Archivo de octubre, 2015

Capítulo 37 de #Mastín: con los ojos cerrados

Todos los viernes desde enero publico en este blog un capítulo de Mastín, una novela juvenil apta para adultos con la protección animal como fondo.

CAPÍTULO 37:

Mal siempre cerraba los ojos cuando él la tocaba, cuando la besaba. No debería darle importancia, por su limitada experiencia sabía que muchas chicas lo hacían. No, no debería darle importancia, pero en ocasiones no podía evitar pensar que, cuando bajaba los párpados, ella estaba imaginando a otro que no era él, a un tipo con su misma altura, con idéntico color de piel, con su olor y su voz, pero con diez años más. Una versión adulta, con casa y trabajo. Un hombre diferente. Tal vez sencillamente un hombre porque él aún no lo era. ¿Cuándo se convierte un chico en un hombre? ¿Cuándo se deja toda la niñez atrás? ¿Cómo se sabe? Había leído unos cuantos libros en los que el protagonista era un adolescente, puede que incluso menor que él, que tras pasarlas putas de diferentes maneras acababa el libro hecho un hombre. Pero tenía la seguridad de que en la vida real no era así de sencillo. Puede que en realidad eso nunca sucediera del todo, que por dentro siempre fueras el mismo chico pero con más experiencia, más responsabilidades y más arrugas. También puede que esas experiencias, esas responsabilidades y esas arrugas te convirtieran en otra persona, que el Martín de casi treinta años no guardara más que un recuerdo vago del de diecisiete. No tenía ni idea, pero sí que sabía que no le gustaba nada pensar que Mal preferiría esa otra versión de si mismo mientras exploraba su cuello o sus labios, así que procuraba apartarlo todo a un pequeño rincón oscuro y peligroso de su interior y concentrarse en disfrutar de las sensaciones que le producía tenerla al fin bajo sus caricias.

Tampoco es que abundaran los momentos en los que podían entregarse el uno al otro. En la protectora, por la calle, incluso en el portal en el que ya se habían estado besando largo rato aquella madrugada, fingían que nada había pasado. Era desesperante lo fácil que a ella le resultaba tratarle como siempre, bromear manteniendo las distancias. A Martín en cambio le costaba no bajar la guardia y ya se había descubierto en varias ocasiones mirándola embobado, acercándose demasiado o a punto de tocarla. En dos semanas apenas habían tenido alguna ocasión de ponerse las manos encima en el coche de ella o en su casa. Por eso se lanzaban como lobos uno contra el otro en esos escasos momentos, pero ella cerraba los ojos y luego lo frenaba. “No, aún no. Para”. Y Martín paraba, aunque con Manu hubiera llegado más lejos, aunque supiera que ella había llegado con otros mucho más lejos aún, aunque subir luego las escaleras hasta su piso fuera una tortura y tuviera que encerrarse en el baño. Entonces era él el que cerraba los ojos y pensaba en ella, en una versión de ella más joven y menos preocupada por lo que dirían otros o por lo que debía o no hacer con un chico tan joven. Porque no lo habían hablado, pero Martín sabía bien que esos “no, aún no”, esos “para”, no hubieran existido si él no tuviera sus ridículos diecisiete años.

No era el único problema. Martín tenía todo el tiempo del mundo, y quería estar con Mal tanto como pudiera, que era mucho. Aunque fuera fingiendo que no había pasado nada. Ella, en cambio, seguía teniendo un trabajo al que atender, además de amigos, familia, compras y sus obligaciones en la protectora. Y, lo que le costaba aún más entender a Martín, quería estar a ratos tranquila y sola en su casa, leyendo o viendo la tele.

– Me gustas mucho Martín, más de lo que sería razonable, pero no podemos estar juntos a todas horas– había dicho ella una vez que él había protestado.

– No quiero que estemos juntos a todas horas, es que estamos muy poco tiempo, es que quiero estar contigo. Estoy en casa sin nada que hacer en todo el día –

– Pues búscate cosas que hacer. Hay gente que mataría por tener esas horas libres. Yo misma, sin ir más lejos. Tú dentro de unos años no entenderás como podías malgastar así el tiempo. Lee, estudia idiomas, sal por ahí con Logan, ve a echar una mano a Miguel, queda con tus amigos, haz deporte… ¡Qué se yo! –

– No soy ningún crío aburrido, es que no entiendo que no aprovechemos los ratos que podemos estar juntos – había objetado él.

– Sé que a tu edad cuesta, pero tienes que tomártelo con calma – replicó ella sacudiendo la cabeza mientras jugueteaba con la funda que cubría su viejo sofá. Y Martín había visto la duda bailar en sus dejos, en el vaivén de su rostro, y el miedo a lo que podría pasar si forzaba la mano le había hecho callar y no insistir más.

Era poco, sabía a poco; pero poco con ella era mejor que nada.

Lo de guardar el secreto no le jodía tanto como el notar que ella dosificaba aún más sus encuentros desde aquella charla. Dudaba mucho que ella se lo hubiera confesado a alguien, y solo había una persona a la que él se lo hubiera contado.

