El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Nutrición-área 51: Estimulación eléctrica del estómago en el tratamiento de la obesidad

EstómagoSi estás atento a las noticias es probable que te haya llamado la atención la existencia de un novedoso tratamiento para la obesidad a medio camino entre la cirugía bariátrica y los conocidos marcapasos para el corazón. Este dispositivo trabajaría mediante la estimulación eléctrica (o inhibición, según convenga) de la musculatura del estómago con el fin de ocasionar una pérdida de peso.

La técnica, mínimamente invasiva, consiste en implantar en la pared interna del estómago un dispositivo electro estimulador a modo de “marcapasos” normalmente por vía laparoscópica. En esencia, este aparato emitiría pequeñas descargas eléctricas de baja intensidad; con esta alteración eléctrica se trataría, por ejemplo, de retrasar el vaciado gástrico una vez que se haya comido y de esta forma sentirse lleno durante más tiempo y por tanto con una menor tendencia hacia la comida, como se desprende de este estado.

El origen de esta técnica aplicada al tratamiento de la obesidad fue más o menos accidental cuando se estaba estudiando la estimulación eléctrica del estómago para tratar pacientes aquejados de gastroparesia (enfermedad que reduce la capacidad del estómago para vaciar su contenido pero no implica su bloqueo u obstrucción) a finales de los años 80. En poco tiempo alguien tuvo la feliz idea y propuso que si en vez de estimular su vaciado se pudiera inhibir temporalmente, esta podría ser una estrategia que pudiera ayudar a pacientes con exceso de peso. Así, a mediados de los años 90 se realizaron bastantes investigaciones con modelos animales para contrastar las posibilidades de esta alternativa y los resultados fueron francamente esperanzadores: controlando el vaciado gástrico normal y fisiológico mediante la estimulación del eléctrica del estómago de los animales (muchos de ellos mamíferos superiores) estos conseguían reducir su ingesta y de ahí el peso.

De esta forma, en poco tiempo teníamos ya los primeros estudios con humanos que testaron este dispositivo en el tratamiento de la obesidad y lo cierto es que con resultados en principio también bastante optimistas, al menos en el medio-corto plazo (1 año de intervención).

Uno de los aspectos que mas incertidumbre genera es que en gran medida se desconocen los mecanismos precisos por los que este tipo de intervención funciona. El caso es que, si se me permite la expresión, a base de toquitear y jugar con los estímulos eléctricos (con diversa intensidad, voltaje, frecuencia etcétera) se persigue inducir la distensión del estómago, reducir su “acomodación”, así como inhibir su peristaltismo… lo que conlleva tanto por separado como en suma a un retraso en el vaciamiento gástrico y a un aumento de la saciedad.

Sin embrago, a pesar de las recientes noticias al respecto de estudios que han logrado exitosos resultados, lo cierto es que todavía no se pueden echar las campanas al vuelo alegremente… te cuento. De entrada, al parecer hay distintos procedimientos de estimulación eléctrica y no todos obtienen los mismos resultados. Desde el descubrimiento de esta técnica, se han realizado muchos estudios experimentales con animales, así como no pocos ensayos clínicos en seres humanos. A pesar de ello, parece que el número de ensayos realizados con suficiente calidad es bastante limitado, tal y como reconoce esta revisión sistemática al respecto, la primera realizada hasta la fecha sobre este tema. Así, en sus conclusiones, después de haber analizado la metodología, muestra y resultados de más de 30 estudios con humanos, concluye que aunque la gastro-estimulación constituye una prometedora técnica para el abordaje de la obesidad, a fecha de hoy (la revisión mencionada es de septiembre de 2014) se requiere una mayor evidencia y resultados más claros, así como una estandarización de los ensayos para establecer sin dudas el efecto a largo plazo de esta estrategia terapéutica en la obesidad. De hecho, las pérdidas de peso contrastadas con este sistema son menores que las observadas con la cirugía bariátrica, aunque mayores eso sí, que las obtenidas mediante técnicas de modificación del comportamiento no invasivas.

Sea como fuere y tal y como reconocía la Asociación Mexicana de Cirugía Endocóspica en 2009:

A pesar de que la estimulación gástrica eléctrica es una alternativa disponible desde hace años en el tratamiento de la obesidad, esta no ha ganado mucha popularidad probablemente por su alto costo y baja efectividad a largo plazo, comparado con otras alternativas quirúrgicas. Una más de sus limitaciones es la necesidad de contar con una fuente de energía que obliga a conectar los cables a una batería de tamaño mediano que se ubica fuera del estómago.

Para que esta técnica termine siendo más aceptada en el tratamiento de la obesidad en orden a su eficacia y seguridad, la utilización de un “marcapasos gástrico” debería ser un recurso adaptado de forma individual a cada paciente. Actualmente su principal inconveniente es que los electrodos se colocan «en cualquier lugar» en el estómago de los pacientes. Para una correcta hipótesis en cuanto a su eficacia sería necesario que la ubicación del marcapasos gástrico variara de un paciente a otro en virtud de sus concretas necesidades, así como poder modificar la sensibilidad de estos dispositivos a los estímulos eléctricos. Al mismo tiempo, sería imprescindible que para su éxito como estrategia en el tratamiento de la obesidad se incluyera una herramienta que monitorizara la actividad del marcapasos gástrico con el fin de mejorar su facilidad de uso y que tanto los pacientes como los profesionales sanitarios tuvieran una cierta capacidad de interacción inalámbrica con el dispositivo. En relación con el propio aparato, este debería poder ser implantado sin tener que someter al paciente a anestesia general y, además, tener la posibilidad de controlar su funcionamiento sin recurrir a “cables” que lo conecten desde el exterior (tal y como ahora ocurre), por ejemplo, con un teléfono o dispositivo móvil.

De todas formas, funcione o no, a mí esta solución me sigue pareciendo «hacer trampas», y me explico. Tanto este tratamiento como todos aquellos en los que está implicada cualquier tipo de cirugía bariátrica me parecen solo una forma de puentear la causa original del problema. No digo que en determinados casos puntuales estas soluciones no pudieran ser válidas o tenidas en cuenta, pero con las actuales cifras de obesidad en el mundo veo francamente difícil que esta sea «la solución». Este tipo de recursos, en mi opinión solo deberían estar disponibles para pacientes muy concretos ya que, además, su coste relativamente elevado hace que solo una reducida élite social pueda ¿beneficiarse? de su aplicación. Con sinceridad, me niego a contemplar un futuro más o menos lejano en la que, si no todos, si al menos una gran parte de la población porte su marcapasos gástrico. No creo que el problema de global de incidencia de obesidad tenga la solución en manos de esta u otro tipo de estrategias similares. Ni lo veo, ni lo quiero.

