Por Diego Mas
Un vídeo de Nueva Delhi muestra el atropello de un trabajador, que muere desangrado tras pasar indiferentes por su lado centenares de peatones, ciclistas y automóviles. El Gobierno proyecta ahora incentivar a quienes ayuden a las víctimas.
Pero hay que ir también a la raíz del problema. Porque, según la mentalidad aún predominante en la India, no sólo se puede, sino que se debe dejar morir de hambre, enfermedad o accidente a una persona, porque no sólo se lo merece por sus pecados anteriores, sino que remediar sus males impediría que se reencarnara después en una vida mejor.
¿Cabe mayor perversión, mentes más depravadas, lugar más tétrico y peligroso, como prueban los centenares de millones de víctimas de esa ideología?
¿Los sin casta, muchos de los cuales se han unido estos días, exigen que se cumpla la igualdad democrática que promete su Constitución?
¿Hay país que necesite mayor presión y colaboración mundial para ayudar a quienes desde dentro se esfuercen de verdad por eliminar por fin esa milenaria monstruosidad?