– Joder tío, si me molaran las tías serías mi héroe. ¡Una de veintiséis! – había dicho Juan deteniendo el partido en la Play.

– Sí, menudo héroe. A escondidas, a cuentagotas y a pedales –

– Da igual. Sigue siendo una de veintiséis. Y no es ningún orco –

Martín le había lanzado el cojín sobre el que estaba sentado a la cara antes de replicar.

– ¡Un orco! Está muy buena y lo sabes, por mucho que pases de las tías –

– Vale, es mona. Pero que conste que el que está más bueno de los dos eres…- había querido contestar antes de interrumpirse entre risas para frenar el aterrizaje de otro cojín.

Juan era un buen tío. Alguien de quien te podías fiar y con un sentido del humor muy de agradecer. Él tampoco estaba precisamente muy ocupado esos días previos a irse con sus padres a la playa y comenzar la universidad, así que Martín había cogido la costumbre de coger al viejo pitbull e ir dando un paseo hasta su casa para atrincherarse con él frente a la consola y bajo el aire acondicionado.

Resultaba curioso pensar en cómo apenas estaba viendo a los que pocos meses antes habría considerado sus mejores amigos del instituto y, en cambio, buscaba la compañía del que había sido el paria oficial de la clase, al que había estado ignorando cordialmente tanto tiempo.

Durante una de esas mañanas le había explicado su teoría sobre los cumpleaños.

– En realidad ya tengo dieciocho años, ¿sabes? –

– ¿Pero no habíamos quedado en que los cumplías el mes que viene, en agosto? – dijo Juan llenando dos vasos de hielo y coca cola zero.

– Sí, pero lo he estado pensando y creo que la mayoría estamos equivocados con esto de cumplir años. Mira, cuando eres un bebé y cumples tu primer año, en realidad lo que estás haciendo es terminar tu primer año y empezar a vivir el segundo. Vivirás tu segunda Navidad, tu segundo verano, hasta que cumplas dos y comenzarás a vivir el tercer año –

– Hum. Vale, sí. Pero no tienes dieciocho años –

– Tengo diecisiete terminados. He vivido diecisiete años enteros y estoy en mi dieciocho –

Juan le tendió un vaso y fueron hacia el salón seguidos del perro, que ya tenía elegido su rincón para dormitar en aquella casa desde la primera visita.

– Pero no tienes dieciocho por que para tenerlos tendrías que haber vivido ese año entero –

– Vale, no los tengo, pero estoy en ellos, en los dieciocho. Cuando los cumpla en tres semanas tendré los dieciocho enteros y estaré empezando mi año diecinueve de vida – sentenció Martín con un entusiasmo excesivo.

– Así que pasamos de golpe de tener diecisiete a tener diecinueve. Me da que eso no funciona así, colega, por mucho que quieras acortar distancias con esa chica – rió Juan.

– No paso de tener diecisiete a tener diecinueve. Son matemáticas puras. Y también lengua. Fíjate que decimos que cumplimos años y cumplir significa, terminar, como cuando cumples un contrato o una promesa. Cumples dieciocho, así que terminas los dieciocho y empiezas los diecinueve.

– Me estás poniendo la cabeza como un bombo. Anda, coge el mando y escúchame bien, no se te ocurra soltarle todo este rollo a ella – dijo su amigo dejando el vaso en el suelo y encendiendo la consola.

IMG_8115

Aida es una preciosa podenquita de cinco años, desecho de un cazador que no la quería. Ahora se encuentra en casa de acogida y ha demostrado ser una perra muy tranquila, sociable, noble y sumisa. Apenas se le escucha, solo quiere tranquilidad. Le encantan los paseos y recibir cariño constante. Es sociable con otros animales.Con niños se porta de maravilla. Es tamaño pequeño, unos 13 kilos de peso.

Está esterilizada. Se encuentra en Los Barrios (Cadiz) pero se envía a toda España.

Contacto: huellasgaditanas@hotmail.com

IMG_8130

Elegimos a nuestros perros por su tamaño y nos arrepentimos de no haberlos escogido por su carácter

La Fundación Affinity ha presentado este jueves Los resultados de su primer estudio que analiza los motivos que nos llevan a escoger un animal de compañia en España. Un estudio con unos resultados decepcionantes, que ponen una vez más de manifiesto que somos seres superficiales que nos lanzamos a sumar un miembro más a nuestra familia preocupándonos más por su aspecto exterior que por lo realmente importante: su carácter.

Así nos va. Tratando a los animales como complementos de moda, ¿qué se puede pedir del trato al prójimo?

Los tres motivos principales, entre el más de medio millar de encuestados, a la hora de elegir a su perro han sido el tamaño, el amor a primera vista y la raza. El cuarto es la edad, que fuera mayor o cachorro. Me quedo con ganas de saber la preferencia de la mayoría, que me da que es por los cachorros.

