El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Hemocromatosis: un trastorno con mucho hierro

HierroUno de los temas más candentes en el mundo de la nutrición y de la alimentación refiere a lo concerniente al hierro. No se trata de una cuestión de matices, a este respecto hay pocas dudas: tal y como señala la propia OMS la deficiencia de hierro es el trastorno nutricional más común y extendido en el mundo, afectando a un gran número de habitantes en los países en desarrollo pero siendo al mismo tiempo la más prevalente de las deficiencias nutricionales en los países industrializados. Tal es así, que la cuestión del hierro es protagonista en nuestro medio de esa poco adecuada práctica que es la del “nutricionismo”… resumida muy fugazmente como: toma mucho de esto que te hace falta porque es bueno para aquello.

Sin embargo, al mismo tiempo de esta férrica situación deficitaria y generalizada, existe un grupo de patologías que se caracterizan por todo lo contrario. Quienes las padecen mantienen unos niveles excesivos de hierro en la sangre, algo que al mismo tiempo les supone serias complicaciones metabólicas y por ende en su salud.

¿Qué es la hemocromatosis?

Más allá del resultado incuestionable del caso, un exceso de hierro en la sangre dentro de niveles considerados tóxicos, se distinguen básicamente dos tipos de hemocromatosis en relación a su origen:

  • La hemocromatosis primaria: un trastorno congénito y hereditario, por lo tanto con causas genéticas. Las personas en esta situación absorben más hierro de lo que es habitual a través de su aparato digestivo. Así, el hierro se acumula en su cuerpo y en especial en el hígado donde es especialmente negativo. Como muestra un botón, Los pacientes con hemocromatosis hereditaria pueden llegar a almacenar hasta 20-40 g de hierro en su organismo, una cantidad netamente superior a los 0,3-0,8 g de las personas sin hemocromatosis.
  • La hemocromatosis secundaria (adquirida): debida en estos casos a otros trastornos relacionados con la sangre (tales como talasemia o ciertas anemias) o, aunque más infrecuente, a una sobrecarga de hierro recibido por transfusiones sanguíneas. En otras ocasiones la hemocromatosis secundaria está asociada a personas con antecedentes de alcoholismo prolongado u otros problemas de salud.

Normalmente en ambos casos y en sus fases iniciales, cuando a veces todavía no son apreciables lesiones patológicas en órganos, los pacientes con hemocromatosis pueden experimentar cierta sensación de fatiga y somnolencia (situación que en no pocas ocasiones se suele achacar, curiosamente a la anemia ferropénica). Más adelante son frecuentes los síntomas asociados a disfunción hepática ya que este órgano suele ser el más afectado pudiendo aparecer síntomas ligados a la insuficiencia hepática grave tales como hemorragias digestivas, alteración del nivel de conciencia, acumulación abdominal de agua (ascitis), etcétera. En estos pacientes también es común que la hemocromatosis desemboque en diabetes a consecuencia de la afectación del páncreas. Al mismo tiempo son esperables ciertas enfermedades articulares habitual en los casos de sobrecarga férrica (artritis, artrosis…). Sin embargo de entre todas las complicaciones la más preocupante sin duda alguna sigue siendo la insuficiencia cardiaca.

La incidencia de la hemocromatosis es dispar en relación al género, en el caso de las mujeres, las menstruaciones mensuales enlentecen las lesiones orgánicas asociadas hasta después de la menopausia. Sin embargo, los hombres son especialmente susceptibles a la hemocromatosis porque carecen de mecanismos fisiológicos de pérdida de hierro como la menstruación, el embarazo o la lactancia.

Tratamiento de la hemocromatosis

Donar sangre

El tratamiento de la sobrecarga férrica difiere de forma importante en base a la causa que la ha motivado. En los casos de hemocromatosis primaria (hereditaria) el principal tratamiento suele consistir en la práctica de flebotomías periódicas (extracciones de sangre). con este procedimiento se extraen cada semana aproximadamente unos 450 mL de sangre que eliminando la cantidad de unos 0,2g de hierro cada vez (un aspecto indirectamente positivo de esta práctica consiste en saber que al menos en España la sangre procedente de las flebotomías puede usarse para transfusiones en pacientes que necesitan sangre, según la Asociación Española de Hemocrmatosis). La cantidad de 0,2g de hierro eliminados con cada flebotomía equivale a la cantidad de hierro absorbida con los alimentos durante 2 a 6 meses.

Además, otro de los tratamientos habituales consiste en la utilización farmacológica de diversos quelantes de hierro en base a las circunstancias del paciente. Es decir, la utilización de principios activos que facilitan y aumentan la eliminación metabólica del hierro acumulado. Estos quelantes pueden ser utilizados tanto en las hemocromatosis primarias como en las secundarias siempre bajo criterio médico.

La cuestión dietética

Al mismo tiempo, sean los que sean los tratamientos empleados, estos deben ir respaldados por el seguimiento de una serie de directrices dietéticas tendentes a la no inclusión de alimentos especialmente ricos en hierro, ni de aquellos elementos que faciliten su absorción (de otra manera se estaría haciendo el ridículo si con la dieta se incorpora hierro al mismo o mayor ritmo que el que se elimina con la dieta).

Por tanto, en especial se recomienda:

Hemoglobina

  • Limitar de forma severa todas aquellas fuentes dietéticas de hierro “hemo”, es decir aquel hierro ligado al complejo “hemoglobina” (de ahí su nombre) y por tanto aquellos alimentos de origen animal especialmente ricos en hierro (los vegetales por cuestiones obvias, no tienen hemoglobina, no serán nunca fuente de hierro “hemo”). Es decir se recomienda limitar las carnes, pescados, aves y sus derivados muy especialmente aquellos alimentos con mayor concentración de hierro: carnes rojas, caza, marisco en general (en especial si está crudo o poco cocinado como suele suceder con las ostras, almejas, mejillones… ya que existe el riesgo de intoxicación con Vibrio vulnificus, una bacteria especialmente letal en personas con hemocromatosis), hígado, morcilla, etcétera.
  • Evitar la ingesta de alimentos fortificados en hierro del tipo “cereales de desayuno”, “barritas para deportistas” y por supuesto aquellos suplementos de hierro como los “multivitamínicos” (a pesar de su nombre suelen incluir diversos minerales en su composición y el hierro es uno de los típicos) o sustitutos de comidas (barritas, batidos…) ya que habitualmente se presentan fortificados en diversos micronutrientes.
  • A su vez es muy importante evitar los suplementos que contengan vitamina C y el alcohol ya que ambas sustancias incrementan la biodisponibilidad del hierro dietético y por ende facilitan su absorción. Además, en el caso de alimentos que incluyan vitamina C de forma natural (frutas, hortalizas…) conviene separar su consumo de aquel en el que se intuye hay otros alimentos que son ricos en hierro.

Curiosamente, de entre todas las fuentes consultadas para la realización de este post, no he encontrado ninguna limitación al respecto de las fuentes dietéticas de hierro “no hemo” (todo el presente en los alimentos de origen vegetal). Supongo que porque su tasa de absorción es un orden de magnitud inferior al del hierro “hemo”… pero de ahí a no tenerlo en cuenta para nada no deja de llamarme la atención. Por poner un ejemplo, no se dice nada al respecto del consumo de lentejas, soja, piñones, sésamo, orejones, pasas… alimentos, en su género, con un relativamente alto contenido en hierro.

