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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nuevo libro: Mamá come sano; guía indispensable en embarazo y lactancia

mama-come-sanoLa paternidad en general… la maternidad más en concreto, o lo que es lo mismo el saberte responsable en última instancia de una criatura que depende absolutamente de ti (padres en general y madres de nuevo más en concreto) obliga a que muchas personas se decidan a ponerse las pilas en eso de la alimentación saludable. Los hijos son un gran motor de cambio (te lo conté en este post), o al menos de buenos propósitos (ya veremos cómo se terminan por materializar) y conste que me parece fenomenal… tal y como dice el refrán, nunca es tarde si la dicha es buena. Los cambios, si son para mejorar, siempre serán bien recibidos.

Las estrategias para propiciar esos cambios pueden ser varias y no tienen por qué ser excluyentes… que si consultar con un profesional, investigar en Internet, hacerse con un libro que de forma monográfica aborde estas cuestiones, etcétera. Pues bien, en este último caso tienes un texto que debiera ser de referencia para todas aquellas madres-padres que en la aurora de la maternidad deciden poner un poco de cordura entre tanto mito y tanta controversia que hay en el terreno de la alimentación de la mujer embarazada y lactante. Pero voy a ir más allá.

Mamá come sano” escrito por Julio Basulto debiera ser un libro de lectura-consulta obligada para todos aquellos alumnos y profesionales de la nutrición humana y dietética (para los dietistas nutricionistas) ya que resume de forma magnífica las cuestiones más candentes entorno a la alimentación en este episodio de la vida de la mujer. Estoy hablando de averiguar, por ejemplo, hasta qué punto influye la alimentación en la fertilidad; aclarar la sempiterna cuestión de “comer por dos” en el embarazo; el papel de múltiples nutrientes como el ácido fólico, el yodo, la vitamina B12; el de otros elementos de los estilos de vida como el tabaco o el alcohol; los famosos suplementos; el uso de “plantas medicinales”; la mayoría de los alimentos más conflictivos (algas, café, aditivos…); la cuestión del peso antes, durante y tras el embarazo; el vegetarianismo en el embarazo y la lactancia; etcétera. Y todo ello con el estilo al que nos tiene acostumbrado Julio (padre de otras obras como No más dieta; Secretos de la gente sana, Se me hace bola y Comer y correr) es decir, aportando una apabullante bibliografía tanto en calidad como en cantidad (toda ella recogida al final de la obra) con el fin de que el lector así interesado siga por su cuenta tirando del hilo y contrastando opiniones sobre aquello que más le interese.

No merece la pena entretenerse mucho más para alabar el trabajo de Julio que ha terminado en una obra especialmente actualizada en el conocimiento de esta materia y que carece de defecto alguno. Antes de despedirme hacer mención a los dos grandes teloneros que acompañan a Julio Basulto en “Mamá come sano”. Se trata del prólogo a cargo del pediatra Carlos González (superlativo) y el epílogo de la mano de Eva Hache (estupendo).

Par despedirme no me resisto a dejar aquí por escrito parte de prólogo que Carlos González destina a explicar la finalidad del libro que, aunque sencillo en su planteamiento, no deja de ser revelador.

No se trata, pues, de hacer un “sacrificio” durante unos meses para luego volver a comer patatitas y refrescos, sino de dejar de sacrificarnos, dejar de sacrificar nuestra salud en el altar de la moda y de la publicidad, y aprender a comer normalmente el resto de nuestras vidas. Porque lo que de verdad va a influir a largo plazo en la salud de nuestros hijos no es lo que hemos comido en el embarazo (que influye solo un poco) ni lo que comemos durante la lactancia (que no influye casi nada), sino los hábitos que adquirirá comiendo a nuestro lado durante los próximos veinte años o más.

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Compa «Mamá come sano»

Yodo en el embarazo: suplementamos, enriquecemos… o no hacemos nada

Yodo

Como padre de dos criaturas que nacieron con 4 años de separación (2004-08) no pude dejar de sorprenderme cuando dentro de los protocolos relativos al embarazo y al puerperio de mi santa se siguieran distintas rutinas al respecto de la suplementación en los respectivos embarazos. Una de esas diferencias, la más notable, se refería al yodo. En el primer embarazo el médico que nos atendió no hizo referencia alguna la presencia de yodo en la dieta de mi mujer y, en el segundo (el mismo médico) todo lo contrario, recomendándose el consabido suplemento de yodo (ya que se había instaurado un nuevo protocolo que incluía este elemento).

