El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Ahora sí que sí: ¿cuánto dinero más supone llevar una dieta saludable?

africa vía freedigitalphotos.net

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Este es un tema recurrente en el blog, y con los tiempos que corren, además, importante.

Entre los profesionales de la salud es habitual comentar que el seguir una dieta saludable es más caro que seguir un estilo de alimentación… a la buena de Dios (por decir algo). Sin embargo, hasta la fecha no contábamos con datos concretos. Hasta ahora.

Recientemente se ha publicado un estudio que precisamente pone estas cuestiones en tela de juicio y ha valorado las diferencias económicas entre seguir una dieta más o menos saludable y otra que no lo sea. Se publicó a principios de diciembre en la prestigiosa British Medical Journal con el elocuente título Do healthier foods and diet patterns cost more than less healthy options? A systematic review and meta-analysis (¿Son los alimentos y las dietas saludables más costosas que aquellas opciones menos saludables? Revisión sistemática y metaanalísis). Sus resultados son elocuentes y, porqué no decirlo, preocupantes. Elaborado en el marco de la Escuela de Salud Pública de Harvard y capitaneado por Dariush Mozaffarian, todo un referente en estas cuestiones, ha llegado a los siguientes resultados y conclusiones:

Las dietas saludables son cerca de 1,1 €/día más costosas que aquellas menos saludables. Para obtener estos resultados se compararon los precios de los alimentos y aquellos estilos dietéticos más “saludables” frente a aquellos menos saludables.

En este estudio se consideraron como “saludables” aquellos patrones dietéticos que estaban caracterizados por la presencia de frutas, verduras, pescado y frutos secos, frente a aquellas con una especial presencia de de alimentos procesados, carnes y derivados y alimentos elaborados con cereales refinados.

El gran problema, apuntan los autores de este estudio, podría resumirse en que las dietas no saludables cuestan menos porque las políticas alimentarias se han centrado en la producción de «bajo costo y alto volumen» de productos básicos, lo que ha llevado a «una compleja red de capacidades agrícolas, almacenamiento, transporte, procesamiento, fabricación y comercialización en la que se favorecen las ventas de productos alimenticios altamente procesados con fines de lucro«.

Como posible solución los autores opian que la creación de una infraestructura similar que apoyara la producción de alimentos saludables podría ayudar a aumentar la disponibilidad y reducir los precios de las dietas más recomendables.

Dariush Mozaffarian sostiene que

Aunque las dietas más saludables cuesten más, la diferencia con las menos saludables no son tan grandes como se asume de forma general.

Bueno, eso es lo que él considera porque 1,1€/día de más por persona implica más de 400 € de más cada año por persona lo que, sin lugar a dudas, supone un exceso difícil de asumir por muchas familias. Imaginemos una familia de 4 miembros… 1.600€ de más el seguir una dieta saludable que otra que no lo sea tanto… eso es difícil de asumir. Sin embargo, los investigadores creen que esta diferencia de precios es muy pequeña en comparación con los costos económicos de las enfermedades crónicas relacionadas con la dieta, que se reducirían dramáticamente si se siguiera una alimentación más saludable. Y en eso, que queréis que os diga, creo que tiene buena parte de razón, o de intuición.

En esta entrada del muy recomendable blog ¡A tu salud! de Joan Quiles (@JoanQuiles) tienes consejos prácticos para reducir costes a la hora de planificar una cesta de la compra más saludable.

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Otras entradas relacionadas con este tema en el blog son:

Cumplimiento del etiquetado nutricional un año después: mal

africa vía freedigitalphotos.net

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Hace un año aproximadamente entró en vigor el Reglamento 432/2012 en el que se establecía una lista positiva de declaraciones autorizadas de propiedades saludables en el etiquetado de los alimentos. Además, el Reglamento 1924/2006, vigente hace siete años, estableció los requisitos que han de cumplir todos aquellos alimentos que contengan algún tipo de declaración nutricional o de propiedad saludabl bien en su envase o en su publicidad.

Pues bien, en tan señalado aniversario de la entrada en vigor del primer reglamento y más de siete años después de la del segundo la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado un revelador informe en el que junto a otras organizaciones europeas se pone de manifiesto el escaso cumplimiento de estas normativas en el etiquetado de alimentos españoles.

Para ello, se adquirieron en noviembre de 2012 una serie de alimentos que poseían algún tipo de declaración de salud y volvieron a comprar los mismos alimentos más de seis meses después para comprobar que había un importante número de irregularidades en esos etiquetados. Dicho a las bravas, tres de cada cuatro alegaciones en los productos revisados desatienden la normativa haciendo declaraciones no autorizadas, prohibidas o dándolas a entender.

No estamos hablando de marcas secundarias o desconocidas, no. Muchas de estas irregularidades corresponden a “primeras marcas” que a buen seguro conocen la normativa y han decidido pasársela por… por ahí. Supongo.

En resumen y por grupos de alimentos:

  • Entre las bebidas revisadas: 20 incumplían y 6 cumplían la normativa
  • Entre los complementos dietéticos: 32 incumplían y solo 4 cumplían.
  • En referencia a los lácteos: 15 incumplían y 9 cumplían.
  • Entre el grupo de pan, cereales y galletas: 36 incumplían y 12 cumplían.
  • Sobre “otros” alimentos: 21 incumplían y 10 cumplían.

Tal y como decía el pasado jueves en esta entrada al respecto de la escasa confianza que la industria alimentaria tiene entre la población general, el caso es que no me extraña. Se la ganan a pulso con este tipo de prácticas. Cuando estamos hablando de que marcas como Don Simón, Red Bull, conservas Isabel, se saltan la normativa a la torera; o que otras marcas como Danone, Cola-Cao y Minute Maid utilizan mensajes subliminales que dan a entender con imágenes lo que antes se decía textualmente (y que no está autorizado) es que algo no están haciendo bien.

