El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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No, el metabolismo no nos cambia como a las serpientes la piel

Mujer imitando suicidioAntes de zambullirte en la estacional piscina de las dietas y productos milagro y antes que, de nuevo y como siempre, el chapuzón acabe en tripada, me gustaría que tomaras en consideración las reflexiones de una persona que de forma irónica, sarcástica y mordaz ha sabido trasladar a la pantalla del ordenador, en su blog, todas esas tonterías dietéticas de quita y pon, esas de viene y va, esa nueva forma de esclavitud que cada año alguien pone de moda y tú sigues. Bueno, lo cierto es que la esclavitud a la que me refiero es la misma año a año aunque la forma de ejercerla cambie de tiempo en tiempo.

Se trata de la opinión de Olga Ayuso, y este es su perfil en Twitter @OAyuso. Conduce un par de blogs, creo, pero al que yo me voy referir hoy es al que se llama Veganizando, con ese nombre no deja mucho lugar a la incertidumbre sobre sus contenidos, pero sin aburrir ni mucho menos. Y para demostrarlo aquí tienes el post al que me refiero: “Los hidratos son el Mal” (por cierto, el título del mío de hoy está vilmente copiado-pegado de entre sus contenidos). En su post y tomando como punto de partida uno de esos mensajes tan populares de los que hay a patadas (hidratos malos) ironiza sobre un motón de mitos que gran parte de la población se empeña en repetir para auto justificarse, auto explicarse y auto compadecerse cuando llega la operación bikini… o la operación boda… o la «operación adelgazamiento» que sea, seguro que me entiendes. En especial cuando la dieta de turno no ha funcionado como la caja del extracto de mango africano decía que la cosa tenía que funcionar. O como el libro de la dieta de moda de turno dice, que esa es otra.

Puede que, como a Olga, en algún momento nos entre a todos la cordura (que no sé si le entró o ya le venía de serie) y dejemos de ir de dieta en dieta (milagro o no) con el fin de adelgazar; puede también que la operación bikini un día desaparezca porque todos caigamos en cuenta de la estupidez que en su seno encierra: dice Olga que dice  Fatima Mernissi que Nosotras tenemos el burka. Vosotras tenéis la talla 38. Una frase que necesita pocas explicaciones.

A ver si en el tiempo que esperamos a que nos cambie el metabolismo nos cambia también la forma de procesar cerebralmente el tema este de las dietas y nos dejamos de productos milagro, dietas absurdas, charlatanes y frases hechas que a base de salir en el titulares en no importa que sitio nos empeñamos en repetir sin entender ni de lejos el cómo ni su porqué.

Como digo, quizá echarle un vistazo al post de Olga y su experiencia te sirva. A mí me gustó mucho.

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Imagen: Michal Marcol vía freedigitalphotos.net;

La mala alimentación entre los niños españoles es patente y las soluciones claras

Niños comerLo he venido contando en infinidad de ocasiones, pero eso no quita para volver a recordarlo, máxime cuando nuevos datos vuelven a ratificar lo que ya sabíamos: nuestros niños ingresan más calorías que las que necesitan; entre ellos, la mayor parte por no decir la práctica totalidad estadísticamente hablando, no alcanzan las recomendaciones diarias de vitamina D; un 64% no llegan a esas recomendaciones de hierro y un 40% no alcanzan las de ácido fólico. Datos extraídos del  Proyecto Europeo Nutrimenthe, tal y como se hacía eco hace unos días este medio. Datos que ya se pusieron de manifiesto en otros estudios observacionales como este llevado a cabo en el marco de la Unión Europea, en el que además de los antedichos nutrientes se ponía de manifiesto una posible deficiencia en la ingesta de ácidos grasos de la familia omega tres y yodo.

Buenas soluciones vs malas soluciones

A tenor de los anteriores datos no me extrañaría que te entraran los miedos y que antes de terminar de leer este post ya estuvieras camino de la farmacia más cercana para proveerte de unos buenos y completos suplementos vitamínico-minerales que les rescaten a tus hijos de esas posibles deficiencias. Espera, no te precipites, hay una solución mejor. Y desde luego tampoco pasa por hacer acopio de alimentos ultraenriquecidos tal y como puse de manifiesto en la entrada Las mal llamadas “leches de crecimiento”: innecesarias y caras”; cualquiera de esas (malas) soluciones no harían otra cosa que incidir en la práctica del poco recomendable nutricionismo, mientras, además y probablemente nuestros hijos sigan comiendo más proteínas de las aconsejadas, más grasas saturadas y más azúcares, que son otras de las características de su alimentación y que se han puesto de manifiesto en el mencionado Proyecto Nutrimenthe.

No, la solución no consiste en poner malos parches a una prenda, la de su alimentación, que en general tiene más agujeros que un tapete de ganchillo. La solución pasa por “cambiar de prenda” y usar una más acorde a sus necesidades. Como digo, la solución no pasa por recurrir al aporte “artificial” de estos nutrientes al estilo del ejemplo que puse en el post Sucedió en una farmacia.

Más al contrario el posible camino hacia el deseable cambio consiste en que reviséis en casa qué es lo que coméis todos, recuerda que un niño no come lo que no tiene, y solo come lo que tiene porque tú lo pones a su disposición.

Estamos donde estamos porque, probablemente, la alimentación de nuestros niños está cuajada de alimentos superfluos y es deficitaria en alimentos… básicos, normales, de esos que yo llamo mudos, sin alegaciones sobre la salud. Estaríamos hablando de lácteos básicos, frutas, verduras, hortalizas, frutas, pescados, carne, huevos, etcétera.

Tomar pastilla

Ya que he tocado el tema de los pescaditos, alimentos que constituyen una importante fuente de ácidos grasos omega tres, quizá te interese saber que antes de incluir en la dieta de tus hijos ese tipo de suplementos que tan torticeramente de moda se están poniendo, que incluyáis más pescado en vuestra dieta. Tal y como le oí decir el otro día a Aitor Sánchez (@MiDietaCojea), antes que dar este tipo de suplementos (que aportan la ridícula cantidad de 250mg de omega tres) igual compensa que te pasees de vez en cuando con tus hijos por una lonja de pescado… si van con la boca abierta es posible que metan para dentro más omega tres que la que aportan estos suplementos en una de sus pastillas. Sí lo sé es una exageración, pero es una exageración graciosa. Pero igual te interesa saber que con una simple ración de sardinas o de salmón, o de atún, o de caballa o de otros pescados similares, estarás incorporando de 10 a 30 veces más omega tres que con los comprimidos de marras.

