La importancia del sexo en ‘La forma del agua’

Cápsulas de cine

American Beauty (1999) prácticamente empieza con el personaje de Lester Burnham, un ejecutivo de publicidad en plena crisis de los cuarenta interpretado por el ahora defenestrado Kevin Spacey. Lo muestra en el inicio de una nueva jornada de trabajo, de una rutina que se repite cada día. Suena el despertador, lo apaga desde la cama. Se hace el remolón unos segundos. Pone los pies en las zapatillas y directo a la ducha. Un momento para la higiene corporal y también para un rápido desahogo sexual por la vía de la autoestimulación con la mano derecha.

En La forma del agua (The Shape of Water) a poco de haberse iniciado la película, su protagonista, Elisa Esposito, una trabajadora de la limpieza muda y soltera que también hace tiempo que dejó atrás los veinte años, incluye en su práctica cotidiana desayuno con cereales y su instante de alivio sexual. La película de Guillermo del Toro no se corta un pelo en mostrarla desnuda masturbándose en la bañera.

La forma del agua (The Shape of Water)

( ©Fox )

Nominada a 13 premios Óscar (American Beauty ganó el de mejor película en su momento), a nuestros cines aún no se ha estrenado. Lo hará el próximo 16 de febrero, así que no conviene revelar demasiados detalles. Pero la escena, en cierto modo, sorprende viendo el formato de cuento fantástico, plagado de ingenuidad, que nos depara. Y es una escena que, lógicamente, le ha valido más de una pregunta por parte de la prensa.

«Nunca acostumbramos a mostrar la sexualidad femenina, o si lo hacemos es de manera glamurosa, de una manera artificial» respondió, por ejemplo, el director en una reciente entrevista para IndieWire. Teniendo en cuenta que en esta historia fantástica Elisa se enamorará de una extraña criatura anfibia de rasgos humanoides, tanto el agua como el sexo adquieren una especial relevancia en la película (y de ahí además la importancia de esa escena en la bañera). Más adelante, uno de los momentos más divertidos es cuando Elisa, por medio del lenguaje de los signos, le explica a su compañera donde guarda su aparato reproductor y cómo lo despliega la criatura marina.

En La forma del agua, una personal revisitación la La mujer y el monstruo (Creature from the Black Lagoon, 1954), Amelie (2001) o el mito de La bella y la bestia, son los marginados y los personajes «diferentes» el objeto de la devoción del cineasta mexicano. Elisa es una persona discapacitada de procedencia hispana y, entre los principales secundarios, su mejor amiga es negra (Octavia Spencer) y su mejor aliado un viejo homosexual (Richard Jenkins). Aunque la película es en el fondo muy cándida, de una desarmante ingenuidad. Y tanto los decorados como la música (de Alexandre Desplat), su poética y una cautivadora interpretación de Sally Hawkins hace que sea un placer para nuestros sentidos.

Tráiler de ‘La forma del agua’

 

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