allí se despliegan mapas con el grado de cumplimiento de cada uno. Pero no nos quedemos solamente en lo global. También hace hincapié en las tendencias; nos permiten ver qué países van por buen camino. Si queremos conocer todavía mejor el conjunto y sus partes hemos de profundizar en cada uno de los 110 indicadores cubiertos.

Pero lo realmente ilustrativo, a veces descorazonador, es revisar la gran tarea pendiente: no dejar a nadie atrás. En este mapa se despliegan, por países, el porcentaje de personas que sufren pobreza y privaciones materiales, las desigualdades de ingresos, el acceso y calidad de los servicios y las desigualdades de género. De todas estas cuestiones se dan detalles pormenorizados sobre algunas variables. El explorador de datos presenta datos históricos de los países desde  el 2.000 en adelante. Se puede acceder al conjunto, todos los países a la vez, o seleccionar países específicos para comparar. Lo mismo sucede con lo que allí se nombra como índice de derrame (Impactos ambientales y sociales incorporados al comercio, economía y finanzas, seguridad en relación con el comercio de armas).

Tan incierto está el cumplimiento de tantos países en tantos indicadores,  tan despacio van las actuaciones reales, que la SDSN se ha visto obligada a redactar una especie de 10 mandamientos para demostrar que se sigue siendo creyentes. En su deseo de mantener a la UE en la cabeza de la apuesta por los ODS a escala mundial es obligado (copiamos textualmente):

  1. Responder al grave peligro de los “puntos críticos sociales” reduciendo significativamente el riesgo de pobreza y exclusión social de los ciudadanos europeos.
  2. Redoblar los esfuerzos para lograr emisiones netas cero en la UE para 2050, incluyendo avances importantes para 2030.
  3. Fortalecer a las autoridades regionales y locales para lograr los ODS, incluido el seguimiento y la presentación de informes periódicos sobre el progreso de los ODS en todos los niveles.
  4. Frenar las repercusiones indirectas negativas y apoyar la transformación hacia un sistema de comercio sostenible.
  5. Hacer uso de Equipo Europa para la diplomacia global de los ODS y fortalecer espacios de debate diversos y universales, especialmente las Naciones Unidas.
  6. Intensificar el papel multilateral de Europa liderando los esfuerzos globales para reformar la arquitectura financiera global.
  7. Reorientar las alianzas internacionales de la UE hacia los ODS y avanzar hacia una cooperación mutuamente transformadora.
  8. Movilizar los medios financieros para apoyar las transformaciones necesarias para lograr un futuro sostenible.
  9. Institucionalizar la integración de los ODS en la planificación estratégica, la coordinación macroeconómica, los procesos presupuestarios, las misiones de investigación e innovación y otros instrumentos de políticas públicas.
  10. Establecer nuevos mecanismos permanentes dentro del Parlamento Europeo para una participación estructurada y significativa con la sociedad civil, incluida la juventud, que permitan una incidencia en las hojas de ruta y las políticas con enfoque ODS.

¿Qué decir de esa España mía, esa España nuestra?, que nos cantó Cecilia hace casi 50 años. Echémosle un vistazo al gráfico y que cada cual seque sus conclusiones. Solo decir que mantiene la posición 22 (de 34) durante tres años, que su índice de complimiento no llega al 70 %. Escaso bagaje para un país supuestamente muy implicado. Demasiado rojo (quedan grandes desafíos), bastante naranja (restan desafíos importantes), algún amarillo (los desafíos persisten) y ningún verde. No nos perdamos las tendencias (flechas) que pueden ser verdes (logros que se mantienen), amarillas (mejoran moderadamente), naranjas (estancadas) o rojas (empeoran, decrecientes).

En fin, habrá que esperar un año más para sentirnos mejor.

La corriente atlántica se tambalea; más incertezas climáticas

Las corrientes marinas se encuentran entre las principales responsables del funcionamiento de los climas, por todo el mundo; un poco menos en los grandes territorios continentales.  Para acercarnos a ellas hay que entender cómo se forman. Los principales vectores determinantes son el viento, la profundidad marina y la rotación terrestre. En el supuesto de que los vientos soplen casi siempre en la misma dirección, no hay que extrañar que se produzcan corrientes –como ríos de agua- en la superficie de los océanos. No suelen ser muy profundas –entre 50 y 100 metros-; aun así son trascendentales para determinar el clima del mundo, y para distribuir el calor y los nutrientes del océano.

Pero despistan a la gente: vientos y corrientes no fluyen en la misma dirección. Es más, los vientos se describen por la dirección desde la que soplan, mientras que las segundas se representan por la dirección hacia la que fluyen. La dirección y la velocidad de las corrientes de agua no coinciden con las de las corrientes de viento que soplan sobre ellas. La cuestión se entiende si se piensa que las corrientes oceánicas son mucho más lentas que los vientos. No solo debido a la fricción del agua. Sino que  se mueven en un determinado ángulo con respecto a la dirección del viento. No olvidemos que  el movimiento de rotación de la Tierra las condiciona mucho. Más o menos, el agua superficial fluye en un ángulo de 20º a 45º a la derecha respecto al viento en el hemisferio norte y de 20º a 45º a la izquierda del viento en el hemisferio sur. Esta desviación del movimiento del agua se debe al efecto Coriolis de rotación de la Tierra. ¿Lo conocía Cristóbal Colón –afamado cartógrafo- y por eso recaló en las Canarias para tomar impulso hacia “Las Indias”? Quienes deseen más información sobre las corrientes marinas puede mirar en Infobae.

Bueno, a lo que íbamos, que uno se dispersa mucho en explicaciones que seguramente quienes lean esto ya conocen. Manías que padecemos muchos profesores. Lo primero que hay que conocer es que la Corriente Circular Atlántica (AMOC) –sistema fundamental de corrientes oceánicas pues transporta agua caliente desde los trópicos hasta el norte del Atlántico- puede que no mantenga sus ritmos y direcciones actuales; quizás podría colapsar a mediados de siglo.