Dejando la seriedad a un lado, tanto hablar de marcapasos y tal (no lo he podido avitar) me ha llevado a esta asociación de temas.

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Imagen: samarttiw vía freedigitalphotos.net

“Fed Up”: Brillante documental sobre obesidad, industria, administraciones y soluciones que no lo son

¿Somos tan egoístas, ruines y desafectos como para dejar la solución de la obesidad en manos de las respectivas responsabilidades personales?

Pues eso es exactamente lo que la industria alimentaria promueve y lo que las administraciones jalean.

fed_up_28810Fed Up es un documental estrenado recientemente en los Estados Unidos que a partir de preguntas obvias, al tiempo que incómodas, nos plantea una más que probable realidad en la que la industria alimentaria y las administraciones desempeñan un papel más que destacado en la incidencia de la obesidad y todos sus trastornos asociados. Su traducción juega con el doble sentido ya que Fed Up se utiliza tanto para indicar que uno está harto de comida o de tanto comer, como para expresar que esta hasta los… mismísimos en relación a un determinado tema. Y el tema del documental es la obesidad, sus causas, sus soluciones y los actores implicados.

¿Existe una relación entre el diámetro de nuestras cinturas, en continua expansión, y las recomendaciones dietéticas de las administraciones sanitarias?; ¿y si el enfoque para acabar con la obesidad estuviera claramente equivocado?; ¿las soluciones que se proponen son verdaderas soluciones?; ¿y si esas las “soluciones”, en el fondo, solo consiguen agravar el problema? Lo que desde luego está claro es que las soluciones propuestas hasta la fecha han coincidido con un aumento de las cifras de obesidad, más que en su retroceso.

Si te gustó esta entrada: Todo podrido: los intereses de la industria alimentaria distorsionan las políticas de salud pública o esta otra: “Más allá del peso”, el mejor documental que he visto sobre obesidad infantil, no puedes dejar de ver Fed Up. Es imprescindible.

Resulta llamativo el contrastar que aunque el problema de la obesidad se venía barruntando desde mediados del siglo pasado, ha sido a partir de finales de la década de los años 70 cuando su progresión ha dado un salto cuantitativo, hacia arriba, importante. Precisamente cuando las administraciones sanitarias se han puesto manos a la obra “en serio” haciendo recomendaciones en un sentido u otro. Y lo ha hecho bajo unas presiones inauditas por parte de la industria alimentaria, la cual, cuando ha visto sus intereses peligrar, ha apretado como ella solo sabe hacer para que dichas recomendaciones y la forma que tienen de llevarse a cabo resulten lo más cómodas posible en atención a sus “valores”.

No soy de los que sostienen la opinión de que la industria alimentaria produce una serie de alimentos para enfermar a la población… Sin embargo, sus intereses, “el para qué” los produce (sin duda alguna para mejorar su balance de cuentas) comporta al mismo tiempo un grave menoscabo en la salud de los consumidores. Lo hace empezando con el mismo diseño de sus productos, con su embalaje, con los regalos promocionales, con su constante bombardeo de una publicidad malsana, con sus grupos de presión, con su omnipresente presencia en no importa casi qué entorno y así, en definitiva, dando pie a crear un ambiente obesogénico del que, para muchas personas, es francamente difícil evadirse.

Me cuesta encontrar en este documental algún aspecto criticable. Pese a su extensa duración, más de hora y media, todos los temas que aborda son de una importante relevancia y los toca de manera sublime, aportando los más contundentes argumentos y contando con las más expertas de las opiniones. Empezando por el principio cuando cuestiona abiertamente si es honesto el hecho de culpabilizar individualmente a las personas que padecen obesidad. Una explicación que a la industria alimentaria le viene muy requetebién.

De este modo, sostener que todo lo que hay que hacer es decir a la gente que coma menos y que haga más ejercicio resulta en la constatación de un grave problema de perspectiva. Digo de falta de perspectiva porque esto es lo que se viene diciendo a través de las recomendaciones “oficiales” desde hace prácticamente medio siglo… y el problema global más que atajarse, o al menos contenerse, sigue en aumento. Con este planteamiento se hace descansar, sin duda alguna, la culpa en la persona implicada. No diré que las personas, individualmente, no está implicadas; pero desde luego, colectivamente, tiene pinta de que hay alguna razón general que dificulta o impide a esas personas alcanzar las metas a través de la solución propuesta. Con sinceridad, habida cuenta de la magnitud del problema creo que no se puede hacer descansar todo, ni tan siquiera la mayor parte de las causas del problema, en la responsabilidad individual.

Me ha gustado tanto que, el verlo, me ha llevado casi cuatro horas a la hora de parar y tomar notas o buscar más información en la red al respecto de los temas que aborda y los datos que aporta. De hecho pocos son los temas, por no decir ninguno, que no hayan sido ya tratados en este blog:

Empezando por la absurda estrategia de contar calorías, el tema de las calorías vacías, por no hablar de la desmadrada presencia del azúcar en nuestro entorno (en especial cuando está camuflado en alimentos “saludables”), el impacto de la diabetes en nuestro entorno, el papel de la publicidad malsana, el doble juego de la industria que nos quiere vender como saludables aquellos alimentos con peor perfil nutricional, los curiosos socios de la administración sanitaria para hacer frente, poblacionalmente hablando, al problema de la obesidad (en todas partes cuecen habas), el peso del coste económico de una dieta saludable vs otra menos saludable, la importancia de los menús escolares, la de la educación nutricional y culinaria en casa, lo de atar los perros con longanizas etcétera. El caso, es que además el documental cuenta con la participación de no pocas personalidades y expertos de primera línea que tienen mucho que decir… y lo dicen, sobre esta cuestión.

En definitiva se trata de un completísimo documental que deja una misma pelota en tres balcones diferentes al mismo tiempo: en el de las administraciones, en el de la industria y en el de los ciudadanos. Está claro que las circunstancias invitan a pensar que los tres actores implicados van a hacer cosas muy distintas.

