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Ha muerto la Prego, voz de la Transición

En el día de las alabanzas, cuando ha muerto mi colega Victoria Prego, la voz de la Transición, a quién tanto quería, me entristece no haber podido despedirme de ella. La conocí en mi casa (1977, entonces en obras) hace casi medio siglo. Venía como esposa de Ángel Santacruz, de mi equipo de Internacional en El País, con quien ha tenido dos hijos.

Con la Prego en el Congreso, en el 40 aniversario de la Constitución del 78. Siempre la recuerdo compartiendo risas.

Ella había trabajado en El Alcázar y yo, en el Arriba. ¡Menudas escuelas de anti periodismo de extrema derecha! De allí salimos ambos debidamente vacunados contra el virus del franquismo. En aquellos tiempos, estábamos de acuerdo en cómo salir pacíficamente de la Dictadura: más reformas y menos rupturas, dentro de lo posible. No obstante, me pareció que ella era más de izquierdas que yo… o, quizás, más peleona. Lo que no puedo olvidar es que nos reíamos mucho.  Toya tenía gran sentido del humor y buen ingenio gallego para hacerte reír… y pensar.

Noticia de El Independiente, cuya editora ella presidía.

Luego triunfó con sus documentales geniales sobre la Transición en TVE y yo presumía de su amistad y celebraba su profesionalidad y brillantez. Sin embargo, el 11-M del 2004, siendo ella adjunta a Pedro J. Ramirez, director de El Mundo, y valiente como había sido, eché de menos su voz en favor del periodismo solvente y digno que su jefe estaba pisoteando, con la teoría de la conspiración de ETA en el 11-M, al servicio del mentiroso Aznar.

En 2004, me sorprendió el silencio de la Prego en El Mundo. La crisis actual comenzó el 11-M de 2004. Estos tres psicópatas (F.J. Losantos, J.M. Aznar y P.J. Ramírez) lanzaron la siniestra teoría de la conspiración de ETA en la masacre de Atocha y deslegitimaron la victoria electoral de Zapatero. Desde entonces, las derechas no aceptan la alternancia, base de la Democracia. De aquellos polvos, estos lodos…

Quise llamarla entonces para que me explicara como podía convivir su conciencia noble con aquellas mentiras tan palpables en El Mundo desde 2004 a 20015. No lo hice. Y me arrepiento. Seguro que tendría alguna explicación relacionada con la edad, el miedo, el íctus, un susto casi mortal, etc. De lo que estoy seguro es de que la Prego habrá sufrido compartiendo, en silencio, con Pedro J. aquella etapa de miseria moral y deshonestidad profesional de su director.

Victoria, número 2 de El Independiente y presidenta de la empresa editora. Sin perder su sonrisa.

Como tantos colegas de nuestra provecta edad (no sé por qué), ella evolucionó desde la izquierda hacia la derecha. Estaba en su derecho. En mi opinión, en la vida profesional y personal de Victoria Prego pesa más lo bueno que lo malo. Porque, con razón o sin ella, siempre fue una buena persona. Por eso, merece descansar en paz.  Adiós, Toya. DEP.

Presidente: Quédate, merece la pena

Hace años que no me siento tan emocionado, como hoy, dentro de un grupo de miles de demócratas que gritan «¡Merece la pena!» y piden al presidente del Gobierno que no dimita, que se quede, que no se rinda ante la última gota de la campaña de acoso a su familia que comenzó el PP hace 10 años con dinero público, su policía política y el golfo comisario Villarejo.

Pancarta en la concentración de Ferraz

Vista aérea de la concentración en la puerta de la sede del PSOE. Unos dicen 12.000 asistentes y otros 20.000

Hoy asisto a una concentración especial, pues va de defender no solo a Pedro Sánchez sino a la mismísima Democracia. Me gusta que demos un golpe en la mesa, como ha hecho Pedro Sánchez para reflexionar y tomar impulso, y dejemos de estar a la defensiva frente a los bárbaros de VOX y algunos otros aún emboscados en el PP.

Cartel original hecho en casa de un socialista. Al fondo, una bandera republicana, como la de mi padre.

Creo que el lunes marcará un antes y un después en la defensa de la Democracia en España.

El paraguas de 20 minutos me salvó del chaparrón que, afortunadamente, duró poco.

Poco antes del empezar el Comité Federal del PSOE, huérfano de Pedro Sánchez. Luego, salió el Sol.

Ofrezco al presidente Sánchez un regalo que me ha hecho hoy una amiga: la «cordialidad proactiva». Frente al acoso violento, al discurso del odio, a la xenofobia, al machismo, a los bulos y mentiras de la extrema derecha propongo responderle, como ha dicho hoy Zapatero, con respeto, educación y tolerancia. La cordialidad mata a los bárbaros. Me consta que hay muchos demócratas en el PP (alejados de Trump, Jiménez Losantos, Ayuso y su Rasputín) que comparten conmigo este mensaje. Lo veo cada día en la pista de tenis o en mis clases de talla de madera. Somos de todos los colores y, cordialmente, nos llevamos bien.

Me crucé con caras conocidas, pero ésta de mi colega Marta Pérez, cofundadora de 20 minutos, es inolvidable.

No perdemos nada con ser más cordiales con nuestros adversarios, no enemigos. Prueba y error. Como en el progreso científico. No te vayas, Pedro. Sin caer en la ingenuidad, prueba esta receta cordial para desbaratar la miserable espiral de violencia de la extrema derecha. Seremos más felices y mantendremos enterrada, otro medio siglo, el hacha fratricida.

¡Campeón! Otra alegría más.

