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Mi hijo Erik y yo empezamos hoy a escribir un libro

Emocionado por mi victoria (6-2), y antes de que regrese la rancia censura franquista, en el caso terrible de que mañana ganen PP y VOX, mi hijo Erik y yo hemos reflexionado y acordado hoy escribir un libro, a cuatro manos, como si aún fuéramos libres.

Hoy gané a Erik por 6-2 en el set oficial. Me vine tan arriba que me creí capaz de escribir otro libro. Esta vez al alimón entre los dos. El último de «La prensa libre no fue un regalo» ya está casi agotado en Marcial Pons.

El derrotado pagó los cafés.

En el Cafe de Los Austrias, frente al polideportivo de La Bombilla, empezamos a escribir el libro. Solo tenemos el título que, seguramente, lo cambiará el editor si es que conseguimos publicarlo.

La. idea surgió hace tiempo cuando, hace dos años, ambos firmamos juntos este artículo en La Voz de Almería (donde Erik había sido becario).

Artículo publicado en La Voz de Almería, hace dos años.

Segunda página de La Voz de Almería

Texto en word del artículo de La Voz de Almería:

Un policía, solo, frente a los dioses

José A. Martínez Soler y

Erik Martínez Westley

Un policía ejemplar, galardonado, aplaudido y luego abandonado y machacado injustamente por los dioses, me recuerda a la ascensión, caída y redención de personajes propios de Shakespeare. Esa injusticia, como una espina en el corazón, la llevo clavada desde la tragedia del 11-M en Atocha, el mayor atentado terrorista de la historia de España. Mi hijo Erik, con quien comparto esas líneas, ha criticado este silencio sonoro que brota de mis memorias de la Transición (“Y seguimos vivos”). He cortado el capítulo dedicado al comisario Rodolfo Ruiz, el encargado de la línea de custodia de la mochila de Vallecas que incriminaba a Al Qaeda y no a ETA en el 11-M.

Erik me interpeló: ¿Dónde están los daños irreparables sufridos por el comisario Rodolfo Ruiz, el guardián de la mochila de Vallecas, perseguido con saña por los grupos mediáticos afines al Partido Popular, para justificar el bulo de que fue un atentado ETA y no de Al Qaeda? El daño que le causó el vacío que le hicieron también los políticos de izquierdas y los grupos mediáticos afines, que no querían generar ruido, es igual de imperdonable. Acusaciones infames. Silencio cobarde.Los dos grandes partidos y sus grupos mediáticos afines colisionaron en un incidente, la mochila de Vallecas, y en un hombre mortal de carne y hueso, el comisario que la custodiaba. A este hombre le tocó estar en el sitio y en el momento en que el partido que gobernaba hizo palanca para mover sus intereses colosales (las elecciones y el Poder). Pensamos que, si le pasó a Rodolfo, nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros. Nos echamos a temblar. Un hombre cabal y su familia, sin haberlo buscado, están de golpe en el ojo que te mira desde el Poder. La presión miserable de unos y el abandono cobarde de otros, cercándole por todos lados, solo ante los dos partidos y sus medios, le pasaron una factura durísima. Rodolfo ha rehecho su vida, no sin heridas. Han pasado varios años y esta injusticia colosal aún me conmueve. Hay circunstancias, decía Unamuno, en las que callarse es mentir.

Me sentí mal por haber recortado en mis memorias los párrafos del bulo sobre la custodia de “la mochila de Vallecas”, esa herida tan mal cerrada de la historia reciente de nuestra democracia. Ayer mismo me disculpé con el comisario Ruiz quien, afortunadamente, está rehaciendo su vida y prefiere olvidar tantos sufrimientos pasados. Recuerdo muy bien el día que Rodolfo Ruiz me visitó en mi despacho del diario 20 minutos. Venía de parte de mi hijo Erik y de su hijo Pablo. Ambos se conocían por amigos comunes y eso cimentó nuestra confianza mutua. El comisario estaba muy afectado, casi abatido, por la campaña insidiosa, terrorífico bullying, que machaconamente difundía el Gobierno de Aznar y su prensa afín contra él. Le habían convertido en el muñeco a tumbar. Nadie le recibía. Su versión de los hechos no importaba. No sabía a quién acudir. Al final, como padre de un conocido de su hijo, mostré interés en su caso. Me impresionó. Las confidencias entre un policía y un periodista suelen estar sometidas al off the record. Sin su permiso no podré contar algunas de ellas que me llenaron de rabia contra tamaña injusticia. ¡Ay, si pudiera!

