El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Recomendaciones sinsentido de la cerveza SIN durante la lactancia

Mujer cerveza

En una reciente nota de prensa de Europa Press se da cuenta de una sorprendente recomendación nutricional dirigida a las madres que dan el pecho referente a las bondades de incorporar cerveza sin alcohol en su dieta habitual y en una cantidad de dos raciones al día. Algo que en verdad tampoco nos debería de llamar tanto la atención cuando en su día se recomendó esta bebida a todo tipo de mujeres, ya estén embarazadas, sean lactantes o estén en la menopausia. Más o menos, si eres mujer y por tu salud has de beber cerveza SIN. Y siempre, no solo por aquello de no tomar la cerveza normal, con alcohol, algo lógico por sus claros efectos deletéreos, sino al parecer por las pretendidas bondades intrínsecas de esta bebida en lo que se refiere a su aporte nutricional

Lo que sí es sorprendente se mire como se mire es quienes hacen llegar al alimón esta recomendación, no te lo pierdas: La Asociación Española de Matronas y Cerveceros de España… XD que así dicho (es como está en la nota de prensa) no debe ser, no creo que haya una asociación con ese nombre sino que deben ser dos: la española de Matronas por un lado y la de Cerveceros de España por el otro. Para que luego digan que la política hace extraños “compañeros de cama” (no voy a seguir por este camino que me pierdo)… matronas y cerveceros… bien, bien… quién lo diría. Bueno, vamos al meollo.

No he sido capaz de encontrar y descargar el documento tal cual, del que al menos de momento, la asociación de matronas no se hace eco en su web. No así el Centro de Información Cerveza y Salud (¡como no!, ¿te acuerdas?) que comenta a bombo y platillo su relación con las matronas.

Con el eslogan “Su alimentación depende de ti. Durante la lactancia, bebe SIN” se hace hincapié en diversos puntos, algunos con más insistencia que otros:

  • La incompatibilidad del consumo de bebidas alcohólicas durante el proceso de lactancia [bien]
  • La importancia de que la madre preste una especial atención a su alimentación en este periodo [bien]
  • Los beneficios de la lactancia materna [A medias bien, y me explico: ¿es necesario comentar los beneficios de respirar? No, porque es lo “natural”; pues con la lactancia materna lo mismo (entendiendo en este caso cuando hay una posible disyuntiva entre dar y no dar el pecho)]
  • Comparar cuánto beneficio se halla en la leche de madres que beben cerveza sin alcohol y las que no la beben [mal]

O fatal… el relato de todos estos beneficios surgen al parecer de un único estudio titulado «Efecto de la cerveza sin alcohol sobre la leche materna» que no hay forma humana de encontrarlo publicado. Se habla de él, pero es imposible acceder al mismo y conocer sus entresijos, metodología, financiación, conflicto de intereses… etcétera. Si yo tuviera que apostar, apostaría a que está detrás el ínclito Centro de Información Cerveza y Salud. De todas formas recordemos las preclaras palabras de Ben Goldacre:

Sea como fuere, ya sabes o te imaginas lo que viene a decir el consabido documento: que si la leche de las madres que beben cerveza SIN es mucho más rica en antioxidantes (de los que no se ha constatado beneficio alguno directo), además de muchos otros beneficios que al final por repetirlos se los van a terminar por creer hasta ellos.

Se vuelve a la carga con aquello de que la cerveza, incluida la SIN es rica en lo de siempre: ácido fólico (o vitamina B9), magnesio, calcio, fósforo, potasio y silicio… ¿será cierto? Ya sabes que no, o que no para tanto como para que merezca la pena destacarlo. Recordemos esta entrada:

  • Un vaso de cerveza SIN de 200 ml aporta el 4,10% de la Cantidad Diaria Recomendada (CDR) de ácido fólico. Por su parte, un plátano aporta más del 12% de esa CDR; un plato de alubias rojas el 128%; un vaso de zumo de naranja natural el 68%; un plato de espinacas el 108%… ¿seguimos?
  • En cuanto al calcio, el mismo vaso de cerveza SIN aporta entre el 1% y el 2% de su CDR… sin embargo, un vaso de leche alcanza el 35,6%; un plato de espinacas 35,3%; un puñado de almendras 8,75%; dos yogures 43,1%… ¿seguimos?
  • En cuanto al magnesio, potasio, fósforo, calcio y muchos otros minerales cuya riqueza habitualmente se hace destacar en la cerveza… nada de nada. Pero nada de nada porque son minerales para los que no hay normalmente ningún peligro de sufrir una deficiencia… hay que tener una alimentación francamente desequilibrada para que se presenten deficiencias de ellos. Es decir, no habría porqué destacar a la cerveza, ya sea con o sin, con elementos habitual y constantemente presentes en la mayor parte de alimentos. Ahora bien, está claro que si los mencionas queda muy, muy guay cara a la población general.

Con tanto supuesto parabién en la cerveza SIN, planteo la pregunta de siempre: ¿por qué no aparecen todos estos superbeneficios en la etiqueta de las cervezas SIN? Ya te lo digo yo, porque a pesar de no tener alcohol en esta ocasión el contenido en esos nutrientes es tan exiguo que la legislación no permite ponerlos en la etiqueta… otra cosa es en un panfleto confeccionado entre Cerveceros de España y la Asociación Española de Matronas. Ahí sí que se puede, y todos tan contentos.

Además ¿por qué estos convenios con las matronas no se celebran con la Asociación para la promoción de frutas y verduras 5 al día o con la Asociación de productores de lentejas (que no sé si existe) o con Pescaderías Asociadas Españolas (que tampoco lo sé)?

Vuelta a las suposiciones y a las apuestas… si de mi dependiera respondería que por el maldito dinero que tienen unos y el que les falta a los otros. Aunque igual es una falta de perspectiva y resulta que todas estas asociaciones (5 al día, lentejas, pescado…) y en especial la de matronas, simplemente, no han caído en la cuenta que hay una mejor forma de hacer las cosas.