Luego, por la tarde, nuestro héroe Rafa Nadal nos ha dado una alegría con su victoria contra el joven australiano Minaur. Al atardecer, un paseo por el campo con mi chica (ya sin muletas). Un día completo. ¿Qué más puedo pedir?
….
¡Ah! Os recomiendo que leáis esta carta de Ignacio Escolar que, sin su permiso, abusando de la amistad que nos une, copio y pego a continuación:
Carta de Ignacio Escolar
27 de abril de 2024 08:41h Actualizado el 27/04/2024 13:38h

“¿Merece la pena todo esto?”. La pregunta que se hace Pedro Sánchez es pertinente y sincera. No conozco a ninguna persona honesta que esté o haya pasado por la política y que no se lo haya planteado. Tampoco a nadie, ni siquiera a las personas más fuertes, que no haya dudado más de una vez. Que no hayan tenido la tentación de rendirse, de tirar la toalla, de salir corriendo de allí.

¿Merece la pena pasar por un proceso judicial, acusada falsamente de encubrir un delito de abuso sexual, como sufrió Mónica Oltra? ¿Merece la pena que tus hijas adolescentes sean insultadas y ridiculizadas públicamente, como le ocurrió a Zapatero? ¿Merece la pena padecer durante meses un acoso constante y permanente en la puerta de tu casa, como hicieron con Pablo Iglesias e Irene Montero? ¿Merece la pena que te intenten meter en prisión con pruebas falsas –a ti y a tu pareja–, como soportó Victoria Rosell? ¿Merece la pena pasar por injustas persecuciones judiciales por “terrorismo” como las que sufren algunos de los políticos independentistas?

Hay una expresión que detesto y que estos días no paro de escuchar: “A la política se viene llorado de casa”. Me parece abominable por una doble razón. La primera, esta idea tóxica de que tener sentimientos es algo a exterminar, cuando es al contrario: ojalá más personas con empatía, capaces de sufrir y de llorar; nada hay más humano que esa emoción. La segunda, esta regla odiosa de que en política vale todo y hay que soportarlo todo sin siquiera mostrar la más mínima aflicción. Que hay una suerte de nuevo derecho constitucional, el derecho al acoso con insultos, mentiras y denuncias falsas, que se extiende no solo a los políticos sino a todo su entorno personal.

No, no creo que ser familiar de un político te otorgue una bula especial. Claro que la prensa debe fiscalizar al poder y son muchas las ocasiones en que resulta imprescindible entrar ahí. Claro que es pertinente informar sobre el fraude y las comisiones millonarias de la pareja de Isabel Díaz Ayuso, la persona que paga la casa de lujo donde vive la presidenta de Madrid; igual que lo fue, décadas atrás, publicar los tejemanejes del hermano de Alfonso Guerra –que también fue condenado por un delito de fraude fiscal–. No seré yo quien no defienda el derecho constitucional a la información. Pero subrayo esa palabra: información. Que no es lo mismo que los bulos, las mentiras y las medias verdades que tanto abundan hoy.

Se ha abusado tanto del victimismo en política que es inevitable desconfiar. No conozco a ningún corrupto que, pillado in fraganti, no proclame sufrir una persecución mediática y judicial. Empezando por el propio Donald Trump, que es quien más ha utilizado esa vía para eludir cualquier responsabilidad, y ha creado, para toda la extrema derecha del mundo, un manual.

No sé si Pedro Sánchez dimitirá. Hoy creo que no, pero solo él lo sabe con certeza. Sí estoy plenamente convencido de que la denuncia contra Begoña Gómez, más tarde o más temprano, se archivará. Porque a pesar de la pulsión reaccionaria que late en algunos juzgados –imprescindible para explicar buena parte de las cacerías contra políticos de izquierda– me niego a creer que una acusación tan endeble pueda prosperar.

Pero volvamos a la pregunta inicial de esta carta. ¿Merece la pena? La terrible respuesta es que no, que no sale a cuenta. Que hace mucho que no merece la pena, si solo se mide desde el punto de vista personal.

¿Merece la pena que llamen “Begoño” a tu mujer?, ¿que la arrastren de los pelos por el barro de los juzgados con una denuncia basada en bulos?, ¿que acosen a tu hermano, a tu padre o a tu suegro con mentiras y falsedades? ¿Merece la pena que machaquen a las personas que quieres?

Un ejemplo: ¿cuántas veces has escuchado lo de “la sauna del suegro de Pedro Sánchez”?

Este miércoles, Ester Muñoz, diputada y vicesecretaria del PP, insistía en esa misma acusación: “Tenemos los escándalos que rodean al presidente del Gobierno, ahí tenemos a su suegro que se enriquece con esas saunas, todos sabemos a qué tipo de saunas me refiero”.

Al día siguiente, la periodista Silvia Intxaurrondo preguntó a esta dirigente del PP qué pruebas tenía para sus acusaciones. “Están publicados en los medios y que todo el mundo… Es que yo no he acusado absolutamente de nada a nadie. He dicho cosas que están publicadas en los medios”, respondió.

Hoy en elDiario.es explicamos el origen de una de estas “cosas que están publicadas en los medios”. El Gobierno de Rajoy encargó al comisario Villarejo espiar al padre de Begoña Gómez. Según el entonces número dos del Ministerio del Interior, Francisco Martínez, serviría para “matar políticamente a Sánchez”. “Esto lo revienta”, decía también.

¿La verdad de la historia? Que las famosas saunas ni siquiera eran del suegro de Sánchez. Son de sus hermanos. Pero decir que “los hermanos del padre de la mujer de Pedro Sánchez” tienen una sauna quedaba peor en el titular.

Todo esto pasó hace ya diez años, en 2014. A los pocos meses de que Pedro Sánchez llegara por primera vez a la secretaría general del PSOE. Tras este encargo del Gobierno de Rajoy a Villarejo, la historia de la sauna del suegro de Pedro Sánchez se multiplicó por varios medios de comunicación. Tal vez algún día también descubramos el origen de las mentiras que se publican hoy. Aunque para entonces será como con este bulo de la sauna: una calumnia cuyo daño será imposible de reparar.