Me encontré con un hombre entero pese a estar solo, indefenso, frente a los poderes del Estado y a sus medios próximos. Desprestigiando su labor policial en la custodia de la mochila de Vallecas, cuyo contenido incriminaba a Al Qaeda, los partidarios del bulo de ETA en los trenes Atocha, creían ganar posiciones. El comisario Ruiz era la pieza a abatir. Como un junco imposible de quebrar, aguantó, solo, contra viento y marea. Después de ganar todos los pleitos, la acción profesional y heroica de Rodolfo Ruiz solo fue celebrada y premiada, hace unos años, por la “Asociación 11-M de Afectados por el Terrorismo”. Aunque insuficiente, algo es algo. Allí nos dimos un abrazo.

Cuando conocí a Rodolfo, Aznar había sido sustituido por Zapatero y Acebes por Rubalcaba. Sin embargo, el vía crucis del comisario de Vallecas continuó durante demasiados años. El diario El Mundo seguía sacando portada tras portada con falsedades sobre la mochila de Vallecas. Abundaron las teorías conspiratorias.  Jiménez Losantos y sus calumnias infames… Millones de personas consumían estas teorías del odio, aceptando disparates antes de admitir que el presidente Aznar había mentido miserablemente por aferrarse al Poder.

Antes del 11-M, cuando Rodolfo era jefe de la Brigada de Información de la Policía, en la cumbre de su carrera, desarticuló con su equipo peligrosas bandas criminales. Él y todos sus colaboradores fueron galardonados con medallas al mérito por aquella acción policial. Cuando la propuesta de concesión de esas medallas llegó a la mesa del ministro del Interior, mi admirado Rubalcaba, el nombre de Rodolfo, el jefe del equipo, fue eliminado del grupo de condecorados. No fue borrado de la lista por arte de magia.

Ese clavo agravó la depresión de la esposa del comisario que, al poco tiempo, la llevó al suicidio. (Quizás, quién sabe, agotada por esta pesadilla, esta injusta persecución que no parecía acabar nunca…) Intercedí ante el ministro Rubalcaba para que le devolvieran la medalla que, nunca supimos por qué, le habían quitado. Las respuestas evasivas escritas por mi querido Alfredo, poco valeroso por no decir cobarde, me llenaron de tristeza y decepción.  ¡Ay, la política y el miedo a la prensa canalla!

El presidente Aznar precedió al presidente Trump en la invención de bulos de gran calibre para conservar el Poder y deslegitimar a su sucesor. Ambos demostraron no ser demócratas. A veces, conviene hacer memoria. No olvidar. Lo que le pasó al comisario Ruiz podría pasarnos a cualquiera de nosotros. Todos corremos el peligro de ser víctimas de la injusticia.

Pasados los años, Rodolfo ha ganado todos los juicios por calumnias, ha sido restituido en su puesto, cobra su pensión y, pese al daño sufrido, ha rehecho su vida con éxito. Aprendimos de él -y de Don Quijote, cómo no- que no hay que ceder si la razón y la justicia están de tu parte. Claro que, con todos los dioses en contra, la integridad tiene un precio. Es un héroe anónimo que sobrevivió a una tormenta que ni te cuento. Por eso, merece el reconocimiento de los demócratas.

En esta hora de revisión de memorias, Erik y yo ofrecemos estos párrafos a nuestro amigo Rodolfo, el comisario que salvó la línea de custodia de la mochila de Vallecas y, de paso, el honor de muchos demócratas. De aquel primer encuentro en el diario 20 minutos, propiciado por nuestros hijos, surgió una gran amistad entre un policía integro, que aguantó en solitario la embestida de los dioses, y un periodista miedoso. Gracias, Rodolfo. Los demócratas estamos en deuda contigo.

