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El circo oculto en las redes sociales

Por Andrea Martín

Un hombre con un móvil en sus redes sociales (Europa Press).

Un hombre con un móvil en sus redes sociales (Europa Press).

Un día como otro cualquiera revisas tus redes sociales, esperas encontrarte más de lo mismo: fotos de unos amigos celebrando un cumpleaños, recetas culinarias explicadas paso a paso, paisajes alucinantes de lugares exóticos, nuevas tendencias de moda, etc.

Pero cada vez son más la cantidad de vídeos que se suben a las redes con el único objetivo de convertirse en virales. Muchos de ellos los protagonizan animales. De los grupos que más cameos realiza, aún sin querer ser los protagonistas de estas historias, son nuestros queridos canes. Se le embute al animal en disfraces hechos a medida, se están el tiempo que haga falta en la misma posición hasta que el dueño está satisfecho con el resultado, se les “ridiculiza” y estresa.

Incluso hay vídeos donde se ven a los dueños forzar las extremidades de sus mascotas para así hacer gestos que harían los humanos para hacerlos todavía más “graciosos”. Se les expone de manera vergonzosa, a un público que ni tan siquiera conocen, por unos cuantos likes, unas descargas o que figuren como virales en las preciadas redes sociales.

Reflexionemos. ¿Todo vale? Creo que no. Pero me sorprende enormemente los pocos comentarios reprochando este tipo de acciones.

Parece ser que no avanzamos, volvemos poco a poco hacia tiempos pasados, de prohibir a los animales en los circos por divertimento a crear el nuevo “circo oculto”. Espectáculo gratuito que podemos contemplar cómodamente desde casa y visualizarlo tantas veces como queramos.

4 comentarios

  1. Dice ser luciérnago

    Las redes sociales son el claro ejemplo de la inmensa cantidad de gilipollas que hay en el mundo. Absolutamente nadie está interesado en sus patéticas vidas que son tan tristes que tienen que publicar cada chorrada que hacen.

    11 diciembre 2016 | 15:19

  2. Dice ser Lola

    Internet, ha sido un gran avance para la comunicación entre las personas, pero también contribuye a que los que no tienen mucho que hacer se dediquen a todo tipo de estupideces, y no sólo con las mascotas, hasta con los propios hijos.

    11 diciembre 2016 | 16:47

  3. Dice ser Anna María

    El tema de usar animales es lo menos «importante».
    Lo más alarmante de esta nueva sociedad de lo absurdo es esa necesidad imperiosa de llamar la atención, sea como sea. Tienen la necesidad, como respondiendo a un síndrome de abstinencia, de tener Me Gusta. Si no los hay, viene la ansiedad.
    Es el todo vale con tal de tener Me Gusta. Grabar a desconocidos SIN PERMISO, subirlo a Internet SIN PERMISO. Todo vale para obtener mis Me Gusta. Arruinar la vida de cualquiera por subir contenido inapropiado. ¿Total? ¿Qué más da? Yo lo grabo, tengo montones de Me Gusta y ya me siento realizado. El otro que se joda.

    Todo responde a la necesidad de llamar la atención. Si no grabas algo guay no eres nadie. Si no tienes suerte viviendo algo único para mostrar al mundo y que te envidien, entonces te centras en inventarte a ti mismo y mostrar toda tu vida para demostrar que eres alguien. ¿Intimidad? ¿Qué es eso? Miradme. Miradme. ¡Miradme! ¡MIRADME!

    Y sí, en su empeño de demostrar que son guays dañan a otras personas, y a otros animales. Todo vale con tal de conseguir Me Gusta. Es la nueva droga. Me gusta.

    11 diciembre 2016 | 21:22

  4. Dice ser Leticia Sabater

    ¡¡QUIERO TENER INSTAGRAM… QUIERO SER GUAY!!
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    …Pues sí, querida Andrea, las redes sociales vuelven loca a la gente. En especial los Instagram, Pictagram, Vibbi, Overgram, Layout, y demás aplicaciones para subir fotos y vídeos. Es verdad que su función primordial es la de red social, sin embargo sus usuarios aprovechan la ocasión para convertirse de repente en intrépidos viajeros, grandes chefs, divertidos ciudadanos con mascotas sonrientes. Qué envidia… y eso que antes parecían ciudadanos amargados.
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    …Pero no, las apariencias engañaban. Era que guardaban un mundo interior en las cuatro paredes de su piso de alquiler o del hogar familiar. Porque, eso sí, la mayoría de ellos son de pueblo, están en paro de larga duración o estudian en universidades públicas, y apenas tienen dinero para pagarse un capricho. Por eso impresiona todavía más esa afición repentina del instagramer a viajar de foto en foto. ¡Ora a la playa, ora a Baqueira-Beret , ora a un buen restaurante, ora a la disco…!
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    …Qué más da. El caso es que en Instagram, Vibbi, Pictagram… siempre hay dinero de sobra para costearse una vida de lujos. Qué divertido, nena. Qué bien me lo paso. ¿Por qué no se me ocurrirá hacer lo mismo en la vida real? Sí, en la calle, ya me entiendes, querida andrea. En la calle vemos a esa gente muy seria, taciturna, apenada quizá por algún mal acechante. ¿Por qué en la vida real ya no sonrien igual? ¿Por qué no dan también esos saltos en el aire queriendo atrapar ese instante de felicidad?
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    …No sé, no sé, querida Andrea, sigo sin entender a estos instagrammer. Tan alegre en las fotos, tan abatidos y vulgares en la vida real.
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    …Si yo fuera un instagramer me iría a vivir a las fotos de mi aplicación. De allí no saldría en mi vida. Para qué. Allí siempre sería una persona alegre, extrovertida, chistosa, incluso poética, por qué no decirlo, poética también. En Instagram escribiría versos tan monos como ‘’Rompiste lo establecido para dar vueltas sobre mí’’. O ‘’Madurar no significa envejecer, madurar es saber tomar las decisiones correctas en el momento exacto’’. Eso escribiría al pie de una foto donde sacara la lengua en un gesto divertido.
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    …Por supuesto que también me haría un consumado chef de cocina. Nunca se me vería cocinar (¿pa’qué?), los platos los retrataría ya hechos. Suculentos combinados internacionales, como servidos por un restaurante, o mejor, como cortapegados de internet. No sé, se me ocurre ahora algo sencillo. Foie de pato con Chutney de manzana, tortitas de guiso de carne de cerdo con rúcula, piruletas de chorizo libanés, con un poco de ceviche y arroz meloso. ¡Um, qué rico y qué fácil de hacer!
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    …Yo lo sé preparar porque soy un instagramer. Soy así de guay.
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    …Si yo fuera un instagramer nunca saldría a la calle, viviría dentro de mi móvil, viajando, sin pegar palo al agua y comiendo maravillas. Tendría 2 perro muy divertidos –uno se llamaría ‘Rinconete’ y el otro, ‘Cortadillo’–, que sabrían fumar en carabina y bailar juntos la tarantela. ¡Por eso quiero tener instagram… quiero ser guay! ¿Te apuntas?

    11 diciembre 2016 | 23:15

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