Hay muchos «fue amor a primera vista», «él me eligió a mí», «la forma en que me miró en el momento de escogerlo»… un 34% de los propietarios escogen su perro emn base a estos motivos emocionales, en estos casos las variables relacionadas con las características o necesidades del animal quedan relegadas a un segundo término.

perros

Lo que más tristeza me produce es que el factor más importante, «qué el perro tuviera un carácter determinado», aparece en una triste posición número quince, siendo contemplado apenas por un 2,2% de los que han elegido a un perro.

Desolador.

También lo es que muchos otros buenos motivos a tener en cuenta, como el tiempo disponible (1,8%), el nivel de actividad que necesite un animal (1,2%), la composición familiar (2%), el coste económico (2,6%) o la opinión del resto de miembros de hogar (3,5%), que son también cuestiones a tener muy presente, también son minoritarias.

Insisto, así nos va…

perros2

Aunque bastante bien nos va, y es mérito de los perros, que casi siempre salen bien pese a nosotros. El 89% de los propietarios de perros «ven cumplidas sus expectativas y están satisfechos con su actual animal de compañía». No obstante hay un nada desdeñable 11% que no lo está.

Por cierto, que esto de la satisfacción y las expectativas cumplidas me chirría mucho. No estamos hablando de un lavavajillas, sino de un miembro más de la familia. ¿Aceptaríamos esa pregunta si se refiriera a nuestra pareja o nuestros hijos?

perros3

¡Caramba! También nos encontramos en el estudio que, e pesar de estar satisfechos con su perro, seis de cada diez propietarios cambiarían algún aspecto. Y adivinad en qué se fijarían más si se vieran de nuevo en situación de elegir a un animal: los cambios deseados se centran en carácter y comportamiento.

¿Aprenderemos?

perros5

Recuerda qué se debe buscar al ir a adoptar un perro o un gato y no es cierto que en los pisos solo se puedan tener perros pequeños.

image
Pachi tiene cuatro meses y una malformación en las patas de atrás. Está en Almería pero se manda a cualquier parte.

Contacto: adopcionesanua@gmail.com

¿Has pensado en adoptar o acoger a un animal mayor?

10847981_689701851148392_9085510206956053400_nHoy es el día internacional de las personas mayores, sé bien que no lo es de los perros y gatos mayores, pero yo he decidido aprovechar esa percha para traer aquí la recomendación de pensar en adoptar o acoger un animal sénior.

Para las personas mayores, mejor animales que también lo sean. Pasa demasiado a menudo. Abuelos que pasan a una residencia (ojalá hubiera más residencias que permitieran animales de compañía), a vivir con sus hijos o mueren dejando atrás perros y gatos que han sido su principal ancla y compañía al final de su vida pero que ahora nadie quiere o puede quedarse.

Por eso siempre recomiendo que si se está buscando un animal de compañía a una edad avanzada o para alguien de edad avanzada, no se adopten ni compren cachorros. Es mucho mejor buscar algún animal ya maduro. Será más tranquilo y manejable que un cachorro y su esperanza de vida menor. Tal vez sea ser muy frío, pero regalar un cachorro de raza pequeña que puede vivir entre quince o veinte años a una persona de ochenta es ser poco realista.

12017483_1068792976510793_6681701874142185177_o En Facebook hay un grupo del que hace tiempo que quería hablar. Se llama SOS Abuelos y se dedica a buscar hogar a animales mayores procedentes de toda España. Pues bien, entrad y veréis a muchos que están ne esa situación por el fallecimiento de sus dueños o porque su salud ha empeorado.

Es el caso de todos los animales que véis en este post. Si queréis adoptarlos o acogerlos, podeis encontrar más información en SOS Abuelos.

Pero los perros y gatos mayores son una compañía excelente para cualquiera, independientemente de su edad, si lo que se busca es un animal tranquilo, educado, al que dar un buen final.

Y no solo adoptándolos, también siendo su casa de acogida. Así de bien lo explican en la Asociación Nacional de Amigos de los Animales (ANAA).
12075094_536775013136570_3648683562678347882_n

Encontrar adoptantes para los animales viejitos es complicado, las familias suelen preferir cachorros o animales jóvenes para compartir mas tiempo con ellos. Sin embargo, olvidamos que el tiempo que compartamos con un viejito será mucho mas intenso, su capacidad de agradecimiento es infinita y sus miradas mucho más dulces porque ya no tienen que demostrar nada, sólo querer y dejarse querer. Son animales que en su mayoría ya están educados lo que facilita la etapa de adaptación, son tranquilos, no buscan jaleo con otros animales y exigen menos actividad. Lamentablemente cada día que pasan en el Centro se esfuma un porcentaje muy alto de su tiempo para disfrutar.

Te proponemos que seas su gran oportunidad. Acoge a uno de nuestros viejitos por un tiempo indefinido. Nosotros seguiremos intentando encontrarle un hogar definitivo pero dale, desde ya, la suerte de cariños cercanos, cama blandita, paseos, amigos y mimos. Desde ANAA cubriremos todas sus necesidades de alimentación, atención veterinaria, medicación caso de necesitarlo y residencia u otra casa, durante los días que tengas que ausentarte.

12096032_850563261728916_8577389047519457300_n