Post data: Si te preocupa verdaderamente lo de no tomar alcohol en el embarazo o la lactancia te recuerdo que las cervezas del tipo «0,0» son las que menos alcohol aportan (según la legislación no pueden aportar más de 0,09% ) y que las denominadas SIN deben tener menos del 1% en volumen, es decir, pueden llegar a tener un 0,9%.

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Nota: mi agradecimiento de hoy para @SeanMurchainpor hacerme partícipe en TW de esta, en realidad mala, noticia.

Imagen: vectorolie vía freedigitalphotos.net

Bebés, proteínas, leches y obesidad

bEBÉ BIBERÓN

Hace unos pocos días fuimos testigos de una noticia que se hacía eco de un estudio científico que afirmaba que los bebés que toman fórmulas lácteas (lactancia artificial) con menos proteínas estaban expuestos a un menor riesgo de padecer obesidad (medido a partir del índice de masa corporal o IMC) en la edad pediátrica.

En este estudio, cuyo resumen puedes consultar en este enlace, tras haber realizado un seguimiento a más de 1600 niños concluye de forma categórica que:

La leche artificial para lactantes con un menor contenido de proteínas reduce el IMC y el riesgo de obesidad en la edad escolar. Evitar aquellos alimentos infantiles que aportan una cantidad excesiva de proteínas podría favorecer una reducción de la obesidad infantil.

Muy interesante, sin lugar a dudas. No obstante hay algunas cuestiones que apenas se han reflejado en este estudio y que me han llamado poderosamente la atención. La principal, el poner el acento en el efecto de la composición de las leches de fórmula y mencionar muy de refilón los resultados observados en los niños alimentados a partir de lactancia materna. Me explico.

Resulta que con los cerca de 1600 niños en observación se hicieron tres grupos. Empezaron distinguiendo los bebés en dos grupos: los que recibieron lactancia artificial y los que recibieron lactancia materna, al que se denominó “grupo de referencia observacional”. A su vez, el primer grupo, algo más del millar, fue divido en dos: los que recibieron fórmulas artificiales “alta en proteínas” y los que la recibieron “baja en proteínas”.

Pues bien, independientemente de que puedan existir otras variables que afecten al peso de los niños, algo evidente, resulta que la prevalencia de obesidad en los niños de seis años fue claramente diferente entre los que habían recibido fórmula “alta en proteínas” (prevalencia = 10%) frente a los que la habían recibido “baja en proteínas” (prevalencia obesidad = 4,4%). Muy interesante.

Pero a mi juicio lo es mucho más, el saber que entre el grupo de niños de seis años que habían recibido lactancia materna esa prevalencia fue del 2,9%

 bebés, lactancia y obesidad

Es decir, tal y como se apunta en el estudio en cuestión (y nunca en la versión que ha llegado a los medios de comunicación) el grupo de lactancia materna fue observado como “grupo control” o como un tácito (no declarado) grupo en el que las circunstancias son las de referencia. Así pues, casi toda la fuerza del estudio se centra en recomendar leches artificiales y productos que no contengan un exceso de proteínas en el periodo de lactancia, haciendo una escasa (totalmente anecdótica) mención a los beneficios de la lactancia materna, cuando fue esta la opción que mejores resultados obtuvo.

A modo de (no sé si) curiosidad, creo que merece la pena mencionar que todos los bebés alimentados con lactancia artificial en este estudio lo fueron a partir de una única marca comercial, Bledina (de Danone) que se suministró sin coste a los participantes en el estudio. Aunque en el estudio, todo hay que decirlo se mencione que la compañía en cuestión no desempeñó un papel decisivo en la realización y análisis del trabajo.

En la actualidad los límites de contenido proteico en las leches de fórmula es relativamente variable. Según la normativa el contenido de proteínas de una fórmula infantil puede oscilar en una horquilla bastante amplia entre 1,8 y 3,5 gramos por cada 100 kcal aportadas. Sin embargo, es preciso mencionar que el contenido proteico de las fórmulas lácteas para lactantes ha sido recalculado “a la baja” ya que hasta 2006 los límites inferior y superior de contenido proteico estaban fijados respectivamente en 2,25g y 4,5g por cada 100 kcal aportadas. Es decir, como siempre, una reformulación conducente a asemejar en lo posible la composición de las leches artificiales a la materna que tiene un contenido netamente inferior de proteínas (1,3g de proteínas por cada 100 kcal de leche materna madura) al límite inferior legalmente vigente en la actualidad para las fórmulas artificiales (1,8g/100kcal).

En resumen, no ya solo por aquello de la prevención del riesgo de obesidad, sino por infinitos motivos más, la mejor opción al abordar la lactancia de un bebé es la lactancia materna. Y si por la causa que sea se termina recurriendo a la lactancia artificial, las fórmulas con un menos contenido proteico parecen ser más ventajosas. Al menos desde el punto de vista de la prevención del riesgo de obesidad y siempre y cuando se observen otros factores.

Si te ha gustado esta entrada quizá te interés consultar:

¿Cuánto beneficioso resulta el haber recibido lactancia materna?

Lactancia materna, mucho más que el mejor alimento (I)

Lactancia materna, mucho más que el mejor alimento (II)

Con un par: dimite más del 60% del Comité de Lactancia Materna a raíz de una campaña publicitaria

10 Claves reales para fomentar la lactancia materna en el ámbito hospitalario

El dilema del destete

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Imagen:  Sura Nualpradid vía freedigitalphotos.net

Bebidas que no son la leche (de soja, arroz, almendras…)

zole4 freedigitalphotos.net

zole4 (freedigitalphotos.net)

Una especie de conciencia antilácteos está permanentemente presente en nuestro entorno haciendo recaer sobre el consumo de leche miles de aspectos negativos para la salud. Este posicionamiento antilácteo al que me refiero funciona además como una especie de dial que ofrece distintas intensidades. En la postura más light de este posicionamiento están quienes defienden su consumo solo cuando el producto en sí tenga un origen ecológico; luego están los que ecológica o no, la leche solo será un producto aceptable mientras no haya sido sometida a ningún tratamiento incluida la pasteurización (sí, ya sé que parece increíble, pero de esto también hay) ya que al parecer estos procesos son los causantes de Dios sabe cuántos males; a continuación están aquellos enemigos a ultranza de la leche como producto animal que es y proponen en sustitución el consumo de otras bebidas vegetales, blancas, a las que desustanciadamente llaman leche. En el bando contrario a cualquiera de estas posturas están los que afirman que la leche, la original, es poco menos que imprescindible para un correcto mantenimiento de la salud y que se hace preciso tomar no sé cuantos vasos o litros al día. ¿Qué tal si aclaramos un poco estas cuestiones? Luego que cada cual haga lo que le dé la gana, pero haga lo que haga, por favor, que no trate de convencer a los demás de sus planteamientos y, si lo hace, que aporte pruebas.