Sin embargo, como nutricionista la cosa me sorprendió menos ya que el tema viene de más atrás y las cuestiones suplementadoras relativas al yodo (en especial en el embarazo) siempre han sido un tema relativamente candente.

Un poquito de yodo, muy poquito, pero necesario y tampoco más

El yodo es uno de esos minerales que necesitamos incluir en nuestra dieta de forma obligatoria en un determinado rango de cantidades ya que de otro modo (por encima o por debajo) se corre el riesgo de sufrir determinados trastornos y enfermedades ligados a su toxicidad y deficiencia respectivamente. Otro de los aspectos más llamativos de este nutriente es que la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) para la población adolescente y adulta es de 150 microgramos al día… aumenta casi hasta el doble en el caso de la mujer lactante, 290 microgramos al día, y también sufre un aumento considerable en el momento del embarazo, 250 microgramos día. Ya que estamos con esto de los números puntualizar que para lactantes la CDR está comprendida entre 110 y 130 microgramos al día (dependiendo de la edad del lactante) y para los niños (no lactantes) entre 90 y 120 microgramos (también en función de la edad)

Es importante el asegurar el aporte de yodo en la dieta ya que entre otras funciones se utiliza para la síntesis de las hormonas tiroideas imprescindibles a la hora de mantener el fino equilibrio de nuestro metabolismo, así como importantísimas funciones en el momento del desarrollo fetal y posterior crecimiento, ya que su déficit está relacionado con deficiencia mental y retraso moderado de la maduración intelectual o neuromotora.

Pero al mismo tiempo no nos debemos exceder con su aporte ya que se correría el riesgo de toxicidad por altas ingestas de yodo, que aunque parezca un contrasentido puede estar detrás tanto de situaciones patológicas de hipo como de hipertiroidismo.

Deficiencia de yodo en mujeres embarazadas europeas

De todas las regiones mundiales que la Organización Mundial de la Salud tiene establecidas es Europa, contra todo pronóstico, la región en la que más casos de deficiencia de yodo se han hallado entre los niños escolarizados. Lo de “contra todo pronóstico es relativo” porque cuando se contrasta por países la ingesta de yodo de las mujeres europeas durante su gestación, los datos revelan que en más de dos terceras partes de esos países las mujeres embarazadas no alcanzan las cantidades diarias de ingesta recomendada para el yodo (por no hablar del poco control que existe en buena parte de los países europeos para evaluar esta variable).

Por otra parte, en España la más reciente encuesta sobre ingesta alimentarioa de los españoles ENIDE 2012 (a estas alturas empezando a quedarse anticuada) reflejó en la ingesta habitual de alimentos por parte de los españoles un riesgo por ingesta inadecuada de yodo, especialmente en el caso de las mujeres. Es muy importante destacar que ENIDE 2012 recogió los datos nutricionales referidos al yodo a partir de encuestas, por lo que la estimación de la ingesta de yodo se ha realizado a partir de las respuestas de los encuestados y tablas de composición de alimentos y no por la yoduria (que es la herramienta que se considera como idónea para valorar estas cuestiones). Al mismo tiempo, tampoco se consideró en esta encuesta la posibilidad de consumo de sal yodada. Dos cuestiones importantes para interpretar con precaución los datos que ofrece la encuesta.

Consejos sobre el yodo en el embarazo

Ante esta situación y con independencia del protocolo embarazo-yodo que nuestra administración sanitaria asuma hay dos alternativas lógicas (la primera además de lógica es muy sencilla, económica y cómoda)

salinas (2)

  • La primera y más recomendable, hacer caso a la OMS cuando recomienda usar por sistema y para todas las personas en todo el mundo, la sal yodada. Para que te hagas una idea una ración de 2,5 gramos de este tipo de la sal aporta, ¡oh casualidad! 150 microgramos de yodo. (Ojo, he dicho sal yodada, no sal marina ni sal bajo cualquier otra denominación por muy molona que suene. Para que te hagas una idea, los mismos 2,5 gramos de sal de antes, pero marina, en vez de yodada, tan solo aportan de media 15 microgramos de yodo). Con esta simple medida, muy simple como puedes contrastar, se alcanza la CDR de yodo para la población general… pero no la de las mujeres embarazadas ni lactantes. Se considera con bastante buen criterio en mi opinión que el resto del yodo necesario en embarazo y lactancia puede ser aportado con facilidad a partir de una dieta adecuadamente diversificada. No obstante y por aquello de curarse en salud hay otra posibilidad.
  • Se trataría de la suplementación. Es decir, de recurrir al correspondiente comprimido que de forma combinada con otros nutrientes, o bien de forma individual (en cualquiera de los casos aportando unos 200 microgramos de yodo) se aporte la correspondiente cantidad de este micromineral.

