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Premio APM: «La libertad y el amor dan sentido a la vida»

  • ENTREVISTA AL PREMIO APM DE HONOR A LA TRAYECTORIA PROFESIONAL

José A. Martínez Soler: ‘El periodismo es una profesión muy honrosa, porque está permanentemente luchando por la libertad de expresión’

José A. Martínez Soler: ‘El periodismo es una profesión muy honrosa, porque está permanentemente luchando por la libertad de expresión’

José Antonio Martínez Soler, en la sede de la APM. Foto: APM

La Asociación de la Prensa de Madrid (APM) ha galardonado a José Antonio Martínez Soler (Almería, 1947) con el Premio APM de Honor 2022, que se otorga en reconocimiento de toda una vida profesional. Periodista en activo durante los últimos 54 años, el jurado lo ha definido como un “profesional infatigable, arriesgado, comprometido y valiente, no solo en el ejercicio del periodismo, sino como emprendedor y fundador de distintas publicaciones”, como 20 MinutosEl Sol, La Gaceta de los Negocios y Doblón, entre otras. También fue director de la Agencia Efe Nacional, de los Telediarios y de varios programas en Televisión Española.

“Los enemigos de la libertad de prensa siempre están al acecho”, alerta Martínez Soler, “uno de los nombres clave de la historia del periodismo de nuestro país”, según el jurado. “La lucha del periodista reside siempre en que triunfen los hechos sobre las falsedades”, concluye durante la entrevista que ha concedido a Apmadrid.es.

– ¿Qué significa para usted haber sido reconocido con el Premio APM de Honor a la trayectoria profesional?
– 
Esto es como el Óscar de la prensa a toda una vida. Ha sido emocionante, no me lo esperaba. Me gusta mucho que el premio me lo concedan colegas, porque en esta profesión -yo el primero- somos envidiosos; no lo vamos a negar, nos gusta firmar en primera página. Pero también hay mucha generosidad, sobre todo cuando uno se jubila y tiene menos enemigos. Creo que no soy el que más merece este premio -hay otros muy brillantes en activo-, si bien quizá soy el que tenía menos enemigos en el jurado.

Estoy feliz. Es un broche de oro. Realmente, ahora puedo decir que he concluido mi vida profesional con cierto éxito. Agradezco a los compañeros del jurado que me hayan considerado merecedor de este premio.

– De profesión, periodista; pero también fundador de publicaciones: El SolLa Gaceta de los NegociosDoblónHistoria Internacional
– Era lo que llaman ahora emprendedor. Iba como Santa Teresa de Jesús: de fundación en fundación. Me gustaba mucho poner en marcha proyectos; claro, con el dinero de otros. Y he tenido buena relación con los editores. Solía llegar al acuerdo de que tanto el dueño como el director editorial tenían derecho de veto para publicar o no publicar. Así, el dueño no podía obligarme a publicar algo a favor de sus intereses particulares que yo no quisiera. Y yo no podía publicar algo que dañara sus intereses particulares.

Tanto el dueño como el director editorial tenían derecho de veto para publicar o no publicar

– De profesión, fundador de publicaciones; pero también director de programas informativos televisivos en directo, desde los propios Telediarios hasta el espacio Buenos Días, que fue el primer informativo matinal de TVE.
– La televisión me enseñó a hacer un periodismo más preciso, concreto y breve. Lo trasladé posteriormente a 20 Minutos, con noticias muy breves.

– También fue pionero en los debates electorales. ¿Qué valor cree que pueden tener en este año electoral que comienza?
– Están perdiendo valor últimamente. Pero todavía los valoro mucho. Lo más importante en un debate electoral es el lenguaje corporal. La televisión tiene una ventaja enorme: la cámara no engaña. El político puede estar diciendo una cosa de palabra, pero, si arruga la frente demasiado, la gente sabe que miente.

Hice también las entrevistas a los candidatos de las elecciones generales del 86, 93 y 96. En las últimas tuve mala suerte, porque entrevisté a Felipe González y a José María Aznar. Ganó Aznar y lo primero que hizo fue despedirme. Gané el juicio a la televisión del Gobierno y me dieron una indemnización interesante. Y con el dinero de la “beca Aznar”, pude poner en marcha 20 Minutos.

 20 Minutos quizá fue su “gran hijo”.
– Fue mi última obra, y para mí, desde luego, la más importante. Dábamos de leer al “sediento”; a los jóvenes, que todavía no se habían encontrado con la prensa. Cuando lo lanzamos, aún no entraban tanto en internet. 20 Minutos fue especialmente importante para mi corazón, porque se generaban nuevos lectores. Era luchar contra la ignorancia, y una de las grandes claves de mi vida ha sido luchar contra la injusticia y la ignorancia.

20 Minutos fue especialmente importante para mí; se generaban nuevos lectores, era luchar contra la ignorancia

– ¿Cómo fue su creación y la apuesta por un diario gratuito?
El “abuelo” de 20 Minutos fue una revista militar. Yo era soldado, fui a ver a mi capitán y le propuse hacer una revista. “Ya hubo una que hizo Jesús Hermida que dejó de salir por falta de presupuesto”, me contestó. Se llamaba Cornetín y la pagaba el Ejército. Le ofrecí resucitar aquel proyecto y hacerlo gratis, siempre que me libraran de las guardias. Fue mi primera revista gratuita. Fui viendo quiénes eran todos los proveedores del Ejército, y con las cuatro perras que saqué de la publicidad financié la revista.

