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"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Esto sí que es la leche: carta al defensor del espectador de RTVE

Vaso con leche que se cae

El pasado 16 de septiembre TVE emitió el programa “Esto es la leche” en el que se abordaron distintos aspectos tanto de la leche como de las bebidas vegetales (soja, avena, arroz y almendra) que algunas personas utilizan como sustituto circunstancial. En mi opinión el programa estaba cuajado de imprecisiones y errores de libro al respecto de cuestiones nutricionales. Por tanto ayer remití, un correo electrónico con esta carta al defensor del espectador, al tiempo que cumplimenté el formulario on line de quejas, sugerencias y reclamaciones. Lo dejo aquí para vuestra opinión y me comprometo a publicar aquí su respuesta cuando esta se produzca (si es que lo hace). Por lo menos se ha hecho acuse de recibo de mi carta. Es esta:

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A/A de El defensor del espectador; y de Rambón Camblor (responsable de Magazines de RTVE)

Estimados señores,

Agradezco el interés que muestran en ocasiones a la hora de aportar a los telespectadores contenidos útiles, que sean motivo de debate y que inviten a la reflexión. No obstante tras haber visto con interés el pasado 16 de septiembre el programa “Esto es la leche” dentro de “Comando Actualidad” creo conveniente hacerle llegar mi opinión al respecto de diversas cuestiones que en el mismo se trataron:

  • Para empezar creo imprescindible hacer algunas aclaraciones semántico-legales. En el contexto alimentario, la legislación advierte que el nombre de “leche” hace referencia a: “La secreción mamaria normal de animales lecheros obtenida mediante uno o más ordeños sin ningún tipo de adición o extracción, destinada al consumo en forma de leche líquida o a elaboración ulterior”.

Sin embargo, a todo lo largo del programa, así como en su presentación, se habla constantemente de “otras leches” (soja, avena, almendra, arroz…) cuando en realidad se debería haber dejado claro que se trata de bebidas vegetales o de “extractos de vegetales”. Tal es así que la legislación, por si la definición de leche no hubiera quedado poco clara, hace la siguiente aclaración (es de suponer que a casusa de los habituales atropellos y malos entendidos que se cometen en este sentido): “Podrán denominarse ‘leche’ sólo los alimentos que se ajusten a la definición formulada”. Cierto es que nuestro diccionario recoge en su tercera acepción el término leche como “jugo blanco obtenido de algunas plantas, frutos o semillas”, definición que además pone en alza uno de los entrevistados en el programa (Andoni, “el horchatero”) y sobre el que luego volveré. Así, tras haber confirmado que legalmente y en el terreno alimentario, no se debe hacer referencia a estos productos vegetales como ‘leche’, a todo lo largo del programa las expresiones que se utilizan son, leche de soja, leche de avena, leche de almendra, etcétera. Un hecho que no me parece acertado ya que en el mismo programa, aunque de refilón, se menciona que no es la forma legal de hacerlo.