Ni la “leche de soja” ni las “otras”… son leche

Antes de continuar es imprescindible hacer algunas aclaraciones semántico-legales. En el contexto alimentario, la legislación advierte que el nombre de “leche” hace referencia a:

La secreción mamaria normal de animales lecheros obtenida mediante uno o más ordeños sin ningún tipo de adición o extracción, destinada al consumo en forma de leche líquida o a elaboración ulterior

Por si esta definición no hubiera quedado clara, el mismo texto legal hace la siguiente aclaración (supongo que sabedora de los múltiples atropellos que se cometen en este sentido):

Podrán denominarse “leche” sólo los alimentos que se ajusten a la definición formulada

Así pues, ni “leche” de soja, ni “leche” de almendras, ni “leche” de arroz… ni “leches” varias. La denominación de estos productos será, normalmente, “bebida de…” o “bebida a base de extracto de…” lo que corresponda en cada caso (puedes comprobarlo yendo a tu nevera o mirando en el súper).

¿Son estas bebidas un buen sustituto de la leche de verdad?

La respuesta es depende. Depende de para qué, me refiero. Desde un punto estrictamente nutricional, como puedes imaginarte, no tienen mucho que ver, así que de sustituto en este aspecto, ni bueno ni malo, sencillamente no lo son. Llegado este punto es necesario aclarar que si por algo destaca la leche como alimento y por algo se la ha recomendado con tanta insistencia (hasta llegar casi a la vehemencia) es por su riqueza en calcio y por ser una fuente dietética de este mineral especialmente importante (recuerda que ser rico en un nutriente y ser al mismo tiempo una buena fuente del mismo no tienen porqué ser una cosa consecuencia de la otra). Pero no es ni de lejos la única fuente dietética de este mineral, según el “manual” Krausse Dietoterapia 12ª ed, las verduras de hoja verde como la col, el brócoli, las espinacas, las espinas pequeñas del pescado, las almejas y las ostras, son, entre otros, buenas fuentes de calcio. Además, también pueden serlo algunas bebidas enriquecidas (en calcio, se entiende), como la de soja, al igual que otros zumos enriquecidos pueden contener tanto calcio como la leche de vaca.

Pero es preciso hacer dos aclaraciones para quien lee demasiado deprisa: en estos últimos casos se refiere a las bebidas enriquecidas (lo digo para que los amantes de lo “natural” lo tengan en consideración) y; Tener tanto calcio como la leche no quiere decir, insisto, que el producto termine siendo tan buena fuente dietética como esta; las cuestiones de la biodisponibilidad, la presencia al mismo tiempo de otros nutrientes que faciliten o dificulten su absorción, etcétera también son elementos a tener en cuenta.

Sin embargo, este tipo de bebidas sí que podrían ser un buen sustituto como elemento intercambiable por razones de conveniencia (a quien le guste, claro). Me explico, si alguien ha decidido no tomar leche por la causa que sea y a la hora de desayunar le apetece un café “con leche” o una tacita de cacao soluble el utilizar como sustituto la bebida de soja, de almendras o la que sea, será más conveniente que, por ejemplo, mezclar el café con el zumo de naranja o poner el cacao en polvo en un vaso de agua calentita…. por decir algo.

¿Entonces que es mejor tomar: leche o bebida de soja?

Esta pregunta es de similar calado a ¿qué es mejor tomar: pan de molde o lonchas de mortadela? Es decir, si por mejor se refiere a sus efectos sobre la salud… no son alimentos nutricionalmente comparables. Pero que no cunda el pánico. Si quieres y te gusta, puedes tomar las dos cosas, leche y bebida de soja… o las cuatro: leche, bebida de soja, pan de molde y mortadela. Además, que algo sea bueno o malo dependerá, tal y como vimos en esta entrada de múltiples factores. De momento de la frecuencia con la que se consume y de su cantidad y, además del resto de nuestra alimentación y del resto de nuestra vida.

Pero, al final, ¿hay que tomar leche?

No. Ni es obligatorio, ni indispensable, ni en sentido estricto tampoco diría que lo es el aconsejar una determinada ingesta de leche al día. De hecho, las más recientes recomendaciones sobre la leche, me refiero a aquellas que me parecen más acertadas, se refieren a la leche como un alimento más, sin darle una mayor importancia y sin asignarle un grupo de alimentos propio, con su frecuencia y cantidad de consumo. Estas recomendaciones de las que hablo son las de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. Si bien, como sabrás, otras recomendaciones como las del Gobierno estadounidense y más en nuestro entorno, las del Ministerio de Sanidad, siguen otorgando a la leche y en general a los lácteos un papel diario “indispensable” dentro de las recomendaciones. Es más, en el caso del plato de la alimentación saludable de la universidad de Harvard la alusión al tema lácteo es para referirse a controlar su cantidad más que a fomentar su consumo. Es decir, leche si quieres sí, pero no te pases y en especial no la uses como «bebida» en sustitución del agua (algo más frecuente fuera de nuestro hispánico entorno).

En resumen, siempre que lleves una adecuada alimentación la leche es un alimento más sobre el que no es necesario hacer recomendaciones concretas, como tampoco se hacen sobre el consumo de tomates o de las pipas de clabaza, por decir algo.