Martínez Soler, entre los retratos de Javier Bueno y Alfonso Rodríguez Santamaría, presidentes de la APM asesinados durante la Guerra Civil. Foto: APM

Sin guardias, pude buscar trabajo. Me fui, vestido de soldado, al diario Arriba, y me contrató Jaime Campmany. Durante un tiempo, lo quité del currículum, pero luego lo volví a poner. Hay que estar orgulloso de todo lo que se hace. Era “la primavera de Campmany”, cuando empezaba a haber apertura.

Desde Cornetín, siempre pensé que algún día haría un diario que se financiara con publicidad; ese era el proyecto que siempre tuve en mi cabeza. De pronto, estando en la Universidad de Almería de profesor de Economía Aplicada, vi un ejemplar del diario gratuito Metro London. Inmediatamente, me puse a hacer el proyecto y se lo presenté al grupo QDQ, que lo aprobaron y lo lanzamos.

– En sus buenos tiempos, 20 Minutos era el periódico líder de audiencia con distancia respecto de sus competidores y había cuatro diarios gratuitos entre los diez más leídos.
– Llegó a tener una tirada de 1.100.000 ejemplares diarios: más que el resto de la prensa española junta. Fue el diario más leído de la historia de España. Aquel gran momento de los diarios gratuitos fue justo antes del boom de internet, que también era gratuito.

No obstante, he defendido muchas veces que mi diario no era gratuito: quien leía 20 Minutos nos pagaba con su atención. Esa atención la recibíamos en forma de audiencia, y se la vendíamos a los anunciantes. La atención de un lector vale más que el euro de un periódico.

La atención de un lector vale más que el euro de un periódico

Todos los periódicos, sean de pago o gratuitos, lo que tienen que buscar es la complicidad del lector. El éxito de 20 Minutos también se produjo porque los periódicos de pago iban de capa caída. Era una prensa antigua y hasta machista. En sus fotos nunca salían mujeres ni jóvenes: eran todos viejos con traje y corbata. En el despacho de Arsenio Escolar -gran director editorial de gran éxito-, teníamos un gráfico en el que se apuntaba el número de corbatas que aparecían en cada ejemplar de la prensa de pago. Y en nuestro caso, en el gráfico salían muchos jóvenes, mujeres y gente sin corbata.

– Pero en 2008 llegó la crisis económica y comenzaron a caer diarios gratuitos y otros muchos medios. En términos generales, ¿qué hicieron mal los editores en España para llegar a aquella crisis estructural? ¿Qué se debe evitar bajo cualquier circunstancia para que no vuelva a suceder una crisis sectorial de tales dimensiones?
– La crisis de 2008 nos sacudió muy fuerte. En 2007 ingresamos 50 millones de euros, con más de cinco millones de beneficios. En 2008 ingresamos 30 o 35. En 20 Minutos tuvimos que reducir costes, despedir personal, bajar el número de páginas, ya que cayó la publicidad. Sin embargo, superamos la crisis en 2010. Cuando me jubilé, el diario ya ganaba dinero. Los demás no: Qué!Metro y ADN murieron, porque no hicieron el ajuste. Teníamos 354 empleados y tuvimos que reducirlos a menos de 200. Había que despedir gente o el barco se hundía. Fue doloroso, pero no tuve más remedio que hacerlo.

La prensa tenía unos costes estructurales muy grandes. Los diarios de pago tenían plantillas de 400 o 500 empleados, con imprentas propias. Pero los editores y los periodistas hemos aprendido mucho de aquella crisis. Creo que el periodismo está entrando en un buen momento: con el boom de las fake news y de las teorías conspiratorias, empieza a valorarse la credibilidad de una firma de prestigio. El New York Times no publica bulos, sino antibulos. El que quiera tener una información de los hechos tiene que pagarla. La venta está siendo sustituida por la suscripción. En los grandes medios internacionales, los suscriptores están dando ya más ingresos que la publicidad. Y aquí se está empezando a notar.

En los grandes medios internacionales, los suscriptores están dando ya más ingresos que la publicidad

José Antonio Martínez Soler, el día de la entrevista. Foto: APM

– David Walmsley, director de The Globe and Mailaseguró recientemente que “si no pagan por tu trabajo es porque no tiene valor”.
– Cuando lo que se percibe por una suscripción te compensa lo que pagas, la mantienes. La gran ventaja ahora es que un periódico de prestigio, con firmas de prestigio como filtro, sirve de mucho, y eso hay que pagarlo. Si un lector deja de comprar un periódico es porque este ha dejado de darle un valor equiparable al euro o dos euros que le cuesta. Cualquier acuerdo de compraventa, y comprar un periódico lo es, funciona si ambas partes se llevan su beneficio y una de las partes no cree que da más de lo que recibe.

– Otras de sus grandes pasiones fueron la economía y el periodismo económico. Cuanto más complejo es el mundo, ¿más debe potenciarse el periodismo especializado? ¿Ello no choca con el anhelo empresarial de contar con periodistas multitarea, prescindiendo de otros profesionales?
– El periodismo especializado siempre es necesario. Ese anhelo es parte de la crisis de crecimiento. Estamos destruyendo el viejo modelo. Es la teoría de la destrucción creativa de Schumpeter. Para que se cree algo nuevo, tiene que morir lo viejo. Ahora mismo estamos en una crisis en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de coger esplendor. Vamos hacia un modelo de buen periodismo, especializado, multimedia, pero con periodistas que deben ser bien pagados y deben tener tiempo para investigar.