La hipótesis la formulan recientes estudios, entre ellos uno de la Universidad de Copenhague, publicado en la revista Nature Communications. En él se concluye que “la AMOC “colapsará, con un 95 % de certeza, entre 2025 y 2095. Lo más probable es que esto ocurra en 34 años, en 2057″. Si así sucediese, puede provocar unos desafíos sociales, ambientales y económicos enormes. Es posible que se sobrecalienten los trópicos y aumenten las grandes tormentas ligadas a ciclones en el Atlántico Norte. Parece que la intensidad y frecuencia de las precipitaciones severas causarían graves daños. La misma hipótesis la mantiene otro reciente estudio del Instituto de Investigación del Impacto Climático de Potsdam (PIK, por sus siglas en inglés), de la Universidad de Potsdam, en Alemania; publicado en  Journal of Climate.

Ya se aprecia una influencia del deshielo de Groenlandia, por ejemplo, en la dinámica de los vientos y corrientes de agua en el Atlántico norte, en las zonas terrestres circundantes y en el complejo sistema climático mundial. Hay que recordar que la corriente temohalina actual se descarga y recarga en sus ramales en aguas polares árticas. Como curiosidad, Heraldo de Aragón (14/02/2024) resaltaba las paradojas climáticas en  “Groenlandia florece y reverdece, pero amenaza el clima de todo el planeta”.  Hace tres años leímos un artículo curioso en la web Verdeyazul que señalaba que por entonces los políticos parecen más negacionistas que nadie. Son de todos conocidos, pero no cuesta nada echar un vistazo a la noticia. Habría que añadir alguno más.

De producirse el colapso de la AMOC -recordamos que es una hipótesis- los efectos sobre el clima serían de gran alcance. Entre los supuestos que se barajan hay alguno que concluye que gran parte del hemisferio norte se enfriaría, a la vez que las costas de América del Norte y Europa podrían experimentar un aumento más rápido del nivel del mar. Por otra parte, el norte de Europa podría enfrentar inviernos más tormentosos, mientras que el Sahel en África y las regiones monzónicas de Asia probablemente recibirían menos lluvia. En un titular periodístico de El Diario Vasco hemos leído la apocalíptica conjetura de que “la corriente marina amenaza con destrozar el mundo”. No lo dice porque sí, pues acompaña una infografía que las personas ajenas a estos temas deberían visitar. 20minutos.es ya lo recogía en el verano pasado con un titular inquietante: El peor escenario ante un colapso de la corriente del Atlántico: avance de los hielos, sequía y un frenazo del calentamiento global. El artículo recoge opiniones contrarias de catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona Javier Martín-Vide y del portavoz de la Aemet. Léanlo.

Mientras esto ocurre, los partidos políticos –más todavía los de derecha y sus socios en los gobiernos europeos y de todo el mundo- son negacionistas del cambio climático, al menos de sus influencias en la economía, en la dinámica troposférica y en sus poblaciones. Parece que la duda climática –que no es una hipótesis sino una realidad por todo el mundo físico- los ahoga. Ya lo decía la sabiduría popular: no hay más ciego que quien no quiere ver. Así que no seamos negacionistas ni catastrofistas; más bien merece la pena ser previsores, a escala cercana y en el contexto de los grandes convenios internacionales climáticos, como el recordado Acuerdo de París.

No necesitamos empeñarnos en discutir si lo climático de ahora es cambio, crisis o emergencia. Digamos que parece probable que haya alteraciones graves en la secuencia paulatina que conocíamos como estaciones debido a ciertas modificaciones de la AMOC. Sobre todo en forma de sequía y olas de calor severas junto con episodios de precipitaciones cuantiosas. Iagua, que del asunto habla con coherencia, publicaba el agosto pasado en su blog una reseña recogida por el profesor de Oceanografía y clima Robert Marsh, de la Universidad de Southampton con un título preocupante “El colapso de la circulación del Atlántico supondría un caos climático aún mayor en toda Europa”. En el mismo artículo se daba cuenta de la publicación en Nature Communications titulada en forma de aviso precautorio sobre la hipótesis que aquí vamos comentando: Advertencia de un próximo colapso de la circulación de vuelco meridional del Atlántico.

Qué es una hipótesis, pues sí. Pero de estas previsiones está llena la ciencia, y a veces inunda la vida. El principio de precaución dice que es mejor prepararse para que esas eventualidades causen los mínimos estragos posibles. Deberían dedicarse a ello frenéticamente el Gobierno de España, los de las CC.AA. y todos los estamentos de la administración incluidos los ayuntamientos, en especial aquellos que forman parte de EuroCities2030. Sus compromisos adquiridos así lo exigen y deben actuar de ejemplos para los demás.

España parece ‘Plastiland’

La cosa no va de broma ni trata de pervertir la imagen de España. La cadena de los muñequitos Legoland tiene varios parques temáticos en Europa (Suecia, Dinamarca y Alemania, al menos). Allí niños y niñas, también mayores, representan escenas de vida. La idea está bien, deja correr la imaginación y suscita afectividades varias. Por lo que he leído hay también parques de esos por todo el mundo: EE.UU., Malasia, Dubái, Japón y  Corea. Además se puede mirar ese universo lúdico sin salir de casa, simplemente entrando en la página Legoland y “a jugar”. Me encanta hasta el motivo por el que se llaman ‘lego’: las dos primeras letras de las palabras danesas «leg” y “godt», que significan juega bien.

Si se aburren, Uds. o sus hijos, pueden visionar varios cortos sobre el asunto. Interesante la Historia de Lego en español, o lo que de él cuenta National Geographic. Pero hay mucho más en la red. Los muñequitos tienen múltiples ingredientes para atraer la atención de pequeños y mayores. Yo mismo he jugado con mi hija con ellos y ahora lo hago con mis nietos. Quién se lo iba a decir en 1932 al danés Ole Kirk Kristiansen. Una cosa más: me gustan estos “muñelegos” porque, que yo sepa- no han explotado el mundo de las guerras, tan presentes en otras promociones infantiles. Por cierto, no estoy haciendo propaganda de la marca.

Lo de Playmobil también tuvo su importancia desde que en 1974 se presentó en el salón de Núremberg con gran éxito. Lo cierto es que entre unos y otros diseños de juguetes nos plastificaron los juegos infantiles. Intrínsecamente hicimos del plástico un compañero emocional. ¿Tendrá algo que ver que de mayores no se haga una lectura crítica del sobreuso del plástico? ¡Quién sabe!