En resumen

Para facilitar el mensaje práctico, adapto a continuación el mensaje que Julio Basulto deja en su imprescindible libro «Mamá come sano» (del que daré detallada cuenta en el próximo post de este blog) que dice más o menos así:

La utilización en casa de una cucharadita de sal yodada diaria de 2,5 gramos [una medida más que razonable que además no llega al límite con respecto al sodio que aporta] alcanza las recomendaciones de yodo para cualquier adulto (mientras no haya embarazo). ¿Y si estoy embarazada o dando el pecho? Bien, en esas circunstancias, se da por seguro que el uso de la mencionada sal yodada en el marco de una dieta saludablemente planificada es suficiente para cubrir los requerimientos especiales en estas etapas.

Sé que suena redundante pero en línea con la OMS, usa sal yodada y, además, come bien. En especial si estás embarazada.

Lamentablemente para lo que sería un mundo perfecto la suplementación con yodo para las mujeres gestantes no goza de un consenso claro a la hora de realizarla de forma sistemática.

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Imagen: Wikimedia Commons y tuelekza vía freedigitalphotos.net

Día Nacional de los Celiacos (ayer) y de la Nutrición (hoy)

Como siempre y últimamente por estas fechas, la última semana de mayo acoge dos importantes citas con aquellas reivindicaciones que tienen a la alimentación como eje central.

Día Nacional del celiaco

CapturaLa primera en el calendario y en mi opinión más importante sin lugar a dudas es la conmemoración de la figura del paciente celiaco organizada por FACE (Federación de Asociaciones de Celiacos de España) que aglutina el grueso de este colectivo de pacientes a través de sus ya numerosas asociaciones territoriales repartidas por toda la geografía nacional.

Se lema, este año, con la que está cayendo al respecto de la “moda anti gluten” no podía ser otro: “El gluten no es mi opción. Soy celíaco, es mi condición” y han realizado un video para celebrar esta jornada.

Me parece encomiable y muy necesaria la labor de estas asociaciones a la hora de prestar apoyo y aconsejar a los aquejados de celiaquía en todas aquellas cuestiones que les afectan en el día a día. Por lo tanto, no puedo sino recomendarlas a todas las personas afectadas y familiares que quieran recibir el apoyo necesario para desenvolverse con más soltura ante el maremágnum de complicaciones que habitualmente implica la cuestión celiaca. Por mi experiencia (solo he tenido ocasión de trabar contacto con una de estas asociaciones, en concreto la de Aragón y solo puedo decir maravillas de ella) las personas que están a su cargo merecen toda mi admiración tanto en dedicación como en profesionalidad. Así pues, mis felicitaciones y toda mi solidaridad con el fin de hacer valer vuestros derechos.

Día Nacional de la Nutrición 2015

En la jornada de hoy, además, se conmemora el Día Nacional de la Nutrición un evento tradicionalmente promovido por la FESNAD (Federación Española de Sociedades de Nutrición Alimentación y Dietética) y que este año tiene como eje central la importancia de la alimentación durante la gestación y la lactancia. Para ello, su lema: “Comer bien es el mejor ‘te quiero’”.

Ni que decir que las tensas relaciones entre el colectivo de dietistas-nutricionistas (hoy no representados en el seno de esta federación) no quita para que un servidor se haga eco de la importancia que tiene la alimentación de la madre en su salud cuando está embarazada o dando pecho, así como en la salud de su bebé. (Sobre esas tensas relaciones dejé una nota al final de este post con los enlaces pertinentes).

El caso es que en este Día Nacional de la Nutrición la FESNAD, patrocinada a la sazón por Danone, Coca-Cola Company, Bezoya (Grupo Pascual), Central Lechera Asturiana y Fundación Eroski (tal y como queda aquí reflejado) ha puesto un material didáctico a disposición de la ciudadanía y de los profesionales para que lo expliquen o lo impartan. En él se recogen las indicaciones que esta Federación ha considerado que debería reunir la alimentación de las mujeres en esta situación fisiológica y a las que puedes acceder a través de este enlace (que cada uno, ejem, considere su idoneidad).