– ¿Cree que está excesivamente idolatrada la prensa de la Transición o está valorada en su justa medida?
– En aquella época, éramos pobres diablos: mucha política, mucha ideología, mezclábamos nuestros deseos con la realidad. Los periódicos estaban llenos de políticos. Mi generación tuvo una suerte enorme. No éramos tan buenos. Los jóvenes demócratas teníamos veintitantos años y los mayores tenían ya unos 60. Había 30 años de vacío generacional. Cuando los mayores se jubilaron o murieron, los jóvenes tuvimos que ascender rápidamente. Yo era director ejecutivo de Cambio 16 con 23 años.

Ahora la competencia es muy dura. Los jóvenes están muy preparados. Para nosotros fue muy fácil ejercer el liderazgo, porque fuimos la primera línea del periodismo libre; primero, con la ley de Fraga y, luego, con la muerte del dictador y la llegada de la democracia.

Portada de «La prensa libre no fue un regalo (Editorial Marcial Pons)

– Pero antes tuvieron que luchar por la libertad; en especial, por la libertad de prensa. Usted fue secuestrado, torturado y sometido a una ejecución simulada en marzo de 1976 por un comando franquista de la Guardia Civil.
– Sí, me secuestraron porque querían que dijera las fuentes de información de un artículo que había firmado con el pseudónimo Rafael Idáñez en Doblón, con el antetítulo “De Vega a Campano”, sobre la purga de jefes y oficiales moderados en la Guardia Civil. El último nombramiento de Franco fue el general Campano, un franquista de tomo y lomo, como director general de la Guardia Civil, quitando de en medio al general Vega, un hombre más bien moderado. Lo primero que hizo Campano fue ir quitando a los jefes del equipo anterior.

El número dos de Campano, que había heredado de Vega, era nada menos que el general Sáenz de Santa María. Cuando me subieron a la montaña y empezaron a golpearme, querían que dijera que me había dado la información alguno del grupo de Saénz de Santa María. Al final hicieron el fusilamiento simulado. Ya sin esparadrapo en los ojos, uno, con pasamontañas, se puso enfrente de mí con un pistolón a dos palmos de mi frente y los demás estaban detrás. Amenazó con disparar a la de tres. Al decir dos, los de atrás se separaron, como haciendo que se quitaban para que no les saltara la sangre. Entre el dos y el tres -ya no me da vergüenza decirlo, lo he contado todo en mi libro La prensa libre no fue un regalo-, pensé en la parcela que acababa de comprar con mi mujer, donde construí mi actual casa. No pensé ni el cielo ni en el infierno; es el sentido de la propiedad, Marx me castigaría. A la de tres no dispararon, sino que me pisotearon y golpearon con la metralleta, pero ya la sangre me parecía gloria bendita.

Martínez Soler, tras ser secuestrado y torturado.

Yo no conocía a mis fuentes de información. Lo que mis informadores anónimos me iban contando lo confirmaba en la fuente oficial: el Boletín Oficial del Ejército. Me hicieron escribir y firmar una declaración en la que afirmaba que el general Saénz de Santa María me había facilitado la información. Iban a por él.

Bajé de la montaña andando. Tenía la cara quemada por el espray que me habían echado. Fui directamente a la farmacia. Luego fui a un bar buscando un teléfono y no se me ocurrió otra cosa que pedir una copa de coñac para los nervios. Tuve que escupirla, porque tenía la boca llena de llagas.

– Toda la prensa reaccionó publicando el mismo editorial titulado “Impunidad”. ¿Se echa de menos aquel corporativismo? No debiera ser necesario llegar a esos extremos para actuar unidos en la misma línea.
– Aquella situación no es comparable con la actual. En el periodismo y en la política, cuando la situación es extraordinaria, emergen líderes extraordinarios.

– Ya, pero se suele decir que la libertad de prensa nunca está absolutamente conseguida, sino que es un derecho por el que hay que seguir luchando cada día.
– Efectivamente. Los enemigos de la libertad de prensa siempre están al acecho. Hay que estar siempre pendientes. La libertad no fue un regalo, y está en peligro que nos quiten el don que hemos conquistado con tanto esfuerzo. La libertad es como el oxígeno: solo la valoras cuando te falta.

El periodismo es una profesión muy honrosa, porque está permanentemente luchando por la libertad de expresión. La lucha del periodista reside siempre en que triunfen los hechos sobre las falsedades.

– Tras un episodio como el que ha narrado, supongo que no es necesario que le pregunte a usted por la pertinencia de garantizar por ley la protección del secreto profesional del periodismo, cuya regulación ha anunciado el Gobierno.
– El secreto profesional del periodista debe estar salvaguardado, sí. El secreto profesional es importante como garantía de que el periodista pueda trabajar libremente y cautivar a sus lectores.

– La Ley Europea de Libertad de los Medios de Comunicación está anunciada como una norma para proteger el pluralismo y la independencia de los medios de comunicación en la UE. ¿Cree necesaria la regulación de la profesión periodística para su salvaguarda?
– Regular la prensa es peligroso. Tengo un sentimiento dual. Se decía que la mejor ley de prensa es la que no existe. La prensa se autorregula bastante por el consumidor. Si una prensa es de mala calidad, el lector inteligente la va abandonando.