Por un lado, la industria es improbable que cambie su forma de actuar, tal y como sucedió con la industria del tabaco, seguirán negando la mayor ya que su porvenir depende de sus ingresos y, a día de hoy, con sinceridad, ya he desterrado cualquier idea de mi cabeza que invite a pensar que vayan a cambiar de forma positiva. Por su parte, es de esperar que un día la administración se dé cuenta de lo que tiene entre manos y de lo que se le avecina mientras le siga haciéndole el caldo gordo a la industria. Así, mientras ese día llega, que creo que lo hará, son los ciudadanos los que de forma colectiva tienen que decirle a la industria por donde pueden meterse sus productos, campañas, publicidades y demás ayudas privadas “para el desarrollo”. Es la sociedad la que con una mayor conciencia y castigando en el punto de venta a determinados productos, ha de terminar poniendo a esa industria en el sitio que se merece en virtud de la necesidad de la población… comprando más productos frescos y menos comida basura, cocinando más y dejarse de tantas declaraciones saludables, contenidos reducidos y enriquecimientos en los alimentos. En definitiva dejar el “nutricionismo” a un lado. Si queremos que algo cambie tenemos que tomar la iniciativa y no esperar a que alguien cambie las circunstancias por nosotros.

Podría extenderme bastante más contándote algunas de las escandalosas cifras que se manejan en el documental o haciéndote saber de las extorsiones y del mamoneo que se llevan entre manos la industria alimentaria, las distintas administraciones y, por ejemplo, la OMS… pero si así lo hiciera poco te quedaría por ver en un documental que, a pesar de lo dicho, tiene muy, muy poco de conspiranoico y mucho de realidad. Baste decir que entre los invitados a prestar su voz e imagen están el expresidente Clinton, investigadores de la escuela de Medicina de Harvard, numerosos políticos de Estados Unidos, representantes de la FDA, la cabeza del Servicio Público de Salud de Estados Unidos, Marion Nestlé… y tantos otros.

Sin embargo, déjame decirte que otros muchos representantes de la industria fueron invitados a participar en el documental y no accedieron. Entre quienes se negaron a participar figuran empresas como: Coca cola, Kellogg, Nestlé, Pepsi, la Asociación Norteamericana de Bebidas, Kraft, La Asociación del azúcar, etcétera. Ellos sabrán porqué ya que la realización del documental es, desde mi punto de vista, exquisita.

Por último, decir que te dejo a continuación el enlace al video que actualmente está colgado en el canal de YouTube con subtítulos en castellano. Ciertamente no confío demasiado en que siga ahí colgado mucho tiempo ya que tiene pinta de ir en contra de los derechos de autor. Así que ya lo puedes ver cuanto antes y, mejor aun, ya puedes ir encargando una copia. Yo ya lo he hecho.

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Nota: Mi agradecimiento una vez más para un buen compañero, Pablo Zumaquero (@pzjarana)

Imagen: http://www.elseptimoarte.net/peliculas/carteles/fed-up-9434.html

“That sugar film”: nuevo documental masoquista sobre el azúcar oculto en alimentos “saludables”

That sugar filmLa verdad es que no sé como la traducirán en España (si llega) pero el próximo mes de febrero se estrena en Australia That sugar film (“Ésa película azucarada (o sobre el azúcar)”, me atrevo a traducir así, un poco a vuela pluma) que sigue la estela de aquel clásico, Super size me, que acaba de cumplir 10 años. En aquella peli-documental, sin traducción oficial en el circuito español, pero que podría interpretarse como “Agigántame” o “Superagrándame”, su protagonista Morgan Spurlock decide someterse a una dieta drástica de McDonalds a base de comer en los restaurantes de esta franquicia durante todo un mes… desayuno, comida y cena, todo en McDonalds y chequear periódicamente sus indicadores de salud más típicos, empezando por el peso, pasando por ejemplo por los niveles de colesterol, glucemia, triglicéridos y demás y acabando por las transaminasas. El resultado, ya te lo puedes imaginar, al cabo de un mes el bueno de Morgan acabó con unos cuantos kilos de más y con unos significativante peores indicadores de salud. La película tiene varias aristas, pero digamos que a la compañía de las hamburguesas no le hizo mucha gracia y muchas cosas cambiaron en ella (al menos en su imagen) a partir de su estreno. El caso es que tuvo un éxito relativamente importante ya que incluso estuvo nominada a los premios Oscar… en su categoría, claro.

Pues bien, el caso es que un poco con la misma idea auto castigadora en la cabeza pero con otro objetivo en el punto de mira, está presta para su estreno la película mencionada. Como es fácil de presagiar, en este caso el objeto de la ira será el azúcar. Es decir, hay un sujeto, un tal Damon Gameau, actor australiano que se ha sometido a una estricta dieta especialmente rica en azúcares durante dos meses y nos cuenta en la peli su experiencia. Pero lo más llamativo de su propuesta no está en que sea él el que voluntariamente use ese azúcar y lo añada a su menú, no… Lo más destacado de su idea radica en seguir una dieta rica en azúcar pero a partir solo de alimentos que la industria cataloga o comercializa como “saludables” y que por tanto no pocos consumidores los consideraran de la misma forma y los incorporan sin el menor de los prejuicios a su ingesta habitual. Es más, por su supuesta cualidad mercantilista de “saludables” es más que probable que lejos de observarlos sin prejuicio alguno, estos productos “saludables” (pero con una cantidad importante de azúcares) sean buscados con el fin de seguir un patrón de vida saludable. Al fin y al cabo lo pone en la etiqueta, ¿no?

En resumen, la historia al parecer consiste en poner de relieve y en las carnes propias de este actor en principio bien parecido lo que te contaba en esta entrada acerca de si el problema con el tema del azúcar está en el azucarero o en otros alimentos que, al igual que sucede con la sal, por ejemplo, lo incorporan de forma que el consumidor medio es poco consciente de su presencia.

Al final, también nos lo podemos imaginar ya que de otro modo no habría peli, el bueno esta vez de Damon recibe las peores noticias por parte de sus médicos (spoiler): está desarrollando hígado graso entre otras calamidades relacionadas con su salud; aumento importante de su perímetro de cintura, aumento del peso, de la glucemia… y eso tan solo en las tres primeras semanas de experimento (recuerdo que se prolonga por espacio de dos meses) y en el que su meta es incorporar con esos alimentos “saludables” el equivalente a 40 cucharaditas de azúcar por día. Nada más… pero tampoco nada menos.

Como te decía se estrena en Australia el próximo febrero y no hay aun prevista fecha de su estreno en el mercado estadounidense… así que para el europeo imagínate. Eso sí, en cuanto podamos acceder a ella y verla al completo, no dudes que la comentaremos en este blog.

