Esta mañana al llegar a la redacción he asegurado a mis compañeros que Excálibur no saldría vivo de esa casa, que no vería otro amanecer. Cuando a última hora de la mañana salieron las imágenes de Excálibur en la terraza pensé que eran las últimas que veríamos del perro. A primera hora de la tarde algunos medios dieron por muerto a Excálibur, aunque luego se desmintió. «Por poco tiempo, es cuestión de horas», auguré.
Cómo me hubiera gustado equivocarme.
No es que sea pesimista o lacónica, para nada. Es que era la respuesta obvia de las autoridades que están gestionando tan rematadamente mal la crisis del ébola. Ya lo dije ayer noche. Matar a Excálibur era lo fácil, rápido y barato. No hacía falta ser clarividente.
Pero está bien que hayamos protestado, está bien la rabia y ojalá dure. No nos deberíamos olvidar jamás de ese perro. La memoria de la gente suele ser efímera y con ello cuentan los que nos manejan. La buena memoria es una de nuestras mejores armas como ciudadanos.
¿Por qué este revuelo por Excálibur y no por los miles de perros que se sacrifican en España constantemente? Tal cuál me lo han preguntado. Pues por un lado sí que organizamos revuelos por el resto de perros, de distinto calado, con intensidad cambiante. En muchos casos sin apenas eco pero con mucho trabajo ignorado, sucio y oscuro. Por otro lado, a veces las circunstancias confluyen para crear símbolos y multiplicar el alcance. Aún me recuerdo en el centro de Madrid con las manos blancas por Miguel Ángel Blanco hace dos décadas, un muerto más de ETA, no distinto en esencia de los anteriores. Pero lo convertimos en un símbolo y aún le recordamos.
La memoria, esa poderosa arma que os contaba.
En redes sociales, en comentarios de este blog, incluso de viva voz también ha salido una nueva versión de la vieja historia de que nos falta un tornillo por preocuparnos de perros, toros y gatos teniendo niños muriendo de hambre en el mundo. Ya llevo años oyéndola. Esa nueva versión es que nos falta un tornillo o somos unos hipócritas por preocuparnos por un perro teniendo miles de afectados por ébola en África.
Al menos yo me preocupo y hago algo, los que lo critican no saben si también por esos niños y esas personas. Por mi experiencia al que le duelen los animales y levanta la voz por ellos también lo hace por los humanos. Y hay muchas buenas causas en el mundo, que cada cual elija la suya sin competir por si es peor o mejor que la del vecino, que esto no es la liga de fútbol.
Tal vez poner el grito en el cielo por un viejo perro amarillo en el supuesto primer mundo suponga un granito de arena para que se tomen en serio encontrar una vacuna, una cura para el ébola. Si quisieran ya podrían haberlo hecho, os recomiendo que leáis a Javier Yanes si os interesa el tema.
Si efectivamente nos falta un tornillo, al menos no hacemos mal a nadie sino todo lo contrario. No merecemos menos respeto que los que deciden dedicar todas sus fuerzas al fútbol, los juegos de mesa o el atletismo urbano.
Yo me quedo con que la reacción que ha suscitado Excálibur en todo el mundo demuestra que hay muchas almas luminosas entre nosotros, que a veces nos creemos rodeados de almas grises. Y que vamos evolucionando a mejor. Hace pocos años hubiera sido impensable.
Ya os dije que no era de natural pesimista.
Y recordad: no olvidéis.
Muerto el perro, acabó la rabia. Los hay que en la gestión de 