Así pues, si estás en esta situación o sospechas de ello, mi sugerencia es que te pongas en manos de un profesional médico cualificado y que luego solicites el consejo de un dietista-nutricionista que pueda concretar de forma individual una pauta dietética equilibrada a la par que adaptada a tus especiales necesidades.

Fuentes consultadas:

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Imagen:  Pumbaa, StefanYikrazuul vía Wikimedia Commons

Consumir menos azúcar y refrescos reduce la obesidad y las enfermedades asociadas. Sin tonterías

RefrescosHe reconocer que he pecado… no sé cómo se me ha podido escurrir este pedazo de artículo en el “debe” y del que acabo de ser conocedor. Por eso ahora lo comparto y espero que vosotros también le podáis dar su verdadera importancia.

Se trata de este artículo titulado Resolved: there is sufficient scientific evidence that decreasing sugar-sweetened beverage consumption will reduce the prevalence of obesity and obesity-related diseases que podría traducirse como un elocuente “Asunto resuelto: ya tenemos suficiente evidencia para decir que disminuir el consumo de bebidas azucaradas reducen la prevalencia de obesidad y las enfermedades asociadas”. Es de 2013 y está publicado en la prestigiosa revista Obesity Research.

¿Y qué nos dice el propio artículo más de lo que el conclusivo título esconde? Pues la verdad que poca cosa más y que realmente no es precisamente tontería. En resumen que:

Las bebidas azucaradas son, pásmate, tanto la principal fuente de azúcar en la dieta de los norteamericanos como también la principal fuente calorías. Con este elocuente punto de partida, en el estudio se hace una revisión para poner de relieve si existe suficiente evidencia científica como para poder concluir que la disminución del consumo de este tipo de bebidas tendría algún resultado directo en la reducción de la prevalencia de la obesidad y de las enfermedades que le acompañan… pero en plan serio, es decir, encontrando una relación causa y efecto palpable. Así, los resultados de estudios prospectivos bien diseñados han mostrado de forma consistente una asociación significativa y han mostrado una relación directa dosis-respuesta entre el consumo de bebidas azucaradas y el aumento del peso a largo plazo, así como del riesgo de diabetes.

Además un metaanálisis de ensayos clínicos incluido en esta revisión y encargado por la Organización Mundial de la Salud halló que la disminución de la ingesta de azúcares añadidos redujo de forma significativa el peso corporal; al tiempo que el aumento de la ingesta de azúcares condujo a un aumento de peso. Otro de los metaanálisis tenidos en cuenta, encontró que un mayor consumo de bebidas azucaradas por parte de la población infantil estaba asociado con un riesgo un 55% mayor de tener sobrepeso u obesidad con respecto a aquellos niños que consumían menos refrescos.

Por si fuera poco, otro metaanálisis de estudios observacionales halló que el consumo de una a dos bebidas azucaradas al día se asoció con un riesgo un 26% mayor de desarrollar diabetes de tipo 2 que aquellos que consumían bebidas azucaradas de forma ocasional (menos de una bebida azucarada al mes). Otros ensayos clínicos han puesto de relieve que la reducción en consumo de bebidas azucaradas disminuye de forma significativa el aumento de peso y la cantidad de grasa corporal tanto en niños como en adolescentes.

Por tanto, teniendo en cuenta todos estos hallazgos y analizando toda esta información en su conjunto las conclusiones son demoledoramente claras: Consumir menos bebidas azucaradas disminuye tanto el riesgo de padecer obesidad como de las enfermedades relacionadas con esta, más en concreto Diabetes de tipo 2.

A la luz de estos datos… ¿hemos de esperar más tiempo para obtener pruebas aún más contundentes para ponernos manos a la obra y dejar al azúcar, a los alimentos que la proporcionan, a los refrescos y al resto de basurilla dietética afín en su sitio? Yo creo que no.

Sin embargo, está claro que no todo el mundo parece pensar como un servidor o se mueve por otros “intereses”. Así, esos otros, con el fin de otorgar al azúcar un tratamiento algo más que indulgente se sigue aferrando a otros artículos que, financiados por la industria, afirman que “no es tan mala” o que, directamente, no hay relación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ganancia de peso. En realidad, los artículos que no observan tal relación son solo aquellos que están financiados por la industria. En el resto de artículos, en los independientes, la asociación es clara y en la línea de lo que te he contado. Así se puso de manifiesto en esta publicación: Financial Conflicts of Interest and Reporting Bias Regarding the Association between Sugar-Sweetened Beverages and Weight Gain: A Systematic Review of Systematic Reviews (“Conflictos de intereses económicos y sesgos de información en la asociación entre el consumo de bebidas azucaradas y la ganancia ponderal”)

Más claro agua.

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Imagen: Iamnee vía freedigitalphotos.net

Quién es quién entre los desórdenes de la conducta alimentaria

Sin el ánimo de hacer una descripción detallada al respecto de lo que se conoce como desórdenes o trastornos de la conducta alimentaria, creo que vendría bien hacer un repaso a la importante cantidad de términos que suelen estar implicados en estas situaciones. De todas formas, antes de empezar, es preciso aclarar que no todos los que en este post se van a citar tienen el mismo grado de reconocimiento y aceptación por parte de la comunidad sanitaria. Si bien unos cuantos son asumidos como verdaderos trastornos y por tanto tienen una clínica bien definida que sirve para su diagnóstico; otros términos no gozan de ese estatus y, bien o mal, es la población general y algunos profesionales sanitarios los que con más frecuencia alude a ellos.

De cada uno se podría hacer un tratado al respecto de las causas, factores desencadenantes y facilitadores, tratamiento, etcétera. Sin embargo, mi intención con este post consiste únicamente en mencionarlos y definirlos brevemente para que cada uno tenga claro qué es qué cuando se oye hablar de ellos. Vamos a ello:

Anorexia (anorexia nervosa)

anorexia

No creo que haga demasiada falta definirla, pero por si acaso, la anorexia es un trastorno de la conducta alimentaria que consiste en la reducción deliberada de la ingesta de alimentos con motivos puramente estéticos fruto de una distorsión de la imagen propia. Sus complicaciones pueden ser muy severas, asociadas a la desnutrición, hasta el punto de poner en riesgo la vida del paciente. La anorexia se diagnostica según la Sociedad Americana de Psiquiatría de acuerdo a los siguientes criterios:

  • Peso inferior al 15% del correspondiente a la edad y la altura, así como la no ganancia de peso durante el desarrollo/crecimiento,
  • Marcado temor a aumentar de peso a pesar de la insuficiencia ponderal persistente,
  • Alteración en la percepción de la propia figura,
  • En mujeres, falta de tres períodos consecutivos, sin otro motivo que lo explique; y en el caso de los varones trastornos de la función sexual.

Una variante poco académica de la anorexia como tal es la conocida como anorexia atlética, un trastorno frecuente en deportistas de disciplinas cuyos practicantes, normalmente, son de bajo peso (gimnasia rítmica, patinadores… por ejemplo)

Bulimia (bulimia nervosa)

Se trata de un trastorno alimentario caracterizado por la ingesta compulsiva de alimentos coincidente al mismo tiempo con conductas “purgativas” tales como vómitos auto inducidos, uso de laxantes, o ejercicios extenuantes. A diferencia de la alimentación compulsiva como tal, y que veremos más adelante, la bulimia no necesariamente implica obesidad del paciente. Es más, una persona con bulimia puede incluso aparentar delgadez extrema. Los criterios diagnósticos para la bulimia según la según la Sociedad Americana de Psiquiatría son:

  • Episodios reiterados de atracones caracterizados por la elevada ingesta de alimentos en un corto espacio de tiempo,
  • Sensación de falta de control sobre la ingesta del alimento (sensación de no poder dejar de comer),
  • Uso recurrente de conductas compensatorias anormales para prevenir el aumento de peso, tales como vómitos auto inducidos, abuso de laxantes, diuréticos, enemas, ejercicio físico intenso, etcétera,
  • Autopercepción influida principalmente por la figura y el peso.