Un dato y una puntualización

Y por último, un bonito dato para que tengas en consideración y una puntualización. El dato hace referencia a que los padres, con no poca frecuencia, suele subestimar el peso de sus hijos o, peor aun, que estando “gordicos”, “rellenitos” o “majos” (es decir, con un sobrepeso u obesidad clínicos en toda regla) piensan que están mejor que si estuvieran en su peso. El problema es que el estatus de “estar en el peso” es observado no pocas veces en el caso de los niños como un signo de debilidad, y en esas circunstancias se les considera más dentro del estatus de “delgados” que en el de “normales”. A este respecto te recomiendo que le eches un vistazo a este post de Julio Basulto (@JulioBasulto_DN), ¿Considera normal que su hijo esté “fornido” o “rellenito”? Se equivoca.

La puntualización hace referencia a las recomendaciones de una pediatra que se incluyen en la mencionada noticia. En mi opinión, Cristina Campoy, tras haber hecho una defensa bastante buena sobre los elementos que deberían estar presentes en la dieta de esos niños, vuelve la vista a los padres como responsables (perfecto) diciendo que estos han de mantenerse firmes (¿cómo en un cuartel?) para inculcarles buenos hábitos. Y ahí, la cosa, para mí, desentona un poco. Lo de firmes me ha traído a la memoria el relato corto de Carlos González “La carga de la brigada nutricional” (incluido en su libro “Mi niño no me come”) y el adoctrinamiento con el que a veces se persigue que nuestros hijos coman mejor. Y lo de inculcar, pues lo de siempre… por muy buena (o mala ya no lo sé) prensa que tenga este término, significa lo que significa: “Apretar con fuerza algo contra otra cosa” y otras definiciones poco amables. Supongo que esta pediatra lo habrá hecho con su mejor intención, en cualquier caso considero necesario hacer estas matizaciones.

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Imagen: stockimages y imagerymajestic vía freedigitalphotos.net

¿Cuándo fue la última vez que comiste un alimento «prohibido»?

Chico pensandoEl otro día, hablando con Carlos un compañero tuitero (@PerdiendoMasa) salió a colación la cuestión de si todas las dietas implican “prohibición” de alimentos. No nos engañemos, en la mayor parte de los casos “dieta” igual a “alimentos prohibidos”. Esta es al menos una de las igualdades que muchas personas atribuyen a la palabra “dieta”, bien sea en el sentido más estricto con una lista concreta de alimentos prohibidos (por grupos o detallándolos de forma concreta) o bien a modo de restricción más o menos imprecisa: “de esto poco frecuentemente”.

Carlos argumentaba si yo, por ejemplo, defensor de un patrón de alimentación “libre”, pero con condiciones, no prohíbo el bacon. Solo la casualidad quiso que yo la noche anterior a esta conversación hubiese cenado eso, bacon. Y aunque fueran solo dos lonchas en el marco de una cena eminentemente vegetal, le tuve que decir que no, que no lo prohibía. Más que nada porque, al menos en lo que a alimentación se refiere, trato de poner en práctica aquello que recomiendo.

Para matizar mi respuesta le comenté que si bien cené aquella noche bacon, recuerdo perfectamente cuándo fue la anterior vez que consumí ese alimento… y fue el 12 de octubre (tres meses y medio atrás). Y no, no es porque lo tenga apuntado, es porque lo consumí en una ocasión especial, en el pueblo y junto a la chimenea.

Y a este tipo de consumo es al que me refiero con lo de poco frecuentemente o esporádicamente. Si hay algo que consumes muy de ciento a viento es probable que lo recuerdes lejano en el tiempo… o bien que ni te acuerdes. Voy con otros ejemplos propios a ver si se me entiende mejor.

  • ¿Cuando fue la última vez que comí bollería industrial? Quitando los roscones de Reyes sinceramente ni me acuerdo. Probablemente hace años, y no pocos.
  • ¿Cuando fue la última vez que comí en una cadena de hamburgueserías? Creo que fue hace dos años en verano, con mi mujer, a solas, y en unas circunstancias que hacían imposible otra elección (o la que había era de similar enjundia) Creo que fue en un McDo, pero igual me equivoco y en un BK, sinceramente, no estoy seguro.
  • ¿Cuándo fue la última vez que comí un caramelo, golosina, gominola, chocolatina tipo chuche, galleta de chocolate, etcétera? No me acuerdo, es la pura verdad.
  • ¿Cuándo fue la última vez que comí una pizza industrial (en casa o fuera)? Fuera hace muchos, pero muchos años, igual 20; y de las de calentar en casa… ni me acuerdo, muy de ciento a viento un bocado para terminar por concluir siempre que no sé porqué se lo di…

Etcétera.

Ni que decir tiene que preguntas referidas a otros alimentos, de otros grupos, normalmente vegetales, alimentos menos procesados, legumbres, etcétera, tienen al menos en mi caso y en el de mi familia unas respuestas completamente diferentes a las antedichas.

La idea por tanto es saber si esas cosas que se recomiendan comer poco frecuentemente forman o no parte de tu habitual catálogo de alimentos. Es decir, prohibiciones las justas; y sí un adecuado planteamiento de prioridades alimentarias… desde las más a las menos priorizadas. Si eso es prohibir alimentos, pues vale. Pero yo creo que no.

Me alegró el haber llegado a un punto de encuentro con Carlos.

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Imagen: imagerymajestic vía freedigitalphotos.net

Dudas, respuestas y soluciones veganas: la web de UVE

Hoy os quiero hacer partícipes de una página web fantástica para todos aquellos que de una forma u otra se quieren acercar al vegetarianismo, más en especial a la alimentación vegana. Se trata de la página web de la Unión Vegetariana Española (UVE).

Logo_UVE

 

No diré que no la conocía porque no es así, siempre ha tenido unos contenidos más que adecuados y sensatos, algo muy a tener en cuenta en un colectivo que, queramos o no, suele tener algunos toques de radicalismo poco fundamentado. Sin embargo, hace algún tiempo que no entraba y la he visto muy… muy crecida (sí que la expresión es esa, crecida). Con muchos más contenidos que antes y sobre todo con buenos contenidos prácticos.