Como dije entonces una gran parte del problema no es tanto lo que haya dentro de los envases (o sí, habrá que ver caso por caso) sino la forma que tienen muchos fabricantes de publicitar y anunciar sus productos. Una forma muy mejorable. Son este tipo de cosas las que me terminan por decepcionar profundamente ya que, de algún modo, ponen de manifiesto el poco interés que tiene el productor de hacer las cosas bien; y el mucho que sí tiene en… (rellena el espacio con lo que quieras). Algo muy sencillo de hacer con tan solo saber leer la actual legislación que es de todo menos retorcida.

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Nota: Para acceder al informe completo de la OCU es preciso ser socio de esta organización

Cómo utilizar un jamón

No sé a ti, pero a mí uno de los mejores regalos que me pueden hacer es un jamón. Me han regalado dos en toda mi vida y será por eso que me pongo así de contento cuando sucede (ver foto).

Juan Revenga

Juan Revenga

La Navidad es una época propicia para este tipo de agasajos. Como regalo, no es especialmente caro, o sí, ya que las distintas variedades y calidades pueden hacer variar su precio de forma importante. Aun y todo soy de la opinión que por un precio contenido se puede obtener una pieza apreciable. Además, es uno de esos presentes perfectos en relación a las posibilidades de compartir que ofrece. Vale que te lo puedas comer tú solo, pero en principio ése no es el plan. Un jamón se disfruta en familia, entre amigos, etcétera.

Pero es cierto que puede haber un cierto freno a la hora de decidirse por regalar jamones a alguien, o un pero a la hora de que te los regalen: el saber manejarlo. Pocas estampas más dantescas hay en una cocina doméstica que ver un jamón maltratado… mal cortado, desaprovechado, con partes resecas, olvidado en un rincón… sin que sea posible, por ejemplo, datar su presencia en esa cocina… ¿años, lustros, décadas? En definitiva, un drama. Así, es posible que si alguien ha barajado en alguna ocasión la posibilidad de regalártelo quizá decida cambiar de idea y regalarte en su lugar una corbata o un pañuelo… sabiendo que no te das ninguna buena maña o que no tienes las herramientas adecuadas. Ya ves, es posible que el aprender a manejar un jamón hiciera aumentar las probabilidades de que te lo regalen.

Soy de la opinión de que todo ciudadano español que se precie de serlo debería saber hacer al menos una tortilla de patatas más o menos digna y, como no, enfrentarse al uso de un jamón y demostrar en el extranjero que se está ante un español de pura cepa.

A pesar de esta opinión, me temo que no todos sabemos enfrentarnos a un jamón nuevecito, a estrenar. De hecho hay corrientes diversas que aconsejan prácticas yuxtapuestas. Hablando siempre de un consumo doméstico: unos afirman esencial empezar por la babilla otros por la maza, unos hablan de cubrir o no el corte con la grasa obtenida, que si el jamonero ha de tener estas o aquellas características, etcétera. Es decir, una especie de Babel jamonera que no sería de extrañar allende nuestras fronteras, pero leche… ¿en España? Supongo que será una muestra más de nuestro mediterráneo carácter.

Bien, tanto si tienes la suerte de que te hayan regalado un jamón, como si no, pero quieres acercarte al conocimiento del corte de jamón, su conservación y consejos te sugiero que le eches un vistazo al siguiente vídeo. Sinceramente me ha costado encontrar uno con el que un servidor coincidiera al 100%, ya que muchos de ellos decían cosas contrarias a aquello que pienso o a mi experiencia en el tema (que no es que sea muy dilatada, pero haberla hayla).

Antes de empezar te sugiero que vayas a por un babero. El vídeo en cuestión está editado y presentado por jamones Joselito, ahí es nada (sin hacer de menos a otros productores, claro). Suerte la tuya (y la mía) si pudiéramos acceder a jamones de este nivel… pero en cualquier caso, sus consejos valen para todos los jamones: ibéricos, serranos y sus distintas variedades (que puedes consultarlas en esta entrada).

Aquí te dejo con el vídeo… y ya sabes, antes de empezar, es imprescindible que te hagas con un buen juego de cuchillos.

Otras entradas relacionadas:

Que no te toquen los jamones

El jamón que comería Steve Jobs (si alguna vez hubiera pensado hacerlo)

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Nota para los productores de jamón (y si cuela cuela): Si por cualquier causa alguien quisiera establecer contacto con un servidor, lo puede hacer a través de este enlace o bien pinchando en el apartado (arriba a la izquierda) “contacto”.

La industria alimentaria: maldita o bendita

Lo sé, con esta entrada me expongo al escarnio público y a que me den por todos lados, pero no lo puedo evitar, considérala si quieres como una especie de declaración de principios, o mejor, como una opinión más que solo pretende invitar a la reflexión.

Con cierta frecuencia en este blog se han puesto las peras a cuarto al hablar o al referirme a lo que todo el mundo entiende como la industria alimentaria, y mira por donde hoy pretendo romper una lanza o varias a su favor. No todas pero si una parte.

Otra perspectiva

savit keawtavee (vía freedigitalphotos.net)

savit keawtavee (vía freedigitalphotos.net)

A menudo la industria alimentaria es observada como un ente dañino, perjudicial, que solo mira por sus intereses y de la que al parecer hay que renegar por sistema. Y digo yo, ¿porqué demonios hemos de observar a esta industria desde un prisma diferente al que usamos para juzgar otras industrias? Me da casi igual cuál, la de automoción, la de telefonía o la textil por poner solo unos pocos ejemplos. En todos estos casos todos hacemos palmas con las orejas cuando estas industrias nos ofrecen algún tipo de novedad: un nuevo sistema de seguridad pasiva, un estupendo invento con el que ahorrar combustible, una nueva aplicación o un tejido más ligero que los anteriores con los que podamos estar igual o incluso más calentitos que antes. Nadie piensa en estas ocasiones sobre lo malas que son estas industrias, lo pérfidas y retorcidas que son al ofrecernos novedosas soluciones. Sería algo así como mira que cabrones los de [me da igual] Renault, que han sacado un nuevo motor que consume menos combustible al tiempo que mantiene el rendimiento con el fin, seguro, de que compremos sus productos. Sin embargo, con la industria alimentaria sí que sucede tal que así o parecido: siempre negativa, nunca positiva que diría Louis Van Gaal.

