El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Intolerancia a la lactosa: Alimentos y personas implicadas

Como ya se vio en la entrada de hace un par de días, la intolerancia primaria a la lactosa es una situación con una prevalencia menor de lo que pudiera parecer a priori si se atiende a la cantidad de personas que dicen ser o sospechan ser intolerantes a la lactosa, al mismo tiempo también es significativa la importante oferta de alimentos funcionales «sin lactosa»… ¿son necesarias en nuestro medio tantas leches, quesos, yogures y productos con la alegación “sin lactosa” en el mercado? Yo creo que no y me explico atendiendo a las pruebas:

Por un lado existen diversos estudios que sugieren que una parte importante de la población que dice ser intolerante a la lactosa no lo es. Es decir, no son pocas las personas que teniendo unos síntomas más o menos inespecíficos y relativamente similares a los de la intolerancia a la lactosa se «creen» intolerantes, cuando en verdad no lo son. En estas personas ésos síntomas tendrían otro origen.

Y por otro lado resulta imprescindible destacar que el grado de “intolerancia” es relativo y que una amplia mayoría aquellos que sí son intolerantes, es decir, aquellas personas que efectivamente cuentan con un diagnóstico médico positivo respecto a este tema, admiten una cierta cantidad de lactosa (no poco importante) en su dieta diaria sin presentar mayores complicaciones o molestias. Por ejemplo, una revisión sobre el tema publicada en la prestigiosa revista “Journal of the American College Nutrition” puso en evidencia que la población afroamericana de los Estados Unidos intolerante a la lactosa pueden consumir al menos la cantidad de lactosa contenida en un vaso de leche normal sin padecer los síntomas de la mencionada intolerancia. Además y tomando como ejemplo el mencionado estudio, la mayor parte de las recomendaciones se hacen en este sentido: Una muy buena parte de los intolerantes a la lactosa admiten cierta cantidad de lactosa sin experimentar molestias. Por tanto:

 ¿Qué hacer ante la realidad fehaciente de ser intolerante a la lactosa?

  • Tomar en consideración que la intolerancia la lactosa no es peligrosa y, en principio, no tiene mayores complicaciones que las molestias gastrointestinales que ocasiona.
  • Probar a consumir cantidades contenidas de leche. Estudios recientes muestran que incluso aquellos niños a los cuales se les diagnostica intolerancia lactosa pueden tomar de una a dos raciones de leche al día sin sufrir síntomas estomacales.
  • Procurar no tomar una fuente dietéticamente importante de lactosa (como la leche) en ayunas y acompañar su ingesta con otros alimentos, por ejemplo, en el marco de un desayuno o merienda con otros ingredientes (cereales, pan, tostadas, etc.)
  • Probar con derivados lácteos distintos de la leche que tienen mucha menor cantidad de lactosa que la propia leche. Esto es fácil de comprobar ya que en el normal proceso de elaboración de estos productos la lactosa es utilizada (e hidrolizada, es decir, “rota”) por los microorganismos que posibilitan su fabricación. Es decir, tanto yogures, como quesos y otras leches fermentadas distintas de los yogures, como por ejemplo el kéfir tienen una cantidad insignificante de lactosa perfectamente tolerable por la mayoría de los intolerantes.
  • Existen además otros alimentos que, no perteneciendo al grupo de los lácteos, pueden ser “sospechosos” de incorporar lactosa entre sus ingredientes, por ejemplo, embutidos, salsas y aliños preparados, conservas, platos preparados, bollería, etc. Para la mayor parte de los intolerantes esta situación no genera mayor problema ya que la cantidad de lactosa suele ser escasa. Ahora bien habrán de tener cuidado con la suma total de lactosa incorporada en la alimentación a base, bien de lácteos, o bien de estos otros alimentos.
  • Sí que se habrá que observar un especial cuidado con aquellos derivados lácteos que se consuman en crudo: natas, cremas, etc. ya que la situación es similar a la de la leche.
  • Existen leches de otros origen distinto del de la vaca que tienen un menor contenido el lactosa que esta, tal es el caso de la leche de cabra y también de búfala (sobre esta última es preciso aclarar que no es frecuente en nuestro medio pero sí en La India, donde es el tipo de leche más vendida).

¿Qué hacer si soy completamente intolerante a la lactosa?

La situación es infrecuente, pero existen determinados individuos para los que incluso pequeñas cantidades de lactosa genera molestias. En estos casos además de observar con precaución los alimentos “sospechosos” mencionados y los de origen lácteo (mantequilla, helados, sorbetes, pasteles, etc.), para lo que es imprescindible leer bien su etiquetado y la lista de ingredientes; será preciso tomar en consideración el aporte de lactosa como excipiente en algunos fármacos.