Sin dogmatismos innecesarios, pocas personas negarán que vivimos plastificados, para bien y para mal. Para bien porque disponemos de muchos objetos y materiales de plástico que nos facilitan la vida, cada día y cada momento. Una vez planteé en clase de secundaria que mis chicas y chicos contasen los elementos, objetos, cosas en donde veían plásticos en su día a día. Para incentivarlos me llevé unos cuantos “muñelegos”, los que pensaba eran representativos de escenas cotidianas, con algunos vehículos y maquinarias incluidas. También diversos animales de la granja. Sin ser minuciosos en su trabajo, la cifra superaba los cientos.

Aquello, he de confesarlo, quedó como una competición por ver quién anotaba más, sin preguntarse el para qué. A pesar de mi insistencia en el desarrollo en clase de actividades relacionadas para distinguir: el plástico malo de un solo uso del menos malo, el de las bandejas de los productos alimenticios frente a las bandejas de cartón, las bolsas de papel que salen en las compras de las películas americanas frente al desfile plástico que podemos apreciar si nos ponemos en la puerta de cualquier supermercado. Para más inri les propuse filmar con el móvil las salidas de la gente de las grandes superficies; más de la mitad de las personas que salían portaban una o varias bolsas de plástico en sus manos. Y más cosas que no merece la atención repetir. Reflexión final: no se sabe qué pasará después, pero el plástico que tanto bien y mal nos hace queda incorporado al esquema mental y no estorba.

En mis delirios ecosociales veía a mis alumnos como muñequitos Lego y Playmobil, en un mundo imaginario en el que no había malos. Así se lo hice saber y provoque algo más que risas. Pero no todo es jugar bien con los plásticos. Jugar es un dominio de la imaginación. La vida es realidad es un juego con otros condicionantes: a lo lúdico se añade lo práctico, lo emocional, los afectos, la experiencia compartida, la búsqueda de un bien colectivo, etc. Pero es que en estos momentos España sería ‘Plastiland’.

Sin entrar en honduras más complicadas, me he entretenido en dos web de fácil acceso. En la de elPeriódicocon textos de Valentina Raffio e infografías de Ramón Curto) hay una secuencia muy ilustrativa, sin nada de demagogias. No se la pierdan, aunque anoto lo más notable que allí se dice:

  • Los entresijos legales eternizan la guerra contra el plástico de un solo uso
  • El planeta está cada vez más inundado de plástico. La producción se ha multiplicado por dos en las últimas décadas y sigue aumentando a ritmos que dejan paralizados hasta a los mares.
  • España es uno de los países europeos que más plásticos consume: el 40 % de un solo uso, casi todo envases de usar y tirar.
  • Se estima que cada día los españoles consumen unos 51 millones de envases de bebidas.
  • De estos envases, solo 20 millones se reciclan correctamente. Los 31 millones restantes acaban o arrojados en el suelo o vertidos en contenedores genéricos donde no se pueden reciclar.

También dice este artículo de elPeriódico muchas más cosas que seguro interesan a toda la ciudadanía. Anotamos lo que V. Raffio identifica como retos pendientes:

  • Hay que consumir cada vez menos pajitas.
  • Hay que recordar con carteles grandes y campañas donde sea, con alertas a los comerciantes que la venta de productos desechables como pajitas y cubiertos de un solo uso no está permitida ni en España ni en la UE.
  • Afortunadamente, cada vez se compran menos pajitas de plástico. Además, los cubiertos de plástico están siendo sustituidos por otros elaborados a partir de materiales más sostenibles.
  • Un poco sí que vamos reduciendo, algunos, los plásticos de un solo uso.
  • Atentos cada día al reto que tenemos planteado: todavía queda un largo camino para erradicar del todo este tipo de productos desechables.

Es de justicia hablar aquí del empeño de Greenpeace para acabar con los plásticos de un solo uso y su recogida. Anotamos trece consejos –en algunos casos ya se ha dicho antes-, que ya son sabidos, para no cansar:

  • Cambia las bolsas de plástico por otras reutilizables, carros o cestas
  • No uses vasos, platos y cubiertos de plástico cuando estés fuera de casa
  • Haz lo posible por comprar a granel y evita el exceso de envoltorio,
  • Cambia los tápers de plástico por los de acero inoxidable o vidrio
  • Evita el uso de cosméticos que tengan en su composición microesferas de plástico
  • Bebe agua del grifo, no agua embotellada; a no ser que las autoridades sanitarias digan lo contrario.
  • Elige envases para tus bebidas y líquidos que sean retornables, como el vidrio, en lugar de brik y botellas de plástico
  • Reduce la exposición de los bebés y niños al plástico, no usando biberones de plástico ni lanzándoles cada día la botellita de agua mineral
  • Busca juguetes de madera, tela, o de látex y caucho natural
  • Di no a las maquinillas de afeitar desechables
  • Intenta conseguir productos de higiene y cuidado personal que no estén envasados en plásticos y que no contengan microplásticos en su composición
  • Evita los productos de limpieza envasados en plástico; hay otras alternativas
  • Si es imposible reducir más tu consumo de plástico, recuerda reutilizar esos productos en la medida de lo posible y, en último caso, tirarlos al contenedor correspondiente

Ya perdonarán por la insistencia. Hemos hablado bastantes veces del asunto. NO queremos culpabilizar; simplemente añadir a gente a la causa común que es reducir los plásticos de nuestra vida, sobre todo los inútiles como los microplásticos o los de un solo uso. Por cierto, me ha quedado una duda: ¿se recicla el plástico de los legos? En esta entrada de la marca se habla de que unas partes sí, pero he leído en Euronews que no. Es más, noticias posteriores hablan de que Lego ya no fabricará sus piezas con plástico reciclado debido a sus costes, pero no abandona la idea de hacerlo hacia 2030; el año de nuestra Cima. ¿Nos unimos a la aventura? Si tarda en decidirse puede informarse del asunto en National Geographic.

Ilustración: ‘La búsqueda de los plásticos de un solo uso en la cartera escolar para su eliminación’
Autoría: Fernando Chavarría (@chava.fernando en Instagram).