 

11-M-Fue-Al-Qaeda

Ls mentiras de Feijóo nos han recordado otras mentiras, mucho más graves, de su maestro José María Aznar y por las que «el hombrecillo insufrible» (como le definió Helmut Kohl) aún no ha pedido perdón a la familia del comisario Rodolfo Ruiz ni a la sociedad española.

Los españoles reaccionamos entonces frente a las mentiras de Aznar y el PP perdió las elecciones del 14-M de 2004. Ojalá mañana pase lo mismo con las mentiras de Fakejóo y no tengamos que sufrirle 4 años en la Moncloa, asistido por su presunto vicepresidente Santiago Abascal y, lo que sería mucho peor, por su presunto ministro del Interior, Javier Ortega Smith, el bárbaro.

Miedo me dan. Votad bien, por favor.

Mirad lo que me recuerdan estos bárbaros.

#Masterpiece https://t.co/iEmvrUXZjt
(https://twitter.com/judit_sinhache/status/1682397029480243201?t=I_O-sc-5ZHkGOaKgdKfRig&s=03)

Victoria 6-3 frente mi hijo Erik. Sigo dando guerra.

A muchos abuelos les parecerá una minucia (o un ataque de soberbia) presumir de haber ganado al tenis, con 75 años (aunque no lo parezca) a un hijo que ya cumplió los 40. A mí, no. Hoy he disfrutado en la pista.

Celebrando la victoria por 6-3 frente a mi hijo Erik en un set larguísimo y muy disputado.

Normalmente, Erik me gana al tenis, pero ayer tuve una clase con mi maestro Gildo y hoy, con un cordaje nuevo, remonté un set durísimo con muchos empates. La verdad es que ganar un partido da gusto. Y mi hijo no es de los que se dejan ganar. Le eduqué para todo lo contrario.

Mis lesiones fueron leves. Ningún hueso roto.

Legué bien entrenado a la pista, en buena forma, recuperado del remate que, hace tres semanas, me costó una caída de culo muy  aparatosa. Radiografía limpia.

Camiseta de propaganda de Goat Knight, la productora de mi hijo Erik. Eso me animó.

Para celebrar mi regreso al tenis, mi hijo me había regalo una camiseta de propaganda de su productora (Goat Knight S.L.).

Logotipo de Goat Knight, sobre mi pecho. No podía fallar.

Quise darle buen uso con su logotipo en mi pecho. Eso quizás le impresionó o le aflojó. Ambos jugamos bien. Juegos muy largos con voleas y remates dignos de ser grabados. Un gran día.

Yo invité a los churros y a la tortilla. Para una vez que gano…

Lo celebramos con churros y tortilla en el Café de los Austrias, frente al polideportivo de La Bombilla de Madrid.

Premio merecido.

Hoy me toca siesta en el sofá, quizás con una película del Oeste que mi chica odia porque dice que son simplonas y machistas. Pero es que mi cuerpo serrano hoy ya no da para más.

Libros aconsejables para masoquistas.

Para un nuevo proyecto sobre la prensa, me castigo leyendo, a la vez, dos libros muy fuertes, casi insoportables, que ya comentaré algún día en ese blog cuando los termine. (Uno se llama «Pedro J. Ramírez, al desnudo», de Juan Díaz Herrera, y el otro se titula «Memorias I» del mismísimo José María Aznar, el «hombrecillo insufrible», como le llamaba su correligionario el canciller alemán Helmut Kohl).

La victoria al tenis me permite dejar esas dos lecturas masoquistas para días laborables. Ya estoy cocinando de lujo.

Cruella de Vil destroza a Casado

Por puro morbo, me hubiera gustado asistir ayer la presentación de las bofetadas que Cayetana Álvarez de la Edad Media propinó, en forma de libro, al pobre Pablo Casado. Pero tenía clase en tallasmadera.com y no pudo ser.

Portada del libro/puñal de Cayetana Álvarez de la Edad Media.

Hoy compruebo por la prensa que la ex mano derecha de Casado, en el papel de Cruella de Vil, no defraudó a los militantes de FAES.