Antes de finalizar merece la pena una aclaración, la intolerancia a la lactosa (o cualquier otra intolerancia) no tiene nada que ver con la alergia. En las alergias está comprometido el sistema inmune y en las intolerancias no. Así pues se puede ser no intolerante a la lactosa pero presentar, por ejemplo una alergia a las proteínas de la leche y, a la inversa, no ser alérgico y ser intolerante.

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Foto: heiwa4126

 

¿Es el Ser Humano el único que consume leche tras la lactancia?

Recurrente, aburrido y simple como él solo es el dilema que se le plantea a mucha gente y que pretende defender que el consumo de leche por parte del Ser Humano más allá del periodo de lactancia es una circunstancia inusual, paradójica y, por todos estos calificativos (y muchos otros con los que este comportamiento se suele catalogar), también “aberrante”. El colmo de la “aberración” para los defensores de esta forma de comportarse contra natura es que, además, lo hagamos con la leche de otra especie.

Pues sí, somos los únicos, pero no, no es un comportamiento “aberrante”. En cualquier caso, estaría dispuesto a admitirlo, sólo si consideramos que también es aberrante que seamos los únicos que consumen, por ejemplo, pimientos rellenos de merluza, o alcachofas con jamón, paella de conejo, huevos (de gallina) rellenos de atún o cualquier otra receta que se quiera considerar. Porque, no me negarán que también en estos casos seamos los únicos en consumir estos “alimentos”.

En realidad resulta que no somos los únicos en consumirlos, pero sí que somos los únicos en poder prepararlos. La prueba: Guisen cualquiera de las recetas que un animal omnívoro no pueda preparar (¿acaso pueden “preparar” alguna?) y déjenlo a su alcance. ¿Qué pasará? que se lo comerán. Ya no les digo si tienen hambre. Y con la leche (de vaca o cualquier otra) igual. Se podría argumentar también que somos los únicos animales que preparamos sándwiches de nocilla, pero no así que seamos los únicos que se lo comen:

Es decir, si otros animales mamíferos y omnívoros no toman leche después del periodo de lactancia responde a dos circunstancias que nada tienen que ver con que ellos sí sepan seguir los dictados de la madre naturaleza y que nosotros rememos en su contra:

  • El resto de animales no realiza labores de cría y cuidado de otras especies con el fin de asegurarse el sustento en un tiempo futuro, es decir, no ejercen la ganadería como nosotros sí la practicamos.
  • Carecen, en la mayor parte de los casos de pulgares (salvo los chimpancés u otros homínidos que, siendo omnívoros, sí los poseen). La original posición de este dedo, oponible en su función a los otros cuatro, permite una serie de acciones que al resto de animales les resultan imposibles; entre ellas el ordeñar. Y si no fíjense bien y comprobarán que cuando un ternero toma leche, lo hace mamando y no a partir de un vaso.

Sí, ya sé que la leche de vaca es el alimento ideado por la sabia madre naturaleza para alimentar a un ternero… pero supongo que siguiendo con este razonamiento también habrá de considerarse que las trufas, por ejemplo, son el sistema que la misma omnisapiente naturaleza ha diseñado para que las encinas, robles, castaños y nogales completen su ciclo vital gracias a las micorrizóticas relaciones de simbiosis. O considerar que el comer sardinas es labor exclusiva de los atunes (entre otras especies) porque estas son su alimento “natural”.

Afortunadamente, el Ser Humano tiene la capacidad de modificar el entorno en beneficio propio, y tanto la ganadería y la agricultura como el ars culinaria son tres de esas labores que ejerce con semejante objetivo. Sobre el valor nutricional de la leche ya hablaremos otro día, pero ya les adelanto que no hay, que no existen, alimentos buenos o malos, sino frecuencias y cantidades de consumo adecuadas o inadecuadas.

Y ya que estamos con cuestiones de esta índole, lo que sí que me parece aberrante es que se tache con semejante calificativo el consumo de leche usando para ello el argumento de que el Ser Humano, en su adultez, utilice la leche de otra especie para alimentarse. ¿No sería más aberrante que se siguiera haciendo con la leche de la misma especie?

No sé qué opinarán ustedes, las mujeres me refiero, pero yo en su lugar protestaría si alguien hiciera defensa de estas cuestiones en mi presencia. Aunque de todo hay en esta vida, y si no me creen, vean:

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Foto: etrenard