 Trastorno alimentario compulsivo o Binge eating

Un tema que ya se abordó en un post anterior. Con este término se entra en un terreno complicado ya que algunos autores consideran este trastorno alimentario compulsivo como una variante de la bulimia. Otros se empeñan en diferenciarlo de aquella y argumentan que en el caso de pacientes con bulimia sus comidas son por lo general más abundantes, más desequilibradas e incluso que la cantidad de las calorías consumidas son menores… todo ello con respecto al patrón típico de personas con trastorno alimentario compulsivo. En mi opinión, la principal diferencia, de haber alguna, radica en la presencia de conductas compensatorias posteriores y en la obsesiva preocupación por la propia imagen, circunstancias que no tienen por qué coincidir en los casos de binge eating y sí en los de bulimia.

Trastorno del comedor nocturno

Este trastorno con nombre de súpervillano de la Marvel es, en mi opinión, una variante del anterior pero con algunas características propias: Implica hiperfagia por la noche asociado a un estado de ánimo depresivo que se agudiza precisamente en ese momento de la jornada, es decir, por la noche . Habitualmente implica falta de apetito por las mañanas y excesos nocturnos hasta completar más del 50% de las calorías ingesta diaria de calorías más tarde de las 19:00 y además suele estar asociado a cierto insomnio.

Trastorno del sueño relacionado con la alimentación

Puede parecer lo mismo que el caso anterior, pero no. En esta ocasión se trata de un trastorno del sueño (parasomnia) y consiste en la presencia recurrente de episodios de ingestas (de mayor o menor volumen) tras haberse despertado en mitad de la noche de un sueño ya conciliado y, esto es importante, habitualmente con amnesia. Es decir, que el paciente suele no acordarse de lo acontecido. Otra circunstancia característica es que las personas en esta situación pueden incluso ingerir artículos que no son comestibles con el consiguiente riesgo, inmediato, para su salud.

Trastorno alimentario-emocional

Este sería el caso de aquellas personas que comen como reacción ante distintas circunstancias o estados de ánimo, normalmente estrés o aburrimiento. La comida, piensan, les ayuda a aliviar la tensión acumulada o a mejorar su estado anímico. El aburrimiento es un estado emocional frente al que la cantidad de alimento consumida es claramente mayor que frente a otros estados de ánimo. Además, en estos casos suelen abundar alimentos claramente negativos, tales como dulces, bebidas alcohólicas, aperitivos salados, “refrescos”… es decir y en general, comida basura.

Pregorexia (pregorexia nervosa)

Se trata de un término relativamente novedoso y aberrante que se dio a conocer allá por 2005 descrito como aquel comportamiento de algunas mujeres embarazadas que se preocupan por controlar de forma enfermiza su peso tratando de no ganar ni un solo kilo. Son frecuentes las dietas extremadamente bajas en calorías y la actividad física intensa. En cualquier caso siempre “soluciones” destinadas a prevenir el aumento de peso. Ni que decir tiene los riesgos asociados de esta práctica tanto para la salud de la madre como para la del feto. Podría ser clasificado como la anorexia, pero parece que hay ciertas diferencias: a pesar de que los motivos pueden ser los mismos (mantener la figura delgada) según algunos autores, los orígenes psicológicos son diferentes.

Vigorexia

O el trastorno de Adonis. Se trata de un trastorno que genera comportamientos obsesivos al respecto de obtener una figura ideal, arquetípica, pero no a partir de la delgadez, como sería el caso de la anorexia, sino a través de la masa muscular. Fue descrita por vez primera por Pope et al., 1997 y sus rasgos más destacados son:

  • Insatisfacción inicial con la apariencia física,
  • Entrenamiento físico intensivo,
  • Dieta rigurosa y estricta así como el control del peso corporal,
  • Inclusión en no pocas ocasiones de sustancias anabolizantes anabólicos,
  • Cierta dificultad o alejamiento en las relaciones interpersonales.

Ortorexia

Otro de los trastornos no tipificados en la literatura médica y que ya se trató con más profundidad en otro artículo anterior. Se trata de un trastorno caracterizado por una excesiva preocupación por la salud a través de la alimentación con la aceptación en la mayor parte de los casos de conceptos erróneos o distorsionados sobre nutrición. Desde un punto de vista etimológico consiste en el “apetito lo correcto” o comer lo correcto. Este tipo de pacientes pueden excluir alimentos de su dieta por considerarlos poco “puros” (ante la posibilidad de haber estado expuestos a herbicidas, pesticidas o sustancias artificiales) y suelen preocuparse de forma excesiva por las técnicas culinarias, por los materiales utilizados en la cocina, etcétera. Esta obsesión les lleva a una pérdida de las relaciones sociales y afectivas, en resumen a una insatisfacción que, a su vez, favorece que se vuelquen aún más en esa preocupación obsesiva por la comida. Originalmente, los pacientes pretenden mejorar su salud, tratar una enfermedad o perder peso… pero al final el asunto alimentario se les va de las manos, convirtiendo la dieta en el eje de sus vidas.

Sea como fuere te recomiendo que si te has visto reflejado en alguno de estos perfiles o conoces a alguien que “encaja” en ellos en mayor o menos medida, que te pongas en manos, lo primero, de un profesional médico especializado en estas cuestiones. Si bien el dietista-nutricionista puede formar parte del equipo multidisplinar en el tratamiento de estos pacientes, sin lugar a dudas los profesionales de referencia son el personal médico y los psicólogos. En cualquier caso, siempre profesionales especializado en estas materias.

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Imagen: vía Wikimedia Commons

Alergias alimentarias: afectan a 17 millones de europeos y abundan los diagnósticos inútiles (fraudulentos)

AlergiasNo viene nada de mal el volver sobre algunos de los temas que son redundantes en el blog y, si es el caso (que lo es) aportar nuevos y mejores datos.

El tema de las alergias alimentarias es una cuestión que afecta a más de 17 millones de europeos. Además de los propios afectados, hay un cierto número importante de población que vive en cierta medida preocupada por la cuestión de las alergias sin estar en principio diagnosticada y que se pregunta si su problema de salud (el que sea), su malestar, o su falta de confort se debe, en última instancia, a algún tipo de alergia alimentaria.

Precisamente por estas cuestiones, la Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) ha lanzado una campaña de concienciación sobre alergia alimentaria y la anafilaxia con el fin de ayudar a que la población comprenda mejor cómo se sienten las personas en esta situación, el profundo impacto en la calidad de vida que les generan, la gravedad que pueden llegar a tener, lo costosas que pueden llegar a ser para toda la sociedad y lo importante que es el diagnóstico precoz y el manejo de esta situación. Es más, como datos relevante, la EAACI advierte que: en los últimos 10 años, los ingresos hospitalarios de niños por reacciones alérgicas graves se han multiplicado por siete; y que entre el 6 y el 8 % de los niños menores de tres años presenta algún tipo de alergia alimentaria.

