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Ángel Viñas, primer premio Albert Camus

Con emoción contenida, asistí ayer a la entrega del primer premio Albert Camus (de la Asociación Arte y Memoria) al historiador Ángel Viñas y a la Asociación de ex presos y represaliados políticos anti franquistas. Me emocionó el acto en el auditorio de la Academia de Cine (pared con pared con la sede del PP), sobre todo, porque estuvo repleto de jóvenes.

Con el historiador Ángel Viñas, tras recoger su premio Albert Camus.

Fui a abrazar a mi amigo Viñas y me topé, de pronto, con el relevo de una nueva generación que proclama los valores de republicanos de libertad y justicia a través del cine y otros formatos digitales. Los cortos premiados por la Asociación Arte y Memoria expresaban «el deber de la memoria» (no olvidar el Holocausto, la resistencia francesa, la guerra civil española, los refugiados y emigrantes, Ucrania, el hambre, la pobreza, los olvidados, el sinsentido de los totalitarismos…). Hubo menciones a Fahrenheit 451 («la temperatura a la que se inflama y arde el papel») en favor del memoria como «un acto de resistencia».

Ángel Viñas recibe el primer premio Albert Camus de la Asociación Arte y Memoria.

Viñas comparte el primer premio Albert Camus con la Asociación de ex presos y represaliados antifranquistas.

Representantes de la Asociación de Ex presos y Represaliados Anti franquistas reciben el premio Albert Camus.

El Festival Internacional de Cine por la Memoria Democrática (FESCIMED) reunió ayer a un buen grupo de jóvenes artistas cinematográficos. Como premio, recibieron la escultura de un taco de árbol, con las anillas de la memoria, coronado por una piedra de los campos de Brunete, donde murieron 30.000 españoles en una batalla inolvidable de dos semanas. Las piedras de la memoria…

Los jóvenes premiados en el FESCIMED. Sentado, en primera fila, con corbata, Fernando Martinez, secretario de Estado de Memoria Democrática. A la izquierda, Ángel Viñas, con su inseparable pajarita.

El profesor Viñas, el historiador que ha descubierto las vergüenzas corruptas del «millonetis» Francisco Franco, hizo un espléndido discurso de gracias. Anunció su próximo libro sobre la República Española y la URSS en tiempos de Stalin y pregonó su tesis, compartida por nuestro gran amigo Gabriel Jackson, de que  «la guerra civil no fue inevitable».

Con Ángel Viñas y Gabriel Jackson, reunidos tras la muerte del dictador.

Ángel Viñas, Gabriel Jackson y un servidor (con barba) tras la muere del dictador.

Viñas nos descubrió la cita real y tremenda de Albert Camus sobre la guerra civil española, publicada en 1945: «Es posible tener razón y ser vencido». Los vencedores no tenían la razón, según Unamuno, solo la fuerza. Y esa fuerza les vino de Hitler y Mussolini… «y de los monárquicos alfonsinos, los falangistas y carlistas, los financiadores del Golpe como Juan March y una parte del Ejército». Ángel Viñas («no hay historia definitiva, no hay historiadores definitivos») nos ofreció también otro de sus hallazgos. La Italia de Mussolini firmó con Sanz Rodríguez contratos de suministro de armas, aviones, etc., para los futuros golpistas, ¡el 1 de julio de 1936! es decir, 18 días antes del golpe de Estado de Franco. Estaba claro que si fracasaba el Golpe, los golpistas tenían prevista la guerra civil con la ayuda infame de Hitler y Mussolini. Gracias a historiadores como Viñas vamos descubriendo la memoria de aquella infamia inolvidable, pese a los medios franquistas que, durante décadas, pretendieron borrar la memoria sin éxito. Uno de los premiados citó al argentino Eduardo Galiano: «Nos mean y los medios dicen llueve».

Fernando Martínez, secretario de Estado de Memoria Democrática, no descansa en su campaña de divulgación pedagógica de su Ley de Memoria Democrática.

La Ley que Fernando Martínez promovió, desde el ministerio de Félix Bolaños, «pone en el centro a las víctimas». Nos recordó su lema: «Verdad, Justicia y Reparación» para que no vuelva a ocurrir jamás. Según el secretario de Estado, «el deber de la memoria (memoria intergeneracional) es una garantía de no repetición de la barbarie».

Una de las premiadas me impresionó con su breve discurso («mujer joven y libre me siento») y otra cerró su discurso de gracias con un grito, ya clásico: «Honor y gloria a las víctimas de la barbarie».

Seguramente sin querer, y sin citarlo, Willy Meyer, ex eurodiputado con Izquierda Unida, hizo propaganda de mi libro «La prensa libre no fue un regalo». Me gustó. Dijo que «la libertad nunca ha sido un regalo sino una conquista… y las conquistas no son definitivas».  Gracias, Willy. Te recomiendo mi libro. Buen regalo de Navidad para los amantes de la libertad. No digo más.

 

¡Aleluyah! El cabritillo, reconciliado con su madre

¡Aleluyah!

Cabritillo recién nacido y abandonado por su madre. Lo encontramos, tiritando de frio, en el camino a Brunete.

Este cabritillo recién nacido, que encontramos tiritando de frio, abandonado por su  madre en el camino a Brunete, ha vuelto a su hogar. Una vecina lo abrigó con su jersey y se lo llevó al pastor.

El cabrito corría hoy, tan contento, por el encinar. Me pareció reconocerlo.

Hoy creí reconocerlo entre el rebaño. El pastor me ha dicho que aisló a la cabra primeriza con su cría y que, al haber pasado pocas horas desde el parto, se reconocieron y reconciliaron. A veces, las cabras sin experiencia dejan a la cría, recién parida, y huyen asustadas con el rebaño. Si pasan muchas horas separadas, la madre cabra repudiará a su cría.

Bien abrigado, en brazos de mi vecina, dejó de tiritar.

Afortunadamente, en este caso, solo pasaron unas pocas horas entre el parto y el reencuentro.
El cabrito se enganchó rápidamente a la ubre de su madre y hoy ya corre por los montes. El espíritu de la Natividad, que movió a mi vecina a salvar a la cría abandonada, inspiró también a la madre cabra.

Encontramos al cabritillo entre el liguario de 1843 y el bunker nazi de Brunete.

Nos dio pena ver a la pobre cría sola, en medio del campo, y muerta de frío. El pastor se alegró más por recuperar a su cabritillo perdido que por haber encerrado felizmente en el corral a sus cientos de cabras y ovejas.

Fue un paseo pre navideño bien aprovechado.

El pastor me dio hoy una alegría. ¡Aleluyah!

Luego, bajando al río, me encontré con el ojo de Odin que lo ve todo.

El ojo de Odín, cerca del Castillo y del río.

Y, por fin, un monumento al Filomena antes de llegar al río. La Naturaleza imita al Arte.

Recuerdo que nos dejó Filomena para celebrar pronto su primer aniversario.