Alimentación y embarazo con otra perspectiva

DNN 2015El Consejo General de Dietistas-Nutricionistas de España (CGDNE), junto con la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN) han preparando un material específico para dar a conocer las recomendaciones de alimentación en el embarazo basadas en la evidencia científica (y sin patrocinio de la industria). Me consta que hay mucho trabajo detrás de esta campaña que se pretendía hubiera estado lista mucho antes del día de hoy… pero que no ha sido posible. Dicho material consta de:

Prometo actualizar este post en el momento que dicho material esté completo. Además de los enlaces aportados, la imagen anterior es uno de los poster con las que desde el colectivo de dietistas-nutricionistas se pretende poner en valor y celebrar el Día Nacional de la Nutrición haciendo destacar la importancia de una correcta alimentación durante la gestación.

Para acabar, y por aquello de cerrar el círculo en un post con dos temas, me gustaría dejar aquí un reciente estudio publicado al respecto del aumento de complicaciones que tienen en el embarazo las mujeres celiacas: Increased rates of pregnancy complications in women with celiac disease. En concreto y por resumir ese aumento de las complicaciones en o tras el embarazo de las mujeres celiacas se tradujo en un número significativamente mayor de abortos espontáneos, partos prematuros, y un mayor retraso en la aparición de en la primera menstruación tras el parto.

Al respecto de estos temas quizá te interese consultar:

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Trastornos del espectro autista y nutrición: el embarazo (capítulo 1)

Autismo

La semana pasada dedique un post en dar a conocer y desenmascarar una presunta terapia alternativa para el tratamiento de niños con autismo. Se me acusó de “no construir” y de solo pretender destruir. Puede ser cierto; en mi descargo diré que no veo nada de malo en destruir aquello que otros han creado con fines (queriendo o no) presuntamente fraudulentos… pero que en cualquiera de los casos supone una falsa esperanza… quien sabe si además peligrosa.

Bien, hoy estoy decidido a construir y trataré de arrojar algo de luz al respecto de dos cuestiones concretas que, no me extraña, siempre planean por encima de las cabezas de aquellos padres (ambos) con hijos afectados con algún trastorno del espectro autista (TEA): ¿habrá influido el estado nutricional de la madre, previo al embarazo y durante el mismo, en el desarrollo de un TEA en su descendencia? y, más allá de todo esto ¿qué se sabe de cierto al respecto de tratar con éxito los casos de TEA ya diagnosticados desde el punto de vista de la nutrición? Abordaré estas cuestiones en sendos post, uno para cada pregunta.

Introducción a las causas de los TEA

Antes de meterme en harina haré una necesaria consideración:

Sobre el origen de los distintos TEA (no hay un único autismo, como tampoco hay, por poner un ejemplo, una única “embarcación”) hay cosas que se tienen bastante bien asumidas: en primer lugar que en su génesis hay implicadas distintas variables, las genéticas (de ambos progenitores), las ambientales y las biológicas y; en segundo lugar, que no se tienen identificadas todas esas variables ya que se desconocen las causas últimas de un importante número de casos de TEA. Para empeorar esta realidad, lo más probable es que entre todos los factores conocidos y los que faltan por poner en evidencia exista además una cierta relación, pudiendo haber factores predisponentes y desencadenantes (que no son lo mismo). Es decir y por ejemplo, distintos grupos de niños con ciertos genes pueden ser afectados más fácilmente a raíz de su diferente exposición ambiental.

Hasta ahora lo que se tiene bastante claro es lo siguiente:

  • El consenso científico coincide en hacer descansar en los genes uno de los factores de riesgo que hacen que una persona sea más vulnerable a tener un TEA. Tal es así que los niños que tienen hermanos o uno de los padres con TEA, tienen un riesgo más alto de padecer algún tipo de estos trastornos.
  • Los TEA se presentan con mayor frecuencia en personas con ciertas afecciones. Alrededor del 10% de los niños con TEA tienen una alteración genética identificada, como el síndrome del cromosoma X frágil, la esclerosis tuberosa, el síndrome de Down y otras alteraciones cromosómicas.
  • Se han asociado de forma positiva el uso de determinados medicamentos durante el embarazo con un riesgo mayor de presentar TEA, por ejemplo, la talidomida y el ácido valproico.
  • Al mismo tiempo, también se tiene bastante certeza sobre algunos factores que NO son factores causales de los TEA, aunque se oiga hablar de ellos, entre ellos, uno de los principales, la antigua creencia de que los TEA son causados por una mala crianza o descuidos en su crecimiento por parte de los padres.