  • En la parte del reportaje en Viladrau (Girona) a una empresa que se dedica a la producción de diversas bebidas vegetales la responsable afirma sin ninguna prueba que así lo demuestre que “la avena regula el tránsito intestinal” en lo que es una clara alegación de salud que no está permitida según la actual legislación (Reglamento Europeo 432/2012). En la misma frase, la responsable de la empresa de bebidas vegetales sentencia con rotundidad que la bebida de avena también que es “un producto muy energético”… algo que, objetivamente, con los datos en la mano, es sencillamente ridículo. En esta misma frase sin desperdicio, acaba atribuyéndole a la vitamina D (en referencia a la contenida en la avena, cosa sorprendente ya de entrada) “propiedades antiestrés”… una nueva alegación de salud que no tampoco está contenida en el mencionado reglamento RE 432/2012.
  • Segundos más adelante, la misma encargada de la empresa de bebidas vegetales da una definición de lo que es un producto transgénico sesgada, insuficiente y llena de imprecisiones, sin que de nuevo, la realización del programa ofrezca a los espectadores una definición ajustada.
  • Un poco más tarde, en la misma empresa, la reportera entrevista a quien dice ser una nutricionista de nombre Monserrat, y le pregunta por qué ha aumentado tanto el consumo de las bebidas vegetales y esta responde que “ayudan al organismo a facilar el metabolismo que hace cuando tomas alimentos”… una contestación, absurda, incomprensible y, haciendo el esfuerzo de comprenderla, falsa. Digo falsa porque no están contrastados esos efectos en las bebidas vegetales. La misma persona, en el colmo del despropósito promocional de los productos de la empresa para la que trabaja afirma que “los granos, los cereales, la avena, la soja y la almendra son… semillas y que por tanto es ahí donde está ‘la vida’ de la planta, es donde están la energía y los nutrientes de la planta”. Desconozco el sentido final que se le ha querido dar a esta frase que en mi opinión tan solo ofrece una imagen de buen-rollo hacia este tipo de productos alejada de l rigor informativo en base a sus propiedades nutricionales como alimento.
  • En cuanto a Andoni, “el horchatero” que fabrica sus propias bebidas vegetales e imparte talleres domésticos para su elaboración, hace afirmaciones sobre cuestiones básicas de nutrición que no son contrastadas ni refutadas en ningún momento a lo largo del programa y que al mismo tiempo no tienen ni pies ni cabeza. Uno de los ejemplos más claros es el afirmar que el calcio de origen vegetal se retiene “mucho mejor por lo huesos”. Este tipo de opiniones, gratuitas, falsas y absurdas me parecen simplemente lamentables ya que el espectador puede tomar por cierto lo que este señor dice cuando no es así.
  • En el taller de “leches vegetales” que se realiza en un domicilio y que conduce la misma persona delante de un publico diverso hay una mujer aparentemente embarazada que se le pregunta si le daría a su bebé (futuro se entiende) leches vegetales y esta responde sin ambages que sí porque esto es “mucho más natural y saludable”. Son este tipo de falsas creencias las que tomadas así a vuelapluma y vertidas sin ningún tipo de aclaración ni contraste por parte de verdaderos especialistas las que pueden acabar en conductas peligrosas con finales dramáticos. En este caso debería haber quedado claro que todas las instituciones del planeta sostienen que el mejor alimento para un bebé es la leche materna; si por la causa que sea no se le puede facilitar el alimento de elección serían las fórmulas lácteas especialmente diseñadas para para esta etapa. Solo en casos excepcionales, tales como alergias y demás y no habiendo otra mejor solución se podría considerar el aportar a un lactante bebidas de vegetales en sustitución de los productos anteriormente mencionados.
  • Sin abandonar el taller de “leches vegetales” el conductor propone endulzar el producto que está realizando utilizando “hierva de estevia”… y la muestra. El caso es que la comercialización de esta planta (Stevia rebaudiana) con fines alimenticios está prohibida en la Unión Europea. No así el edulcorante que de esta planta se extrae. El aditivo E-960 o glucósico de esteviol, ha recibido recientemente luz verde por parte de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) para su utilización y comercialización tras estudiar su seguridad, algo que no ha sucedido en el caso de la planta (fresca o desecada) ya que además de las sustancias que aportan dulzor en la planta es susceptible de incluir otras sustancias de actividad farmacológica destacada, por ejemplo, alterando la presión arterial o la fertilidad. Por tanto, hacer promoción de la posibilidad de usar la planta de estevia como elemento edulcorante me parece, de nuevo, asumir ya no solo un peligro sobre la salud de los espectadores sino además, quien sabe si fomentar una comercialización o tráfico ilícito.
  • Más adelante, en el caso de Maribel, la mujer de Candeleda (Ávila) que se dedica a la ganadería caprina para la obtención de leche, esta afirma con no sé qué argumentos y fines, que la leche de cabra es la más parecida a la leche materna. Además, y esto es especialmente peligroso, no advierte de los peligros de su consumo directo tras ser ordeñada (es decir, sin tratamiento térmico higienizador que medie) lo que implica asumir una serie de riesgos de seguridad alimentaria especialmente graves. Más al contrario, se pone ella misma de ejemplo para demostrar que no pasa nada afirmando haberse criado así. No obstante, todo hay que decirlo, cuando se invita a la reportera a consumirla se le comunica que esa leche ha sido previamente hervida.
  • También en Ávila, pero en la empresa que se dedica a la producción de queso de cabra, el entrevistado afirma que el queso de cabra es el único queso que no contiene lactosa. Aunque es cierto que el queso de cabra puede tener una cantidad menor de lactosa que otros quesos, esa afirmación tal y como fue emitida es rotundamente falsa.
  • Por no hablar que este señor vuelve a afirmar que “está científicamente demostrado que la leche de cabra es la más parecida a la leche materna”. Me parecen afirmaciones promocionales sin pies ni cabeza en las que además no se da ni un solo argumento para sostener ese tipo de sentencias salvo, supongo, el interés promocional.