Ahora bien, el decir esto y creerse las ideas conspiranoicas que a menudo se oyen sobre la leche no son la misma cosa (imprescindible este bodrio documento resumen para ilustrar esas tonterías tomado de la ínclita “Discovery Salud”). Así pues, ni maldita, ni bendita, cuando oigas hablar de la leche que sepas que… blanco y en botella.

Como el tema lácteo da para mucho, te sugiero que si quieres visitas estas otras entradas:

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Las mal llamadas “leches de crecimiento”: innecesarias y caras

Niño leche

La semana pasada un buen amigo de la comunidad virtual, José Manuel López Nicolás (@ScientiaJMLN) se marcó de nuevo un buen tanto al publicar un post con su opinión y sus razones documentadas al respecto de la utilidad de las incorrectamente llamadas “leches de crecimiento”. Me refiero esos briks similares a los de leche que bien en el supermercado o bien en la farmacia (no pienses que por encontrarlos en farmacias van a ser mejores que los de súper… de hecho son los mismos) y a través de su publicidad, nos pueden hacer llegar a pensar que nuestro hijo de corta edad necesita de ellos para crecer con salud, desarrollar plenamente su intelecto o ser feliz. Y a mí, mira por dónde, me apetece comentar estas cuestiones y subrayar algunas cosas que creo se merecen una especial atención.

 Ni “leches”, ni “de crecimiento”

La primera de ellas, es resaltar el mal uso que frecuentemente se hace de la terminología para referirse a estos productos. A ver si nos queda claro, comercialmente con la legislación en la mano, no se pueden denominar “leche”. En estos casos estamos ante una serie de productos lácteos o ante derivados lácteos en los que la adición de tanta martingala (vitaminas, minerales y ácidos grasos) más que la eliminación de algunos elementos característicos de la leche (en especial sus grasas típicas) impiden que legalmente se le pueda llamar “leche” a este tipo de productos. Y este es un aspecto que me parece importante ya que soy de la opinión que de modo subliminal todo aquello etiquetado como “leche” es mejor aceptado o acogido por la población general. La leche figurará como ingrediente del producto, pero nunca el producto deberá ser nombrado como “leche”.

Además, está la otra cuestión: la del “crecimiento”, que tampoco. Estos productos como cualquier otro alimento funcional no pueden, legalmente, dar a entender al consumidor que el efecto buscado (el crecimiento) depende únicamente del consumo de su producto o que de su falta de consumo se puedan derivar consecuencias negativas.

El post de Scientia partía de la base de comentar el reciente posicionamiento de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria sobre el estado de salud de los bebés y niños europeos de hasta 3 años; de lo bien o mal nutridos que están, de sus posibles carencias y también de sus posibles excesos. Ese posicionamiento lo puedes leer aquí Scientific Opinion on nutrient requirements and dietary intakes of infants and young children in the European Union. Para ello, el panel de expertos hacía estas aclaraciones previas en la línea de lo que estoy comentando:

Las “leches de crecimiento” o las “leches específicas para niños” son fórmulas basadas en la leche o no, inicialmente destinadas a los niños pequeños. […]. El panel de expertos propone no utilizar el término “leche de crecimiento” porque su uso implicaría un efecto particular sobre el crecimiento [cuando no tiene por qué ser así]. […] Este panel propone referirse a este tipo de productos como “Fórmula para niños pequeños” […] a los que se les debería aplicar la norma para las fórmulas de continuación [lácteas o no] CODEX STAN 156-1987.

Veamos ahora el hecho de su necesidad

En el informe se mencionan cuatro posibles déficits nutricionales (ácidos grasos de la familia omega tres, vitamina D, hierro y yodo) en la población en estudio y un exceso (el calórico) que pueden suponer una situación de riesgo para esta población. Así, en el informe se puede leer claramente que:

Los expertos consideran que tanto los déficits como el exceso se deben afrontar siguiendo las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos […] a partir de una alimentación saludable. Estas guías ofrecen educación nutricional y consejos tanto para los individuos concretos como para el público en general con el fin de alcanzar los objetivos nutricionales y de ayudarles a seleccionar una dieta que satisfaga sus necesidades. Estas recomendaciones incluyen la adecuada elección de alimentos que son fuente de aquellos nutrientes clave para la salud pública […]

Tal y como reza el REGLAMENTO 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos en su artículo 3, apartado d:

“La utilización de declaraciones nutricionales y de propiedades saludables no deberá: […] afirmar, sugerir o dar a entender que una dieta equilibrada y variada no puede proporcionar cantidades adecuadas de nutrientes en general”

De todo ello se desprende que no hacen la menor falta alimentos enriquecidos si las cosas se hicieran bien. Así pues, mejores alimentos y menos alimentos funcionales. Porque además, el comer mejor termina resultando, mucho más rico y además mucho más económico que el recurrir a la dexcontualización del nutriente a base de sacarlo de su “alimento de origen” para terminar poniéndolo no importa donde. En este caso en una supuesta “leche”.

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Los lácteos no aumentan las mucosidades

LecheUno de los mitos más firmemente más asentados entre la población general al respecto de las cuestiones nutricionales (y mira que hay mitos para aburrir) es que el consumo de lácteos, más en especial de leche, favorece la formación de moco. También se les culpa de dificultar la remisión de ciertos síntomas catarrales o congestivos relacionados con el tracto respiratorio. Este mito ha trascendido el desconocimiento popular y a día de hoy florece incluso en boca de algunos profesionales sanitarios poco actualizados, y no digamos ya en la web. Es en este medio precisamente en donde se pueden encontrar ejemplos de páginas que siendo especialmente populares, mantienen esta errónea información. De hecho resulta principalmente costoso encontrar una sola página de información general, básica, que aporte consejos válidos a este respecto.

 

¿Qué se sabe hoy sobre la relación entre lácteos y mocos?