Como decía, una de las cosas que más me gustan de la página web de UVE es que ha sabido mantenerse al margen de ofrecer mayores explicaciones sobre esta opción dietética y ha sorteado mencionar las razones o los diversos porqués que suelen terminar por justificar los motivos por los cuales una persona se decide a abrazar este particular estilo alimentario. Y lo hace sin ningún complejo, solo faltaría, centrándose en aportar documentos de interés práctico para los usuarios. Desde la opinión científica de diversos organismos al respecto de las diversas dietas vegetarianas, hasta documentos home-made (tiene toda la pinta, pero al mismo tiempo de una calidad excelente) en el que se ofrecen una importante cantidad de soluciones (¡gratis!) al día a día: me refiero a cómo planificar un menú vegetariano correctamente, la respuesta a dudas candentes y por supuesto un sinfín de recetas ordenadas en no pocos monográficos de cocina vegetariana.

Como digo la web está empezando a tener una cantidad inmensa de contenidos y lo mejor es que si te va este tema que bucees entre sus múltiples enlaces. De todas formas, no me resisto a dejar aquí enlazados los distintos recetarios disponibles que me han parecido francamente geniales (no te pierdas el último muy al hilo de las actuales circunstancias):

Adaptaciones veganas de recetas clásicas

Ensaladas veganas

Aperitivos veganos

Sopas y cremas veganas

Arroces veganos

Pasta vegana

Otros cereales

Legumbres veganas

Seitán, soja texturizada, tempeh y tofu

Frivolidades veganas

Cocas, empanadas, pasteles, “quiche” y tartas saladas veganas

Hortalizas y verduras rellenas

Patés vegetales

Hamburguesas y pizzas veganas

Quesos y tortillas vegetales

Cocina internacional

Repostería vegana

Dulces navideños veganos

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Nota: Toda esta buena información en la web de UVE no sería posible sin la participación de estupendas profesionales de la nutrición y dietética, entre ellas, me consta que están por ahí Lucía Martínez (@Dimequecomes, no te pierdas los contenidos de su blog personal) y María Blanquer; ni de su director de contenidos David Román.

Preparando la Navidad con regalos-dieto-chindogus

El mundo de las dietas es, por definición, un mundo-chindogu. No pienso avanzar sin aclarar, más o menos, que es esto de los chindogus, aunque sea una cuestión que ya ha sido tratada en ocasiones en este blog. Según la Wikipedia un chindogu es:

Un invento que, aparentemente, es la solución ideal a un problema particular pero que en la práctica resulta todo lo contrario.

Chindogus dietéticos (aunque no lo parezcan)

Ya sabes que “la dieta” es, en sí misma, una herramienta a la que atribuyo poca utilidad en esto de aprender a comer mejor o a la hora de adquirir mejores hábitos alimentarios. Al mismo tiempo, más allá de “la dieta” propiamente dicha este mundillo es especialmente proclive a verse influenciado por chistófanos, artilugios y nuevas tecnologías que con toda la aparente buena intención, nos van a ayudar a afrontar el puñetero trance que al parecer implica aquello de hacer dieta o de comer mejor (por cierto, “hacer dieta” nunca, jamás, debiera asociarse al “comer mejor”)

Y ahora en diciembre, en Navidad, estas aparentes soluciones dietéticas hacen su particular agosto más allá de colonias, corbatas, libros, pañuelos, etcétera. Y que más quiere el ciego que ver si, además, ponen en liza a las nuevas tecnologías y se hace preciso tirar de smartphone.

Así pues, si estás pensando en hacer un regalo inútil dónde los haya, o bien si has buscado la utilidad del mismo en fastidiar a esa persona a la que tienes que regalar algo… y todo ello quedando bien (esto último dependerá del cociente intelectual de la persona agasajada) aquí te dejo algunas propuestas para casi todos los bolsillos:

El “tenedor inteligente” es mi primera propuesta en forma de invento absurdo para ayudar a comer mejor, menos o con cabeza. No me voy a entretener demasiado ya que le dediqué hace tiempo una entrada enterita que puedes consultar en este enlace. Se trata, muy en resumen de un artilugio con forma de tenedor que te informa a base de pitidos y vibraciones del ritmo con el que te estás llevando a la boca los bocados. De esta forma, si tu ingesta es demasiado rápida y estás entregado a la comida desaforadamente el tenedor pita y vibra, aconsejándote que disminuyas el ritmo. Como todo iChindogu que se precie podrás volcar a posteriori los datos almacenados en tu PC e incluso compartirlos en las redes sociales (¿de verdad a alguien le puede interesar el ritmo al que te comiste la última tortilla de patatas?)

HAPILABS

HAPILABS

En segundo lugar y el gadget más antiguo de esta relación tenemos a la “baldosa-inquisidora”. Dicha baldosa, instalada frente al frigorífico te habla, te manda mensajes y te informa de las veces que has visitado la nevera entre horas, el tiempo que has permanecido frente a ella… una especie de Pepito grillo de gres del que apuesto renegarás en breve espacio de tiempo (ya que estamos, te sugiero que leas el cuento corto en tres entregas de “Mesura” para que sepas a qué me refiero, en especial el primer capítulo).

Si tu bolsillo te lo permite, este último dieto-gili-invento debiera acompañarse de la “nevera-inteligente” (me temo que hoy mucho inventos irán adornados con el adjetivo “inteligente” en una especie de irónica referencia a las virtudes de sus propietarios). Si bien considero que podría tener alguna aplicación práctica (informando de las fechas de caducidad próximas de su contenido, por ejemplo) otra de sus utilidades vuelve a ser el recomendar una dieta particular a cada uno de sus usuarios. Ya ves, como a los profesionales de la dietética y de la nutrición no se les hace ni caso, pues aquí tienes una nevera para que sí… no sé cómo no se les había ocurrido antes.

Con el tercer chindogu (o cuarto, ya no sé, he perdido la cuenta) la cosa se pone picante. Se trata del “sujetador-dietético” (ya ves, he pasado de llamarle inteligente esta vez) ¡Qué gran idea la de unir una prenda de lencería tan sugerente con el tema dietético! La esencia, la misma de siempre, la previsible, pero esta vez de mano de la prestigiosa Microsoft que pone a nuestro alcance una prenda íntima cargada hasta los aros de sensores de ritmo cardiaco, temperatura, sudoración, distensión… con los que se pueda sacar una conclusión en forma de mensaje contundente: “estás preocupada, no deberías de acercarte a la nevera” o “ya has comido suficiente, frena”. Todo ello conectado a nuestro smartphone, claro. Me queda la duda si Microsoft tiene la intención de investigar en un gadget masculino, porque eso de que los señores vayamos ataviados con sujetador pues como que no lo veo. Yo al menos, y me figuro que unos cuantos varones tampoco. En honor a la verdad es preciso aclarar que se trata de un invento que de momento no se comercializa y sobre el que la propia Microsoft tiene sus dudas.