Y que quieres que te diga, no me parece justo. Al final, supongo, todas y cada una de estas empresas de no importa qué sector son eso, empresas, cuyo sistema de negocio es el mismo, producir bienes de consumo u ofrecer servicios de interés para los potenciales compradores y que ello redunde en una ganancia económica. ¿A cualquier precio? Pues no, sabes bien que no. No pueden poner, o no deberían poner, en riesgo la salud o los intereses de esos consumidores ya que a la larga su sistema de negocio se iría al traste.

Así pues, fíjate lo que hoy te digo, no creo que debamos estigmatizar a todo un sector por el ocasional mal hacer de algunas empresas. Porque, también es verdad, algunas empresas o algunos productos se columpian demasiado fuerte y de eso, como decía, ya se ha dado muestra en alguna ocasión en este blog.

A mi modo de ver creo que deberíamos estar agradecidísimos a la industria alimentaria y a todos esos avances que desde un tiempo a esta parte, no te lo pierdas, han hecho posible que, al menos en nuestro entorno, tengamos a nuestra disposición una cantidad de alimentos impensable tiempo atrás y todo ello con unos niveles de seguridad alimentaria inimaginables hace apenas un siglo.

De esta forma, gracias a la industria alimentaria hoy te puedes comer, por ejemplo un yogur, un zumo, un chorizo o lo que sea sin que llegues a cuestionarte si va a estar en condiciones adecuadas para su consumo, das por sentado que lo estará. Y detrás de todos esos productos hay una investigación y puesta en práctica de una serie de procesos (elaboración, conservación, transporte, logística, distribución…) sin los cuales sería imposible tener esa tranquilidad que hoy tienes cuando te comes, por decir algo, una ensalada de rúcula con salsa de yogur y salmón ahumado.

Ahora bien…

Los escandalosos atropellos que en ocasiones comete la industria alimentaria muchas veces en materia publicitaria, junto al hecho de poner a nuestra disposición productos que pretenden sustituir el consumo de otros alimentos más recomendables para nuestra salud facilitan que la percepción que el consumidor medio tiene de esta industria no sea la misma que la que mantiene con otros sectores.

Pero antes de despellejar a esta ínclita industria seamos consecuentes cuando consideramos mejorables a nuestros hábitos alimentarios. Resulta muy fácil y muy cómodo para nuestras adormiladas conciencias echar la culpa a un ente, a una industria que más allá de ofrecernos la posibilidad de hacer las cosas de una determinada forma no obliga en ningún caso a los consumidores a comprar sus productos. Como decía aquel, nadie te pone una pistola en la cabeza para que compres este preparado de caldo o aquellas hamburguesas precocinadas. No. ¿Qué en ocasiones engañan? pues es posible, ejemplos de ello los hay pares. Pero permíteme que te traslade una pregunta ¿nos engañan o nos dejamos engañar? Está claro que hay una no pequeña parte de responsabilidad en su lado, pero no lo olvides, tú la tienes aun mayor.

Tú eres el que en última instancia tienes la posibilidad de decidir qué patrón de alimentación quieres seguir, qué alimentos excluir y cuáles escoger. Tú eres el que con un mínimo de sentido crítico, no te digo ya escéptico, puedes contrastar con la racionalidad en una mano y un mínimo de formación en la otra los mensajes de la industria alimentaria. No dudes que frente a todos esos productos de la supuestamente pérfida industria alimentaria también tienes otros menos procesados, más naturales si quieres (aunque no me gusta ni un pelo usar en estos casos lo “natural”). Al final, si la industria alimentaria pervive es porque funciona gracias a nosotros. Y si bien se merece un tirón de orejas bien fuerte de vez en cuando, también hay mucho por lo que sentirse agradecido.

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Planifica tus menús navideños, aún estás a tiempo

Grant Cochrane (vía freedigitalphotos.net)

Grant Cochrane (vía freedigitalphotos.net)

El tema de las cenas y comidas navideñas suele generar no pocos quebraderos de cabeza. Antes de pararte a pensar qué vas a poner y de qué forma, la sola perspectiva de estas comidas suele ser percibida con cierta aprensión. La razón no es otra que el dar por sentado de antemano que el exceso gastronómico y alcohólico va a ser inevitable. Lo cual es un grave error, me refiero a eso de planificar que se va a cometer un exceso ya que no es un buen punto de partida. Para que me entiendas mejor aquello a lo que me refiero te recomiendo que leas esta entrada del año pasado por estas fechas. En resumen celebración y exceso no han de ir obligatoriamente de la mano.

Así pues, si ya estás convencido de que la intemperancia no tiene porqué ser inevitable, te sugiero que te pongas manos a la obra desde ya y planifiques aquellos menús de los cuales tú va a ser el artífice. El resultado siempre será más conveniente si planificas que si recurres al ir a salto de mata o al hacer exactamente lo mismo que otros años.