Frente a esta situación la misma EAACI considera como principales estrategias de futuro que tanto los profesionales sanitarios como la población reciban la formación correspondiente con el fin de realizar un diagnóstico y tratamiento precisos. Para ello destaca que:

  • Se sabe que más de 120 alimentos producen alergias alimentarias y, de ellos, los más frecuentes son: la leche, el huevo, el trigo, los cacahuetes, los frutos secos, el pescado y el marisco.
  • La alergia alimentaria es la principal causa de la anafilaxia en la población y afecta, en particular, a los niños.
  • Son pocas las personas conscientes de que una reacción alérgica severa, como la anafilaxia, puede provocar la muerte.
  • Las etiquetas de alimentos en las que se indica “puede contener” determinados ingredientes resultan útiles a la hora de reducir la ingestión accidental de alérgenos.
  • Los pacientes con alergias tratadas incorrectamente ocasionan la mayor parte de los elevados gastos sanitarios relacionados con este tema.
  • Diversos estudios demuestran que, a lo largo de la vida, los pacientes con alergia alimentaria tienen una peor calidad de vida que aquellos con enfermedades que, a veces, se consideran más graves, como la diabetes.

El diagnóstico chungo

Con frecuencia, son muchos los síntomas o incluso enfermedades que son erróneamente atribuidos a una alergia alimentaria. Así, no son pocos los pacientes que, estando insatisfechos con las respuestas que reciben de los profesionales sanitarios, recurren con frecuencia a métodos de diagnóstico alternativos. Entre ésos métodos “alternativos” y no eficaces más utilizados figuran los siguientes, tal y como advierte la EAACI:

  • Pruebas “citotóxicas”: Estas pruebas se basan en la incubación de células sanguíneas junto a una serie de extractos de alimentos y miden con fines diagnósticos el cambio en el tamaño celular o la respuesta inflamatoria. Entre este tipo de pruebas las más populares son el AlcatTM y el NOVO ImmogenicsTM. Sin embargo, no existen estudios científicamente válidos que muestren su utilidad a la hora de establecer una alergia a los alimentos.
  • Detección de IgG específica contra los alimentos: Otras empresas comercializan también kits de detección de IgG a un gran número de productos alimenticios con el fin de diagnosticar las alergias alimentarias. En realidad, los resultados positivos sólo demuestran el contacto con la comida, pero no han sido capaces de discriminar la alergia de la tolerancia, y no se recomiendan por parte de ninguna de las organizaciones científicas especializadas en alergia.
  • En el apartado más alternativo o magufo de todos figuran pruebas basadas en la kinesiología, la provocación subcutánea y sublingual, la prueba DRIA, la biorresonancia y la electroacupuntura o prueba electrotérmica. Todas ellas son técnicas in vivo que no tienen ninguna credibilidad científica.

Lo que dice la ciencia y puedes confiar

En sentido contrario a todas las pruebas antedichas, la mejor prueba hasta el momento para detectar alergias alimentarias consiste en, después de una evaluación adecuada por parte de un alergológico (como Dios manda), en la exposición alimentaria “doblemente cegada” y controlada con placebo, que se debe realizarse bajo la supervisión de profesionales de la salud con experiencia en estas cuestiones.

Dicho de una forma clara para que se me entienda: ni kits que se compran por correo; ni envió de muestras (sangre, saliva…) a supuestos “laboratorios”; ni consultas en farmacias o herbodietéticas o herbolarios; ni pruebas en dudosos cuchitriles de más que dudosa apariencia, etcétera.

La alergia alimentaria es algo serio, ponte en manos de profesionales cualificados y no de vendedores de humo… por mucho que huela bien dicho humo.

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Imagen: David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net

¿Indulto para el colesterol en las nuevas recomendaciones dietéticas americanas?

CholesterolTomo el relevo de mi buen vecino Javier Yanes (@yanes68) cuando el otro día en su blog ponía en alza el golpe de timón que se está llevando a cabo en el mundo de la nutrición y de las recomendaciones dietéticas. Este cambio, ya conocido por otra parte, consiste en señalar con el dedo acusador de todos los males dietéticos a los azúcares y fuentes alimentarias con hidratos de carbono simples; a la par que indultar de la pena impuesta durante más de 40 años a las grasas saturadas. Te lo contaba el bueno de Javier en este post que te recomiendo vivamente consultar.

Digo que tomo el relevo por que además de a las grasas saturadas, tal y como te contaba yo también en este otro post, al que parece que le ha venido Dios a ver es al manido colesterol. Y es que, tal y como reza el título de hoy, por fin las autoridades sanitarias norteamericanas están a punto de redimir a este elemento dietético tras 40 largos años de dura, durísima, condena. De esta forma, parece bastante probable que en las próximas guías dietéticas no se haga mayor referencia al peligro que implica incorporar una determinada cantidad de colesterol a partir de los alimentos. En un país formal como los EEUU que revisan las guías dietéticas cada cinco años, no como en otros (y de verdad que ahora no sé donde mirar para no mirar a “nadie”) resulta que desde la década de los años 70 se incluía una recomendación referente a no incorporar con los alimentos más de 300mg de colesterol al día. Tal es así que las actuales guías dietéticas formuladas en 2010 la incluyen… algo que como digo parece que va a cambiar.

Trailer sobre la peli del colesterol

Por resumirte mucho, muchísimo la película, el juicio sumarísimo y condena directa de la que ha sido objeto el colesterol deriva, con sentencia firme, desde 1961 cuando basándose en los informes de la American Heart Association (AHA) el gobierno de los EEUU proscribió el consumo de cualquier alimento susceptible de aportar una cantidad mínimamente significativa de colesterol… entre ellos el huevo, alimento que recientemente también fue indultado, tal y como te comenté en este artículo. En aquel entonces las pruebas en contra de ambos imputados, las grasas saturadas y el colesterol, parecían concluyentes: a mayor grasa saturada y colesterol mayor riesgo de enfermedad cardiovascular.

Colesterol 2

Sin embargo, en la actualidad parece que nuevas pruebas se suman a un caso que parecía más que cerrado para aportar una perspectiva diferente de aquel proceso en el que tan mal parados salieron los imputados. Así, y aunque la cosa viene de más atrás, los mismos fiscales que los inculparon en su día (el American College of Cardiology y la American Heart Association) plantearon en 2013 y en base a nuevas evidencias que no había razón alguna al respecto de dirigir a la población general las advertencias que sobre el colesterol en los alimentos se habían venido realizando en las últimas cuatro décadas. Tal es así que a día de hoy la actual guía para reducir el riesgo cardiovascular publicada por la AHA, no hace alusión alguna a alimentos ricos en colesterol. En su lugar y en referencia a la dieta, lo único que recomienda y en positivo, es incorporar importantes cantidades de verduras, frutas y hortalizas. Nada al respecto de, en negativo, “evite comer esto o lo otro” por su cantidad de colesterol.

Sin embargo, esta medida posiblemente plasmada en las próximas guías dietéticas norteamericanas no es del gusto de todos los investigadores. Aunque a muchos de ellos les parece una medida razonable (la de desterrar un límite máximo de ingesta diaria de colesterol) entre ellos Walter Willett, presidente del departamento de nutrición de la Escuela de Salud Pública de Harvard; hay otros que expresan sus reticencias en base, principalmente, a lo mucho que a la ciencia le queda por conocer sobre el metabolismo del colesterol. Entre esas cuestiones que hoy se ponen encima de la mesa están las ya casi omnipresentes en nuestra época nutrigenética y nutrigenómica, ya que al parecer hay un importante porcentaje de población que es más vulnerable que el resto a dietas ricas en colesterol.