Puedes acceder a la página oficial de la película en este enlace, así como al blog de su protagonista en este otro (yo que acabo de saber de él creo que se le va un poco la pinza en relación los trabajos en los que participa y que comparte en su página) y al tráiler oficial aquí.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interese consultar:

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Imagen: https://www.facebook.com/thatsugarfilm/photos_stream

24/11: Día del Dietista-Nutricionista

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Dentro de las conocidas efemérides del tipo “día mundial de… o día nacional de…” para poner de relieve distintas causas, hoy se conmemora por primera vez en España (y en el mundo) el “Día del Dietista-Nutricionista”. El nacimiento de esta propuesta surge a iniciativa de la International Confederation of Dietetic Associations (ICDA) una entidad que tal y como su nombre indica agrupa a diversas asociaciones o colectivos que a su vez agrupan a los colectivos profesionales de dietistas, nutricionistas y dietistas-nutricionistas. En España los encargados de organizar y promocionar esta jornada recae en manos del Consejo General de Dietistas-Nutricionistas (CGDN) y en la Fundación Española de Dietistas-Nutricionistas (FEDN).

Antes de continuar con el Día en sí, creo que es preciso aclarar el no poco lío que hay con respecto a la correcta nomenclatura de este profesional en diversos países. En España, que nos toca más cerca, se denomina “dietista-nutricionista”, y no de otra forma, al profesional universitario que según recoge la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias (LOPS 44/2003)

Desarrolla actividades orientadas a la alimentación de la persona o de grupos de personas, adecuadas a las necesidades fisiológicas y, en su caso, patológicas de las mismas, y de acuerdo con los principios de prevención y salud pública.

Sin embargo, este profesional en otros países se denomina “dietista” o “nutricionista” a secas. Una circunstancia relativamente curiosa ya que, por ejemplo en el Reino Unido, los dietitians (dietistas) son reconocidos como profesionales sanitarios y, sin embargo, los nutritionists (nutricionistas) son asumidos como una especie de advenedizos en este terreno sin mayor respaldo académico y con ideas y propuestas muchas veces descontextualizadas y más que cuestionables, tal y como reconoce Ben Goldacre en su muy recomendable libro Mala Ciencia.

Volviendo al tema… El Día Mundial del Dietista-Nutricionista surge de la necesidad de promover esta profesión a lo largo y ancho de todo el mundo. Entre los principales objetivos de la ICDA y dentro de su plan estratégico está incluida la creación de una jornada mundial donde el dietista-nutricionista sea el principal protagonista. Y España es el país en el que se ha decidido realizar su proyecto piloto. Si bien la ICDA ha establecido que a partir de 2015 hará coincidir esta jornada con el Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre) en España se ha considerado, con bastante acierto en mi opinión, que dado el impacto que tiene en el panorama mundial el Día de la Alimentación, el hacerlos coincidir empañaría o dejaría en un notable segundo plano las reivindicaciones propias del día del dietista-nutricionista.

Sea como fuere los objetivos de esta jornada son: Promocionar la profesión del dietista-nutricionista en la población; divulgar sus habilidades entre los ciudadanos y las administraciones gubernamentales; promover su reconocimiento como un profesional cercano y capaz de ayudarle en su alimentación diaria y contribuir a la nutrición comunitaria y salud pública a través de mensajes relacionados con la educación alimentaria de la población.

En este sentido y en relación con el último de los objetivos en este primer día del Dietista-Nutricionista se ha elegido un tema candente para acercarnos a la población, cáncer y nutrición, sin mitos, con el que poner de relieve tanto el importante papel que podría desempeñar este profesional en este tipo de patología, así como hacer destacar a día de hoy su ausencia (y lo que te rondaré morena) en la sanidad pública. España es el único país de nuestro entorno en el que esto sucede.

Para ello, además de los carteles, materiales informativos y demás, se ha puesto en marcha una campaña en la que de forma altruista distintos dietistas-nutricionistas ofrecerán sus servicios de forma gratuita y durante tres meses a través de una primera consulta para aquellos enfermos de cáncer que quieran acceder a este profesional. Así, los pacientes de cáncer que así lo deseen pueden solicitar esa consulta con el Dietista-Nutricionista más próximo a su lugar de residencia y que se haya sumado a esta iniciativa en este enlace.

Por último, puedes informarte de los eventos programados para este día siguiendo este enlace; también puedes descargar y consultar el materia específicamente diseñado siguiendo este otro; o más en general conocer todos los aspectos de este día y del profesional protagonista en este enlace.

Con sinceridad no puedo decir otra cosa más que me gusta mucho esta campaña ya que ya va siendo hora que se considere como se merece y se le de el protagonismos que le corresponde a este colectivo profesional del que formo parte. De todas formas si hay algo que me gusta de veras es el eslogan: 100% dietistas-nutricionistas.

Por cierto, si quieres seguir o mencionar este evento en las redes sociales, se ha propuesto el siguiente hashtag #DíaDN.

A propósito del lema de este día (Nutrición y Cáncer, sin mitos) igual te interesa consultar: Cáncer, alimentación y actividad física: recomendaciones

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Una dieta saludable también lo es para el planeta (y al contrario igual)

Planeta árbolInteresante artículo el que se publicó el otro día en la prestigiosa revista Nature que bajo el título Food choices for health and planet (Elecciones alimentarias por la salud y por el bien del planeta) viene a decirnos que los hábitos de alimentación típicamente accidentales no solo perjudican la salud de los consumidores sino que al mismo tiempo afecta de forma negativa al medio ambiente y por ende al planeta. El artículo en realidad es un análisis de un estudio publicado en la misma revista Global diets link environmental sustainability and human health en el que el título ya explica bastante bien esta relación (Los patrones dietéticos globales ponen en relación la salud humana con la sostenibilidad).

Así, dar de comer a la parte “occidentalizada” de los más de 7.000 millones de habitantes del planeta del modo y manera que al parecer les gusta comer, es decir, con una alta proporción de productos de origen animal, implica una emisión altísima de gases de efecto invernadero. Es más, la cría de ganado con fines productivos es a día de hoy la principal causa del aumento de este tipo de gases. Nada más y nada menos que el 25% de los gases de efecto invernadero es atribuible a esta práctica. Un impacto ambiental importante al que habría que sumar también el muy alto consumo de agua que requiere esta cría.

Por una parte, los autores del estudio resumen que el aumento de los ingresos y la urbanización han impulsado una transición alimentaria mundial en el que patrones de alimentación tradicionales se están sustituyendo por dietas altas en azúcares refinados, grasas y carnes. Si esta tendencia dietética sigue por el mismo camino y no se controla, se estima que para el año 2050 se incrementará en un 80% las emisiones de gases de efecto invernadero. Por otra parte, tal y como es bien sabido, este cambio en el patrón dietético propicia el incremento de diversas enfermedades especialmente típicas de nuestro tiempo y en constante crecimiento: la diabetes tipo II, enfermedades coronarias y otras patologías crónicas no transmisibles que reducen de forma significativa tanto la esperanza de vida como su calidad.

