¡Que paren las máquinas! ¡Que paren las máquinas!

¡Que paren las máquinas! El director de 20 minutos y de 20minutos.es cuenta, entre otras cosas, algunas interioridades del diario

El zorro que va al bar a las diez menos cuarto

Llegué anoche al pueblo, hacía calor, bajé al bar. Serían las nueve y media, y en la barra solo se hablaba del zorro. Del zorro de las diez menos cuarto.
El pueblo es pequeño, mínimo, a una hora de Madrid. El bar es comunitario. Un local del ayuntamiento donde nos tomamos botellines a 70 céntimos y vinos a 30 o 50 los ocho o diez fijos de aquí y los cuatro de Madrid que vamos de fin de semana. No hay empresario hostelero, no hay camarero retribuido, alguna vez me ha tocado a mí. Con lo que sobra de las bebidas, una paella o una caldereta para todo el pueblo de vez en cuando. Todo el pueblo es absolutamente todo el pueblo: un centenar de personas, niños y ancianos incluidos, apretados en bancos corridos en el propio local.
La semana pasada me habían contado que una noche vieron merodeando por el bar un zorro joven, un zorro que ya había asomado el hocico en agosto, «la noche del primer Barça-Madrid». Le echaron comida, se dejó hacer algunas fotos, me enseñaron una en un móvil. Joven, patilargo, bastante delgado…
-Desde ese día, ha venido todos a la misma hora, sobre las diez menos cuarto. Estará al llegar.
En efecto. El zorro de las diez menos cuarto llegó anoche puntual al modesto jardín que hay al lado del bar. Estaba un poco más lucido que en la foto que vi. Come mejor desde que se arrima. Ayer le pusieron de menú una asadurilla, bizcochos, cacahuetes y dos bollos duros que habían sobrado de la fiesta. Se comió todo salvo unos trozos de pan de los que se hizo cargo un gato blanco con el que el zorro hizo casi buenas migas. El zorro se comió todo lo suyo, tan tranquilo, sin apenas sobresaltarse, a apenas cuatro metros de distancia de todos los parroquianos del bar que anoche le observábamos y elucubrábamos sobre él. Éramos muchos, una veintena entre chicos y grandes. Siseándole, comentando cada detalle… y él a lo suyo, espantándose solo si alguien se le quería acercar mucho.

-Es cachorro, este ha nacido esta primavera.
-Está pelechando, cambiando el pelo. ¡No ves que lo tiene como despelujado!
-¡Anda que no lleva pulgas el jodido! ¡Comiendo y a la vez rascándose!
-No he visto en la vida cosa de la manera. Antes nunca entraba la zorra al pueblo, como mucho a los gallineros y con cuidado. Y en el campo, si te la cruzabas, salía escopetada. ¡Y este hoy aquí, como si nada!
-Los animales están cambiando. Mira los corzos, que hasta vienen a beber en el pilón de la fuente.
-Está acostumbrado a la gente, se ha criado con gente. ¿No lo habrán soltado del zoo, de las crías que no se quieren quedar?
-O le mataron a la madre antes de que le enseñara a cazar, y el hambre le ha metido al pueblo.
-Además no hay apenas conejos este año, con la sequía… ¡Dónde le va a ir mejor que aquí!

Entre plato y plato, el zorro se echó anoche unas carreritas alrededor de nosotros. Soltaba las piernas, se sentaba, se espulgaba, perseguía como de broma al gato blanco.
-El otro día se echó una carrera todo la calle arriba, casi hasta la plaza.
-¿No iría al Ayuntaniento, a empadronarse? -bromeé yo.
A las diez y media nos volvimos a meter en el bar. Se nos habían calentado los botellines. Echamos otras cuantas rondas, que aquí llaman reos. Los tres últimos parroquianos nos fuimos a las 11 pasadas y cerramos el bar. El zorro se había tumbado en el medio del jardín, a hacer la digestión. Tan campante, como si fuera un perro aburrido.