A diferencia de hace unos cuantos años, la oferta gastronómica de hoy en día es mucho más amplia. Así, es probable que hace años las comidas y cenas navideñas estuvieran caracterizadas por la presencia de una serie de alimentos que era impensable incluir fuera de estas fechas. Me refiero a langostinos, salmón, besugo, pavo… incluso piña, entre otros. Sin embargo, todos esos alimentos los podemos encontrar a diario en el supermercado a unos precios relativamente asequibles; con lo cual el puntillo original de estas celebraciones se ha de buscar en otra parte. Por ejemplo, en el exceso (comer y beber de lo mismo que puedes comer todo el año, pero en cantidades industriales) lo cual no es una buena solución; o mejor aún en la elaboración y presentación realizando platos “distintos” de los que habitualmente cocinas sin que estos tengan que ser además especialmente complicados de preparar. O sí, teniendo en cuenta las limitaciones culinarias que cada uno posee.

Antes de empezar

Por lo tanto, te sugiero que planifiques y que establezcas sin prisas cuál o cuáles van a ser aquellos menús o platos de los que te vas a encargar de preparar. Para ello hay cientos de páginas web que pueden ayudarte a pillar ideas. Antes de pasar a enumerarlas déjame que te aporte algunas sugerencias: deja bien claro de antemano quién va a ser el encargado de establecer todo aquello que se va a servir con el fin de no encontrarte con sorpresas después. Si sois varios, estableced qué número de platos concretos va a haber desde los aperitivos hasta los postres incluyendo el picoteo que pueda haber luego en la sobremesa. Cerrad el menú entre todos vosotros (y cerrar implica cerrar), quién se va a encargar de preparar qué o de aportarlo a la comida.

Planteamientos básicos

1. Si te han dejado solo ante el peligro y todo el peso de la comida/cena recae sobre tus hombros te sugiero que establezcas: aperitivo(s), entrante, plato principal, postre y mignardises. Para ello espero que tener en cuenta las siguientes recomendaciones te pueda servir de ayuda.

2. Procura que el entrante esté compuesto de alguna preparación con alimentos vegetales, desde una ensalada graciosa (más allá de la lechuga, el tomate y la cebolla), hasta una sopa o, directamente una preparación con verduras cocidas, al horno, salteadas, una crema, etcétera.

3. Al mismo tiempo piensa en que el plato principal vaya acompañado de una guarnición vegetal del tipo verduras al horno o salteadas, puré de manzana, hummus, frutas desecadas, setas, escalibada… todo ello dependerá de si es carne o pescado.

4. A la hora del postre, no hay obligación de pensar siempre en dulce… o sí, siempre que lo podamos presentar junto a una preparación en la que la fruta sea un actor principal como ingrediente. ¿Qué tal unas brochetas cubiertas de chocolate, una gelatina de frutas acompañado algún helado exótico, unas frutas gratinadas, o una compota con crujiente de pan y avena…? todas estas recetas, y muchas más, las puedes consultar en este enlace. A veces pienso que en este tipo de celebraciones los postres son los grandes olvidados o que con no poca frecuencia se recurre a comprarlo ya elaborado, tipo tartas y demás, lo cuál es una pena.

5. En cuanto a los mignardises, en esta época lo tenemos chupado y no hace falta romperse la cabeza demasiado… turrones, polvorones, mazapanes y sus infinitas variedades han de hacerse con el protagonismo. Pero ojo, no en infinitas cantidades, servir cantidades moderadas ayudará (con un mínimo de educación) a que el consumo también sea moderado. Una especie de entente cordial entre la generosidad y la moderación de la que hablo.

6. Recuerda que hablando de estas cuestiones culinarias el mimo que se pone a la hora de elaborar las recetas, la presentación y la forma de servir los platos es si cabe más importante que el mero enunciado de los platos. Por tanto, dedícale a la cocina y a la presentación el tiempo que se merecen.

7. Por último, no te lances a preparar nada que no domines o de lo que no tengas la absoluta certeza que te va a salir bien. Recuerda, los experimentos en casa (ahí ya estás) y con gaseosa. Si se trata de una receta que no has realizado nunca te sugiero que la ensayes antes de la fecha señalada.

Aquí te dejo una serie de enlaces que me han parecido interesantes a la hora de ayudarte a pillar ideas para esas preparaciones:

Y así, un larguísimo etcétera. Al final recuerda, él éxito de un determinado menú puede estar más en los detalles que en lo grueso del mismo, una curiosa vinagreta, una salsa acertada o el uso de ingredientes “menores” pueden marcar la diferencia. Ahora bien, es indispensable que te organices y planifiques de antemano.

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Bendito o maldito chocolate

No me digas que no disfrutaste con la noticia hace unas dos semanas en no importa que medio de comunicación, con aquello de que el consumo de chocolate es no ya un alimento beneficioso, sino que además puede ser un aliado contra la obesidad, fíjate que maravilla de titulares:

Etcétera

Boians Cho Joo Young (freedigitalphotos.net)

Boians Cho Joo Young (freedigitalphotos.net)

Todos estos titulares y en la mayor parte de los respectivos contenidos lanzan un mensaje a la población general sin aparentes contradicciones y contundente que, no me extraña, termina por provocar un cacao importante contrario a la creencia popular sobre el tema.

En realidad estas noticias parten de la publicación de un estudio científico de carácter observacional en el que se cuantificó el consumo de chocolate en una población de 1458 adolescentes europeos (entre 12 y 17 años) al tiempo que se valoraron distintas variables antropométricas y analíticas. El resultado: que aquellos participantes que según el procedimiento del estudio consumían más chocolate tenían al mismo tiempo una menor cantidad de grasa corporal total y de grasa abdominal. ¿Quiere decir esto que consumir chocolate lejos de engordar puede ayudar a adelgazar? La respuesta obviamente es: No. Veamos porqué.

Los estudios observacionales

Los estudios que observacionales que contemplan la evolución de dos o más variables no implican causalidad y menos una causalidad unidireccional.

