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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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“Alrededor de la mesa” es una expresión (y actividad) que hay que recuperar

No creo que descubra nada a nadie si digo que en la actualidad los españoles dedicamos menos tiempo a la comida que la que dedicaban las generaciones anteriores. Dedicarle menos a la comida, suele implicar en la mayor parte de los casos menos tiempo para compartir otras cosas con nuestros seres más próximos y queridos. Si bien aquello de reunirse en torno a una mesa es un rasgo que caracteriza a la mayor parte de las culturas, quizá sea por estos lares en donde más nos resistimos al cambio que los tiempos parece que obligan. A los españoles nos gusta, o al menos de eso tenemos fama, compartir más cosas y más tiempo alrededor de una mesa cuando nos juntamos a comer.

Este verano he tenido la oportunidad de volver a contrastarlo, aunque en verdad, si se presta atención, tenemos oportunidades casi diarias que lo ponen de relieve. Bueno, el caso es que por motivos estrictamente personales me desplacé con la familia a visitar a los padres de un viejo amigo de universidad que falleció hace años… tener viejos amigos (aunque ya no estén entre nosotros) es lo que tiene, que los lazos que estableces con ellos van a más allá de los personales… así pues, este julio tocó “carretera y manta” y visitar a unos señores, Obdulia y Manolo, ambos de 87 años, y pasar con ellos y otros amigos un par de cálidos días en su casa de Ourense.

Te cuento todo esto porque la mayor parte de nuestra estancia aconteció sin lugar a dudas alrededor de la mesa… la de la cocina-comedor, bien preparando lo que luego íbamos a comer, bien comiéndolo y después, en la sobremesa… contándonos nuestras cosas, poniéndonos al día, confesándonos en cierta medida y recordando con toda la alegría del mundo otros tiempos. Si las mesas hablaran, me gustaría conservar esa de Ourense para que nos recontara pasado un tiempo todo lo vivido a su alrededor.

Además de los correspondientes paseos por un entorno natural espectacular (nuestros amigos viven en una casa con huerto “de verdad”) como digo no puedo sino reconocer que pasamos la mayor parte del tiempo compartiendo, junto a otros invitados (vecinos que se acercaban a comer con nosotros) muchas más cosas que aquello que comíamos.

Ourense

En el plano más gastronómico no faltaron los productos que este encantador matrimonio auto producía (y no solo en su huerto): su embutido, la empanada gallega, sus verduras, sus patatas… y por supuesto un espectacular pulpo á feira (el mejor que he probado en mi vida o al menos empatado con el que probé hace 12 años en la misma casa) no podían faltar.

Te cuento todo esto a modo de homenaje de aquel amigo que tuve, Manolo, y que tuve la fortuna de compartir con otros buenos amigos: y por supuesto también de esas entrañables personas que son Obdulia y Manolo, sus padres.

Pero al hilo de este tema, al mismo tiempo también me gustaría poner en alza una campaña que de la mano de IKEA España va a poner en alza estas cuestiones y que, sinceramente, me gusta bastante. Por lo que he visto se trata de, usando el nicho de negocio de esta empresa, invitar a cocinar como una forma de desconectar los fines de semana, así como el facilitar la cocina durante el día a día, en especial en las cenas; y ayudar a mejorar en la planificación en todo lo que tiene que ver con el ciclo de la comida.

Y a mí, que alguien favorezca y te invite a retomar estas buenas y sanas costumbres… me parece muy acertado. Y es que digan lo que digan, no me imagino nuestra estancia en Ourense alrededor de una mesa mientras consumíamos pizza a domicilio o croquetas “caseras” industriales. No hubiera sido lo mismo. Y no me refiero a lo gastronómico.

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Comer en familia un poderoso aliado para adquirir mejores hábitos

Comida enm familia

El por qué unas personas comen mejor que otras tiene una respuesta esquiva. Que esto sea así, probablemente se deba a la existencia de una buena cantidad de condicionantes desde individuales, a sociales, culturales, económicos y, por su puesto, familiares. En cuanto a estos últimos y desde hace tiempo se ha venido dando un especial hincapié a la importancia de realizar comidas en familia.

Por ejemplo, en este estudio Associations between watching TV during family meals and dietary intake among adolescents (“Vínculos entre el ver la televisión durante las comidas familiares y la ingesta dietética de los adolescentes”) se estudiaron los hábitos dietéticos de cerca de 4.800 adolescentes estadounidenses de en torno a los 15 años de edad. Entre ellos se constató que las comidas que se realizaban en familia tenían una mejor calidad dietética, eran más saludables, con más cantidad de alimentos vegetales y menor presencia de refrescos y frituras. Al mismo tiempo, tal y como reza el título, se midió la influencia de la televisión (encendida o apagada durante las comidas) y se constató que cuando la TV estaba encendida la calidad de los menús decrecía. Sin embargo, y esto es importante, aun comer en familia pero con la TV encendida estaba asociado a una mejor calidad que cuando los jóvenes comían por su cuenta (no en familia… aunque no se aclara si además viendo o no la TV).

Por tanto, tal y como recomienda este estudio y en concordancia con otras evidencias en este mismo sentido, se alienta a que todos los responsables de salud hagan el esfuerzo de recomendar a las familias los beneficios de comer juntos, así como el mantener la televisión apagada durante ese momento.

En mi casa, no sé si lo he contado alguna vez, hacemos el 90% de la vida en la cocina. En su día (hace años ya) tuvimos la oportunidad de, al hacer la reforma, instalar antena de TV en la cocina y el hecho es que la pusimos… pero no la utilizamos, y me refiero a la toma de la antena, porque la realidad es que nunca jamás una TV ha pisado nuestra cocina. Y lo cierto es que no se le echa de menos en absoluto. Ni está, ni se le espera… que decía aquel.

Antes de despedirme déjame decir que las relaciones entre el comer o no en familia y la obesidad de los hijos no está tan clara. Comer “mejor” parece que sí, pero que el comer en familia esté relacionado con el estatus ponderal de los hijos no resulta ser algo especialmente evidente, al menos de momento. En esta revisión sistemática sobre la relación de las comidas familiares y la obesidad en la infancia (Frequency of family meals and childhood overweight: a systematic review) concluye que no se encontraron pruebas consistentes de una relación inversa entre el número de comidas familiares y el riesgo de sobrepeso en la infancia. Los autores reconocen la dificultad de poder obtener una perspectiva concluyente de estas cuestiones habida cuenta de los múltiples factores de confusión que pueden interferir en el resultado.

Por mi parte, en mi casa seguiremos comiendo en familia siempre que podamos, eso lo tenemos todos clarísimo.

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Imagen:   stockimages vía freedigitalphotos.net