Por José Carlos Canalda Cámara
En estos últimos días prácticamente todos los medios de comunicación se han apresurado a dar todo tipo de detalles acerca del detenido acusado de ser el pederasta de Ciudad Lineal.
Vaya por delante que estos delitos me parecen repugnantes sin ningún tipo de paliativos, pero me pregunto si no se habrá estado conculcando un principio jurídico tan fundamental como es el de la presunción de inocencia; porque, mientras no se demuestre lo contrario, no se puede considerar a nadie culpable de un delito hasta que no exista una sentencia condenatoria en firme, con independencia de lo abrumadoras que puedan ser las pruebas en su contra.
Asimismo se han dado todo tipo de detalles sobre la identidad y la vida privada de esta persona, sin importar que éstos pudieran tener o no relación con los delitos de los que se le acusa.
Pero lo más preocupante de todo quizá no sea esto, sino constatar que cuando el imputado, pongo por caso, está involucrado en un caso de corrupción, algo por desgracia muy frecuente en estos últimos tiempos, entonces sí se suele aplicar a machamartillo el sacrosanto derecho a la presunción de inocencia incluso en los casos más sangrantes, con el agravante de que los procesos judiciales se suelen alargar ad infinitum… o hasta que los delitos prescriban. Curiosa ley del embudo.