Antes de nada no nos pongamos nerviosos. Si eres una persona que aun cree en esta relación, es comprensible, ya que el tema viene de lejos. Por ejemplo aquí tienes este artículo de 1948 en el que se plantea la cuestión y que tras observar a más de 600 pacientes concluye que no hay tal relación. Pero la cosa va más allá, según este interesante artículo:

La primera referencia sobre la producción de mocos en el tracto respiratorio por efecto de la leche se documenta ya en el siglo XII por parte de un médico judío llamado Mose Mai ­monides. La medicina tradicional china atribuye al consumo exagerado de lácteos (no de la mantequilla), chocolate, miel y otras sustancias dulces un efecto humidificador en humanos […]

En este mismo texto de 2010, tras hacer una revisión de este mito se concluye que:

La creencia que la leche produce mocos está arraigada en un determinado sector de la población. Las personas que creen que la leche aumenta la mucosidad manifiestan tener más sintoma­tología respiratoria que las que no lo creen, pero no se ha podi­do demostrar un aumento real de la mucosidad. Existe evidencia de que la leche no aumenta la mucosidad en personas sanas ni altera las pruebas funcionales respiratorias en asmáticos

Y a mi modo de ver concluye bien, ya que son diversos los artículos publicados en revistas internacionales de reconocido prestigio los que llegan a resultados similares. Por ejemplo, en este artículo se concluye que:

[…] El consumo de leche no parece agravar los síntomas del asma y que por tanto no se puede establecer una relación entre su consumo y la aparición de síntomas asmáticos. Sin embargo, hay unos pocos casos documentados en los que las personas con alergia a la leche de vaca presentan síntomas similares al asma.  

Es decir, la alergia es una cosa y que la leche provoque mocos, otra bien distinta. Conclusiones que son muy similares a las de este otro.

Otra cosa que podemos hacer para que te quedes tranquilo y para que así te puedas tomar si te apetece una reconfortante taza de leche con chocolate cuando estás acatarrado, es conocer la opinión de profesionales o instituciones de solvencia contrastada. En este sentido la Clínica Mayo coincide más o menos en lo antedicho, aunque centra su respuesta más en las flemas que en los mocos como tal.

Como siempre he dejado lo mejor para el final y, como en otras ocasiones, citando al genial pediatra Carlos González quien responde a este mito de la siguiente manera:

Un mito muy extendido dice que la leche de vaca produce mocos. Dado que los mocos son un mecanismo de defensa de las vías respiratorias contra las infecciones, se podría considerar esta una ventaja de la leche. Sin embargo, varios estudios, realizados con grupo placebo (leche de vaca o de soja con saborizante para que no se note la diferencia) han mostrado que no es así, que la leche no produce mucosidad. También hay, claro, gente con intolerancia a la lactosa o con alergia a la leche (son dos cosas completamente diferentes) [y que tendrán su propia sintomatología asociada . Como también hay gente alérgica a las fresas, y no por eso se dice que las fresas sean malas. Los que no somos alérgicos ni tenemos intolerancia a la leche, podemos beberla tranquilamente. Y si no la queremos, pues no la bebemos. [En este sentido] los alimentos son como los futbolistas: todos necesarios, pero ninguno imprescindible.

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Nota: En la entrada de hoy quiero agradecer sobre manera la contribución de Julio Basulto (@JulioBasulto_DN), y también a Jesús M., un lector agradecido que me hizo llegar la consulta

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Con un par: dimite más del 60% del Comité de Lactancia Materna a raíz de una campaña publicitaria

Lactancia materna

Hay cosas que le remueven las entrañas a uno. A cada cual lo suyo, eso es cierto, pero creo que los ejemplos palmarios sobre la integridad profesional (se cobre o no, más aun si es que sí) es una de ellas… y más aun cuando se tiene presente en la memoria la cotidiana y omnipresente carátula de la mayor parte de telediarios e informativos (a día de hoy, tristemente, parece que no hay que depender demasiado de la memoria sobre estos temas).

El caso que hoy os traigo es una cuestión de “dignidad… siempre dignidad” (dignity… always dignity es una frase mítica pronunciada por Gene Kelly al principio de la genial película “Cantando bajo la lluvia”, peli que recomiendo ver en familia en especial si tienes niños pequeños y/o te gustan los musicales del tipo “no plomazo”)

Bueno, manos a la obra, el caso que hoy os traigo es uno de esos, de los que se hacen buena la frase dignidad… siempre dignidad (son pocos pero haberlos haylos). Resulta que más del 60% de los miembros del Comité de Lactancia Materna pertenecientes a la Asociación Española de Pediatría (AEP) han decidido dimitir de su cargo cuando esta Asociación ha prestado su logo al avalar una publicidad de un producto sustitutivo de la lactancia materna de una conocidísima marca del sector alimentario. Una muestra de coherencia y valentía, una especie de “tú podrás hacer lo que quieras, pero no cuentes conmigo para ello”.

“El conflicto”

Por lo que sé (y que se me corrija en donde me equivoque)  en lo que llevamos de año el órgano de expresión científica de esta Asociación, la revista “Anales de Pediatría”, ha contratado en la contraportada de su versión editada, en todos sus números, el anuncio de una leche artificial destinada a los bebés nacidos por cesérea. En esta publicidad se da a entender que con esta fórmula láctea se reduce en un 46% el riesgo de infección gastrointestinal en el recién nacido (en este caso por cesárea). De esta forma se promueve la lactancia artificial por encima, al parecer, de la posibilidad de la lactancia materna. Una alternativa obviada, olvidada, ignorada, ninguneada y así, menospreciada, al estar ausente en el caso de los nacimientos por cesárea. La publicidad se acompaña, a toda página, de una impactante imagen en la que se ve “sacar” un feto, tirando de su cabeza desde la incisión en el abdomen de la madre, es decir de una cesárea en toda regla. La polémica (fotos aparte) viene cuando hay que responder a esta pregunta: ¿acaso los bebés nacidos por cesárea no tienen derecho a la mejor de sus opciones alimentarias que es, ya lo digo yo (y la OMS) la lactancia materna?

Al parecer, la reiterada publicidad con la inclusión mínima de un escueto faldón relativo a que la leche materna es el mejor alimento para el lactante en sus primeros meses de vida ha propiciado que más del 60% del colectivo que conforma el Comité de Lactancia Materna pertenecientes a la Asociación Española de Pediatría haya dicho que… ¡basta ya!