En resumen

Para desquicie de buena parte de la población, así como de esa industria alimentaria que ahora va a ver como la alegación “sin colesterol” va a tener menos relevancia que el horóscopo, estamos ante un cambio de considerable magnitud en relación a una de las más importantes directrices dietéticas del último medio siglo. Y conste que no me extraña ese desquicie cuando los cambios son tan drásticos. Así, pienso que sería bueno que en aras de una mayor confianza en la ciencia por parte de la población, este tipo de giros se dieran de forma algo más paulatina en vez de en forma de figurados volantazos que pueden hacer pensar que no haya nadie al mando.

En cualquier caso, lo que hay que tener claro es que los cambios en el terreno de la ciencia, de la buena ciencia, no son solo normales sino que además han de ser deseados. Quizá la lectura del artículo sobre “la maleta de Asimov (o por qué lo que ayer era bueno hoy es malo y viceversa)” ayude mejor a comprender lo que quiero decir.

Entradas relacionadas:

¿Qué haces tú por tu colesterol?

Grasas saturadas: de villanas a heroínas, crónica de la última gran revolución dietética

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Nota: quiero agradecer a Alfonso Triguero la aportación de material

Imagen: ChemNerd vía Wikimedia Commons y Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

¿Tendrá el género masculino (obeso) mayores problemas reproductivos en el futuro?

Lunes pollasExiste cierta evidencia basada en la observación que sostiene que aquellos varones con mayores índices de masa corporal y mayor perímetro de cintura tienen una peor calidad de esperma. Las deducciones, aunque sean así a vuela pluma, no parecen muy complicadas: la cifra absoluta y el porcentaje de obesos en el mundo está en constante aumento y, si esto continúa en este sentido y el “fluido vital” de los varones obesos es cada vez menos eficaz en su única función conocida… ¿habrá un momento en que estos no se reproduzcan o que su éxito sea menor en estas lides que el de aquellos varones que no padecen obesidad?

Bromas (que no tanto) a parte, este estudio The relationship between male BMI and waist circumference on semen quality: data from the LIFE study (Relaciones del IMC y el perímetro de cintura masculino con la calidad del semen: datos del estudio LIFE) pone de relieve lo que te cuento:

Al examinar los parámetros de calidad del semen, el volumen eyaculado mostró una disminución lineal a medida que aumentaba el IMC y el perímetro de la cintura [a más IMC y a más perímetro de la cintura, menos semen]. Al mismo tiempo, el recuento de espermatozoides se asoció de forma negativa al perímetro de la cintura [a medida que este aumentaba, menos espermatozoides se constataban]. […] El porcentaje de hombres que presentaban un volumen anormal de esperma, que tenían una menor concentración de espermatozoides y un menor conteo total de estos, aumentaba a medida que aumentaba el volumen corporal […]

No sé si en este momento el decir “blanco y en botella” es una expresión adecuada… pero seguro que me entiendes.

En cualquier caso, ya se han hecho otros estudios en esta línea y, aunque de resultados variables, los más recientes apuntan hacia resultados similares a los comentados. En sentido contrario a lo dicho, este artículo, con metaanálisis incluido, no encontró asociación alguna entre el IMC y los parámetros de calidad del semen… la contrario que este otro, más reciente y también con metaanalísis, que sí:

El sobrepeso y la obesidad se asociaron con un aumento de la prevalencia de la azoospermia y la oligozoospermia […]

Sea como fuere, si las cuestiones del esperma no te interesan demasiado, pero el tamaño de tu “herramienta” sí, has de saber que perder peso, en especial perímetro de la cintura (barriga) puede ayudar a que esta luzca mayor (no a que aumente su tamaño) es decir, que parezca mayor. La razón, facil de comprender, la encontramos al saber que un vientre más o menos prominente invade en cierta medida la base del pene, y hace que el órgano parezca más pequeño. Así, perder grasa abdominal, podría ayudar a lucirla mejor.

Como ves, tanto en este sentido, como en el horizontal, no hay mayores ventajas de estar por encima de tu peso.

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Nota: esta entrada, como la del lunes anterior (#lunesTetas) se ha realizado a colación de la iniciativa #lunesPollas convocada a través del portal Naukas (@Naukas_com). A este paso, el lunes que viene toca #InglesBrasileñas.

Imagen:  Ambro vía freedigitalphotos.net

Cuando la resaca acecha

ResacónUn año más, este de víspera, traigo a colación una de las preocupaciones que a buen seguro van a ser #TrendingTopic en las próximas horas y que atañen a las cuestiones nutricionales. Me refiero al abuso alcohólico y a una de sus inexorables y dolorosas consecuencias: la resaca.

Te lo conté hace un año, cuando con la ciencia en la mano pusimos del revés el mito aquel de que un clavo saca a otro clavo… una cuestión que en el ámbito de la carpintería podría tener su aquel, pero no desde luego cuando de bebidas alcohólicas se trata. Es más, en el caso de “un clavo a saca a otro clavo”, y tratándose del consumo de bebidas alcohólicas, esta práctica parece que está más asociada a una excusa tras la que se esconde un genuino problema de alcoholismo, que a un benéfico remedio contra la resaca.

Y sabes que no hablo por hablar, hace dos años publiqué un post en el que se ponía de relieve el especial interés de la población general en esta época del año al respecto de conocer remedios contra la resaca. Un hecho que según las estadísticas repunta cada fin de semana a lo largo del año pero que en Año Nuevo se multiplica por cinco.

Sea como fuere tampoco este año las noticias son especialmente halagüeñas, el estado de la cuestión sigue siendo el mismo. Te lo resumo en una frase:

No existe ninguna intervención eficaz para prevenir o tratar los síntomas de la resaca.

Esta misma es la conclusión general del artículo de 2005 Interventions for preventing or treating alcohol hangover: systematic review of randomised controlled trials (“Intervenciones para prevenir o tratar la resaca alcohólica: revisión sistemática de ensayos controlados aleatorios”)

Es más, no te lo pierdas, esta revisión sistemática contempló el uso tanto de aquellas estrategias consideradas como convencionales (aspirina, ibuprofeno, paracetamol… ) como las complementarias (consumo de extracto de alcachofas, miel, ginseng, fitoterapia en general…) e incluso las más domésticas (ducharse, consumir pizza, huevos, plátanos, tomar el aire…) y, según ella:

No hay nada que ayude a prevenir o tratar la resaca alcohólica que no sea la abstinencia o, cuando menos, la moderación.

Puede que te sorprendan este tipo de conclusiones cuando en la cultura popular existen algunos remedios que se han tomado por infalibles… pero es lo que hay. Así, cuando los más habituales e incluso popularmente admitidos remedios preventivos o paliativos se observan bajo el prisma de la ciencia, la realidad que nos queda es que no hay nada como dar tiempo para que los naturales procesos biológicos cumplan con su cometido.

Por último, entre los estudios más recientes con una lectura ligeramente positiva en cuanto a la resaca merece la pena mencionar esta publicación Does hangover influence the time to next drink? An investigation using ecological momentary assessment (“¿Influye la resaca en el tiempo transcurrido para volver a beber? Una investigación de evaluación ecológica puntual”) que sugiere que, al menos de forma modesta, padecer una resaca podría aumentar el tiempo en el que los bebedores frecuentes se enfrentan a la próxima copa.

