¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

Archivo de julio, 2015

Cómo ha cambiado todo en lo que va de siglo… y lo que le queda

Hoy hemos publicado y repartido un número muy especial de 20minutos, un Extra con el que conmemoramos el XV Aniversario de nuestro periódico. Se titula ‘Así éramos, así somos. Cómo ha cambiado todo en lo que va de siglo’. Es un proyecto periodístico muy ambicioso, en el que hemos trabajado varios meses: un repaso a todos los cambios sociales, políticos, económicos, institucionales, tecnológicos, de vida cotidiana, etc. que se han producido en los últimos 15 años, relatados mediante entrevistas, reportajes, informes, artículos de firma, gráficos, fotos…
En la página 3 del Extra, este artículo mío de presentación:

Cómo ha cambiado todo en lo que va de siglo… y lo que le queda
Arsenio Escolar

Los diarios son uno de los productos de vida más efímera jamás inventados. Tienen una fecha de caducidad corta, rapidísima, inminente, inmediata. Cada edición y cada número nacen, crecen, se difunden y mueren en muy breve lapso de tiempo. Los diarios impresos, en apenas un día. Los diarios online, en unas pocas horas. En el breve intervalo en que la mayor parte de sus contenidos se quedan viejos, por archisabidos o por cambiantes.
Pero esa regla general tiene excepciones. Tienes en las manos una de ellas. Aspiramos a que este número extra de 20minutos –conmemorativo del decimoquinto aniversario de nuestro periódico, que nació en el año 2000– lo puedas leer o consultar hoy, pero también mañana, y el próximo mes, y el siguiente, y quizás también el próximo año. Creemos que lo guardarás porque vas a ver que es menos perecedero de lo habitual y que incluye reportajes, artículos, entrevistas, fotografías, gráficos, anuncios… que aún serán interesantes cuando un día lejano lo encuentres en una mudanza de casa o en una revisión de tu escritorio. Es un periódico, un producto periodístico, pero lo hemos concebido y afrontado con la pretensión de permanencia y de perdurabilidad de un libro, de un ensayo. Si la velocidad de los cambios que en él os relatamos no acelera de nuevo, claro…

Los smartphones, las redes sociales, las apps, la geolocalización, los selfies, los memes, los fakes, el euro, el bitcoin, el e-commerce masivo, los outlets, el dating, el crowdfunding, la telerrealidad (y la telebasura), la nube, el low cost, los drones, el running, el cigarrillo electrónico, la comida deconstruida, el coche sin conductor, la globalización… YouTube, Facebook, Spotify, Skype, WhatsApp, Twitter, Instagram, Dropbox, Periscope, Uber… Todo esto era aún muy incipiente o ni siquiera existía hace 15 años, cuando nació este diario, y hoy son conceptos, herramientas o hábitos cotidianos que se han convertido en fundamentales en nuestra vida. Sin algunos de ellos, no sabríamos vivir. La mayoría son hijos de la revolución tecnológica iniciada a finales del siglo pasado, que ha cambiado tanto nuestro hábitat y nuestra vida que nos ha cambiado radicalmente a nosotros mismos.

Desde que el hombre existe sobre la Tierra, muchas generaciones se han considerado centrales, claves en la evolución de la humanidad, protagonistas de un momento histórico muy especial. Las nuestras, las generaciones actuales, con motivos más que sobrados. Todo está cambiando, y a un ritmo vertiginoso.

‘Así éramos, así somos. Cómo ha cambiado todo en lo que va de siglo’ es, precisamente, el título que le hemos dado a este número extraordinario que publicamos hoy. Es un repaso a todos los cambios sociales, políticos, económicos, culturales, institucionales, tecnológicos, de ocio, de vida cotidiana, etc. que se han producido durante los últimos 15 años en la vida pública y en la privada, en lo grande y en lo pequeño, en lo importante y en lo interesante…

Otros periodos de cambios intensos en la civilización, otros cambios de hábitat y de modos de vida, otros picos de desarrollo intenso han traído después largos periodos valle en los que la historia se ralentizaba y pasaba a desenvolverse casi en cámara lenta. Ahora ya no. Da la impresión de que hemos entrado en un territorio de picos consecutivos, sin valle en medio. Casi en la disrrupción permanente. El tren en que vamos no solo no se para ni se vislumbra para él una estación final, sino que incluso acelera más cada vez y se abre a sí mismo continuamente vías nuevas e inesperadas.

Los smartphones, las redes sociales, las apps, el crowdfunding, la nube, el coche sin conductor… YouTube, Facebook, Skype, WhatsApp, Twitter… Nada de esto existía hace 15 años. ¿Te imaginas cuántas cosas nuevas van a surgir en los próximos 15 que nos van a volver a cambiar el hábitat y la vida, lo grande y lo pequeño, lo público y lo privado, lo importante y lo interesante? En los próximos 15, o quizás antes: en los próximos cinco años, o en los dos próximos.

Estaba yo equivocado cuando arriba te decía que este número extra de 20minutos tiene un cierto afán de perdurabilidad, de permanencia. Léetelo hoy mismo, antes de que se queden viejos y superados los cambios que relata.

Si te has perdido el Extra en su versión impresa, aquí tienes el pdf, y aquí el microsite online con todos sus contenidos.