Basta ya, por ejemplo, de violar el Código Internacional de Comercialización de Sucedáneos de la Leche Materna que en su artículo 7.2 se cita textualmente que:

La información facilitada por los fabricantes y los distribuidores a los profesionales de la salud [recordemos que estamos ante el órgano de comunicación oficial de la AEP] a cerca de los productos comprendidos en las disposiciones del presente Código debe limitarse a datos científicos y objetivos y no llevará implícita ni suscitará la creencia de que la alimentación con biberón es equivalente o superior a la lactancia natural.

El caso es que tal y como se aprecia en la publicidad mencionada, la información que se ofrece aparenta ser totalmente partidista, dando a entender que ante una cesárea la alimentación del bebé a base de leche artificial (de la marca anunciante por supuesto) evitará en un 46% el riesgo de padecer una infección gastrointestinal. Al hacerlo de este modo omiten de manera se supone que intencionada, claramente tendenciosa y posiblemente contraria a la legalidad, el papel protector de la leche materna en este tipo de circunstancias.

Es triste, muy triste, pero resulta que los vínculos de la industria alimentaria con las asociaciones y sociedades científico-médicas son, con no poca frecuencia, motivo de vergüenza. Ya comenté en esta entrada que muchos de los avales que lucen algunos de los productos alimenticios son bochornosos. Afortunadamente, por detrás de Asociaciones de lustroso nombre y apellido hay personas (algunas) que deciden mantener una sobriedad profesional al margen de cualquier interés. Todo un espejo en el que buscar referencias.

Chapó por ellos.

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Imagen: Jomphong via freegigitalphotos.net

La “fiebre” de la soja no es en absoluto nueva, el ejemplo de Henry Ford

Henry_ford_1919El norteamericano Henry Ford (1863-1947) ha pasado a la historia por ser el fundador de la compañía de coches Ford, y además por ser el padre de la cadena de montaje en relación con la producción masiva, originalmente de coches, y posteriormente de otros bienes y productos. Inventor incansable con más de un centenar de patentes en su haber se dio a conocer con el lanzamiento del Ford modelo T, o más llanamente conocido como Ford T, el primer coche que se hacía accesible para las clases menos pudientes.

A pesar de su estrecha vinculación con el mundo industrial, en su biografía destacan algunas curiosidades relacionadas con la alimentación y su producción. Por ejemplo, en 1919 se posicionó a favor de la eliminación de los caballos, las vacas y los cerdos sosteniendo que el mundo sería un mejor lugar si en él no se consumiera carne de ningún tipo. Con este punto de partida, que a día de hoy sigue teniendo sus defensores (por unos u otros motivos) terminó cayendo en una especie de espiral de sinsentidos llegando a decir en 1921 que todo esfuerzo dedicado a la producción animal era una pérdida de tiempo y que la leche podría y debería producirse por procedimientos químicos industriales o, al menos, sin la participación de las vacas.

A pesar de conseguir posicionarse en contra de varios expertos de su época, también encontró quien le apoyara. En su tiempo surgió un tal Dr. Earl B Carr que afirmó que contaba con la fórmula para poder elaborar “leche” sin recurrir a las vacas a partir de avena, cacahuetes, agua y sal (y en verdad también con un poco de queso, cuestión esta que dificulta bastante el poder hacer ésa leche sin vacas, pero bueno). Aquí tienes un enlace a un periódico de la época que se hizo eco del asunto.

En 1927 volvió a la carga en contra de los animales de granja, en esta ocasión reclamaba la desaparición de los pollos, y de nuevo cerdos y vacas. Ya en 1939 vaticinó la desaparición de la carne de cordero ya que en breve sería sustituida por productos derivados de la soja, lo que le valió una importante enemistad entre el colectivo de carniceros y charcuteros de su tiempo.

Sea como fuere parecía estar empeñado en la eliminación de cualquier tipo de producción ganadera en favor de una mayor utilización de los recursos vegetales y también químicos como sustitutos. Las posibles razones de este tipo de planteamientos parece que hay que buscarlos en sus orígenes. Henry Ford nació en una familia de ganaderos, dentro de una granja y todo apunta que los trabajos que tuvo que realizar allí de joven le dejaron traumatizado de por vida, llegando a sentir una profunda aversión por todo lo que sonara a animal, granja y producción ganadera.

Sus teorías y postulados fueron bastante sonados, a fin de cuentas se trataba de una persona con una importante imagen pública en su país, razón por la que estos planteamientos gozaron en aquel entonces de tanta repercusión.

Fuente consultada: “The Public Image of Henry Ford: An American Folk Hero and His Company” por David L. Lewis. Ed. Wayne State University Press, 1976

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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Foto: Library of Congress (Wikimedia Commons)

Cómo liar y confundir al consumidor con los lácteos sin lactosa

Vaso de leche_Sprogz

Me sorprendió el otro día leer la publicidad de una conocida marca de productos lácteos a tenor de un producto a base de leche sin lactosa de la que se afirmaba ser mucho más “ligera y digestiva”. En concreto, esta publicidad la vi en el suplemento XL Semanal nº1325 (tercera semana de marzo de 2013)

Me da la impresión que la utilización de estas dos características “ligera y digestiva” no se ajusta a la realidad. Entre otras cosas por que ambas no están relacionadas en la frase. Es decir, no se afirma que favorezca “digestiones más ligeras”. Se dice que es ligera por un lado y digestiva por el otro. Yo al menos así lo veo. Vamos por partes.

 

 

¿Es más “digestivo” un producto sin lactosa que cualquier otra leche?