Así pues, más allá de las legales consecuencias que propicia el consumo de bebidas alcohólicas y centrándonos en tu salud y próximo malestar… puedes hacer lo que quieras, desde tomar megasuplementos de vitamina B1 a mazarte a huevos crudos, mantequilla y alcachofas el día de antes; o si lo prefieres, encomendarte a Dionisioal final tu melopea, sus consecuencias y tu resaca no dependerán tanto de ello, como sí lo hará de tu sentido común frente a las copas.

Sea como fuere, os deseo de verdad que entréis con buen pie en 2015 y que este año esté cuajado de buenas oportunidades.

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Imágenes:  hyena reality freedigitalphotos.net

Nutrición y trastornos del espectro autista (capítulo 2): muchas dudas y pocas certezas

Dudas y respuestas

El pasado viernes, en el capítulo 1 de esta mini saga, se abordaron las posibles (y poco claras hasta la fecha) causas de los trastornos del espectro autista (TEA) durante el embarazo y su relación con la situación nutricional de la madre. Así, y como lo prometido es deuda, hoy toca conocer qué se sabe de cierto al respecto de los posibles tratamientos de niños diagnosticados de TEA cuando esos tratamientos están vinculados con la alimentación, o más en concreto con algunos nutrientes determinados. Ya te adelanto que de lo que se sabe de verdad, “a ciencia cierta”, hay poco.

Introducción general sobre el tratamiento de los TEA

Tal y como te conté, como no hay un único TEA, tampoco hay un único tratamiento para las personas diagnosticadas con algún tipo de estos trastornos. Además, como hasta el momento los TEA no tienen cura y en una buena parte de los casos se desconocen las verdaderas causas, no existe ése fármaco o sustancia que lo “cure” y que a muchos nos gustaría que existiese. Así, el Centro de Control de Enfermedades (CDC) norteamericano reconoce que:

No hay un tratamiento único e ideal […]. Sin embargo, es muy importante enseñarle al niño las destrezas específicas en un contexto bien planeado y estructurado. Algunos niños reaccionan bien a un tipo de tratamiento mientras que otros tienen una reacción negativa o no reaccionan para nada al mismo tratamiento. Antes de escoger el programa de tratamiento, es importante hablar con los proveedores de atención médica del niño para comprender los posibles riesgos y beneficios.

También es importante recordar que los niños con TEA se pueden enfermar o lesionar de la misma manera que los otros niños que no tienen estos trastornos. Los chequeos médicos y dentales de rutina deben ser parte del plan de tratamiento. A menudo es difícil saber si la conducta de un niño está relacionada con una TEA o si es producto de una afección independiente. Por ejemplo, los cabezazos contra un muro pueden ser un síntoma de TEA o un signo de que al niño le duele la cabeza […]. Vigilar un desarrollo saludable significa no solo prestar atención a los síntomas relacionados con los TEA, sino también estar pendiente de la salud física y mental del niño.

Así, con este necesario preámbulo, el CDC clasifica las distintas propuestas de tratamiento actuales de TEA en cuatro grupos: terapias conductuales y de comunicación; tratamientos nutricionales; tratamientos farmacológicos y; medicina complementaria y alternativa

Como verás, aunque los tratamientos nutricionales están claramente diferenciados de aquellos pertenecientes a la medicina complementaria y alternativa, el CDC reconoce que sobre los primeros (y qué decir sobre los segundos) existen muchas propuestas (nutricionales) que no cuentan con la base científica necesaria para hacer una recomendación general. Un tratamiento no comprobado puede ayudar a un niño, pero no a otro.

De esta forma, en el abordaje de los TEA la mayor parte de los tratamientos generales incluyen algún tipo de consideración en relación a la alimentación. De forma general, estos cambios suelen incluir la eliminación de ciertos alimentos y la frecuente utilización de suplementos vitamínicos o minerales. Los tratamientos nutricionales se basan en la idea de que las alergias a los alimentos o la falta de vitaminas o minerales causan síntomas de TEA. Sin embargo, y a pesar de que algunos padres creen que los cambios en la alimentación provocan cambios en la manera en que el niño siente o actúa, lo cierto es que no hay un consenso científico a este respecto tal y como se verá a continuación. En cualquier caso antes de cambiar en algún sentido la alimentación de su niño con TEA es imprescindible hablar antes con su médico y con un nutricionista para asegurarse de que el niño recibe unos aportes nutricionales adecuados.

TEA y tratamiento nutricional: lo que se sabe y nada es casi lo mismo

Que más nos gustaría a nosotros que las cosas fuesen tan “sencillas”, pero va ser que no. A pesar de que no pocas personas se han subido al carro de tratamientos alternativos (entiéndase en este caso, sin pies ni cabeza) de la mano del Dr. Aprovechategui (= aprovechemos el filón de gente desesperada) y de que existen infinidad de planteamientos nutricionales que proponen tratar en mayor o menor medida los síntomas de los TEA, lo cierto es que no hay nada, de nada, claro. Ni los que proponen la restricción de ciertos elementos nutricionales (el más típico y recurrente en la actualidad el famoso gluten que sale hasta en la sopa), ni tampoco los suplementadores o enriquecedores, en el que los ácidos grasos del tipo omega tres, el ácido fólico y los famosos probióticos se llevan la palma. Da igual, aunque nos haría mucha ilusión que las cosas fuesen tan sencillas, la realidad nos dice que  no lo son. Puede que en determinadas casos concretos se experimente algún tipo de mejoría, pero ni parece que se pueda hacer una generalización, ni tampoco (y esto es lo peor) se está en condiciones de describir unas circunstancias concretas en las cuales un determinado tratamiento nutricional esté indicado.

En este sentido merece muy mucho la pena tomar nota de lo que el Instituto de Salud Carlos III (en su Instituto de Investigación de enfermedades raras) sostiene sobre el uso de protocolos dietéticos para el tratamiento del autismo:

La controversia se fundamenta en los testimonios de las familias que usan estas dietas con sus hijos, así como la propia labor de difusión de los propios autores de este tratamiento.

En el lado contrario, están los profesionales que buscan evidencias médicas sobre el tratamiento con estas dietas y o no las encuentran, o lo que encuentran son solo evidencias muy parciales, nunca refrendadas por sistemas de evaluación considerados como patrones para la aplicación de tratamientos médicos de cualquier tipo en las personas. Estos métodos están específicamente diseñados para garantizar la eficacia, la seguridad y la calidad del tratamiento que se quiere aplicar y el uso de las dietas no debe ser nada que se salga de esta norma. Cambiar unos alimentos por otros de otro tipo pero de igual contenido calórico y composición de compuestos básicos, no implica problema alguno. Los alimentos naturales pueden contener compuestos que pueden, sin lugar a dudas, producir alteraciones en el organismo de ciertas personas susceptibles, pero los alimentos fabricados con fines concretos (libres de una substancia específica, etc) deben ser evaluados cuando se pretende utilizarlos de manera sistemática y como alternativa terapéutica para una patología. Para ello se deben probar usando criterios de manera que se puedan comparar sus efectos con otras personas que no están sometidos a esa intervención dietética, es decir, casos con el mismo diagnóstico, ajustados por la distribución de otras variables importantes como edad, sexo, tiempo de evolución, severidad, etc. Se debe hacer un seguimiento por igual a los dos grupos y con el tiempo suficiente para ver si la intervención a estudiar (la dieta en este caso) produce efectos sostenibles a largo plazo y también se deben evaluar sin que el médico que hace el estudio sepa que tratamiento está haciendo cada niño. Trabajar con ambos grupos de casos de manera ciega, es decir, que los investigadores que evalúan el beneficio del tratamiento y recogen también los inconvenientes, no conocen el grupo al que están asignados los casos (con tratamiento dietético o sin tratamiento con estas dietas).