Para más información al respecto de lo que se sabe y no sobre las causas de los TEA, te sugiero que sigas este enlace y este otro.

Estado nutricional de la madre e incidencia de los TEA

Si has leído con atención las líneas anteriores el tema del estado nutricional de la madre durante el embarazo no es una cuestión que, en un sentido u otro, se tenga por contrastada a la hora de establecerla como uno de los factores relacionados con el desarrollo de los TEA.

Sin embargo, precisamente por esta incertidumbre, no son pocos los estudios que se realizan para poner en valor este particular. De hecho, en la actualidad una buena parte de los estudios realizados no solo tienen en cuenta diversos aspectos de la situación nutricional de la madre sino que estos, además interaccionen con su genoma en un sentido u otro para favorecer un posible TEA en su descendencia. Así según algunos estudios, en el caso de madres genéticamente predispuestas, podría resultar interesante suplementar su dieta en el periodo previo a la concepción con multivitamínicos a fin de disminuir el riesgo de TEA. Otros estudios (enlace, enlace y enlace) centran los beneficios de esta posible intervención de prevención primaria en vitaminas concretas, muy habitualmente y en especial, el ácido fólico. Otra de las vitaminas posiblemente implicadas es la vitamina D; de esta forma otros estudios como este de aquí o este otro han especulado con el cómo un inadecuado estatus nutricional de vitamina D podría favorecer los casos de TEA.

Más allá de las vitaminas, otros estudios parecen encontrar una cierta relación en el perfil dietético de las grasas de la madre y el riesgo de TEA, así, en este caso, parece aportarse una cierta evidencia al respecto del papel de los ácidos grasos omega-6 y omega-3, de forma que el enriquecimiento dietético de los primeros estaría relacionado con una disminución del riesgo y, las bajas ingestas de los segundos con un incremento del mismo.

Si hay un denominador común en la práctica totalidad de estos estudios señalados, muchos de ellos revisiones de la literatura científica al respecto, es que no lo tienen claro. Así, en la mayor parte de las conclusiones la palabra que más destaca es “podría”podría ayudar, podría ser beneficioso, podría reducir (o aumentar) el riesgo, etcétera. Y es que precisamente por la naturaleza observacional de estos estudios o de los que se revisan, se hace especialmente complicado el sacar conclusiones claras y directas. Si a esto le sumamos que la mayor parte de los posibles factores nutricionales pueden estar relacionados con cuestiones genéticas… es comprensible que las conclusiones no sean más claras de lo que son. De esta forma, todos los estudios sin excepción acaban remitiendo a la necesidad de hacer más estudios en esa línea.

Conclusión

Parece que nos empeñamos en encontrar una relación inequívoca al respecto del estado nutricional de la madre y el desarrollo de TEA por parte de su descendencia; a pesar de ello este tema no está para nada claro aunque parece “que algo hay”. En cualquier caso, de lo que no cabe demasiada duda es que un adecuado estatus nutricional propiciado por una dieta también adecuada en lo que respecta a su composición en macro y micronutrientes, sin llegar a ser ni mucho menos una garantía para evitar los casos de TEA, sí que podría disminuir su incidencia (pero claro, probablemente en determinada población genéticamente predispuesta).

La única recomendación clara que he sacado es que conociendo los riesgos mínimos que tiene la suplementación con ácido fólico al tiempo que sus contrastados beneficios a la hora de disminuir el riesgo de diversos trastornos (no solo los TEA) invitaría a que todas las mujeres gestantes o con intención de serlo incluyeran esta clase de suplemento en su dieta. Algo que por otra parte ya forma parte de todos los protocolos y recomendaciones en este sentido

En el capítulo que viene veremos el posible efecto y papel de los nutrientes en el tratamiento de casos de TEA ya diagnosticados.

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Imagen: David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net

Gestación, peso y legumbres: Cuestiones embarazosas

La pasada semana mi colega bloguera “Madre reciente (cada vez menos)” me arrojó figuradamente un guante al dejar en el aire mi opinión al respecto de la entrada que giraba en torno a las relaciones entre peso y alimentación en el embarazo. Antes de responder a la pregunta que me formulaba más directamente sobre si aconsejar o desaconsejar el consumo de legumbres en el embarazo (no me extraña su desazón cuando le dijeron que era que no) vamos a ver qué es lo que dice la literatura científica mejor contrastada a cerca de cuál es la ganancia de peso adecuada de un embarazo en sus distintas circunstancias.