En este contexto es indispensable proponer patrones dietéticos alternativos que además de los contrastados beneficios sobre la salud podrían, si la estrategia fuera asumida de forma global, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Así, el trinomio dieta-salud-medio ambiente precisa asumir estas cuestiones como un desafío global, con el fin de mejorar tanto la salud pública como el entorno en el que vivimos.

En opinión de los autores y en base a su extensa revisión de los datos actuales un cambio dietético basado en la dieta mediterránea, especialmente rica en productos vegetales frescos, frutas y productos marinos, implicaría probablemente unos mejores indicadores de salud en la población y además una gestión de los recursos planetarios más eficiente y sostenible.

Así pues, no es cuestión de decidir por qué razón habría que hacer un cambio en el planteamiento dietético general, las dos razones son positivas tanto en el plano individual como en el colectivo. Ahora solo haría falta que las administraciones e instituciones se coordinaran para el cambio. Ojalá sea, aunque no sé porqué, pero creo que el asunto, tristemente, va para largo.

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Imagen: winnond vía freedigitalphotos.net

Día Mundial de la Diabetes: protejamos nuestro futuro

World_Diabetes_Day_logoEstoy delante de una nota de prensa al respecto de la conmemoración del Día Mundial de la Diabetes que se celebra hoy y que me ha hecho llegar la Sociedad Española de Diabetes (SED) y la Fundación homónima. Ambas instituciones son las que promueven este día en España. Los datos con los que empieza dicha nota de prensa son francamente impresionantes… dantescos, puedes creerme. Pero por una vez, ya veremos en qué acaba la cosa, no los voy a citar… y no será porque no me los crea o no me parezcan ilustrativos de la fea situación en la que la diabetes tiene contra la espada y la pared a una muy buena parte de la población mundial incluida la española. No, no es por eso.

Hablaba el otro día en este post que conviene repasar las estrategias de Salud Pública conducentes a los cambios de hábitos y, que el uso de los mensajes claramente negativos o atemorizantes puede que no fuera la mejor estrategia para el cambio. Por eso, fiel (de momento) a esta nueva táctica solo pretendo hablar en positivo. En cualquier caso, si te va el rollo de las enormes cifras para meter miedo al respecto de lo que actualmente estamos viviendo y vamos a vivir según la mayor parte de los pronósticos sobre la diabetes, puedes hacerte una idea siguiendo este enlace.

Así pues a diferencia de las enfermedades infecciosas, y sin hacer de menos la importancia que tiene en el desarrollo de diabetes las cuestiones genéticas, es preciso tomar conciencia y actuar sabiendo que esta patología, en especial la diabetes de tipo 2, se puede prevenir y controlar sus complicaciones (una vez haya debutado) a partir de una adecuada alimentación y de una correcta pauta de ejercicio físico adaptada a las circunstancias personales. Todo ello sin hacer de menos, si corresponde, al tratamiento farmacológico u hormonal… pero en ese orden: primero los estilos de vida y luego, ya si eso, las medicinas.

Resulta paradójico que a pesar de que todos, absolutamente todos, los profesionales sanitarios le atribuyen a la alimentación un papel indispensable en la prevención y tratamiento de esta enfermedad, desde la sanidad pública se mantiene apartado a aquel profesional más adecuado y que mejor podría intervenir en la alimentación de este colectivo de enfermos (y de la población sana con el fin de prevenir).

En este sentido, la diabetes de tipo 2 podría en cierta medida prevenirse con estrategias relativamente sencillas al respecto de los estilos de vida y la alimentación. Es en este lugar donde el dietista-nutricionista como experto en alimentación, nutrición y dietética, podría y debería contribuir de manera eficaz. Sin embargo, tal y como protesta señala el Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de las Islas Baleares en este comunicado de prensa: “ningun centro de salud [público] de baleares cuenta con dietistas-nutricionistas”… Y por lo que sé en cualquier otra parte de España se está en la misma situación (y de haber excepciones haría lo que ya se sabe al respecto: confirmar la regla). Es decir, no hay dietistas-nutricionistas ni en atención primaria ni asistencial para dar la mejor respuesta que este tipo de pacientes (o cualquier otro) se merecen al respecto de intervenir en su alimentación con fines sanitarios.

De esta forma, continúa el comunicado del Colegio balear:

La inclusión del dietista-nutricionista en las diferentes áreas del IB-Salut [o de cualquier otra administración sanitaria], es una necesidad para la mejora de la atención sanitaria de la población en general y de las personas con diabetes en particular. Esta incorporación debería hacerse dentro de los equipos multidisciplinares de atención sanitaria, en base al papel clave del dietista-nutricionista en la promoción, prevención, tratamiento y rehabilitación de enfermedades prevalentes, beneficiando la salud individual y colectiva y colaborando en la aportación de una atención de calidad e igualdad efectiva.

Diabetes

¿No se trataba de proteger nuestro futuro (al hilo del lema de esta edición del Día Mundial de la Diabetes)? Pues ¡ea señores! a ver si nos tomamos un poco en serio lo de contar con los profesionales idóneos para la sanidad pública en materia de alimentación y dejamos de marear la perdiz. Porque si se me permite, he de confesar que he oído burradas gordísimas de boca de otros profesionales sanitarios a la hora de hacer recomendaciones para la diabetes en el plano dietético. Empezando por algunas perlas de la propia nota de prensa ofrecida por la SED (y que prefero obviar). No seré yo el que asegure que contar con graduados en nutrición humana y dietética será una garantía total para proscribir de forma definitiva tales disparates, pero quiero pensar que las probabilidades serían menores.

Creo que es preciso recordar a quienes interesen estas cuestiones (Ministerio de Sanidad, Departamentos Autonómicos en la misma línea, responsables de centros asistenciales y de atención primaria, etc.) que España es el único país de su entorno que no cuenta con dietistas-nutricionistas en su cartera de profesionales dentro de la Sanidad Pública. No digo que con ellos se acabará la diabetes, ni mucho menos, pero desde luego la probabilidad de ofrecer una mejor calidad asistencial y obtener un ahorro de recursos se verán ampliamente beneficiados.

Más al hilo de la diabetes y del desempeño profesional del dietista-nutricionista te dejo estos enlaces por si te interesa consultarlos:

Y antes de despedirme, también te dejo en este enlace el acceso a la página oficial del World Diabetes Day.

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Imágenes: David Castillo Dominici vía freedigitalphotos.net

Piensa en una enfermedad… ¿ya? Puedes culparle al gluten

Panes variosLa actual fobia hacia el gluten está alcanzando el paroxismo en Estados Unidos y, como bien sabes, tal y como suelen suceder estas cosas, nos salpicará… o a lo mejor peor, no solo nos salpicará la estulticia norteamericana en este sentido, sino que nos ahogaremos en su gluteínico y absurdo maremoto. Ya tenemos algunas muestras en nuestro entorno.