Así, en el mismo documento enlazado (es muy recomendable que le eches un vistazo para entrar más detalle) se hacen una serie de reflexiones y recomendaciones al respecto del planteamiento de cualquier tratamiento nutricional enfocado a los TEA:

Hoy en día está ampliamente aceptado que los TEA son trastornos neurobiológicos cuyo origen puede estar ocasionado en periodos prenatales, sin que se puedan descartar factores preconcepcionales. Por lo tanto, no parece que factores externos, como puede ser la dieta, a los que todos nos exponemos durante los primeros años de vida, puedan ser los causantes de estos trastornos, al menos como factores etiológicas o causales.

Tampoco parece que si no son las causas últimas, puedan ser alternativas terapéuticas que curen el autismo, dado que ni parecen incidir en un supuesto factor causal, ni tampoco está clara la relación entre el potencial efecto beneficioso y el factor neurobiológico responsable de los TEA.

Es obvio que en medicina se han usado tratamientos que claramente eran beneficiosos pero cuya relación con el factor causal o los mecanismos de producción de la enfermedad no se conocieron hasta pasados muchos años del inicio de su utilización. No obstante, existen reglas aplicables a cualquier tratamiento que se propugne como beneficioso para una entidad clínica, que deberían respetarse, sobre todo si tras la decisión de adoptar o no una terapia dietética pueden existir daños asociados no controlables que pueden afectar tanto al niño tratado (bajo contenido en compuestos necesarios para la vida) como a la familia (carga socioeconómica).

En la actualidad, no existen datos de ensayos clínicos con estas dietas que hayan demostrado beneficio, por lo que es necesario conocer que el escepticismo de los científicos es razonable porque no es permisible creer en beneficios derivados de testimonios personales, por muy valiosos que estos sean, sino se siguen de una comprobación y demostración de la eficacia de una manera más específica y contrastada. Esta es la manera habitual en la que se debe trabajar para garantizar la seguridad de las personas y es por lo que el método científico ha sido desarrollado. No podemos, por tanto, admitir otros criterios para aplicar tratamientos a las personas con TEA, por mucho que la falta de disponibilidad de terapias curativas sea un factor que nos presione para una búsqueda más activa de tratamientos para estas personas.

Lo cierto es que en este post me había planteado hacer una revisión personal de lo que se sabe al respecto de elementos dietéticos concretos (como la presencia o no del gluten, el peso de los probióticos, de los omega tres o del ácido fólico) pero después de echar un vistazo a tan claras palabras por parte del Instituto de Salud Carlos III considero que no merece la pena enfangar el mensaje: No hay un tratamiento dietético claro en los casos de TEA, y quien lo plantee miente como un bellaco si, en especial, ofrece algún tipo de garantía al respecto de la mejoría.

Lo dicho, en mi opinión, como cada caso de TEA es un mundo diferente, te sugiero que si estás interesado consultes tanto con un médico como con un dietista-nutricionista sensatos.

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Imágenes:  Stuart Miles freedigitalphotos.net

Trastornos del espectro autista y nutrición: el embarazo (capítulo 1)

Autismo

La semana pasada dedique un post en dar a conocer y desenmascarar una presunta terapia alternativa para el tratamiento de niños con autismo. Se me acusó de “no construir” y de solo pretender destruir. Puede ser cierto; en mi descargo diré que no veo nada de malo en destruir aquello que otros han creado con fines (queriendo o no) presuntamente fraudulentos… pero que en cualquiera de los casos supone una falsa esperanza… quien sabe si además peligrosa.

Bien, hoy estoy decidido a construir y trataré de arrojar algo de luz al respecto de dos cuestiones concretas que, no me extraña, siempre planean por encima de las cabezas de aquellos padres (ambos) con hijos afectados con algún trastorno del espectro autista (TEA): ¿habrá influido el estado nutricional de la madre, previo al embarazo y durante el mismo, en el desarrollo de un TEA en su descendencia? y, más allá de todo esto ¿qué se sabe de cierto al respecto de tratar con éxito los casos de TEA ya diagnosticados desde el punto de vista de la nutrición? Abordaré estas cuestiones en sendos post, uno para cada pregunta.

Introducción a las causas de los TEA

Antes de meterme en harina haré una necesaria consideración:

Sobre el origen de los distintos TEA (no hay un único autismo, como tampoco hay, por poner un ejemplo, una única “embarcación”) hay cosas que se tienen bastante bien asumidas: en primer lugar que en su génesis hay implicadas distintas variables, las genéticas (de ambos progenitores), las ambientales y las biológicas y; en segundo lugar, que no se tienen identificadas todas esas variables ya que se desconocen las causas últimas de un importante número de casos de TEA. Para empeorar esta realidad, lo más probable es que entre todos los factores conocidos y los que faltan por poner en evidencia exista además una cierta relación, pudiendo haber factores predisponentes y desencadenantes (que no son lo mismo). Es decir y por ejemplo, distintos grupos de niños con ciertos genes pueden ser afectados más fácilmente a raíz de su diferente exposición ambiental.

Hasta ahora lo que se tiene bastante claro es lo siguiente:

  • El consenso científico coincide en hacer descansar en los genes uno de los factores de riesgo que hacen que una persona sea más vulnerable a tener un TEA. Tal es así que los niños que tienen hermanos o uno de los padres con TEA, tienen un riesgo más alto de padecer algún tipo de estos trastornos.
  • Los TEA se presentan con mayor frecuencia en personas con ciertas afecciones. Alrededor del 10% de los niños con TEA tienen una alteración genética identificada, como el síndrome del cromosoma X frágil, la esclerosis tuberosa, el síndrome de Down y otras alteraciones cromosómicas.
  • Se han asociado de forma positiva el uso de determinados medicamentos durante el embarazo con un riesgo mayor de presentar TEA, por ejemplo, la talidomida y el ácido valproico.
  • Al mismo tiempo, también se tiene bastante certeza sobre algunos factores que NO son factores causales de los TEA, aunque se oiga hablar de ellos, entre ellos, uno de los principales, la antigua creencia de que los TEA son causados por una mala crianza o descuidos en su crecimiento por parte de los padres.

Para más información al respecto de lo que se sabe y no sobre las causas de los TEA, te sugiero que sigas este enlace y este otro.

Estado nutricional de la madre e incidencia de los TEA

Si has leído con atención las líneas anteriores el tema del estado nutricional de la madre durante el embarazo no es una cuestión que, en un sentido u otro, se tenga por contrastada a la hora de establecerla como uno de los factores relacionados con el desarrollo de los TEA.