Cayetana en el papel de Cruella de Vil

José María Aznar, «el hombrecillo insufrible» (según Helmut Kohl) debió sentirse pletórico. Por algo había prestado su Rasputín (Miguel Angel Rodríguez, alias MAR, el hombre que le llevó a la Moncloa) a la posible futura presidenta del Gobierno de España, VOX mediante.

MAR, el Rasputín de Aznar, empuja a Ayuso hacia la Moncloa.

La XIV marquesa de Casa Fuerte (¡qué título tan apropiado para sus colmillos!) actuó de ariete para que Isabel Día Ayuso asalte con éxito la Moncloa. ¿A quién importa la presidencia del PP de Madrid? Al alcalde Almeida, quizás. Capidisminuido (debilitado, mermado) el pobre Casado, la batalla se centra ahora entre Ayuso y Sánchez. No queda otra.

Cayetana, Ayuso y «Teodoríco», trio de sonrisas falsas.

La aristócrata (mitad moja alférez, mitad martillo de herejes) no dejó títere con cabeza. Despreció a Casado («bien queda», «veleta», etc.) y se concentró en atacar a «Teodorico» Garcia Egea quien, como ella, golpea con una herradura dentro de su guante. La guerra abierta ya ha comenzado. Y la izquierda dormida desprecia cuanto ignora. Se puede llevar un buen susto. ¿Acaso no llegó Donald Trump, el narcisista patológico, un enfermo mental más grave que IDA, a la Casa Blanca? Pues eso. Ayuso esta bien asesorada por MAR, el Bannon español. Y cuenta con el ariete de Cayetana para abrir de par en par la puerta de La Moncloa. Miedo me da.

 

 

 

Chuletas ricas, entre la tumba de Franco y El Pardo

No lo puedo negar. Conducir hoy desde la puerta del Palacio de El Pardo, donde impunemente vivió el dictador, hasta la tumba donde finalmente reposan sus restos, en el cementerio de Mingorrubio, me dio un poco de yu-yu.

La tumba del dictador, a pocos metros de mis chuletas de cordero.

¿Inquietante, al cabo de tantos años? La tapia larga con sus garitas vacías, a un lado, y los pinares sin ciervos, al otro. Aflojé la marcha. Me dio por recordar. Mira por dónde.

Confeccionando las páginas del semanario Doblón el día que «se fue el caimán»

Entre el Palacio y el cementerio, paré a compartir chuletas con un buen amigo en la terraza de Flora, con vista a los montes de El Pardo. Al primer bocado, desapareció el yu-yu. «Las penas con pan son menos», decía mi abuela. ¡Qué ricas!

Chuletas de cordero, entre el palacio de El Pardo y la tumba de Franco.

A pesar de los pesares, recomiendo pasear por El Pardo. ¿Perdonar? Casi siempre. ¿Olvidar? Nunca.

El Palacio del tirano.

Hablamos, como no, de «Nacho de noche», el ex ministro (brevísimo) de Suárez, que dijo anteayer, ante Pablo Casado, que Franco no dio un golpe de Estado en 1936. Al morir el «caudillo de España por la gracia de Dios» (lo dicen sus monedas), algunos franquistas del «búnker» se escondieron y otros se convirtieron en demócratas. Tenían sus razones.

Portada del semanario Doblón que yo dirigía cuando murió el tirano. Aprovechamos un sello de 2 pesetas (ampliado).

Los reformistas de UCD tomaron el relevo y ayudaron a los anti franquistas a parir la Constitución. El joven José María Aznar estuvo en contra. De 1978 a 1996 se fortaleció la Democracia. Fracasado el golpe de Estado el 23-F de 1981, el miedo volvió a habitar entre nosotros y hubo alternancia pacífica en el Poder. Lo nunca visto desde la rebelión militar de Franco en 1936. España, en Europa, dio un salto de gigante. Cuando Aznar sustituyó a Felipe González, en 1996, los restos franquistas empezaron a salir de su búnker y a enseñar su patita. Ser envalentonaron. Algunos, pocos, desenterraron el hacha fratricida. Entonces fue cuando, poco a poco, entre una derecha intolerante, a veces ruin, y una izquierda acomplejada y miedica, se empezó a joder la Democracia en España.