Y por último, el más novedoso de los chupi-inventos, una especie de espectrómetro de masas portátil que te anunciará, ya no solo cuál es el valor calórico exacto del alimento que tengas delante, sino si contiene algún elemento al que puedas ser alérgico y otra información relevante relacionada (esto me vuelve a recordar, que quieres que te diga, a “Mesura” pero en el capítulo tercero). El aparato en cuestión, apuntando al alimento objeto de análisis, emite una especie de ¿rayo? con el que se supone analiza y recibe la información bromatológica más relevante de ese alimento que, otra vez, se consulta en nuestro chupi-smartphone. Los ideólogos de este, a todas luces increíble, aparato están todavía desarrollándolo, afirman que saldrá a la venta por unos 300 dólares pero gracias a las expectativas en su demanda se confía en que pueda abaratarse hasta los 50 dólares. Con sinceridad, aunque la idea está muy bien, me parece una idea más propia de la ciencia ficción (tal y como se está vendiendo) que de las actuales posibilidades, en especial a los precios que comentan (incluido el más alto).

A modo de despedida, si crees que alguien de tu círculo más cercano necesita ayuda en el terreno dietético y quieres ser útil de verdad, proponle, sugiérele, la visita a un buen dietista-nutricionista; o regálale un bono-consulta hecho por ti mismo y con todo el cariño.

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Nota: quiero agradecer en esta entrada las aportaciones de dos compañeros: @leghosMDR y @EvaCastroDaz

Bendito o maldito chocolate

No me digas que no disfrutaste con la noticia hace unas dos semanas en no importa que medio de comunicación, con aquello de que el consumo de chocolate es no ya un alimento beneficioso, sino que además puede ser un aliado contra la obesidad, fíjate que maravilla de titulares:

Etcétera

Boians Cho Joo Young (freedigitalphotos.net)

Boians Cho Joo Young (freedigitalphotos.net)

Todos estos titulares y en la mayor parte de los respectivos contenidos lanzan un mensaje a la población general sin aparentes contradicciones y contundente que, no me extraña, termina por provocar un cacao importante contrario a la creencia popular sobre el tema.

En realidad estas noticias parten de la publicación de un estudio científico de carácter observacional en el que se cuantificó el consumo de chocolate en una población de 1458 adolescentes europeos (entre 12 y 17 años) al tiempo que se valoraron distintas variables antropométricas y analíticas. El resultado: que aquellos participantes que según el procedimiento del estudio consumían más chocolate tenían al mismo tiempo una menor cantidad de grasa corporal total y de grasa abdominal. ¿Quiere decir esto que consumir chocolate lejos de engordar puede ayudar a adelgazar? La respuesta obviamente es: No. Veamos porqué.

Los estudios observacionales

Los estudios que observacionales que contemplan la evolución de dos o más variables no implican causalidad y menos una causalidad unidireccional.

Imaginemos dos variables, A y B que en este caso no serán el consumo de chocolate (A) y el grado de adiposidad (B) sino otras, y veamos hasta que punto se puede establecer una relación de causalidad (en cualquier dirección)

Imaginemos ahora que la A es el consumo de sandía, y que la incidencia de muertes por ahogamiento es la B. Un sencillo análisis estadístico podría apuntar que cuanta más sandía se consume (A) más personas mueren ahogadas en el mar o en las piscinas. ¿Es esto cierto? Totalmente: cuando más sandía se consume, más ahogados hay. ¿Acaso piensas que prohibir el consumo de sandía ayudará a evitar o a reducir el número de ahogados? La respuesta, ya la sabes, es no. La correlación existe entre A y B (aumentan al mismo ritmo) pero no implica causalidad. La población toma más sandía cuando hace más calor (en temporada de sandía, en verano)… y también entonces se baña más, con lo que las probabilidad de que haya más ahogados aumentan. En este caso, además de A y B hay otra variable, C, que sería el calor. Es decir, C favorece tanto a A como a B.

Luego está el tema de la direccionalidad, podemos comprobar que dos variables evolucionan aparentemente relacionadas, pero suponiendo que haya una relación de causalidad, ¿qué dirección tiene, A es causa de B, o es al contrario y B es causa de A? Como bien se explica en el blog comer o no comer, supongamos que quieres ser millonario (variable A) y has observado que entre los millonarios se hace un uso extendido de los relojes de la marca Rolex (variable B). Así pues te gastas un pastizal y te compras un Rolex… ¿aumentarán las probabilidades de hacerte millonario? Ya sabes que no, porque en este caso esa causalidad lleva un sentido inverso al que tú buscas.

Y para acabar, puede ser que A y B evolucionen al mismo ritmo (directa o inversamente) por mera casualidad y que no haya nada que las relacione. Es el caso como bien se apunta en el blog de alimmenta de la observación de que el uso de lentillas y de las cifras de obesidad llevan caminos paralelos: cuanto más se extiende el uso de lentillas más obesos hay. ¿Tú crees que habrá alguna relación? Pues eso.

Consumo de chocolate, función intelectual y premios Nobel

Todos estos frecuentes errores de apreciación en los estudios observacionales le llevaron a Franz H. Masserli a publicar con toda la ironía del mundo este editorial. En él y con el sarcasmo más exquisito posible (fruto de considerar estudios observacionales) concluía que ya que el chocolate estimula las funciones intelectuales y que estas representan un importante factor para ganar el premio Nobel se debería promover su consumo. Máxime cuando está más que comprobado que el número de premios Nobel de cada país se correlaciona de forma directa y casi perfecta con el consumo de chocolate. Es decir, cuanto más chocolate consumen los ciudadanos de un país, más premios Nobel hay entre las personas de esa nacionalidad; y cuanto menos chocolate, menos premios Nobel. Te recomiendo que leas el editorial mencionado ya que los detalles humorísticos y la fina ironía están presentes en todo el texto desde los conflictos de intereses de autor (que dice consumir frecuentemente chocolate negro de la marca Lindt) hasta el cómo analiza las limitaciones de “su estudio” y da sus explicaciones.

Las limitaciones (no pocas) del estudio «coma chocolate para adelgazar»

Más allá del sensacionalismo periodístico con el que se tergiversan los resultados de un estudio más o menos bien planteado, el propio estudio motivo de discordia hoy en esta entrada recoge muchos otros resultados y se hace eco de sus no pequeñas limitaciones. Todo ello, en suma, hace que nos tengamos que cuestionar los titulares que hemos visto más arriba.