– ¿Y qué opina de la futura ley de secretos oficiales? Se habla también de los riesgos de incurrir en una excesiva regulación.
– El poder se mete muchas veces donde no le corresponde, y hay que estar alerta. La ley de secretos oficiales tiene mucho peligro, tanto si se hace extensiva a cuestiones que no son realmente de seguridad nacional como si se alargan excesivamente los años que se imponga el secreto.

Martínez Soler, en el Salón de Actos de la APM. Foto: APM

– Será difícil resumir una trayectoria tan amplia, pero ¿con qué noticias de las que ha publicado se quedaría de toda su carrera?
– Estoy muy satisfecho de tres noticias que publiqué siendo redactor jefe de Economía de El País. La primera fue una información bastante exhaustiva sobre el aceite de colza. Hicimos un mapa con el recorrido de los camiones del aceite de colza adulterado: de dónde procedía, dónde se distribuía y dónde había muertos. Le di la información a la Policía para colaborar en la búsqueda de culpables, a condición de que cuando los detuvieran fuera yo el primer periodista en saberlo. Pude dar la exclusiva.

La segunda fue explicar qué había pasado en la expropiación de Rumasa. Y la tercera fue desentrañar, junto con compañeros de Barcelona, la corrupción de Jordi Pujol a través de Banca Catalana.

– ¿Y qué noticia no ha dado y le gustaría dar?
– Siempre hablamos de la paz, y nunca hay paz. A mí me gustaría que cayera Putin, que le quitaran los suyos y acabara la guerra en Ucrania. Ya han caído Trump y Bolsonaro, que caiga Putin también.

El ejercicio del periodismo libre te da sentido a la vida

– Para acabar, ¿un consejo que quiera dejarle a las nuevas generaciones de periodistas tras más de medio siglo ejerciendo el periodismo?
– He disfrutado de la profesión. La he sufrido también. Pero he sacado enseñanzas. Estoy muy orgulloso de haber sido periodista. Animo a los jóvenes que tengan vocación a que sean buenos periodistas, a que no se rindan nunca. Deben tener siempre la conciencia tranquila, que esa es la mejor almohada para dormir. Es una profesión muy hermosa. La segunda más antigua del mundo, pero la más hermosa de todas. Además, es muy útil. Te va realizando. El ejercicio del periodismo libre te da sentido a la vida. Lo que da sentido a la vida es la libertad y, por si lo lee mi mujer, el amor.

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¿Víctimas del franquismo? Hoy es mi día.

Más vale tarde que nunca. Mi experiencia personal, por traumática que fuera, no puede compararse ni de lejos con el sufrimiento de quienes perdieron a sus padres y/o abuelos asesinados e indignamente enterrados en las cunetas. Sin embargo, aunque, por miedo, guardé silencio durante décadas, hoy me siento incluido, como caso menor, en este recuerdo oficial a las víctimas de la Dictadura.

Así me dejaron la cara los secuestradores de la Guardia Civil franquista.

Al poco de morir el dictador, yo fui víctima de secuestro, tortura y fusilamiento simulado por un comando de la Guardia Civil a las órdenes del franquista general Campano, nombrado por Franco unas semanas antes de morir, en los estertores de la Dictadura.

Hoy, 31 de octubre, se ha fijado como fecha para recordar cada año a las víctimas del golpe militar, la Guerra y la Dictadura. Ya era hora. Felicito y agradezco a los autores de la ley de Memoria Democrática (en especial a mi paisano Fernando Martínez, secretario de Estado, y a su ministro, Félix Bolaños) que han hecho posible este avance de justicia democrática. El acto ha sido muy emocionante.

Abrazo de agradecimiento a Fernando Martínez, secretario de Estado de Memoria Democrática, cuando vino a la presentación de mi libro en el Ateneo de Madrid

Y, naturalmente, a los diputados y senadores que han convertido el proyecto en Ley. Otro paso necesario para la concordia. Los demócratas estamos de enhorabuena.

La portada del semanario Doblón sobre mi artículo de purga de mandos moderados en la Guardia Civil que causó mi secuestro y torturas para conocer mis fuentes.

El ministro Bolaños anuncia que el 31 de octubre será para recuerdo y homenaje a las víctimas del franquismo.

El presidente Pedro Sánchez saluda a Paca Sauquillo y Cristina Almeida, antes de comenzar el acto.

La abogada Cristina Almeida me trae hoy, con esta foto, un recuerdo imborrable. En marzo de 1976, recién salido del hospital donde me trataron las quemaduras de la cara, me dirigí al Tribunal de Orden Público (TOP) para prestar declaración por alguno de los procesos que tenía pendientes por artículos escritos o autorizados como director del semanario Doblón. El largo pasillo del Tribunal Supremo, por donde debía entrar al TOP, estaba lleno de abogados con sus togas y sus puñetas o vuelillos que llevan en la bocamanga. A más de diez metros de distancia, divisé a Cristina Almeida que venía a mi encuentro. Al observar mi cara aún  desfigurada por las torturas, se plantó frente a mí y dio un grito muy fuerte («¡Hijos de puta!») que sorprendió, quizás asustó, a los abogados, fiscales o jueces que pululaban por aquel enorme el pasillo. Luego, me abrazó. Aun estábamos sometidos a la Dictadura franquista sin Franco. Mujer valiente y comprometida. Cuando he visto hoy a Cristina abrazar el presidente Sánchez he vuelto a recordar, no sin emoción, aquel abrazo en el Supremo, poco después de la muerte del tirano y con la Dictadura aún vigente a todos los efectos. Gracias, Cristina.