Por todo lo dicho y con todo el respeto le ruego tenga en consideración las pegas que en mi opinión he encontrado en el citado reportaje, y le ruego sopese la posibilidad de que en el futuro los equipos de reporteros, de realización y producción se formen mínimamente antes de abordar un tema con múltiples aristas e intereses. En este sentido, le propondría que si se va a abordar un tema en el que los periodistas nos son expertos, consulten con un especialista reconocido para poner en claro las cuestiones básicas del tema, con independencia de que luego aparezca el especialista en el programa, pero que al menos aporte al equipo de producción un esquema básico sobre las cuestiones más elementales y las que más errores y dudas suscitan entre la población general.

Gracias por su tiempo, quedo a su disposición, atentamente,

Juan Revenga

Dietista-nutricionista

nºCol ARA 00027

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Imagen: zole4 vía freedigitalphotos.net

Nutrición-área 51: comer almendras no hace aumentar el tamaño de los senos

senos gordos

Ni las almendras, ni los aguacates, ni la alfalfa, ni el fenogreco, ni la soja, ni la miga de pan… ni demás tonterías. Sí ya sé que Internet y la “sabiduría popular” están cuajadas de este tipo de recomendaciones para aumentar el tamaño de tan admirados atributos femeninos.

Además, este tipo de mitos no conocen de fronteras y los podemos encontrar en no importa qué cultura o país y es que, al parecer, el tema del tamaño de las tetas es una cuestión universal y en todas las latitudes se pueden encontrar tonterías nutricionales, que con mayor o menor diversidad, ofrecen soluciones fraudulentas para “de forma natural” favorecer el aumento de las lolas… de su volumen, no de su número.

Para ser sincero, he de confesar que he buscado un asidero en la ciencia que respaldara mis palabras, pero no lo he encontrado. He buscado en las bases de datos científicas más habituales cualquier referencia a estudios, artículos y demás que hubieran puesto en tela de juicio este tipo de leyendas y, para mi sorpresa, no he encontrado ninguno. Parte de la culpa, supongo, es que ni Penthouse, ni PlayBoy, ni Hustler, ni, en otro orden de revistas, los semanarios dominicales o Saber Vivir están indexadas en tales fuentes bibliográficas. Así que, en buena lid, solo se puede afirmar que, bajo el prisma de la ciencia, no hay pruebas de que comer lo-que-sea influya en el tamaño de los senos. No las hay de que no los aumenten y claro, tampoco las hay de que sí.

fcupcookies

A pesar de que son cientos de miles las sugerencias que Internet ofrece tras buscar remedios naturales para este menester. En el colmo de los despropósitos alimentarios, en Japón, hay un productor que ha comercializado unas galletas que aseguran un aumento de los senos con su consumo, se llaman F·cup cookies.

En la mayor parte de los casos, sea el que sea el alimento que se proponga para el efecto en cuestión, las explicaciones que se ofrecen para alcanzar este prodigio se centran en:

  • La riqueza en aminoácidos del alimento (como si este fuera un elemento determinante y no hubiera decenas de alimentos –que no se citan- con igual a mayor cantidad de aminoácidos)
  • Su contenido en algunos fitonutrientes, como flavonoides (mismo comentario que anterior)
  • Su riqueza en vitaminas y minerales (mismo comentario que anterior)
  • Pero muy especialmente, en la mayor parte de alimentos que se mencionan se hace referencia a su contenido en fitoestrógenos (moléculas de origen vegetal análogas de los estrógenos y que ejercerían su efecto como agonistas).

Este último caso sería el de las mencionadas galletas japonesas crece-tetas a partir de su contenido en Miroestrol obtenido de una planta, Pueraria candollei mirifica, cuyos extractos han pasado de caracterizar una cremita con los mismos pretendidos fines a incluirlos por lo que se ve ahora en unas galletas en plan absurda nutricosmética.

Lo más significativo es que a pesar de que evidentemente los estrógenos tienen mucho que decir en el tamaño de los senos (y de ahí el resultado de algunos tratamientos hormonales que persiguen –o no- este efecto) no se ha demostrado en ningún caso el efecto de los fitoestrógenos. Y conste además que volvemos a lo de antes… son numerosos los alimentos que portan este tipo de elementos como para hacer una lista positiva dejando otros tantos en el tintero.