Por ejemplo, entre los resultados más silenciados está el de dar a conocer que precisamente los adolescentes que más chocolate consumían realizaban al mismo tiempo más actividad física, algo que, así a bote pronto, creo que tiene algún impacto sobre el grado de adiposidad final.

Entre las limitaciones, también reconocidas en el propio estudio (y que se obvia mencionar en la mayor parte de las noticias) está el propio método… ¿Cómo se llegó a cuantificar el consumo de chocolate entre los adolescentes? Pues muy sencillo preguntando dos únicos días tomados en semanas correlativas cuánto chocolate habían comido (entre otras cosas) ¿Acaso dos días tomados al azar representan el consumo habitual de chocolate de los encuestados? Yo diría que a medias, muy a medias o que al menos con no pocas reservas.

Otra de las limitaciones fue el no distinguir en ese consumo las distintas variedades de chocolate existente ¿acaso tendrá el mismo impacto comer chocolate negro que blanco que con leche? Yo apostaría a que no y es algo que no se valoró (y así lo dicen los propios autores en el estudio al completo)

Y ya que estamos con el tema de las causalidades y demás… se me ocurre plantear una posibilidad para explicar estos aparentemente sorprendentes resultados. ¿Sería descabellado pensar que los padres de aquellos jóvenes que están más en forma y tienen menos obesidad permitan a sus hijos o pongan a disposición el comer más chocolate? Si respondemos de forma afirmativa, esta sería una buena explicación para los resultados.

Así pues, ya termino, te recuerdo un par de útiles estrategias para manejar este tipo de titulares en los medios de comunicación. Por un lado: si algo suena demasiado bonito como para ser verdad, lo más probable es que no lo sea. Y por el otro, que acudas a las fuentes, en el propio artículo los autores dicen textualmente que:

 “los resultados de este estudio han de ser tomados con precaución debido a la propia naturaleza del estudio [obeservacional]”

Una precaución que ha pasado inadvertida en las noticias mencionadas.

De todas formas para los amantes de las noticias sensacionalistas, aquí les dejo más madera, en otro estudio observacional que también contrastó esta realidad al comprobar menores Índices de Masa Corporal entre aquellos adultos que consumían más chocolate dentro de la población en estudio.

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¿Compensar… o volver a descompensar?

Imagina que navegas en una barca de remos que manejas tú. Supongo que sabes como funciona el tema, si quieres avanzar en línea recta tienes que remar con ambos remos al mismo tiempo, con la misma cadencia y con la misma potencia. De otro modo, llevándolo a un extremo, si remas solo con el remo de un lado te torcerás y luego tendrás que «compensar» remando solo con el otro para retomar tu ruta con el riesgo de ir dando bandazos de un lado al otro.

Remar

Te cuento todo esto porque me da la sensación que dentro del mundillo dietético, el de las dietas, los regímenes y el control del peso, se suele aludir con especial alegría a un concepto al que a menudo se le denomina como “compensación”.

Seguro que te suena… ¿que resulta que te has pasado en una comida o durante una cierta temporada comiendo más allá de lo que te conviene? No pasa nada, reza esta filosofía, pues “compensas” y arreglado. Y a mí no me parece, ni de lejos, un mensaje adecuado cara a la población general. Tal y como decía mi abuela es como pasar de la gran “secada” a la gran “remojada” sin conocer la virtud en el punto medio. Es decir, desde mi punto de vista la teoría de la “compensación” abre de par en par la puerta a hacerlo doblemente mal… primero cometiendo un exceso y luego una carencia que no ayuda para nada a entender estas cuestiones como debieran entenderse, o sea, con un poco más de cabeza y de sentido común. Y es que los extremos no son nada buenos, ni los de un lado, ni los de otro. Seguro que con otro ejemplo terminas de pillar lo que te quiero decir.

Otro ejemplo de porqué «el compensar» no sirve

Imagina que te desplazas desde el punto A al punto B en coche y por autopista. Tienes un Ferrari y te gusta pisarle. Por tanto, en algunos tramos te pones a 300 km/h. Pero tu madre que es la que te espera en el punto B y sabe a qué hora has salido del punto A, te va a echar una bronca de campeonato si te ve llegar en tan corto espacio de tiempo (y ya no te cuento lo que te dirá la Guardia Civil si te pilla). Por eso, para que tu madre no se dé cuenta de lo que corres repartes los tramos en los que vas a 300 km/h con tramos en los que circulas a 50 km/hpara compensar y así sacar una media adecuada cara a tu madre. Te diviertes cuando conduces como un loco aunque sabes que luego te tendrás que penalizar conduciendo a 50 km/h, algo que por cierto también es sancionable en autopista. Es decir, mal en las dos ocasiones, aunque a ti y a tu madre el resultado os mole.

Me apuesto mi muro de Facebook a que esta filosofía o consejo, el de la “compensación” lo vas a oír repetido hasta la saciedad en las fechas próximas, lo digo por el tema navidades y demás. Este tema también ha sido leitmotiv de algunas marcas de la industria alimentaria, que sin tener en cuenta estas consideraciones que ahora hago se atreven a lanzar el mensaje de la “compensación” sin mayores miramientos… ¿qué pasa, que te has forrado a la hora de comer? pues hala un yogurcito para cenar y a la cama? Pues mal, es probable que te levantes y te comas a tu madre por los pies; te descompensaste en la comida, redescompensaste en la cena y re-redescompensarás en el desayuno o al día siguiente con bastante probabilidad.

Y digo yo ¿no sería mejor hacer las cosas tirando a bien casi siempre? Es que me da la sensación que está demasiado asumido que si disfrutas en el día a día en la mesa no puedes cuidar tu salud, y que si la quieres cuidar no hay forma de hacerlo sin sufrir o disfrutado al mismo tiempo. Y ése es un gran error.

Que yo no digo que debamos vivir en un permanente estado de excelsa virtud dietética. Lo que digo es que, si partimos de un patrón de alimentación más o menos adecuado, no tenemos porque vivir con ese permanente sentimiento de culpabilidad cuando excepcionalmente comemos de más o comemos de aquello que es menos conveniente. Y menos cuando ese sentimiento de culpabilidad parece que solo sanará mediante la consiguiente purga dietética a modo de penitencia.

No, no y no; ¿comes habitualmente bien y te has “pasado” puntualmente? Pues disfruta y sé feliz, no tienes porque “compensar” nada, tan solo volver a tu ser.

Sobre como interpretar los excesos (los navideños también) tienes aquí otra entrada que arroja un poco más de luz sobre el tema: Y tú, ¿también prevés los excesos?