La sequía no entiende de autonomías

Va en este escrito, con el debido respeto, una crítica razonada sobre el papel jugado por los sentimientos exclusivistas y patrióticos que han acaparado casi todo lo que pueden concertar las personas para el beneficio público. Bien está que se defienda lo propio, pero lo propio, perdóneseme el juego de palabras, hubiera sido hablar hace años de la escasez de precipitaciones que soporta gran parte del Estado y las previsibles sequías que se podrían encadenar.

La sequía no es un elemento identitario, como puede ser el autogobierno. Es algo que puede empeorar la vida si no se adoptan las situaciones de mitigación y adaptación que las incertezas acuáticas y pluviométricas exigen para seguir manteniendo una vida aceptable; digamos mejor saludable. A pesar de eso, la sequía es como un vapor material que no impregna el sentido ideológico de los territorios. En todos lugares se echan fuera cubos sin llenar.

Mal hacen quienes trocean la sequía. A quien esto escribe, alejado de las polémicas autonómicas y gestos identitarios -más próximo a la ciudadanía global- poco le importan las riñas que escucha o lee cada día sobre la España dividida. Hablemos en primer lugar de las restricciones que ha ordenado el Gobierno de la Generalitat a su pueblo. La sequía, en mayor o menor grado, no solamente es real en Cataluña, que ahora es el centro de los dardos de otros lugares, sino en muchos sitios. Qué ha sucedido para que en Cataluña casi 6 millones de ciudadanos, muchas empresas, y demás (turistas por millones, animales de granja, campos y frutales) vayan a soportar malditas restricciones de agua. Dijo el poeta: el agua solo se ve cuando al faltar incomoda nuestras vidas. Tanto es así que el agua no se internaliza ni en los procesos productivos ni en el resto de actividades cotidianas de la ciudadanía. ¡Cómo puede ser así en 2024! ¿Cómo cabría calificar a los pasados y actuales gobernantes de un territorio que por su desidia o mal hacer han provocado una situación de crisis cuyo alcance no llegamos a percibir? ¿Qué pensaba allí la ciudadanía viendo expandirse la sequía y no considerar el agua un bien identitario tan importante como el aire? Ahora mismo me pregunto qué papel ha desempeñado en esta situación la Agencia Catalana del Agua (ACA) que en tiempos era un modelo de buena gestión del agua.

Pantano de Sau, Barcelona. (EFE/Siu Wu)

La clase política y quienes les siguen han estado ocupados en otros asuntos de ideología partidista; no han tenido tiempo de hablar de otras cosas socioambientales. Podríamos citar muchas pero nos vamos a quedar con unas cuantas consecuencias de una causa común que se concreta en una resta/sustracción: aguas disponibles en este contexto mediterráneo, en el que cada vez llueve menos, a la que se resta agua consumida en mayor cantidad per cápita, en cultivos viejos y nuevos con gran demanda de agua, y en una contexto de llenado turístico, que esquilma hasta la última gota de agua que se puede beber. Mal va la cosa si la resta da números negativos. Pero es que además una buena parte de la que aportarían los acuíferos está contaminada (muy rica en combinaciones de nitrógeno). Los diez pecados capitales en la gestión/educación del agua puestos en una sola vasija: otro futuro es deseable, y debe ser posible.

Cómo entender que Cataluña declare ahora la emergencia tras treinta y nueve meses sin precipitaciones sustanciales, leo en Euronews. Más de 200 municipios en emergencia por sequía, apunta Rtve. En El Periódico (2 de febrero) se colaba una pregunta que muchos nos planteamos: ¿Se hicieron los deberes para gestionar la emergencia? O se minusvaloraron las situaciones de falta de precipitaciones lo que impidió provocar reflexión y haber gestionado mejor las prealertas, alertas, etc. La Vanguardia detalla las veinte medidas que “salvarán” a Cataluña de la situación.

La sequía no entiende de autonomías; golpea por todos los lugares. El Diario de Sevilla informa que 58 municipios ya tienen restricciones de consumo. El mismo periódico desvela que Andalucía requiere al Gobierno que convoque a la Mesa de la Sequía de manera urgente; ¡ahora!, no hace cinco o más años cuando se aniquilaban los acuíferos. Recoge que el señor Moreno Bonilla advierte que si no llueve (mucho) cinco millones de andaluces –no dice nada de sus potenciales visitantes que en 2023 supusieron ocho millones algunos meses- tendrán restricciones este verano. Es el mismo presidente que hace unos meses pretendía legalizar las captaciones subterráneas en varios lugares, especialmente en las cercanías de Doñana, con una ley ad hoc. Ahora mismo Málaga ya aplica restricciones,

Por todas las autonomías, en los periodos electorales, los políticos prometen el agua abundante y permanente allá por donde pasan a mitinear; la sequía no vota pero empuja el voto, decía un titular. Por cierto, podemos asomarnos a los mapas de seguimiento del Observatorio Nacional de la Sequía, del Ministerio de Transición Ecológica. Proporciona mapas de escasez y sequía desde 2019. ¿No se veía venir? Vayamos a un observatorio independiente, eltiempo.es, para ver cómo han ido las cosas desde 1970, ya se avisaba que España se encontraba en la peor situación desde 1970. Por cierto, circula por ahí una mentira comparativa de un pantano portugués que está lleno, mientras los de España se vacían. Quienes duden deberían visitar a menudo embalses.net. Hasta Galicia se puso en prealerta el verano pasado.

La sequía no entiende de autonomías. El trasvase Tajo-Segura ha sido motivo de enfrentamiento Castilla-La Mancha y Murcia desde hace muchos años. La sobreexplotación del suelo de Murcia, con producciones con enormes necesidades de agua, además de agotar sus freáticos seca el Tajo hasta quitarle incluso los caudales ecológicos. Después, el agua que exprime la sequía inunda de nitratos el Mar Menor y las aguas muertas lo matan. No perderse estos artículos de El País en los que se ven los posicionamientos de varios presidentes –incluida la señora Ayuso de Madrid-  autonómicos sobre el asunto y los continuos pronunciamientos de los tribunales de justicia. El tantas veces mentado Trasvase del Ebro eriza hasta los picos más altos de los Pirineos, ya no digo nada las mentes, solo que se miente como hipótesis. Es más, algunos partidos políticos ven los trasvases de distinta manera según el territorio desde el que lo miren. Ahora hablan de llevar agua de desaladoras levantinas en barco hasta Barcelona.