Luego vino el 11-M de 2004, la matanza yihadista de Atocha por la guerra de Irak. La derecha moderada no pudo o no supo separarse de las mentiras y el rencor de José María Aznar, «el hombrecillo insufrible» (según Helmut Kohl). Desaparecido Rubalcaba, la izquierda tampoco tuvo suerte con sus líderes.  Y en esas estamos… caminando hacia los extremos, sobre todo por VOX a la extrema derecha del PP y los otros nacionalistas, vascos y catalanes, a su aire. Me gustaría ver hoy juntos a Fernando Abril Martorell y a Alfonso Guerra, parteros de la Constitución, buscando salidas pacificadoras como en 1978. Un sueño imposible.

En 1978, con una buena mezcla de nobleza y miedo, fuimos capaces de llegar acuerdos constituyentes para no volver a las andadas, y de hacer la Transición de la Concordia, cuando las diferencias entre izquierda y derecha eran abismales. ¿Por qué son ahora tan imposibles los acuerdos de Estado entre la derecha y la izquierda si las diferencias son mucho menores que antes?

Regresaré a El Pardo en busca de respuestas… y de ricas chuletas. (Continuará)

Aznar apadrina a Ayuso. Pobre Casado

¿Qué le pasa a José María Aznar? No pierde ocasión de sacudirse su responsabilidad por meternos en la guerra de Irak y por el consiguiente atentado yihadista del 11-M de 2004. Raca, raca… Ya lo hizo en marzo pasado con Jordi Évole. La Asociación de Víctimas del 11-M se lo aclaró entonces:

«Aznar nos llevó a la guerra contra Irak y a cambio recibimos los atentados del 11-M».

Aznar apadrinó hoy Ayuso como «la líder más relevante».

Eso no debió convencerle. En un aula universitaria, junto a Isabel Díaz Ayuso, según él, «la líder más relevante del panorama político español», lo ha vuelto a decir hoy:

El PSOE ha llegado «al menos» dos veces al poder en circunstancias «muy especiales». Acto seguido, ha asegurado que José Luis Rodríguez Zapatero llegó al poder en 2004 por la utilización que hizo su partido de los «ataques terroristas» del 11-M, y en 2018 por una moción de censura «apoyada por separatistas y ex terroristas».

Aznar olvida con facilidad que el ataque terrorista del 11-M se lo hicieron a él, cuando era presidente del Gobierno, como repuesta a su participación en la guerra de Irak. También olvida que el PSOE le ganó las elecciones al PP el 14-M sencillamente porque Aznar mintió a todos los españoles, con nocturnidad y alevosía, al atribuir insistentemente el atentado yihadista a ETA cuando el mundo entero (incluida toda la prensa extranjera y el diario 20 minutos) ya había publicado que fue Al Qaeda y no ETA la autora del 11-M.

¿Qué le pasa a este «hombrecillo insufrible«? Así lo definió, por alguna razón, el canciller alemán Helmut Kohl que era de su mismo partido. Alguien que le quiera de verdad debería recomendar a Aznar una visita al siquiatra.

¿Qué le ponemos? ¿Al mentiroso compulsivo?

¿Y qué me pasa a mí con él? Debo advertir a los lectores que, desde que me despidió de TVE, tras la entrevista preelectoral que le hice en 1996, le tengo cierta manía. Afortunadamente, cada día menos.

Además, flaco servicio ha hecho hoy el expresidente Aznar al líder nacional del PP al apadrinar a la líder madrileña, Isabel Díaz Ayuso («la líder más relevante»), como la continuadora de su línea política. Desde la presidencia de la Comunidad de Madrid, «ella hace lo que tiene que hacer. Hace como yo hice en Castilla y León. Yo lo hice y de ahí… nació una alternativa».  Más claro, agua. Igual que hizo Aznar, de la mano de su «Rasputín» trumpista Miguel Ángel Rodríguez, desde Valladolid a La Moncloa, ahora lo hace Isabel Díaz Ayuso desde Madrid. Va de la mano del mismo «Rasputín» que Aznar le ha prestado a su ahijada política para ese viaje. ¡Pobre Casado!