De todas formas, para todas aquellas mujeres que ansíen un aumento en el tamaño de sus pechos quizá les interese saber esta curiosa asociación: al parecer en las mujeres que se han sometido a una intervención quirúrgica con este fin hay una considerable mayor tasa de conductas suicidas. Así se puso de relieve en este artículo, aunque como puedes comprobar no es el único que observó tal asociación. Por ello, los autores recomiendan un abordaje multidisciplinar (incluyendo profesionales sanitarios especializados en salud mental) en aquellas mujeres que acuden a su médico con el deseo de aumentar su talla de pecho, en especial si tienen antecedentes psicopatológicos.

No es del estudio, pero añadiría que ya sean mujeres u hombres… los que promuevan y divulguen chorradas como lo de las almendras y los senos, o similares, también deberían hacérselo mirar. Eso, o pagar sus mentiras con alguna forma de penitencia dolorosa.

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Nota: Esta entrada se ha realizado a colación de la iniciativa #lunesTetas convocada por Arturo Quirantes (@elprofedefisica) a través del portal Naukas (@Naukas_com)

Imagen:  marin vía freedigitalphotos.net

Fitoestrógenos, menopausia y sofocos: escasa (o nula) evidencia de sus beneficios

Bebida de sojaLa menopausia es una época en la vida de una mujer adulta caracterizada por la falta de menstruaciones. En condiciones normales suele ocurrir naturalmente en torno a los 45 años y su causa es la falta de producción de hormonas (estrógeno y progesterona) en los ovarios. Se considera que una mujer ha alcanzado la menopausia cuando deja de tener menstruaciones durante un año seguido. Sin embargo, los síntomas característicos pueden empezar años antes e incluyen: cambios en las menstruaciones (más o menos duraderas, profusas y con más o menos tiempo entre ellas); calores y/o sudoración (sofocos, más habitualmente por la noche); dificultad para dormir y concentrarse; sequedad vaginal; cambios de humor sin otro motivo aparente; pérdida de cabello y, en sentido contrario, más vello facial.

El tratamiento de esta sintomatología, más en concreto la cuestión de los sofocos, tiene diversas vertientes terapéuticas. Una de ellas, y enmarcada en la denominada medicina complementaria, es el uso de los fitoestrógenos (compuestos de naturaleza vegetal y no esteroideos similares a algunas hormonas estrogénicas humanas) presentes es una amplia variedad de plantas y que se pueden consumir, bien como alimento tal cual o como suplemento. En particular y para los fines que se persiguen esos fitoestrógenos se suelen encontrar en la soja, la alfalfa y el denominado trébol rojo (una leguminosa con un especial uso forrajero).

Con este planteamiento muchas mujeres utilizan tratamientos que se perciben como «naturales» y seguros, pero sobre los que con frecuencia no se tiene una buena información acerca de la efectividad de sus supuestos beneficios, ni tampoco de los riesgos potenciales.

Afortunadamente de vez en cuando se publican revisiones de la literatura científica que nos sacan de dudas o que al menos nos ayudan a ello. Tal es el caso de este artículo Phytoestrogens for menopausal vasomotor symptoms (“Fitoestrógenos para los síntomas vasomotores de la menopausia”) que sin marear la perdiz, aborda la cuestión de la eficacia de esta medida y su seguridad. Sus conclusiones son bastante concretas:

«No existen pruebas concluyentes que muestren que la suplementación con fitoestrógenos reduzcan de forma eficaz los sofocos o la sudoración nocturna típicos de la menopausia».

Hasta aquí, supongo, las malas noticias. No obstante, queda camino por recorrer en este sentido. En el mismo estudio se hace un llamamiento a la necesidad de profundizar en la investigación de un compuesto concreto, la genisteína (un fitoestrógeno en particular) con el que aparecer se han obtenido resultados en cierta medida prometedores.

De todas formas, otra de las lecturas importantes de la revisión del estado de la cuestión menopausia-fitoestrógenos es la escasa calidad de los estudios con los que se termina llegando a estas conclusiones. Se comenta tanto en la publicación que he comentado…

“Muchos de los ensayos de esta revisión fueron pequeños, de corta duración y de calidad deficiente, y los tipos de fitoestrógenos utilizados variaron significativamente”

… Como en otros artículos, como por ejemplo Phytoestrogens and other botanicals: on the problems of evidence-based evaluation (“Fitoestrógenos y otras moléculas vegetales: problemas en la evaluación basada en la evidencia”) cuando se afirma que habida cuenta de la escasa calidad de los ensayos clínicos publicados…

“Se deben tener en consideración la calidad de las investigaciones en este terreno y las posibles influencias de la industria con el fin de definir criterios de inclusión de aquellos estudios en los que se vaya a hacer un meta-análisis o una revisión”.