¿Es humano tener la tentación de rendirse, para proteger a los que más quieres? Claro que lo es. Por duro que seas. Por fuerte que te creas. Supongo que a mí me cuesta algo menos empatizar con lo que pasa por la cabeza de Pedro Sánchez porque, a una escala mucho menor, también he sufrido episodios similares. Titulares infectos de medios aún más deleznables contra quien entonces era mi pareja. O acoso e insultos en redes sociales contra mi actual mujer. Me he tirado más de un año imputado por el delito de “revelación de secretos”, por informar del máster fraudulento de Cristina Cifuentes. Me toca pasar por los juzgados casi cada mes, para defenderme de demandas injustas contra elDiario.es. Y hay barrios de Madrid –esos en los que arrasa Vox– por los que prefiero no ir, porque no es plato de gusto que te insulten cuando paseas con tu mujer y tus hijos, como me ha ocurrido en demasiadas ocasiones.

Cualquier persona de izquierdas mínimamente conocida sabe de qué hablo porque todos lo sufrimos, especialmente las mujeres. Son problemas de país rico, me suelo consolar –en otros lugares del mundo, los periodistas incómodos acaban muertos, en el exilio o en prisión–. Pero es un desgaste constante, agotador, que impacta en tu vida y te cambia el humor. Hubo una temporada que me daba miedo salir a comer o a cenar en sitios públicos porque casi siempre terminaba mal.

El acoso contra la izquierda siempre ha existido. Pero en los últimos años ha ido a peor. La derecha ha logrado convertir la vida pública en un lodazal, una estrategia deliberada para igualar la reputación de todos: la gente honesta y la que no lo es. Y que en demasiadas ocasiones cuenta con la imprescindible colaboración de algunos jueces afines. Y de muchos medios de comunicación.

¿Todos los políticos son iguales? ¿En serio? ¿Por qué entonces el gobierno de Zapatero no tuvo ningún gran caso de corrupción y el de Aznar ha acabado con tres de sus ministros en prisión?

¿Qué dirían, qué escribirían, si Begoña Gómez se hubiera llevado 234.000 euros de comisión de una adjudicación del Gobierno, como hizo el hermano de Ayuso? ¿Dónde estaría hoy Pedro Sánchez si su pareja hubiera defraudado 350.000 euros a Hacienda tras cobrar un pelotazo de dos millones, como ha pasado con la presidenta de Madrid?

Es la misma derecha que, hace veinte años, alimentó una teoría de la conspiración sobre los muertos del peor atentado terrorista de la historia de España. La misma que, hace diez años, utilizó los fondos reservados y la cloaca policial para destrozar a sus rivales políticos. Los mismos que ahora han convertido el “que te vote Txapote” en un lema electoral. Los mismos que llaman “hijo de puta” al presidente del Gobierno y, en vez de disculparse por el exabrupto, lo convierten en una chanza más. Los mismos que se jactan de controlar la Justicia “desde detrás” y que por eso mantienen secuestrada desde hace más de un lustro la renovación del Consejo General del Poder Judicial.

¿La izquierda ha contribuido a que el espacio público se haya deteriorado tanto? Creo honestamente que sí, que una parte de la izquierda cometió el error, años atrás, de validar los escraches, que nunca se debieron producir. Esa agresividad le volvió a la izquierda multiplicada por mil. El famoso escrache a Soraya Sáenz de Santamaría en la puerta de su casa fue pacífico, duró 20 minutos y pasó una sola vez. No hay punto posible de comparación con lo que Iglesias y Montero padecieron durante meses. Y la manifestación frente a la sede de Génova también ha pasado apenas una vez, y no es equiparable a lo que ocurre desde hace meses en Ferraz y otras sedes de partidos de izquierdas por toda España. Hace mucho tiempo que es la derecha, no la izquierda, quien ha cruzado todos los límites y está fuera de sí.

¿Merece la pena? No. A nadie le sale a cuenta vivir así. Y de eso se trata. Este envenenamiento constante y sistemático tiene un objetivo deliberado: destrozar a cualquiera que asome la cabeza, para que sea insoportable estar ahí.

No merece la pena. Pero hay que resistir. Para lograr, entre todos, un debate público menos tóxico, y que nunca más vuelva a ser necesario enfrentarse a un dilema así. Estoy seguro de que Pedro Sánchez y su familia serían más felices si dejan La Moncloa. Pero también espero que no dimita, porque las consecuencias para España y nuestra democracia serían nefastas.

En un país donde nadie dimite y nunca pasa nada, sería terrible que cayera por estos motivos un presidente del Gobierno elegido por el Parlamento hace menos de un año y que representa a la mayoría de este país. Sería una pésima noticia para cualquier demócrata, vote lo que vote. Porque validará y normalizará una vía tóxica e infecta de lograr el poder.

Lo dejo aquí por hoy. Gracias por leerme. Si eres socio/a de elDiario.es, gracias por tu ayuda: es imprescindible para que nosotros también podamos resistir. Y si no lo eres, apóyanos.

Gracias, Ignacio.

Los neofranquistas me dan mucho miedo

Ayer recibí mensajes de amigos que sentían miedo. Veían en directo las imágenes de la violencia desatada por los neofranquistas y nazis contra la Policía y la sede del PSOE. Como los caducados miembros vergonzantes del PP en el Poder Judicial, estos salvajes protestaban también contra la amnistía que está por llegar (y que nadie conoce aún) si hay acuerdo de investidura de Pedro Sánchez con Junts.