Imaginemos dos variables, A y B que en este caso no serán el consumo de chocolate (A) y el grado de adiposidad (B) sino otras, y veamos hasta que punto se puede establecer una relación de causalidad (en cualquier dirección)

Imaginemos ahora que la A es el consumo de sandía, y que la incidencia de muertes por ahogamiento es la B. Un sencillo análisis estadístico podría apuntar que cuanta más sandía se consume (A) más personas mueren ahogadas en el mar o en las piscinas. ¿Es esto cierto? Totalmente: cuando más sandía se consume, más ahogados hay. ¿Acaso piensas que prohibir el consumo de sandía ayudará a evitar o a reducir el número de ahogados? La respuesta, ya la sabes, es no. La correlación existe entre A y B (aumentan al mismo ritmo) pero no implica causalidad. La población toma más sandía cuando hace más calor (en temporada de sandía, en verano)… y también entonces se baña más, con lo que las probabilidad de que haya más ahogados aumentan. En este caso, además de A y B hay otra variable, C, que sería el calor. Es decir, C favorece tanto a A como a B.

Luego está el tema de la direccionalidad, podemos comprobar que dos variables evolucionan aparentemente relacionadas, pero suponiendo que haya una relación de causalidad, ¿qué dirección tiene, A es causa de B, o es al contrario y B es causa de A? Como bien se explica en el blog comer o no comer, supongamos que quieres ser millonario (variable A) y has observado que entre los millonarios se hace un uso extendido de los relojes de la marca Rolex (variable B). Así pues te gastas un pastizal y te compras un Rolex… ¿aumentarán las probabilidades de hacerte millonario? Ya sabes que no, porque en este caso esa causalidad lleva un sentido inverso al que tú buscas.

Y para acabar, puede ser que A y B evolucionen al mismo ritmo (directa o inversamente) por mera casualidad y que no haya nada que las relacione. Es el caso como bien se apunta en el blog de alimmenta de la observación de que el uso de lentillas y de las cifras de obesidad llevan caminos paralelos: cuanto más se extiende el uso de lentillas más obesos hay. ¿Tú crees que habrá alguna relación? Pues eso.

Consumo de chocolate, función intelectual y premios Nobel

Todos estos frecuentes errores de apreciación en los estudios observacionales le llevaron a Franz H. Masserli a publicar con toda la ironía del mundo este editorial. En él y con el sarcasmo más exquisito posible (fruto de considerar estudios observacionales) concluía que ya que el chocolate estimula las funciones intelectuales y que estas representan un importante factor para ganar el premio Nobel se debería promover su consumo. Máxime cuando está más que comprobado que el número de premios Nobel de cada país se correlaciona de forma directa y casi perfecta con el consumo de chocolate. Es decir, cuanto más chocolate consumen los ciudadanos de un país, más premios Nobel hay entre las personas de esa nacionalidad; y cuanto menos chocolate, menos premios Nobel. Te recomiendo que leas el editorial mencionado ya que los detalles humorísticos y la fina ironía están presentes en todo el texto desde los conflictos de intereses de autor (que dice consumir frecuentemente chocolate negro de la marca Lindt) hasta el cómo analiza las limitaciones de “su estudio” y da sus explicaciones.

Las limitaciones (no pocas) del estudio «coma chocolate para adelgazar»

Más allá del sensacionalismo periodístico con el que se tergiversan los resultados de un estudio más o menos bien planteado, el propio estudio motivo de discordia hoy en esta entrada recoge muchos otros resultados y se hace eco de sus no pequeñas limitaciones. Todo ello, en suma, hace que nos tengamos que cuestionar los titulares que hemos visto más arriba.

Por ejemplo, entre los resultados más silenciados está el de dar a conocer que precisamente los adolescentes que más chocolate consumían realizaban al mismo tiempo más actividad física, algo que, así a bote pronto, creo que tiene algún impacto sobre el grado de adiposidad final.

Entre las limitaciones, también reconocidas en el propio estudio (y que se obvia mencionar en la mayor parte de las noticias) está el propio método… ¿Cómo se llegó a cuantificar el consumo de chocolate entre los adolescentes? Pues muy sencillo preguntando dos únicos días tomados en semanas correlativas cuánto chocolate habían comido (entre otras cosas) ¿Acaso dos días tomados al azar representan el consumo habitual de chocolate de los encuestados? Yo diría que a medias, muy a medias o que al menos con no pocas reservas.

Otra de las limitaciones fue el no distinguir en ese consumo las distintas variedades de chocolate existente ¿acaso tendrá el mismo impacto comer chocolate negro que blanco que con leche? Yo apostaría a que no y es algo que no se valoró (y así lo dicen los propios autores en el estudio al completo)

Y ya que estamos con el tema de las causalidades y demás… se me ocurre plantear una posibilidad para explicar estos aparentemente sorprendentes resultados. ¿Sería descabellado pensar que los padres de aquellos jóvenes que están más en forma y tienen menos obesidad permitan a sus hijos o pongan a disposición el comer más chocolate? Si respondemos de forma afirmativa, esta sería una buena explicación para los resultados.

Así pues, ya termino, te recuerdo un par de útiles estrategias para manejar este tipo de titulares en los medios de comunicación. Por un lado: si algo suena demasiado bonito como para ser verdad, lo más probable es que no lo sea. Y por el otro, que acudas a las fuentes, en el propio artículo los autores dicen textualmente que:

 “los resultados de este estudio han de ser tomados con precaución debido a la propia naturaleza del estudio [obeservacional]”

Una precaución que ha pasado inadvertida en las noticias mencionadas.

De todas formas para los amantes de las noticias sensacionalistas, aquí les dejo más madera, en otro estudio observacional que también contrastó esta realidad al comprobar menores Índices de Masa Corporal entre aquellos adultos que consumían más chocolate dentro de la población en estudio.

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Extravagancias de la publicidad engañosa, ¡gracias Berto!