Pues podría serlo para la población que es intolerante a la lactosa, pero no para la generalidad de la población. El no hacer ninguna distinción al respecto de este beneficio entre la población sin intolerancia y la que sí la tiene, me da la sensación que puede llegar a confundir al consumidor medio que sin mayores problemas de intolerancia observe en esta publicidad una ventaja que no es real al consumir este tipo de productos. Es más, en otra publicidad de esta gama de productos se dice textualmente que es:

“tanto para las personas que presenten cierto grado de intolerancia a la lactosa como las que quieren cuidar más su organismo […]”

Ya comenté algunas de las particularidades de la intolerancia a la lactosa en este enlace y en este otro. Más en concreto señalé y sigo manteniendo que no son pocas las personas que teniendo unos síntomas más o menos inespecíficos y relativamente similares a los de la intolerancia a la lactosa se “creen” intolerantes, cuando en verdad no lo son. Además, la prevalencia de la intolerancia a la lactosa en nuestro entorno (Europa occidental) es relativamente baja sobre todo si la comparamos con otras partes del mundo, como por ejemplo en el lejano oriente. Me parece importante destacar también que una buena parte de los verdaderamente intolerantes a la lactosa, además, suelen poder admitir una cierta cantidad de lactosa sin experimentar molestias.

En resumen sobre la cuestión de la digestibilidad, primero: hay bastantes personas que se creen intolerantes sin serlo, digamos que solo lo sospechan; segundo: los verdaderamente intolerantes en nuestro entorno son pocos; tercero: incluso muchos de los que lo son pueden consumir la cantidad de lactosa contenida en un vaso de leche sin experimentar las molestias típicas y; cuarto: la población no intolerante no va a observar ningún beneficio en su digestión por el consumo de este preparado lácteo sin lactosa en lugar de la leche normal, y por tanto, su consumo en estas personas, no implica en ningún caso el cuidarse más.

¿Es este producto más “ligero”?

Lo cierto es que la expresión “ligero” dentro de la publicidad de un alimento está sujeto a una concreta regulación. Para poder decir que un producto es más “ligero” se han de cumplir las mismas condiciones que las establecidas para el término “contenido reducido”; asimismo, la declaración deberá estar acompañada por una indicación de la característica o características que hacen que el alimento sea “light” o “lite” (ligero)… y no es el caso de este producto. Por tanto, creo que la cualidad “ligera” no se le debe aplicar, al menos sin ofrecer más explicaciones.

Además y por último, la publicidad no debería referirse a este tipo de productos como “leche” porque en realidad no lo son, en sus ingredientes hay otros elementos además de leche, por lo que a tenor de la legislación no debería etiquetárselas como tal. Legalmente se trata de bebidas a base de leche, un preparado lácteo si se quiere, en el que su ingrediente principal es la leche, pero no lo es. Es una bebida láctea sin lactosa, y parece que se les olvida.

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Foto: Sprogz

“Daisy”, la vaca que da leche hipoalergénica

Daisy, la vaca de la foto es el nombre que se le ha puesto a una vaca modificada genéticamente por un equipo de científicos neozelandeses con el fin de poder producir leche de vaca hipoalergénica (aunque en realidad, Daisy sea todavía una tierna ternerita).

Antes de meterme de lleno, déjenme decir que para mí el nombre de “Daisy” siempre me ha evocado, no lo puedo evitar, la película “2001: Una odisea del espacio” cuando HAL-9000 (el ordenador de la nave) canta la canción homónima cuando Dave (su protagonista) procede a desconectarlo. Conmovedora secuencia.

Por cierto y ya que estamos, ¿saben por qué esta canción aparece en el guión? Me imagino que muchos ya sabrán que la peli está llena de guiños. Uno de ellos es el nombre del ordenador “HAL”, que es el acróstico de Heuristically programmed ALgorithmic computer  pero además, cada una de estas letras es la antecesora en el abecedario a otras tres, en concreto “IBM”. Y la canción en cuestión, “Daisy Bell” es, “curiosamente”, el tema que “cantó” el primer ordenador (de IBM) capaz de vocalizar en 1961.

Bien, al lío. Tras varios años de dura investigación los investigadores de la empresa neozelandesa AgResearch han conseguido hacer viable el embrión de una vaca lechera muy especial y sacarlo adelante. La particularidad de Daisy es que ha sido modificada genéticamente para que la leche que dé no contenga aquel tipo de proteínas que con frecuencia están implicadas en la alergia a la leche de vaca en personas predispuestas (en torno al 2 a 3% de los neonatos). Curiosamente algunos medios de comunicación han confundido este hallazgo de la «hipoalergenicidad» con el de la intolerancia y se han apresurado a anunciar (confundiéndose) que “Científicos neozelandeses crean genéticamente una res cuya leche no causa intolerancia” en un claro ejemplo de mezclar churras con merinas (bueno en este caso más bien, alpinas con frisonas). Los detalles de la investigación los pueden leer de primera mano en este enlace que dirige directamente a la web del laboratorio en cuestión.

 

La alergia a la leche de vaca no es intolerancia

Como ya se explicó en la entrada “Intolerancias que son la leche: Intolerancia a la lactosa” y en esta otra “Intolerancia a la lactosa: Alimentos y personas implicadas una cosa es la alergia y otra la intolerancia. La alergia a las proteínas de la leche de vaca esta propiciada en mayor parte de los casos (no en todos) por unas globulinas (una clase de proteínas) presentes en su suero. En concreto, con este trabajo se pretende reducir de forma importante la fracción de estas proteínas denominada betalactoglubulinas una de las más presentes en el suero lácteo.

Aun pasarán bastantes años antes de que esta leche pueda ser comercializada, han de superarse numerosos ensayos y controles previos con los que su seguridad pueda ser certificada. En el camino, también explicar el porqué Daisy ha nacido sin cola, una rara enfermedad congénita en las vacas. Entre tanto, diversas plataformas ya han mostrado su disconformidad en relación con la ingeniería genética, y es que hay que tener en cuenta que Nueva Zelanda es precisamente unos de los estandartes mundiales pro-ecologistas. De todas formas esta línea de investigación se suma a otras ya bastante avanzadas como aquella de obtener especímenes transgénicos (en este caso bitransgénicos) con el fin de conseguir que las vacas den una leche con algunos elementos propios de la leche humana tales como la transferrina y la lisozima humanas, ambas proteínas de cometido diverso, pero con indudable valor en el desarrollo de los lactantes.