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Portadas y titulares en revistas de salud: vergonzosos monotemas

Hay revistas de coches, de motos, de decoración, de bicis, de bricolaje, de moda, de trenes, “del corazón”, de aviones, de cocina, de modelismo, de barcos… y también, claro está, hay revistas de salud.

De entre las últimas, la más leída en España es ‘Saber vivir’, una revista vinculada al menos en sus orígenes el programa homónimo de La 1 (hoy no lo sé). La revista es la número uno en su sector (salud) y, toma buena nota, la número tres de todas aquellas con tirada mensual (sean de la temática que sean) lo que puedes comprobar en este enlace (página 43).

Saber vivir‘Saber vivir’, repito, es una publicación cuya temática es la salud en general. Siendo así, ¿te has preguntado alguna vez cuáles serán sus titulares? Yo sí, y por increíble que lo parezca, siempre, siempre, siempre el tema del titular principal, el de mayores caracteres es el mismo o parecido: la “dieta”, la figura, el adelgazamiento, la silueta, el peso… Es francamente difícil encontrar una portada, un titular, el principal además, en el que no se cumpla esta “norma”.

Puedes comprobarlo de la siguiente manera, vas a google y en la barra de búsqueda pones estas palabras: “saber vivir” revista portada y pinchas en imágenes, y obtendrás un resultado similar a este. Te redacto el tema principal de las portadas que yo veo (con su protagonista entre paréntesis):

Con el plan de saber vivir delgada y más sana (Rosa López).

Tú también puedes adelgazar. Gana fuerza de voluntad (Elena Furiase).

Delgada y más sana con la dieta de Saber vivir (Rosa López, otra vez)

La dieta que sí protege tus células. Nuevo plan anti cáncer (Belén Rueda)

La dieta de Saber vivir te lo demuestra. Comer bien adelgaza (Reina Sofía)

La dieta que se adapta a ti. Adelgazar es fácil (si sabes cómo) (Marta Torné) [he de reconocer que el paréntesis ‘si sabes cómo’ me encanta]

Las claves definitivas para dejar de picar entre horas (Patricia Conde)

Adelgaza y reduce volumen (Fabiola Martínez)

Dieta para evitar la ansiedad por comer (Lola Herrera, sí la de los actimeles prodigiosos)

Rosa nos enseña los alimentos y ejercicios que funcionan (Rosa López, y van tres)

Adelgaza cuidándote: la dieta baja en grasas (Ana Belén)

La mejor dieta para el verano con los alimentos más útiles para adelgazar (Julia Otero)

Sana y delgada, la auténtica dieta mediterránea (Chenoa)

Y así un bochornoso, eterno e inmovilista etcétera.

¿Por qué bochornoso? Porque parece mentira que desde el principio de los tiempos de esta revista todos los titulares sean un reclamo a la dieta, al peso, al adelgazamiento, a la figura, a la delgadez, al volumen, a la retención de líquidos a la ansiedad por comer, a la operación bikini, etc.  Algo debe de estar fallando cuando mes a mes y sin interrupción se ofrezcan en el interior de la revista… o bien las mismas claves o bien distintas.

También porque, esa es otra, los contenidos por ejemplo del número de la revista que promueve en su portada la “auténtica dieta mediterránea” (no podía faltar) ¿serán los mismos que los que promueve la dieta baja en grasa, la anti cáncer, la cronodieta, la depurativa… etc? No, no me parece de recibo que a aquellas personas verdaderamente preocupadas por recibir un mensaje coherente en materia de dietética se les vuelva literalmente locos con tanto mensaje, muchos de ellos por fuerza contradictorios.

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Pero hay más ejemplos de como utilizar de forma abusiva y sempiterna un mismo reclamo. Por ejemplo, tenemos a ‘Men’s health’ y el ofrecimiento casi constante a sus lectores de cómo obtener un abdomen musculado, sin barriga y marcando el conocido como six pack, en castellano, la tableta de chocolate o la tabla de lavar. Los titulares hablan por sí solos (y sus imágenes, claro): “adiós a la barriga, plan de ataque de la A a la Z” o “adiós barriga” (repetido tal cual infinidad de números), “barriga plana ya” o “barriga plana en 15 días”, “la década del six pack”, “pierde barriga en solo 8 semanas”, “el nuevo six pack, más rápido, más fácil”, “six pack, ¡ahora!”, “abdomen más fuerte”…

Esta repetición en los titulares pone de manifiesto que se trata más de una estrategia para aumentar las ventas a base de apelar a las principales debilidades de la plebe consumidora, que de un verdadero interés de ofrecer a la población una información válida. Yo al menos así lo veo. Un significativo signo de los valores de la sociedad general.

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Imagen: farconville vía freedigitalphotos.net

La dieta de las españolas a examen: pocas buenas noticias

Pizza mujerSi se pudiera expresar en términos de aprobado, suspenso, sobresaliente y demás el patrón alimentario de las mujeres que habitan en el sur de España, sería calificado de aprobado justito, cuando no de suspenso.

Al menos estas son las conclusiones que saco a tenor de los artículos que se están publicando en diversas revistas de reconocido prestigio sobre una serie de estudios llevados a cabo en la Universidad de Granada. Así, según se puede leer en la página de la mencionada universidad, se ha puesto de relieve que la población femenina española, con independencia del grupo de edad, consume un 15% más de proteínas de la cantidad recomendada.

En este sentido llueve sobre mojado y se vuelve a ratificar una característica que ya mencioné en esta entrada a tenor de la adelgazante e hiperproteica era alimentaria en la que actualmente vivimos. En su descargo, en el de las mujeres me refiero, citar que este dato, muy probablemente se reproduzca en el mismo sentido en al caso de los varones. Ya sabemos eso de “mal de muchos…” En fin.

A mi modo de ver es motivo de una mayor preocupación el grupo al que pertenecen aquellos alimentos que más energía aportan en la dieta de estas mujeres, es decir, en qué alimentos se introduce tanta proteína en la dieta. Así, la principal fuente de energía en la alimentación de las niñas y adolescentes procede de alimentos precocinados; y de los productos cárnicos en el caso de las mujeres adultas. Sin embargo, en el caso de las mujeres de más de 50 años la principal fuente de energía la aporta el pan (lo que, por mucho que esté de moda este alimento, me ha llamado poderosamente la atención).