Policía ardiendo por una bengala arrojada por los neofranquistas. Foto de Jorge París, de 20 minutos.

No recuerdo violencia semejante cuando Aznar indultó a los terroristas de Terra Lliure a cambio del apoyo de los antecesores de Junts a su investidura en 1996. Lo que sí recuerdo de aquel año es que el flamante presidente Aznar me despidió como corresponsal de TVE en Nueva York tras la entrevista preelectoral que le hice como candidato. Se ve que no le gustaron mis preguntas. Gajes del oficio. Lo cuento con más detalle en mi libro de memorias («La prensa libre no fue un regalo»).

Todo eso ya lo hizo Aznar. No recuerdo violencia en las calles.

Recuerdo una frase inolvidable que me enseñó entonces Felipe González (el de antes de envejecer): «La intolerancia es la enfermedad de la derecha española». Lástima. Aznar nunca reconoció la victoria electoral legítima de Zapatero («presidente por accidente», le llamaron). La victoria del PSOE se debió, entre otras razones, a las propias y gravísimas mentiras de Aznar sobre ETA en la tragedia yihadista del 11-M. Mentir sobre tantos muertos y heridos para no perder el Poder. ¡Qué vergüenza!

Montaje de Aznar, en el papel de agitador callejero , que circula por las redes sociales.

Los de VOX y una parte del PP se han echado al monte. Cuánto lo siento. Les costará bajarse de ahí. El ex presidente Aznar les moviliza y les azuza para conquistar las calles. La ex presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, le obedece ciegamente y acude a cortar la calle Ferraz, rodeada de vivas a Franco (sí, al tirano) y de banderas con la gallina del dictador felón. No en vano circulan chistes por las redes sobre su papel en primera fila en la algarada callejera frente a la sede del PSOE en la calle Ferraz.

 

Banderas cona «la gallina» de Franco en la calle Ferraz.

Ahí va un resumen (que comparto) que circula por las redes sociales

Mi amigo Manolo Saco me anima con estos versos:

«Pues no he de callar

por más que con sus piedras

Silencio avises

o amenaces miedo».

Los versos originales de Quevedo provocaron indirectamente mi despido como director fundador del diario El Sol:

«No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente?»

¡Ahí queda eso!

 

 

¿Por qué caen, uno tras otro, los líderes del PP?

Berna (ex compañera mía en El Sol) nos da la respuesta en su articulo de El País de hoy: alianzas contra natura, mentiras, corrupción y traición. Con su permiso y los de El País y 2ominutos.es, no puedo evitar copiarlo y pegarlo en mi blog. Lo recomiendo. No se puede explicar mejor con menos palabras. Luego están los chistes que inundan las redes y abundan en razones semejantes.

Por qué caen los líderes del PP

Si Feijóo analiza por qué fracasan los presidentes de su partido encontrará una paleta corta: alianzas contra natura, mentiras, corrupción y traición

Alberto Núñez Feijóo acataba el jueves la Constitución, durante la sesión constitutiva de la XV Legislatura.
Alberto Núñez Feijóo acataba el jueves la Constitución, durante la sesión constitutiva de la XV Legislatura.JUAN CARLOS HIDALGO (EFE)

Es posible que Pablo Casado acumulara grandes errores, pero el que ha cometido el PP bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo es histórico, único y se ha producido en su primer disparo en la política nacional cuando ni siquiera sabía si había más balas en la recámara. Su inmenso error, pactar con un partido tóxico como Vox mientras convertía las elecciones en plebiscito contra Pedro Sánchez, está a la altura de la alianza contra natura que Aznar forjó en apoyo a la guerra de Irak en contra de la mayoría de los españoles. Veamos qué circunstancias han provocado los sucesivos tropiezos del PP.

El PP cayó con estrépito en la transición entre Aznar y Rajoy en 2004, cuando el atentado del 11-M movilizó a los españoles en contra de un Gobierno que había participado en las mentiras sobre Sadam Husein que condujeron a esa guerra. Cuando todo parecía listo para que la derecha renovara su mayoría sin sobresaltos, se produjo la tragedia, aderezada además con las mentiras sobre un atentado que el Gobierno atribuyó contra viento y marea a ETA para esconder sus vergüenzas. Y ahí se le fueron siete años.

Cuando el PP logró regresar, en 2011, fue a lomos de una recesión que quemó al socialista Zapatero como había quemado a otros dirigentes europeos sacudidos por la economía. Después de siete años al mando, Rajoy cayó por la corrupción acumulada con el caso Gürtel, que alineó a las fuerzas suficientes como para que triunfara por primera vez una moción de censura, que situó a Pedro Sánchez al frente. Fue en 2018.

Seguimos. Tras la marcha de Rajoy llegó Pablo Casado, que cayó en 2022 después de cuestionar la honorabilidad de Isabel Díaz Ayuso por las contratas de su hermano durante la pandemia. Su pulso se desvaneció en el aire ante el chasquido de dedos de la líder madrileña y los demás barones que se unieron para derrocarle. Y así llegó Núñez Feijóo.

Más allá de la excepción de Aznar, que tuvo el acierto de retirarse por voluntad propia, si Feijóo analiza hoy por qué han caído los siguientes presidentes del PP encontrará una paleta muy corta de sabores. Solo cuatro: alianzas contra natura, mentiras, corrupción y traición. No hay más. Él acaba de probar el primero y ya se ha indigestado: los pactos con Vox. Ha coqueteado con el segundo al insinuar un pucherazo en el voto por correo. Dejando de lado el tercero, quién sabe si, tras descarrilar su intento de investidura como todo parece indicar, podrá evitar la hiel del cuarto: la traición.