Es posible que algo haya llegado hasta tus oídos. El origen de esta manía superlativa e injustificada hacia el gluten tuvo un detonante bien conocido hace tres años cuando se publicó un libro de adelgazamiento al uso (al uso de las tonterías a las que nos tienen acostumbrados este tipo de libros) titulado Wheat belly, escrito por el cardiólogo William Davis, y que viene a traducirse más o menos como “Barriga triguera” aunque en España se ha publicado como “Sin trigo, gracias”. Su portada ya nos avanza un estribillo bastante común en esta clase de libros: “Aléjate del trigo, pierde peso, y rencuéntrate con la salud”. Qué bonito, qué sencillo… qué chorrada.

Este detonante literario no hizo sino aprovechar la ola de una creciente corriente anti gluten y anti trigo que se venía gestando desde hacía unos pocos años atrás en Estados Unidos. Digamos que el tal médico lo único que hizo fue aprovechar esa ola y surfearla al modo y manera que algunos médicos tienen de interpretar la salud, es decir, aprovecharse sin fundamento científico alguno (o apenas fundamento) de una tendencia en aumento y con ello forrarse (supongo) vendiendo su obra.

Buena prueba de la magnitud de esta fiebre anti gluten la puedes encontrar en este ensayo que hace pocas semanas dedicó con todo lujo de detalles el conocido medio The New Yorker a la cuestión del trigo y del gluten. El artículo es largo y está en inglés, pero de verdad te recomiendo que le dediques un tiempo porque es francamente esclarecedor de hasta donde está llegando esta absurda moda en la que hasta la comida para perros se ha sumado a la corriente sin gluten.

Y es que la cuestión ha dado un salto mortal con la publicación de estas obras. Hasta el punto no ya de obtener mejores digestiones cuando lo que se come no contiene gluten (algo que no tiene el menor sentido más allá de la población celiaca o con sensibilidad al gluten no celiaca), sino que además en la actualidad se le está culpando a este elemento de una cantidad importante de diversas enfermedades y situaciones metabólicas y neuropatológicas que van desde la artritis, la diabetes o el asma, hasta la esclerosis múltiple y la esquizofrenia pasando por el autismo (entre muchas otras)

El tema, desde un punto de vista crematístico no tiene desperdicio… da escalofríos el saber (según The New Yorker) que hasta un tercio de la población adulta norteamericana manifiesta estar intentando reducir el gluten de su dieta. En esta paranoica búsqueda de la excelencia libre de gluten se estima que en 2016 el mercado estadounidense de los productos sin gluten genere unas cifras de venta cercanas o superiores a los 50.000 millones de dólares. Para que puedas poner esta cifra en contexto baste decir que esta cifra de ventas será el doble que la generada en 2011 por esta gama de productos; o conocer que en 2013 la venta de suplementos dietéticos y vitaminas se cuantificó “solo” en unos 26.400 millones de dólares.

¿Hay pruebas que sustenten las propuestas antigluten?

La verdad es que ninguna, al menos entre las serias. Sí que es cierto que en concreto el médico William Davis, el autor de Wheat Belly, es especialmente prolijo en citas bibliográficas para aportar credibilidad a sus argumentos. Sin embargo, descontextualiza las conclusiones, las toma a medias (solo la parte que le interesa) o basa sus recomendaciones en estudios de escasa calidad (habiendo otros que con más calidad sostienen lo contrario y que casualmente se olvida de citar). En sentido contrario ya hay quien le ha dedicado a su obra un análisis pormenorizado desde un punto de vista serio y de las evidencias. En este documento, Wheat Belly: An Analysis of Selected Statements and Basic Theses from the Book, (Un análisis de las principales sentencias y tesis del libro “Barriga triguera”) los autores de la Universidad Saint Paul, le dan un “repasito” a los planteamientos de este médico viniendo a decir lo que ya sabemos y que de alguna manera conté en esta entrada: No sin pruebas… y tampoco con pruebas “retorcidas” o sesgadas.

En mi opinión se trata de una moda buenrollista más. Así, este posicionamiento implica más la adopción de una cierta postura “en la onda” o estilo que de vida “guay”, que un verdadero cambio dietético conducente a una mejora en la salud. Cambio dietético que salvo lo ya apuntado no tiene además ninguna justificación científica y que además solo puede permitirse una élite ya que el precio de los alimentos sin gluten son, habitualmente, más caros que sus homólogos con gluten. Una injusta situación en especial para los celiacos que ven como se frivoliza con sus circunstancias.

Por el momento, ya lo ves, con este panorama se podría parodiar la canción de Michael Jackson y sus cuatro hermanos, Blame it on the Boggie (Échale la culpa al Boggie) y modificar su estribillo (traducido) tal que de esta manera:

  • No culpes a los rayos del sol
  • No culpes a la luz de la luna
  • No culpes al hecho de que sea un buen momento
  • Échale la culpa al boogie gluten

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Imágenes:  Apolonia vía freedigitalphotos.net

 

Ser donante de heces puede hacerte ganar cerca de 1000 dólares al mes

Papel higiénicoSiento lo escatológico de la cuestión pero las actuales circunstancias están tal que así. Al menos en Estados Unidos, país en el que el tema de las donaciones (sangre, leche materna… heces, etcétera) es observado de manera bien distinta a como se contemplan estas cuestiones en la Unión Europea, es posible obtener dinero (y no poco) haciéndose donante de heces. Y no, no es ni una broma ni se trata de una “noticia” sensacionalista. Más al contrario, se trata de observar las más recientes posibilidades que ofrece esta técnica, el trasplante de heces, hacia un colectivo de enfermos afectados por una infección recurrente por parte de una bacteria, Clostridium difficile.

No voy a entrar en demasiados detalles al respecto de las características patológicas de este microrganismo, simplemente mencionar en forma de pincelada que este germen puede provocar un más o menos grave cuadro diarreico en determinadas circunstancias. Se estima que cerca de un 10% de la población puede ser portadora de esta bacteria en su tracto digestivo (en especial en el intestino grueso) aunque no todo el mundo desarrolla los síntomas. Entre los que sí los desarrollan estos síntomas suelen concretarse en forma de: diarrea acuosa, fiebre, pérdida del apetito, náusea, dolor y sensibilidad abdominal.