General Sáenz de Santa María: «Lo descubrimos bastante rápido, y no pudimos hacer gran cosa: el director del Cuerpo era el general Campano y ese tipo de excesos solían contar con su respaldo». Pag. 271.

Después de tantos años, he podido contarlo todo, en mi libro «La prensa libre no fue un regalo» que te recomiendo, querida Cristina.

Cubierta de mi libro, editado por Marcial Pons

 

El tte. general Cassinello, aplaudido por muchas estrellas

El teniente general Cassinello presentó su libro rodeado de estrellas, no de Hollywood, sino de alta graduación militar. Pese al aforo limitado, asistieron al acto muchos generales, familiares del autor y almerienses.

Con Andrés Cassinello y su nieta Pilar Salas Cassinello, recién llegada de Miami para la ocasión.

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Artículo publicado en La Voz de Almería el 9 de octubre del 2022

Publicado en La Voz de Almería el 9 de octubre de 2022

Copio y pego, a continuación, el mismo artículo en Word.

Almería … quién te viera (28)

El teniente general Cassinello, aplaudido por muchas estrellas

J. A. Martínez Soler

No pude contarlas, pero entre el público que abarrotó el auditorio Gutiérrez Mellado de la UNED en Madrid había muchas estrellas, no de Hollywood sino de alta graduación militar. Discípulos, familiares y paisanos almerienses aplaudimos, con razón, a un hombre clave en la Transición de la Dictadura a la Democracia y en la lucha exitosa contra ETA.

Todos los demócratas estamos en deuda con el tte. general Cassinello, el inventor del embrión del actual CNI cuando estuvo a las órdenes del presidente Adolfo Suárez. Con inteligencia y gracia, nuestro paisano presentó el martes pasado su quinto libro y, para mí, el más importante: “La huella que deja el tiempo al pasar. (Memorias de tiempos difíciles)”.

Dos historiadores (Roberto Muñoz y Carlos Navajas) glosaron su obra monumental, no por su tamaño sino por su enjundia. Ya sabemos que los jefes de Inteligencia suelen guardar muchos secretos en el tintero. Aún así, Andrés Cassinello, de 95 años, maestro de espías al servicio primero de la Dictadura y luego de la Democracia, cuenta muchas cosas memorables en sus memorias. No cuenta solo el qué de lo que nos ocurrió sino, sobre todo, el por qué. Y lo hace con buena pluma, literatura de la buena.

Yo tuve el privilegio de leer sus borradores. A cambio, él leyó y editó generosamente los míos de “La prensa libre no fue un regalo”. Ojo por ojo, libro por libro. Ahora he leído su obra que me ha dedicado con “todo cariño”. En nuestras tertulias madrileñas de almerienses transterrados, siempre me sorprendió la agudeza y profundidad en sus análisis de fenómenos tan complejos como el nacionalismo y el terrorismo. También sobre el final de la Dictadura de Franco que él llama “el desmoronamiento galopante del régimen franquista” por vía pacífica.

Ya lo dijo su maestro y amigo, el tte. general Sáenz de Santa María, figura clave contra el golpe del 23-F y en la desarticulación de comandos de ETA: “Este Cassinello es un genio”. Pues, sí. Ayer lo volvimos a comprobar en la defensa que hizo de sus memorias. Sus respuestas arrancaron aplausos espontáneos y sonrisas del público. Su esposa, Pilar, también almeriense, nos dio una clave: “Cuando Andrés aprendió inglés, lo enviaron a estudiar a Alemania y a Estados Unidos. Eso le abrió las puertas del mundo”.

1977 fue el año clave para los españoles y para nuestro tte. general: legalizar el PCE, tras su informe favorable al presidente Suárez, los pactos de la Moncloa, las elecciones del 15-J, el regreso de Tarradellas, a quien visitó en el exilio, la pluralidad de las Fuerzas Armadas, no monolíticas, la incertidumbre, la indefinición del proceso de Transición hacia la “ruptura pactada”, la debilidad y el miedo a volver a las andadas en ambos bandos. En noviembre de 1978, Cassinello detuvo personalmente al tte. coronel Tejero e impidió que llevara a cabo el golpe de la operación Galaxia contra el gobierno de Suárez. También avisó al CNI de que Tejero tramaba algo poco antes del golpe del 23-F. No le hicieron mucho caso. La noche del frustrado golpe de Estado la pasó al teléfono con todas las capitanías generales. La de Miláns del Bosch, con los tanques por las calles de Valencia, fue la única que no respondía a sus llamadas. Entonces, a través del telefonista, envió este mensaje claro y cuartelero: “Dígale al coronel Quintiliano que, si no me llama, mañana me presentaré en Valencia y le cortaré los huevos”. Solo así aquel presunto golpista respondió a su llamada.

Según él, el 23-F fue cosa de Tejero, Armada, Miláns y cuatro más. Estaban solos, con una vanidad excesiva. Excepto la de Valencia, las capitanías generales no estaban involucradas en el golpe de Estado. Ni siquiera Campano, el más feroz de los franquistas, hizo nada desde la capitanía general de Valladolid. El de Sevilla se encerró con una botella de ginebra y el de Granada se quedó quieto en Guadix. Nadie les siguió.