La publicidad de algunos alimentos ralla lo surrealista: productos que parecen una cosa, pero que en verdad son otra; alimentos procesados con ingredientes anunciados a bombo y platillo que en realidad tienen una presencia anecdótica… y luego las cosas, como digo, surrealistas.

No quiero destripar anticipadamente el contenido de esta fenomenal denuncia-reflexión que explica Berto de manera sublime en el video de a continuación. Así que te dejo con él para que te eches unas risas… o para que llores, porque el asunto tiene tela. (Actualización 24/03/2014: el vídeo ya no está disponible en youtube, lo puedes ver, de momento aquí, en Fangazing)

 

Ya ves pan rallado elaborado con pan recién hecho… sorprendente, cuando menos.

También quiero hoy aportar mi granito de arena en este terreno y sacar a colación por ejemplo la frecuente publicidad engañosa que hace una conocida empresa de sopas y concentrados en al menos dos de sus productos. Al igual que Berto yo tampoco voy a mencionar marcas, baste decir que se trata de un ave, supongo que de las del tipo que son fecundadas por la marca sugerida por Berto, pero en una versión albina, eso sí.

Veamos, en ambos casos se trata de anunciar de forma destacada la presencia de determinados ingredientes en la composición de una sopa y un caldo, y que luego, en la declaración de ingredientes su cantidad es ridícula.

Sopa con pollo de corral

El primer ejemplo alude a un preparado de sopa de sobre con pasta que afirma de manera destacada que el producto está elaborado con pollo de corral. Si se le da la vuelta al envase, se comprueba que ése pollo de corral está presente en un glorioso 0,7%… por si acaso, en la imagen que acompaña a los ingredientes, el pretendido pollo de corral se sitúa en tercer lugar detrás de la pasta “maravilla” y la cebolla. Pero en realidad, según la lista de ingredientes, este preparado para sopa lleva más “potenciador de sabor” (glutamato monosódico) que el susodicho pollo… algo muy, pero que muy “casero” y “natural”.

Pero aún hay más, en otro de los productos de esta marca, un “caldo casero para paella” se afirma que está elaborado con gamba de Huelva, sin embargo es fácil comprobar que la utilización de este tipo de gambas, tal y como se declara en los ingredientes, es de un 0,3% en el caldo utilizado para su elaboración (el producto final está constituido por un 95% de caldo de pescado y un 5% de sofrito). Así, que si las gambas son el 0,3% del 95% del total, tenemos que la cantidad relativa de gamba de Huelva utilizada para la elaboración de este producto es de 0,28%. “Con gambas (en plural) de Huelva”, ya… ¿con cuantas gambas en concreto? ¿De verdad creen señores de la empresa desconocida que fabrica caldos y sopas que esto es como para anunciarlo?

Caldo casero para paella

Si llamativo resulta el comprobar lo que ahora te cuento no menos sorprendente es el constatar el anuncio que esta conocida marca tiene actualmente en la parrilla publicitaria de televisión. En él un conocido presentador hace gala de la cualidad casera de sus productos… Tal y como también se hace destacar en los propios envases.

Pues no señores, su producto no es casero ni porque lo ponga en la caja ni porque lo diga un presentador… y mucho menos si entre los ingredientes encontramos “aromas naturales”, “aromas naturales de marisco” (ambos aromas por separado) y resulta que entre las advertencias se añade que puede contener trazas de huevo y leche. Señores, no sé cómo harán ustedes el caldo para paella en sus propias casas, pero en la mía no disponemos de aromas de nada (por muy naturales que sean) al tiempo que no encontrará trazas ni de huevo, ni de leche en la paella. Y por su parte, el caldo de pollo con el que elaboramos una sopa de pasta en mi casa no contiene ni glutamato monosódico, ni «aromas»; y además les garantizo que esa sopa no contendrá trazas ni de leche, ni de soja, ni de pescado, ni de crustáceos. Ya sé que esa información está ahí para poner sobre aviso a aquellas personas que son alérgicas a esos elementos, pero déjenme decirles que con ello se da muy poca impresión de «casero«.

Si dependiera de mí les propondría para los premios Goldener Windbeutel (“profiterol dorado”) que cada año celebra Foodwatch (una organización alemana que vela por los intereses de los consumidores en aquel país) y que reconoce con ellos “las mentiras más insolentes en cuestiones publicitarias”.

Recordemos que por muy poco menos, al menos así me lo parece a mí, en el año 2002 una conocida marca de patatas fritas sufrió una mediática condena por anunciar que en su receta, el ingrediente “esencial” era el aceite de oliva cuando se demostró (tras la correspondiente denuncia) que tan solo el 2% del aceite presente en aquellas patatas era de oliva.

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Nota: Además de al propio Berto, tengo que agradecer en buena parte esta entrada, una vez más, a mi buen amigo Miguel Justribó (@migueljustribo)

¿Será mi atún radioactivo? El bulo sobre FAO 61

Un nuevo bulo planea por las cabezas de los consumidores en forma de correo electrónico que advierte de modo alarmante, como suele ser típico de estos bulos u “hoax”, que algunas latas de atún en conserva, aquellas procedentes de capturas realizadas en las zonas pesqueras deominadas FAO 61 y FAO 71, están envasadas con agua contaminada procedente de Fukushima. El texto del correo es tal que así (copio-pego) y se acompaña de la siguiente imagen:

 El atún más barato, si tiene impreso en la lata “FAO 61” ó “FAO 71” proviene del Mar del Japón y se ha envasado con agua contaminada de Fukushima.

Muchos productores envasan el atún en localidades no sospechosas, con etiquetas italianas o europeas para no dar a entender que el pescado proviene de Japón.

Controlar siempre el número FAO.

Ejemplo de hoax o bulo en Internet

Ejemplo de hoax o bulo en Internet

Para evitar comprar este tipo de conservas de atún este correo electrónico con todas las características de ser un hoax, propone fijarse en la información de la conserva en la que se detalla la zona de pesca en la que se realizó la captura.