No estaría de más conocer cómo se las arreglan en Canarias, sin ríos, para dar agua a sus habitantes y visitantes. Imaginamos que allí los acuíferos estará sobreexplotados, como sucede en Almería y otras zonas costeras mediterráneas de Murcia, Valencia, Cataluña o Baleares. Tenemos curiosidad por saber cómo van aquellas 765 plantas desaladoras que suplen algunas faltas de agua a la vez que enfangan el mar cercano con sus salmueras.

Los parlamentos regionales pocas veces hablan de agua global, de políticas de agua que mitiguen los efectos de la falta continuada de precipitaciones, de la adaptación de cultivos y personal a la disminución de precipitaciones. ¿Cuántos plenos extraordinarios han celebrado sobre la adaptación social y económica a la escasez de precipitaciones y las recurrentes, o quizás permanentes sequías? Si acaso discuten sobre “su agua” contra las pretensiones de quienes quieran “quitársela”.

Lamentamos que estos temas, que a muchos incomodan pero a más beneficiarían, no hayan tenido presencia permanente en los medios de comunicación. Una pregunta indiscreta en la España en donde parece que cada vez habrá menores precipitaciones: podemos ducharnos o bañarnos todas personas todos los días, llenar nuestras piscinas a conveniencia, gastar más de 200 litros per cápita, regar los millones de hectáreas de césped en parques y chalets particulares con agua potabilizada, regar a manta en el campo, cultivar productos exóticos con alta demanda de agua, disponer de acequias de riego colonizadas por ratoncillos y cangrejos, limpiar las calles regándolas. En síntesis, dejar que haya semejantes pérdidas en las redes de abastecimiento, etc., sine die.

A la vez, si pienso en el bien colectivo antes que en el ideario del partido que gobierna, lamento que autonomía es autogobierno en unos sitios pero en otros es hacer lo que le plazca al gobierno de turno, aunque eso signifique aumentar desigualdades sociales. Pienso que no es necesario identificar el centro de la periferia.

Otro asunto a no olvidar: el agua se ahoga en piscinas. El Periódico contaba en el verano de 2022 que en España había “registradas” más de 1.266.000, una cada 37 habitantes aproximadamente. Añadía que Baleares y la Comunidad Valenciana eran los territorios con más piscinas en relación a su población. Eso sí, Madrid, con 13.842, es el municipio con mayor número. Cada cual saque sus conclusiones. En total las recreativas piscinas, legalizadas, consumían casi el 3 % del total de los hogares españoles. ¡Ahí es nada! Aquí tenemos, a fecha de 1 de agosto pasado, un mapa interactivo para enterarnos de las piscinas por cada 100 habitantes en municipios. Echen un vistazo dónde se dan los mayores desatinos. Me ha servido para enterarme que en mi pueblo –en la estepa monegrina- hay 0,54 piscinas por cada 100 habitantes. Solo conozco las instalaciones de las públicas, que cuentan con tres.

No hemos dicho nada del agua destinada al regadío. Si sumásemos lo prometido por los políticos con lo demandado por los regantes necesitaríamos muchos ríos como el Amazonas o el Negro –que por cierto este año se ha secado-. Aquí el mapa del país con más superficie de regadío de Europa, España. Sin desean contrastar, complementar informaciones, pásense por la web del Ministerio de Agricultura, Pesca y alimentación que pondera la mejora de riego eficiente. Dice que lo hace significativamente pero ¿dónde va ese 20 % que falta? Iagua elaboró un especial sobre el regadío que es interesante conocer.Si se quieren preguntar más cosas lean el artículo de El País cuyo título es significativo: El 2% de españoles gasta el 80% del agua. Analícenlo sin demagogias baratas.

En más de una ocasión me pregunto de quién es el agua. Ahora mismo me declaro plenamente convencido que es propiedad de nadie y de todos: el planeta y sus biodiversas criaturas. En absoluto es de los políticos que buscan llenar su cantimplora por más que sepan que es imposible: o es excesivamente volumétrica o tiene agujeros en el fondo. El agua precipita cuando la dinámica agua-aire-suelo “quiere y dónde quiere”; bueno la física conduce las múltiples interacciones.

Ante esta deficiente gestión de lo público, los políticos en general –que deberían haber dedicado más tiempo a concertar el agua que los une que a lo demás que los separa- casi deberían dimitir; al menos pedir disculpas a la ciudadanía. Han de prometer que hablar del agua de todos, y a la vez de ella misma, va a ser una prioridad no ideológica. En ese contexto va a permitir arbitrar medidas para que la situación no vuelva a repetirse con tal magnitud; aunque no llueva mucho más. Las crisis del agua tienen de positivo que pueden ser esclarecedoras, si la gente se moviliza de manera comprometida. Mejor si se las despoja del sesgo político, como ese que dice que la sequía actual de Cataluña puede ser “un castigo divino” por haberse portado mal cerrando una plaza de toros.

En fin, al pan, pan, y al agua, agua, podría haber dicho la liturgia acuática. Concluimos señalando que todo lo dicho –muy largo, es verdad, por lo que pedimos disculpas si ha llegado hasta aquí- sería motivo suficiente para animar a que se consensue colectivamente una nueva política hidráulica, adaptada a los nuevos ritmos climáticos y sin superar los límites que el principio de precaución (ético, social, político, climático, económico y ambiental) exige.

Fatiga ambientalista

Lo cotidiano se convierte en rutina si no tiene detrás algún que otro estímulo. Valdría el reconocimiento de la utilidad, la necesidad de hacer de lo simple virtud, el acompañamiento del vecino, el fin del acoso de quienes no ven la vida de la misma forma; la mirada atenta ante las desigualdades y alguna pizca de compromiso. Y, cómo no, la reflexión crítica ante las incertezas e incógnitas sobre el presente-futuro que nos espera.