Defendió el papel del rey Juan Carlos durante el golpe. No dejó entrar al general Armada en la Zarzuela. “¿Por qué tardó tanto el Rey en dar su mensaje”, le preguntaron? Respondió: “En Televisión Española había un escuadrón de caballería sublevado. Hasta que yo no comuniqué que los sublevados ya se habían oído de TVE, Picatoste no pudo emitir el mensaje del Rey”. Citó entonces una frase que le dijo su maestro y jefe, el tte. general Gutiérrez Mellado: “Sublevarse es muy difícil. Lo sé porque yo lo hice”.

Cassinello nos recordó, no sin amargura, cuando iba él solo a los entierros de los asesinados por ETA en el País Vasco. “Hay que ver lo que aguantamos”. Luego acudieron más autoridades. “No me dejaban tocar el himno nacional, mientras los etarras iban cubiertos en las iglesias con el hacha y la serpiente de ETA”.

Más de una vez le oí decir que no basta con la caridad, también debe actuar el Estado. Y recuerdo otra frase que dijo a sus colegas militares: “La patria también es la Seguridad Social”. Nos descubrió la inspiración que recibió de la obra de Francesc Cambó para acabar con la Dictadura del general Primo de Rivera, concordando el futuro mediante “una solución política que no satisfaga a todos pero que sea soportable”.

Desde el primer capítulo, nuestro paisano descubre un nivel moral que te reconcilia con la condición humana. Su padre José y su tío Andrés fueron asesinados al estallar la fuera civil. (Mi padre, Pepe el del Cemento, teniente republicano, había sido, por cierto, empleado de su tío). De niño, Cassinello tuvo que cambiar su nombre por el de Andrés Pérez para poder ir al colegio Ferrer Guardia.

Y escribe: “Mi compañero de banca, mi amigo para toda la vida, era pepe Fornovi, cuyo padre acababa de ser fusilado por las tropas de Franco que a mí me liberaron. Podría contar su historia. Igual a la mía, pero desde el oro lado del espejo, porque a su padre lo condenaron a muerte y le fusilaron los míos en el verano del 1939, mientras yo me ufanaba con la victoria. (…) Me confesó que a uno de sus hijos le había puesto de nombre Andrés en recuerdo de nuestra amistad juvenil. (…) Esa amistad me ha acompañado toda la vida y me enseñó, desde aquel lejano 1940, que es posible la convivencia y el entendimiento entre tantas historias desgarradas, vividas por los españoles por mitades. La paz ha de ser obra de dos y solo es cierta por la elección libre de ambos. La paz de uno es solo sometimiento del otro”.

Amén, querido y admirado paisano.

—–

Con Andrés Cassinello y su libro

Ahí va el articulo que publiqué en La Voz de Almería el 7 de septiembre en cuanto tuve el libro de Cassinello en mis manos. Seguramente habrá cosas repetidas en ambos artículos. Me disculpo por ello.

Artículo publicado en La Voz de Almería sobre las memorias del tte. general Cassinello.

Almería, quién te viera… (27)

Los demócratas, en deuda con el tte. general Cassinello

 J. A. Martínez Soler

Si tuviera que elegir a los tres almerienses que más me han inspirado en mi vida diría Nicolás Salmerón, presidente de la I República, Carmen de Burgos, primera periodista y corresponsal de guerra, y Andrés Cassinello, coautor clave de la Transición. Por eso, me emociona tanto tener hoy en mis manos el libro de “memorias de tiempos difíciles” de nuestro paisano, el teniente general Cassinello Pérez, recién salido del horno. Su título: “La huella que deja el tiempo al pasar”. Os lo recomiendo vivamente.

Su historia personal y profesional, desde la Dictadura a la Democracia, te engancha porque, por raro que parezca en un teniente general, nuestro paisano escribe muy bien. Da gusto leerle. Es su quinto libro. Y aunque me gustó mucho su biografía del Empecinado (“O el amor a la libertad”), ejecutado por orden del rey felón (Fernando VII), como nuestros Colorados, esta es, a mi juicio, su mejor obra.

Andrés Cassinello, que ya ha cumplido 95 años, estudió en el colegio Ferrer Guardia como Andrés Pérez (su padre y su tío habían sido fusilados por los republicanos) y luego, en el Instituto de Almería, fue alumno de Celia Viñas. Con un solo párrafo de su primer capítulo, el autor muestra toda su gran humanidad ante los lectores:

“Pero mi compañero de banca, mi amigo para toda la vida, era Pepe Fornovi, cuyo padre acababa de ser fusilado por las tropas de Franco que a mi me liberaron. Podría contar su historia. Igual a la mía, pero desde el otro lado del espejo, porque a su padre le condenaron a muerte y le fusilaron los míos en el verano de 1939, mientras yo me ufanaba con la victoria. (…) Me confesó que a uno de sus hijos le había puesto de nombre Andrés en recuerdo de nuestra amistad juvenil”.

Este es nuestro Andrés, como dice la contracubierta de su libro, “un militar profesional que, desde planteamientos netamente alineados con el régimen franquista, pasó a convertirse en uno de los principales impulsores del proceso de transición a la Democracia”.  Como jefe de Inteligencia, a las órdenes directas del presidente Adolfo Suárez, Cassinello, que sabía inglés (esto cambió su suerte) y por eso había estudiado en Estados Unidos, creó el SECED, embrión de lo que luego sería el CNI. Su informe secreto a Suárez en favor de la legalización de PCE fue clave para el éxito de la Transición sin violencia por parte de los comunistas. También lo fue para traer a España al president Tarradellas, a quien visitó en el exilio, y durante la noche del golpe fallido del 23-F que pasó hablando con todas las capitanías generales.