Bueno a lo que íbamos. El caso es que su tratamiento en determinados pacientes termina siendo especialmente engorroso de forma que el tratamiento con antibióticos no es que no solucione el cuadro sino que en ocasiones lo agrava. Digamos que el antibiótico en cuestión arrasa al mismo tiempo con la flora intestinal beneficiosa y promueve el sobre-crecimiento del agente causal. En sentido contrario, un trasplante de heces de un donante sano, con una flora bacteriana adecuada, podría recolonizar el colon (toma calambur) generando un ecosistema bacteriano ante el que C. difficile iría cediendo terreno de forma paulatina.

En este contexto y teniendo en cuenta el cada vez más importante peso de nuestro microbioma (material genético proveniente de bacterias que está presente en nuestro cuerpo: tracto digestivo, cavidad oral, piel, mucosas…) a la hora de tratar algunas enfermedades, una organización norteamericana sin ánimo de lucro, OpenBiome, se está encargando de recolectar heces entre aquellos voluntarios que reúnan una serie de características para trasplantarlas en esos pacientes en los que el tratamiento con antibióticos de C. difficile esté desaconsejado o resulte inútil.

Y lo que te decía, OpenBiome será una organización sin ánimo de lucro pero el caso es que gratifica con 40 dólares cada deposición de sus donantes, hasta el punto que si se accede a sus instalaciones para hacer la donación cinco o más días por semana incrementan la gratificación con 50 dólares extra. En suma, 5 días de donante 200 dólares, más los 50 por haber llegado a esos 5 días, suman 250 dólares… al mes 1.000 dólares del ala por hacer popó y donar la producción. No es tontería.

Antes de que lances a hacer cuentas

Las pegas para la inmensa mayoría de los que leáis esto no son pocas. La primera que hay que ir a hacer la donación in situ, no vale mandarla, es decir, hay que ir a la sede de OpenBiome sita en Medford, Massachusetts. Las demás, son menos importantes desde el punto de vista práctico para un ciudadano español, pero mucho más desde un punto de vista médico ya que los donantes tiene que reunir una serie de características y pasar un control médico. Entre esas características están el tener entre 18 y 50 años; no haber viajado al extranjero en el último año; no tener un Índice de Masa Corporal superior a 30… y por supuesto ser portador de unas heces «saneadas», es decir, que dichas deposiciones estén caracterizadas por una población microbiana adecuada. De todas formas si vives por allí o estás pensando el mudarte, habida cuenta de las interesantes ofertas locales, puedes empezar por rellenar este cuestionario.

A modo de reflexión

Tal y como te conté en esta entrada hace ya unos meses, el uso terapéutico de las heces de donantes sanos para tratar distintas enfermedades es una realidad aunque en algunas ocasiones no se pueda ofrecer una respuesta clara sobre los mecanismos últimos que explican esta terapia. En cualquier caso, no cabe la menor duda de que resulta un prometedor campo para futuras investigaciones y el planteamiento de nuevas terapias basadas eso sí en la evidencia científica (al menos en la de los resultados). Aunque dichos resultados son prometedores, al menos en el tratamiento de C. difficile, las cosas no están del todo claras. De todas formas, y tal y como se expresa en el vídeo que te dejo a continuación… al igual que a nadie se le ocurriría hacer una transfusión de sangre en plan doméstico, tampoco es cuestión de lanzarse a hacer este tipo de trasplantes en casa. Imagino que hay poco riesgo de que ocurra pero quería decirlo (XD).

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¿Hay alimentos o ingredientes que sean realmente adictivos como lo son las drogas?

Gordito con patatasEl debate no es nuevo para nada. De un tiempo a esta parte hemos leído no pocos titulares de algunos medios de comunicación en los que, sin ambages, señalaban a determinados alimentos o ingredientes contenidos en estos como causantes de una verdadera adicción similar a la que se le atribuye a algunas drogas y sustancias estupefacientes. Así, las grasas (en especial las saturadas), determinados aditivos como el glutamato monosódico y por no hablar del azúcar han sido tildados poco menos que de drogas o de generar una adicción en el más estricto sentido de la palabra. De ser así, según estos planteamientos, la adicción a alguno o varios de estos elementos ayudaría a explicar en cierta medida el constante incremento de las cifras de obesidad.

A mí, sin mayores argumentos en la mano, estas fatalistas perspectivas siempre me han parecido un tanto desproporcionadas… exageradas si se prefiere. En este sentido un reciente y muy interesante artículo ha estudiado estas asociaciones (las de observar los alimentos o algunos de sus ingredientes como si de drogas se trataran) y ha concluido que con lo que actualmente se sabe, eso de que los alimentos generen o fomenten una adicción hacia ellos tiene pocas probabilidades de ser cierto, pero… eso sí, que la adicción a la comida o al comer (en general) sí que podría tener mucho más sentido. Que parece que es lo mismo, pero no.

Esta cuestión es un problema emergente con no pocas repercusiones, entre ellas una de las más importantes, el tratamiento que se le pueda dar a los pacientes si se establece como cierta esa relación entre “sustancias alimentarias” y adicción. Así pues, el artículo en cuestión ha observado la “adicción alimentaria” en sus dos posibles vertientes: la de que sean los alimentos concretos (o sus ingredientes) los que propicien esa supuesta adicción o que exista una adicción conductual hacia la comida en general.

Con esta perspectiva las conclusiones han sido básicamente dos:

La actual evidencia disponible al respecto de una adicción “sustancia (o alimento) dependiente” es escasa. Esto, sin embargo, puede ser así porque hay pocos estudios que hayan abordado esta cuestión.

No obstante, sí que se muestran más receptivos a la hora de reconocer conductas alimentarias adictivas y para ello remarcan que al igual que sucede con otros comportamientos, el acto de comer también puede ser observado como un comportamiento adictivo en individuos predispuestos y en circunstancias ambientales específicas.

En resumen, y estaría bien que tomaran buena nota algunos, los autores desaconsejan el uso de términos como “la adicción del chocolate, del azúcar, de las grasas, etcétera” al haber poca evidencia científica para poder establecer estas relaciones y considerar que “apetecer” algo en términos de alimentos no significa ser adicto a ése algo, con todas las connotaciones sanitarias que tiene el término “adicción”. En lugar de esta terminología, sí que se muestran conformes en reconocer la “adicción a comer” poniendo el acento en la adicción conductual del acto alimentario.

En cualquier caso los autores apuestan por seguir investigando en este terreno y alcanzar una mejor definición de criterios, algo especialmente importante cara al diagnóstico y futuro tratamiento de los pacientes en estas cisrcunstancias.

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Imágenes: marin vía freedigitalphotos.net

Cornflakes sin gluten de Nestlé: ¿apuesta por los celiacos o a rebufo de las tendencias?