Rajoy ya se ha comido casi la mitad de la hucha de las pensiones

Ayer jueves anunciaba a bombo y platillo el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, muy ufano, que la economía española va tan bien, que el PIB se dispara tan pujante y que la recaudación de las arcas públicas crece tanto que había decidido adelantar a ya mismo, a antes de las elecciones generales, la rebaja del IRPF prevista inicialmente para enero de 2016, y que el adelanto suponía meterle unos 1.500 millones de euros en el bolsillo a los contribuyentes.
Pocas horas antes y casi de tapadillo -casi a las 10 de la noche del miércoles, quizás para que la noticia no entrara en los telediarios y malamente en el cierre de los diarios impresos- el Ministerio de Empleo y Seguridad Social del Gobierno de Mariano Rajoy anunciaba que había metido la mano de nuevo en la caja, en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social -la conocida «hucha de las pensiones»-, y se había llevado 3.750 millones para pagar la extra de julio a los pensionistas porque no tenía dinero suficiente para hacerlo con la tesorería normal de la Seguridad Social.
Esta es la sexta vez en tres años y medio que el Gobierno de Rajoy echa mano de la hucha que heredó llena con los ahorros de los cotizantes a la Seguridad Social durante los Gobiernos anteriores. Ya se ha llevado, tacita a tacita, nada menos que 37.700 millones de la hucha principal más otros 5.350 millones de los excedentes de las mutuas de accidentes laborales. Total, 43.000 millones de euros.
Cuando llegó a la Moncloa, además de la famosa «herencia recibida» de Zapatero de mucho déficit público y otros desajustes, Rajoy heredó también una hucha de las pensiones que tenía entonces 66.815 millones de euros, récord histórico del Fondo de Reserva. Hoy, tras meterle mano anteayer por sexta vez, ya la ha bajado a 39.520 millones, casi a la mitad.
Como diría el propio Rajoy, este es un Gobierno serio que con una mano le da -y hace ostentación de ello- 1.500 millones al contribuyente (y en breve plazo elector) y con la otra le quita a hurtadillas 43.000 millones pellizco a pellizco.

Agridulces datos del paro al detalle

Grecia no para de parpadear

Un día de abril de 1985, Coca Cola anunciaba que, casi 100 años después de la invención de la fórmula de su bebida por el farmacéutico John Pemberton, la multinacional había decidido introducir «cambios cualitativos» en esa fórmula secreta para hacer el famoso jarabe un poco más dulce. Al día siguiente, su rival Pepsi-Cola ponía un gran anuncio en la prensa de Estados Unidos que sólo decía esto: «After 87 years of going at it eyeball to eyeball, the other guy just blinked». Es decir: «Después de 87 años de mirarnos fijamente a los ojos, el otro parpadea».
Mirarse a los ojos fijamente sin ni siquiera parpadear, esperando que la otra parte lo haga primero -o, lo que es lo mismo, no mover ficha y esperar a que el otro lo haga-, ha sido una de las técnicas más habituales en todo tipo de mesas de negociación, transacción, convenio, trato, acuerdo, contrato…
Lo sorprendente es lo contrario. Lo sorprendente es parpadear mucho y mover continuamente ficha, como está haciendo estos días el Gobierno griego de Alexis Tsipras en su negociación con la Unión Europea (UE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
No sé qué objeto tiene tanto movimiento, tanto parpadeo en distintas direcciones. ¿Le saldrá bien? ¿Logrará algo que hoy no tiene, sea que le aflojen alguno de los dogales o que los griegos le respalden aunque no se lo aflojen?

Manu Leguineche, periodista y también literato

Un curso de verano de la UNED reivindica estos días en Guadalajara la figura de Manu Leguineche (Arrazua, Vizcaya, 1941 – Madrid, 2014) no sólo como periodista, en lo que ya está muy reconocido aunque no todo lo que Manu sin duda merece, sino también como literato.
El programa, de tres días y organizado por Pedro Aguilar, es muy ambicioso. Intervenimos una veintena de personas que tratamos al jefe de la tribu en diferentes épocas de su vida y le conocimos bien en algunas de sus muchas facetas.
Ya os conté aquí que, como muchos colegas de mi generación, le debo en buena parte a Manu mi vocación periodística. Sus crónicas y reportajes de los años sesenta y setenta desde zonas de conflicto -Vietnam, Irán, Suráfrica…- o libros como La tribu, sobre la caída de Francisco Macías en Guinea, o El viaje más corto o Los topos -este, con Jesús Torbado- multiplicaron en nosotros la pasión por nuestro oficio.
Poco imaginaba yo que muchos años después de aquellas primeras lecturas de Manu me iba a encontrar con él en un pequeño pueblo de Guadalajara, Cañizar, donde en los noventa me compré una casa de fin de semana y donde Manu llevaba ya diez años escribiendo sus libros en otra casa en el monte, El Tejar de la Mata, rodeado de encinas, robles, olivos, jabalíes y corzos.
Manu no era en Cañizar un intelectual aislado en su refugio. Participaba como el que más en la vida del pueblo, en las alegres rutinas de partidas de mus, jornadas de caza y meriendas o rondas de vinos (que allí los llaman reos) con la cuadrilla.
De esas rutinas cotidianas y de sus reflexiones en la casa del monte y de sus largas conversaciones con los paisanos nació en 1999 La felicidad de la tierra (Alfaguara), en mi opinión la mejor obra literaria de Manu Leguineche, y a la altura de algunas de las más altas cumbres en castellano de finales del siglo XX.
Quizás su carácter ecléctico -es un dietario, y un ensayo, y a veces una novela, y en ocasiones incluso una indagación filológica- haya sido la causa de que muchos lectores potenciales no repararan en ella. Os la recomiendo con entusiasmo. Si estáis seleccionando vuestros libros para las vacaciones, echad al cesto La felicidad de la tierra.