Bueno, con todas, no. Solo se le resistía la del general Milans del Bosch, capitán general de Valencia, quien se había unido a los golpistas y mandó sus carros de combate a recorrer las calles de la capital de su región militar. Hay una anécdota que no aparece en sus memorias y que yo, con su permiso, cuento en las mías (“La prensa libre no fue un regalo”):

“El jefe de la Comandancia de Valencia, a quien mi paisano conocía muy bien, no se le ponía al teléfono. Cabreado por su resistencia, le dio este mensaje al telefonista: “Dígale a Quintiliano que, si no se pone al teléfono, mañana me presentaré en Valencia y le cortaré los huevos”. El mensaje, claro y cuartelero, surtió efecto. Al final, la sangre no llegó al río”.

El teniente general Cassinello ha leído y recortado mi manuscrito (como han hecho mi esposa Ana Westley, mi hijo Erik y Manolo Saco) y me ha concedido el honor de escribir un prólogo cariñoso (“Vidas que han estado entrelazadas”) para mi libro de memorias. También tuve la fortuna de leer su manuscrito y ayudar en su edición y recorte. Ojo por ojo. Este trabajo conjunto en ambas memorias, mano a mano, me ha permitido conocerle mejor y quererle más. Es un personaje excepcional, con sentido del humor y de la Justicia, buena escritura y una gran finura y profundidad en sus análisis.

De sus memorias y de nuestras tertulias de almerienses transterrados a Madrid, me han impresionado mucho sus reflexiones sobre los nacionalismos para entender el fenómeno de ETA y lograr vencer al terrorismo. A las órdenes directas del general Saénz de Santamaría, Andrés Cassinello se dedicó ocho años a la lucha contra ETA, que luego continuó como capitán general de Burgos. Por sus análisis tan acertados del terrorismo y sus éxitos al combatirlo, los demócratas estamos en deuda con este almeriense ilustre.

Le conocí hace años en la ADVT (Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición) de la que él era su presidente. Así terminó Andrés Cassinello el prólogo que tan generosamente escribió para mis memorias:

“Y allí apareció José Antonio Martínez Soler, el hijo de “Pepe el del Cemento”, el que leía los libros de mi tía Serafina, a quien me unían, sin saberlo, recuerdos y recuerdos. Después, las memorias de uno y otro. Leídas, discutidas, subrayadas…, y el atraco de que escriba un prólogo. Pues bien, he aquí la criatura. Por favor, sigan leyendo, se podrán enterar de muchas cosas y recordar otras tantas”.

También escribió:

“No estábamos tan lejos sin saberlo. Posiblemente, nos pesaba la historia. Yo era lo que entonces se llamaba hijo de caído, y él era hijo de un teniente del ejército republicano, pero ese peso no coaccionaba nuestras libertades supuestamente enfrentadas”.

Comprenderán que, con este prólogo del teniente general Cassinello, fruto del afecto mutuo, cómo no voy a quererle. No os perdáis sus memorias. Lo digo en serio.

Cubierta de las Memorias de Andrés Cassinello

Invitación al acto de presentación del libro de Cassinello

Andrés Cassinello, rodeado de historiadores

A José Antonio, el hijo de Pepe el del Cemento, con mis letras garrapatosas pero con todo cariño, Andrés.

Mi viejo amigo Isidro López Cuadra ha dedicado su programa del sábado en Radio Villalba al libro del general Cassinello. Ha sabido exprimir capítulos muy interesante del libro de mi paisano.

¡Te recomiendo que escuches este audio de iVoox! Programa Música y Cultura – 08-10-2022 – Parte 2 – La pluma y la lanza, Memorias de tiempos difíciles https://go.ivoox.com/rf/93679430

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los demócratas, en deuda con el teniente general Cassinello

Si tuviera que elegir a los tres almerienses que más me han inspirado en mi vida diría Nicolás Salmerón, presidente de la I República, Carmen de Burgos, primera periodista y corresponsal de guerra, y Andrés Cassinello, coautor clave de la Transición.

Con mi paisano Andrés Cassinello y su último libro.

Por eso, me emociona tanto tener hoy en mis manos el libro de “memorias de tiempos difíciles” de nuestro paisano, el teniente general Cassinello Pérez, recién salido del horno. Su título: “La huella que deja el tiempo al pasar”. Os lo recomiendo vivamente. Hoy publiqué la noticia en La Voz de Almería.

Mi artículo sobre el libro de Cassinello en La Voz de Almería de hoy, 7 de septiembre de 2022

Portada del libro de Cassinello

Dedicatoria: «A José Antonio, el hijo de Pepe el el cemento, con mis letras garrapatosas, pero con todo cariño. Andrés.

Cassinello, de capitán general de Burgos.

Carnet militar de mi padre en el Ejército de la II República.

Como de costumbre, para facilitar la lectura a jubilados con vista cansada, copio y pego a continuación el texto de mi artículo en word.

Almería, quién te viera… (26)

Los demócratas, en deuda con el tte. general Cassinello

 J. A. Martínez Soler

Si tuviera que elegir a los tres almerienses que más me han inspirado en mi vida diría Nicolás Salmerón, presidente de la I República, Carmen de Burgos, primera periodista y corresponsal de guerra, y Andrés Cassinello, coautor clave de la Transición. Por eso, me emociona tanto tener hoy en mis manos el libro de “memorias de tiempos difíciles” de nuestro paisano, el teniente general Cassinello Pérez, recién salido del horno. Su título: “La huella que deja el tiempo al pasar”. Os lo recomiendo vivamente.