Pero tal y como diría superratón, “no se vayan todavía, aún hay más”… resulta que la actual dieta difícilmente o a duras penas superaría el examen de adecuación mediterránea (te recuerdo que estamos hablando de población que vive en el sur de España). De esta forma los autores del estudio sostienen que el patrón dietético de estas mujeres a duras penas cumple con el 50% de las características de la dieta mediterránea, y que este seguimiento aumenta a medida que aumenta el grupo de edad observado. ¿Te suena esta entrada en la que ponía de relieve cómo se nos llena la boca a la hora de hablar de dieta mediterránea pero que estamos bastante alejados de su cumplimiento? Pues eso. Por no hablar de nuestro querido Manolo… que vendría a ser lo mismo más o menos.

Otros resultados de estos estudios que ratifican de alguna forma mis apuestas y sobre las que no tenía más datos que la propia experiencia es que es el grupo de mujeres de menos de 32 años y que se quedan embarazadas por primera vez es el que más se preocupa más por su alimentación y termina teniendo el mayor patrón de adecuación mediterráneo. Supongo, y esto es lo que he observado no pocas veces en mi consulta, que el estado de buena esperanza de estas mujeres les hace ser más conscientes por los elementos que afectan a su salud y, claro está, la de su futuro hijo o hija.

Para mí, estos estudios son una buena radiografía de este colectivo a la hora de constatar una realidad que más o menos ya conocíamos o bien sacando a la luz una serie de interesantes datos con los que poder llevar a cabo futuras campañas de intervención.

Si quieres, puedes leer en este enlace la nota al completo en la web de la Universidad de Granada. En ella encontrarás las referencia a los estudios en cuestión.

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Imagen: marin vía freedigitalphotos.net

‘No seas pesado’ un mal planteamiento de Telecinco

Sobrepeso

El pasado sábado dio comienzo en Telecinco un reality cuya esencia consiste en observar las andanzas de un grupo personas aquejadas de obesidad a la hora de enfrentarse a un tratamiento adelgazante de la mano de un equipo multidisciplinar especializado en las diversas áreas implicadas.

En esta entrada me centraré en la sección ‘No seas pesado’ del programa ‘Abre los ojos y mira’, un espacio que aparte del reality en sí, de momento, no ha sido muy bien acogido por la crítica de las “cosas televisivas” en las que, desde luego, yo no me pienso meter. Me centraré solo en el reality y la forma de plantearlo, siempre con el ánimo de hacer una crítica constructiva y con la intención de que estas cosas mejoren en futuros programas de similar temática (de esta o de cualquier cadena).

Antes de continuar es preciso que un servidor haga una declaración sobre posibles conflictos de intereses: dos semanas antes de su arranque, la productora La fábrica de la tele contactó conmigo para ofrecerme la posibilidad de participar como dietista-nutricionista (tal y como me consta se ofrecio a otros). Ya en el transcurso de la conversación telefónica, y con una escasa información sobre el programa ofrecida con cuentagotas, tenía dos cosas claras y así se lo hice saber a mi interlocutor:

  • No participaría bajo ningún concepto ni por el incentivo que fuera en un programa en el que la pérdida de peso alcanzada por los concursantes en cualquier periodo de tiempo fuera uno de los criterios que marcaran las posibles expulsiones.
  • Que más allá de que finalmente fuera o no fuera yo la persona escogida, que por favor, por favor… por favor, se preocuparan porque fuera un dietista-nutricionista la persona encargada de dirigir los aspectos dietéticos.

Tras una amable y larga conversación, a las pocas horas, me enviaron por correo electrónico una invitación para realizar una entrevista personal. A pesar de mis reticencias (reality, Telecinco, etc.) manifesté mi intención de acudir a la entrevista. Una entrevista que no tuvo lugar porque al día siguiente me comunicaron que “la dirección” ya habían contactado con una persona que les había encantado y que, por tanto, ya tenían a la persona para cubrir ese apartado del programa.

Pues bien, con la tranquilidad de no estar en directo, el sábado me instalé cómodamente en el sofá de casa para poner Telecinco y comprobar de qué iba exactamente el programa en cuestión. Lo cierto es que quedé bastante desencantado. Y estas son mis tres razones fundamentales:

  • Quedó más que claro que la pérdida de peso sería el primer criterio que marcaría las nominaciones de los concursantes. El que menos pierda obtendrá una nominación directa. Mal.
  • El trabajo con el que la psicóloga del equipo empezó a intervenir con los concursantes fue, desde mi punto de vista, deplorable.

Y ahora, también desde mi perspectiva, te explico estas razones:

El tratamiento de la obesidad es una labor francamente compleja. Pero si en algo hay un consenso más menos unánime entre la comunidad científica a la hora de abordar cualquier tratamiento serio, es que este no se ha de basar nunca en la magnitud del peso alcanzada, tal y como señaló en 2009 la American Dietetic Association. De nada sirve perder tropecientos kilos en seis meses si a la vuelta de dos años se pesa igual o más que en la actualidad. El abordaje multidisciplinar del adelgazamiento ha de centrar sus metas en el cambio y mantenimiento de hábitos, unos hábitos saludables se entiende. Sin embargo, en el transcurso del programa se repitió hasta la saciedad y también se recordaba infinitamente en un faldón que recorría la imagen, que el que menos peso perdiera sería expulsado (o nominado) y que el ganador sería el que más peso perdiera.

«Experto en lo que sea» es una pseudocategoría profesional que no requiere titulación de ningún tipo y cuyo uso hace mucho daño al colectivo que sí ha estudiado y se ha preparado en esa área de conocimiento y también hace mucho mal a una sociedad que puede llegar a considerar que cualquiera vale para cualquier cosa siempre que sea un “experto”. Todo el mundo puede denominarse o hacerse llamar «experto en lo que sea». Creo que con esto de la dietética no se ve del todo claro. Por eso te voy a poner un ejemplo. ¿Crees que la audiencia de Tele Cinco hubiera aceptado mano sobre mano que se hubiera llevado al plató a un “experto en medicina” en vez de a una médico especializada en endocrinología? La audiencia imagino que no, y el Consejo General de Médicos te aseguro que no. No dudo que el Sr. Javier Martínez sepa un montón de aquello de lo que va a hablar en público (bueno, un poco sí que lo dudo, luego lo veremos) pero no es de recibo que habiendo como hay cerca de 3.000 o más dietistas-nutricionsitas en este país (la mayoría en paro) hayan tenido que poner en el escaparate dietético a un profesional que no es el de referencia en estas materias. Recuerdo que en la Ley de Ordenación de las Profesiones Sanitarias es el dietista-nutricionista el único profesional sanitario con formación universitaria al que se le reconocen competencias directas en este terreno (art. 7.g):

Desarrollar actividades orientadas a la alimentación de la persona o de grupos de personas, adecuadas a las necesidades fisiológicas y, en su caso, patológicas de las mismas, y de acuerdo con los principios de prevención y salud pública

Conste que no digo que los tecnólogos no sepan o puedan saber de reumatología, de física cuántica, de historia antigua, de dinámica de fluidos, de literatura… o de dietética; lo que digo es que en principio, no son los “expertos” de referencia en esas áreas de conocimiento.