Parece que la UE ve realmente difícil cumplir los objetivos verdes que tenía planteados porque detecta una cierta fatiga ambientalista en gobiernos, empresas y ciudadanía en general. La cuestión, o desafección ambientalista no surgen porque sí. Para comprobar las pesimistas perspectivas basta con asomarse al semáforo de cumplimientos con los que la UE expresa el grado de cumplimiento de las políticas ambientales. Ese que se diseñó para marcar la senda de alcanzar el compromiso de la neutralidad climática en 2050. La Agencia Europea del Medio Ambiente (EEA, por sus siglas en inglés), ha llevado a cabo un análisis severo del que se deduce que es necesaria una mayor determinación a los 26 si quieren de verdad completar la agenda verde. La EEA evalúa 28 medidas que la UE tiene como objetivos medioambientales y en diciembre pasado concluía que sólo en ocho casos es probable que cumpla a tiempo. Por fortuna, uno de ellos es la reducción en un 55% respecto a 2005 de las muertes prematuras por el aire contaminado, que en 2021 fueron 235.000. También, según lo comprometido, ve bien el incremento de las inversiones para prevenir y reducir la contaminación y la degradación ambiental.

No va a ser fácil porque bastantes gobiernos, e incluso el Parlamento Europeo -arrastrado por la derecha según cuenta Financial Times que ha tenido acceso a ciertos borradores de intenciones-, se han sumido en una especie de fatiga ambientalista. Una de las causas determinantes hay que buscarlas en  las presiones de la industria y de sectores económicos como la agricultura (enero de 2023).

El gobierno comunitario planteó una reducción del 50% del uso de pesticidas químicos en 2030 que estaba en consonancia con la “estrategia de la granja a la mesa, que establece un sistema alimentario justo, saludable y respetuoso con el medio ambiente” (junio de 2022); además de una propuesta de ley para la restauración de la naturaleza. El PPE (Partido Popular Europeo) lo rechaza. Detrás de esta presión máxima y continuada están los criadores de porcino holandeses –subvencionados con cerca de 1.500 millones de euros por dejar de producir- además del ultranacionalista polaco Mateusz Morawiecki, que se enfrenta a las urnas el próximo otoño. Junto a todo esto, el sector agrario -representa en torno el 9% de la población en Polonia- y mucho en Hungría, República Checa, Bulgaria y Eslovaquia siguió sus pasos. De hecho, las protestas de los agricultores contra el Pacto Verde Europeo se han multiplicado y esparcido por todo el continente, desde Irlanda hasta Lituania. Y la semana pasada en Alemania. Ahora en Francia.

Refiriéndonos a España, y dejando por ahora en suspense los atropellos a Doñana o el Mar Menor, no salimos de nuestro asombro con la noticia de que el Gobierno de Castilla y León acaba de aprobar la III estrategia de Educación Ambiental 2024-2030 , dice que con el objetivo de promocionar el desarrollo sostenible de la comunidad. Hemos buscado en sus documentos las referencias a la Agenda 2030, hasta ahora un ámbito ecosocial imprescindible en todo el mundo; no la hemos encontrado. Se dice por ahí que el despiste ha sido provocado a instancia de Vox, que parece que le tiene una inquina letal a la Agenda 2030. Preguntados algunos miembros del gobierno autonómico dicen que queda incluida en el eufemismo inabarcable de la “sostenibilidad mundial y de la Unión Europea”. ¡Vaya pues!, no ha intervenido la política (sic).

Pese a todo, no hay que desistir de estar frente a lo pactado sin intentar revertirlo. Tal como están las cosas no sirve relajarse por parecer imposible restaurar lo ecosocial. Exploremos los cuadros que la EEA proporciona para estar al tanto de cómo va la cosa, dicho en lenguaje de la UE: Visión del VIII PMA basado en indicadores 2023, dado a conocer en diciembre de 2023. En este documento se habla de: mitigación del cambio climático, adaptación al cambio climático, una economía circular regenerativa, contaminación cero y un ambiente libre de tóxicos, biodiversidad y ecosistemas, presiones ambientales y climáticas relacionadas con la producción y el consumo, condiciones habilitantes y, finalmente y en definitiva, vivir bien dentro de los límites planetarios. Para quienes no dispongan de tiempo para leer el forme completo sirva la imagen que acompaña este texto.

(Agencia Medioambiental Europea)

Tal están las cosas ante el tamaño desafío que tenemos por delante. En palabras de la Directora Ejecutiva de la EEA, Leena Ylä-Mononen, nuestro análisis muestra que los Estados miembros necesitan fortalecer urgentemente las acciones para cumplir las ambiciones medioambientales y climáticas de Europa para 2030. Esto incluye la plena implementación de las leyes actuales, mayores inversiones en tecnologías preparadas para el futuro y hacer de la sostenibilidad un elemento central en todas las políticas.

Visto lo visto y escuchado el amplio espectro de intereses cruzados, nos desanimamos y nos invade una cierta fatiga ambientalista. A la vez, estamos atentos por si se ven luces de condura socioambiental que nos levante del letargo ecosocial en el que parece que estamos sumidos. Amén.

El cambio global a lo claro. ¿Verá la Cima 2030?

La vida actual se nos ha puesto tan complicada que cuesta hasta entender lo simple. Así un día tras otro. Lo de una jornada cualquiera llega a fatigar, por los desastres y problemas que nacidos en cualquier lugar del mundo irritan y conmueven a las gentes sensibles. Se entremezcla con lo que ayer conocimos de los complejos mundos donde la incerteza amplifica las preguntas. Cada vez es más difícil presentar a alguien las razones por las que se ve  a las claras que vivimos en un cambio global permanente; solamente nos faltaban las chapuzas de los chamanes internautas. Pero claro, el resultado de todo eso es que nos crea inseguridades, ante las cuales nos mostramos huidizos. Es más si alguien plantea transiciones urgentes de hábitos o conductas lo miramos con mala cara, pensamos que sus ocurrencias atentan a la seguridad de la vida. Amén.

Hemos querido traer hoy aquí unos gráficos elaborados en la Universidad de Berkeley. Se trata de comprender un poco más ese cambio global que tanto nos despista, lo mismo a los gobernantes y empresas –es un suponer- como a la ciudadanía global. En realidad comprender el cambio global es ir descubriendo poco a poco por qué cambian tanto el clima y el medioambiente; también la importancia de esas variaciones en el sistema Tierra y si se adivinan itinerarios que nos encaminen hacia un futuro resiliente. Nadie negará, bueno los atrabiliarios sabelotodo sí, que se está experimentando una alteración global en muchas cuestiones básicas la vida en sociedad pero también en nuestra posición dentro de ella.