12 comentarios

  1. Dice ser ANTONIO LARROSA

    No me esperaba una historia , anécdota sobre un zorro, me pilla desprevenido y la verdad es que no se que opinar , posiblemente debería decir que entre zorros anda el juego ´que los zorros que son muy ladinos y nos engañan con falsas artimañas y así de esa guisa consiguen vivir a costa del pueblo llano que se lo cree todo, pero no hay que fiarse de los zorros que te pueden destrozar el gallinero y la economía familiar.

    Clica sobre mi nombre

    22 septiembre 2012 | 21:01

  2. Dice ser Lola

    Pues espero que lo traten bien y no le vayan a hacer alguna gamberrada.

    22 septiembre 2012 | 21:34

  3. Dice ser keiko

    ES VERDAD LA VIDA NATURAL SE ESTA ADAPTANDO AL RITMO DE LA VIDA MODERNA—YA NO HAY BOSQUE ..ES SU HABITAT NATURAL Y BAJA AL PUEBLO A BUSCAR SU RACION AL CUAL PARECE LA BUSCA SEGURO QUE YA SE LA DIERON….IGUAL QUE LOS OSOS EN NORTEAMERICA YA BAJAN A BUSCAR COMIDA EN LA BASURA …LA GENTE SE LE ALEJA ..PQ NO SE SABE COMO REACCIONARAN ANTE LA PRESENCIA DE LA GENTE ..es importante educar la gente y los niños para evitar gamberradas como dice el lector ..no hacerle mal al animal ..esta cachorro y no sabe de caza …

    22 septiembre 2012 | 21:44

  4. Dice ser Carla

    Empezaron a acercarse las palomas, las urracas, he visto en el pueblo de mi familia cernícalos, halcones, buitres, hasta un águila calzada, erizos, un tejón, y los zorros merodean en las afueras. Ahora sé que terminarán en el bar. Bienvenidos.

    Carla
    http://www.lasbolaschinas.com

    22 septiembre 2012 | 21:56

  5. Dice ser Yo

    Que cuento tan chimbo, ahí si veo mal a Escolar. Pareciera que le está mandando un mensaje satírico a algún parroquiano de su pueblo.

    22 septiembre 2012 | 22:49

  6. Dice ser APOLO_PUNK

    En casa de mi abuela en una aldeita de Lugo, cuando era niño venia de vez en cuando un lobo y se dejaba tocar un poco, solo se metia en la casa cuando tronaba y le daba miedo. Tengo una foto con el y mi hermana

    23 septiembre 2012 | 00:34

  7. Dice ser La Crónica Verde

    Magnífica historia y mucho más magnífico relato. ¡Enhorabuena Arsenio! Mantienes el afilado lápicero con tu impecable estilo de gran escritor.

    23 septiembre 2012 | 12:59

  8. Dice ser jams

    Bonito relato. No pares…
    Me gustan mucho tus crónicas de viaje, como la de Pla. ¿Cantamos el martes con Avilés?
    Un abrazo
    JAMS

    23 septiembre 2012 | 20:40

  9. Dice ser Brizna

    Hoy has dejado boquiabertos a tus detractores. A mí, sorprendido.
    En la parte montañosa de Barcelona, suelen acudir manadas de jabalíes en busca de comida y confraternizan con los vecinos, que llegan a acariciarlos si no llevan las crías.

    23 septiembre 2012 | 21:56

  10. Dice ser perez

    Fantástica historia! me encanta como escribes, enhorabuena!

    25 septiembre 2012 | 00:17

  11. Dice ser Mery

    Qué hermoso relato, Arsenio. Por más que el hecho se repita en otros muchos pueblos. Los animales se acomodan a la realidad del entorno mejor que los humanos, parece. Quizá sea una lección para los tiempos de crisis.

    14 octubre 2012 | 11:12

  12. Dice ser Michael

    Buen comienzo. Flojo (muy flojo) final. No has sabido acabarlo bien, pero buen intento.

    14 octubre 2012 | 11:14

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