La cita secreta. La hora secreta. La calle secreta. Habíamos quedado para realizar un reportaje a uno de los 300 centros de acogida y casas tuteladas que hay en España para mujeres maltratadas.

La llegada no resulta acogedora. Una verja separa la angustia y el dolor sufrido en la calle por la tranquilidad y la escucha en el interior del centro. Juanma y yo esperamos en el hall la llegada de la directora del centro, mientras algunas de las “internas” nos miran desconfiadas. Algunas de ellas llevan tiempo sin ver una figura masculina, y todas ellas reciben asistencia psicológica.

Os presento a Begoña. Ha salido del centro hace unos meses, y ha recuperado su vida. Tras haber sido maltratada, tuvo la valentía de denunciar a su agresor y huir de aquella ciudad que la tenía esclava.

“Te acaba aislando. Primero el trabajo, las amistades… luego la familia, hasta que te quedas sola, anulada como mujer y persona. Luego llegan los puñetazos. Pasé 16 años encerrada en mi casa”.

Cuando los golpes llegaron a sus hijos, no aguantó más, y preparó la huída. “Esperé a que se marchara al trabajo. Bajé a denunciar con una amiga, y volvía a casa. Comí con él, y esperé a que se marchara”.

Mientras charlamos con Begoña, en un pequeño patio, las siluetas de otras 19 mujeres dan fe de la brutalidad y cobardía del maltrato. Dos muletas, un collarín, y un rostro lleno de hematomas destapan a una de las nuevas internas. Llegó al centro anteayer. Nos mira fríamente, y baja la cabeza.

Siempre he dicho que el brillo de los ojos dice muchas cosas buenas de una persona. Y a Begoña le brillan especialmente. Sonríe mientras mira la puerta del centro. Ya no se cree nada, pero no baja la mirada.

Ha salido del paso, y ha tenido la fortuna que no tuvieron otras: la de salir adelante. Enhorabuena, Begoña. Teléfono contra el maltrato: 016.