Según distintas guías al respecto (pueden encontrar una de las más relevantes aquí) la ganancia de peso normal y deseable de la mujer embarazada va a depender del peso inicial de la misma antes del embarazo, más en concreto de su Índice de Masa Corporal o IMC, es decir, la relación entre el peso medido en kg. de la persona y su talla en metros al cuadrado, IMC = kg/(m x m). En este enlace hay una calculadora de IMC:

  • En aquellas mujeres con peso normal, IMC entre 18,5 y 24,9, se recomienda una ganancia de entre 11 y 15 kg.
  • Si el IMC está por debajo de 18,5 (bajopeso), se consideran ganancias de peso saludables las comprendidas entre  12,5 y 18 kg.
  • Con un IMC considerado de sobrepeso, entre 25 y 29,9, la ganancia de peso considerada adecuada es de entre 7 y 11 kg.
  • Si se parte de una circunstancia de obesidad, con un IMC superior a 30, la ganancia adecuada puede rondar entre 5 y 9 kg.

Estas cifras son orientativas y pueden variar en función del tipo de embarazo. En el caso de una mujer con un peso saludable y con un embarazo gemelar, el peso esperable normal suele estar entre los 16 y los 20 kg. Y en el caso de trillizos sobre los 23 kg.

Quizá se pregunten si todo este aumento de peso es de “verdadero engorde” (aumento de los depósitos de grasa de la mujer) y la respuesta evidente es que no, o por lo menos que no en su gran mayoría. Supongamos un aumento de peso a término de una mujer embarazada de unos 13,3 kg en relación a su situación antes del embarazo. Ése número de kilos se repartiría aproximadamente de la siguiente manera:

  • Aumento del volumen sanguíneo:  1,4 kg
  • Aumento del peso de los pechos: 1 kg
  • Aumento del peso del útero: 1 kg
  • Peso del bebé: 3,4 kg
  • Peso del placenta: 0,6 kg
  • Peso del líquido amniótico: 1 kg
  • Aumento del peso del tejido adiposo: 3,1 kg
  • Aumento de la retención de líquidos: 1,8 kg

Como se puede comprobar hay muchos elementos «de peso» que, tras el parto y en las próximas horas que le siguen, van a desaparecer (el peso del propio bebé, el del líquido amniótico, el de la placenta…). De esta forma, es más aconsejable referirse al aumento de peso en el embarazo y no tanto al «engorde».

Quiero volver a insistir que todas las cifras aportadas son orientativas así que es preciso considerar que esta información responde a un trabajo particular (al mío) de investigación documental sobre estas cuestiones, y que en ningún caso remplaza ni pretende cuestionar la relación con su médico.

 

Ahora sí, y más directamente, el tema de las legumbres. Desconozco el caso concreto de mi vecina de blog, pero tal y como enuncia en su entrada que le fue dado el consejo, algo tan directo y conciso como que “las legumbres no son nada recomendadas en el embarazo” es un mal consejo, contrario a las más preclaras recomendaciones sobre alimentación durante la gestación. Sea esto dicho así, a bote pronto, y sin conocer las circunstancias que pudieron influir en semejante admonición. Por ejemplo, la Academia de Nutrición y Dietética de los Estados Unidos (una de las organizaciones más prestigiosas en materias de nutrición, alimentación y salud) sostiene que hay que hacer un uso extensivo de este grupo de alimentos, también en el embarazo, tal y como corresponde al seguimiento de las más básicas recomendaciones sobre alimentación saludable. A este respecto añade además, que siendo como es el estreñimiento una circunstancia que acompaña a muchos embarazos, no deben de olvidarse algunas estrategias para tratar de evitarlo o al menos paliarlo en la medida de lo posible, entre ellas: Consumir alimentos ricos en fibra (cereales  integrales, legumbres, frutos secos, frutas, verduras y hortalizas), estar suficientemente hidratada y practicar ejercicio de manera adecuada a las circunstancias. Como digo, estas son las recomendaciones de la Academia de Nutrición y Dietética de los Estados Unidos y que yo suscribo a pie juntillas por no haber encontrado razón suficiente para contradecirla.

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Foto 1: lululemon athletica

Foto 2: Loimere

Foto 3: Blue moon in her eyes