Empecemos por preguntarnos cómo funciona el sistema Tierra. Es a la vez causa generadora y receptora de consecuencias propias al funcionamiento del planeta y a la intervención humana. Supongamos que no se ha antropizado en absoluto. Veríamos un planeta que se activa por impulsos e interacciones entre la geosfera, la hidrosfera, la atmósfera y la biosfera. Esos conjuntos que hemos agrupado para entendernos son profundamente dinámicos: cambian interacciones, se construyen relaciones nuevas y todo ocurre en un espacio/tiempo que no alcanzamos a entender del todo. Imaginemos que lo miramos a partir de un esquema simple como el que ponemos en la ilustración. Sería lo que llamamos procesos del sistema terrestre. De eso hemos oído hablar mucho, aunque no lo hayamos entendido del todo. Pero ahí está, imaginemos que hemos parado el sistema. Imposible en algo que funciona por la continua entropía pero hagamos el esfuerzo de pensar.

Pero nos estaríamos engañando. Notemos que cada una de las coronas circulares, tramos, tienen relaciones cíclicas, a la vez de ida y vuelta.

Allí camparían interaccionando el giro, la inclinación y movimiento de la tierra alrededor del sol; algún impacto de meteoritos, cambios en la radiación solar por circunstancias varias. También la ubicación pasada y actual de continentes y océanos, la construcción/dinámica del relieve. Estas relaciones son interactivas. Las mueve la energía: la luz solar que se refleja o no, el calor que va y viene, el calor interno de la Tierra. Ya lo sabía Julio Verne “que había viajado el centro de la Tierra”.

Ya se complica un poco más si consideramos el agua (su movimiento oceánico, su intervención en el ciclo del agua; al aire sus movimientos global y parciales, su trascendencia en el efecto invernadero; la vida (fotosíntesis, respiración, función e interacción de los organismos vivos); la Tierra (movimientos de los continentes, ruptura de rocas y de la litosfera, el ciclo de las rocas). Todo en un conjunto que intercambia muchas cosas, entre ellas su diferente presencia inestable en el ciclo del carbono.

Y volvemos a empezar a ver interacciones/transiciones sobre las cuales vamos a pasar sin citarlas -aparecen en el grafico- hasta llegar a los sectores que afectan a lo que supuestamente deseamos para todos: el bienestar. Qué es si no disfrutar de un aire limpio o padecer los riesgos de uno sucio, gozar de una buena salud y de una sanidad al alcance de todos, atender con criterios de convivencia los movimientos de las personas, disponer del agua como derecho universal, disfrutar de una alimentación suficiente y, en definitiva, reducir las diferencias actuales en la calidad de vida humana.

Todo esto no lo hemos inventado nosotros. Lo hemos copiado de la web de la Universidad de Berkeley (California) que lo hizo público en 2016 a través del Museo de Paleontología, que nos ha dejado también el gráfico que acompaña a esta entrada.

No dejamos de copiar textualmente lo que sería el resumen crítico para llegar casi todos en buenas condiciones a la Cima 2030. Los cambios medidos afectan a las evidencias del cambio global; pasan de un extremo a otro a través del tiempo. Las causas no-humanas tienden a mudar en largos períodos (de miles a millones de años), mientras que los cambios causados por los humanos son mayores en el sistema terrestre, y suceden en períodos relativamente cortos (décadas, años, o menos).

Una duda: ¿Lo entenderemos antes de 2030 o del 2050? Por cierto, quienes se animen tienen en la web a la que antes hemos hecho referencia un juego en inglés/español para imaginar todo esto.

 

Cerco a los microplásticos, que sí contaminan, no solo la acción política

En muchas ocasiones las investigaciones científicas son ninguneadas por la preocupación social. No es algo nuevo pero ahora se ha incrementado como resultado del estilo de vida que ha sobredimensionado el número de productos que usamos. Hay que informarse de lo que sucede fuera de nuestra casa.

Si repasamos las desgracias ambientales tenemos ejemplos de gravísimas contaminaciones. No voy a detenerme en las tragedias de Bhopal –la fuga de gases tóxicos en un tanque de la compañía india de pesticidas Union Carbide India Limited (UCIL) causó la catástrofe industrial más grande de la historia- o Seveso (Lombardía) que liberó las dioxinas que tanto dolor causaron. Tampoco diré casi nada de lo que fue y dejó de ser, aun siendo, el desastre nuclear de Chernobil, que sembró Ucrania de contaminación para muchos años; ni de la mancha contaminante del naufragio del Exxon Valdez, o de la explosión de la plataforma petrolífera de BP en el Golfo de México ni del consiguiente desastre ecológico marino que supuso. Permítaseme que cite la barbarie norteamericana de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Sri Lanka nunca olvidará en año 2019, cuando 1.680 toneladas de pellets cayeron al mar desde el cargo X-Press Pearl e inundaron sus costas. La lista de sucesos sería interminable, casi tanto como la de los olvidos. La  Organización Marítima Internacional (OMI), dependiente de la ONU, no termina de aconsejar medidas contundentes.

Todas estas catástrofes han tenido en común básicamente un par de consecuencias: algo cambiaron las normas de seguridad y demasiado poco lo hicieron porque el tiempo eliminó los cuidados intensivos que cualquier actividad industrial química debiera generar. Es que el aire no tiene fronteras, los océanos tampoco. Mirando lo que tenemos más cerca, no me detendré en la contaminación por amianto que muchos españoles todavía padecen, ni en el desastre para la biodiversidad de la rotura de la presa de Aznalcóllar, ni al lindano que mató la vida total del Gállego en Aragón, y continúa bajo sospecha. Otra cosa más hay que resaltar: los responsables de los desastres o desatinos ambientales, ya sean industrias o políticos que gobernaban entonces se marcharon casi siempre libres de culpa. Las industrias cerraron o se largaron; los políticos se escondieron; la ciudadanía no afectada directamente no solicitó la rendición de cuentas y calló para siempre.