Y también decía que dudaba de sus conocimientos. Bueno, al menos en la forma de transmitirlos. El Sr. Martínez intervino poco, pero nos dejó algunos detalles que no son de recibo en un “experto”. Por ejemplo, al glosar las virtudes de un “alimento-premio” (mal sistema el de andarse con premios y castigos en estas cuestiones) como la cerveza sin alcohol, refiriéndole una riqueza destacada en ácido fólico. Si sigues este blog ya sabrás que de riqueza nada de nada, 100g de cerveza están muy lejos de contener el 15% necesario de este nutriente como para poder decir, legalmente, que es una fuente apreciable de esta vitamina (puedes contrastarlo en esta entrada). Como siempre, lo peor es lo que reciben los espectadores y con lo que se quedan. Me explico. ¿Habrá alguien que influido por la desafortunada afirmación del “experto” se lance a beber cerveza en vez de, por ejemplo agua, en base a su riqueza en ácido fólico? Me temo que sí. Este por ejemplo es un twitt de una compañera de hace solo dos días en referencia clara a esta cuestión:

 

Captura

Pero hay alguna otra cuestión dietética implicada con la que no sé si estoy de acuerdo. Digo que no sé porque como espectador veo solo lo que me muestran y no sé si la realidad es otra. Me refiero en este caso al tema del pan en la cena. Resulta que el programa hacen gala de recomendar una dieta mediterránea equilibrada, algo con lo que coincido bastante siempre que entendamos a esta como Dios Keys manda (ay, otra vez). El caso es que en las escasas imágenes de la única cena que nos dejaron ver, por ahí no aparecía ni una triste miga de pan… ¿Se lo habrían comido los concursantes antes de que les grabaran; habrá considerado “el experto” que el pan no era un alimento básico en la dieta mediterránea tradicional; estarán haciendo sus propias adaptaciones mediterráneas (algo bastante frecuente); será este partidario de la absurda y popular corriente de quitar los hidratos de carbono de la cena? Quien sabe.

Y me permito opinar de la labor de la psicóloga. Sin ser yo psicólogo, sí. Y lo hago porque, por ejemplo, a pesar de no ser mecánico y no haber estudiado mecánica, si veo a alguien reponer el aceite de un coche como si estuviera aliñando el motor en vez de rellenando su depósito, le diré que lo está haciendo mal. Y tendré todo el convencimiento y el derecho al hacerlo así. La psicóloga se permitió el lujo de vejar a los concursantes en público hasta hacerles llorar. Les preguntó de forma incisiva sobre su aspecto y aplaudió a aquellos a los que les consiguió arrancar una auto confesión de “darse asco” al ver su imagen reflejada en el espejo. Les llamó “gordos” a la cara de la forma y manera más ultrajante. Además les culpó directa y exclusivamente a ellos de su situación, debida a su falta de voluntad manteniendo una actitud claramente peyorativa. Y antes de que te adelantes, eso no es psicología inversa, en todo caso será psicología retorcida. Que no es lo mismo. Puedes ver el fragmento de la intervención de la psicóloga en este enlace.

En resumen

Por todo lo demás, todo aquello esperable de un reality: escarnio público a la hora de subirse a una báscula con aspecto industrial y con muy poca apariencia seria; los consabidos enredos de dimes y diretes; supuestos piques entre concursantes (haciendo gala de profesión la cadena para sacar de donde claramente no había nada); forzando la situación hacia posibles romances futuros, etc., es decir, un reality en toda regla.

De momento solo puedo sacar dos reflexiones-resumen sobre este programa:

  • La primera, en referencia al planteamiento general del reality. Habría que ser muy ceporro para hacerlo todo mal. Seguro que en el transcurso del programa se dan buenos consejos, y de hecho ya se han dado algunos. Espero que aquellos espectadores más interesados en el trasfondo que en el reality sepan apreciarlos. Pero será algo complicado ya que esos buenos consejos se aderezan con malas estrategias. Es decir, no se puede pretender el enseñar a jugar a tenis como lo hace Nadal y dar a los concursantes clases con los mejores profesores del mundo (que en este caso además no lo son) mientras empuñan bates de beisbol. O se educa bien, o se educa mal. En cualquier caso, creo que una cadena con el perfil de Telecinco jamás vería aliciente en mostrar al público un correcto tratamiento de la obesidad ya que como cualquier verdadero tratamiento es muy difícil asumir este como un espectáculo. Salvo que trates de llegar a otro tipo de audiencia. Pero no creo que sea el caso.
  • En segundo lugar, sobre la idoneidad de la presencia en este tipo de programas de un dietista-nutricionista. No sé hasta qué punto la imagen de un profesional universitario prácticamente desconocido por la opinión pública (algo que solo ocurre en España) podría salir beneficiada mientras se es cómplice de los planteamientos del programa y se presta al juego establecido por el  reality. Todo un dilema porque mal si no estamos (no se nos reconoce como el profesional de referencia)… pero mal también si estamos (ya que las condiciones no son ni muchos menos las mejores).

El próximo sábado supongo que lo volveré a ver. No creo que le conceda muchas más oportunidades, el formato me irrita y me parece poco útil y en ocasiones negativo con respecto al tema objeto del reality.

No quiero despedirme sin antes referirme a los propios concursantes. Quiero mandarles todo mi ánimo, no tanto para afrontar el programa (que también) sino en especial para desearles lo mejor en su batalla contra la obesidad. Si eres uno de ellos y estas leyendo estas líneas me gustaría hacerte saber que hay otra forma mejor, menos mediática, de abordar tu situación. Quizá la que ahora has escogido no sea la más adecuada, pero tampoco tiene porque ser la peor. Mucho ánimo, en especial más allá de los cuatro meses que dura el concurso.

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Nota: Quiero agradecer las aportaciones a este post de la dietista-nutricionista y compañera de profesión Lidia Folgar (@Lidia_Folgar)

Imagen: AKARAKINGDOMS vía frredigitalphotos.net