Como digo, esto me parece un bulo en toda regla y te explico mis razones

– Como suele suceder esta información solo circula de correo electrónico a correo electrónico. Es decir, no hay ni una sola fuente contrastada que avale la información contenida.

– El correo empieza citando o dando a entender que la información parte de un organismo oficial, en este caso el de la Secretaría de Estado de Cooperación Internacional para Iberoamérica, perteneciente al Ministerios de Asuntos Exteriores y Cooperación… ¿no te resulta extraño que estas cuestiones de seguridad alimentaria y salud pública las lleve el Ministerio de Asuntos Exteriores? A mí sí.

Recurre al uso de letras mayúsculas para, supongo, dar importancia al escrito. Algo también muy habitual en estos casos.

Pide la recirculación del correo en cuestión para que alcance a más gente.

Incoherencia 1: ¿solo el atún pescado en las zonas señaladas estará contaminado, qué pasa con el resto de especies marinas extractivas, no estarán igualmente contaminados?

Incoherencia 2: habla de forma muy poco precisa al hacer descansar la contaminación en el agua con la que se conserva el atún ¿el atún se conserva con agua? Bueno, puede que el envasado “al natural”, pero ni tan siquiera en estos casos se hace con agua de mar (de ningún lado).

Incoherencia 3: las latas de conserva no incluyen la zona de origen del producto en conserva, y menos con las siglas FAO, tal y como sugiere este bulo.

Incoherencia 4: solo afecta al parecer al pescado atún procedente de Japón… ¿qué pasa, acaso la flota pesquera de Japón es la única que faena en esas aguas? La respuesta como sabes es que no.

Incoherencia 5: no da espacio a la duda, afirma de modo categórico que por provenir de las zonas de pesca FAO  61 y FAO 71 el atún va a estar contaminado, algo que no tiene porqué ser cierto teniendo en cuenta que la superficie de ambas zonas es superior a la de Rusia.

Incoherecia 6: afirma que esto sucede así con “el atún más barato” … ¿y que pasa si el atún es del más caro y también tuviera impresas las zonas mencionadas (que va a ser que no), acaso el ser de la misma zona pero más caro le libra de la contaminación? Va a ser que no

Incoherencia 7: como siempre en estos casos los planteamientos son claramente conspiranoicos sin dar pie ni reconocer las posibles intervenciunes de los estados a la hora de implantar controles y demás herramientas para garantizar la seguridad de la cadena alimentaria.

Y por último, ya que se molestan en difundir estos bulos… ¿Qué les costaría poner una foto mejor… o más fotos en vez de siempre la misma?

Para terminar decirte que este bulo tiene todos los ingredientes para hacernos picar, empezando por lo “lógica” de la posibilidad del riesgo enunciado, yo soy el primero en reconocerlo. Pero afortunadamente también cuenta con todos esos otros ingredientes que lo desenmascaran como un bulo u hoax… y es que no le falta ni uno.

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Separar claras de yemas y también cómo hacer huevos duros batidos

Hoy seré breve. Para los amantes y los necesitados de recursos culinarios, para los cocinillas y los foodies incluso, os hoy traigo dos curiosidades relacionados con la manipulación de los huevos.

Separar yemas

El tema de separar la yema de la clara en un huevo es un tema relativamente conflictivo. Hacerlo de la forma clásica, haciendo pasar de un lado a otro el huevo en las dos mitades de la cáscara una vez abierto, presenta claros inconvenientes de seguridad alimentaria al aumentar de forma importante el riesgo de contaminación por Salmonella, algo a tener siempre en cuenta y más si la receta en la que vamos a utilizar bien la clara o la yema no recibe un suficiente tratamiento térmico. Hacerlo de otro modo, mediante vasos u otros recipientes es un rollo incómodo que incluye con frecuencia el riesgo de rotura de esas yemas que queremos conservar intactas.

Para esos casos os presento un solución efectiva, segura, y sumamente fácil. Yo lo he probado en casa y funciona perfectamente. Puedes verlo en el siguiente vídeo

Huevo duro batido

Este tema es ya más una extravagancia o una curiosidad si quieres. ¿Te gustaría hacer huevos duros que al mismo tiempo estén batidos?. Es decir, se trata de hacer huevos duros homogéneamente naranjas en vez de tener el típico huevo duro con la clara blanca por un lado y la yema amarilla en su interior. Desconozco su utilidad salvo por ejemplo como elemento decorativo o curioso en una ensaladilla rusa o similar, pero bueno, allá va

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Bebidas que no son la leche (de soja, arroz, almendras…)

zole4 freedigitalphotos.net

zole4 (freedigitalphotos.net)

Una especie de conciencia antilácteos está permanentemente presente en nuestro entorno haciendo recaer sobre el consumo de leche miles de aspectos negativos para la salud. Este posicionamiento antilácteo al que me refiero funciona además como una especie de dial que ofrece distintas intensidades. En la postura más light de este posicionamiento están quienes defienden su consumo solo cuando el producto en sí tenga un origen ecológico; luego están los que ecológica o no, la leche solo será un producto aceptable mientras no haya sido sometida a ningún tratamiento incluida la pasteurización (sí, ya sé que parece increíble, pero de esto también hay) ya que al parecer estos procesos son los causantes de Dios sabe cuántos males; a continuación están aquellos enemigos a ultranza de la leche como producto animal que es y proponen en sustitución el consumo de otras bebidas vegetales, blancas, a las que desustanciadamente llaman leche. En el bando contrario a cualquiera de estas posturas están los que afirman que la leche, la original, es poco menos que imprescindible para un correcto mantenimiento de la salud y que se hace preciso tomar no sé cuantos vasos o litros al día. ¿Qué tal si aclaramos un poco estas cuestiones? Luego que cada cual haga lo que le dé la gana, pero haga lo que haga, por favor, que no trate de convencer a los demás de sus planteamientos y, si lo hace, que aporte pruebas.