IMG_1652La empresa Nestlé ha tomado la iniciativa para que un servidor cate y ofrezca su opinión al respecto de sus nuevos cereales sin glutenNestlé Cornflakes” comercializados en envase de 375 g. Y lo ha hecho aprovechando la campaña de lanzamiento de estos cereales en la que ha instado a varios blogueros a probarlos y pedir su opinión. En este sentido me siento halagado y agradecido ya que además de la consabida caja de cereales necesaria para poder catarlos la empresa ha remitido un atractivo set de desayuno personalizado para cereales consistente en un bol con la cuenta personal de un servidor en Twitter, una cucharilla ad hoc y un salvamantel.

Antes de empezar he de reconocer que no soy muy de cereales a la hora del desayuno (recuerda, soy un “desayunador ecléctico”) y mi familia tampoco lo es (tengo una mujer, preciosa, con la que comparto dos hijas de 6 y 10 años que han salido a la madre)… hasta el punto que he de reconocer que si bien en casa hay cereales de desayuno en la despensa, cada caja de este tipo de productos que adquirimos dura más de un año, y no es infrecuente que la solamos terminar con la fecha de consumo preferente más que agotada.

Dicho esto, no quita para que otras personas gusten de disfrutar de este tipo de desayunos con más asiduidad. No obstante, la particularidad de este producto concreto, “Nestlé Cornflakes sin gluten”, radica en la garantía que ofrece su consumo dentro del colectivo de personas aquejadas de celiaquía o de sensibilidad al gluten no celiaca… siendo la última de estas dos considerada una patología relativamente emergente y sobre la que no están las cosas aun demasiado claras.

Resulta curioso que unos copos maíz tengan que asegurar que son libres de gluten (al menos hasta los límites establecidos por la actual normativa, menos de 20 mg/kg de producto o partes por millón) ya que, sobre el papel, el maíz es uno de esos cereales que no contienen gluten en su grano. Sin embargo, parece ser que las distintas empresas que se encargan de elaborar productos elaborados con cereales de origen diverso no están en disposición de asegurar que en sus procesos no exista un cierto riesgo de contaminación cruzada. De esta forma, aunque de la elaboración de unos cereales de maíz, y solo de maíz, se trate, es más que posible que en la recogida de cereal y la posterior manufactura de otros productos cereales en las mismas instalaciones, se de origen a esa contaminación cruzada en la que cierta cantidad de gluten alcance a los productos que originalmente no tienen porqué contener gluten. Esta es la razón, entiendo, por al que otros cereales de desayuno a base de “copos de maíz” (cornflakes) no se etiquetan como “sin gluten”.

En el bol

En cuanto a la cata del producto en sí, ya he adelantado que quizá no sea la persona más indicada para pronunciarme ya que el catálogo de productos con los que lo puedo comparar no es especialmente amplio y en este sentido, además, dependo demasiado de la memoria. No obstante, me parecieron unos cereales especialmente consistentes en lo que respecta a su “desvanecimiento” en el momento de consumar el matrimonio con la consabida leche (en mi caso fría, of course). Es decir, me dio la sensación que no se venían abajo con demasiada rapidez, me refiero a que no se ponían especialmente “blandurris” (usando expresiones míticas de mi querida benjamina) en comparación con las ocasiones que he probado otros cereales de este estilo. Eso para mí es una ventaja, aunque ya sé que hay otras personas que prefieren el comportamiento contrario. Los «copos» en sí me parecieron especialmente pequeños en cuanto a su forma, a la par que bastante uniformes en tamaño. Sobre su sabor, me pareció el adecuado, dando una sensación de estar comiendo lo que se está comiendo, cosa que en lo que respecta a los cereales de desayuno no es tontería, ya que en pocas ocasiones, a mi juicio, se puede identificar con cierta seguridad qué es lo que se está comiendo cuando uno hace uso de esta clase de productos.

La cuestión nutricional

Sobre sus aportes nutricionales me parece que son muy similares a los que por lo general se puede esperar de esta gama de productos. Me refiero a la composición en macronutrientes y su contenido en vitaminas y minerales, habida cuenta que, tal y como sucede con otros cereales de desayuno, estos también se han enriquecido con diversos micronutrientes. Así pues, su idoneidad se pone de manifiesto al considerar las necesidades de un colectivo concreto, el de los celiacos y el de personas aquejadas de sensibilidad al gluten no celiaca. Como en la mayor parte de esta gama de productos, no se nos tiene que pasar por alto que si bien su primer ingrediente y por lo tanto el mayoritario es el maíz, 98,6% en este caso, el segundo y tercero son el azúcar y la dextrosa respectivamente.

La comercialización

Desde el punto de vista comercial es preciso destacar sin duda dos aspectos: por un lado su precio, 2,10 €/caja de 375g, lo que le pone muy en sintonía de otros productos de la competencia cerealística . Una cuestión importante cuando se sabe que la cesta de la compra de una persona celiaca suele ser unos 1.500 euros/año más cara que la de un no celiaco en base a la necesidad de garantizarse la compra de productos “sin gluten”, por lo general mucho más caros que los «básicos». Por el otro, el conocer que la Federación de Asociaciones de Celiacos Española (FACE) ha incluido este producto dentro de su muy útil y necesario listado oficial FACE. No en vano, en el desarrollo de estos “Nestlé Cornflakes sin gluten” ha participado la Asociación Europea de Sociedades de Celíacos (AOECS), asegurando de esta forma el cumplimiento de la normativa europea de la exención de gluten.

En resumen

Supongamos que… : A) eres celiaco o con sensibilidad al gluten no celiaca y; B) te gustan este tipo de productos… entonces, este tipo de cereales pueden ser una buena opción en tu cesta de la compra. Sin embargo, si no se cumplen cualquiera de estas dos premisas anteriores el producto en cuestión no te ofrecerá mayores ventajas que las que te puedan ofrecer otros productos de la competencia.

Es cierto que ya existen otros cereales de desayuno en el mercado “sin gluten” (normalmente más caros) y, al mismo tiempo, estoy convencido que la actual fobia antigluten cada vez más en alza “gracias” a algunos colectivos desustanciados (más allá de los mencionados anteriormente cuyo rechazo al gluten no responde a fobias buenrollistas, sino a una verdadera necesidad) y de la que daremos cuenta en este blog en ediciones sucesivas… dará pie como decía a una creciente comercialización de este tipo de productos por parte de otras empresas que tienen a los cereales como parte importante de su negocio.

Espero que si así sucede sirva para que el colectivo de celiacos se vea beneficiado, pero me temo que a su vez con esa proliferación se alienten esas otras absurdas tendencias. Con sinceridad, sin conocer más de lo que sé, me gustaría estar convencido de los fines últimos que han movido a Nestlé para lanzar este producto ahora.

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Imagen: @juan_revenga