SOBRE LA FIRMA

Berna González Harbour

Escribe en Cultura, es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’, además de responsable de la newsletter EL PAÍS de la mañana. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora al frente de varias secciones. Premio Dashiell Hammett por ‘El sueño de la razón’, su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

Delitos de odio, en el ADN de VOX

Ayer lo vi en la tele y me quedé espantado. Siguen aumentando los delitos de odio (racismo, xenofobia, homofobia, machismo), al tiempo que aumentan las expectativas de voto de VOX en las encuestas de los medios conservadores. ¿Qué nos está pasando para que tantos españoles quieran regresar al pasado franquista? Perdonar, siempre. Olvidar, nunca. No nos conviene olvidar que el discurso de la extrema derecha franquista lleva en su ADN el embrión de estos delitos de odio.

Aumento de los delitos de odio en España en 2022

Aumento de los delitos de odio

El abrazo del águila

«No es lo  que parece»… si no miramos hacia Extremadura, Valencia, Baleares, Castilla León y tantos ayuntamientos gobernados ya por el PP con VOX.

La gaviota del PP alimenta al águila imperial de Franco con los colores de VOX.

Hay circunstancias en las que no sabemos quién alimenta a quién. El caso de la señora Guardiola, futura presidenta de Extremadura (si antes no dimite), después de haber tirado su palabra de honor a la basura (por orden de Feijóo), es muy claro.

Al mismo tiempo, aumentan los casos de censura cultural, promovida por VOX sin que al PP le salgan los colores.

VOX contra el Siglo de Oro. No sé si reir o llorar.

El miedo a perder la libertad, que ganamos con tanto esfuerzo en la Transición, justifica estas campañas contra la censura de la extrema derecha.

Afortunadamente, no todo son malas noticias. Acabo de recibir un comunicado que me ha emocionado. Es de un hijo que ha recuperado los restos de su padre, asesinado por falangistas en 1936. Copio y pego:

COMUNICADO

Identificados los restos de mi padre, no tengo palabras para expresar la inmensa satisfacción intima que siento por la confirmación oficial, genética, de la identidad de los restos de mi padre Valerico Canales.

Por fin ya puedo acogerle entre mis brazos de una manera física, material, a través de sus restos liberados de un secuestro que ha durado prácticamente 87 años.

Con ello se cierra un duelo continuado desde que yo tenía poco más de dos años.

Se cierra la herida que ha estado siempre abierta en mi corazón desde que a mi padre nos lo arrebataron a mi madre, a mi hermano y a mí.

Primero fue sacado de nuestra casa en Pajares de Adaja de manera violenta por paramilitares facciosos falangistas una madrugada de agosto de 1936 y asesinado en una cuneta del término municipal de Aldeaseca, distante unos 30 kilómetros.

Esa misma madrugada y de manera simultánea procedieron de igual modo con otras seis personas del mismo pueblo Pajares de Adaja, entre ellas una mujer, siendo asesinadas junto a mi padre en el mismo lugar de la cuneta de Aldeaseca.

Los siete asesinados de Pajares de Adaja esa madrugada del 20 de agosto de 1936 pertenecían al sindicato de UGT y a la Casa del Pueblo.

Al alba los siete cadáveres fueron arrojados a un pozo seco donde permanecieron durante 23 años sin que los familiares tuviéramos conocimiento “de nada” durante todos esos años.Solo percibíamos miedo y terror como consecuencia del golpe de Estado contra el Gobierno legítimo de la República y de la dictadura franquista impuesta a los españoles.

Después, en marzo de 1959, se produjo una profanación oficial del pozo de Aldeaseca, exhumando sin rigor científico los restos de las siete personas de Pajares de Adaja que introducidas en la caja 198 acabaron en el fatídico monumento del Valle de los Caídos, mausoleo franquista erigido con la participación importante de mano de obra esclava representada por presos políticos que habían luchado en la defensa de los valores republicanos y democráticos.

Los restos de nuestros seres queridos contenidos en la caja 198 han permanecido depositados en la Cámara de nivel 0 de la cripta del Sepulcro durante algo más de 64 años. Un lugar indigno e inadecuado para albergar los restos de nuestros seres queridos.

Por fin a día de hoy y gracias a la lucha denodada y sin descanso de los familiares de las 10 víctimas de la represión franquista de Pajares de Adaja en el verano de 1936, vamos a tener la gran recompensa de poder liberar los restos de siete de las esas diez víctimas del secuestro indigno en que han permanecido durante tantos y tan largos y duros años en el Valle de Cuelgamuros.

No nos olvidamos de continuar luchando por encontrar los restos de las otras tres personas víctimas de la represión franquista en Pajares de Adaja, que permanecen todavía sin localizar en una cuneta, un pinar o la tapia de un cementerio.

Por acuerdo previsible de los familiares los restos recuperados del Valle de Cuelgamuros recibirán un entierro digno, esta vez sí, en el cementerio de Pajares de Adaja en fecha del 20 de agosto, en la que se cumplen precisamente 87 años exactos de su desaparición y asesinato injustos, causados por la barbarie e intolerancia de los golpistas franquistas.

La sepultura-memorial construida en el cementerio de Pajares en recuerdo permanente de las diez víctimas de la represión franquista del verano de 1936 es para nosotros los familiares, un verdadero monumento a la honradez, honestidad y compromiso social de nuestras queridas víctimas.

Nuestra dignísima sepultura-memorial en el Cementerio de Pajares de Adaja se contrapone al fatídico, delirante, indigno y tétrico mausoleo erigido para mayor honra y gloria de un dictador que vulneró constantemente los derechos humanos desde el momento mismo del golpe de Estado del 18 de julio.

Por último los familiares de Pajares de Adaja que hemos liberado los restos de nuestros seres queridos de la siniestra gruta del Valle de Cuelgamuros queremos agradecer de  corazón a todo el competente y maravilloso equipo técnico multidisciplinar que haya hecho realidad  nuestros anhelos de localizar los restos contenidos en la caja 198.

