
Foto: Crítica de ‘Sing Street’ en Pandora
Imágenes de home-designing.com y Reparalia
Llega ese momento tan complicado en que tus hijos no son ni niños, ni adultos. Empiezan a desarrollar su personalidad. Dejan de importarles y gustarles las mismas cosas.
Y, en ese camino, parece que la comunicación se hace cada vez más difícil, mientras aprenden a hablar su propio idioma personal.
Tu hogar es un reflejo de todo lo que está pasando en vuestros procesos vitales. Por eso llevamos a cabo la serie ‘Tu casa crece contigo’, que comenzó en el momento en que llegan los bebés a casa, y siguió cuando empiezan a crecer y ser un poco más autónomos.
Hoy, en nuestro tercer capítulo de la vida hogareña, esos pequeñuelos empiezan a acercarse peligrosamente a nuestra altura, a desafiar nuestra autoridad y a hacer, decir (¡y decorar!) de formas que nos resultan cada vez más ajenas.
Pero una mente abierta y un hogar adaptable como los tuyos no encuentran rival en ningún problema, y esta fase también aprenderemos a disfrutarla… ¡Todos juntos!
Rebeldía & personalización: mejor prevenir que curar
Hay un factor clave en toda adolescencia que puede volvernos un poco locos a todos en casa, y es la búsqueda de tu nueva personalidad… o personalidades.
Como sucede en la maravillosa película Sing Street (si te perdiste esta y la anterior creación de John Carney, Once, ya tienes dos planazos pendientes) los adolescentes investigan el entorno que los rodea, exploran sus propias posibilidades y viven un descubrimiento tras otro desde una óptica personal y una percepción siempre cambiantes y en perpetuo conflicto.
Esto hace que su entorno físico primario -su propio hogar y, más específicamente, su dormitorio- se convierta en escenario de un momento de incertidumbre para ti y expresión para ellos.
Por ello te recomendamos ofrecerle soluciones versátiles a través de las cuales pueda manifestar sus gustos y sus hallazgos de forma autónoma y sin tener que rebelarse frente a la represión: dejarle una cota de libertad para decorar su habitación a su gusto, darle espacio y herramientas para ello.
El color y las emociones del crecimiento
La adolescencia es el momento típico en el que el dormitorio del niño pasa a ser la guarida de la bestia.
La primera baja de este conflicto suelen ser los colores pastel de las paredes, que antaño parecían tan monos, a juego con las ropitas de los peques.
Hoy, su identificación pasa por colores y texturas vibrantes y atrevidas, que estimulen y reflejen su creciente lado adulto. La saturación de estos colores crecerá de forma natural, aparecerán tonos chillones pero maduros, como el naranja, el rojo o algunos fucsias.
Invítale a elegir gamas cromáticas o ciertos materiales, para que siga sintiendo suyo ese espacio dentro de esa vivienda
Haz que se sienta comprometido con su entorno, copropietario de él, para que ese orgullo potencie su responsabilidad hacia sus tareas de mantenimiento, y también le haga sentir cómodo allí mientras estudia, trabaja o se relaja.
Ofrece al joven adolescente un lugar inspirador y lleno de creatividad a través de fuertes contrastes, donde pueda sentirse seguro y representado.
Accesorios inevitables, soluciones modernas
Tus hijos no nacieron con un pan bajo el brazo, sino con una videoconsola, un ordenador, toneladas de libros y cuadernos, deberes que llevar a cabo y ropa que disfrutar un día y abandonar para siempre al siguiente.
Todo eso necesita una logística importante: un escritorio cómodo y bien iluminado, una televisión (cuyo uso puedes controlar con enchufes inteligentes, como Fibaro), y un armario versátil, adaptable y accesible para ese joven que crece cada día.
También es muy buena idea dejarles espacios creativos en las paredes como pizarras (que además pueden ser magnéticas), y permitirles aportar su firma personal a espacios originales como las puertas, coloreándolas o vinilándolas con sus colores, motivos, palabras o números favoritos.
Iluminación, aliada de los estados de ánimo
Otra buena idea es proporcionarles un sistema de iluminación flexible, capaz de responder en cada momento a sus niveles de energía o necesidades de trabajo o intimidad.
Un ejemplo perfecto es instalar en su dormitorio algo tan estimulante para sus absorbentes cerebros como Nanoleaf Aurora Smarter Kit, un conjunto de paneles LED triangulares que puedes colocar donde y con la forma que quieras, y manejar uno a uno desde tu móvil para cambiar sus colores e intensidades en cada momento.
Si con algo así para acompañar sus ratos, tus hijos no sienten que su habitación es el mejor lugar del mundo para reír, llorar y, en definitiva, crecer, solo se nos ocurre un último recurso infalible que ofrecerle: tus hombros y tus oídos 😉
¿Tienes hijos adolescentes? ¿Qué trucos empleaste para adaptar tu hogar a sus aventuras del día a día?