Si me permiten una pequeña broma, si los neozelandeses me hubieran preguntado yo le hubiera puesto otro nombre a la vaca en cuestión. Por ejemplo, y ya que están en las antípodas y que la manipulación genética está por medio, en vez de “Daisy” creo que el nombre de “Mutilda” le hubiera quedado que ni pintado.

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Foto: Afencia EFE

Los intrigantes números en la base de los «cartones» de leche

He de reconocer que me da una cierta vergüenza tener que hacer esta entrada a resultas del mito o leyenda que corre por ahí como la pólvora. Me refiero al bulo sobre si los números que figuran en la base inferior que los envases de leche son el número de veces que esa leche ha sido reciclada tras vencer su fecha de consumo preferente.

Pues sí, aunque no lo crean no son pocas las personas que piensan que esto es cierto y que por tanto opinan, y también defienden de forma vehemente, pese a no aportar prueba alguna, que ese numerito que aparece en el culo de los cartones de leche se refiere a eso, al número de veces que el fabricante ha recogido del punto de venta la leche que no se ha vendido y que ya ha «caducado» (o va a caducar) la lleva a su empresa, allí vacía cada cartón y rellena otros nuevos envases con una fecha de consumo preferente en vigor.

En especial la duda podría sorprender así en frío a alguien que le da la vuelta a su cartón de leche y observa que pone 3, 8, 15, o incluso 36 por decir una burrada, pero el tema se pone divertido si como en mi caso, le doy la vuelta a un cartón de leche que acabábamos de finiquitar en familia y pone un número como el que les ilustro.

 

 

Lo que ven, 480.550 supuestos reciclados. Para hacer unos pocos cálculos he supuesto algo bastante normal, que es que la leche de este tipo tenga una fecha de consumo preferente de unos 6 meses desde su puesta a la venta (en concreto en este cartón comprado hace unos 15 días pone: “Fecha de consumo preferente 30-10-2012”). Esto supone para el caso de este cartón y no de otro, dos reciclados al año. Despreciando la imposibilidad de que el mismo día que la recojan la vuelvan a colocar con la fecha cambiada este dato haría suponer que mi leche es de una vaca que se ordeñó hace 240.275 años. Y esto me ha hecho dudar de la veracidad de la leyenda.

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Ahora en serio. Los números que aparecen en la base de los cartones de leche y que tanto intrigan a algunas personas tienen que ver, tal y como se explica en este video, con la numeración de las bobinas que el fabricante de los envases usa para identificar su producto y que luego vende a los distintos productores de, en este caso, leche. Es decir, el productor de leche ya recibe los cartones con dicha numeración y por tanto los dígitos no aportan información alguna del producto que contiene, en este caso de la  leche.

Como pueden comprobar el mito en cuestión ha alcanzado una dimensión tal que una de las empresas que manufacturan este tipo de envases y que luego sirven a la industria alimentaria, el fabricante de Tetra-Pak  y también la Federación Nacional de Industrias Lácteas han tenido que salir al quite para responder a la pregunta de qué significan los números y también para desmentir de forma explícita estas tonterías:

Explicación del número en la base del envase

Los envases de Tetra Pak se producen en grandes bobinas como la de la imagen superior [ver enlace]. Las bobinas se dividen después en 5 (en el caso de envases de 1 litro) rollos de envases.

Cada rollo de la bobina recibe una numeración que permite identificar en qué pista de la bobina fue producido un determinado envase. Tetra Pak tiene así un control de su producción para garantizar la máxima calidad de los envases.

Los números se imprimen durante la fabricación de los envases en las fábricas de Tetra Pak, mediante diversos sistemas de identificación. Estos números no siempre son visibles, a veces quedan ocultos bajo una solapa.

De esa forma, Tetra Pak tiene un control de la producción y así garantiza la máxima calidad de los envases.

Un número del 1 al 5 en la base del envase, indicaría a cuál de los cinco rollos de envases de litro pertenece el envase en cuestión.

NO hay ninguna relación entre los números en la base del envase y el producto contenido.

Para más información rogamos contacten con nosotros a través de info.es@tetrapak.com

La leche de consumo es tratada y envasada una sola vez (Comunicado de FENIL: Federación Nacional de Industrias Lácteas)

La leche de consumo que se vende envasada en los establecimientos comerciales, es obtenida exclusivamente a partir de leche cruda a la que le ha sido aplicado un tratamiento térmico, ya sea pasterización, esterilización o UHT.

Una leche envasada a la que ya se ha aplicado alguno de los tratamientos térmicos mencionados, no puede sufrir en ningún caso otro tratamiento posterior, ni ser nuevamente reenvasada para comercializarse como leche de consumo. La legislación no permite esta práctica.

Por tanto, y de acuerdo con la legislación vigente, una leche que no sea vendida, incluso dentro de su plazo de caducidad, no puede, en ningún caso, ser envasada nuevamente para ser comercializada como leche de consumo.

Así, según se establece en el Reglamento Europeo nº 1774/2002 relativo a normas sanitarias aplicables a los subproductos de origen animal no destinados al consumo humano, una leche caducada debe ser retirada del establecimiento comercial y a partir de ese momento se considera como subproducto no apto para el consumo humano y por tanto debe disponerse de ella de forma que en ningún caso pueda entrar en la cadena de la alimentación humana.

Para más información rogamos que contacten con FENIL: info@fenil.org

 

Ahora toca lo de siempre: o bien creerse esta explicación lógica, normal, previsible y comprobable llegado el caso, o bien apelar a las conspiraciones y a las añagazas del monopolio alimentario. Que haberlas las hay, pero no son estas. Son algo más sutiles como iremos viendo.

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Nota: Alfred López, mi veterano vecino de blog (Ya está el listo que todo lo sabe) me acaba de poner al corriente de que él hace 5 años ya hizo una entrada con este tema. Una curiosidad (serendipia que dirían algunos) su entrada fue el mismo 19 de junio pero de hace 5 años. Por cierto, no dejen de visitar su interesante blog.