Nuestro agradecimiento tambien al Gobierno de coalición progresista por su decidido apoyo a esta noble causa de buscar e identificar en su caso, los restos reclamados de las 128 solicitudes aprobadas por Patrimonio Nacional.

Agradecimiento especial a la Secretaría de Estado de Memoria Democrática que ha seguido certeramente las directrices gubernamentales en esta materia de memoria democrática.

 

Fausto Canales Bermejo

Julio 2023

Y otra buena noticia. Acabo de escuchar en la SER al ex presidente Zapatero, valiente como nunca, criticando al PP y a VOX por la «infamia» que comenten al meter los crímenes de ETA en la campaña electoral contra Pedro Sánchez. Cuando el Gobierno Zapatero acabó definitivamente con ETA, le acusaron de traicionar a los muertos.  Por eso, ha renacido hoy. Cabreado y con razón.

Me sorprende el silencio de Felipe González ante tantas felonías del PP y VOX contra su partido… y el de mi padre.

 

Me tiran de la lengua y hablo como si fuera libre

La prensa libre no fue un regalo. Cómo se gestó la transición

El periodista habla sobre el papel de la prensa en la Transición española, el SÍ a la OTAN, la oleada de atentados de ETA o el 23-F, entre otros temas recogidos en su libro. 

Director del semanario Doblón durante la Transición española, director fundador de los diarios El Sol y La Gaceta de los Negocios, redactor jefe del diario El País, del semanario Cambio 16 y director general del periódico 20 minutos. Trabajó en Televisión Española durante los años 1980 y 1990 como fundador del informativo Buenos días y director de los telediarios.

P. ¿Cuál fue el papel de la prensa en la Transición española? ¿Cómo recuerda esa etapa? ¿Cómo se logró el consenso también desde las editoriales para hallar un punto de entendimiento tan decisivo?

R.- La prensa ayudó mucho al éxito de la Transición. Jugó un papel importante como correa de transmisión de la sociedad. Insinuábamos la corrupción de la Dictadura, informábamos entre líneas de lo que pasaba en la calle, cuando podíamos sortear la censura, y mostrábamos la incapacidad del franquismo para homologarnos con Europa. Peleábamos por conquistar la libertad de expresión y le metíamos goles a la censura. Pero sabíamos que no era gratis. Tenía un coste. Por eso, asumíamos los riesgos de cierre o secuestro de la publicación, querellas y procesamientos políticos, detenciones, interrogatorios, palizas, etc. La prensa no sometida a la Dictadura, aunque era débil y escasa, contaba las protestas y el malestar de la sociedad contra el régimen de Franco. Y el dictador respondía con más represión y violencia policial y judicial. Era un círculo vicioso.

Los grupos editoriales, de cualquier color, sobre todo al final de la Dictadura, ansiaban la libertad de expresión casi unánimemente. La reacción conjunta de toda la prensa española, por ejemplo, contra mi secuestro, torturas y fusilamiento simulado fue, en 1976, recién muerto el dictador, la primera acción unánime de todos los grupos editoriales. Todos ellos publicaron a la vez el mismo editorial de protesta consensuado con un título común: “Impunidad”.

Queríamos ser ciudadanos libres y no súbditos oprimidos por una dictadura. Esa etapa la recuerdo con una mezcla de miedo y esperanza. Teníamos un presente oscuro, pero soñábamos con conquistar un futuro brillante y en libertad. Y sabíamos que no era gratis. Nadie nos iba a regalar la libertad.

Diseñando la página tan esperada por los demócratas.

P.- ¿Por qué fue tan importante el SÍ a la OTAN y por qué lo considera tan relevante? ¿Más que la oleada de atentados de ETA o el 23-F? Y todo con usted al frente de los informativos desde una televisión pública…

R.- Ser miembro de la OTAN era condición necesaria, aunque no suficiente, para entrar en el Mercado Común Europeo (hoy Unión Europea). Europa había sido para muchos españoles anti franquistas sinónimo de democracia y queríamos poder homologarnos con nuestros vecinos del norte. Era relevante para consolidar la democracia, vencer al terrorismo de ETA, con ayuda de los vecinos, y “civilizar” a la parte más franquista del ejército español. De hecho, España ingresó en la OTAN deprisa y corriendo, a los pocos meses del golpe de Estado del 23-F de 1981. El fracaso (y el consiguiente ridículo militar) de aquel golpe ha servido de vacuna contra otros eventuales intentos golpistas. Y los militares españoles ya saben inglés y están bien integrados con sus compañeros de la OTAN, en misiones defensivas o de paz. Y son queridos y admirados por los españoles, no temidos como lo eran bajo la Dictadura militar de Franco. Por otra parte, la oleada de atentados de ETA durante la Transición unió a todos los españoles contra el terrorismo. Por eso, la democracia venció definitivamente a ETA.

P.- Hay, como sabe, una terrible oleada de atentados contra los periodistas en México, este año 15 ya y todo parece impune. ¿Podemos comparar el miedo que pueden tener en el país con el que tuvieron en la transición?

R.- No podemos compararnos con México, un Estado fallido dominado por el terror del narcotráfico y por la corrupción política sistémica. No hay comparación posible entre el miedo de los españoles de la Transición (franquistas y demócratas) a volver a las andadas de otra guerra civil con el que está sufriendo la sociedad mexicana actualmente y, en especial, las mujeres y la prensa. México está mucho peor.

Manifestación de periodistas contra mi secuestro y torturas. Prohibida y disuelta a palos.

P.- ¿Qué siente un periodista y cómo cambia su visión de la realidad cuando sufre un atentado, en su caso un secuestro?