Ni la “leche de soja” ni las “otras”… son leche

Antes de continuar es imprescindible hacer algunas aclaraciones semántico-legales. En el contexto alimentario, la legislación advierte que el nombre de “leche” hace referencia a:

La secreción mamaria normal de animales lecheros obtenida mediante uno o más ordeños sin ningún tipo de adición o extracción, destinada al consumo en forma de leche líquida o a elaboración ulterior

Por si esta definición no hubiera quedado clara, el mismo texto legal hace la siguiente aclaración (supongo que sabedora de los múltiples atropellos que se cometen en este sentido):

Podrán denominarse “leche” sólo los alimentos que se ajusten a la definición formulada

Así pues, ni “leche” de soja, ni “leche” de almendras, ni “leche” de arroz… ni “leches” varias. La denominación de estos productos será, normalmente, “bebida de…” o “bebida a base de extracto de…” lo que corresponda en cada caso (puedes comprobarlo yendo a tu nevera o mirando en el súper).

¿Son estas bebidas un buen sustituto de la leche de verdad?

La respuesta es depende. Depende de para qué, me refiero. Desde un punto estrictamente nutricional, como puedes imaginarte, no tienen mucho que ver, así que de sustituto en este aspecto, ni bueno ni malo, sencillamente no lo son. Llegado este punto es necesario aclarar que si por algo destaca la leche como alimento y por algo se la ha recomendado con tanta insistencia (hasta llegar casi a la vehemencia) es por su riqueza en calcio y por ser una fuente dietética de este mineral especialmente importante (recuerda que ser rico en un nutriente y ser al mismo tiempo una buena fuente del mismo no tienen porqué ser una cosa consecuencia de la otra). Pero no es ni de lejos la única fuente dietética de este mineral, según el “manual” Krausse Dietoterapia 12ª ed, las verduras de hoja verde como la col, el brócoli, las espinacas, las espinas pequeñas del pescado, las almejas y las ostras, son, entre otros, buenas fuentes de calcio. Además, también pueden serlo algunas bebidas enriquecidas (en calcio, se entiende), como la de soja, al igual que otros zumos enriquecidos pueden contener tanto calcio como la leche de vaca.

Pero es preciso hacer dos aclaraciones para quien lee demasiado deprisa: en estos últimos casos se refiere a las bebidas enriquecidas (lo digo para que los amantes de lo “natural” lo tengan en consideración) y; Tener tanto calcio como la leche no quiere decir, insisto, que el producto termine siendo tan buena fuente dietética como esta; las cuestiones de la biodisponibilidad, la presencia al mismo tiempo de otros nutrientes que faciliten o dificulten su absorción, etcétera también son elementos a tener en cuenta.

Sin embargo, este tipo de bebidas sí que podrían ser un buen sustituto como elemento intercambiable por razones de conveniencia (a quien le guste, claro). Me explico, si alguien ha decidido no tomar leche por la causa que sea y a la hora de desayunar le apetece un café “con leche” o una tacita de cacao soluble el utilizar como sustituto la bebida de soja, de almendras o la que sea, será más conveniente que, por ejemplo, mezclar el café con el zumo de naranja o poner el cacao en polvo en un vaso de agua calentita…. por decir algo.

¿Entonces que es mejor tomar: leche o bebida de soja?

Esta pregunta es de similar calado a ¿qué es mejor tomar: pan de molde o lonchas de mortadela? Es decir, si por mejor se refiere a sus efectos sobre la salud… no son alimentos nutricionalmente comparables. Pero que no cunda el pánico. Si quieres y te gusta, puedes tomar las dos cosas, leche y bebida de soja… o las cuatro: leche, bebida de soja, pan de molde y mortadela. Además, que algo sea bueno o malo dependerá, tal y como vimos en esta entrada de múltiples factores. De momento de la frecuencia con la que se consume y de su cantidad y, además del resto de nuestra alimentación y del resto de nuestra vida.

Pero, al final, ¿hay que tomar leche?

No. Ni es obligatorio, ni indispensable, ni en sentido estricto tampoco diría que lo es el aconsejar una determinada ingesta de leche al día. De hecho, las más recientes recomendaciones sobre la leche, me refiero a aquellas que me parecen más acertadas, se refieren a la leche como un alimento más, sin darle una mayor importancia y sin asignarle un grupo de alimentos propio, con su frecuencia y cantidad de consumo. Estas recomendaciones de las que hablo son las de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. Si bien, como sabrás, otras recomendaciones como las del Gobierno estadounidense y más en nuestro entorno, las del Ministerio de Sanidad, siguen otorgando a la leche y en general a los lácteos un papel diario “indispensable” dentro de las recomendaciones. Es más, en el caso del plato de la alimentación saludable de la universidad de Harvard la alusión al tema lácteo es para referirse a controlar su cantidad más que a fomentar su consumo. Es decir, leche si quieres sí, pero no te pases y en especial no la uses como «bebida» en sustitución del agua (algo más frecuente fuera de nuestro hispánico entorno).

En resumen, siempre que lleves una adecuada alimentación la leche es un alimento más sobre el que no es necesario hacer recomendaciones concretas, como tampoco se hacen sobre el consumo de tomates o de las pipas de clabaza, por decir algo.

Ahora bien, el decir esto y creerse las ideas conspiranoicas que a menudo se oyen sobre la leche no son la misma cosa (imprescindible este bodrio documento resumen para ilustrar esas tonterías tomado de la ínclita “Discovery Salud”). Así pues, ni maldita, ni bendita, cuando oigas hablar de la leche que sepas que… blanco y en botella.

Como el tema lácteo da para mucho, te sugiero que si quieres visitas estas otras entradas:

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