Pasa esto porque los administradores no se empeñan en gestionar al potencial riesgo por el principio de precaución. Pero es que además minimizan los posibles efectos de cualquier desastre; no lo quieren entender y lo ocultan todo lo que pueden. Así, cuando se acometen acciones reparadoras siempre llegan tarde y mal. Ocurrió con el Prestige en Galicia. Aquellos hilillos poco continuados que veían las autoridades se convirtieron en un desastre de colosales dimensiones para las costas gallegas y otras más alejadas. Se llegó tarde y mal, y se ocultó lo que estaba sucediendo a ver si el mar se lo llevaba para otro sitio.

Cerca de la costa gallega, a unos 20 km más o menos, pasa la autopista marítima de los grandes barcos que transportan mercancías peligrosas, desde o hacia Europa. Hemos leído recientemente que en estos últimos 20 años más de 250.000 buques de estas características, unos 35 al día, circulan frente a Fisterra. Es más, decía otro periódico que por Finisterre pasa el 70 % del transporte marítimo europeo (más de 764.000 buques en los últimos 20 años), de los que uno de cada tres va cargado hasta los topes de combustibles y sustancias peligrosas. ¿No sería motivo suficiente para extremar las medidas para que nada irreparable ocurra? Puede que haya que consensuar una “nautopista” más alejada, vigilar el tipo de mercancías transportadas en condiciones de seguridad o establecer unos protocolos de acción e intervención rápida caso de que un episodio suceda. El principio de precaución es…, lo que ahora no es.

Voluntarios recogen pélets coordinados con Protección Civil en la playa de San Lorenzo, Gijón, bajo la lluvia. (EFE/Paco Paredes)

El actual vertido de pélets –granza plástica fundida, una mezcla de 88-90 % de polietileno y un 12-10 % del aditivo denominado UV 622- que contamina nuestros mares y playas del Atlántico y Cantábrico es una repetición de manual sobre lo que no hay que hacer: ocultar información de lo que no se sabe, minimizar los riesgos de lo que puede ocurrir y acudir tarde y mal a la actuación. Es más ahora se pelean los políticos sobre quién tiene más culpa de lo que aparentemente nada peligroso era. Ocultar información es una manera de mentir. Por lo que se ve no han leído lo que España firmó en el Convenio de Aarhus, que obliga a “la difusión de amplia información ambiental, como es por ejemplo información sobre la legislación, sobre el estado del medio ambiente, sobre proyectos, planes y programas  o sobre decisiones que se adopten que pueden afectar al medio ambiente.” (MTERD). Viene al caso recordar aquí aquello de los microplásticos exfoliantes de los productos de cosmética. Se hablo mucho del asunto en 2018.

Pues bien, los pélets que se negaban –la Xunta que no sabía nada reconoce ahora que sí sabía algo desde el 24 de diciembre-, después se veían en pequeñas cantidades de bolitas para no actuar, más tarde fueron unos materiales de riesgo nulo o desconocido –inocuos dijo la Xunta de Galicia, enseguida contradicha por la UE como recogió 20minutos-, … se convirtieron en una marea que ya llega a Cantabria.

¿Pero inocuos para quién? Si solo se piensa en las personas, se avisa que no se los coman; ahora ya se dice que no los manipulen sin guantes ni mascarillas. Cuando los lugareños los van recogiendo con coladores: una imagen extraordinaria de compromiso personal y a la vez patética en el contexto social; además de nada segura de restitución del enclave si no se hace adecuadamente. Greenpeace nos lo cuenta en un vídeo y en texto.

Pero es que esas bolitas que se dice son inocuas –hasta las botellas de agua mineral las llevan -se argumentaba para quitarles el riesgo, no lo son, se sabe que las botellas desprenden algo dañino o tóxico que nos bebemos, están aglutinadas con unos compuestos químicos que se desprenden de ellas con facilidad. Otro riesgo de los políticos que no preguntan a la ciencia; solo preocupados por reñir con el contrario. Desde aquí les recomendamos leer este artículo publicado en ISGlobal. Por cierto, una investigadora española que se ocupa de mirar pélets ha puesto el grito en el cielo ante tamaño desatino, más bien se ha llevado las manos a la cabeza decía la noticia. Mal espectáculo para avanzar en la Educación Ambiental y para la Sostenibilidad, asunto clave para prevenir y no tener que lamentar.

El problema es importante e irá a más. Los medios de comunicación ya han abierto pestañas sobre el asunto como esta de 20minutos.es. Lo cual nos lleva a pensar que la desidia puede convertir el accidente de la caída de los contenedores en tragedia: cada vez se ven más de los que cayeron al mar desde el barco de bandera liberiana, con domicilio en las Islas Caimán o algo así. Pensamos que quizás ocurra como con los otros responsables de catástrofes en España y en el mundo; que les salga gratis el despiste. Por eso, el ignorante que esto escribe se pregunta si no se podrían trasportarse los pélets en sacos irrompibles.

La legislación europea empieza a preocuparse pero todo va lento. Menos que la Fiscalía española ya ha iniciado una investigación; a ver en qué queda. Se sabe a ciencia cierta que muchos de los animales marinos llevan en sus tubos digestivos diferentes tipos de plásticos. ¿Y si algunos se rompiesen en partículas microscópicas? Pocas administraciones y empresas se preguntan si los vertidos afectan a los animales filtradores del agua marina. ¿Se notará algo en los inquilinos de las bateas gallegas? En Galicia ya cunde el eslogan “o mismo, de novo”, que sucede al “Nunca mais” tras el Prestige. Aquí, vistos los descuidos que hemos mencionado hubiéramos pronosticado “cuál será el siguiente”, seguido de un “¿nos enteraremos de que los descuidos pueden convertirse en catástrofes?”. Porque eso de perder algo no es excepcional en los grandes cargueros de contenedores (En 2022, 661 contenedores de barcos cargueros terminaron a la deriva en el mar, según el recuento anual del Consejo Mundial de Transporte Marítimo (WSC, por sus siglas en inglés); basado en las encuestas que hacen a las empresas navieras que lo conforman.

En síntesis, el desprecio a la ciencia en la acción política tiene enormes costes en salud y en el mantenimiento de los ecosistemas dentro de unos límites admisibles. El cerco a los microplásticos no debe acabar si se consigue eliminar el potencial contaminante de los pélets vertidos ahora. Están esparcidos en muchos productos que consumimos, no sólo en los “maravillosos” exfoliantes.

¡Cada vez “semos” menos nadie!, decía el filósofo monegrino de Valdeparadas.