R.- No puedo describir muy bien los cambios físicos, psicológicos y profesionales que sufrí tras el secuestro con torturas y un fusilamiento simulado, con una pistola a dos palmos de mi frente, cuando pensé que iba a morir. Cuando quise quitarme el sudor de la cara y comprobé que era sangre.

Por un lado, a veces pienso que quizás me volví más miedoso o prudente a la hora de investigar y publicar asuntos delicados. Miedo a hacer la siguiente pregunta, la de mayor riesgo. Como si me hubieran afeitado la cornamenta, eso que hacen la los toros para reducir su peligro.

Pero, por otro lado, después de haberme sentido tan cerca de la muerte y haber olvidado el dolor físico de las torturas, tengo un sentimiento contradictorio, algo temerario, de que ya no me pueden hacerme nada peor. Todo ello me ayudó a lanzarme a fundar proyectos periodísticos como los diarios La Gaceta de los Negocios y El Sol o programas como el Buenos días de TVE, y a preguntar libremente a los candidatos presidenciales en tres elecciones generales (1986, 1993 y 1996). Aunque debo recordar que las preguntas que le hice al candidato José María Aznar me costaron el puesto. Gajes del oficio. Tras ganar aquellas elecciones, me despidieron como corresponsal de RTVE en Nueva York. Menos mal que gané el juicio al Gobierno de Aznar (llamamos “beca Aznar” a la indemnización que fijó el juez) y pude refugiarme en la Universidad.

Entrevista preelectoral con Aznar el 1993. La siguiente de 1996 (cuando ganó) me costó el puesto de corresponsal de TVE en Nueva York.

P.- Y no solo su miedo. Insiste en el libro que se hizo una transición poco radical por el miedo que existía. ¿Cómo se vivía dentro de la profesión?

R.- La prensa de la Transición, con sus luces y sombras, era un espejo de la sociedad española de aquel momento. El traje de la Dictadura se rompía por sus costuras. Los periodistas, testigos de ese cambio, al pie del cañón, lo contamos como pudimos. Poco a poco, ganamos la libertad de expresión palabra a palabra, por el miedo de ambos lados (franquistas y demócratas) a volver a la confrontación violenta. Unos tenían miedo a una mayor represión y mano dura de los golpistas franquistas y otros temían la revancha de los vencidos por Franco por la represión sufrida en la guerra y en la postguerra. Fueron circunstancias extraordinarias, con mucho miedo compartido, debilidad mutua y algo de generosidad por ambas partes.  Por eso mismo, hubo diálogo, Pactos de la Moncloa (económico y social), acuerdo de reforma política y Constitución del 78.

Dentro de la profesión vivimos una época emocionante, cargada de miedo y esperanza, en la que brotaba la libertad de expresión por las costuras rotas del franquismo ya decrépito. Fuimos bastante libres, mientras la Dictadura no acababa de morir y la democracia no terminaba de nacer. Mas tarde, ahora, por ejemplo, se acomodaron y establecieron los distintos poderes del estado y de la sociedad y pusieron límites, no siempre razonables, a la libertad extraordinaria e irrepetible de la Transición. Una época excepcional.

La primera vez que publicamos la palabra Dictadura en España, tras la muerte del dictador.

P.- Hábleme de la prensa local durante la transición, cómo fue de importante llegar a públicos en una España tan amplia y diversa, tan dividida incluso…

R.- Yo pasé la Transición en Madrid en prensa, radio y televisión de carácter nacional. Por eso, no puedo hablar mucho de la prensa local. Lo que que sí podíamos notar desde la capital era la emergencia de los localismos, regionalismos y nacionalistas cada vez con más fuerza. Muerto el dictador, España dejó de ser una “unidad de destino en lo universal”, según la Falange, o “una, grande y libre”, como gritábamos los niños en las escuelas. La olla exprés, que prohibía cualquier disidencia sobre la identidad única, homogénea y obligatoria de todos los pueblos de España, saltó por los aires cuando recuperamos la libertad de expresión. Así nacieron y crecieron las Comunidades Autónomas. La prensa local se fue acomodando a ellas.

P.- Habla de que la prensa libre no fue un regalo. ¿Cuáles fueron los costes que hubo que asumir entonces y cuáles seguimos pagando ahora?

R.- No hay nada gratis. Si queríamos tener libertad de expresión y contar lo que pasaba en España, teníamos que enfrentarnos directamente a las órdenes del dictador que tenía todos los poderes de estado (legislativo, ejecutivo y judicial) en su mano. Además de una férrea censura de prensa. Enfrentarnos a la Dictadura tenía sus costes en términos de persecución personal, profesional, judicial o policial. Y eso daba miedo.

Ejercer la libertad de expresión, también ahora, en un país libre, tiene sus riesgos y costes. La libertad de prensa tiene límites impuestos por la cultura corporativa de la empresa editora. Hay que sintonizar la conciencia con la emisora o periódico. Si chirría demasiado, hay que cambiar de medio de comunicación o de conciencia. No todos podemos hacer eso. No siempre. La libertad, como el oxígeno, la valoras más cuando te falta. Y nunca es un regalo, pues siempre corre peligro y hay que defenderla.

Manifestación de periodistas disuelta a palos por los «grises»

P.- Imagino que habrá analizado en profundidad el Anteproyecto de Ley de Secretos Oficiales que ultima el Gobierno. ¿Qué opinión le merece? ¿Qué espera que suponga en los próximos meses?