Más allá de los fitoestrógenos

En un terreno más positivo, cabe destacar que aquellas mujeres en la menopausia y que sufren sofocos podrían obtener una reducción significativa de sus síntomas en la medida que conservan un peso adecuado. Así, un reciente estudio piloto pone de relieve que perder peso podría ayudar a aliviar los sofocos que con frecuencia acompañan a la menopausia (tienes una noticia sobre los resultados del estudio en cuestión en este enlace).

Otras investigaciones recientes apuntan hacia posibles estilos de vida que podrían interferir en esos sofocos de la menopausia. Una posible manera de controlarlos en cierta medida podría radicar en la composición de la dieta. Esto significa que habría que observar cierta precaución con los alimentos picantes así como con el consumo de cafeína, alcohol y tabaco.

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Imagen:  winnond vía freedigitalphotos.net

La “fiebre” de la soja no es en absoluto nueva, el ejemplo de Henry Ford

Henry_ford_1919El norteamericano Henry Ford (1863-1947) ha pasado a la historia por ser el fundador de la compañía de coches Ford, y además por ser el padre de la cadena de montaje en relación con la producción masiva, originalmente de coches, y posteriormente de otros bienes y productos. Inventor incansable con más de un centenar de patentes en su haber se dio a conocer con el lanzamiento del Ford modelo T, o más llanamente conocido como Ford T, el primer coche que se hacía accesible para las clases menos pudientes.

A pesar de su estrecha vinculación con el mundo industrial, en su biografía destacan algunas curiosidades relacionadas con la alimentación y su producción. Por ejemplo, en 1919 se posicionó a favor de la eliminación de los caballos, las vacas y los cerdos sosteniendo que el mundo sería un mejor lugar si en él no se consumiera carne de ningún tipo. Con este punto de partida, que a día de hoy sigue teniendo sus defensores (por unos u otros motivos) terminó cayendo en una especie de espiral de sinsentidos llegando a decir en 1921 que todo esfuerzo dedicado a la producción animal era una pérdida de tiempo y que la leche podría y debería producirse por procedimientos químicos industriales o, al menos, sin la participación de las vacas.

A pesar de conseguir posicionarse en contra de varios expertos de su época, también encontró quien le apoyara. En su tiempo surgió un tal Dr. Earl B Carr que afirmó que contaba con la fórmula para poder elaborar “leche” sin recurrir a las vacas a partir de avena, cacahuetes, agua y sal (y en verdad también con un poco de queso, cuestión esta que dificulta bastante el poder hacer ésa leche sin vacas, pero bueno). Aquí tienes un enlace a un periódico de la época que se hizo eco del asunto.

En 1927 volvió a la carga en contra de los animales de granja, en esta ocasión reclamaba la desaparición de los pollos, y de nuevo cerdos y vacas. Ya en 1939 vaticinó la desaparición de la carne de cordero ya que en breve sería sustituida por productos derivados de la soja, lo que le valió una importante enemistad entre el colectivo de carniceros y charcuteros de su tiempo.

Sea como fuere parecía estar empeñado en la eliminación de cualquier tipo de producción ganadera en favor de una mayor utilización de los recursos vegetales y también químicos como sustitutos. Las posibles razones de este tipo de planteamientos parece que hay que buscarlos en sus orígenes. Henry Ford nació en una familia de ganaderos, dentro de una granja y todo apunta que los trabajos que tuvo que realizar allí de joven le dejaron traumatizado de por vida, llegando a sentir una profunda aversión por todo lo que sonara a animal, granja y producción ganadera.

Sus teorías y postulados fueron bastante sonados, a fin de cuentas se trataba de una persona con una importante imagen pública en su país, razón por la que estos planteamientos gozaron en aquel entonces de tanta repercusión.

Fuente consultada: “The Public Image of Henry Ford: An American Folk Hero and His Company” por David L. Lewis. Ed. Wayne State University Press, 1976

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Esta entrada participa en la III Edición del Carnaval de la Nutrición, organizado por el blog Scientia

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Foto: Library of Congress (Wikimedia Commons)