Sin embargo, precisamente por esta incertidumbre, no son pocos los estudios que se realizan para poner en valor este particular. De hecho, en la actualidad una buena parte de los estudios realizados no solo tienen en cuenta diversos aspectos de la situación nutricional de la madre sino que estos, además interaccionen con su genoma en un sentido u otro para favorecer un posible TEA en su descendencia. Así según algunos estudios, en el caso de madres genéticamente predispuestas, podría resultar interesante suplementar su dieta en el periodo previo a la concepción con multivitamínicos a fin de disminuir el riesgo de TEA. Otros estudios (enlace, enlace y enlace) centran los beneficios de esta posible intervención de prevención primaria en vitaminas concretas, muy habitualmente y en especial, el ácido fólico. Otra de las vitaminas posiblemente implicadas es la vitamina D; de esta forma otros estudios como este de aquí o este otro han especulado con el cómo un inadecuado estatus nutricional de vitamina D podría favorecer los casos de TEA.

Más allá de las vitaminas, otros estudios parecen encontrar una cierta relación en el perfil dietético de las grasas de la madre y el riesgo de TEA, así, en este caso, parece aportarse una cierta evidencia al respecto del papel de los ácidos grasos omega-6 y omega-3, de forma que el enriquecimiento dietético de los primeros estaría relacionado con una disminución del riesgo y, las bajas ingestas de los segundos con un incremento del mismo.

Si hay un denominador común en la práctica totalidad de estos estudios señalados, muchos de ellos revisiones de la literatura científica al respecto, es que no lo tienen claro. Así, en la mayor parte de las conclusiones la palabra que más destaca es “podría”podría ayudar, podría ser beneficioso, podría reducir (o aumentar) el riesgo, etcétera. Y es que precisamente por la naturaleza observacional de estos estudios o de los que se revisan, se hace especialmente complicado el sacar conclusiones claras y directas. Si a esto le sumamos que la mayor parte de los posibles factores nutricionales pueden estar relacionados con cuestiones genéticas… es comprensible que las conclusiones no sean más claras de lo que son. De esta forma, todos los estudios sin excepción acaban remitiendo a la necesidad de hacer más estudios en esa línea.

Conclusión

Parece que nos empeñamos en encontrar una relación inequívoca al respecto del estado nutricional de la madre y el desarrollo de TEA por parte de su descendencia; a pesar de ello este tema no está para nada claro aunque parece “que algo hay”. En cualquier caso, de lo que no cabe demasiada duda es que un adecuado estatus nutricional propiciado por una dieta también adecuada en lo que respecta a su composición en macro y micronutrientes, sin llegar a ser ni mucho menos una garantía para evitar los casos de TEA, sí que podría disminuir su incidencia (pero claro, probablemente en determinada población genéticamente predispuesta).

La única recomendación clara que he sacado es que conociendo los riesgos mínimos que tiene la suplementación con ácido fólico al tiempo que sus contrastados beneficios a la hora de disminuir el riesgo de diversos trastornos (no solo los TEA) invitaría a que todas las mujeres gestantes o con intención de serlo incluyeran esta clase de suplemento en su dieta. Algo que por otra parte ya forma parte de todos los protocolos y recomendaciones en este sentido

En el capítulo que viene veremos el posible efecto y papel de los nutrientes en el tratamiento de casos de TEA ya diagnosticados.

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Imagen: David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net

Agua de mar hexagonal o cómo embaucar a costa del autismo

Como el autismo es provocado en gran manera por la gran condensación de metales pesados como el mercurio, que desestructuran el agua, crearemos un agua estructurada bioinformada con el código de adn original y añadiremos serotonina y melatonina mediante vibraciones, junto con algunas otras frecuencias y códigos numéricos de sanación.

Stop fraude

Reconozco que jamás en mi vida he visto un mayor número de memeces en tan poco texto. Se trata por lo que a mí respecta de un vergonzoso y fraudulento record que utiliza la angustia de las familias que cuentan con alguno de sus miembros dentro de los denominados trastornos del espectro autista. Digo fraudulento y no hilarante, porque como supongo, el remedio propuesto tendrá un coste a pesar de que no hay el más mínimo asidero para este planteamiento sanador.

Al parecer esta empresa, VedimCuántica, que tan agradecida se siente por el supuesto encargo que le ha hecho “una asociación de padres de niñ@s autistas” (cuyo nombre o página web se cuidan mucho de mencionar) para que les dote de algún supuesto remedio, ha decidido ponerse la ciencia por montera (algo que se le debe dar muy bien a juzgar por la línea de productos que comercializa) y explotar la debilidad de los familiares de este colectivo.

  • ¿El autismo es provocado por la condensación de metales pesados como el mercurio? ¿Condensación… qué condensación es esa… en los cristales de las ventanas, en nuestras retinas…?
  • ¿Esa condensación que no sabemos dónde se produce… desestructura el agua? además, ¿qué agua… la de nuestros acuíferos, la de nuestros cuerpos…? ¿la del mar acaso no?
  • ¿Qué es eso de “crear” un agua… estructurada… bioninformada? ¿agua bioinformada? Espera, espera… ¿agua con adn? Esto es una sinvergonzonería que aumenta a medida que se añaden palabras… una a una.
  • ¿Añadir serotonina y melatonina por vibraciones? ¿qué forma de adicionar nada es ésa? y lo último ¿qué es eso de añadir al mismo tiempo frecuencias y códigos numéricos de sanación? ¿al agua?

Aunque no le encuentro el chiste por ninguna parte, lo más gracioso es que, como se puede comprobar, esta basura de terapia alternativa aúna conceptos absurdos que ya existían por separado, y de los que sobre algunos de ellos ya se ha dado cuenta en este blog. Me refiero por ejemplo a lo del agua hexagonal, las maravillosas propiedades del agua de mar y lo de las frecuencias o energías de sanación.

Me imagino lo ridículo que es para estos señores de VidimCuántica que yo deje aquí pruebas de lo complicado que es a día de hoy para la comunidad científica establecer tanto las causas de los trastornos del espectro autista, así como contrastar la validez de las muy diversas terapias y tratamientos que a menudo se plantean en este marco. No obstante, para el resto de lectores diré que el origen de las causas de este tipo de trastornos permanece en buena parte desconocido destacando que al parecer podría haber tanto elementos genéticos (heredados y no) como de estilo de vida que lo pudieran condicionar. Así, tal y como reconoce y sintetiza el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC nortamericano):

No se conocen todas las causas de los Transtornos del Espectro Autista (TEA). Sin embargo, sí que se sabe que probablemente sean diversos los orígenes que hay detrás de los, a su vez, múltiples tipos de TEA; e incluyen factores ambientales, biológicos y genéticos.

De hecho, este mismo organismo advierte al respecto de las terapias alternativas (entre ellas esta que hoy se menciona):

Para aliviar los síntomas de los TEA, algunos padres y profesionales de la salud utilizan tratamientos que están fuera de lo que normalmente recomiendan los médicos [médicos estándar se entiende, porque de todo hay en la viña del señor]. […] Estos tratamientos son muy controvertidos. Sin embargo, la realidad actual muestra que hasta un tercio de los padres de niños con TEA pueden haber intentado alguno de estos tratamientos alternativos, y hasta un 10% pueden haber empleado un tratamiento potencialmente peligroso. Así pues, antes de iniciar un tratamiento de este tipo, obsérvelo con ojo crítico, y coméntelo con su médico.

Creo que si nuestras autoridades no intervienen en cosas como estas es como para irse a vivir a una isla desierta. Y es que peligroso o no (eso estaría por ver), de lo que no cabe la menor duda es que, en mi opinión, se trata de un fraude con todas las letras.

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Nota: Agradezco a Candela Atienza ‏() el hacerme llegar esta… cosa.

Imagen:  Stuart Miles vía freedigitalphotos.net

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