Diez de la mañana de un día de invierno cualquiera. Dos mil setecientos dorsales disponibles. Se agotan en diez minutos.
¿Dan roscón? ¿Prometen un puesto de trabajo bien remunerado? No. Es inscripción a los 101km de Ronda, que agotado todo en horas. No se trata de una familiar carrera de fin de año. Ni de los populares diez kilómetros de tu ciudad, esos en los que todo corredor tiene puesto en rojo en el calendario. Hablamos de una prueba de ciento un kilómetros, a pie. Trata de que, superada la barrera de correr, franqueada la línea suicida del maratón, una vez relativizado a Filípides, el personal se pega de tortas por un evento de más de diez horas de esfuerzo a pie.
Tampoco es un caso único. Este invierno se alcanzarán las listas de espera en pruebas que se disputarán en verano como el Gran Trail Peñalara, Europa entera pedirá un dorsal para las diferentes distancias -crueles todas- del Ultra Trail del Mont Blanc y faltarían todavía otras cinco mil plazas para atender a todos los peticionarios. Cuanto más largo, más duro y más vistoso, más apetecible.
¿Está viviendo el running de campo su explosión definitiva? ¿Es, en cambio, una traslación de la carretera y las calles a la montaña?
Hay alguna pista que indica que la tendencia no es la de una burbuja típica. No hay pruebas infladas o sobredimensionadas salvo algún ejemplo. Las organizaciones, tanto de carreras de ruta como de campo, sostienen más o menos razonablemente los recursos asignados a cada participante. Una burbuja es la exposición desmedida de una oferta a una demanda inexistente, más o menos. En este caso hay más demanda que oferta.
Sí hay un incremento de precios pero no es una progresión geométrica de los últimos años. Es un movimiento sostenido. Además se debe, en gran medida, a que ahora los costes reales de la prueba se repercuten en la inscripción, dado que las subvenciones públicas han remitido o no son tan elevadas.
Fuente: Memphismadrid-Kataverno.com
Me parece más bien una especie de conquista alocada de nuevos formatos.
En Francia se pudo observar el mismo fenómeno durante los primeros años noventa. El hastío de algunos corredores frente a la eterna lucha en circuitos monótonos, la aparición de los trails y una madurez en el pelotón confluyeron. Generó una buena estampida de corredores experimentados y amantes del monte generaron el movimiento más poderoso de correr por las montañas en Europa. Superó incluso en importancia y volumen de las cifras a las que se movían en Estados Unidos.
Hablamos de una prisa desmedida por acudir al mayor número de pruebas posible. El aumento de corredores en general ha sido demasiado y no hay tantas carreras como se desean. De la ruta salen entusiasmados corredores hacia el campo. En las carreras populares se ha triplicado la participación en apenas cinco años. La consecuencia inmediata es que todo el pelotón intenta inscribirse a todas.
¿Inscribirse a más de una de esas barbaridades de quince horas corriendo por el campo? Sí. Y a más de cinco al año. El corremontes hispano circula desbocado. Yo creo que es más una burbuja emocional del corredor.
Además la sesera de los practicantes de esta variedad de correr, la del risco, la senda virada y los valles magníficos, está siendo bombardeada con el fenómeno Kilian. Es increíble lo que ha conseguido en los medios la presencia de un superclase que, de haber ocurrido en los años de los Fiz, Antón y compañía, habría pasado desapercibido. ¿Alguien recuerda el dominio del monte de Quico Soler? Pero Soler no llegó en el momento preciso y parece ser que Jornet sí. Y todo esto ha arrastrado aún más a corredores ansiosos de liberarse de peñasco en peñasco.
¿Supone todo esto que habrá carreras que no sobrevivan a la burbuja?
A la locura (burbuja) del corredor sobrevivirán las carreras que cedan a todas las exigencias del runner. Y éste es muy detallista. Exigente. A veces no hay quien nos soporte. Si esto se ha de hacer a costa de aumentar los precios, se romperá el equilibrio. O sea, aguantarán las que más capital manejen.
Se debería empezar a hablar de un capitalismo salvaje del ocio. Que siga el debate.