Su historia personal y profesional, desde la Dictadura a la Democracia, te engancha porque, por raro que parezca en un teniente general, nuestro paisano escribe muy bien. Da gusto leerle. Es su quinto libro. Y aunque me gustó mucho su biografía del Empecinado (“O el amor a la libertad”), ejecutado por orden del rey felón (Fernando VII), como nuestros Colorados, esta es, a mi juicio, su mejor obra.

Andrés Cassinello, que ya ha cumplido 95 años, estudió en el colegio Ferrer Guardia como Andrés Pérez (su padre y su tío habían sido fusilados por los republicanos) y luego, en el Instituto de Almería, fue alumno de Celia Viñas. Con un solo párrafo de su primer capítulo, el autor muestra toda su gran humanidad ante los lectores:

“Pero mi compañero de banca, mi amigo para toda la vida, era Pepe Fornovi, cuyo padre acababa de ser fusilado por las tropas de Franco que a mi me liberaron. Podría contar su historia. Igual a la mía, pero desde el otro lado del espejo, porque a su padre le condenaron a muerte y le fusilaron los míos en el verano de 1939, mientras yo me ufanaba con la victoria. (…) Me confesó que a uno de sus hijos le había puesto de nombre Andrés en recuerdo de nuestra amistad juvenil”.

Este es nuestro Andrés, como dice la contracubierta de su libro, “un militar profesional que, desde planteamientos netamente alineados con el régimen franquista, pasó a convertirse en uno de los principales impulsores del proceso de transición a la Democracia”.  Como jefe de Inteligencia, a las órdenes directas del presidente Adolfo Suárez, Cassinello, que sabía inglés (esto cambió su suerte) y por eso había estudiado en Estados Unidos, creó el SECED, embrión de lo que luego sería el CNI. Su informe secreto a Suárez en favor de la legalización de PCE fue clave para el éxito de la Transición sin violencia por parte de los comunistas. También lo fue para traer a España al president Tarradellas, a quien visitó en el exilio, y durante la noche del golpe fallido del 23-F que pasó hablando con todas las capitanías generales.

Bueno, con todas, no. Solo se le resistía la del general Miláns del Bosch, capitán general de Valencia, quien se había unido a los golpistas y mandó sus carros de combate a recorrer las calles de la capital de su región militar. Hay una anécdota que no aparece en sus memorias y que yo, con su permiso, cuento en las mías (“La prensa libre no fue un regalo”):

“El jefe de la Comandancia de Valencia, a quien mi paisano conocía muy bien, no se le ponía al teléfono. Cabreado por su resistencia, le dio este mensaje al telefonista: “Dígale a Quintiliano que, si no se pone al teléfono, mañana me presentaré en Valencia y le cortaré los huevos”. El mensaje, claro y cuartelero, surtió efecto. Al final, la sangre no llegó al río”.

El teniente general Cassinello ha leído y recortado mi manuscrito (como han hecho mi esposa Ana Westley, mi hijo Erik y Manolo Saco) y me ha concedido el honor de escribir un prólogo cariñoso (“Vidas que han estado entrelazadas”) para mi libro de memorias. También tuve la fortuna de leer su manuscrito y ayudar en su edición y recorte. Ojo por ojo. Este trabajo conjunto en ambas memorias, mano a mano, me ha permitido conocerle mejor y quererle más. Es un personaje excepcional, con sentido del humor y de la Justicia, buena escritura y una gran finura y profundidad en sus análisis.

De sus memorias y de nuestras tertulias de almerienses transterrados a Madrid, me han impresionado mucho sus reflexiones sobre los nacionalismos para entender el fenómeno de ETA y lograr vencer al terrorismo. A las órdenes directas del general Saénz de Santamaría, Andrés Cassinello se dedicó ocho años a la lucha contra ETA, que luego continuó como capitán general de Burgos. Por sus análisis tan acertados del terrorismo y sus éxitos al combatirlo, los demócratas estamos en deuda con este almeriense ilustre.

Le conocí hace años en la ADVT (Asociación para la Defensa de los Valores de la Transición) de la que él era su presidente. Así terminó Andrés Cassinello el prólogo que tan generosamente escribió para mis memorias:

“Y allí apareció José Antonio Martínez Soler, el hijo de “Pepe el del Cemento”, el que leía los libros de mi tía Serafina, a quien me unían, sin saberlo, recuerdos y recuerdos. Después, las memorias de uno y otro. Leídas, discutidas, subrayadas…, y el atraco de que escriba un prólogo. Pues bien, he aquí la criatura. Por favor, sigan leyendo, se podrán enterar de muchas cosas y recordar otras tantas”.

También escribió:

“No estábamos tan lejos sin saberlo. Posiblemente, nos pesaba la historia. Yo era lo que entonces se llamaba hijo de caído, y él era hijo de un teniente del ejército republicano, pero ese peso no coaccionaba nuestras libertades supuestamente enfrentadas”.

Comprenderán que, con este prólogo del teniente general Cassinello, fruto del afecto mutuo, como no voy a quererle. No os perdáis sus memorias. Lo digo en serio.

Ahí va su prólogo a mi libro de memorias.

Prólogo del teniente general Cassinello a mi libro de memorias

Con el teniente general Cassinello y la cubierta de mis memorias.

Cassinello presentará mis memorias «La prensa libre no fue un regalo» en el Ateneo