R.- No lo conozco en profundidad, pero todo lo que he leído sobre ese anteproyecto me da mala espina. No me fío. Comprendo que hay cuestiones graves que exigen un periodo de secretismo para proteger el interés nacional, pero sin abusar de su extensión en el tiempo ni de su amplitud en la cobertura.  La democracia ya es adulta, ha cumplido 44 años y puede aguantar muy bien la publicación de ciertos secretos antiguos cuyo conocimiento no haría ningún daño a los intereses generales de España. Esas leyes son, a veces, una excusa para esconder vergüenzas inconfesables de partes que nada tienen que ver con la seguridad nacional.

P.- ¿Siente que estamos ante la segunda transición de nuestra historia reciente? ¿Cuál considera que debe ser el papel de la prensa ante ella?

R.- No creo que estemos ante una segunda transición. La salud de la democracia española ha empeorado recientemente, sobre todo desde el 11-M de 2004, cuando Aznar (con su mentira de ETA en el 11-M) negó legitimidad a la alternancia de Zapatero (“presidente por accidente”, dijeron entonces en una parte del PP). Ahora, Feijóo se la niega a Sánchez por apoyarse en Bildu y ERC. La alternancia en el poder, según marcan las leyes, es la base de la democracia. Podemos exigir reformas, pero la democracia en España no está tan mal ni tan en peligro como para hablar de la necesidad de una segunda transición. La Transición de la Dictadura a la democracia fue algo excepcional que salió bien porque el miedo a otra guerra civil nos hizo a todos demócratas. Eso es irrepetible.

P.- Enuméreme las cinco figuras imprescindibles del mundo del periodismo en la Transición.

R.- Pregunta de alto coste. Me voy a generar críticas de muchos amigos por no incluirles en esta lista de solo cinco colegas, cuando muchos de ellos, más de cien, deberían estar en esta lista de actores principales en la Transición. Me arriesgaré: Iñaki Gabilondo, Juan Luis Cebrián, Antonio Franco, Joaquín Estefanía, Miguel Ángel Aguilar y Luis María Ansón. Y, desde luego, a toda la prensa extranjera (Roger Mathews, José Antonio Novais, François Raitberger, Walter Haubrich, Jim Markham, etc.), incluyendo a mi esposa, Ana Westley (awestley.com), ex corresponsal del Wall Street Journal y del New York Times.

P.- ¿Por qué es imprescindible leer su libro y a quién se lo recomienda especialmente?

R.- Hablando de libros, no hay ninguno imprescindible, salvo, por supuesto, El Quijote.  Pero el mío, La prensa libre no fue un regalo, sin ser imprescindible, puede ser conveniente para que los jóvenes, como mis hijos, o quienes quieran dedicarse al periodismo, conozcan y comprendan de dónde venimos, que sepan cómo era el mundo de sus padres y abuelos. No se ama lo que no se conoce.

Es bueno conocer el pasado para no repetir los errores de los mayores, para no volver a las andadas. Además, al escribir puedes profundizar en temas que, de otra manera, quizás no se abordarían. Al leer y editar el manuscrito, al hablar de los capítulos en familia, mis hijos me conocen mejor (y yo a ellos). Eso ya es un premio. Escribirlo, en pleno confinamiento por la pandemia, me ha valido la pena.

Imagen: Editorial Marcial Pons

Anuncio de Marcial Pons con el contenido de mi libro

Audio de un minuto y pico sobre el libro  «La prensa libre no fue un regalo»

La prensa libre siempre corre peligro

¿A qué Poder (del color que sea) no le gusta meter la cuchara para limitar la libertad de prensa? No conozco ninguno. Incluso a un gobierno de izquierdas, como el que tenemos, se le ve el plumero. Con nocturnidad y alevosía, en vísperas del puente de agosto, nos deja solo 7 días hábiles para «información ciudadana» sobre un peligroso proyecto de Ley de Secretos Oficiales que puede pisotear la Constitución del 78 y restablecer, por la puerta falsa, la censura de prensa.

El País, 12 de agosto de 2022.

La tendencia a conseguir un poder arbitrario, sin apenas limitaciones legales, es una pulsión intrínseca de todos los gobernantes. Por eso, los ciudadanos, no solo los periodistas, debemos estar en posición de alerta. Cuando menos lo esperas, salta la liebre contra la prensa libre. Es cierto que «la prensa libre no fue un regalo» (creo que lo demuestro en mi libro, perdón por este corte publicitario) pero, pese al coste que tuvo, siempre corre peligro de verse limitada… o censurada.

Suelo leer El País a diario, pero se me había escapado esta información interesante de Miguel González.  La he repescado hoy gracias a las alertas de Mar Díaz Valera, colega y amiga. Aún no conozco este proyecto de Ley, pero el procedimiento del Gobierno es preocupante en la forma y, por tanto, seguramente también lo será en el fondo. Tira la piedra y esconde la mano. Veremos lo que responde a las alegaciones que ha presentado la FAPE.

Mi carnet de la FAPE desde 1970. En 1970 tenía… ¡otra foto! Seguramente con algo más de pelo.

Me apunté a la Federación de Asociaciones de Periodistas hace 52 años en tiempos de la ominosa Dictadura de Franco y cuando la prensa libre era solo una quimera y una batalla peligrosa que debíamos ganar entre todos los ciudadanos demócratas. Ahora, al menos, la FAPE tiene voz.

No es la primera vez que los gobiernos intentan atentar contra la prensa libre. Mar me recuerda hoy que «nuestro amigo Manuel Conthe intentó una limitación en el ámbito de la comunicación empresarial en tiempos del presidente Zapatero que logramos parar con la ayuda de la APIE». La APIE, que entonces presidía Miguel Ángel Noceda, con Ángel Boixados de vicepresidente, es la Asociación de Periodistas de Información Económica que fundamos en tiempos de la Dictadura y para huir de los «sobre cogedores» (que cogían sobres) de la prensa financiera. ¡Qué tiempos! Lo dicho: cualquier tiempo pasado casi siempre fue peor.